Arte Arte y Letras Encuestas

¿Qué pintura nos impresiona más por su realismo y detalle?

A la pregunta «¿qué es el arte?» lo primero que se nos viene a todos a la mente es inevitablemente «morirse de frío», pero si indagamos un poco más encontraremos que la historia de la filosofía está repleta de teorías estéticas. Cada pensador tiene la suya, pero cualquier intento de establecer una definición que abarque a todas las obras de arte termina siendo una manta que al taparnos los hombros nos deja los pies fríos; al fin y al cabo ¿qué pueden tener en común la Venus de Willendorf con Thriller de Michael Jackson? El catedrático de filosofía del arte Denis Dutton, por su parte, señala doce características de la creación artística: proporciona placer, demuestra pericia, está sujeta a un estilo, es novedosa, hay una crítica sobre ella, representa algo real o imaginario, enfoca la atención, expresa individualidad, transmite emoción, es un desafío intelectual, está inserta en una tradición y estimula la imaginación.

Las que ahora nos interesan son la representación y la pericia, que en la pintura tradicionalmente se lograban imitando con la mayor fidelidad posible una escena, persona u objeto. Luego llegó la fotografía y estas cualidades perdieron parte de su sentido, pero hoy en día siguen fascinándonos aquellos cuadros que lograron mimetizar algo a la perfección. Aunque en pintura la etiqueta «realismo» alude concretamente a una corriente nacida en Francia en el siglo XIX, en el título que abre la encuesta, como comprenderán, usamos el término en sentido coloquial, sin excluir por ello otras etiquetas como naturalismo, hiperrealismo, etc. Así que allá va una breve selección, voten su favorito y si lo desean añadan más ejemplos.

(La caja de voto se encuentra al final del artículo)

Vieja friendo huevos, de Velázquez

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De este autor sevillano podríamos poner cualquiera de sus obras. Pintó escenas de la Biblia y de la mitología griega, acontecimientos históricos como la rendición de Breda, retrató a personajes eclesiásticos, de la realeza y también a enanos de corte (o «gente de placer», como se les llamaba) confiriéndoles tanta dignidad como a los anteriores, y también recreó bodegones. En ellos supo captar hasta los detalles más sutiles, como en El aguador de Sevilla, pero nos quedamos con este otro aunque solo sea por haberlo pintado con apenas diecinueve años. Prácticamente un adolescente, y ya era capaz de hacer algo como esto.

La incredulidad de Santo Tomás, de Caravaggio

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Unos años antes Caravaggio había estado pintando escenas religiosas que se caracterizaban por su crudeza. Tanto por la violencia que mostraban, por su hábil uso de las luces y las sombras, como por el aspecto feo e incluso deforme de sus protagonistas, pues acostumbraba a tomar a pordioseros como modelos. En su obra no hay rastro de santidad ni sonrisas beatíficas, todo es humano, demasiado humano. Por eso tampoco podemos dejar de mirarlo.

Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, de Antonio Gisbert Pérez

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«Con su muerte dieron almas al cielo, a España nombradía. Ansia de patria y libertad henchía sus nobles pechos que jamás temieron», así describió Espronceda a estos liberales que lucharon contra el absolutismo de Fernando VII con el fin de restablecer la Constitución de 1812. Merece la pena fijarse con atención en sus rostros, pensativos y serenos, perfectamente conscientes de la gravedad del momento y de su inminente destino pero sin perder la compostura. El cuadro podemos verlo en el Museo del Prado, del que el propio pintor fue director entre 1868 y 1873.

Doña Juana la Loca, de Francisco Pradilla y Ortiz

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Esta otra pintura también retrata un acontecimiento histórico de nuestro país y la encontraremos en el Museo del Prado, del que igualmente este artista fue director. En la imagen vemos el féretro de Felipe el Hermoso durante su largo traslado de varios meses de duración hasta el lugar en donde sería enterrado, siempre con su desconsolada viuda al lado velando el cadáver. Más adelante, cuando ya estaba recluida en Tordesillas, es de nuevo protagonista de otra obra de Pradilla.

Sagrada Familia del pajarito, de Bartolomé Esteban Murillo

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Una apacible escena familiar con san José, la Virgen María y el niño Jesús dando de comer un pajarito a su perro. Murillo fue el autor de esta pintura en el año 1650.

Galería de cuadros con vistas de la Roma moderna, de Pannini

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Giovanni Paolo Panini fue un pintor y arquitecto del siglo XVIII fascinado por las ruinas de Roma de tal manera que en esta obra combinó todas sus pasiones. Un cuadro repleto de cuadros que nos deja perplejos por su nivel de detalle y complejidad. Todo un trabajo de chinos al que suponemos debió de dedicar un incontable número de horas.

