Hablar de Solovkí es poner el dedo en la llaga de los nostálgicos marxistas (perdón por el pleonasmo) que todavía creen que el estalinismo instauró un régimen de terror desviándose de los fundamentos de la revolución bolchevique de octubre de 1917. A Stalin se le acusa de la perversión de un ideal comunista que quiso asaltar los cielos y acabó imponiendo un averno en tierra. Todo el dudoso mérito de la creación de los gulag se le imputa al temible Koba. Sin embargo, un leve y frío paseo por la historia de la Unión Soviética demuestra que el germen del mal estalinista estaba en los principios teóricos y la praxis revolucionaria del bolchevismo y la doctrina leninista.
Gracias, por ejemplo, a los esfuerzos del historiador militar Dmitri Volkogonov sabemos que el gusto por castigar y asesinar al disidente era una de las debilidades del primer dictador de la URSS. Valiéndose de documentos oficiales, Volkogonov traza en El verdadero Lenin la figura de un fanático incapaz de aceptar que la tozuda individualidad se resiste a la imposición de su abstracta ingeniería social. Arthur Koestler, en El cero y el infinito, fue uno de los escritores que con mayor premura y sagacidad supieron ver la diabólica contradicción de la doctrina bolchevique, que pretendía redimir a la humanidad despreciando y aniquilando a individuos que no encajaban en el salón del baile del paraíso igualitarista. Imponiendo, en fin, el terror.
Grandes analistas de la Revolución francesa, admiradores de Robespierre y su implacable afeitado justiciero, los bolcheviques (especialmente Lenin y Trotski) eran muy conscientes de que su régimen solo podría pervivir sin oposición. El terror, por lo tanto, debía ser inmisericorde. La violencia era el motor de la acción revolucionaria. Una violencia no solo destinada al enemigo burgués, al lumpen irredimible y a los kulaks (campesinos con propiedades y renuentes a las colectivizaciones), sino también a anarquistas, socialdemócratas o socialistas revolucionarios. Ya en 1917 se creó la inquisitorial Cheká, comandada por el siniestro Dzerzhinski. Este órgano represor se vio apoyado con la perpetuación de los «campos de trabajo», una institución penitenciaria que databa de la época de Pedro I el Grande. O sea que, en cuestiones de despotismo y represión, los bolcheviques no le iban a la zaga al zarismo. Más bien todo lo contrario: pronto demostraron que podían superar todos los récords de opresión existentes. Dzerzhinski en este aspecto fue de una sinceridad notable. Desde su posición de máximo responsable del aparato represor dejó dicho que los burgueses podían matar a miles de personas, pero que ellos, los bolcheviques, tenían poder para aniquilar a toda una clase social.
Dicho y hecho.
La madre del gulag
Según los cálculos más refinados, en la Primera Guerra Mundial murieron alrededor de siete millones de rusos, mientras que en la guerra civil posterior perecieron cerca de ocho millones de personas, principalmente a causa del hambre, el frío y las epidemias. Entre las condiciones patéticas causantes de mortandad los campos de prisioneros jugaron un papel relevante, siendo el de Solovkí todo un estandarte de la represión crudelísima. En su célebre Archipiélago Gulag, Aleksandr Solzhenitsyn se refiere a él como la «madre del gulag»: la primera piedra de un sistema fundamentado en el castigo atroz al disidente. Durante la década de los años veinte y treinta, los monasterios del archipiélago Solovetsky, situado en el mar Blanco, sirvieron a unos propósitos muy distintos de aquellos por los cuales habían sido edificados. Aquel lugar de culto se convirtió en un infierno helado. En una fortaleza inexpugnable en la que uno sabía cuándo entraba, pero nunca cómo ni cuándo salía. Si es que tenía la suerte de hacerlo por su propio pie.
Curiosamente, la mayoría de los bolcheviques de la primera hornada revolucionaria habían padecido persecución y cárcel. El talego y la clandestinidad formaban parte de su aura legendaria de guerreros forjados en cien batallas. Incluso un tipo como Lenin, más bien esquivo y poco dado a la acción en primera línea, padeció la persecución y el destierro. De Trotski se decía que su nombre de guerra se lo tomó prestado a su carcelero. En cualquier caso, las prisiones zaristas, en todas sus duras condiciones, nunca llegaron a alcanzar el horror del gulag. Tal y como detallaba Pilar Bonet en un reportaje de El País: «Solovkí se adaptó al poder soviético con rapidez. El Gran Lago Blanco se convirtió en el Gran Lago Rojo; el monasterio; en un sovjós (una granja socialista), y los monjes, en “colectivo de fieles”. Los popes que no se “renovaron”, se transformaron ellos mismos en carne de presidio. En 1920 llegaron a la isla los “blancos” apresados por los “rojos” en la guerra civil. A partir de 1923, Solovkí comenzó a configurarse ya como germen de un nuevo sistema. El GPU (la policía política de la época, heredera de la Cheka y precursora del KGB) organizó entonces el Slon (Campos Especiales de Solovkí). A mediados de ese año llegaron los primeros prisioneros de esta nueva época, según El libro negro del comunismo. A fines de año había 4000 detenidos, y al terminar 1928, cerca de 38 000».
