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Juegos Olímpicos y Mundiales: el gran golpe

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Estado actual del estadio de voley playa de los Juegos Olímpicos de Atenas. Fotografía cortesía de The Olympic City project.

Antes de que estallase la burbuja española y la de Lehman Brothers, cuando a los jóvenes y a amplias capas de la población le importaban un pito los presupuestos del Gobierno, los autonómicos y los municipales, las políticas sociales eran a menudo rechazadas por «inviables». Cualquier gasto social era «insostenible» y la civilización occidental haría aguas si se implantaba alguna porque entonces nuestra economía dejaría de ser  «eficaz y eficiente». El horizonte utópico, pedir el regreso de la URSS poco menos, era exigir que los médicos de atención primaria pudiesen atender un mínimo de diez minutos a cada paciente. No se podía interrumpir la senda victoriosa de la economía española con minucias así.

Sin embargo, uno echaba las cuentas de la vieja con otros gastos que no eran sociales, sino de los que podríamos llamar «ilusionantes», y no terminaba de entender cómo iban a traernos la prosperidad. Se trataba de partidas que iban a «situarnos en el mapa» y «poner en valor la Marca España»: las candidaturas olímpicas de Madrid. Su resultado es por todos conocido: al margen de lo invertido en infraestructuras (más de 5000 millones), que estaban dentro del plan de renovación de la ciudad de Gallardón aunque se vinculasen a los juegos, se gastaron 600 millones en instalaciones deportivas como La Caja Mágica o el Centro Acuático. Además, los nuevos responsables del Ayuntamiento, Ahora Madrid, han detectado en una comisión de investigación que no le cuadran las cuentas de 109 millones invertidos en las candidaturas.

Está por ver el impacto que tendrán La Caja Mágica y el Centro Acuático en la economía madrileña. En su día, de obtener los juegos, los expertos citados en los medios decían que la mayoría de informes y rigurosísimos estudios hablaban de beneficios para las ciudades organizadoras. Iba a ser Jauja sin lugar a dudas. Negarlo era ir contra Madrid y contra ¡España! Sin embargo, este año ha salido un libro en nuestro país, Circus Maximus (Editorial Akal) de Andrew Zimbalist, que viene a señalar precisamente lo contrario. Y no solo por casos espeluznantes como el ejemplo actual de Río de Janeiro, donde se producen desahucios y movimientos forzosos de población que no entran en los balances de beneficios y pérdidas. El sufrimiento no computa.

El ensayo en cuestión se inicia con algo que los fans de Peter Bagge ya conocíamos. El dibujante, en su recopilación de reportajes elaborados en el noble arte de las viñetas Todo el mundo es idiota menos yo, trató en una investigación la rentabilidad para las ciudades estadounidenses de albergar franquicias deportivas a cambio de cuantiosas inversiones públicas en beneficio del club que fuese a instalarse. Zimbalist coincide con el autor de Mundo Idiota en que ni tienen un impacto positivo ni mejoran la economía local.

Es lo mismo en el caso de organizar un evento de estas características, que lucen mucho en la tele, pero los beneficios son también, en la actualidad, muy dudosos. Solo para presentar una candidatura ya hay que gastar un mínimo de 100 millones. Una serie de inversiones preliminares que además hay que mirar con lupa. Ha habido casos de miembros del comité de la FIFA, explica el autor, que han recibido regalos como relojes Parmigiani de 25 000 euros. A los miembros del COI, por su parte, solo hay que pagarles los gastos, pero la gran mayoría son aristócratas y millonarios. El príncipe Feisal Bin Al Hussein de Jordania, la princesa Haya Bint Al Hussein, Alberto de Mónaco, Nora de Liechtenstein… En octubre de 2014 en Oslo rechazaron la candidatura para los juegos de 2022 por «las increíblemente irrazonables exigencias del COI de recibir un tratamiento digno del rey de Arabia Saudí». Juan Antonio Samaranch, el célebre falangista catalán, exigía trato de «excelencia», se desplazaba a todas partes en limusina, dormía siempre en suites y vivía, a cuenta del COI, en el Hotel Palace de Lausana en una suite de 500 000 dólares anuales.

