Es domingo por la noche y en el estadio Sánchez Pizjuán se ha visto un santo, un gigante, un extraterrestre, según los titulares, que de tanto describir la excelencia de Lionel Messi con el Barcelona dejan al lector como si se hubiera hecho cosquillas a sí mismo. Sin gracia. Pero alguien arriesga y muchos le siguen: es el mejor partido de su carrera. El Messi definitivo, el fútbol total embutido en un solo hombre. Y entonces, desde Argentina, llega una frase inevitable: a ver si lo repite con la selección. Diego lo hacía.
Ahora es jueves por la noche, han pasado cuatro días, y en el estadio Mineirao, en Belo Horizonte, Brasil, una sombra vestida con el 10 de la celeste y blanca busca paredes y desmarques, infructuosamente, entre las piernas de colosos vestidos de verde-amarelo. Argentina es atropellada, 3-0, en su clásico histórico y se mete en problemas para clasificarse para el mundial de Rusia. Desde Buenos Aires se escucha esta vez que el 10 nada pudo hacer en la catástrofe, pero que él solito debería haber resucitado a la selección. Porque Diego lo hubiera hecho.
La historia, a estas alturas, está más sabida que la tabla del dos: Messi es un señor que lleva diez años coronado en todo el planeta como el mejor. Muchos dicen que es el mejor de siempre, pero en su país algunos, bastantes, no lo creen así, y lo ilustran con cuatro simples palabras: Messi no es Maradona. Ya no se refieren al fútbol como juego —de eso ya se han hecho tesis, libros y manuales de discusiones bizantinas, resueltas con la misma frase redonda de las cuatro palabras—. Se trata del fútbol como catalizador social, filtro político y termómetro emocional de una tribu, en este caso un país llamado Argentina. Como en gran parte de Latinoamérica, allí la pelota es un vehículo de expresión, un motor de construcción nacional, un lugar donde reconocerse. En un país imposible de descifrar, en cuatro párrafos o cuarenta enciclopedias, basta poner un balón y sus ídolos detrás para retratarlo con facilidad.
Sabemos que hace treinta años elevaron a un hombre a la categoría de mito: Diego Armando Maradona. Lionel Messi, en cambio, lleva más de una década picando piedra para que lo consideren, al menos, ídolo. Y aún hay reticencias a subirle el pulgar. ¿Por qué? Eso mismo se preguntan en el país de los cuarenta millones de psicólogos. Para intentar explicar por qué Diego —y no Lionel— encarna la esencia de la argentinidad, acudimos a varios conceptos y dejamos en el aire una incógnita, en realidad la clave para rebatir el argumento dramático con el que un amigo de Buenos Aires zanja el asunto: «Cuando se muera, a Messi le llenan el velatorio y el cementerio. Pero a Maradona salen diez millones de personas a despedirlo».
1. La identidad
Existe una firma de diseño argentino que desarrolla líneas de productos a partir de la iconografía más reconocible del país. En su tienda, en el barrio de Palermo de Buenos Aires, se venden libros, tazas, libretas y prendas de ropa que remiten a la argentinidad, doscientos años metidos en iconos: el mate, la vaca, el tango, el fútbol; el Che Guevara, Carlos Gardel, Evita Perón y Maradona. De Messi, ni rastro. En las galerías nostálgicas de la calle Defensa, en el barrio de San Telmo, afloran ídolos entre los puestos: partituras con letras de Gardel, fotos de Evita dirigiéndose a las masas y ejemplares de la revista El Gráfico con Maradona luciendo pelusa. ¿Messi? Una foto con el Barcelona. En los establecimientos para turistas en la céntrica calle Florida surgen —al fin— camisetas de la selección con el 10 a la espalda. Pero sobre el número compiten, aún hoy, dos nombres. Sí, esos dos.
A la Pulga le costó años aparecer en las paredes de una ciudad repleta de murales, grafitis, stencils y fileteados. Y aún hoy lo hace tímidamente. Aún encima, cuando se le dio apoyo con un banderazo, la manifestación convocada para que volviese a la selección tras su anuncio de retirada, una tempestad dejó la postal desleída. Se esfuerza parte de la Argentina por mimar a aquel que aún es resistido por la otra parte en su traje de ídolo representativo. Más que identificación, se trata de identidad, de a quién se invoca para verse uno reflejado en el espejo como argentino. En esa tesitura se inclinan por Maradona, aunque haya demostrado más debilidades que virtudes, o más bien por eso mismo. Decía Eduardo Galeano: «Maradona es una especie de Dios sucio, pecador. Cualquiera puede reconocer en él una síntesis de las debilidades humanas, o al menos masculinas: mujeriego, tragón, borrachín, tramposo, mentiroso, fanfarrón, irresponsable». O, como se ha dicho en sucesivas ocasiones: «Maradona es el argentino que somos. Messi, el que queremos ser». Pero al segundo no se le rinde el homenaje.
Al fin y al cabo estamos hablando de un ser mitológico contra una pulga. Ni siquiera su historia de superación, un tratamiento de hormonas del crecimiento que le llevó a emigrar y así construir su propio sueño del pibe: la llegada a Cataluña, la servilleta de Rexach, —sábana santa del barcelonismo—, el estirón en La Masía y la explosión mundial. Y, además, lejos de su gente, lo que le ha condenado a pelear un reconocimiento total en su país. Sin embargo, Messi se esfuerza desde los trece años en ser el más argentino de los argentinos. Como una militancia patriótica embutida en la sangre, lleva más de la mitad de su vida viviendo fuera, pero rodeado de argentinos, casado con una argentina, comiendo carne argentina con sus amigos y familia que son, claro, argentinos. En realidad, el 10 vive una Argentina ucrónica y utópica tras su burbuja de cristal. Como decían en sus primeros tiempos en Barcelona, todos los días Leo sale de Rosario para ir a entrenar y vuelve a su ciudad después de la ducha. Pero ni el desgarro del desarraigo consigue acercarlo a Maradona, a los ojos de muchos de sus compatriotas. Más bien le juega en contra. Da igual el talento y su fútbol; se le demanda alma de prócer (que no tiene) para suplir al Diego, un fenómeno histórico, un héroe, un bálsamo en un momento puntual de la historia, aquel que llegaba adonde no lo hacían los políticos. Dictadura, Malvinas, democracia, deuda externa, hiperinflación, Maradona. Los ochenta en Argentina van de su mano. Lo dice Osvaldo Soriano en un cuento: «Don Salvatore, que seguía delirando, preguntó por qué, teniendo un jugador como Maradona, todavía no habíamos conseguido pagar la deuda con el Fondo Monetario Internacional».
