El 30 de abril de 1985 un grupo de pistoleros del Ejército de Jalid ibn al-Walid y de la Organización de Liberación Islámica secuestraron a cuatro diplomáticos soviéticos en Beirut. Según los servicios de inteligencia soviéticos, el ataque fue idea de Imad Mugniyah, alias la Hiena, un agente de Hezbolá, tratando de responder a una oleada de ataques de milicias izquierdistas sirias en Líbano. Los radicales enviaron un mensaje a Moscú exigiendo la suspensión de la ofensiva y el cierre de su embajada. Para demostrar que no estaban para bromas, Mugniyah decidió matar a uno de los rehenes acribillándolo a balazos y tirando el cadáver en un vertedero en Beirut.
Los soviéticos respondieron enviando a unos cuantos agentes del llamado grupo Alfa, los tipos con más malas pulgas del KGB. Los agentes soviéticos identificaron a los terroristas y procedieron a secuestrar a sus familiares, uno a uno. Para recalcar que no tenían el más mínimo sentido del humor, le arrancaron los testículos a uno de sus rehenes, los pusieron en un sobre y lo enviaron a los militantes islamistas, a ver qué les parecía. Acto seguido, ejecutaron a su pobre rehén.
Al día siguiente, un BMW dejaba a los tres diplomáticos rusos secuestrados delante de la embajada, antes de alejarse tan rápido como pudo. Nadie se atrevió a secuestrar a un diplomático ruso durante los siguientes veinte años.
Es una buena historia, aunque sería un tanto más creíble si hubiera menos versiones sobre ella circulando. Las fechas varían, los participantes y el número de rehenes también. Lo más probable es que el secuestro y liberación de los diplomáticos soviéticos sea parte real, parte leyenda. El método y ejecución, sin embargo, es plenamente ruso: una mezcla de sutileza en el uso de inteligencia, habilidad para explotar las debilidades del oponente y completa falta de reparos en aplicar ultraviolencia allá donde sea necesario.
A los rusos, desde tiempo inmemorial, se les ha dado bien esto de la guerra. Desde finales del siglo XV, cuando el Gran Ducado de Moscú se libra de la dominación mongola, los rusos se han liado a guantazos con sus vecinos al norte, sur, este y oeste con una dedicación difícil de igualar. Entre 1492 y el inicio de las guerras napoleónicas, se llevaron por delante a los kazajos, los livones, los lituanos, Crimea, las ambiciones imperiales de Suecia y Polonia, aparte de dejar al Imperio otomano hecho cisco y llevar el suyo hasta el océano Pacífico.
Su reputación militar en el continente no se afianza hasta 1763, cuando las tropas zaristas consiguieron derrotar a los belicosos prusianos repetidamente. Durante el conflicto, los rusos les pegaron soberanas palizas en Gross-Jagërsdorf y Kunersdorf e infligieron pérdidas atroces en Zorndorf, utilizando una combinación de superioridad numérica abrumadora, generales poco imaginativos y tropas extraordinariamente tozudas. Lo único que les impidió explotar sus victorias fueron problemas logísticos; los rusos nunca habían operado con ejércitos grandes lejos de sus bases, y a menudo se quedaban sin comida, munición, caballos o calzado justo cuando más los necesitaban.
Los rusos aprendieron la lección. En las décadas siguientes, el Estado Mayor imperial mejoró el sistema de aprovisionamiento de los ejércitos del zar hasta convertirlos en los mejores de Europa. La combinación de buenas y abundantes tropas, estómagos llenos y el brillante liderazgo del mariscal Aleksandr Suvórov, probablemente el mejor general del siglo XVIII (sesenta y tres batallas, sesenta y tres victorias), fueron las claves de las grandes victorias rusas de la época contra otomanos, polacos y los pobres suecos.
