Ha sido una de las profesionales más importantes de la historia de la televisión de España. En los cerca de cuarenta años que estuvo en antena demostró que se puede informar con rigor y compromiso —sin desprenderse de su propia personalidad— en los servicios informativos de Televisión Española y Antena 3 Televisión. Sin embargo, en 2003 desapareció de forma repentina de la pequeña pantalla.
Su popularidad fue inabarcable desde que empezó a presentar Informe semanal en 1974, «el único programa informativo que ha ganado dinero en la televisión, porque los programas informativos pierden dinero siempre», cuenta la propia Rosa María Mateo. Ahora vive en paz, en Boadilla del Monte, junto al actor Miguel Rellán. Modera coloquios, debates, participa en conferencias, rueda cortos como actriz y cuida del jardín de su casa. Es común verla en los llamados Encuentros con el Público del Teatro Español. «El otro día pusieron Las troyanas, de Eurípides. Lo estuve leyendo y me di cuenta de que seguimos siendo igual. Creo que los seres humanos, desde que nos bajamos de árbol, hemos cambiado muy poquito», apunta reflexiva.
Los años universitarios del teatro
Su vida fue un cambio constante desde el principio: a los quince días de vida (nació en Burgos, en 1942) su familia se la llevó a Madrid siguiendo el destino que le correspondía a su padre, militar de profesión, que también hizo que fuese a Valencia tres años después. Allí empezaría a estudiar Derecho.
Cuando entró en la facultad tuvo claro que quería hacer teatro, así que preguntó quién era el director del TEU (Teatro Español Universitario). Resultó ser Pepe Sanchís, estudiante de Filosofía. Se acercó a él y le contó lo mucho que le apasionaba subirse a las tablas. Un día, Pepe montó Antígona. «A mí me dijo que si quería hacer de Ismene, la hermana de Antígona, pero me parecía una imbécil absoluta y una cobarde. Antígona respondía al tipo de joven que lo quiere todo ya». Allí coincidió con el cantautor Raimon, que hizo de Heón, el novio de Antígona. «En los ensayos cantaba «Al vent» con la guitarra. Todavía estaba en la facultad estudiando Filosofía», detalla.
Estudiando Derecho solo había diez mujeres. Corrían los años sesenta. Rosa María Mateo, con una clara postura feminista, recuerda que la cifra no varió en todo el tiempo que estuvo en la facultad: «En general, las mujeres estudiaban Magisterio o Periodismo. Y la Iglesia tenía una carrera de Periodismo que duraba tres años, pero yo creo que la establecieron para tener controlada a la gente que iba a escribir en los periódicos». De entre todas, Filosofía era la carrera en la que más mujeres había: «Creo que eso es porque era una carrera más femenina y Derecho una más masculina. Además, en Filosofía se podía ser profesora y tener otro tipo de salidas. Se suponía que la cultura era menos productiva económicamente, por eso los chicos no querían estudiar Filosofía, porque no era una carrera con grandes salidas, entonces iban a ganar menos dinero. Las mujeres siempre se han dedicado a las profesiones peor pagadas».
Ahora lo piensa y confiesa que le hubiera gustado más estudiar Filosofía, pero también piensa que Derecho es una carrera bonita, salvo algunas asignaturas: «El derecho administrativo, por ejemplo, me parece un peñazo absoluto», reconoce con hastío. Se preparó las oposiciones y tuvo que terminar en Madrid dos asignaturas que le quedaron. Hasta que acabó, pasaron diez años. También se examinó en la Escuela Oficial de Cinematografía: «Hice el examen embarazada. Fue en octubre o noviembre y mi hijo nació en enero». Pasó el examen, pero se aburrió y acabó marchándose después de un tiempo.
La primera vez que pisó un estudio de Radio Nacional de España no fue en calidad de periodista, sino de actriz de radioteatro, en Valencia. «Como lo hacíamos por la noche tenía que acompañarme mi hermano, porque mi padre no me dejaba salir de casa a esas horas (entre las nueve y las diez)».
Érase una vez… una locutora de continuidad
Al aprobar las oposiciones, Rosa María Mateo inicia en 1966 una nueva etapa en la segunda cadena de Televisión Española como locutora de continuidad. «Era una tontería de trabajo. Entraba a las seis de la tarde o así y me marchaba a las doce de la noche. Estaba en una salita pequeña con las niñas de la primera cadena. Me quedaba sentada, pintadita, esperando a que empezara la emisión para contar los programas que iba a haber. Si se estropeaba la tele y ponían la carta de ajuste —una cosa maravillosa—, yo decía: «Disculpen la interrupción…»». Al poco tiempo entró su compañera Elena Martí.
A pesar de no recordarlo, también hizo de modelo ocasional en Luz verde, presentado por Natalia Figueroa. «Te juro que me ponen en un interrogatorio con gente expertísima y no podría decir nada», se defiende. Por su memoria aparecen programas como Buenas tardes, con Raúl Matas, pero otros, como La segunda cadena informa o De la A a la Z, se esfumaron del recuerdo. Fue entre 1972 y 1973 cuando condujo el concurso basado en cuestiones sobre el uso del vocabulario castellano.