Y si miro un nombre latino al azar en Google de los miembros del COI, Rubén Acosta por ejemplo, de México, solo encuentro piezas relativas a corrupción. Esta, titulada «Una historia de amor al deporte», dice así: «Se fue tras ganar unos 30 millones de dólares en concepto de comisiones por contratos de patrocinio y de TV que solo él podía autorizar». En los noventa salió a la luz que los impulsores de la candidatura de Salt Lake habían ofrecido una beca a la hija de un miembro camerunés del COI. Esa candidatura se gastó 400 000 dólares en regalos y becas de estudios, cuando la reglamentación decía que los miembros del COI solo podían recibir regalos de hasta 150 dólares. Holanda se gastó 105 millones en su candidatura para 2028 en «estudios de viabilidad y organización de eventos para atraer el voto de los miembros del COI». Chicago, para la candidatura de 2016, también perdió 100 millones.

A man walks along the Russian Olympic Committee headquarters building, which also houses the management of Russian Athletics Federation in Moscow, Russia, November 13, 2015. Russia is ready to sack senior sports officials and shake up its system of anti-doping checks in order to convince world athletics' governing body not to bar Russian athletes from the next Olympics, the country's sports minister said on Friday. REUTERS/Sergei KarpukhinCODE: X00944
Fotografía: Cordon Press.

Zimbalist señala que las candidaturas vienen siempre apoyadas por los mismos grupos de interés. Las empresas constructoras, los estudios de arquitectos, las compañías de seguros, las cadenas hoteleras, los medios de comunicación, los bancos de inversión que abrirán el grifo del crédito para toda la fiesta a cuenta del contribuyente y, en algunos casos, de los hijos que aún no tiene, y finalmente por los bufetes de abogados que trabajan para todos los anteriores.

La historia de estas celebraciones, según pone en perspectiva el autor, ha estado cortada siempre por el mismo patrón. Por ejemplo, Amberes 1920 se organizó con un préstamo al 4% de un millón de francos procedentes de un fondo privado. En una época en la que solo la clase alta tenía tiempo para hacer deporte, dejó un déficit de 626 000 francos en la ciudad. Unos historiadores belgas que han analizado la celebración a día de hoy concluyeron: «Lo que está claro es que un pequeño grupo de prominentes ciudadanos, poseedores de grandes fortunas, ha logrado utilizar los juegos olímpicos en beneficio propio, acrecentando su prestigio social».

En cuanto a los derechos humanos, la FIFA tuvo el honor de adelantarse al COI en un disputado esprint final por celebrar una competición en un país fascista. El Mundial del 34 se disputó en Italia tras la promesa de Mussolini de construir grandes estadios. Luego el anfitrión se llevó el campeonato con polémicas decisiones arbitrales. La selección de la República de España fue una de las damnificadas. Algunos colegiados fueron despedidos de sus propias federaciones, expulsados de la FIFA e inhabilitados para arbitrar más partidos. El COI luego contraatacó yendo a la Alemania de Hitler, si bien es cierto que había solicitado ser la sede antes de la llegada al poder del líder nacionalsocialista. Pero recuerden que el golpe de Estado en España de 1936 se produjo justo cuando en Barcelona se iba a llevar a cabo la Olimpiada Popular en protesta por los Juegos de Hitler. Nuestro país decidió no enviar atletas a Alemania y organizó este evento paralelo. Había motivos. El COI permitió que Alemania purgara a todos los judíos de sus equipos olímpicos. Incluso siempre existirá la duda de si los judíos estadounidenses Marty Glickman y Sam Stoller fueron excluidos a última hora del equipo de relevos 4×100 metros como tributo a Hitler o como cacicada de un entrenador que quería favorecer a los atletas de su universidad. El Memorial del Holocausto, al menos, tiene una entrada sobre el suceso.

Tras la Segunda Guerra Mundial, los Juegos entraron en una época oscura con las matanzas de estudiantes previas a México 68, hubo cientos de muertos en protestas, y el atentado de Septiembre Negro en Múnich 72. En Montreal 76 se juntaron el hambre con las ganas de comer. Políticamente, Taiwán se quedó fuera porque Canadá había reconocido a la República Popular de China, y económicamente fue una ruina. Todo iba tan mal que el gobierno de Quebec tuvo que hacerse cargo de la organización por los típicos retrasos en la construcción de las infraestructuras y resolver los conflictos laborales por los ritmos estajanovistas. Para el recuerdo ha quedado la frase de Jean Drapeau, alcalde de Montreal, que dijo: «Es más difícil que los Juegos Olímpicos produzcan déficit que un hombre dé a luz a un bebé». Pues el déficit fue de 1600 millones de dólares. La ciudad tardó treinta años en pagarlo.