No fue hasta las guerras napoleónicas, sin embargo, cuando los rusos se convirtieron en algo parecido a un enemigo final de videojuego para los conquistadores megalómanos que querían dominar el mundo. Las cosas empezaron mal. El inagotable Suvórov, ya jubilado, fue llamado de nuevo a las armas por el zar Pablo I. El viejo general procedió a darles tres soberanas palizas a los franceses en Cassano, Trebbia y Novi, desbaratando todas las conquistas de Napoleón en Italia mientras Bonaparte hacía turismo por Egipto. Por desgracia, sus aliados austriacos la pifiaron al otro lado de los Alpes, forzando su retirada. Suvórov murió en San Petersburgo antes de poder enfrentarse a Napoleón.
Sus sucesores heredaron el enorme, bien preparado y mejor artillado ejército del viejo mariscal, pero no su talento estratégico. No es que nadie tuviera nada que hacer contra el Napoleón de 1805, cuando el recién coronado emperador estaba en su plenitud; el corso le pegó palizas absolutamente épicas a todo el mundo que se le puso por delante. Los rusos tuvieron la mala suerte de llevarse la tunda más salvaje de todas en Austerlitz. A pesar de que las tropas del zar fueron capaces de empatar con la Grande Armée en Eylau, una horrible batalla de desgaste de dos días en Prusia Oriental, Bonaparte les volvió a sacar brillo en Friedland meses después.
La invasión francesa de Rusia lo cambió todo. En junio de 1812 un gigantesco ejército de seiscientos ochenta mil efectivos cruzaba la frontera prusiana. El objetivo, como siempre para Napoleón, era encontrar el ejército enemigo y derrotarlo. Los rusos no mordieron el anzuelo: en vez de plantar batalla, los mariscales Barclay de Tolly y Kutúzov, ambos discípulos aventajados de Suvórov, decidieron retroceder, cediendo territorio para agotar a los invasores. En una salvaje muestra de pragmatismo, la retirada del ejército iba acompañada de una brutal estrategia de tierra quemada. Los cosacos del zar devastaron amplias regiones de Ucrania, Polonia y Bielorrusia simplemente para negar provisiones y forraje a las tropas napoleónicas.
Napoleón, siempre a la ofensiva, siempre avanzando, cayó en la trampa. No fue hasta Borodinó, a apenas cien kilómetros de Moscú, cuando Kutúzov plantó batalla. El enfrentamiento fue la peor carnicería jamás vista en un combate entre ejércitos en Europa hasta entonces; una gesta que los rusos repetirían, una y otra vez, en guerras posteriores. Nadie ha tenido menos reparos en sacrificar cientos de miles de vidas en el campo de batalla que la Madre Rusia.
Aunque los rusos perdieron en Borodinó, poco les importaba. Cuando los franceses entraron en Moscú, ya habían evacuado la ciudad, y no dudaron en prenderle fuego cuando cayó la noche. Aislado en un país hostil en medio de una ciudad devastada, Napoleón ordenó la retirada. En otro ejemplo del sutil talento ruso para la logística, Kutúzov bloqueó la ruta sur en Maloyaroslávets, forzando a las tropas francesas a que tuvieran que volver por el mismo camino por el que habían venido, ahora arrasado tras meses de guerra.
Era octubre. Agotados, faltos de suministros, constantemente atacados por los cosacos, golpeados sin piedad por el General Invierno, el mejor militar de Rusia, Napoleón volvió a París con apenas ciento veinte mil hombres. Las bajas rusas en el ejército fueron severas, pero nada comparable al millón de civiles muertos en el camino del ejército invasor para debilitarlo. Tras la fallida invasión de Rusia, Napoleón nunca volvió a ser el mismo. El año siguiente, la sexta coalición acabó con su imperio y su reinado, con las tropas del zar llevando el peso de la campaña.