Cuando sus compañeras hablaban del tiempo que llevaban trabajando en TVE pensaba que no iba a poder aguantar tanto tiempo allí. «Me gusta hacer las cosas bien: si cuido el jardín, por ejemplo, quiero que esté bien, y me indigno conmigo misma si lo hago mal. Siempre he intentado hacerlo lo mejor que pude en televisión y lo más honestamente posible, pero no me gustó nunca trabajar en televisión».
Burladeros en los pasillos de RTVE
El entorno y ambiente de la televisión no eran de su agrado, a excepción de algunos momentos. «Como decía un viejo periodista: «Lo único que faltaba en Televisión Española eran burladeros en los pasillos», porque los cuchillos volaban por el aire. Había enemistades, gente que quería ser más… Esas cosas terribles que pasan en los trabajos». Otra isla de felicidad, además de la época de Informe semanal, fue la que abarcó la última edición del Telediario, con Pedro V. García de director: «Es un ser absolutamente adorable. Formamos un equipo muy bueno, muy a nuestro aire». Pero la felicidad nunca es permanente. «La vida tiene muchos ratos en los que no eres feliz. Pues en la tele pasaba un poco igual. No todo el tiempo yo era desgraciada, pero tampoco era feliz, salvo en esos pequeños momentos aislados», añade.
En medio de toda la vorágine pudo rodar la película Carta de amor de un asesino (1972), dirigida por Francisco Regueiro y con José Luis López Vázquez. Ella hacía el papel de Charo. «Me pareció una película muy floja después. Sentía que yo no servía para eso. Creía que todo el mundo lo hacía muy bien y que yo era un pato. No era mi sitio y no iba a ser actriz». La película no llegó a estrenarse, aunque pudo emitirse más tarde, en diciembre de 1988. «Ahora he rodado un corto y lo he pasado muy bien. Todo lo contrario de lo que me sucedió aquella vez». ¿Con el tiempo se ven mejor las cosas? «No. Con el tiempo les das menos importancia a las cosas y te das menos importancia». Tras la frase, Miguel Rellán se despide; saldrá un momento de casa.
En los setenta, Rosa María Mateo ya se sentía herida: «Pensaba que la carrera de periodista no era más importante que la de Derecho, sobre todo porque no me interesaba nada lo que hacía. Yo estaba allí porque quería ser independiente, aunque en ese momento ya tenía un hijo y tenía que ganar dinero para mantener mi casa, porque me separé muy pronto de mi marido. Es lo que me hizo permanecer en televisión», explica con sinceridad.
Del Telediario a Informe semanal
Lo que le gustaba a Rosa María de Televisión Española eran los informativos. En 1973, Juan Luis Cebrián, entonces director de informativos, tuvo el ojo de ponerla en el Telediario, pero en 1974 ya pasó a presentar Informe semanal, dirigido por Pedro Erquicia. «En aquel momento fue muy importante, porque era el único programa que analizaba en profundidad determinadas noticias. Podían ser desde las fiestas de un pueblo hasta el fenómeno Elvis Presley. No era solamente una cosa política, aunque tenía temas nacionales e internacionales. Los nacionales con mucho cuidadito, porque teníamos un censor, pero Pedro Erquicia sabía manejar muy bien esas historias».
El sábado 31 de marzo de 1973 nacía Semanal informativo, título que fue sustituido por Más allá de la noticia hasta el 16 de noviembre de 1974, cuando pasó a llamarse tal y como se le conoce hasta la fecha. El propio Erquicia lo recordaba en una entrevista: «Estaba dirigiendo la primera edición cuando el director de informativos me pidió que pensara en un programa para los sábados por la noche. Analicé la programación de Televisión Española de los últimos seis años y había una laguna muy clara: nunca se había hecho un programa de primera hora con reportajes de temas tratados con profundidad. Existía Primera plana, una copia del programa de la televisión francesa Cinq colonnes à la une, pero nada más». Informe semanal, finalmente, se basó en el 60 Minutes de la CBS.
Rosa María Mateo trabajó con un equipo de reporteros, pero sobre todo de reporteras: Ana Cristina Navarro, Carmen Sarmiento, Soledad Alameda… También estaban Antonio Gasset, Javier Basilio, Ramón Colom o Baltasar Magro, aunque ellos dos entraron un poco más tarde. Colom llegó a dirigir y a presentar el programa en los ochenta. Después, en 1990, fue nombrado director de Televisión Española.
Magro, en su caso, salió para estar en los informativos diarios. «Baltasar era un reportero nato. Me dio mucha pena que dejara de hacer reportajes y pasara a los informativos. Hizo un reportaje fantástico sobre Yoyes. Recuerdo que aquel programa lo vi en la redacción, en un monitor, al lado de Mario Onaindia». ¿Y qué ha pasado ahora? «No lo sé. Era otra cosa. Franco vivía, aunque estaba a punto de morir. Todavía no habíamos hecho la Transición y estaba como entre aguas: el final del franquismo y el principio de lo que fue luego la Transición. La gente tenía muchas ganas de ver y de hacer cosas. Ahora creo que todo está muy mediatizado», dice, poniendo como ejemplo de esta mediatización a las empresas. España seguía siendo España.
