Destinos Ocio y Vicio

Mayfair, noble y exclusivo

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Fotografía: Mike Rolls (CC BY-SA 2.0).

Cuando uno se cansa de Londres, está cansado de la vida; porque en Londres encuentra todo lo que la vida puede ofrecer.

Samuel Johnson

Bastión de nobles y privilegiados, Mayfair colma los caprichos del gentleman inglés con sus exclusivos clubs de varones, sastrerías elitistas y guaridas de «señoritas de la calle». Desde el siglo XVIII acomoda a la cumbre literaria —William Blake, Lord Byron, Somerset Maugham, Graham Greene o Ian Fleming, entre otros— y da residencia a la aristocracia en obras de Thackeray, Oscar Wilde, Evelyn Waugh, Nöel Coward o P. G. Wodehouse. Vecino de St. James, principal barrio de la Corte, se extiende por callejuelas y plazas desde la calle de Piccadilly a Oxford Street. Green Park y Hyde Park están a dos pasos.  

Para desvelar las claves literarias de Mayfair conviene acercarse a Albany House. Escondida en un recoveco de Piccadilly, fue construida por lord Melbourne, en 1771, cuando el centro de gravedad de la élite social se desplazaba del este al oeste de Londres. El duque de York y Albany, hijo de Jorge III, se encaprichó de la mansión y desalojó a los Melbourne en un intercambio de propiedades. Años después, para aligerar sus deudas, el duque la vendió a un constructor privado, quien rehabilitó la residencia para convertirla en pisos de lujo arrendados en exclusiva a hombres solteros sin conexiones mercantiles.

Matthew Gregory Lewis, más conocido por el título de su best seller El monje (Monk, 1796), fue el primer distinguido inquilino, en 1802. Lord Byron alquiló otro apartamento en 1814 y a lo largo del XX siguieron sus pasos Arnold Bennett, Aldous Huxley y Graham Greene. Charles Dickens instaló en Albany House a Fledgeby, el avaricioso usurero de El amigo común (Our Mutual Friend, 1865). El edificio es hoy un remanso de paz, custodiado por un portero que impide la entrada a los curiosos más allá del portal.

Mayfair aglutina poder y dinero, pero también ironía e ingenio creativo. A Nöel Coward le pillaron en la librería Hatchard’s de Piccadilly rellenando con libros una maleta que acababa de robar en Fortnum & Mason’s. «¡Qué mal cuidan la librería! Podría haberme ido con docenas de libros y nadie se habría dado cuenta», respondió, airado, al empleado que se interesó por su alijo.

El dramaturgo se marchó sin la maleta y se desconoce si se postró ante el altar de la cercana St James’s Church para pedir perdón por su doble osadía. En la iglesia, diseñada por Christopher Wren, yacen los restos de Thomas d’Urfey, quien adaptó la novela cumbre de Cervantes en la obra teatral The Comical History of Don Quixote, en 1694.  El poeta e ilustrador William Blake fue bautizado en 1757 y la sociedad fundada en su nombre mantiene la sede en el mismo recinto. El autor de Jerusalem residió en el último piso del número 17 de South Molton Street, como recuerda una placa en la fachada del inmueble de esta calle peatonal que desemboca en Oxford Street.

Entre estas dos ubicaciones unidas por la trayectoria vital del visionario poeta londinense se abre un enjambre de callejuelas, pasadizos y antiguas cocheras enlazadas por tres plazas principales: Berkeley, Hanover y Grosvenor. Esta última fue construida por el duque de Westminster, el más grande terrateniente del Reino Unido y principal propietario del suelo del barrio.

Mayfair debe su nombre a la Feria de Mayo, que se celebraba en torno al actual Shepherd Market los quince primeros días del mes. Fue clausurada en 1709 porque, según el edicto de la época, había degenerado en «hervidero de impuridad y vicio».

A su alrededor se trazaron calles adoquinadas, se abrió un teatro y se construyeron casas para la nobleza adinerada.  El ambiente se refinó, pero el aroma del pasado no se disipó totalmente: Keith Moon, batería de The Who, murió en la zona de una sobredosis en 1978. Años después, Jeffrey Archer, político conservador y autor de novelas populistas, visitó a una prostituta en un piso del coqueto Shepherd Market, luego mintió descaradamente sobre su affair extramarital y acabó en prisión por perjurio y obstrucción a la justicia. Recuperada la libertad en 2003, el todavía lord retornó a las listas de best sellers.