Tras un siglo XIX relativamente tranquilo atizando a los turcos, los rusos empezaron el siglo XX con mal pie. En 1905, para sorpresa de todo el mundo, perdieron una guerra contra los japoneses. Los rusos resulta que nunca han sido demasiado competentes en conflictos navales, y en Tsushima poco menos que hicieron el ridículo. La derrota trajo consigo el primer conato revolucionario en el Imperio de los zares, y convenció al Estado Mayor de la necesidad de modernizar el ejército de arriba a abajo.
Lo hicieron, aunque no lo suficiente. En 1914, el ejército zarista resultó ser el equipo revelación de la Primera Guerra Mundial, capaces de grandes proezas y fracasos igualmente sonados. Los rusos empezaron el conflicto sorprendiendo a alemanes y austriacos con una movilización muchísimo más rápida y ordenada de lo que habían esperado. El Imperio de los Habsburgo, siguiendo con su tradición de tener un ejército mejor vestido que entrenado, se vio completamente superado, perdiendo Galicia y teniendo que pedir ayuda a la desesperada a su aliado alemán. Para fortuna de ambos, los germanos se toparon tras una de las primeras batallas en Prusia oriental con el cadáver de un oficial ruso que llevaba todos los planes de la invasión encima. Fue eso, más que la brillantez táctica prusiana, lo que provocó la derrota zarista en Tannenberg.
Tras un 1915 desastroso, marcado por la retirada de Polonia y derrotas provocadas por falta de munición y artillería, en 1916 los rusos demostraron otra de las claves en su tradición militar: la capacidad de aprender. La Gran Guerra es descrita a menudo como un conflicto sangriento, sin apenas innovaciones militares. Los únicos que aprendieron algo, en todo caso, fueron los alemanes, que modernizaron sus tácticas de infantería para atacar trincheras, y casi ganaron gracias a ellas en su gran ofensiva de 1918. La realidad, sin embargo, es que muchas de las innovaciones de la guerra son el fruto del último gran hecho de armas del Imperio zarista, la ofensiva Brusílov de 1916.
Brusílov era un aristócrata, hijo de un general de carrera, que empezó la guerra como oficial de caballería. El hombre entendió rápido que su negocio estaba cambiando, así que se lanzó a modernizar las tácticas utilizadas por sus ejércitos de forma radical. En vez de utilizar largos bombardeos de artillería antes de lanzar un ataque, Brusílov apostó por bombardeos mucho más cortos e intensos y atacar con la infantería inmediatamente después. En vez de ataques concentrados en un punto del frente, asaltó las líneas en todo el frente a la vez, buscando un punto débil y evitando que el defensor concentre sus reservas. En vez de dejar la artillería detrás una vez empieza el ataque, hizo que siguiera a las unidades en su avance. En vez de atrincherar a sus tropas lejos de la línea enemiga para protegerse mejor, construyó trincheras tan cerca como fuera posible. En vez de dejar las reservas lejos del frente, las dejó justo detrás, listas para lanzarlas en el momento en que algún punto del frente de ataque rompiera las líneas enemigas. Todo ello, además, aderezado con las tácticas de soldados de asalto en unidades pequeñas que tanta fama ganarían años después, una vez los alemanes las copiaran.
La ofensiva Brusílov consiguió avanzar más de sesenta kilómetros en una guerra donde las victorias a veces se medían en metros, y hubiera llegado más lejos de no ser por la incompetencia del resto de generales rusos. También consiguió, haciendo honor de la típica alta tasa de mortalidad de cualquier guerra con los rusos, entre un millón y medio y dos millones de bajas (medio millón de rusos), en lo que es aún hoy una de las batallas más letales de la historia.
El problema para Brusílov y los zares es que, por muy bien que lo hicieran en el campo de batalla, nunca iban a poder competir con el arma secreta alemana: Vladímir Lenin. En febrero de 1917, tras la revolución de febrero, el Gobierno alemán metió al revolucionario bolchevique en un tren de Zúrich y lo llevó hasta San Petersburgo para que armara un poco de barullo. Lenin les devolvió el favor con creces con una revolución que sacó a Rusia de la guerra.