Au Moulin de la Galette, de Ramón Casas

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Una joven parisina fumando un puro y tomando una copa no sabemos si distraída en sus pensamientos o tal vez mirando la entrada a la espera de alguien. En tal caso nos encantaría ser ese alguien. El autor es Ramón Casas, nacido en 1866 y que vivió entre París, Madrid y su ciudad natal, Barcelona.

La discusión política, de Émile Friant

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«Mira yo te explico, aquí hay muchos intereses ocultos y el gobierno no quiere que se sepa que…». La escena está retratada con tal realismo que parece que estuviéramos en la mesa de al lado escuchándolos. El de la derecha está tenso y no quiere ni mirar al que intuimos será su cuñado, el otro se lleva la mano a la cabeza de lo que tiene que escuchar y el cuarto personaje, quizá por efecto del vino que están trasegando, parece tener la mente en algún lugar lejano. El autor de esta pequeña maravilla fue el pintor francés Émile Friant, nacido en 1863, del que también cabe destacar La Toussaint, con el impresionante detalle y expresividad de sus rostros.

Entierro en Ornans, de Gustave Courbet

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Gustave Courbet no podía faltar en esta lista y ya hablamos de él en otra ocasión por su afición a retratar mujeres desnudas. Con el cuadro que vemos sobre estas líneas contribuyó a la fundación de la corriente realista a mediados del siglo XIX, un estilo artístico que era también un compromiso ético y político, pues se reclamaba «por encima de todo realista… realista significa también sincero con la verdadera verdad» y en otra ocasión sostenía que «es mi manera de ver la sociedad en sus intereses y sus pasiones. Es el mundo quien viene a mi casa para ser pintado».

Las espigadoras, de Millet

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Jean-François Millet sentía predilección por mostrar el mundo rural con obras como El Ángelus o esta.

No lo esperaban, de Iliá Repin

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Los sirgadores del Volga, Procesión de Pascua en la región de Kursk o Los cosacos Zaporogos le escriben una carta al Sultán de Turquía son algunos ejemplos del excepcional talento que poseía este pintor ruso decimonónico, que sería posteriormente un ejemplo a seguir para el realismo socialista. La imagen que tenemos sobre estas líneas muestra a un exiliado político regresando a casa, una escena cargada de emoción en la que cada personaje expresa algo distinto con sus gestos y miradas.

Ofelia, de Millais

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Con Hamlet hablando solo de un lado a otro y clamando por una venganza que parece no atreverse a ejecutar, al final la pobre Ofelia también acabó desquiciada perdida y muriendo ahogada, que por algo es una tragedia shakesperiana. John Everett Millais representó en 1852 ese momento con una gran sensibilidad.

Huyendo de la crítica, de Pere Borrell

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Una vez alcanzado cierto nivel de virtuosismo en la representación, la propia naturaleza bidimensional del cuadro empieza a ser una molesta limitación que el pintor querría superar. Aquí vemos al niño retratado por este autor catalán del siglo XIX asomándose a nuestro mundo, por su mirada parece que los seres tridimensionales le resultamos rematadamente extraños.

Gran Vía, de Antonio López

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Este pintor y escultor contemporáneo galardonado con el premio ahora llamado Princesa de Asturias se distingue por su extraordinaria dedicación a cada una de sus obras. Veinte años tardó en terminar el retrato de la familia real, de manera que cuando finalmente se expuso con ellos posando al lado parecía un retrato de Dorian Grey a la inversa. Una de sus pinturas más conocidas es esta magnífica estampa de la Gran Vía madrileña que comenzó en 1975 y terminó cinco años después. El hecho de no pintar vehículos ni personas responde simplemente a la dificultad de hacerlo por su movimiento, aunque contribuye así a realzar la belleza de la imagen, mostrando una ciudad solitaria y postapocalíptica.

Aún dicen que el pescado es caro, de Sorolla

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El extremo opuesto lo encontramos en este artista valenciano, autor de una exorbitante cantidad de cuadros, cuya cifra supera los dos mil doscientos. Este en concreto, protagonizado por un joven pescador herido y dos veteranos atendiéndole, es del año 1894 y su título proviene de una novela de Vicente Blasco Ibáñez.

Nedick’s, de Richard Estes

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Richard Estes es uno de los principales representantes del hiperrealismo y este cuadro, que forma parte de la colección del Museo Thyssen-Bornemisza, es un buen ejemplo del extraño magnetismo que tiene la representación independientemente del objeto representado, no importa lo vulgar o convencional que sea. Este local de comida rápida pasaría desapercibido en una ciudad cualquiera y sin embargo aquí se exhibe a nuestros ojos de tal forma que pagaríamos lo que fuera por entrar en él a que nos sirvan una ración de sabrosos productos cancerígenos.

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20 Comentarios

  1. Barbarella Onanista
  2. En la representación de la Sagrada Familia de Murillo, está usted absolutamente seguro de que el niño Jesús le da el pajarito al perro para que se lo coma? No es eso un sinsentido incluso para la retórica del Cristo? Moral aparte, «La Discusión Política» me parece de una cualidad fotográfica.

