¿Cuál es la escena más memorable ambientada en Nochevieja y Año Nuevo?

Saludar al nuevo año haciendo otra cosa que no sea comer doce uvas al son de las campanadas nos parece una costumbre bárbara, propia de inconscientes que se exponen gratuitamente a la mala suerte, pero tampoco podemos decir que nos resulte extraña. Infinidad de veces hemos visto en el cine el rito de recibir al año entrante con una cuenta atrás colectiva que culmina en un estallido de jolgorio para, justo a continuación, entonar en coro «Auld Lang Syne», una bonita canción escocesa del siglo XVIII que evoca a los viejos tiempos, las viejas amistades y llama a tomar un trago de cerveza en su honor. Puede que no sean tan salvajes, pese a todo.

La carga emotiva de tales momentos ha hecho además que las escenas que protagonizan tengan a menudo un significado crucial: en ese contexto los personajes se declaran su amor, dan el primer paso de una nueva vida y, de una u otra forma, sus actos adquieren una trascendencia acorde a la noche más especial del año. Por eso recordaremos a continuación las mejores escenas ambientadas en Nochevieja y los primeros segundos de Año Nuevo; voten su favorita o compartan en los comentarios alguna otra que recuerden.

(La caja de voto se encuentra al final del artículo)

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La quimera del oro

Lo hemos visto muchas veces pero no nos cansa, cada vez que en algún vídeo se quiere rememorar la historia del cine hay una serie de secuencias icónicas que no pueden faltar: King Kong espantando avionetas desde la cúspide del Empire State Building, Steve McQueen lanzando una pelota de béisbol contra la pared de una celda, Humphrey Bogart e Ingrid Bergman dándose un beso… y por supuesto Charlie Chaplin recreando un baile con panecillos clavados en tenedores. La escena tiene lugar en realidad en un sueño, mientras espera que su amada llegue a su casa para celebrar la Nochevieja. Tristemente lo han dejado plantado, pasando en soledad un momento que casi todo el mundo prefiere vivir acompañado. Pocas veces se expresó de forma más inspirada el patetismo tan característico del personaje. La película es ya de dominio público y puede verse aquí.

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Forrest Gump

Claro que también puede uno estar acompañado pero con la mente en otro lugar, como le pasaba al teniente Dan en el recibimiento de 1972. Entre confetis y matasuegras se mantiene impasible, tal vez concentrado en la letra que se está cantando, echando en falta los viejos tiempos en general y más concretamente sus piernas.

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Días extraños

Tal vez lo más extraño aquí sea que estemos ante una película futurista ambientada en el año de Joey. Bien es cierto que no tuvo demasiado acierto con las fechas, pero dieciocho años después sí podemos encontrar reconocible parte de ese mundo retratado: ahora esa clase de experiencias extremas en primera persona, desde conducir de forma temeraria a escalar edificios, se suben a YouTube en lugar de traficar con los discos de esas grabaciones. En cualquier caso, resuelto el nudo de la trama quedaba lo más importante, que era el beso entre los dos protagonistas aprovechando la entrada en 2000.

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Friends

Y es que dar un beso al ser querido es un rito de entrada al año imprescindible, el problema es que no siempre tiene uno a mano a quien quisiera dárselo. A veces simplemente hay que escoger por descarte, cosa que también puede dar buenos resultados.

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El Padrino, parte II

Al fin y al cabo siempre podría ser peor: para que te den el llamado «beso de la muerte» mejor quedarte como estás. Cuando Judas acudió con sus cómplices a traicionar a Jesús les dijo «al que yo le dé un beso, ese es; arréstenlo y llévenselo bien asegurado». De ahí proviene la costumbre mafiosa de señalar con un ósculo al miembro de la familia que ha cometido traición para que sea ajusticiado. Eso es lo que hace Michael con su hermano mientras se encuentran en La Habana la noche del 31 de diciembre de 1958.

