Las pasarelas de madera que atraviesan el desfiladero de los Gaitanes desplazan a miles de turistas al año hasta la comarca del Guadalteba y son un talismán para la economía de los pueblos de la zona.
El Caminito del Rey. Un enclave centenario cuya reciente recuperación ha dado la vuelta al mundo y supuesto un salto de altura para toda la comarca malagueña del Guadalteba y los pueblos, vecinos y negocios que la integran.
En mayo de 2021 se cumplió un siglo de la visita que dio nombre a esta pasarela de vértigo, a más de cien metros de altura en algunos puntos, en medio de la inmensidad del desfiladero de los Gaitanes. El rey Alfonso XIII, al que los vecinos de Ardales, Álora o Peñarrubia —hoy desaparecida bajo las aguas del pantano del Guadalhorce— apenas ponían cara más que por el reverso de las monedas, fue recibido por las autoridades locales para pasar revista al proyecto hidrológico que se estaba llevando a cabo en la zona. Porque lo que hoy es uno de los principales imanes para el turismo activo y verde en la provincia tiene en realidad un origen industrial que no todos los que lo visitan por primera vez conocen.
El ingeniero Rafael Benjumea diseñó aquí un monumental complejo que permitía llevar hasta Málaga capital cien mil litros de agua por segundo y electricidad de día y de noche. Era un avance impensable para la época y en ese sentido hay que leer la visita del monarca. No fue por cortesía, sino por su voluntad de trasladar el modelo de la central del Chorro al resto de cuencas hidrográficas y llevar la modernidad al conjunto de España.
Desde el pantano del Chorro, donde una mesa y dos sillones de piedra conmemoran aquella visita, parte un sendero paralelo al río Guadalhorce hasta llegar a la entrada de la Garganta. Es el punto de partida de un paseo de vértigo en el que el ruido del agua ayuda a entender la genialidad ideada por Benjumea, que aprovechó los ciento sesenta metros de desnivel entre la presa y el final del Caminito para generar electricidad con la fuerza del agua.
Las paredes de roca del desfiladero, donde se precipitan las aguas desde una pequeña presa, erizan el vello a los miles de visitantes que llegan para recorrer el sendero, que en su origen, como explica Pedro Cantalejo a Jot Down, no eran más que unas pasarela utilizadas primero para la construcción del canal y, más tarde, para su mantenimiento. Cantalejo es el director del Área de Patrimonio Natural e Histórico del Ayuntamiento de Ardales, municipio al que pertenece este enclave, y uno de los mayores conocedores de la historia y los atractivos que ofrece.
La estructura por la que hoy discurren quienes se atreven a vivir esta experiencia se colocó sobre las antiguas vías de servicio de la central construidas un siglo atrás. Y la tarea no fue fácil. El complejo proceso de recuperación, que concluyó con la inauguración en 2015, obligó incluso a emplear helicópteros durante las obras. «La restauración ha colocado al Caminito en los mapas mundiales y se ha convertido en estos años que lleva abierto en todo un destino internacional», sostiene el experto, vinculado también desde los años ochenta a otro de los tesoros de la comarca que han ganado visibilidad gracias al sendero: el yacimiento prehistórico de la cueva de Ardales.
Cuando, en la década de los setenta, la compañía hidroeléctrica abandonó la pasarela, comenzó un capítulo negro en la historia del Caminito. Con las estructuras de metal y cemento cayéndose a pedazos hubo varios accidentes mortales hasta que, en los noventa, se demolieron las entradas al norte y al sur del sendero para evitar el acceso. Y es que las espectaculares paredes de roca y la altura y la belleza natural del paraje habían convertido el entorno en una de las zonas de escalada más destacadas de Europa y muchos aficionados burlaban las prohibiciones y medidas de seguridad.
La imagen hoy es radicalmente opuesta. Lo que pudo ser el sendero más peligroso del mundo congrega ahora hasta un millar de visitantes diarios de ciento dieciséis nacionalidades, convirtiendo al Caminito en un pilar fundamental de la economía de la zona y también de la provincia en términos turísticos. Los datos de la Diputación Provincial anteriores a la pandemia cifraron su impacto en más de veintitrés millones de euros anuales.