La última gran juerga rusa, ya como Unión Soviética, fue la Segunda Guerra Mundial. Siempre se habla de Normandía, el Día D, los bombardeos aliados y la batalla de Inglaterra al hablar de este conflicto. La realidad es que donde realmente se decidió todo fue en el frente oriental, en la titánica batalla entre soviéticos y alemanes entre 1941 y 1945.
La escala de este conflicto es realmente abrumadora. Más de cuatro millones de soldados alemanes murieron en el frente oriental. Los soviéticos sufrieron entre ocho y once millones de militares muertos, y más de quince millones de civiles. Como comparación, las bajas de ingleses, franceses y estadounidenses en los seis años de guerra no alcanzan el millón. El frente oriental representa una lucha a muerte de dos imperios totalitarios industrializados gigantes que durante cuatro años dedicaron todos sus recursos a exterminarse mutuamente.
La diferencia fue que esta vez los rusos sí supieron movilizar una economía de guerra. En vez del triste fracaso de la economía zarista, los soviéticos convirtieron su imperio en un arsenal completamente dedicado a matar alemanes. Empezaron la guerra con una auténtica proeza logística, la evacuación de gran parte de su industria militar al este de los Urales durante la ofensiva alemana de 1941. Fábricas enteras fueron desmontadas, toda su maquinaria y trabajadores metidos en trenes y llevados a miles de kilómetros al este. Allí a menudo eran recibidos con unas cuantas tiendas de campaña, cuatro sacos de comida y un comisario político aullando por un megáfono que ya tardaban en ponerse a fabricar tanques.
La URSS, siendo un país mucho menos industrializado que Alemania, ganó la carrera de producción militar por las bravas, a base de sudor y ejecuciones para mantener la moral bien alta. El país dedicó un absurdo 76 % de su PIB al esfuerzo bélico (en comparación, Estados Unidos nunca superó un 40 % en todo el conflicto, y Alemania solo llego al 60 % hacia el final de la guerra) y fabricó una cantidad absolutamente descomunal de tanques, artillería y aviones. La calidad media de sus armas era con frecuencia inferior a las ultracomplejas creaciones alemanes, pero, como Stalin decía a menudo, «la cantidad en sí misma es una forma de calidad».
Los soviéticos, además, mejoraban rápido. Tras las soberanas palizas iniciales, no tardaron en explotar lo que habían aprendido ciento treinta años antes con Napoleón sobre cómo es menos importante mantener territorio que agotar al enemigo. Los alemanes se pasaron dos años avanzando hasta en medio de ninguna parte solo para verse forzados a retirarse cuando un ejército soviético o veinte aparecían en su flanco. Los soviéticos entendieron rápido la importancia de la superioridad aérea y los bombarderos tácticos, así que acabaron produciendo más de treinta y seis mil Sturmoviks. Tras sufrir ofensivas alemanas mecanizadas y maravillarse de la velocidad de su avance, los soviéticos decidieron mecanizar todo su ejército. Al final de la guerra, mientras que las tropas de Stalin avanzaban hacia el corazón del Reich en inmensas formaciones capaces de mover todos sus efectivos en camiones, los alemanes seguían confiando en caballos para gran parte de su cadena logística.
La Unión Soviética ganó la guerra como ganan siempre los rusos las guerras: logística, una capacidad de adaptación casi infinita y una tozudez extraordinaria. Los rusos nunca ganarán una guerra en seis días, descubrirán la próxima revolución militar o inventarán nada nuevo, pero siempre serán capaces de tolerar un número de bajas que haría que cualquier otro país pidiera un armisticio, copiar y adaptar cualquier táctica nueva y explotar su uso hasta las últimas consecuencias.
Como decía Stalin, no hay ningún problema en este mundo que no se pueda solucionar con toneladas de explosivos. Cuando los rusos van a la guerra, siempre aplican esta filosofía a conciencia.
Me ha encantado!
