Cuenta Suki Kim que lo primero que vio al asomarse a la ventana del quinto piso fue una llanura verde y dos edificios justo en el margen exterior del campus. Uno de ellos era de un sufrido color amarillo, con el tejado azul y recordaba un poco a los graneros de Nueva Inglaterra; el otro era un edificio de hormigón protegido por un muro de piedra. Cuenta Kim que en toda su estancia no llegó a descubrir lo que eran, pero que pronto aprendió a no hacer demasiadas preguntas.
El Ministerio de la Verdad era una enorme estructura piramidal de reluciente hormigón blanco que se proyectaba, terraza tras terraza, hasta una altura de trescientos metros. El Miniver, en neolengua, albergaba tres mil salas sobre el nivel del suelo con sus correspondientes ramificaciones en los sótanos. En la blanca fachada del Miniver destacaban las tres grandes consignas del Partido: LA GUERRA ES LA PAZ, LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD, LA IGNORANCIA ES LA FUERZA.
La carretera que viene de Pyongyang hacia el distrito de Rang Rang acaba en una verja con el nombre de la institución, a la izquierda hay una minúscula garita, y después el pequeño campus en forma de herradura. Los pasillos están acristalados a ambos lados para cercenar la privacidad de profesores y alumnos. Alberga tan solo doscientos setenta estudiantes. Todos hombres. A la izquierda se alza un esbelto monumento de piedra de más de cinco plantas, coronado por un mensaje que reza: LARGA VIDA AL GENERAL KIM JONG-IL, SOL DEL SIGLO XXI.
Un poco más al sur, cerca de la frontera, se encuentra Kijong-dong, también llamada «la Ciudad de la Paz», en la zona desmilitarizada que abraza al paralelo 38. La ciudad de la paz cuenta con guardería, jardín infantil, escuela primaria y secundaria, hospital, casas de colores vivos y una bandera de ciento sesenta metros de alto. También dispone de altavoces orientados hacia el sur que emiten propaganda y marchas militares durante veinte horas al día a altísimo volumen. Es lo más cercano que existe en el planeta a los Dos Minutos de Odio. Con lo que no cuenta Kijong-dong es con habitantes. Es un pueblo fantasma, o mejor dicho, una ciudad Potemkin. Los edificios están vacíos, las luces se activan por temporizadores, y los famélicos figurantes norcoreanos de piel olivácea deambulan por sus calles para simular una vida de cartón-piedra.
La PUST, acrónimo de Pyongyang University of Science and Technology, es la universidad de las élites del país, el centro universitario privado más prestigioso de la nación, la insignia de la apertura del hermético estado. Es allí donde Suki Kim se hizo pasar por misionera para poder impartir clases como profesora de inglés en la impermeable universidad. La PUST es la análoga de la YUST, la Yanbian University of Science and Technology, en el noreste de China. Ambas fueron fundadas por Kim Chin-kyung, un cristiano evangélico de profesión economista. Kim Chin-kyung es también James Kim, pero en Estados Unidos. James Kim tiene pasaporte americano, aunque también es ciudadano chino. James Kim luchó con el ejército surcoreano en la Guerra de Corea frente al régimen de Pyongyang. Tenía entonces quince años. Kim fue hecho prisionero en 1998 por el Gran Líder, Kim Jong-il. Pero ahora ya todo da igual. Aunque su país de adopción sea Estados Unidos, el enemigo acérrimo que promueve las sanciones internacionales sobre el gobierno de Pyongyang. O aunque sea cristiano evangélico, en la nación asiática donde portar una Biblia se castiga con la pena de muerte.
La PUST es una universidad protestante que se mantiene gracias a las donaciones de Iglesias cristianas evangélicas de todo el mundo, aunque la libertad de culto en Corea del Norte esté prohibida y perseguida. Los profesores de la PUST no tienen sueldo y tienen que pagarse los gastos, pero además continuamente son instados a realizar sobornos a las «contrapartes», eufemismo de la rancia censura norcoreana. El fundador y presidente de la PUST, Kim Chin-kyung, James Kim o presidente Kim, dice haber conseguido más de diez millones de dólares para poner en marcha tan exclusiva universidad.
En abril de 2017 se celebró la última ceremonia de graduación de esta excéntrica universidad privada norcoreana. Cien estudiantes recibieron sus títulos en ciencia y tecnología. Todas las clases durante los cuatro años de estudios habían sido impartidas íntegramente en inglés, la lengua científica y técnica dominante en el mundo. Todo ello en un entorno en el que los estudiantes creen, a pies juntillas, que el norcoreano se habla en todo el mundo. Sus materias cubrieron áreas como la agricultura, ciencias de la vida, ingeniería electrónica y eléctrica, informática o gestión financiera.
Pero ninguno del centenar de estudiantes licenciados había usado nunca internet. En Corea del Norte no hay acceso a la red de redes. Existe una intranet, una red censurada en la que se accede solo a información previamente descargada y a páginas patrocinadas por el Gobierno. Los estudiantes de la élite, y paradójicamente aquéllos que cursaban informática, no conocían a Steve Jobs o a Mark Zuckerberg. Los alumnos de ciencias de la PUST no tenían ni idea de en qué año se inventaron los ordenadores, y algunos lo fechaban allá por 1870. Los mejores estudiantes de carreras científicas y tecnológicas, incluidos los ingenieros, desconocían qué país fue el primero en llevar al hombre a la Luna. Pero sabían la fecha exacta de cuándo se lanzó el primer satélite norcoreano al espacio, el Kwangmyongsong-I. Por su parte, los alumnos más brillantes de gestión financiera no manejaban el concepto de capitalismo. Y todos ellos conforman la que se convertirá en la élite del país. Fuera de Pyongyang la gente se muere de hambre.
