1.
Cuando Belbo, Casaubon y Diotallevi, tres editores esnobs, inventan, para entretenerse, un estrambótico «plan de los templarios» cuyo objetivo es dominar el mundo gracias a un uso creativo de las corrientes telúricas subterráneas, no piensan que existen chalados como Aglié, en su cabeza inmortal encarnación del legendario conde de Saint-Germain, que se van a tomar su juego muy en serio.
En El péndulo de Foucault, illuminatis, francmasones, templarios y rosacruces plagan una historia llena de conexiones delirantes y conspiranoicas donde las supercherías ocultistas y espiritualismo de génesis hermenéutico campan a sus anchas bajo la máxima de «correlación sí implica causalidad» para divertimento de los lectores.
2.
Cuando Pi Patel cumple dieciséis años emigra con su familia desde la India a América del Norte y el barco en el que viajan naufraga. Pi acaba en un bote salvavidas con una hiena, una orangutana, una cebra herida y Richard Parker, un enorme tigre de Bengala. Para superar las penurias a las que se ve abocado con tan extraños compañeros de viaje, Pi tira de imaginación.
«Uno de mis métodos favoritos de huida era una suave asfixia. Usaba un fragmento de tela cortada de los restos de una sábana. Lo llamaba mi trapo de los sueños. Lo humedecía con agua salada para que estuviera mojado, pero no goteante (…). Caía en un aturdimiento letárgico al que el trapo de los sueños que restringía mi respiración daba una cualidad especial. Me visitaban los sueños más extraordinarios, visiones, pensamientos, sensaciones, recuerdos».
3.
Cuando tras su separación de Ur Víctor se va a vivir con Ju, una antigua amiga, experta en SEO como él, y Malcom, un pirata web que se dedica a la pornografía en internet, no se puede imaginar que acabará envuelto en una intriga internacional donde una inteligencia artificial llamada Halo está manipulando neurofisiológicamente a los internautas en todo el mundo, distorsionando a nivel cognitivo el deseo y los sentimientos de los mismos hacia quienes les rodean.
Donde aparece el Halo no existe amor sino mecánica, posesión, ciertos bloqueos como la penetración y una desconexión empática que tiñe de superficialidad el acto sexual y la propia existencia. Además aparecen bugs —fallos de conducta— que resultan siniestros para quien no está infectado. Víctor, con la ayuda de sus amigos y de un psiquiatra psicoanalista argentino llamado Mr. Braier, tendrá que unirse a La Cúpula, una orden secreta creada por un excéntrico millonario llamado Constantin, y utilizar sus conocimientos en posicionamiento web para distribuir un antídoto al Halo por toda la red.
1+2=3
Discotecas por fuera es la novela más divertida que he leído en bastante tiempo, aunque no es una historia para cualquier tipo de lector. De hecho, me pregunto cómo ha conseguido Víctor Balcells convencer a Silvia Sesé y Marta Sanz de que publicaran su novela. Y no porque no esté bien escrita, que lo está, o que el autor no sea popular en círculos intelectuales y redes sociales, que también —ya sabemos cómo cotizan estas cosas ahora—, sino porque este libro está escrito para el total disfrute de usuarios de Menéame y Forocoches, lectores algo alejados de Anagrama y de los escritores discípulos de Foster-Wallace.
Discotecas por fuera tiene varios niveles de lectura a cual más interesante, empezando por el propio título de la obra, que poco o nada tiene que ver con la novela, al menos en el ámbito ortodoxo —a propósito de la trama—. En la narración, el protagonista, Víctor, que se llama como el autor, Víctor, es un experto en posicionamiento web, como lo es también el autor del libro. «Por fuera, el lugar parecía un badulaque pintado de negro: capricho iconoclasta. Parecía una tienda, siendo una discoteca». De este párrafo le surge a Víctor Balcells la keyword que utilizará como título la novela.