A mí también me ha gustado mucho. Entiendo a qué se refiere Galicia en el relato, pero queda para la Historia la maravillosa expresión «… perdiendo Galicia y teniendo que pedir ayuda a la desesperada a su aliado alemán». La frase, fuera de contexto, es muy divertida.
Es una región de Europa central también https://es.wikipedia.org/wiki/Galitzia?wprov=sfla1
Un saludo
Galicia es una zona histórica de Polonia y Ucrania.
gracias desde México, no entendía a qué lugar se refería
Y eso que Stalin había llegado habiendo purgado a Tucachevski y tardó en darles cancha a Zhukov y Rokossovski, y solo las informaciones de Sorge le permitieron ese descomunal traslado de fábricas.
Por otra parte y desde Vietnam, los países occidentales tienen una baja tolerancia a la muerte de sus soldados (de sus civiles ni hablamos). Así en Afganistán e Irak, las llegadas a cuentagotas de féretros a EEUU destrozaba a la nación como una gota malaya; mientras que todavía hoy los rusos siguen mostrando poco aprecio (o desprecio) por la vida humana. Sirva como ejemplo la no muy lejana crisis de rehenes del teatro Dubrovka de Moscú, donde murieron todos los terroristas (entre 40 y 50, la cifra nunca se ha confirmado) y también cerca de 130 rehenes como consecuencia del empleo de un agente químico por parte de las fuerzas de seguridad rusas. Desde el punto de vista ruso, la operación fue todo un éxito (alcalde de Moscú dixit).
Gran parte de la inquina hacia Rusia y al comunismo realmente existente del Siglo corto es debida a esa victoria contra los nazis. Es que el facherío no lo soporta.
Y tampoco lo soportan los buenos neoliberales. No, no toleran bien que en pocos años el país atrasado y devastado por la guerra civil tuviera la capacidad de afrontar y rechazar la invasión alemana.
La verdad, gracias a Rusia la humanidad no tuvo que soportar a los nazis.
Serían muy totalitarios ambos, pero ya me gustaría (es un decir) haber visto la capacidad emancipadora del Gran Reich Alemán.
Sobre la afirmación de Stalin, muy hegeliana y dialéctica, el incremento de cantidad supone cualidad.
En fin, la guinda hubiera sido que se hubiera publicado el artículo hace cuatro días, coincidiendo con el Día de la Victoria.
https://youtu.be/_gWqly5KkUM
Díselo a los alemanes del este,polacos,ucranianos,yugoslavos…Es una manía tonta q tienen al comunismo.
Vale.
Mientras tanto le cuenta algunas cosas a los indígenas de EEUU, a los pueblos colonizados por RU, Francia y otros europeos arrasados por ¿los extraterrestres?
También puede preguntar a los fantasmas de los asiáticos, iberoamericanos y africanos de los años 60, 70 o a los iraquies, afganos y libios del siglo XXI.
Máximo, ya que estamos ¿por qué no se anima a ofrecernos unos comentarios sobre la invasión soviética de Polonia un par de semanas después del ataque alemán del 1 de septiembre de 1939, la guerra contra Finlandia en noviembre de ese mismo año y la invasión de los países Bálticos de 1940? ¿Un sacrificio necesario para la implantación de la dictadura del proletariado? ¿Una teoría sobre el espacio vital soviético? ¿Una versión rusa del destino manifiesto?
¿Le parece creíble sostener el papel de víctima inocente de la Unión Soviética en la IIGM?
Espere, ya sé qué es lo que me dirá, déjeme adivinarlo. Que los otros, los fascistas y las mal llamadas democracias neoliberales, mataron más y aún peor. Y que morir bajo el yugo soviético es todo un honor porque la causa es justa. ¿He acertado?
Blunsburibarton, ya que estamos, ¿por qué no se anima a ofrecernos unos comentarios sobre los pactos de amistad de franceses y británicos con la Alemania de los años 30, la infamia del pacto de Múnich y el papel de Polonia en la ocupación de la región de Tesin o con Lituania?