Se calcula, además, que entre 1920 y 1939, unos 350 000 prisioneros fueron recluidos en campos de trabajo y condenados a sufrir temperaturas que en invierno alcanzan los cuarenta grados bajo cero. Unos 20 000 murieron de hambre y enfermedades.
Las duras condiciones provocaron motines duramente reprimidos y un malestar que provocó las críticas internacionales. Siempre pendientes de la propaganda, las autoridades soviéticas organizaron en 1929 una visita del popular escritor Máximo Gorki. A este respeto, escribe Bonet en el mentado reportaje: «La visita del gran escritor proletario despertó grandes esperanzas, pero Gorki ignoró todas las señales de socorro que recibió, incluida la de los presos que leían demostrativamente el periódico al revés. Campos como el de Solovkí “son necesarios”, porque gracias a ello el Estado conseguirá “acabar con las cárceles”, escribió después».
Si en un principio la prisión fue concebida como un campo de reeducación, Stalin (con la ayuda de sangrientos esbirros como Yagoda, Yezhov y Beria) convirtió los gulag en una verdadera maquinaria económica. Fue de esta manera como en los años treinta la industrialización forzosa fue posible con la mano de obra de los presidiarios, que estaban obligados a unas durísimas jornadas de trabajo sin pausa. En una locura precisa se llegaba a calcular las calorías que requería cada preso para seguir produciendo, la mejor manera de fusilar o el método más eficiente de deshacerse de los cadáveres.
Tal y como cuenta Anne Applebaum en su ensayo de referencia Gulag: Historia de los campos de concentración soviéticos: «En estas islas prisión, las condiciones higiénicas y de vida eran muy precarias y primitivas. Los presos dormían sobre tarimas hacinados, mientras los chinches los devoraban. En todas las islas, las pésimas condiciones higiénicas, la mala alimentación y el exceso de trabajo acarreaban enfermedades, sobre todo el tifus. Además, los prisioneros estaban sometidos al sadismo de los guardias que los torturaban arbitrariamente. En el invierno, los guardias de Solovkí solían dejar prisioneros desnudos en los campanarios de la vieja catedral a la intemperie, atándoles las manos y los pies a la espalda con una cuerda. En ocasiones, hacían ir a los presos desnudos a los baños a dos kilómetros de distancia, en un clima gélido. O a sabiendas les daban carne podrida. O les negaban auxilio médico. O los ataban desnudos a un poste infestado de mosquitos, los cuales en pocos minutos les llenaban el cuerpo de hinchazones. Esto provocaba en los presos desmayos y pérdidas de sangre. En algunas ocasiones se llevaron a cabo ejecuciones en masa por sorpresa y al azar».
Para acabar relatando cómo la iglesia se convirtió en una verdadera bajada a los infiernos: «Casi tan terrible como la ejecución era ser sentenciado a Sekirka, la iglesia cuyos sótanos se habían convertido en celdas de castigo de Solovkí. Muy pocos volvían con vida de esos sótanos. Según se cuenta, la larga escalera de trescientos sesenta y cinco peldaños de madera que bajaba desde la empinada montaña de la iglesia de Sekirka también desempeñó un papel en los asesinatos masivos».
Actualmente, Solovkí atrae a miles de turistas cada año y un Museo del Gulag mantiene viva la memoria de una de las mayores pesadillas del siglo XX. Un genocidio que empezó ensayándose en una isla.
El artículo es malo de verdad. Es más panfletario que otra cosa. Y decir esto no es negar la realidad del Gulag y de sus crímenes. Pero un poquito de por favor y seriedad.
Empieza bien, con la muy académica perla del pleonasmo de los nostálgicos marxistas. Sobre esto: si va a hablar de hechos históricos, no se meta en jardines filosóficos. Y es que como dijo Gustavo Bueno no reconocer la vigencia del marxismo es como ser precopernicano.
Parece que la tesis es que el Gulag existió antes del Gulag (1930), que Lenin (sobre todo teórico y revolucionario) ya era Stalin (sobre todo estadista). Vale. Para eso no hace falta sacar el bodrio de El libro negro del comunismo, que mezcla víctimas de distinta naturaleza sin ton ni son.