La adrenalina comienza nada más poner el pie en la pasarela, y eso que el primer tramo no es de mayor altura del recorrido. Uno de los aspectos más espectaculares del primero de los desfiladeros, conocido como cañón de Gaitanejo, es, como explica Pedro Cantalejo, el efecto de la acción erosiva del agua sobre las paredes calizas, que ha dado lugar a innumerables cavidades con formas imposibles labradas durante millones de años.
Conforme avanza la senda, el ruido del agua bajo los pies va ganando intensidad hasta llegar a ser ensordecedor en algunos puntos. Aunque no es una experiencia apta para quienes sufran de vértigo, lo cierto es que apenas da tiempo a pensar en ello mientras uno alza la vista hacia los metros y metros de roca que se elevan sobre la pasarela a un lado y otro del desfiladero —separados por apenas unos metros de distancia— o hacia el resto de sorpresas que el Caminito tiene reservadas para el visitante. «La inmensidad del paraje es difícil de explicar en palabras; solo puede comprobarse cuando se vive en primera persona», reconoce.
La masa forestal y los recovecos en la roca dan cobijo a una fauna que aparece y desaparece ante los visitantes durante las cerca de tres horas que puede llevar hacer el recorrido por estos bosques y cañones malagueños. Desde águilas a cabras montesas que bajan a beber de las aguas del Guadalhorce o los buitres (gaitanes) que dan nombre al desfiladero.
Después de atravesar el valle del Hoyo, un remanso de paz donde el río discurre calmado entre vegetación, el recorrido se adentra en un tercer cañón en el que la altura vuelve a ganar protagonismo. A poco más de 2,6 kilómetros del punto de partida sobresale de la pasarela un balón de cristal que no todos se atreven a pisar ante la sensación de estar completamente suspendido sobre el vacío. Es el primer gran reto que propone esta aventura y en el que los metros de caída son solo una parte de la panorámica del mirador, desde el que se puede admirar también la línea férrea y los túneles que discurren al otro lado del cañón.
Es la antesala de la última y más emocionante experiencia que regala el Caminito del Rey: cruzar el puente colgante de treinta y cinco metros que dirige al tramo final del recorrido y que supone una prueba de fuego para muchos por el suelo de rejilla que hace imposible no desviar la mirada hacia el abismo. Curiosamente, hasta el punto más emblemático de la ruta Alfonso XIII nunca llegó. A mitad del recorrido cruzó el que hoy se conoce como puente del Rey para coger el tren y llegar por los túneles a la estación del Chorro, en el extremo sur del Caminito, donde continuó su visita con el séquito y el ingeniero Benjumea.
También aquí es donde concluye el sendero, no sin antes descender por la pared vertical con vistas ya al embalse del Tajo de la Encantada y a la nueva central hidroeléctrica del Chorro, una pedanía perteneciente a Álora en la que un mero paseo por sus calles ayuda a comprender la revolución que ha supuesto la restauración del Caminito. Muchos han encontrado en ella un homenaje a sus antepasados y una oportunidad de revivir viejos recuerdos, porque el paseo que hoy deja boquiabiertos a los turistas está grabado en el ADN de sus vecinos. Y es que el pantano, las centrales hidroeléctricas y el Caminito están ligados desde su origen a la historia de decenas de familias de la zona. Sagas enteras como la de los Viruel Ruiz se criaron escuchando cómo la presa desembalsaba agua antes de entrar al desfiladero y pendientes a cada instante del cielo por si había riesgo de crecidas por la lluvia.
El abuelo de la familia trabajó hasta su jubilación en la sala de máquinas de la central de Gaitanejo. Hoy su nieta Mariana recuerda desde Málaga que su padre adecentó una de las casas-cueva en la montaña para vivir o que sus tíos José y Francisca pasearon tras darse el «sí, quiero» a través de los cañones. También se acuerda de que los trabajadores de la presa encendían las luces de las galerías subterráneas cuando ella y su amiga Encarnita la cruzaban aún de noche para ir a la escuela. Una vida difícil, pero feliz —como confiesa—, rodeada de naturaleza y sin horarios. Los suyos son recuerdos que comparten todos los que vivieron en la zona y que durante años utilizaron el Caminito como única forma para comunicarse con la estación del Chorro.