Shepherd Market tiene aire de pueblo medieval. Han desaparecido la pescadería y la tienda de soldaditos coleccionables, pero resisten la tormenta modernizadora el zapatero, pubs tradicionales como Ye Grapes y restaurantes franceses y libaneses. Michael Arlen inmortalizó la zona en su novela The Green Hat, que saltó al cine, con Greta Garbo de protagonista, en La mujer ligera, estrenada en 1928.

A pocos pasos, en Curzon Street, se ubica la sala de cine del mismo nombre, una de las primeras que proyectaron en Londres adaptaciones literarias y filmes en lengua extranjera. En el número 10, resiste desde 1936 Heywood Hill, librería independiente frecuentada por Anthony Powell, Evelyn Waugh y, en tiempos más recientes, por Javier Marías. Una placa en su fachada recuerda que la autora Nancy Mitford trabajó en el establecimiento.

Caminando hacia el norte se llega al número 6 de Chesterfield Street, donde Somerset Maugham escribió su novela autobiográfica, De la servitud humana (Of Human Bondage, 1915), y Soberbia (The Moon and Sixpence, 1919), inspirada en la vida de Paul Gauguin. Ian Fleming residió en el 2 de Hay Mews antes de cosechar fama y dinero con la saga James Bond.

Por Farm Street, sede central de los jesuitas, y una vez atravesado Carlos Place, se llega a Grosvenor Square, plaza señorial elegida por Oscar Wilde para ubicar la mansión de su protagonista en El retrato de Dorian Gray (The Portrait of Dorian Gray, 1891). Händel se instaló a corta distancia, en el 25 de Brook Street, y el inmueble se ha rehabilitado en casa-museo del compositor alemán. La restauración se extendió hasta el número 27, donde se alojó Jimi Hendrix en 1968.

En el 69 de la misma calle está el Savile Club, aún vetado a las mujeres en calidad de socias, aunque ahora se organiza una noche anual de ladies en aras de la modernidad. En el gran salón del recinto, con frescos celestiales cubriendo las paredes y la techumbre, bebieron y discutieron autores magistrales, entre ellos el poeta irlandés W. B. Yeats, el padre de la ciencia ficción H. G. Wells y el viajero y novelista V. S. Pritchett. Robert Louis Stevenson, Thomas Hardy, Henry James y muchos otros literatos fueron miembros del club, que sirvió de modelo para el Greville en Un puñado de polvo (A Handful of Dust, 1934), de Evelyn Waugh.

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Fotografía: Christian Scholz (CC BY-NC 2.0).

En la cercana St. George Church, junto a Hanover Square, se han oficiado un sinfín de enlaces matrimoniales literarios, tanto reales como ficticios. En 1814 el poeta Percy Bysshe Shelley legitimó en esta iglesia la relación con su primera mujer, Harriet Westbrook. Tres años antes, la pareja había huido a Escocia sin el consentimiento de sus respectivas familias y siendo ella menor de edad. Pero el matrimonio fracasó y, una vez más, Shelley se fugó de Londres con una joven de dieciséis años, Mary Dodwin, la futura autora de Frankenstein.

Benjamin Disraeli, escritor londinense y primer jefe del Gobierno británico de herencia judía, afianzó la tradición casándose en St. George con una viuda adinerada, Mary Lewis Wyndham, en 1839. George Eliot caminó hasta el altar para decir «sí, quiero» al banquero John Cross seis meses antes de su muerte en 1880. A la autora de Un estudio de la vida en provincias (Middlemarch, 1872) siguieron John Galsworthy y John Buchan, entre otros escritores. El amante de Oscar Wilde, lord Alfred Douglas, se casó con Olive Eleanor Custance en 1902. Además, St. George fue utilizado como escenario por William Makepeace Thackeray en The Newcomes (1855) y por Arthur Conan Doyle en la aventura de Sherlock Holmes, El aristócrata soltero (The Noble Bachelor, 1892).

Parada obligatoria de los parroquianos sigue siendo The Mason Arms’, en el 38 de Maddox Street, un viejo pub al estilo falso tudor con flores en su fachada. Comida y cócteles hacen ahora la competencia a la cerveza tradicional inglesa, la ale.