¿Por qué saca a colación la guerra civil y no menciona la responsabilidad de las potencias extranjeras? Porque parece que esos 8 millones de víctimas que menciona fueron cosa exclusiva de los bolcheviques y no es así.
«… perecieron cerca de ocho millones de personas, principalmente a causa del hambre, el frío y las epidemias. Entre las condiciones patéticas causantes de mortandad los campos de prisioneros jugaron un papel relevante…»
«… entre 1920 y 1939…Unos 20 000 murieron de hambre y enfermedades.»
No cuadra.
Eso se llama coger el rábano por las hojas.
En definitiva, que si quiere poner a Solovki como el preGulag, bien, pero trabájeselo más, porque este artículo es un revoltillo de jeremiadas y grandes palabras huecas.
No me he leído el artículo, así que no puedo discutir su calidad, pero segùn usted, el marxismo sigue vigente hoy en día. Será por la cantidad de votos que consiguen los partidos marxistas de todo el mundo, o por la cantidad ingente de regímenes que promueven dicha ideología. Desde que abandoné la universidad de comunicación de Sevilla, he debido de encontrar 2 o 3 marxistas en mi vida.
He hablado del marxismo como sistema filosófico. Si ha encontrado dos o tres marxistas, no se ha movido mucho. Pero, vale, es posible. Sin embargo, lo que yo he afirmado es otra cosa, que el marxismo, como otros sistemas, está presente en la forma de pensar actual, que hay un poso de lo más rico del marxismo en las ideas vigentes. Sencillamente, porque su articulación teórica era eficaz y racional.
Reducirlo a votos es bastante pobre.
Si me habla de regímenes políticos, el más emergente y próspero que existe actualmente bebe del marxismo, así que por ahí tampoco.
En el mundo actual, en el que tantos países celebran elecciones más o menos transparentes, una ideología con tan poco peso a nivel de votos, tiene una vigencia muy escasa. También podríamos pensar en el nùmero de ejemplares que venden los escritores comunistas de sus libros, o en el nùmero de lectores de periódicos de extrema izquierda, o en la cantidad de afiliados a los partidos comunistas…En Francia, país en el que vivo(me he movido un poco), hace unas décadas, entre los referentes intelectuales uno encontraba a gente muy de izquierda. Hoy en día no es así, salvo algùn caso aislado. Entre los «intelectuales» de televisión uno encuentra sobre todo, a gente muy de derechas, incluso racista. Entre los intelectuales más serios, lo que uno encuentra son investigadores universitarios con una ideología mucho menos marcada. Decir que a los partidos marxistas solo los votan 4 gatos pero que aùn así la ideología tiene vigencia, es bastante curioso. Veo más vigencia de la ideología feminista o ecologista, por poner dos ejemplos. Me parece a mí que el que no se ha movido es usted, y se ha quedado en sus libros o en la década de los 60.
Ahora la culpa es de las potencias extranjeras, vamos, lo qué nos faltaba; igüalico qué la derrota de la II República, no? Es qué somos todos tan ignorantes qué, además de no saber escribir, no sabemos valorar la esforzada lucha de los asesinos marxistas rojos. Qué no nos enteramos !!!!! Qué si nos matan es por nuestro bien, qué sólo quieren educarnos, lo qué pasa qué tenemos la cabeza muy dura y somos muy egoístas, no queremos compartir nuestras propiedades con ellos, no queremos trabajar para ellos, no queremos pensar cómo ellos, no queremos no rezar cómo ellos, no queremos educar a nuestros hijos cómo ellos nos dicen…en fin, no somos democrátas. Viva la Memoria Histórica ! Viva el Marxismo ! Viva Rusia !
Las dictaduras comunistas son una basura, aunque haya mucho retrasadilo que las justifique.
¡Perdónenme!
Unión Soviética, Vietnam, Camboya, China, Cuba…Hay gente que por desgracia, no se quiere enterar de lo que ha sido el comunismo en el siglo XX.
En muchos sitios, emancipación nacional, liberación, justicia social; en España, lucha por la democracia.
Me gustaría saber qué ideas, en concreto, influyen en el mundo actual, tras décadas de desregulación del trabajo, tras décadas en las que el trabajador ha ido perdiendo poder. Hasta la economía China(supongo que ese es el país al que hace referencia), tiene una parte de participación privada del 70%, segùn Milanovic. Lo que queda del marxismo, segùn se ha aplicado en el siglo XX, es la dictadura, la vigilancia de los ciudadanos, la falta de libertad.
Sí, y la planificación de Estado y la prosperidad creciente.