En su antigua fábrica de harina, la familia García lleva más de medio siglo trabajando para poner en pie uno de los hoteles rurales más populares de la zona, el complejo rural La Garganta, que ha adaptado la vieja arquitectura de la fábrica hasta dotar al edificio de habitaciones equipadas para el relax. Además, ofrecen actividades de turismo activo para los clientes, de las que en parte deriva su historia, pues a pesar del deterioro de las pasarelas, la zona siguió siendo un santuario para la escalada, de ahí que los padres del gerente actual, Fernando García, decidieran poner en marcha el negocio.
La renovación ha supuesto un cambio de trescientos sesenta grados para el complejo. La seguridad y la adecuación de los accesos ha permitido que aquellos pocos aventureros imprudentes que los fines de semana se atrevían a recorrer los tramos ya sin pavimento y en ruinas sean hoy turistas nacionales e internacionales que llegan por centenares y aprovechan su visita al sendero para pasar unos días de retiro rural y conocer otros pueblos y atractivos de la zona. Desde familias con niños a personas mayores e incluso empresas que organizan encuentros, convivencias y otras actividades para sus trabajadores relacionadas con la naturaleza, el patrimonio o deportes como el kayak y el senderismo.
La excepcionalidad del Caminito del Rey, el conjunto de presas y las estaciones de ferrocarril ha llevado a las autoridades locales a iniciar la carrera para que la Unesco declare el enclave Patrimonio Mundial en la categoría de Patrimonio Industrial Hidroeléctrico. Un reconocimiento que serviría también para poner en valor el entorno, donde en apenas veinte kilómetros a la redonda se concentran elementos naturales y culturales desde la prehistoria. No solo el propio desfiladero de los Gaitanes, sino también la cueva paleolítica de Ardales, la necrópolis prehistórica de las Aguilillas o Bobastro, un conjunto arqueológico en el que se conserva la única basílica mozárabe esculpida en la roca que se conoce de al-Ándalus.
Bien el artículo salve por ese «giro de 360 grados» que chirría. En tal caso el susodicho sería de 180 grados que es lo que se desprende de las siguientes líneas y el que se suele citar cuando se habla de cambios profundos que es justo lo contrario de dar una vuelta completa en sentido circular para volver al mismo sitio del que se partió. Saludos
Se entiende que la revista tiene que generar ingresos y que un publireportaje extenso de Málaga es otra forma como otra cualquiera.
Lo que chirría es que, al contrario que en los publireportajes de otros productos comerciales, en este caso no se advierta del contenido patrocinado.
Y es un poco fútil negarlo, porque canta a la legua que en un mes este sea por lo menos el 4º artículo, sin contar la entrevista al alcalde (que era en sí pura propaganda, pero es un político, nada nuevo bajo el sol aquí).
Porque si no es publicidad encubierta…¿Para cuando uno hablando de todas las sombras de que proyecta la Costa del Sol, el
problema de vivienda impagable (por encima de ciudades como Madrid en precios de alquileres céntricos y con una subida interanual superior al 10% desde hace varios años), la total desatención a todo lo que no sea el centro histórico, la red de transporte público pobre a pesar de la faraónica obra de un metro subterraneo al lado del mar que entresemana cierra antes que los bares…
Un poquito de seriedad, que avisar del contenido patrocinado es obligatorio en España.
Pues si chirría, y a que nadie de la revista ni dice que habiendolo hecho de obra nueva, no se haya hecho adaptado o accesible para todo el mundo como deberia ser por ley, a sabiendas que se aviso a todos los ayuntamientos que pertenecia, a la diputacion, junta de andalucia y algunas mas que opinaron desde el primer proyecto que se hizo en diciembre 2010, porque es un negocio y llevaran parte todos en el negocio
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