Moscú 80 también supuso unos gastos indecentes y se vio empañado por el boicot tras la invasión soviética de Afganistán. Solo Los Ángeles 84 supuso un punto de inflexión en la deriva económica, porque también hubo boicot, esta vez de los comunistas excepto Rumanía y Yugoslavia, y de las islámicas Libia e Irán. Acabaron con un superávit de 215 millones. La mayor parte de las infraestructuras ya estaban construidas y, antes de aceptar la sede, la ciudad se garantizó que no cubriría las pérdidas.

Entrada la década, Samaranch dio un empujón al espíritu olímpico incluyendo cada vez más deporte profesional. A mediados de los ochenta entró el tenis profesional y en el 92 el famoso Dream Team de la NBA culminó el proceso. Es aquí cuando empezó la fiebre por las candidaturas.

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Piscina de Montjuïc, que sigue en uso. Fotografía cortesía de The Olympic City project.

El espejismo lo supuso Barcelona 92. Una celebración impecable. Un caso «único y singular», según el autor. Las infraestructuras incluidas en el informe preliminar de planificación urbana de 1983 para la viabilidad de los Juegos Olímpicos eran las del Plan de Desarrollo Urbano de 1976. El plan era anterior a las olimpiadas y no al revés, como ha sido norma después. Además, de los 11 500 millones de dólares que costaron los juegos, el 60% fue inversión privada y el resto pública, y de ese dinero público la ciudad solo cargó con un 5% del total. Entre 1981 y 1989 España realizó una de las mayores inversiones en infraestructuras de su historia. En consecuencia, Barcelona pasó de ser el undécimo destino turístico y de negocios europeo en 1990 al cuarto lugar en 2009. Pero esto son las lucecitas.

La realidad es más prosaica. Los estudios que aporta el libro señalan que durante los juegos la ocupación hotelera cayó del 70% en 1991 al 64% en el 92. En los dos siguientes años, siguió descendiendo hasta el 54%. La llegada de turistas empezó a levantarse en el 96, cuatro años después, hasta que en 1998 el ascenso alcanzó el 80%. Además, el crecimiento turístico de la ciudad siempre estuvo por debajo del de Venecia, Florencia y Lisboa. No hubo «efecto olímpico». Si la llegada de visitantes experimentó ese ascenso fue por las instalaciones del puerto que permitieron la llegada de cruceros y la aparición de compañías aéreas de bajo coste en 1997.

Lo que sí se atribuye a los juegos fue el rediseño de zonas urbanas de Barcelona que tuvieron mejores servicios públicos y acceso al mar, lo que elevó los precios y trajo la famosa gentrificación, con aumento del precio de los alquileres (145% del 86 al 93) y un descenso de viviendas sociales de un 6% anual, por lo que Zimbalist concluye: «La organización de los juegos de Barcelona fue acompañada de una redistribución de los niveles de vida en detrimento de los grupos de asalariados menos pudientes».

Con la entrada de los BRICS en la celebración de estos eventos los casos han sido aún más graves, porque las infraestructuras estaban todas por hacer. Especialmente sangrante para Brasil fue el gasto en nuevos estadios para el Mundial. En Pekín, por ejemplo, se gastaron 40 000 millones por unos ingresos de 3600, a los que el COI les mete una buena tajada en derechos de retransmisión. En Londres, de 2569 millones recaudados de televisión, solo 713 fueron para la ciudad.

En todos estos casos, las olimpiadas de Londres y Pekín y el Mundial de fútbol de Brasil, el turismo bajó durante la celebración. El fenómeno es que los turistas deportivos sustituyen a los convencionales, no se suman. En 2008, China perdió un 7% de visitas turísticas, Pekín un 30% en comparación con agosto del año anterior. Además, de China salieron un 12% más de turistas locales durante los Juegos Olímpicos que en otros años. Los naturales huyen. Y los beneficios del turismo son muy relativos, las principales cadenas hoteleras tienen a menudo la sede fiscal en otras ciudades o en otros países.