En cualquier caso, del marxismo no se deriva eso que menciona, sino del comunismo soviético.
Principios del Pensamiento Xi Jinping. Le admito que los desprecie, los odie, los vitupere y los combata. Lo que no es admisible es que se niegue su existencia
y que China es LA potencia en ascenso. A usted le parece una basura, a mí, una maravilla, pero los hechos no se discuten.
– Garantizar el liderazgo del Partido Comunista de China sobre todas las formas de trabajo en China.
– El Partido Comunista de China debe adoptar un enfoque centrado en el pueblo por el bien común.
– La continuación de la «consolidación integral de las reformas».
– Adoptar nuevas ideas de base científica para un «desarrollo innovador, coordinado, ecológico, abierto y compartido».
– Continuar el «socialismo de características chinas» con «el pueblo como dueño del país».
– Gobernar China como un Estado de Derecho.
– «Practicar los valores centrales del socialismo», incluyendo el marxismo, el comunismo y el socialismo con características chinas.
– «Mejorar el nivel de vida y el bienestar de las personas es el objetivo principal del desarrollo».
– Respeto a la naturaleza con políticas de «ahorro energético y protección del medio ambiente» y «contribuir a la seguridad ecológica global».
– Perseguir un enfoque global para la seguridad nacional.
– El Partido Comunista de China debe tener «un liderazgo absoluto» sobre el Ejército de Liberación Popular de China.
– Promover el principio de «un país, dos sistemas» para Hong Kong y Macao y finalizar una futura «reunificación nacional completa» y seguir la política de Una China y el Consenso de 1992 respecto a Taiwán.
– Establecer un destino común entre el pueblo chino y otros pueblos del mundo con un «entorno internacional pacífico».
– Mejorar la disciplina partidaria en el Partido Comunista de China.
Vete a China.
Madre mía!!!! No quiero meterme en este vergel intelectual pero da miedo pensar tanta utopía para terminar como siempre: como el rosario de la aurora. Es decir, primero perseguimos los grandes ideales y después perseguimos a los hombres y mujeres que no se adapten a esos grandes ideales.
La experiencia histórica es la que es y, salvando las buenas intenciones de las grandes declaraciones, el llamado marxismo no liberó nada, absolutamente nada y a nadie. Bueno, sí, liberó de la vida a muchos millones de mujeres y hombres. Liberación de vida creo que se llama.
De la visita de Gorki al campo da buena cuenta Solzhenitsyn en su famosa obra, relatando que, para que el célebre escritor marxista, que perdería a su hijo en misteriosas circunstancias tras criticar a Stalin, no viera más de una cosilla, muchos prisioneros fueron escondidos bajo lonas, como quien esconde las pelusas o los calcetines de los niños debajo de la alfombra ante una visita, y a ver quién era el suicida que se atrevía a salir. Pienso que minimizar crímenes por sus estadísticas, “no todos los muertos fueron nuestros”, responde a un ideal fanático. Como si un nazi dijera que no todas las muertes de la guerra fueron obra suya. “Oiga, yo solo dejé caer las bombas a la ciudad, los saqueos y el hambre o incluso la radioactividad que vinieron después no son culpa mía”. Marxismo, leninismo, maoísmo, fascismo, franquismo, egoísmo, putoamismo. Qué aburrimiento, de verdad. El artículo es bueno, pero de más a menos.
Saludos.
Absolutamente de acuerdo.
Cómo dijo Stevie Wonder, no hay más ciego qué el que no quiere ver. ¿Qué barbaridad es esa de qué el marxismo luchó por la democracia en España? Se olvida de los grupos terroristas marxistas Grapo y Frap, ¿quiere hacernos creer qué luchaban por la democracia matando gente? Y respecto a China, cuándo el primer punto qué Máximo enumera de todas sus virtudes es «Garantizar el liderazgo del Partido Comunista Chino», «el Partido Comunista debe tener un liderazgo absoluto sobre el ejército» ya le descalifica cómo demócrata. El resto de puntos, todos muy discutibles, partiendo de la base de que no es un demócrata no vale la pena rebatirlos. Quiero acabar con dos incisos. dice los males «no derivan del marxismo sino del comunismo soviético», ¿y el comunismo soviético de dónde deriva? Ya le respondo yo, del Marxismo. Y no olvide que todos los avances de China son debidos a aprovecharse de lo bueno del capitalismo sin aplicar las garantías y derechos qué si se aplican en los demás países capitalistas, léase, derecho de la propiedad intelectual, derechos laborales, industria ecológica no contaminante, filtros sanitarios en la industria alimentaria, etc, etc, etc. CHINA NO ES UNA DEMOCRACIA, NO ES UN PAÍS LIBRE