Háblenos de que prefirieron no pactar con la URSS, pues preferían a la Alemania nazi. O de que la URSS pactó con Alemania tras el rechazo de hacerlo con ella de Francia y RU.
Háblenos del papel de Francia en sus colonias o del papel de RU en la India.
Explique, por favor, la escasa diferencia entre el papel de esos adalidades de los valores humanos, democráticos y liberales con los pueblos colonizados incluso después de la 2GM y el papel de los alemanes con los eslavos.
¿Un sacrificio necesario para la extensión de los valores democráticos?
¿Le parece creíble sostener el papel de virginal de los países europeos aliados en la 2GM?
Ay, los anticomunistas, qué simples son.
Ha contestado tal y como esperaba. Usted milita en su bando y todos los que no están en él son antis. Su visión de la realidad no se parece en nada a la mía. Yo no le he dado pie nunca a que me juzgue como anticomunista, ni tiene argumentos para establecer qué grado de simpleza alcanza mi pensamiento.
En el mundo también están los descreídos de todo que tratan de contemplar la naturaleza humana y el valor de las ideas desde todos los puntos de vista posibles.
Usted me contesta con un «y tú más», me adscribe al bando liberal (hasta que le dé pie a pensar que soy un facha) y me descalifica sin apenas fundamento. Al nivel de la política actual.
Entre tanto no ha mostrado ni un mínimo de simpatía hacia fineses, polacos, letones, lituanos o estonios. A esos que les den.
Todavía me estoy acordando de esa conversación que mantuvimos al hilo de la no intervención del RU en la Guerra Civil española. Menudo diálogo de sordos.
Sí que me acuerdo de sus consideraciones magufas sobre la guerra civil y RU.
No sé si es liberal, fascista, socialdemócrata o anarquista. Me da a mí que es «yo no soy nada, soy un ser humano libre bla bla bla». Pero me es indiferente, eso sí, sé que es anticomunista. ¿A santo de qué, si no, su andanada de preguntas?
Y simple también. No he usado un tono distinto al suyo.
Por otro lado, el tu quoque puede valer en otros ámbitos más formales. En el acontecer de la historia gran parte de lo que ocurre proviene de las acciones previas.
También sobra el tonito de superioridad moral. ¿Cómo que no me importa lo que le ocurriera a fineses o polacos? Según su propia regla de tres, parece que a usted no le importa lo que le ocurrió a muchos otros.
Y hablando de bálticos, y añadiendo a ucranianos y bielorrusos, ¿qué pasa, no decimos que mataron a más judíos que los propios alemanes?
Esto que digo ni quita ni pone a las víctimas de esos países.
He dicho tres cosas.
Que a mucha gente no le gusta o no reconoce el mérito de la URSS en la victoria en la 2GM.
Que la URSS se desarrolló previamente de modo formidable para conseguirlo.
Que esa victoria fue un hito histórico fundamental.
Esto, con mayor o menor acierto, puede ser discutible.
Ahora, su intervención de entrada ya era chulesca y prepotente, así que las descalificaciones las coloca usted donde usted pueda.
Parece que cuando se dirige a mí se está mirando en un espejo.
Y de nivel de la política actual, nada de nada, por edad, por formación y por abstención.
Su especialidad en el intercambio de opiniones sobre la guerra civil y RU fue poner en su argumentario afirmaciones que yo no hice y orillar en cambio las que le hacían sentir más incómodo.
Mis preguntas iniciales iban dirigidas a cuestionar el papel que usted le asignó a la URSS en la IIGM. Para ello le he pedido que valorase la intervención de ese país en la invasión a estados limítrofes. Porque el papel de la URSS en los inicios de la IIGM fue el de un estado agresor.