Membros da delegação brasileira comemoram a escolha do Rio de Janeiro celebración de la elección de Río de Janeiro como ciudad anfitriona de los Juegos Olímpicos de verano de 2016. Agência Brasil (CC).
Miembros de la delegación brasileña celebran la elección de Río de Janeiro como ciudad anfitriona de los Juegos Olímpicos de verano de 2016. Fotografía: Agência Brasil (CC).

Pero los famosos estudios siempre prometen cantidades ingentes de visitantes. En Pekín esperaban 400 000 y llegaron 235 000. En Sídney 135 00 y fueron 97 000. Atenas 105 000, hubo 14 000. Al Mundial de Sudáfrica iban a ir 400 000 y aparecieron no más de 220 000. Reino Unido perdió un 6,1% de turistas respecto al año anterior. Salt Lake, un 10% en 2002. En todos los casos, Sochi, Londres, Atenas, Ciudad del Cabo, se redujeron las ventas del comercio minorista local; además, subieron los precios con la llegada de adinerados extranjeros. Las redes sociales se llenaron de fotos de precios abusivos durante el Mundial de Brasil.

Por otro lado, en los partidos del Mundial de Brasil, la mayor parte de asistentes fueron brasileños y los ingresos por esas entradas no fueron para Brasil, sino para la FIFA. 200 millones de dólares salieron de los bolsillos de los brasileños para fuera a cambio de grandes recuerdos de triangulaciones, algún gol y poco más. La deuda por la construcción de esos nuevos estadios quedará para décadas, con sus intereses y sus recortes en gasto social.

Hablamos de cifras de gasto indecentes. Atenas, 16 000 millones. Londres, 18 000. Mundial de Brasil, 20 000. Pekín, 40 000. Sochi, entre 51 000 y 70 000. El Mundial de Qatar se estima que costará 220 000 millones. Solo en la ceremonia de apertura, Pekín gastó 343 millones. Quizá la única forma más rápida de enterrar el dinero sea la guerra. Y las obras las realizan en los BRICS generalmente trabajadores mal pagados, muchos de ellos migrantes en condiciones deplorables. En Qatar se han superado todos los límites, han muerto más de mil trabajadores y, según el diario The Guardian, cobrando 0,76 dólares la hora.

Las doscientas páginas de Circus Maximus son un compendio de despropósitos que no suelen aparecer en las memorias de los «estudios» de los «expertos» que escriben «informes» recomendando las candidaturas. Estadios que se levantan para no volver a albergar más que media docena de encuentros deportivos al año —algunos se dedican tras el evento a bodas y bautizos—, barrios enteros de los que se expulsa a la población, como está ocurriendo ahora mismo en Río de Janeiro, o como ocurrió de forma más sutil pero igual de implacable en Londres, deudas cronificadas… Y si hay algo que usted no entiende, solo siga la pista del dinero. Lo llamamos inversión pública pero se trata de su salario indirecto. La conclusión de Zimbalist debería encabezar y orientar el espíritu de todos los periodistas cuando vuelvan a sonar los cantos de sirena de organizar mundiales u olimpiadas en España: «Es prudente estar alerta cuando se trata con monopolios internacionales no regulados, y a veces es incluso mejor enfrentarse a ellos».

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18 Comentarios

  1. Pingback: Juegos Olímpicos y Mundiales: el gran golpe

  2. Muy interesante. Lástima que este tipo de análisis no generen la atención que deberían.

    Dicho esto lo que ocurre con este tipo de procesos me recuerda, salvando las distancias, la lógica del imperialismo decimonónico. Me explico. Contra lo que se suele creer las colonias de aquella época no eran rentables de por sí. En muchos casos los costes de la conquista y ocupación militar, de la construcción de infraestructuras, etc. generaban más gastos que beneficios la posterior explotación de los nativos. Ahora bien, había un truco. Los gastos eran pagados por el Estado (británico, francés, italiano, alemán…) a través de los impuestos de todos (encima en una época donde la progresividad fiscal era muy baja… bueno, en realidad como ahora) mientras que los beneficios se los quedaban los dueños de las compañías mineras o comerciales que explotaban de forma privada las principales plantaciones y minas de las que luego se extraían el caucho, los diamantes o el petróleo de turno. Hablamos pues de lo de siempre: socialización de los gastos apelando a razones estratégicas y de prestigio para que luego se produjese una privatización de los beneficios económicos.