Por si fuera poco, ha vivido por mil, casi muerto y resucitado varias veces, en trances que han provocado la identificación al grado máximo de sus compatriotas. Cuando metió un gol con la mano convenció a todos, en un requiebro retórico genial, de que había sido «la mano de Dios», y el argentino sintió que era él mismo el que tocaba la pelota con el puño ante Peter Shilton. Cuando lo sacaron del mundial del 94 tras un control antidopaje, le «cortaron las piernas» y también el argentino quedó mutilado. Tan somático todo, tan pegado a él que su solo nombre ya se ha convertido en verbo —«maradonear»—, tan moldeable en acepciones como su propio ser. Asegura Juan José Becerra que en su país solo puede haber un ídolo vivo, y que «hay tendencias de ciertos fragmentos de Argentina a concentrar en dramas individuales las totalidades más complejas». Y ahí está Maradona.
Messi aporta un manual interminable de fútbol, difícilmente abarcable por su riqueza, versatilidad, jerarquía. Pero ni sus quinientos goles, cinco balones de oro, ocho ligas y cuatro champions igualan el palmarés intangible del Diego. Ese nosequé que hace respingar el cuero cabelludo cuando se le nombra. Leo hace historia cada tres días como director de una orquesta que ha cambiado el fútbol, que dijo Menotti. Pero no enamora a los suyos. Cuestión de piel en un país que tiene un papa y un Diego. Volviendo a la marca de diseño, cada icono es acompañado de un párrafo que glosa su vida. En el de Maradona les bastan cuatro palabras: «Materialización argentina de Dios».
2. El relato
Siete, ocho, nueve toques de cabeza, la pelota baja a la zurda, vuelve a la cabeza, la equilibra reculando, la baja a la pierna de nuevo. Corte y pregunta: ¿Cuál es tu sueño? «Mis sueños son dos, el primero es jugar el Mundial y el segundo es salir campeón». Habla Diego Armando Maradona en Villa Fiorito, aún en blanco y negro. Tiene diez años y ha pronunciado en público el prólogo de su novela. Aunque, como ya se sabe hace tiempo, esa última parte está editada a mayor gloria. Tras lo de «salir campeón» le cortaron «de octava», la categoría alevín de Argentina, y no «del Mundial», como se presupone por omisión. Pero así quedó para la historia. Años después, con otro protagonista, la imagen de los toques se repite, la pelota en la zurda botando también. Sucede en un campeonato en el que juega el equipo de la categoría 1987 de Newell’s Old Boys en Perú. Pero al contrario que Diego, el muchacho, Lionel Messi, no habla.
Cuando Maradona se traslada, con trece años, desde la villa miseria del sur del gran Buenos Aires a Capital Federal para jugar en Argentinos Juniors, una cámara sigue a toda la familia: es la primera estrella futbolística precoz y mediática. A esa misma edad, pero casi treinta años después, Leo se va con su padre a once mil kilómetros de Rosario para intentar triunfar. Y lo hace, como siempre, en silencio. No hay relato de Messi. Esa palabra, con el correspondiente tinte argentino, se refiere a la historia que se genera alrededor de algo o alguien y que consigue lustrar laureles y tapar defectos. Un discurso, un hilo lírico necesario para que el país se identifique con él y lo encumbre. La Pulga no lo tiene y, si lo tiene, no lo utiliza. Quizás porque nunca le hizo falta. Cuentan hoy sus amigos de la infancia que Leo no era el chaval retraído que arruga el labio o abre un Chupa Chups cuando lo aprietan, como se cree. Era travieso, uno más de una banda de barrio, el renacuajo diabólico amigo de todos, y sobre todo de la pelota. E hincha de Newell’s. Se habla de tardes en las que salía en el descanso de los partidos de Primera a hacer malabarismos con los pies. Pero no hay foto de un debut en un estadio lleno. No hay tampoco el recuerdo en el hincha de «aquel pendejo que la rompía en la cuarta y lo subieron a Primera con quince años». Porque todo eso ocurrió en Barcelona, muy lejos de la factoría donde se amasan los ídolos. Messi empieza a construir su historia en tierra ignota y se refugia en lo que sabe hacer, jugar al fútbol. Maradona, entretanto, explota su carisma con una recolección de frases que jalonan su trayectoria y que se incorporan, incluso, al diccionario popular argentino. En el mismo partido de la mano de Dios, Víctor Hugo Morales se encarga de inmortalizar «la jugada de todos los tiempos», hoy recitada como una letanía patriótica, desde el «agarra la pelota Maradona, ahí la tiene Maradona, lo marcan dos» hasta el «ta ta ta» pasando por el «barrilete cósmico», hallazgo de Víctor Hugo que define a la perfección a Maradona (y que conviene aclarar, porque en España aún se cree que un barrilete cósmico es un señor chaparrito paseando por las estrellas, cuando en realidad en Argentina eso, barrilete cósmico, significa cometa; de ahí el «de qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés»).
Messi marca goles maradionanos, con la mano y de barrilete cósmico, pero no se hace acompañar de referencias reconocibles en su país (esos goles se los hace al Espanyol y el Getafe, que hoy en Argentina todavía muchos pronuncian «Guetafe»). Como mucho, le dejan alcanzar la sombra de su eterna comparación. Es como Maradona, pero. No hay definición para él. Si acaso, la aproximación más brillante, la de Hernán Casciari: Messi es un perro. («Se lo ve como en trance, hipnotizado; solamente desea la pelota dentro del arco contrario, no le importa el deporte ni el resultado ni la legislación. Hay que mirarle bien los ojos para comprender esto: los pone estrábicos, como si le costara leer un subtítulo; enfoca el balón y no lo pierde de vista ni aunque lo apuñalen»). Por eso, para quien busque comparaciones, quizás haya que ir más allá de la excelencia futbolística y centrarse en el relato.