Ruido de sables (I)
A pesar de la entrada en vigor de la Constitución española el 29 de diciembre de 1978, España seguía siendo un país con más dudas que certezas. «Desgraciadamente, el franquismo ha marcado demasiado a nuestro país. Tienen razón cuando dicen eso de que Franco lo dejó todo atado y bien atado. España sigue dividida de una forma muy agresiva y en dos bandos irreconciliables. Los políticos del Partido Popular critican que la izquierda siga hablando de los muertos y de la guerra diciendo que eso ya había pasado hace mucho tiempo. Y no, mire, porque precisamente ellos están hablando en un tono que demuestra que no pasó hace tanto tiempo».
La crisis, mociones de censura… Las espadas estaban en alto, pero ¿quiénes, además del entorno político, podían saberlo? Los periodistas: «Había ruido de sables en el ambiente porque el diario Arriba publicaba unos artículos terribles (creo que en algunos debían hablar en clave). Ahora, de eso a que hubiera un golpe de Estado… Había un ambiente, como un tufo, y es verdad que, quizá, la gente de a pie no se enteraba, pero los periodistas sí. Pero no puedes salir y asustar a la gente diciendo que hay unos militares que quieren abortar la democracia». La información puede volverse distorsionada por el camino, como en el juego del teléfono escacharrado; por eso es importante ver venir los acontecimientos, quizá por supervivencia.
Leopoldo Calvo-Sotelo fue elegido como candidato a presidente por el rey Juan Carlos I el 10 de febrero de 1981. Rosa María Mateo había estado entrevistándolo en su casa el 22 de febrero, un día antes de ser investido en el Congreso de los Diputados. La entrevista, de hecho, debía emitirse al día siguiente.
Ruido de sables (II)
El 23 de febrero, la periodista se encontraba en los sótanos de la Casa de la Radio, en el departamento de maquillaje. En un paréntesis de la sesión, se acercó a los monitores internos para seguir la votación. Cuando era el turno del diputado del PSOE Manuel Núñez Encabo, el teniente coronel Antonio Tejero irrumpió en el salón del Congreso gritando «¡Quieto todo el mundo!» y disparando al aire. «En aquel momento, cuando estás viviendo una situación así, piensas que puede pasar lo peor. Pero estás informando y olvidas el miedo», aclara, antes de explicar una de las órdenes que recibieron de los mandos militares: «No querían que diéramos en televisión las imágenes de lo que estaba ocurriendo en el Congreso de los Diputados». Era, además, una grabación de rutina y no se estaba emitiendo en directo, pero los golpistas destrozaron las cinco cámaras de Televisión Española menos una. El realizador Pepe Marín observaba atónito los acontecimientos desde las unidades de televisión situadas en la plaza de las Cortes.
No obstante, las imágenes de lo sucedido pudieron ser vistas por los españoles al día siguiente, después de que soltaran a todos los congresistas. Podía ser una medida para salvarlos: «No sabíamos si los iban a matar. Cuando por la noche sacaron a algunos de ellos y se los llevaron pensamos que los iban a fusilar. Ahí estábamos preocupados, pero no por nosotros mismos, sino por lo que estaba ocurriendo». Los truenos se escuchaban a lo lejos, pero la tormenta ya estaba encima.
«Buenas noches. En el contexto de los hechos ocurridos esta tarde en el Congreso de los Diputados, Televisión Española quiere informar que, al filo de las ocho menos cuarto de la tarde, fuerzas militares con material blindado y a las órdenes de un capitán ocupaban las instalaciones de RTVE», anunciaba Iñaki Gabilondo (director de informativos) en un avance.
El destacamento miliar llegado a Prado del Rey fue, en primer lugar, al despacho del director de Televisión Española (Miguel Ángel Toledano) para darle la orden de continuar con la emisión con toda normalidad. Después se dirigieron al despacho del director general (Fernando Castedo), que se encontraba en la Casa de la Radio. A él le ordenaron poner música militar por Radio Nacional. «Un compañero y yo —rememora Rosa María Mateo— nos acercamos a un soldadito que estaba en la puerta del director general para preguntarle si él era de los buenos o de los malos». El militar, al que le temblaba hasta el fusil, ni siquiera supo qué contestar.
La noche de los transistores
A través de su secretaria, Castedo pudo ponerse en contacto con Jesús Picatoste (subdirector general) para hablar con el director de Televisión Española y después con el secretario general de Zarzuela (Sabino Fernández Campo). Era preciso que el rey hablara por televisión para pedir serenidad y poner orden constitucional (dentro de la legalidad vigente), pero había que salir de Prado del Rey e ir al Palacio de la Zarzuela. Algo más de quince kilómetros separaban un punto de otro
El periodista Jaime Olmo reproducía en Infolibre las palabras que el propio Fernando Castedo le había dado en una entrevista, en los ochenta, sobre cómo él y Jesús Picatoste consiguieron grabar el mensaje del rey después de haber hablado con Fernández Campo: «En la primera llamada me pide que mande a alguien que filme a su majestad, y le digo a Toledano que prepare dos equipos y que se pongan al mando Picatoste y Erquicia, para ver cuándo pueden salir hacia Zarzuela». De manera posterior, Fernández Campo pide que le pasen por teléfono al capitán que mandaba a los militares que ocupaban Prado del Rey para que estos abandonaran las instalaciones de televisión. «En un primer momento, el oficial niega obedecer otras órdenes que las de su inmediato superior, pero tras conectar con su unidad deciden por fin retirarse de Prado del Rey. Eran poco más de las nueve de la noche e inmediatamente digo a Iñaki Gabilondo que se ponga delante de la cámara e informe de lo que está pasando, mientras los equipos salen hacia Zarzuela en dos coches, ya que entonces no teníamos enlace fijo con el Palacio».
