Futbolismos Opinión

Javier Gómez: Rajoy y su cambio ‘IKEA’

Daban un western. Los intrépidos vaqueros arrancaban a galopar armando una polvareda que, al disiparse, dejaba la estampa pendulante de un ahorcado. Tenía la noche aristotélica, así que la imagen me recordó a los entrenadores de fútbol. Currelas que son como el mejor amigo del protagonista en un mal guión: no necesariamente colgado, pero siempre acaba muerto.

La gente querría cambiar siempre que pudiera de coche, de casa y, ya puestos, hasta de mujer. Como toca joderse, la falta de nuevos estímulos del personal la acaba pagando siempre el pobre entrenador. Como aquel personaje de Pennac, dócil empleado de unos grandes almacenes que servía de punching-ball con calva y corbata para desahogo de los clientes con ganas de insultar. “¡Quiero hablar con un encargado!”. Y ahí que iba el pelele, con su chapa de falso director, a cargar con las frustraciones motoras, inmobiliarias o maritales del comprador que, satisfecho tras descargar su bilis sobre una calva ajena, mansa y genuflexa, volvía a casa feliz de tener siempre la razón.

Para eso han llegado Rajoy y su lema. Ahora que no hay mudanza de banquillos en el Madrid, el Barça o el Valencia, faltaba algún nuevo careto con el que empapelar mediáticamente nuestras ansias transformistas. Lo dice el eslogan electoral del PP: “Empieza el cambio”. Qué bien. En la academia de técnicos deben de dar palmas. Si funciona esto del cambio pepero, igual dejamos de envidiar coches en los semáforos, el pisito tampoco está tan mal, hasta tiene metro cerca, y oye, bien mirada, Paqui no envejece mal del todo… por no hablar del pedazo de entrenador que tenemos.

Volvamos al eslogan. El qué cambiará no queda muy claro. El cómo, ni mentarlo. Poco importa. La cuestión es renovar. Cambiar la tapicería de nuestras vidas. Darle otro aire al salón de lo público. Gracias, Mariano: Ikea ya ha llegado a la política. Al menos los perritos calientes costarán 50 céntimos por ley y los lápices serán siempre gratis.

Ahora concéntrense un segundo en la estampa de Mariano Rajoy. Busquen una foto de él hace diez años en Google. ¿Ha cambiado? Las chaquetas marinas con pantalones beige, seguro que no. Intenten acordarse de alguna ley suya que algo transformase. Tómense el tiempo que necesiten. Y recuerden que es notario: tipos pagados para dar fe de la realidad. Sí, pero “empieza el cambio”.

El siglo XX intentó clavar al mundo a base de ideologías. El XXI no tiene realidades fijas: es instantaneidad, rapidez, ubicuidad. El político, como el entrenador, siempre trae su cambio bajo el brazo. Lo hizo Zapatero en 2000 con “Merecemos una España mejor”. Aznar con su “Váyase, señor González”. Cambiar, cambiar, cambiar. Tempus fugit. ¿Y si tocáramos lo menos posible? Como Del Bosque con la selección. Porque luego llegan nuevos ministros, o nuevos entrenadores de porteros, qué sé yo, pero la nómina sigue siendo la misma… y los goles siguen entrando por la escuadra.

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Un comentario

  1. Spartacus

    Rajoy es Registrador de la Propiedad.

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