Ningún científico norcoreano ha hecho aportaciones significativas a la historia reciente de la ciencia o de la tecnología. Dentro de Corea del Norte, Kim Bong-han es uno de los pocos científicos reconocidos, primero, y silenciados, después. Nació en 1916, se graduó en Corea del Sur, y tras la guerra, se afilió al Partido Democrático de Corea antes de cruzar la línea en dirección al norte, abandonando a su familia al otro lado del paralelo. La mayor aportación de este cirujano fue proponer el mecanismo del funcionamiento de la acupuntura, una extravagante teoría que convino en llamar «el sistema primovascular», para lo cual utilizó un colorante azul «secreto». Kim Bong-han fue nombrado director del Kyung-Rak Institute, y el gobierno norcoreano le proveyó de microscopios y material radiactivo procedente de la Europa del este para sus investigaciones. Entre 1962 y 1965 publicó cinco artículos sobre acupuntura en la desaparecida Journal of Jo Sun Medicine, una revista norcoreana fuera del circuito internacional y donde los artículos no recogen la típica sección de materiales y métodos presente en todas las revistas experimentales indexadas, y que es la parte esencial para poder reproducir los experimentos.
Tras el primer artículo, Kim Bong-han recibió el Premio de la Gente del Gobierno norcoreano, unos galardones instaurados cuatro años antes con la intención de asemejarse a los Premios Nobel suecos, aunque con mayor proximidad a los Ig Nobel americanos. En 1961, y antes de la publicación de su primer artículo, anunció en el Simposio de la Escuela Médica de Pyongyang que había descubierto las estructuras anatómicas que respondían a los puntos de acupuntura y a los meridianos. Hasta el momento no existe descripción alguna del método seguido para la identificación de dichas estructuras. En 1966 el instituto fue clausurado sin explicación alguna. Desde entonces no se tiene ninguna noticia de Kim Bong-han.
Doblepensar, en la lengua de Oceanía, es la facultad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente. El intelectual del Partido sabe en qué dirección han de ser alterados sus recuerdos. Este proceso debe ser consciente porque sino no se verificaría con suficiente precisión, pero también tiene que ser inconsciente para que no deje un sentimiento de falsedad y, por tanto, de culpabilidad. El acto esencial del Partido es el empleo del engaño consciente, conservando a la vez toda la firmeza que caracteriza a la auténtica honradez.
Una de las mayores sorpresas que Suki Kim percibió en sus alumnos fue su capacidad desasosegante de mentir. Mentían de forma refleja, con naturalidad, como si la mentira les hubiese acompañado desde niños, como si fueran incapaces de reconocer la verdad, como si el embuste fuese un método de supervivencia, como si no distinguiesen entre verdad y engaño, llevando la falacia a los más altos estados de paranoia.
Aunque hace unos años la Korean Central News Agency (KCNA) anunciaba que había desarrollado una vacuna para el ébola y para el sida, la noticia acaba de ser propagada de nuevo a lo largo y ancho del mundo por la agencia de noticias norcoreana. Se trata del fármaco Kumdang-2, obtenido a partir del extracto de ginseng fertilizado en «raros elementos de la tierra y microcantidades de oro y platino». Un producto que, además, parece ser capaz de curar una pléyade de enfermedades que van desde diferentes tipos de cáncer hasta hepatitis, pasando por cirrosis, enfermedades venéreas, diabetes y un largo etcétera (las ampollas de tan fantástico remedio pueden adquirirse desde tan solo cincuenta dólares en internet). Para mayor gloria del producto y del país que lo inventó, la inyección de Kumdang-2, que significa «azúcar dorado», hace que los pacientes se sientan «más fuertes, frescos y felices» desde la primera dosis. Sea como fuere, este, y el resto de ejemplos, muestran los avances científicos y tecnológicos del gobierno del Líder Eterno, del solícito Sol del Siglo XXI y de la hegemonía del sistema de la Juche sobre la ciencia occidental. Esta es la ciencia que permite instruir al pueblo en conocimientos y ayudar a construir una nación próspera y que se convertirá en la envidia del mundo entero. Esta es la ciencia del país de los soldados y de los esclavos. La ciencia del clan de los Kim. La ciencia que florece en el país de la anhedonia. Bienvenidos.
Pues para ser un país que desconoce la Internet bien que hachearon en su día los servidores de Sony.. Y para no tener idea de ciencias, bien que construyen bombas de fision y de fusión, y lanzan misiles balísticos a varios miles de kilómetros… En fin
Una de las mayores sorpresas que Suki Kim percibió en sus alumnos fue su capacidad desasosegante de mentir. Mentían de forma refleja, con naturalidad, como si la mentira les hubiese acompañado desde niños, como si fueran incapaces de reconocer la verdad, como si el embuste fuese un método de supervivencia, como si no distinguiesen entre verdad y engaño, llevando la falacia a los más altos estados de paranoia.
hay que desplazarse a la Alta Corea para encontrar algo parecido?
La verdad es que a pesar de que no sean muy avanzados ni pioneros en nada, saben defenderse a base de copiar prototipos y técnicas, creo que esa es verdaramente su fuerte.
Creo que si no has leído 1984 el texto puede resultar un poco confuso (Miniver, Oceanía, las tres consignas del partido…)
Un saludo.
Excelente entrada
Quisiera, si me lo permite, hacerle una observación gramatical: «porque sino no se verificaría» → «porque si no…».
Gracias.
Saludos cordiales.