    De esa forma todos los italianos sufragaban la ocupación de Somalia o de Libia o todos los españoles la de Marruecos, pero en contrapartida solo unos pocos ciudadanos de esos países, normalmente grandes hombres de negocios, obtenían beneficios concretos de tales políticas. Para el resto de la población hubiese sido mucho más provechoso y tangible que esos recursos se hubiesen empleado en los primitivos sistemas sanitarios o educativos de la época. Pero claro, se pretextaba que no había dinero para eso. Oficialmente resultaba mucho más prioritario ocupar Eritrea, Sudán, o el Congo.

    Hoy ocurre lo mismo por otros medios. Y uno de ellos, porque hay muchos, son estos proyectos faraónicos ligados a los grandes eventos que pagamos todos pero de los que solo unos pocos sectores sociales, incluso individuos concretos, obtienen beneficios claros. Los grandes dueños de compañías constructoras y similares. Como digo es siempre lo mismo. No puedo dejar de pensar que debía ocurrir algo parecido con la construcción de pirámides o de catedrales medievales. Simplemente van cambiando los medios concretos y la retórica que se usa para envolver el truco.

    Ahora bien. Nos lo merecemos. ¿Cuanta gente protesta porque se insiste en enlazar el AVE con su ciudad o cuanta gente en Madrid protestó en su momento, cuando tocaba, por los repetidos intentos de traer los JJ.OO.?

  3. Gran artículo e inteligente comentario de Sureña. Gracias.

    • Lo mismo digo.
      En Valencia tenemos muchos ejemplos: el Ágora, un edificio emblemático – claro – de Calatrava que costó 90 millones de € y ha sido utilizado media docena de veces ( unas cuantas para un torneo de tenis, de semana y media de duración, una vez al año ). ¿ Quien pegó el pelotazo con ello ? no lo sé, pero no es difícil imaginarlo, y por supuesto, el Pp sacando mayorías absolutas ( parece que esto ya se ha terminado ).

  4. Billy Hunt

    Todo verdad, pero quizás no toda la verdad.

    La cuenta de resultados arroja pérdidas, pero, ¿Quién pone en valor el efecto beneficioso que un evento como lo JJOO puede ejercer entre la población joven de la ciudad organizadora, o entre los millones de personas que disfrutan durante esos días viendo competiciones deportivas en TV?

    ¿Cuántos niños habrán empezado a practicar un deporte tipo Hockey, por poner un ejemplo porque en su día vieron la competición en su televisor y decidieron emular a sus héroes?
    ¿Cuántos deportes y deportistas «viven» de los 17 cada cuatro años que consiguen atención de los medios?

    En este tipo de eventos hay muchas variables difíciles de apreciar y de cuantificar. Yo personalmente prefiero vivir en un mundo con pirámides y con JJOO, a vivir en un mundo sin ellos. Eso sí, me gustaría que los que gestionan mis impuestos lo hagan de manera cabal, pero una cosa no quita la otra.

    • Estoy de acuerdo. Es más, me resulta curioso que aquellos que se quejan de la importancia primordial que tiene la economía en nuestras decisiones luego utilicen los mismos criterios para descartar lo que no les gusta.

    • Santiago

      Unos cuantos miles de esclavos egipcios igual habrían dicho que les sudaba la polla como se quisiera enterrar el faraón, que por ellos el mundo podía seguir sin pirámides.
      Unos cuantos miles de pakistaníes, indios, nepalies y su daneses dicen que lo del mundial está muy bien, pero que ya que lo organiza una institución internacional, igual se podían aplicar los convenios de la OIT

      • Billy Hunt

        Juzgas proyectos de más de 4 mil años con criterios de hoy en día. Pura demagogia

        Pones al mismo saco a países que organizan eventos internacionales y que SI aplican criterios OIT, con países que evidentemente NO los aplican. Lamentablemente no es lo mismo Canadá o UK, que Rusia o Brasil, por poner ejemplos recientes. El problema no es el evento, sino quién lo organiza, y ahí si que hay que tener criterio a la hora de decidir donde se organiza..