Lejos de analizar si mis cuestiones aportaban algo o no a la hora de calificar el papel global de la URSS en la contienda, me contestó con su «y tú más» haciendo mención a otros episodios, muchos de ellos vergonzosos, protagonizados por otros países sin entrar en el fondo de la cuestión y centró el foco únicamente en la victoria sobre el régimen nazi. Como hacen los políticos hacen ahora que a los reproches del otro bando solo plantean nuevos reproches de lo que hicieron cuando gobernaban.
Cuando Jot Down hable, por ejemplo, del papel del RU en la India quizá allí me encuentre de su lado. O no. Pero no seré yo quien en ese caso cite a la Unión Soviética.
Yo no he empleado en mis intervenciones calificativos personales como chulesco, prepotente o magufo que solo contribuyen a contaminar la discusión. Eso es cosa suya. De su capacidad ya conocida por mí para el intercambio razonado de pareceres.
Blunsburibarton, me dedica usted demasiado tiempo. Ciao.
Durante la mayor parte del siglo XX, Rusia no existió. Era la URSS. Stalin era georgiano.
Tampoco tiene mucho sentido la apropiación por parte de Putin del día de la victoria, en particular teniendo en cuenta que sigue el ideario del fascismo cristiano de Iván Ilyín.
Evidentemente, en muchas ocasiones se confunde Rusia y URSS. Pero desde cierto punto de vista esta última no fue sino una transformación del imperio zarista ruso en otro modo imperial.
Que Stalin no fuera ruso ilustra magníficamente algún rasgo del carácter de esa forma política.
Por otra parte, aparte de que sea discutible la adscripción de Putin al fascismo cristiano, ¿qué problema hay?
Allí se ve que no tienen tanto complejo como en España. Se puede tirar de la historia patria sin dudar, como hicieron en la Gran Guerra Patria cuando reivindicaban las figuras de la historia rusa. De modo análogo, hoy tras la fase soviética siguen exaltando ese episodio glorioso de su pasado.
Recuerden la cita de Putin
Quien quiera volver a la URSS no tiene cabeza, pero quien no la añore no tiene corazón.
Viva Rusia
Viva la URSS (snif)
Eres un buen revolucionario de sofá y un ser complejo Máximo, mis respetos.
Usted no tiene ni idea sobre mí para saber si uso o no sofá. Creo que ni más ni menos que cualquier otro individuo, liberal, conservador o mediopensionista.
Y gracias por los respetos.
Si eres un malvado, luchar contra otro malvado no te hace bueno. El enfrentamiento entre nazis genocidas y comunistas soviéticos genocidas simplemente fue un enfrentamiento entre bandas mafiosas por ver quien controlaba el barrio. La pobre Europa del este pasó de ser controlada por el terror nazi, a ser controlada por el terror comunista. Y tuvieron que construir un muro en Alemania para que nadie escapara del «paraíso de los trabajadores», vaya paraíso era ese, en el que si querías escapar, te disparaban los vopos.
He disfrutado mucho el articulo, muy preciso y divertido, solo dos puntualizaciones:
1) El frente oriental en la Primera Guerra Mundial si fue movil frente al caracter estático del occidental.
2) La supuesta impericia austriaca para la guerra fue desmentida por el propio Napoleón,ante las burlas por parte de un colaborador, el corso replicaba en su defensa: «¡señor, cuánto se nota que usted no estuvo en Wagram!».
Este artículo combina bien con una canción sobre los caminos rusos, en que le explican al enemigo «Recuerden nuestra táctica, cuando nos retiramos ¡estamos avanzando!» y con el libro «La guerra no tiene rostro de mujer», de Svetlana Alekseyevich, cuyas entrevistas muestran la manera fanática y suicida en que peleó el ejército y el pueblo soviético. Es difícil que se hubiera ganado la guerra contra los nazis sin esa resistencia y ese nivel brutal de bajas soviéticas.
Conclusión: en realidad lo que tienen es un país enorme en el que es imposible mantener una invasión y una población a la que los que mandan no tienen reparos en sacrificar. Tienen (se supone) 3 generales buenos en 3 siglos (posiblemente menos que en cualquier otro país) pero en realidad ganan porque tienen más carne de cañón y, sobre todo, no les importa usarla.