En la trituradora argentina de ídolos triunfaron los de vida azarosa y mediática. El boxeador Carlos Monzón, encarcelado por el asesinato de su mujer y luego fallecido en accidente de coche. El automovilista Juan Manuel Fangio, secuestrado por revolucionarios cubanos en puertas del castrismo. El también púgil Ringo Bonavena, asesinado en la puerta de un prostíbulo en Estados Unidos con solo treinta y tres años. Y, claro, Maradona, inigualable en las líneas rectas y en las curvas, con una larga adicción a la cocaína de la que todo el país fue participando de una u otra manera: en los rumores de las noches de Barcelona, en las fiestas de Nápoles que terminaron con el doping de 1991, poco después de llamar «hijos de puta» a cámara y con la boca bien abierta a los tifosi italianos que pitaban el himno argentino en el Olímpico de Roma en la final de su mundial, la posterior detención en una redada en Buenos Aires, el doping en el Mundial del 94 por efedrina tras la recuperación milagrosa para llegar a tiempo de jugar otro campeonato, su flirteo con la muerte y resurrección en 2004 y algunos otros sustos después. Y las imágenes: aquella celebración poseída, nuevamente a cámara, en el gol a Grecia en el 94, días antes de darle la mano a Sue Carpenter, inolvidable enfermera estadounidense que caminó hasta el centro del campo para llevarlo a hacer el control antidopaje que lo condenaría. Y para rubricar todo eso, la retahíla de frases imperecederas, una churrería de epitafios que llegó al paroxismo en su época de seleccionador. Cuando Argentina se clasificó in extremis de forma directa para el Mundial 2010, dedicó la victoria en Uruguay a los críticos de su selección con aquel «que la chupen, que la sigan mamando». Lo completó con un inefable «la tenés adentro» a un conocido cronista en plena sala de prensa, con tanto éxito que enseguida se transformó en LTA, siglas convertidas en expresión de uso corriente y que ya salen hasta en la desambiguación de Wikipedia, con el copyright del Diego de la Gente, como el mismo se hace llamar.
Messi, mientras, sigue perforando redes sin altibajos ni salidas de tono ni imágenes para guardar, sin manos de dioses ni tobillos hinchados ni piernas cortadas ni enfermeras de la mano, cocaína, efedrina, Claudia y las nenas. Durante gran parte de su carrera los únicos titulares que dio fuera del campo los generaban sus modelitos en las galas del Balón de Oro, cada año más campanudos. Y últimamente sus tatuajes, directamente horrorosos. Pero desde 2013 pelea, a duras penas, por salir airoso de un litigio con la Hacienda española, que le reclamó más de cuatro millones de euros por fraude fiscal por sus derechos de imagen. De aquello quedaron las imágenes de los Messi, padre e hijo, entrando al juzgado como quien entra a un estadio, con vallas cerrando el paso a cientos de hinchas enfervorizados y periodistas deseosos de un gestito del siempre cabizbajo Leo. Ya dentro, una foto de banquillo y dos frases. Una de él: «De la plata se ocupa mi papá». Y el papá: «Yo de eso no entiendo nada, es chino básico».
3. El exitismo
En 2009 yo trabajaba como analista de fútbol internacional en la cadena de televisión deportiva argentina TyC Sports. Aquel año hicimos una serie de programas con el ilustrativo título de El mejor después de Diego, en el que el voto popular elegía al «segundo mejor jugador de la historia», porque no se ponía en duda quién era el primero. No ganó Pelé, ni Di Stéfano o Cruyff. Ni, obviamente, Messi. Venció Juan Román Riquelme.
En otros programas de debate en los que participé durante años eran recurrentes las preguntas sobre Lionel, un caso críptico de futbolista que arrasaba al frente de una máquina futbolística —el Barcelona— y automáticamente mutaba en jugador tibio con la selección argentina. Un día me pidieron una opinión al respecto para un reportaje, junto a exfutbolistas, entrenadores y hasta un psiquiatra. Si era anímico o táctico, futbolístico o personal. Tenía Messi veintidós años y se me ocurrió decir una boutade: que en Barcelona llevaba la mitad de su vida jugando siempre a lo mismo y en la selección tenía que acoplarse a cincuenta estilos diferentes. Siete años han transcurrido y me siguen llamando de medios argentinos para desgranar el mismo asunto. La respuesta sigue siendo la misma.
En el mismo país donde se valora la frescura vital y la creatividad, donde hay cintura para el verso libre, donde no se castiga el desparrame personal aunque afecte a lo profesional, ay, se castiga con dureza el oprobio de la derrota. Dos apuntes coloquiales apuntalan esa sensación: la «amargura» y el «pechofrío». A Messi durante años, muchos, se le aplicaron esos dos conceptos. Hasta se decía que no cantaba el himno argentino porque no lo sentía. Cuando parecía que conquistaba al fin el corazón de sus compatriotas y se empezó a tener claro que sí, que Leo era el mejor del mundo, llegó algo peor: ser subcampeón, algo imperdonable en la cultura futbolística argentina. Las finales, como los clásicos, no se juegan: se ganan. Si no, excuse volver a casa; es usted un fracasado. Acumulando tres finales perdidas en tres años, Messi terminó explotando como un globo hinchado de rabia. Ocurrió en la zona mixta tras la final de la Copa América Centenario de 2016, en la que él falló el penalti decisivo frente a Chile. Un año antes ya había salido derrotado de otra Copa América en similares circunstancias, y a ello se sumaba la final perdida del Mundial de 2014: «Es increíble, pero no se me da. Ya está, se terminó para mí la selección, no es para mí. Por el bien de todos, por mí y mucha gente que desea eso, que no se conforman con llegar a las finales y no ganarlas. Lamento más que ninguno no poder ser campeón con Argentina pero es así, no se dio y lamentablemente me voy sin poder conseguirlo». Hubiera sido otro cantar si Higuaín o Palacio llegan a marcar los goles regalados que les llovieron en la final del Mundial. Pero ellos no fueron Burruchaga y Messi pasó del blanco al negro. Eso es lo que en Argentina llaman «exitismo», el amor desmedido por el éxito, normalmente practicado por aquellos que dan en llamar, despectivamente, «panqueques», aquellos que dan la vuelta a sus opiniones en función del resultado, como una tortilla o un crep (panqueque).