La ruta avanza en dirección sur, por Savile Row, la calle de los sastres más exquisitos de Londres. Hardy Amies, considerado en su día el outsider por vestir a mujeres, incluida Isabel II, se instaló durante décadas en el número 14, el inmueble donde vivió y falleció con enormes deudas Richard Brinsley Sheridan. El cuerpo del poeta y dramaturgo fue «arrestado» por un acreedor cuando yacía en el ataúd y el funeral no pudo celebrarse hasta que los amigos saldaron las cuentas.

Los Beatles rompieron la habitual tranquilidad de Savile Row al abrir su tienda, Apple, en el número 3, en 1968. En el tejado del solar dieron su último concierto, con temas de Let It Be, hasta que un vecino movilizó a la policía. En 1972, los Escarabajos de Liverpool desalojaron definitivamente la cuna de las sastrerías de élite.

La primera colección de bolsillo de literatura de calidad, los famosos Penguin Books, salió del 8 de Vigo Street, donde una placa conmemora a su fundador, Allen Lane. Antes fue sede de la editorial The Bodley Head y su controvertida revista The Yellow Book, cuyo contenido provocó protestas populares. La firma incluso estuvo en la diana de las masas violentas por mera asociación de colores. Cuando Oscar Wilde fue acusado de «actos de vulgar indecencia», en abril de 1985, alguien le vio portando un libro de tapas amarillas y extendió el rumor de que se trataba del decadente Yellow Book. Poco después, una muchedumbre rompió a piedrazos los cristales de las ventanas del solar. La lectura del humillado ingenio de las letras era Afrodita, del francés Pierre Louÿs.

Té con crema y recuerdos literarios

El Brown’s Hotel nació en 1837 con tradición literaria. Lo abrió James Brown con ahorros de sus honorarios como mayordomo de Lord Byron y con la paga extra que recibió al abandonar su puesto. Ocupaba entonces el número 23 de Dover Street y se extiende hoy por varios solares, teniendo la entrada principal en la calle paralela, Albermale Street. Rudyard Kipling era cliente habitual —desayunó en el comedor el día de su boda, en 1892— y en la bautizada «The Kipling Suite» escribió El libro de la selva (Jungle Book, 1894).

Agatha Christie se hospedaba en el hotel en sus visitas a Londres. Su popular personaje, Miss Marple, toma el té de la tarde y celebra el ambiente relajado del comedor en En el Hotel Bertram, (At Bertram’s Hotel,1965), obviamente inspirado en el de Brown’s.

Stephen King desarrolló la trama de Misery en un escritorio del pasillo del segundo piso, mientras su mujer dormía en la habitación. El recepcionista le contó después que Kipling había sufrido una hemorragia cerebral cuando se encontraba sentado al mismo escritorio. El estadounidense cambió de hotel a la mañana siguiente.

Viejos y nuevos libros en Heywood Hill

En Heywood Hill cambian los lectores pero el tiempo parece detenido en la primera mitad del siglo pasado. Esta librería independiente, especializada en primeras ediciones y novedades literarias en casi todos los géneros, ocupa dos plantas del número 10 de Curzon Street.

Nancy Mitford, autora de A la caza del amor (The Pursuit of Love, 1945), fue dependienta durante la Segunda Guerra Mundial en este establecimiento que, en palabras de su amigo Evelyn Waugh, era entonces «el centro de todo lo que queda del Londres intelectual y puntero».

Waugh era cliente asiduo, al igual que Cecil Beaton y Anthony Powell, quien residió en el barrio. Javier Marías también frecuentaba Heywood Hill en sus visitas a Londres, aunque se sospecha que el autor madrileño ha alterado sus costumbres y acude ahora a la rival John Sandoe, en Chelsea.

Propuestas de lectura:

  • Thackeray, La feria de las vanidades (Vanity Fair, 1847).
  • Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray (The Picture of Dorian Gray, 1891).
  • Evelyn Waugh, Un puñado de polvo (A Handful of Dust, 1934).
  • P. G.  Wodehouse, El inimitable Jeeves (The Inimitable Jeeves, 1923).

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2 Comments

  1. alberto

    Justo ayer paseé por el barrio, y siempre pienso lo mismo,como es posible que no lo visite ni un solo turista? Tiene una especie de red anti-visitantes que lo hace sin duda el lugar mas autentico de la ciudad

  2. Pingback: Las sirenas - Las vidas alternas (los que no vivieron)

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