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Cuando Harry encontró a Sally

Pero si hay besos que matan, también hay formas de decir «te odio» que enternecen el corazón. De acuerdo, esta no es la primera escena que se nos viene a la mente cuando nos mencionan el título de la película, pero merece ser recordado y en principio es el punto culminante de la historia. Tras tantos encuentros y desencuentros el momento de la reconciliación final debía ser igualmente especial, esos pocos segundos de transición de un año a otro. En este caso, además, «Auld Lang Syne» no se limita a ejercer de banda sonora y se cuela en los diálogos.

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Ocean’s Eleven

Pese a que Sinatra ya había coincidido con varios de ellos en películas previas, esta fue la primera en la que aparecieron juntos la mayoría de los miembros del Rat Pack. El nudo argumental es un robo en un casino de Las Vegas cometido la noche de fin de año, para ello han de cortar la electricidad y, tal como vemos, en una noche como esta no parece un problema besar a la persona equivocada aprovechando la oscuridad.

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Escándalo

La compañía no implica alegría ni mucho menos. En este drama de Kurosawa estrenado en 1950 veíamos de nuevo interpretar la canción con cada personaje al borde del llanto, unidos en la desgracia y en saludar, a su manera, a un año que llegaría repleto de calamidades. Como suelen serlo todos, por otra parte.

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Snowpiercer

Esta producción surcoreana basada en un cómic francés nos mostraba un mundo congelado en el que un tren en perpetuo movimiento es todo lo que quedaba de la civilización. Inevitablemente a bordo de él se repetían los conflictos que han forjado la historia humana, las clases sociales y también los ritos de cambio de año, aunque en este caso con bastante austeridad, aunque desean un feliz año nuevo no andan con ganas de exaltar el amor y la amistad.

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Four Rooms

Tampoco destacaba por su espíritu navideño la parte de la película que aquí rodó Tarantino. Como en las otras tres historias estaba situada en un hotel y tenía por protagonista a un botones, en una noche de fin de año que tal como le decían seguramente no olvidaría nunca.      

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The Mephisto Waltz

En esta cinta de terror protagonizada por Alan Alda y Jacqueline Bisset pudimos ver un cotillón un tanto inhabitual. Aquellos a los que estamos acostumbrados no tienen ese elemento de bacanal que aquí se percibe, ni disfraces tan sofisticados, ni perros disfrazados de humanos, aunque eso sí, se compensa todo a base de confetis, matasuegras y cohetes tirados desde las ventanas.

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El crepúsculo de los dioses

Otra fiesta de Nochevieja al menos igual de perturbadora y desde luego mucho menos concurrida. Norma Desmond se había encaprichado de su guionista y no desaprovechaba la ocasión estar a solas con él en todo momento, haciéndose cada vez más absorbente.  

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Boogie Nights

«Año nuevo, vida nueva» es lo que Bill debió pensar aquí. Cada Nochevieja es un cumpleaños colectivo que nos sirve para evaluar lo vivido hasta el momento y proponernos algún cambio significativo en nuestros hábitos y relaciones. En este caso uno realmente drástico.

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El gran salto

El actor Craig Ferguson ha contado en alguna ocasión cómo tuvo durante una época un problema con el alcohol que le llevó en las Navidades de 1991 a subirse al Puente de la Torre de Londres para suicidarse, pero alguien le ofreció una copa de jerez y ya se olvidó de saltar. Supongo que esto es lo más parecido a aquello que decía Homer Simpson sobre el alcohol como origen y solución de todos los problemas. Algo parecido ocurría en esta escena, cuando el protagonista en estado de ebriedad se subía a la cornisa de un rascacielos de la que acaba cayendo sin remedio… hasta que el tiempo a media noche simplemente se detiene.

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El apartamento

Concluimos con una escena en cierto aspecto similar a aquella con la que habíamos comenzado. El protagonista también se ha quedado solo en su casa mientras todos se divierten, pero en lugar de haber sido plantado esta vez es buscado por la chica, que finalmente tiene claro con quién quiere estar. Nunca he escuchado una botella descorchándose que suene remotamente parecida a un disparo, pero se le perdonar este efecto dramático a una de las mejores obras de Billy Wilder, que ya es decir. ¡¡Feliz año!!

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