En otro avance informativo, Rosa María se dirigía a los españoles: «Estamos a la espera de poder ofrecerles las palabras de su majestad el rey don Juan Carlos sobre los acontecimientos que se están desarrollando en el Congreso de los Diputados donde, como ya les hemos informado, un grupo de miembros de la Guardia Civil, al mando del teniente coronel Tejero, ha ocupado la Cámara y mantiene retenidos a la totalidad de los miembros del Congreso». La emisión del mensaje del monarca era clave, ya no por su contenido, sino por la tranquilidad de los ciudadanos y ciudadanas que, tal vez, no escucharon a tiempo el ruido de sables. A las nueve y diez, las fuerzas militares abandonaron RTVE. «En el transcurso de la hora y media que duró la ocupación, el oficial que mandaba las fuerzas militares mantuvo varias conversaciones telefónicas con otros mandos. El personal de Radio Televisión Española se mantuvo en sus puestos con absoluta calma y sin que se produjera el más mínimo incidente», contaba ya entrada madrugada.
La tranquilidad llegó cuando entraron los GEO (Grupo Especial de Operaciones de la Policía Nacional) y se pusieron allí, de pie. «Estos pisaban fuerte: O nos mataban o nos salvaban, pero desde luego teníamos muy claro que hacían muy bien lo suyo».
No tan buenas noches
El 27 de febrero, cuatro días después del fallido golpe de Estado, Rosa María Mateo leía delante del Congreso de los Diputados el emblemático comunicado firmado por los cuatro partidos principales: Alianza Popular (AP), Partido Socialista (PSOE), Unión de Centro Democrático (UCD) y Partido Comunista (PCE). Según datos publicados por El País, en Madrid hubo alrededor de un millón y medio de personas manifestándose. Todas estaban para defender lo mismo que estaban defendiendo los políticos, entre los que se encontraban Manuel Fraga Iribarne y Santiago Carrillo.
Es distinto hablarles a millones de personas a través de una cámara que en persona. «Pensé que no era la persona adecuada para salir ahí y que no iba a poder hablar, porque no había hablado nunca en la calle», confiesa. Pero la angustia desapareció cuando echó a andar la marcha. «No me imaginaba que pudiera haber tanta gente. Cuando pasamos por Atocha y vimos que todo estaba lleno se me saltaron las lágrimas. ¿Cómo no iba a hablar? Ahí tuve muy claro que me iba a salir la voz y que no importaba nada. Tenía que leer el manifiesto. Fue la gente la que me dio la fuerza porque, como ellos, también estaba pidiendo democracia y libertad».
No hubo un antes y un después en su carrera profesional tras la lectura del manifiesto, pero sí cambiaron otras cosas: «Aquella noche, cuando volví para hacer el Telediario, mis compañeros no me dijeron absolutamente nada. Nadie dijo nada en la redacción. Durante muchos años esas imágenes no aparecieron en Televisión Española». ¿Por qué motivo? No sabe qué contestar. Entonces se lanza otra pregunta: ¿Celos profesionales? «Sí», responde. «Pero es igual. Cuando se celebró el vigésimo quinto aniversario de Informe semanal se prohibió que se me nombrara».
Así conocí a Fidel Castro
Joaquín Sabina dice que fue Rosa María Mateo quien le hizo la primera entrevista —en televisión— de su vida. De todas las personalidades que ha entrevistado, Rosa no puede olvidar la vez que sufrió con una actriz italiana enfadadísima a la que tuvo que tranquilizar por una demora de dos horas debido a que algo del equipo se había estropeado. También entrevistó a la sexóloga Shere Hite, pero tiene «el vago recuerdo» de que le cayó mal. Y con Raísa Gorbachova, esposa de Mijaíl Gorbachov, hubo acercamiento, pero se quedó en intento: «Fuimos al Pardo y los rusos nos trataron un poco mal. Nos tuvieron que salvar dos diplomáticos españoles porque estos otros nos fusilaban al amanecer». Con cada entrevista, una lección aprendida.
Fila 7, dirigido por Manolo Pérez Estremera, era un espacio sobre cine que presentaba Rosa María en la segunda cadena de TVE. En 1984 le tocó ir a Cuba para cubrir el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. «Le dije al director de informativos que probablemente íbamos a ver a Castro: «Si consigo una entrevista con él, ¿se emitirá? Porque si no ni me molesto». Y me respondió: «¿Tú qué vas a conseguir una entrevista?»». El ninguneo estaba a la orden del día: «Era chica e imbécil, porque ser chica e imbécil es lo mismo», apostilla con sarcasmo.