El fútbol es en Argentina un circo mediático con poca comparación en el mundo. No menos de cinco televisiones retransmiten en directo los entrenamientos de la selección —aunque sean a puerta cerrada— o una simple salida en avión, o una llegada a un hotel. Hay audiencia que demanda minutos de ídolos pasando por sus pantallas y los canales se los da —¿o será al revés?—, y cuando terminan los actos empiezan las interminables mesas de debate. En tantas horas de opiniones a calzón quitado es imposible mantener un equilibrio, una línea sana de opinión. Y ahí nace el panquequerismo, arrastrado por el exitismo que tanto ha influido en los ídolos deportivos argentinos.
Volviendo a Juan José Becerra, dice que hay una diferencia sutil en la forma de lidiar con la derrota. En las duras Maradona siempre reacciona como víctima (de la FIFA, de Grondona, de la prensa: «Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha») y Messi, en cambio, se siente culpable, y de ahí sus palabras y su abandono momentáneo sin reproches, una forma de protegerse ante lo que ya le retumbaba en los oídos mientras fallaba el penalti: pechofrío y amargo. Y todos derechitos al diván.
4. ¿Una cuestión generacional?
No me pregunten por qué o cómo llegué allí, pero la final del Mundial de Brasil la vi rodeado de la familia Messi, en la grada de Maracaná. A mi lado, su padre y hermano. En la fila superior, su madre, mujer e hijo. En el minuto 120, después de las ocasiones inenarrables de Higuaín y Palacio, después del gol de Götze en el 113, la atmósfera se relajó en aquella tribuna donde había miles de argentinos. Durante las horas previas, con la adrenalina desatada, hubo peleas, insultos y empujones cada dos minutos, entre argentinos y brasileños disfrazados de alemanes. Y cuando temíamos de todo menos una conferencia de Yalta en pleno Maracaná, vimos entonces cómo una procesión espontánea de gente, sobre todo argentinos, pero también brasileños y alemanes, se acercaban al lugar que ocupaban los Messi para animar al padre, a la esposa, y decirle que no pasaba nada, que «estaba todo bien». Milagro.
Y entonces uno se dio cuenta de la edad de la gente que por allá pasaba como en un besamanos: la mayoría tenían menos de veinticinco años y había niños con lágrimas en los ojos.
Argentina, como el fútbol, ha cambiado, no sabemos si mucho o poco, pero suficiente para creer que en un par de décadas habrá otros debates, y Lionel podrá ser admirado con distancia, poniendo el angular que ahora le falta a muchos de sus coterráneos. Seguramente en Argentina se siga dando vueltas a las comparaciones con Maradona, pero todo será diferente: una generación entera habrá visto a Messi en su interminable esplendor y lo narrará a su antojo. Y es hoy el día en que los chavales, también en su país, quieren ser la Pulga en el patio del colegio, igual que en la generación anterior siempre hubo un Maradona en cada equipo. Él fue el ser nacional en una década clave para Argentina y a Leo no le toca ese rol porque el país ya no es así, ni tampoco el mundo del fútbol en general, cuyos gestores intentan, sin ambages, destruir la cultura del hincha. A menos que logren dejar al fútbol con sabor a yogur caducado, una idea, solo comprobable en el tiempo, permanece: Messi se estudiará como un marciano que rompió moldes en el deporte. Y eso, quizás sin una lucha identitaria, tan dependiente de una narrativa y tan resultadista, puede que haga un poco más borrosas las fronteras de la idolatría e iguale en Argentina, por una vez y para siempre, a Messi con Maradona.
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Muy simple, Messi nunca será Maradona porque no hay otro Bilardo.
MESSI, es mucho MAS que Maradona, lo que no es mas, es el seleccionado de futbol Argentino actual y sus directivas; que Leo juega solo en este llamado equipo, es una constancia hace 3 años, y los demas no desean darse cuenta, porque su EGO individualista no les ha permitido visualizar, lo que si ha logrado el FC Barcelona, el concepto de lo COLECTIVO, ALREDEDOR DEL MEJOR JUGADOR DE LOS TODOS LOS TIEMPOS, Y LA PERSONA DESDE ESTA POSICION MAS SENCILLA Y HUMILDE, no propiamente influenciado por Maradona..
¡No!, es que usted no entendió nada. No estamos hablando de Cristiano. Estamos hablando del segundo mejor, ese tal Messi. Qué se me pierde usted…
«por qué Messi (aún) no es Maradona» Porque es yn hombre de bien, sin afición a químicos y sabedor de su valer
lamentablemente va en camino a todo eso, ya estafa, se tatúa, putea a la tribuna, patea tachos de odio y se cree un ser superior…dale tiempo, vendrán los cuernos, la droga, los excesos…son lugares donde los ponen que superan la dimensión humana y los humanos…humanos son.
Messi no tiene ningún carisma fuera de la cancha, no habla ni bien ni mal, simplemente no habla.Y lo más seguro es que sepa bien lo que hace porque cuando no eres una lumbrera y sí un soso por naturaleza, lo mejor es permanecer calladito. Maradona era y es otra cuestión, un bocazas que no callaba ni bajo el agua pero con el que se podían y todavía pueden identificarse, toda esas ingentes multitudes argentinas del sector «grasa» de su sociedad.
Messi y su título de mejor jugador del mundo no es comparable a Maradona, sino a Martín Karadagian. Lo que haga en la pantomima del fútbol europeo no interesa. Basta verlo parar una pelota a Maradona para saber qué es el mejor.