No tienes más que ver Enemigo a las puertas. Que no deja de ser una película? Pues te lees Vida y destino. Grossman estuvo allí y lo contó de primera mano.
Clero que si enfrentas al mal hecho carne, juegas con las cartas que tengas.
Ya decía Atticus que para juzgar a alguien hay que calzarse sus zapatos y caminar con ellos.
Con matices al artículo:
-Los rusos o mejor dicho los soviéticos también han tenido humillantes derrotas, como la fallida invasión de Polonia de 1920, la desastrosa Guerra de invierno de 1940-45 en la que la pequeña Finlandia les paró los pies y aseguró su independencia, o la ocupación de Afganistán (1979-89).
-La URSS no hubiera ganado la Gran Guerra Patria sin la enorme aportación de EEUU y en menor medida Gran Bretaña al Ejército Rojo.
Los pilotos soviéticos volaban en aviones Hurricane vendidos por Churchill e incluso los aeroplanos rusos tenían motores Cadillac americanos, en Rusia fabricaban solamente el fuselaje.
Además de los legendarios T-34 de fabricación soviética los tanquistas rusos usaban tanques americanos Sherman y los Cromwell ingleses.
A eso hay que sumar miles de cañones, camiones y material de todo tipo.
Es cierto que la derrota en Polonia fue humillante(se dice que el mismo Stalin boicoteo desde dentro la invasion para desacreditar a Tujachevski) , pero los sovieticos se desquitaron en 1939 y en 1944-1945, aprovechandose del trabajo de los nazis, miserablemente.
La guerra de Invierno fue victoria sovietica a un altisimo coste de vidas, pero los bolcheviques obtuvieron todas las demandas territoriales que exigían antes del conflicto(Karelia y un cinturon de proteccion sobre Leningrado), es falso que pretendieran anexionarse toda Finlandia como tampoco pretendian anexionarse toda Rumania sino Besarabia(que tambien obtuvieron esta vez sin guerra). Los unicos estados que pretendian engullir fueron los balticos que lo hicieron en 1940.
El land-lease tuvo una importancia muy secundaria, solo fue plenanamente efectivo a partir de 1944 cuando la URSS «ya había ganado la guerra» despues de Stalingrado y Kursk, la utilizacion de material de guerra anglosajon fue excepcionalisimo ya que el land-lease surtio de camiones y material logistico, principalmente.
el lend-lease supuso como mucho un 10-12% del material que utilizo la urss asi que decir que sin el no hubieran vencido a los nazis es mentira.
Lo que sí es cierto es que mientras la industria pesada soviética estaba a salvo tras los Urales y los nazis no tenían bombarderos estratégicos, la industria alemana era machacada día y noche por los bombarderos occidentales. Y viendo el grado de innovación que llegaron a alcanzar, sin ese factor, quien sabe lo que podrían haber llegado a poner sobre el terreno.
Pues me parece muy aventurado decir que la URSS hubiera podido vencer a Alemania sin el 10% del material que le proporcionaron los anglosajones.
Yo creo que esa aportación fue fundamental, sin quitar mérito al titánico esfuerzo del pueblo soviético.
Bueno, al menos le da por sus vecinos; no como USA que riega bombas por todo el resto del mundo -directa o indirectamente pertrechando a sus cipayos (para prueba: Israel), incluso allí donde ni lo llaman ;)
El problema actual de los rusos, son los 1400 millones de chinos, las misma estrategia ya no funcionará
Ni la horda de oro, ni los suecos,polaco-lituanos,prusianos franceses o nazis han podido con la Madre Patria. Que venga otro invasor.
«Tras un siglo XIX relativamente tranquilo atizando a los turcos (…)» ¿Ni tan siquiera una mención de pasada a la Guerra de Crimea en un artículo sobre los rusos y la guerra?