En La Habana se acabaron juntando dos equipos de TVE por la celebración del veinticinco aniversario de la revolución. Allí se encontraba el periodista Vicente Botín con el realizador Antonio Gasset. «En un momento determinado —según Botín— me acerqué al comandante y comencé a hablar con él. Yo había ido a La Habana con un equipo de Televisión Española para hacer un reportaje sobre el veinticinco aniversario de la revolución y me sabía de memoria su vida y milagros. […] Lejos de sentirse incómodo, Fidel Castro se mostró sorprendido de que llevara la conversación al terreno personal y me preguntó de sopetón: «Chico, ¿quién tú eres?». Yo le dije el motivo que me llevó a Cuba con la promesa, aunque incierta, por parte de su embajador en Madrid, de que quizás podría hacerle una entrevista. «Pues nadie me ha dicho nada, chico. No sabía que había aquí un equipo de Televisión Española y mucho menos que tuvieras la pretensión de entrevistarme». Se quedó un momento en silencio y luego llamó a su secretario particular, José Miyar Barruecos. «Chomi, apunta el nombre de este compañero, que mañana vamos a conversar»», detallaba en un reportaje publicado en la web de RTVE con el título Y en eso, llegó Fidel. Historia de una entrevista.
Rosa María Mateo, por su parte, cuenta otra versión de los hechos y se indigna al escuchar la de Vicente Botín: «Siento decirle a mi compañero que eso es mentira. Yo me iba a ir de la fiesta (llevaba tacones y nunca los he soportado) y un político me llamó: «Hay una fiesta más pequeña y el Comandante quiere que estés en ella»». Y entró. En ese evento también conoció al escritor Eduardo Galeano, quien recordaba parte de la conversación en El libro de los abrazos.
En un momento de la fiesta se acercó a Castro para llamarle la atención, educada «pero como una guasa». Alguien, tal vez del equipo de seguridad, quiso apartar a la periodista: «Como ve, Comandante, me están quitando de aquí porque soy incómoda, porque he debido decir alguna cosa que no debía», dijo. Ahí empezaron una charla. «Me preguntó de dónde era y qué estaba haciendo allí. Le respondí que había ido para hacerle una entrevista». Pero Fidel Castro no concedía muchas entrevistas. En realidad, muy pocas o ninguna. «Tengo pedidas muchas entrevistas de todo el mundo», se excusaba Castro, aunque Rosa María no cejaba en su empeño: «Pero el «no» ya lo tenemos, Comandante». Al final, el presidente cubano aceptó hacer una entrevista y Rosa María pensó en compartir el trabajo con sus compañeros. «Le dije a Vicente Botín que fuéramos a preparar la entrevista, pero se negó en redondo; íbamos cada uno por nuestro lado».
Ella no quería salir en aquella entrevista, pero salió. «Estaba de espaldas. Creo que no se me veía la cara y llevaba el pelo largo y un lacito». A la vuelta del viaje, ya en Prado del Rey, fue a la sala de montaje. Allí se encontró con Botín: «Me echó de la sala de montaje porque pedí que me quitaran de la entrevista. No quería aparecer en ella. «Te quedas tú con la entrevista, pero no me importa», le dije. Yo tenía tanta responsabilidad en esa entrevista como él, así que quería estar presente en la sala de montaje. «Aquí el periodista soy yo», me contestó Vicente Botín antes de echarme». Luego fue a hablar con el director de informativos para quejarse, pero este no le hizo ningún caso. «Estoy hasta las narices de que la gente cuente tantas mentiras», protesta Rosa María para poner punto y final.
En portada
La entrevista a Fidel Castro se emitió el 5 de enero de 1984 en el estreno de En portada, un programa de reportajes y actualidad similar a A toda plana. «Fue un desastre —analiza— y una mala entrevista, tanto por parte de Vicente como por la mía. No estaba bien hecha. Ahora me avergonzaría de hacer esa entrevista, pero no porque fuera el comandante Fidel Castro y de izquierdas y comunista, sino porque estaba mal hecha, profesionalmente hablando y desde mi punto de vista. Estoy contando las cosas como pasaron». Fidel Castro, detalla, tampoco dejaba hablar: «Cuando le preguntaban una cosa él no contestaba, sino que terminaba la perorata que estaba haciendo y respondía al cabo de media hora».
Rosa María Mateo vio la entrevista con su hijo en casa. «Me tuvo que dar la mano porque estaba muy indignada. Pillé un cabreo terrible. Yo no quería aparecer en aquella entrevista por todo lo que había pasado por dentro». Para colmo, todas las críticas se las llevó ella: «No fue Vicente Botín al que llamaron «comunista» ni dijeron que se le caía la baba. Fue a mí, que además estaba de espaldas. Me pusieron a caer de un burro», dice, aludiendo a la crítica publicada por el diario ABC el jueves 16 de febrero:
La babeante entrevista que Rosa María Mateo hizo al dictador cubano Fidel Castro la ha desacreditado definitivamente entre los profesionales del medio. Hay una Rosa María Mateo antes de Fidel y otra después. Ahora, los profesionales dicen de ella que desprestigió a la profesión al adoptar ante Fidel Castro la actitud de propagandista y no la de periodista. «Solo le faltó —dicen— limpiarle los zapatos. La Mateo colocó en un altar a Castro y le adoró sumisa obsequiándole con nubes de incienso. Una vergüenza para ella y para toda la televisión».