Claro, si eres argentino todo esto es primordial, pero si eres de cualquier otra parte del planeta estarás eternamente agradecido a Messi por lo que muestra en el Barça. Es así, y es natural que así sea. A los que no somos argentinos nos da mucha pena que Messi no consiga éxitos con su selección, pero nos da pena más que nada por él mismo.
Su sapiencia futbolística está a la altura de la ortográfica. Felicidades
Messi fuera del barsa no es nada, el tema no es la selección. Alguien que hizo toda su carrera en un único plantel no es comparable con Maradona. Si no le dan la mesa servida…no funciona.
Pero que dices¡¡…..si en tres años llevó a su selección a tres finales incluida la del Mundial. Tirando del carro las tres.
Messi sólo ve la pelota, es retardado para todo lo demás.
Maradona es la «mano de dios». Messi es el mesías del futbol mundial de todos los tiempos, al menos hasta que otro jugador le haga sombra; y si en Argentina no ven sus resultados, será porque no tiene a jugadores que compenetren con él acciones de gol. En España sí, y muy buenos, tanto locales como extranjeros. El mal resultado de una selección no depende de un jugador, sino de todo el equipo.
Tengo una opinion diferente. El equipo fue el que puso a Messi en una Final del Mundo. Messi jugo bien la fase de grupos y despues fue uno mas en la fase eliminatoria. Argentina no es ni de cerca el Barcelona y es un equipo bastante limitado, pero en ese Mundial fue el equipo el que llego a la Final por meritos de muchos de sus jugadores, pero Messi no fue el mejor. A mi entender, no estuvo ni entre los 3 mejores de ese mundial. Creo que por eso a muchos les cuesta verlo como idolo. Por otra parte se considera que los argentinos que prefieren a Maradona son exitistas, pero los principales argumentos que se utilizan para determinar que Messi es el mejor de la historia son la cantidad de titulos que gano y de la que fue parte fundamental. Yo por mi parte creo que Maradona es mejor que Messi porque jugo mejor al futbol y porque naci en un mundo en el que Maradona era dios. Pero el articulo asume que muchos argentinos ven con buenos ojos la vida de Maradona y en mi experiencia no es tan asi, nadie quiere la vida de Maradona.
Saludos
iba siendo hora que se fuera aceptando….
Cada vez que a Messi se le compara con Maradona a Messi le da un disgusto muy grande
TE LO DIGO MAS FACIL MARADONA ERA MAS JUGADOR COMO CREO QUE TAMB PELE MESSI ES EXCELENTE PERO NO CALZA LOS PUNTOS DE LOS ANTES NOMBRADOS LA PREGUNTA SERIA DIFERENTE CREO PQ CREEN TANTOS QUE ES EL MEJOR AUN QUE MARADONA O PELE . PARA SER EL MEJOR CONFLUYEN MUCHAS COSAS NO SOLO JUGAR LINDO TAMB GANAR CUANDO HAY QUE GANAR Y TENER CARACTER ANTE LAS ADVERSIDADES DEL JUEGO Y SUS CORRES´PONDIENTES PRESIONES POR SER TAL O CUAL COSSA QUE CREO QUE PELE COMO MARADONA LO HACIAN POR DEMAS MOSTRANDO SU CARACTER SU CASTA EN LAS MAS DIFICILES EN CAMBIO LIONES ES UN BUEN CHICO QUE SE CAE Y DEPRIME EN TALES CIRCUSTANCIAS NO PUDIENDOSE LEVANTAR Y SER EL MISMO ANTE ELLAS X ESO MARADONA Y PELE FUERON INFINITAMENTE MEJORES PQ FUERON UN COMBO Y NO TAN SOLO UNA PARTE DE LO QUE LLAMAMOS SER UNICOS LIONES SEGUIRA IGUAL SIENDO EL MEJOR DE ESTA EPOCA Y UN SENSACIONAL JUGADOR DE FUTBOL PERO MAS CRECA DE LOS MORTALES QUE EL DEL OLIMPO DE LOS ANTES MENCIONADOS ESA ES LA SUTIL DIFERENCIA Y POR DEMAS DEMOSTRADA VARIAS VECES .
Mira he visto jugar a maradona en la liga 3 años y a messi muchos mas. Maradona fue un buen jugador quizas el 3 del mundo pero no le llega ni a las alturas a Messi. Maradona ganó un mundial y una liga en el napoles. Eso es todo aunque os ralleis los argentinos comparado con messi es un paquete
Si a Messi le hubieran dado las patadas que le dieron al Diego, se habría rilado al segundo partido. Ese es el mérito de Diego, hizo campeones a equipos mediocres y sufriendo la década más violenta de la historia del fútbol y, tal como han dicho por ahí, si a Messi no le dan la mesa puesta (es decir el Barsa), no hace nada.
Además si para adular a Messi, desprecias a otro, es que no encuentras argumentos ni debajo de las piedras o, más probable, no has viso jugar a Maradona nada más que en reprtajes.
Oye, no sabes comunucarte sin chillar tan histericamente? Vaya dolor de ojos!
»Tambien hay que ganar cuando hay que ganar». Sera que Messi no gano nada hasta ahora, no te jode. No gano nada en la selecion argentina porque sus colegas son en mayor o menor medida unos tuercebotas, pero, cuantas copas de Europa, de campeones de liga o de Uefa gano Maradona? No se me ocurre mas que una, y fue de la uefa. El mejor, ya sea deportista, musico o lo que sea, no siempre es el mas popular, o el darling del pueblo.
Si un control o un gesto técnico es lo le hace a uno mejor, entonces a lo mejor resulta que el mejor es Zidane o Iniesta. Está bien que en Argentina sea todo Maradona. Fue Maradona en su Mundial y se lo trajo. Pero en el resto del mundo nos quedamos con el que es Maradona todos los días.
Magistral desde la primera palabra hasta la última. Y «panquequerismo» ¡qué hallazgo!
Me quito el sombrero, Don Arturo.