    • Para poder practicar un deporte lo primero necesario es el lugar donde hacerlo, raramente las construcciones que se realizan para los juegos olímpicos o mundiales pueden ser usadas por el público particular después. Eventos y héroes deportivos hay muchos, en este mundo donde la memoria dura lo mismo que tarda YouTube en cargar el siguiente video te aseguro que ni grandes eventos son tan necesarios ni es necesario invertir tanto en organizarlos.
      Incluso con una gestión eficiente y honesta suponen una pérdida de dinero, imagina con los niveles de eficiencia y honestidad que tienen la mayoría de políticos y gestores del COI.

    • ¿La cuenta de resultado arroja pérdidas? De verdad que si esa es la lectura que haces tras leer el artículo me quedo a cuadros.

      -¿Quién pone en valor el efecto beneficioso que un evento como lo JJOO puede ejercer entre la población joven de la ciudad organizadora, o entre los millones de personas que disfrutan durante esos días viendo competiciones deportivas en TV?

      Si esa gente joven que tan poco te preocupa o la gente que ve desde su sillón los JJOO, con semejante razonamiento, prefiere unos días de entretenimiento sentada en el sillón de su casa a cambio de recortes sociales, expropiación, gentrificación, sea el lugar que sea donde se estén celebrando, esa gente no ha razonado acerca de las consecuencias de lo que está aconteciendo. El entretenimiento televisado vale bastante menos que UNA sola familia expulsada de su barrio para hacer una obra faraónica. Si además a eso sumamos «En Qatar se han superado todos los límites, han muerto más de mil trabajadores y, según el diario The Guardian, cobrando 0,76 dólares la hora.» y tantas verguenzas más, un comentario con semejantes preguntas me hace preguntarme si no serás primo hermano de Alberto de Mónaco.
      Realmente me parece increíble intentar comparar semejantes daños, (especialmente considerando que vas a pagar con tu dinerito lo que otros se llevan en crudo a sus mansiones) con esos días de entretenimiento puntual, que ni siquiera es la alegría del año, vaya.

      «¿Cuántos niños habrán empezado a practicar un deporte tipo Hockey, por poner un ejemplo porque en su día vieron la competición en su televisor y decidieron emular a sus héroes?»

      De nuevo, loca me quedo ¿ De verdad ese es el tipo de preguntas que la gente se hace tras leer este artículo? ¿Sus héroes dices?
      Aquí lo que hace falta es una educación decente, un niño no consideraría NUNCA jamás a un deportista de élite (¿Cristiano Ronaldo? ¿Messi?) un héroe a menos que así se lo pinten en no menos de 100 veces en su casa, colegio, medios de comunicación, de la misma manera que no considera un chaval de 16-18 años como su héroe a un premio nobel de física o matemáticas, por poner un ejemplo. A eso se le llama lavado de cerebro y ocurre cuando en tu realidad es lo único que entra a tu cerebrito, si en vez de este penoso Opio se crease una cultura en torno a la ciencia, quizá estos héroes fueran Tesla , Volta, Darwin o Pasteur.

      Cierto es que hay muchas variables difíciles de ponderar, tales como que harán todas esas familias cuyos padres han muerto por trabajar en condiciones infrahumanas para que algunos disfruten desde sus sillones, o que harán todas esas familias expulsadas de sus barrios o aquellos que sufran recortes debidos a semejante monumento a la corrupción de espíritu.

      Pero sobre todo y más importante, ¿Cuánto costará el próximo Gin Tonic de Samaranch a costa de todo esto?

      Como dirían los Celtas Cortos: Tranquilo majete en tu sillón.

      Estando muy de acuerdo con el comentario de John Surena en que esto es lo mismo de siempre disfrazado con fuegos artificiales y la eterna imagen de esta gente en sus suits y mansiones celebrando el triunfo de nuestra incapacidad de reacción ante algo tan obvio me pregunto:

      Con estas cifras espeluznantes en las manos, con tremenda cantidad de cara duras con una codicia tamaño 10 en sus pequeños corazones tamaño 2 pillados mintiendo una y otra vez, ¿ Cómo diablos puede alguien plantearse estas preguntas y dar por zanjado (implícitamente) que sin la capacidad de valorarlas con precisión quizá siga saliendo un saldo positivo para la humanidad?

      Respuesta: Se puede.

      Tristeza sin límites.