(Reseña completa publicada en ABC)
Adiós, Televisión Española
Cuentan que presentó su dimisión en 1984 porque no estaba de acuerdo en cómo se iba a dar la noticia de la segunda visita a España del papa Juan Pablo II, pero en realidad no dimitió, sino que dijo que no iba a darla tal y como estaba escrita: «Parecía la hoja parroquial. Era un panfleto, no una entradilla de telediario. Además, el papa ya no estaba en Madrid; se había ido el jueves y nosotros estábamos ya en sábado o domingo. Cuando me puse a corregir oí una voz que dijo: «No se toca ni una palabra». Me dio la risa: «Eres el que ha escrito esto, ¿no? ¿Quién eres?». Resulta que era el director del telediario. No la quise leer pero tenía que hacerlo por narices. Entonces cogí el papel y lo leí», explica poniendo su mano frente a la cara, como si fuera un folio. Cuando salió del plató la discusión ya estaba servida.
En aquella época, Jesús Hermida y Rosa María Mateo compartieron Crónica 3, donde entrevistaron, entre otros, a Raphael. En 1989, pero en RNE, presentó con Diego A. Manrique Modernos populares. En un encuentro digital de El País, en 2014, Diego respondía a un usuario que le preguntaba por los audios de los programas. «No creo que sea posible recuperarlos: hace unos años investigué en la fonoteca de RNE a ver cuántas ediciones de Modernos populares se conservaban. Y fue desolador: solo habían guardado un par de ellos. Tengo todas las sospechas de que Diego Carcedo mandó que se destruyeran. Era entonces el capo de RNE y tenía unas ideas un tanto peculiares sobre el programa: decía que poníamos demasiada variedad de música, que prefería que no saliéramos de la discografía de Joan Manuel Serrat y los Beatles. Como no le obedecimos, nos quitó el programa. ¿Moraleja? Ojo con los progres», advertía Manrique.
«Puede ser», contesta Rosa María al conocer la opinión de su compañero. «Yo no sé qué le pasó a Diego Carcedo. Cuando volvió de Estados Unidos teníamos una buena relación de compañeros, pero no he logrado saber nunca por qué dejó de dirigirme la palabra». Eran cosas que pasaban en televisión.
¿Todo este cúmulo de situaciones fue lo que hizo que se fuera de TVE? «Fue otro cúmulo, pero ese ya no lo voy a contar. Es privado, pero laboral. Me pusieron en una situación en la que dije: «Se acabó. Al primer trabajo que pase me marcho de esta casa». Fue la última patada en la boca. Llega un momento en que no aguantas más y dices que se las den a sus padres, si quieren, pero que a ti ya no te dan más patadas».
Hola, Antena 3 Televisión
El fichaje de Rosa María Mateo por Antena 3 Televisión fue una casualidad: si no le salía otra cosa, iba a tener que quedarse en Televisión Española. No tenía más remedio, pues era su trabajo y comía de ello. Pero a los quince días llamó el productor de cine y televisión Pedro Costa y le dijo que quería hablar con ella.
Costa estaba preparando un programa y quería saber quién podía ser la persona adecuada para presentarlo. «Fui a cenar con él, hablamos del programa y le di nombres de gente que podía hacerlo. Al volver a casa me preguntó: «¿Y tú?». Pero a mí no me interesaba un programa de sucesos. Entonces me dijo: «Pues piénsatelo». Me fui a casa y de pronto pensé: «Acabo de decir hace quince días que yo me marchaba con el primer trabajo que me ofrecieran fuera de Televisión Española». Llamé a Pedro Costa y le dije: «Lo hago»». Hablaron con Antonio Asensio (Presidente del Grupo Zeta) y la transición de cadena se hizo realidad.
El 29 de abril de 1993, a las nueve y cuarto de la noche, se presentaba Al filo de la ley, pero fue cancelado el 25 de agosto de ese mismo año. «No me gustaba el programa que estaba haciendo, no me sentía cómoda hablando de estas cosas. Creo que la única cosa que me interesó de todo el tiempo que estuve en Al filo de la ley fue la entrevista a Ramón Sampedro. Estuve con él, en su casa, en A Coruña. Fue un día muy especial y la única cosa positiva que saqué del programa», concluye. Después pasó a presentar los informativos del canal hasta 2003.
Las consecuencias (todo vale en la guerra)
El 11 de septiembre del 2001, en un avance informativo de las noticias de la noche de Antena 3, Rosa María Mateo hacía balance del atentado —reivindicado por Al Qaeda— en el World Trade Center de Nueva York: «Señoras y señores, muy buenas noches. Hoy se ha producido el atentado más grave de la historia en tiempos de paz. Un ataque múltiple contra las Torres Gemelas de Nueva York, contra el Pentágono de Washington y contra Camp David. Los seis aviones civiles, secuestrados y estrellados contra distintos objetivos o derribados por la aviación norteamericana, cambian el estado de las cosas. No solo en Norteamérica, sino en el resto del mundo».
La respuesta del entonces presidente de los Estados Unidos George W. Bush a los atentados que había sufrido Norteamérica no se hizo esperar. Además de reforzar la seguridad con la aprobación de la USA Patriot Act (conocida como Ley Patriótica), Bush empezó la «guerra contra el terror». La ofensiva —operación Justicia Infinita al principio y Libertad Duradera después— comenzó el 7 de octubre de 2001 con la invasión a Afganistán.