Para controles Maradona, tanto millennial que adora a Iniesta; que el pequeñin se atufa cuando le soplan la espalda, Maradona soportaba faltas, hacia magia y luego ganaba. Millennials… y luego porque les pegan…
Messi hace muchísimos años que dejo atrás a Maradona, quien nunca fue más que un jugador canchero con algunas genialidades, mas bien pocas, a lo largo de una carrera bastante problemática, hasta la fecha, nadie ha tenido una carrera tan genial como la de Messi, y parece difícil que pueda surgir otro igual. El problema que tienen los argentinos es que su selección no consigue títulos, pero miren alrededor de Leo y comparen el entorno en que juega y conpárenlo con quienes jugaban con Maradona.
Maradona fracasó en el Mundial’82, fracasó en el Barcelona y sólo triunfó en Europa en u n club modesto, sin pretensiones, como el Nápoles. Pero los números favorecen netamente a Messi sobre Maradona, que nucna fue un goleador, aunqie sí un excelente jugador. Cuando dejó el fútbol, las drogas y las malas amistades lo convirtieron en una persona lamentable. Hoy dice blanco, mañana dice negro y los argentinos aplauden sus barbaridades. Fue un DESASTRE como entrenador y tiene mucha ENVIDIA de Messi, que es todo un señor. Como dicen los argentinos «Maradona fue…». Hoy el fútbol mundial se mira en el espejo de Lionel Messi y su señorío, dentro y fuera del campo. Los argentinos han perdido el norte, el fútbol está en manos de los barrabravas, que son unos delincuentes y erigen a Maradona como ídolo. Pero no hay color. Messi ya lo dejó atrás. Sólo le falta que que aparezan un par de muy buenos futbolistas argentinos que lo acompañen en la gesta, para poder ser campeones mundiales. Un hombre sólo jamás ganó nada en el fútol.
Maradona fracasó en el Barcelona? tú hablas por hablar o porque tienes un ordenador en tu casa. No lo has visto en tu vida.
Yo estoy de acuerdo con Jose Maria. Maradona no gano una liga con el Barsa.
«El fútbol es en Argentina un circo mediático con poca comparación en el mundo». Esta frase me impacto de verdad. Soy Argentino y la siento así.
Decía Eduardo Galeano que lo único que no se perdona en este mundo es el fracaso. Y decía Kipling que hay que tratar de la misma forma a esos dos impostores que son el Triunfo y el Fracaso. Y es así, porque la diferencia entre ambos muchas veces no es sino un golpe de suerte. La pelota que pega en la cinta y cae a un lado u otro de la pista. Si a Maradona le anulan aquel gol con la mano, o si falla Burruchaga en la final; si Higuaín mete aquella tan clara… Entonces, ¿qué? ¿Hablaríamos de lo que Messi es y Maradona no pudo ser? ¿No es absurdo reducirlo todo a un resultado? Messi es maravilloso por cómo juega al fútbol, no por los títulos que ganó. Lo segundo puede ser o no consecuencia de lo primero. Alfredo o Johann nunca ganaron un mundial, pero ¿a quién le importa?
Si lo que priva en Argentina, en un porcentaje diría que aterrador, es la cultura de lo «maradoniano», es simple comprender porqué el país está cómo está. Maradona fue un extraordinario jugador pero el gol a los ingleses fue con trampa, y eso es lo que adoran muchos argentinos, la trampa. La excusa le ganamos a los ingleses, antiguo imperio capitalista que nos ha robado, etc, etc., etc..Por eso hay tanta corrupción desde hace décadas y un país caótico. Me importa un bledo lo que se expone en Palermo para turistas como imagen de Argentina. También creo que Messi se equivoca demasiado tratando de «comprar» el afecto argentino. Nadie le ha enseñado, me parece, que eso se tiene o no. Y que si es no, que les den a todos, como dicen los españoles. Messi jamás podrá el maradona influyente, gracias a Dios, y Maradona jamás podrá ser el Messi millonario y también extraordinario jugador, que pese a todo sigue siendo más o menos humilde. Eso no lo aprendió en Argentina, salvo alguna enseñanza familiar, sino en la Barcelona, segunda hoy ciudad de España. Mientras sigamos adorando ídolos de barro no hay nada que hacer. Por eso no deseo que Messi se convierta en eso, que siga su camino y punto. Esa batalla, ganar un mundial para ser querido, la tiene perdida porque aunque lo gane, «el pueblo» seguirá prefiriendo las andanzas de un peligroso mentiroso. Así nos va.
Acertadas palabras.
Como digo siempre. Eliminamos el fútbol por 8 años y somos Finlandia.
Messi no es Maradona cierto, debería bajar su nivel un tanto para llegar a Maradona. Mesi no bajará su nivel para eso….no le hace falta, es el mejor de la historia…sencillo..
Nada, denle las vueltas que quieran, jamas y digo bien jamas, Messi llegara ha ser idolatrado como Maradona.
Ya puede ganar 40 pelotas de oro y quedar como el maximo goleador de todos los tiempos.
Simplemente aparte de una cuestion futbolistica, es una cuestion de corazón, es algo visceral y no, no solo es un debate argentino, todos los que tenemos una edad y tenemos la suerte de haber visto a Maradona, sabemos de lo que hablamos.
Lo siento por Messi, la historia la escriben los genios, no los hombres que lo hacen muy bien.
En definitiva es como comparar un producto de supermercado, con envoltorio de puta madre, con un producto genuino salido de la tierra, como madre lo trajo al mundo, a las personas, a la gente de verdad, no se le engaña con lucecitas y baratijas.