Si buscamos en Google «discotecas por fuera» veremos que solo aparecen páginas web donde se habla de su libro. Si hubiésemos buscado «Discotecas con neones» —en caso de que la obra se hubiese llamado así— Google nos hubiera devuelto muchos resultados por delante de los que reseñan, promocionan o venden la novela. Con «discotecas por fuera» las diez primeras páginas de resultados de Google solo hablan de su libro. Si Víctor Balcells no triunfara con la novela, que lo está haciendo, podría con esta jugada ofrecer sus servicios SEO en el sector editorial y cosechar un gran éxito.
La conexión con El péndulo de Foucault se da a dos niveles. Por un lado, las apariciones del virus Halo, con ese desarrollo evolutivo que lo coloca más cerca de una inteligencia artificial que de un parásito, y del libro de Constatin, que guía a los protagonistas a enfrentarse a «las brechas» y en especial de «La Cúpula», una sociedad informática secreta nacida al amparo del desarrollo de su némesis, nos conectan con las tramas de conspiraciones templarias, la Cábala y, en general, la mística medieval. En este caso, barnizadas por la transformación digital del mundo.
Por otro lado, ambos libros juegan a ser iniciáticos y, también, lo opuesto, debido al sarcasmo que impregna ambas tramas. Discotecas por fuera disfraza de sátira el serio problema del mercado virtual de la carne y especialmente del onanismo en internet y de cómo caemos, ante cualquier contratiempo sentimental o durante los periodos de apatía en pareja, en las fauces del sexo virtual que, en una espiral de exploración y masturbación sin fin, nos anula emocional y creativamente. Es fácil sentirse identificado con el Víctor de ficción que recorre cámaras en vivo y vídeos subidos en la nube con toda clase de perversiones que se hacen realidad a golpe de clic. También se hace obligado imaginarse al autor imbuido en ese hastío enfermizo que experimenta su alter ego tras sesiones maratonianas de autosatisfacción y de cómo una simple caricia, un roce aleatorio de alguien en quién no ha pensado jamás, le acaba rescatando del pozo digital.
La conexión con Vida de Pi es lo que hace redonda a la novela. Al igual que Pi Patel, el Víctor de ficción crea un mundo, tal vez imaginario, donde poder llevar el duelo de su separación al ritmo que su cuerpo y alma necesitan. Como en Matrix, el protagonista tiene que tomar «pastillas mercurianas» para no caer en la «brecha» y quedar atrapado en el falso mundo que genera el Halo, esa entidad binaria maligna heredera del otro Hal, el 90001. La novela está plagada de datos y curiosidades biográficas hasta el punto de que uno no sabe si la historia de desamor es tan real como la monstruopedia2 o sus dos gatos y, por lo tanto, es Víctor Balcells quien a través de su Víctor de ficción acaba con ese otro Richard Parker con piel suave y bastantes menos quilos que lo ha roto por dentro.
Discotecas por fuera es una novela soberbia porque a pesar del uso del lenguaje propio del marketing digital, que le confiere ese halo críptico e iniciático, todo tiene sentido y es coherente. Además, la historia es descacharrante, se lee en un suspiro y bajo toda esa trama ciberoscura y llena de sarcasmo metafísico —literalmente— hay una lectura muy real del problema que supone el pajeo compulsivo en internet. Si Víctor Balcells no hubiera sido guapo de cara y de cuna probablemente sería un incel derrotista y torturado de cuyos textos no podríamos disfrutar sin tener cuenta abierta en Forocoches. Espero, por tanto que, ya que tenemos la suerte de leerlo dada la visibilidad que le confiere su editorial y sus conocimientos de SEO, le obliguen en Anagrama a escribir cada año una novela hasta que se repita más que Amélie Nothomb. Y si hay película, que la dirija Nolan.
Notas
(1) Si Devs era Deus por qué Halo no va a ser Hal0.
(2) Rel=»dofollow» en un dominio con autoridad.
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