El 8 de octubre, Antena 3 Noticias emitía un especial presentado por Ernesto Sáenz de Buruaga sobre el conflicto. En los puntos más calientes estaban los siguientes corresponsales: Emilio Sanz (Afganistán), Carlos Hernández de Miguel (Paquistán), Ricardo Ortega (Nueva York), Carmen Vergara (París), José Ángel Abad (Londres) y Francisco Medina (Gaza). «Estas veinticuatro horas han sido, sin duda, las más largas de la vida del presidente [Pervez] Musharraf», relataba Carlos Hernández desde Peshawar (Paquistán). Fue de los primeros periodistas en llegar al país fronterizo con Afganistán.
A finales de octubre, Carlos Hernández regresa a España desde la frontera entre Paquistán y Afganistán. Con él va el cámara Diego Contreras y el realizador Alfonso Molina. El azar quiso que el avión llegara a Madrid con bastante demora. El equipo, antes de reencontrarse con sus respectivas familias, debía ir a Antena 3 Televisión, en San Sebastián de los Reyes. Rosa María Mateo, que presentaba el informativo de medianoche, los esperaba en la redacción. «Uno a uno nos abrazo, nos felicitó y nos dijo que habíamos hecho un trabajo admirable. Que un mito como ella nos dijera eso, con todo lo que ella había hecho en su vida, fue muy emocionante», recuerda Hernández. Pero la vuelta al hogar iba a tener que esperar todavía; le pidió a Carlos, como último favor, que se quedara, porque quería tenerlo en directo en el plató. «Obviamente acepté y me volví a quedar congelado cuando, en pleno directo, al presentarme, me dijo: «¿Me dejas que te dé un abrazo?». Y nos abrazamos delante de las cámaras».
Por motivos profesionales
En el año 2003, Antena 3 Televisión presenta un ERE autorizado por el Ministerio de Trabajo (con Eduardo Zaplana al frente). Doscientos quince trabajadores de la cadena iban a quedarse sin empleo. Rosa María, al igual que Carlos Hernández, fue despedida y se enteró por una compañera. En su momento declaró: «Estoy muy orgullosa de que me despidan no como a una estrella ni como a una figura sino como a una trabajadora de televisión». Carlos, pasado el tiempo, reconoce que fue todo muy duro: «Muchos éramos conscientes de que aquel ERE no era una herramienta para sanear las cuentas de la empresa. De hecho, Antena 3 Televisión ganaba dinero en aquellos momentos».
Aquel ERE resultaba ser un punto de inflexión en el que se daba por finiquitada una época y se abría otra. «Querían acabar con la estabilidad laboral, los salarios dignos y también con buena parte de la libertad que gozábamos los periodistas. Su objetivo era que todos fuéramos subcontratados y generar unas condiciones laborales que impidieran a los periodistas, cámaras o productores, realizar su trabajo con dignidad y con libertad». Por ese motivo fueron muchos los trabajadores que se opusieron frontalmente al ERE. «Perdimos la batalla, pero en la derrota se demostró que teníamos razón. El hecho de que despidieran a Rosa María probaba que no se trataba de que sobraran malos profesionales sino de otra cosa bien diferente: había llegado la época de los tiburones empresariales que solo buscan ganar la mayor cantidad de dinero posible aunque para ello tuvieran que vender sus informativos al Gobierno de turno», espeta Carlos por correo electrónico.
Rosa María Mateo iba a cumplir treinta y ocho años en antena cuando se enteró de su despido. «Fue un sábado por la noche. Miguel [Rellán] y yo estábamos sentados en el sofá y sonó el teléfono. Era una compañera —a la que quiero muchísimo— de Antena 3. Me dijo: «Rosa, estás en la lista». A mí nadie me había llamado para decirme que me iban a echar. Es más: los subdirectores de informativos, cuando el viernes por la noche yo estaba haciendo el informativo de las dos de la mañana, ya sabían que me iban a echar, pero ninguno tuvo la valentía de decírmelo. Fueron unos cobardes absolutos. La gente es miserable», lanza con amargura.
Después de colgar el teléfono, Rosa María le comunica a Miguel Rellán que había sido despedida. El actor se preocupa por ella: «¿Estas bien? ¿Quieres que salgamos a tomar un gintonic?». «Miguel no bebe, pero nos fuimos a tomar un gintonic y se acabó. Ese fue mi problema con Antena 3. Y ya nunca volví». Carlos Hernández insiste en que son los hechos los que apuntan a que no fue una operación legítima, ni justificada, «sino más bien una chapuza que solo pudo llevarse a buen término por la connivencia gubernamental», matiza, y además pregunta: «¿Alguien cree que se puede despedir a Rosa María Mateo por motivos profesionales? Pues eso dijeron». No hay mucho más que añadir.
Siempre quedará París
Jacques Brel ha sido el único hombre al que Rosa María Mateo ha dedicado una poesía. Los días 14 y 15 de julio de 1989 el Telediario 2 iba a hacerse desde París por la conmemoración del segundo centenario de la Revolución francesa. Fue el primer informativo de la televisión en España que se emitía en directo y en exteriores. Rosa María y Ana Castells se encargarían de conducirlo.