Pingback: Por qué Maradona y no Messi encarna la esencia de la argentinidad
Maradona era un enganche clásico, el diez, el trescuartista; Messi es un segunda punta. Maradona ha sido el jugador más brillante técnicamente de la historia, pero el rendimiento de Messi es muy superior al que ofreció Diego. Maradona creaba y agredía como los dioses; Messi agrede y define como los dioses; Maradona se echaba al equipo a la espalda y asumía toda la presión; Messi ejerce el liderazgo desde el silencio y también asume toda la presión; Maradona, pese a ser bajito, era elegantísimo; Messi, pese a ser bajito, es rapidísimo; Maradona regateaba con el engaño, ofreciendo la pelota y cambiando bruscamente la posición del pie en el último segundo para sortear a los defensores; Messi regatea engañando con permanentes cambios de dirección, manejando la pelota a golpitos, tas, tas, tas….hasta que es demasiado tarde. Maradona tenía una precisión incomparable cada vez que golpeaba la pelota; Messi reserva la máxima precisión cuando de encarar al arco se trata. A Maradona le pegaron más que a ningún otro en una era de excesiva permisividad arbitral con los defensas; a Messi, gracias a Dios, la mejora arbitral le permite un lucimiento y una ausencia de castigo por los contrarios que cualquier buen aficionado al fútbol y a la belleza debería agradecer. Ambos son igualmente argentinos. Ambos son gigantes del fútbol. Y el resto es palabrería
Es cierta toda la dicotomía que expones; por otra banda, cambia el contexto futbolístico y muchas cosas más. Obviamente, ambos tienen un manejo técnico bestial, si bien es cierto que en un alto porcentaje de casos (comprobables viendo partidos de los años 70 y 80) los terrenos de juego de la era de Maradona eran incomparables (por lo malos) con los actuales y requerían una precisión técnica mucho mayor, pues la trayectoria del balón era sumamente errática.
La otra gran diferencia es la profesionalidad: si es cierto que Maradona probablemente sea el futbolista con más técnica de la historia y uno de los de mayor talento (entendido como inventiva), su desempeño era nefasto, no se cuidaba y ahí están sus fiestas, adicciones, tendencia a engordar y estar fuera de peso, etc. En eso Messi es incomparable y su rendimiento no admite comparación (los números cantan). A la edad de Messi ahora (31) Maradona ya estaba sancionado (15 meses) por consumo de cocaína en Italia y en clarísimo declive, de hecho, ya no se volvió a asomar a su mejor momento (Argentinos Juniors y Boca; Napoli 85-87) ni de broma.
Nadie lo definió mejor que Valdano : Messi es Maradona todos los dias. Diego, fue muy grande pero su nivel futbolistico por unas u otras razones, sólo lo alcanzó en dos años: su Scudetto con el Napoles y el M 86. Luego exxisten leyendas falsas en torno a esos equipos. El Napoles no eran ni mucho menos diez tuercebotas más Diego. Tenian un muy buen equipo : Di Napoli, Careca, Ferrrara, Carnevale…. La selección argentina del 86 era en lineas generales superior a la actual. Comparemos: Bilardo vs Bauza ( Martino, Sabella) Pumpido vs Romero. Brown vs Demichelis, Ruggeri vs Otamendi, Burruchaga, vs Higuain, Valdano vs Di Maria, Batista, vs Biglia etc, etc. Personalmente pienso que Maradona sólo supera a Messi en carisma personal. en cualquier otro aspecto del juego Leo es superior a Diego.
La selección del 86 mejor que la actual? me parto la caja. Brown fracasó en el Murcia!!!!!! del resto… pero que decís eran para llorar….. Diego con la actual hubiera campeonado todos los mundiales. La mejor selección argentina fue la del 78, pura clase Ardiles, Pasarella, Mario Kempes).. La del 86 era lamentable. Alabar un equipo mediore como el Napoli aquel….. no comment.. poner nombre solo porque suenan bien es de chiste. El icono de los italianos era Bagni, un trotón de traca. Careca era bueno y luego estaba Diego.
En la alineación del 78 te dejaste a Videla. Con respecto al Napoles, te falta también Alemao, que no era cojo. Una liga ni es un torneo de treitantantos partidos que premia la regularidad. Es imposible que ni siquiera un genio como Maradona,sin un equipo sólido que le respaldara. Te recuerdo que por alli andaban El Milan de Sachhi y una gran Juve. Para ganarles una a esos, necesditas además un bloque muy sólido. Eso eran el Napoles y la Argentina del 86 e incluso del 90.
Si lo que tiene Maradona es carisma, pues vaya carisma. Perfecto para el hampa.
¿Seria Messi capaz de ganar la Liga con un Villarreal? ¿O con un Sevilla incluso? Eso era el Napoles de aquella época, un muy buen equipo pero no el mejor de Italia. Si esa respuesta es sí, estaremos mas cerca de poder compararles…Mientras tanto…Y ojo, el Barça ha ganado lo que ha ganado por Messi, eso también hay que decirlo.
Los pitos al himno argentino y el famoso «hijos de puta» a los hincas italianos no fue en la final sino en la semifinal, y no se jugó en Roma, se jugó en el estadio San Paolo en Nápoles.
Pues claro que el Sevilla podría ganar una liga con Messi. Es más, incluso el Madrid hubiera ganado mas de una de las últimas ocho con Messi.
me vab a disculpar, yo los vi jugar a ambos. a Maradona justo antes del mundial del 94. Maradona era capaz de hacer con la pelota (y su seleccion) cosas que Lio nunca imagino ni sera capaz de hacer ni en os entrenamientos. los numeros le apoyan, pero eso es quedarse en estadisticas que no dicen nada respecto a que Maradona supera con creces a Messi futbolisticamente. una cosa es pasarse a los defensas del getafe y otra psarse a media seleccion britanica en una definicion en un mundial. ademas lio jeuga en un suoer equipo, otra cosa seria que sacara campeon al celta como maradona al Napoli. Messi tendra mas copas y goles (porque es goleador a diferencia de Maradona), pero el repertorio tecnico, la delicadeza, exquisitez,, solidaridad e inteligencia de Maradona en el campo de juego, son y seran siempre de otro planeta. Messi es un record man. Maradona un artista. Y ojo que no soy argentino.
Es que no hay debate….considerando la diferencia de Messi con sus rivales y que el fútbol es el deporte con más practicantes,hay que decir que no es sólo el mejor futbolista de todos los tiempos también el mejor deportista de todos los tiempos.
No es posible comparar el fútbol de hoy día con el de hace 25-30 años, el juego ha cambiado mucho en estos años.Digo esto porque una valoración objetiva no es posible, dicho esto en mi opinión la cosa está clara.Messi es muy bueno, es el mejor de los actuales, ha ganado muchos más títulos a nivel de clubs, sus números son alucinantes,pero Maradona era un genio.Así de simple.