  3. Alberto Rubio

    Qué gusto da leer sus artículos Don Javier, desde el otro lado del Atlántico le mando mi felicitación por su entretenida lista y por su erudita y simpática prosa. Es siempre grato encontrar algo nuevo de usted y leerlo. Muchas gracias.

  4. Gran vía, de Antonio López

  5. silvana Cortés

    La incredulidad de Santo Tomás , caravaggio

  6. He echado de menos el más turbador de todos, El origen del mundo. He optado por Sorolla. Me indigna la ventaja de los hiperrealistas. No pueden transmitir menos.

  7. Pingback: ¿Qué pintura nos impresiona más por su realismo y detalle?

  8. Vaya mierda de artículo, parece mentira que se hayan olvidado de la mejor, que es ___________ del pintor __________ ( rellenar los campos al gusto de cada cual ).
    ( Comentario que, a buen seguro, alguien no tardará en hacer. Por eso he puesto el modelo, no es necesario que os calenteis la cabeza )

  9. Para moderación: me gusta mucho Jot Down, tanto la edición en papel como la de internet, pero ¿ era necesario ponerle un nombre inglés ?

  10. Con perdón y en mi opinión claro, (obviamente): en realidad, el realismo, o lo figurativo, no se diferencia tanto, salvo aparentemente, de la abstracción, se trata de interpretar, no simplemente reflejar. Se trata de virtuosismo en los recursos, pero dosificándolos, como en la fotografía, se trata de componer, no de simplemente reflejar. Técnicamente Velázquez, Carvaggio y Sorolla. Como efectista el de Borrell, y el de Friant parece una foto precisamente en su composición; Estes hace trampa, como casi todos los hiperrealistas (pinta sobre un negativo proyectado), y el de Panini es horrible, y el de Anynio López precisamente es bello no en loq ue tiene de exactitud, sino de cualidad pictórica. Mi conclusión? No se puede juzgar por la exactitud, sino por la emoción, la impresión, exactamente igual que en los impresionistas y los abstractos.

  11. Daniel Gimeno

    El realismo que mi padre imprime a sus cuadros.
    http://www.franciscogimeno.com/fotoSW/fgindex.html

  12. Hummus Sapiens

    Los trampantojos son sin duda el rizo del realismo pictórico. Desde hace años, los trampantojos triunfan también en la cocina… http://wp.me/p2NsuD-id

  13. Caminando a prisa por los pasillos del Louvre, un cuadro me ‘detuvo’ y me ‘obligó’ a contemplarlo. Le Retour de Marcus Sextus (El Regreso de Marcos Sesto) https://es.wikipedia.org/wiki/Pierre-Narcisse_Gu%C3%A9rin#/media/File:The_Return_of_Marcus_Sextus_1799_Pierre-Narcisse_Gu%C3%A9rin.jpg

  14. No tiene mucha lógica unir a pintores «clásicos» con pintores claramente realistas o incluso hiperrealistas.
    Para mi gusto «El boxeador» de César Galicia es extraordinario (mi pintor realista vivo favorito), pero es completamente diferente a «El Descendimiento» de Van Der Weyden, también realista, también extraordinario, pero con una técnica y punto de vista completamente opuesto.

  15. Es realmente conmovedor ver artículos tan interesantes como éste en un época tan difusa y tornadiza, donde el arte, en un sentido general, está en un segundo plano.
    Decidirse por tan solo uno de todos estos artistas es cuanto menos arriesgado e injusto, cada uno tiene su estilo y su manera de mostrar la realidad que nos aconteció y acontece. Algunos, como Antonio López, aún siguen con nosotros. Su realismo (de este último) llega a tal punto de que parece que estamos ante una fotografía más que ante una obra pictórica., es absolutamente abrumador. Asimismo, soy un total admirador de la obra de Velázquez y Caravaggio, ambos, desde mi humilde opinión, están entre los mejores pintores de la historia yendo más allá del motivo por el cual son reunidos en este artículo.
    Muy buen artículo. Sí, señor. Un saludo.

  16. Esperaba ver la imagen de algún cuadro de Isabel Guerra, contemporánea, espectacular

  17. Totalmente de acuerdo

  18. Maria Jesus Sacristan

    Vieja friendo huevos, de Velázquez. Sigue sin estar superado, Velázquez y este cuadro en particular, Vieja friendo huevos consigue elevar y sublimar la realidad de ese acto cotidiano ¿tan ordinario? La maestría de Velázquez no la ha superado ningún hiperrealista representado aquí por Richard Estés, ningún realista desde Murillo a Antonio López, ningún detallista aún de la talla de Pannini en esta Galería de cuadros, ningún realista impresionista como pueda ser el magnífico Sorolla o el expresivo Millet, … ni siquiera la potente expresividad realista de Caravaggio supera este magnífico cuadro de Velázquez. ¡Insuperable está Vieja friendo huevos!

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