En 1978 presentó con Isabel Bauzá, Jana Escribano, Isabel Tenaille y Marisa Abad el debate sobre el texto de la Constitución. El primer tema a tratar fue el machismo en la Constitución. Así abrió Rosa María Mateo el especial: «El martes pasado, a esta misma hora, estuvieron en sus pantallas unos compañeros que trabajan aquí, en televisión: Jesús Hermida, Martín Ferrand, [Miguel] De la Quadra-Salcedo, [Pedro] Macía y [Félix] Rodríguez de la Fuente. Todos ellos acompañados de Joaquín Soler Serrano. En aquel momento, Jesús Hermida dijo que aquello era discriminatorio, que faltaban mujeres. Bueno, pues aquí estamos las mujeres». Después de treinta y seis minutos de debate, el programa se acaba. Para despedirse, Rosa María vuelve a tomar la palabra: «Rogamos que nos perdonen si en algún momento les hemos molestado».
Matías Prats dice de su compañera que es «una referencia dentro del periodismo español». Incluso una pionera si se tienen en cuenta ciertas fechas de la historia de la televisión. En esa línea, Borja Terán (crítico y periodista especializado en televisión) explica que «los ochenta fueron muy revolucionarios y se posicionaron en Televisión Española unos rostros que luego serían muy importantes en los noventa: Rosa María Mateo, María Escario, Olga Viza o Concha García Campoy. Fueron años —en la televisión— en los que las mujeres tomaron la relevancia periodística que se merecían. Después se ha optado más por la cara bonita, el busto parlante, pero no por el periodista —da igual el sexo— de presencia». Sin embargo, Borja reconoce que sí hay periodistas con más fuerza editorial, como Vicente Vallés. «Me cuesta más buscar mujeres que de verdad transmitan esa fuerza editorial, más allá de Cristina Pardo o Ana Pastor», concluye.
¿Tendría cabida Rosa María Mateo en los informativos actuales? O, mejor dicho, en los informativos que están por llegar: «El público demanda gente que le mastique mejor la información. Gente que no lea lo que ya ha visto en todos los medios digitales y redes sociales. Gente que le explique el contexto. Rosa María tiene esa fuerza de explicar el contexto con cierto carisma». Para el periodista de La Información, «la mirada propia y ser auténtico es un plus en la televisión» que traspasa la pantalla.
No son pocos los galardones que ha recibido Rosa María Mateo a lo largo de su trayectoria, pero después de todo, y ante las expectativas de futuro, ¿en qué cree? Cuando la noche de invierno cae sobre la tarde, la histórica periodista contesta por última vez: «Yo creo en las personas, no en las profesiones».
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Bibliografía y hemeroteca:
El País, 7 de noviembre de 1983
ABC, 16 de febrero de 1984
El País, 2 de febrero de 1993
Cadena SER, 10 de noviembre de 2003
El País, 11 de noviembre de 2003
«Dos estrellas paradas. Crónica», El Mundo, 16 de noviembre de 2003
«La mujer a las cinco de la tarde», Juan Cruz. El País, 16 de noviembre de 2003
El Mundo, 18 de junio de 2008
La Vanguardia, 14 de enero de 2011
«El 23F y el inexplicado retraso en emitir el mensaje del rey». Infolibre, 25 de agosto de 2013
Juego de espejos. RNE, 7 de octubre de 2013
Jenesaispop, 4 de junio de 2014
Hoy empieza todo. RNE, 10 de julio de 2017
Blog Carta de ajuste, Alejandro Macías
Archivo RTVE
Archivo Antena 3 Televisión
«En los cerca de cuarenta años que estuvo en antena demostró que se puede informar con rigor y compromiso…»
Permítame que me ria caballero, con una sonora carcajada:
Cuarenta años en antena requieren de todo lo contrario: ser buena chica, oir, callar y obedecer. Saber cual es su sitio: un peón reemplazable en cualquier momento.
Vaya, veo que no ha pasado de la segunda frase. Qué pena y qué manía de comentar sin leer los artículos, guiados permanentemente por nuestros prejuicios. Entre otras cosas te están contando la historia de cómo hubo otro tiempo y de cómo se ha llegado a la situación de ser un peón reemplazable como usted dice.
… atención: comentario machista rijoso heteropatriarcal:
Es que esta mujer es muy atractiva. Lo siento, es asín.
Fueraparte de esto transmitía profesionalidad y rigor a chorros. Muchas gracias por el artículo, sr. H.
Gran e histórica profesional, a la que vi durante años justamente en Informe Semanal.
Una pena que ni ella ni el entrevistador entren a fondo en todo el merdé que ha sido durante años el grupo Antena 3, porque en torno a ese grupo se han dado de tortas a base de bien tanto PP como PSOE. Lo de Antena 3 Radio fue una ilegalidad como un burro a mayor gloria de Polanco y el Grupo PRISA: no es opinión, hay sentencia firme al respecto, sentencia que ni se ha ejecutado ni se ejecutará… por suerte para la SER, que vería seriamente mermada su cadena de emisoras.
Y de Antena 3 Televisión también ha salido un buen chorro de profesionales de todos los colores a lo largo de estos años.
Entiendo que es materia compleja y que daría no ya para varios artículos extensos sino, directamente, para un tocho de 800 páginas, pero sería bueno que se abordara porque es esclarecedor de cómo se las gasta el poder político en España con los medios de comunicación, da igual y quién gobierne. Y en ese tipo de guerras, tan damnificada ha salido Rosa María Mateo como gente que acabó al cabo de los años en, no sé, Onda Cero o la COPE.
En cualquier caso, salud para la Sra. Mateo
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