Soy argentino y me encantó el artículo, resume todo perfectamente. Igual Messi ya es universalmente aceptado en la Selección. Hoy se le critica que obligue a los técnicos a convocar a sus amigos (Aguero, Higuaín, Di María, Romero, etc.) que dan pena cuando se ponen la albiceleste, y no su rendimiento futbolístico; todos te dicen que hay armar un equipo con gente nueva, hacer lo que hizo Tité en Brasil: Messi (Neymar), los pocos que por ahí sirven, y jugadores nuevos que no tengan la mochila del reciente pasado. En la comparación con nuestro Pelusa, hay que tener en cuenta algo clave: Maradona salió campeón del mundo en un momento durísimo para el país pero al mismo tiempo de mucha esperanza (por el regreso a la democracia y la «primavera alfonsinista»). Y no sólo eso, sino que encima le ganó -con el mejor de la historia y otro con trampa- al país que nos había derrotado 4 años antes en una guerra. Sería estúpido pensar que eso fue una «revancha», pero la sociedad lo tomó como un pequeño descargo (también fue muy significativa, en su momento, la Intercontinental que Independiente le ganó al Liverpool en el 84); fue una manera de hacerle frente a la derrota del país a manos de Inglaterra y la dictadura, por eso Maradona no fue un jugador, fue un héroe social, un «D10S» que logró canalizar una reivindicación nacional a través de algo que llevamos tan adentro como el fútbol. Al respecto recomiendo el texto «Me van a tener que disculpar» de Eduardo Sacheri. Lamentablemente Messi no va a poder lograr eso. Futbolísticamente va a superar al Diego, pero no va a poder ser igual de ídolo, porque para serlo en este país a veces tenés que ser de otro planeta, y tener el momento social indicado (a Bielsa también se lo putea tanto por fracasar en medio de la crisis social en 2002, cuando la gente buscaba encontrar algún éxito en medio del desastre). No se le puede echar la culpa por la final contra Alemania, pero para ser igual que Maradona la tendría que haber ganado.. Fue culpa de Higuaín y de Palacio (más del primero que del segundo, pero bueno, los jugadores de River siempre gozaron de protección mediática en la Selección..), pero él va a tener que cargar con eso. Sobre que en Barcelona ha superado futbolísticamente al Diego, el tema es que es algo lejano, que no sentimos nuestro, y además tampoco tuvo la posibilidad de jugar en un club de acá.
PD: me encantó la referencia a la encuesta que ganó el gran RIQUELME.
Tiene toda la razón del mundo. Por eso, la generación nacida después del 86, a no ser que sea de Boca, para nada tienen idealizado a Diego. Antes al contrario.
No se si los jugadores de River están protegidos mediáticamente, pero creo recordar que Palacios jugaba en Boca.
Messi es tan grande que decidio jugar por un país que hoy le da la espalda, a pesar de haber jugado tres finales de América y una de un mundial, pudo jugar con España pero su amor al país que no le dió oportunidad fue más grande, los argentinos deberían estar agradecidos, Messi es por mucho, mejor que Maradona porque el máximo nivel de fútbol que se ha visto es en champions ligue y ahí Messi ha reinado lo que el Diego jamás logro ni por lo menos una final perdida, lo de Messi es año tras año y lo de Maradona solo fueron pocos años a máximo nivel, Messi aún ganará torneos y será más grande su leyenda, Messi… El extraterrestre que habla en la cancha.
Es asi. Si se hubiera hecho hispano y hubiera jugado con la roja, hoy tendria el mundo a sus pies, pues habria ganado todo lo que se puede ganar. Pues ahora que siga aguantando los despechos de los gauchos.
1) Messi tendría que guiar a la selección a ganar un mundial dependiendo en un altísimo porcentaje de el.
2) Messi tendría que irse del Barca a un equipo pequeño y hacerlo campeón en una liga fuerte como la española y luego que ese mismo equipo gane una competición europea.
3) Que Messi haga goles y jugadas tan espectaculares como los de Maradona, pero no a equipillos no, que se los haga por ejemplo a una selección como la inglesa y disputando un mundial.
Vamos que he tenido la oportunidad de verlos a los dos en el campo y uno es un coche de F1 mientras el otro un buen coche deportivo…
Es muy importante para las comparaciones ver las estadísticas, los videos, las jugadas.
Messi triplica a Maradona en todo tipo de estadísticas, No creo que por ganar un Mundial se decide el Mejor de la Historia… Si Higuaín o Palacio hubieran metido uno de los goles en el
Mundial o en la copa america (Messi lo hubiera ganado todo para Argentina ) oro olímpico, mundial juvenil, copa del mundo y copa america, lastimosamente fallaron y no fueron como Burruchaga, el cual efectuó una corrida formidable para
Meter ese 3 a 2 en la copa del mundo 1986… Messi
Mantiene 15 años jugando al
Mismo nivel, Maradona no hizo eso, siempre tuvo alzas y bajas hablando futbolisticamente…
Yo viví la era de
Maradona y estoy viviendo la era de Messi, he observado muchos videos de Pele, y sin fanatismo a Brasil que siempre fue
Mi equipo, me inclino a la capacidad futbolisticamente que no se veré quien sabe cuando, ya que no hay jugador actual que pueda jugar de la
Misma forma que juega Lionel Messi, es algo impresionante ver los videos y ver la forma que juega, no hay ni ha habido nadie, en mi opinión ni Maradona ni Pele, le ha anotado a prácticamente todos los clubes del mundo, con los mejores jugadores del
Mundo, ha roto todo tipo de estadísticas que son las más importantes para saber quién es el mejor, en Argentina dicen que lo ha hecho nada, solo que los llevo a tres finales, y adicional es el mayor goleador de la historia de Argentina, la verdad no entiendo como no se pueden dar cuenta que Messi es algo que no se ha visto nunca, y lo más importante 15 años jugando en el mismo nivel superlativo…
Observen videos y videos, de Messi, Maradona y Pelé
Messi es impresionante, impresionante
Ahora que Messi es campeón del mundo todos esos que lo llamaban «Pecho frío » han quedado,como unos chantas.