      • Billy Hunt

        Empecé mi comentario con un “TODO VERDAD, pero quizás no toda la verdad” Pareces ignorar esta primera frase
        No sé por qué crees que no me preocupa la juventud. Ni alcanzo a ver qué papel juega el primo de Alberto de Monaco o Samaranch en todo esto. Insisto en que la celebración de un evento deportivo no debe implicar expropiaciones ni realojos ni pagas por debajo del salario mínimo ni trabajo en condiciones infrahumanas…Lo que digo, y que tú pareces no querer entender, es que hay que separar la mala gestión, que no es exclusiva de eventos deportivos, de lo que es el evento en sí. No hace falta expropiar, ni explotar, ni malgastar, para celebrar un evento…. ¿Que se hace? Si, se hace, en muchos sitios y en otros no, pero también se hace para colocar una fábrica, o para construir una carretera, o para dar trabajo a un cuñado, o para….. (Pon lo que quieras)
        Tampoco sé a qué viene traer aquí a Messi o a Ronaldo cuando yo he mencionado el hockey… Dime un jugador de hockey por favor, o un tirador de arco, o un piragüista. Traer a Messi o a Ronaldo es pura demagogia.
        También es pura demagogia contraponer ciencia a deporte. Son excluyentes? No lo sabía…..
        Sinceramente, no tengo ganas de rebatirte o de matizar frase por frase tu comentario. De la misma manera que tú crees que yo no he entendido el artículo y que no tengo la sensibilidad necesaria para ello, yo creo que tú no has entendido mi comentario. Quizás porque no supe expresarme, quizás porque no estas dispuesta a entenderlo.

  5. Why would any sane organization vote to host a global event that brings hundreds of thousands of people to a location just a short distance away from a collapsing nuclear power plant that is utterly and completely out of control with no end in sight?” Good question. Aquí dejo un interesante comentario. Sldos

    • «collapsing» y «utterly and completely out of control» son adjetivos tan subjetivos y exagerados que hacen que la reflexión carezca de credibilidad por muy interesante que sea.

  6. Pingback: Anónimo

  7. En Sevilla tenemos el Estadio de la Cartuja, para esas olimpiadas que nunca fueron. En 15 o 16 años la selección a jugado un puñado de veces, se han batido los cobres en la final de la copa del Rey otras tantas, una final de la UEFA donde Mourinho comenzó sus andanzas mesiánicas, Springteen, Madonna, AC/DC y el melancólico reencuentro al que asistí que supo a poco con Heroes del Silencio. A, sí, y un mundial de atletismo. Todo ello en una ciudad que ya contaba con dos estadios de gran envergadura, o sea, que lo único que no podrían haber acogido alguno de esos dos estadios fue el dichoso mundial de atletismo. Creo que costó 120 millones de Euros, y ya nos daríamos en un canto en los dientes si los tres o cuatro eventos que hospeda al año llegan a pagar su manutención. Algunos seguro que se llenaron los bolsillos.

    Y encima es feo de cojones.

    Y ahí andábamos los Sevillanos, antes de torcer para el nuevo milenio, pensando que los atletas iban a venir a saltar vallas a más de a 45 grados.

    Que buenos días aquellos antes de la crisis, donde los helados sabían a verano.

  8. El problema son las exigencias, por ejemplo España podría organizar sin problemas un mundial de fútbol con la infraestructura existente pero la fifa pide que se cumplan con determinados criterios que hace que se tengan que gastar millones y millones de dolares innecesariamente. Por otro lado la falta de planificación (o los intereses de algunos pocos) se lleva gran parte de la culpa. ¿A quien se le ocurre hacer un estadio de voley playa sin pensar en que se puede transformar después? La culpa no es del fútbol o del resto de los deportes, la culpa es de los que se quedan con el negocio.

    • Billy Hunt

      En esto estoy totalmente de acuerdo. El COI, por ejemplo, acaba de aprobar hace unos meses una serie de medidas encaminadas a abaratar el coste de los JJOO a las ciudades candidatas y a asegurar el legado que se supone que unos Juegos debe dejar en la ciudad anfitriona. Esperemos que estas medidas, llamadas Agenda 2020, por si alguien quiere consultarlas están en la web del COI, surjan su efecto.
      De FIFA, UEFA o similares no tengo conocimiento, pero por lo que veo no han movido ficha en este sentido todavía….

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