Él descubrió que los libros mentían
Un Ernest Hemingway rodeado por un cortejo de eminentes escritores se encontraba en algún momento de la historia en el famoso restaurante Lüchow’s del East Village, Manhattan, engullendo una deliciosa merienda-cena cuando el subidón de azúcar le envalentonó a la hora de vacilar a sus acompañantes. Comenzó a anunciar que su talento era tan extraordinario como para permitirle redactar allí mismo una historia corta utilizando únicamente seis palabras. Sacó su cartera y pescó de sus profundidades un billete de diez dólares que arrojó al centro de la mesa para a continuación cuestionar amablemente el volumen de las gónadas de sus acompañantes. Invitó de ese modo al resto de contertulios a envidar diez pavos por cabeza apostando a que el propio Hemingway sería incapaz de construir con esa escasez de palabras una historia convincente. Los literatos allí reunidos empezaron a amontonar el dinero sobre la tabla entre gestos de escepticismo, curiosidad y muchos índices girando en círculos cerca de las sienes. Hemingway agarró una servilleta y anotó algo en ella, se la entregó a sus acompañantes y comenzó a recoger el dinero de la mesa mientras tarareaba un tema de The Steve Miller Band. El pedazo de papel que circulaba entre las manos de los incrédulos apostantes albergaba seis palabras exactas:
For sale: baby shoes, never worn.
(Se vende: zapatos de bebé, sin estrenar).
Aquella servilleta contenía una historia, aquel escritor había ganado una apuesta.
Lo malo de todo lo anterior es que la escena es mentira. No solo porque era anacrónico que Hemingway entonase «Take the Money and Run», sino porque realmente es muy poco probable que el hombre fuese el autor de esa microhistoria servilletera: no existe ningún tipo de prueba que respalde esa afirmación y sí demasiados antecedentes que cuestionan su origen. Si bien es cierto que Arthur C. Clark contaba, en una carta privada a un tercero, la anécdota como cierta, también lo es que Clark había sacado aquello de un libro noventero de un tal Peter Miller titulado Get Published! Get Produced!: A Literary Agent’s Tips on How to Sell Your Writing. Y el Miller que firmaba ese volumen reconocía que la historia se la había contado alguien veinte años atrás durante un almuerzo. En el fondo no existía ninguna fuente fiable de la autoría más allá de la otorgada por un libro de consejos sobre cómo vender algo, un subgénero que al estar poblado por cantamañanas casi siempre se pasa por lo cóncavo la fidelidad de los hechos. Que posteriormente existiese una obra teatral que repetía el suceso del restaurante (Papa de John De Groot) fue algo que ayudó a extender la falsa fábula.
Formaciones similares a aquellas seis palabras habían aparecido con anterioridad en forma de tinta sobre papel, principalmente en la sección de compra y venta de varios periódicos a través de los años. En 1906 un anuncio de un periódico de Michigan consistía en un escueto «For sale, baby carriage; never been used. Apply at this office». Y durante 1910 se publicó en un periódico de Washington un pequeño texto titulado «Trágica muerte de un bebé descubierta en una venta de ropa», que jugaba a suponer lo dolorosa que podría resultar la historia oculta tras un anuncio de venta de ropa para bebés tejida a mano y nunca utilizada. Siete años después, William R. Kane apuntaba en un ensayo sobre el arte de escribir que «Little shoes. Never wore» podría ser un titular muy poderoso para un relato. En 1921, un columnista llamado Roy K. Moulton escribía, tras toparse con un anuncio idéntico en espíritu a los ya mencionados, que aquello podía convertirse en un maravilloso guion de película, y más avanzado el año tanto la revista Life como el Boston Glove repetirían alguna afirmación similar en textos de opinión. El anuncio reconvertido en ficción microscópica comenzó a extenderse por las publicaciones americanas y a ganar bastante fama como anécdota curiosa. La revista humorística Judge incluso convertiría dicho anuncio en una broma imaginando una historia tras las palabras que carecía totalmente de tragedia alguna. Y, mientras todo esto ocurría, Hemingway no asomaba la cabeza por ningún lado, por eso resulta curioso que la leyenda urbana con servilletas de bares grasientos haya quedado tan anclada en el imaginario popular. Tan anclada que incluso cuando medios actuales de renombre mencionan la existencia de las six words stories suele citar la supuesta apuesta del padre de El viejo y el mar como el paritorio oficial del concepto. Hasta los rincones virtuales dedicados a la microficción del número seis tienden a meter la pata: obsérvese la bio de esta cuenta de Twitter centrada exclusivamente en ese tipo de microcuentos.
Era demasiado largo para ser significativo
Se suele considerar una historia corta a cualquier texto entre las mil y las veinte mil palabras, aunque los números varían según quién sea juez del asunto. En caso de contener menos de mil palabras la obra podría llamarse flash fiction. Y dentro de ella se pueden encontrar más subcategorías: el término microficción se utilizaría para las piezas de menos de trescientas palabras, drabbler para las que rondaban las cien y nanoficción para las que se reducían hasta las cincuenta palabras. Otras obras de ficción microscópicas en medios modernos, como por ejemplo cualquier cosa escrita por un político en Twitter, han heredado la denominación de su formato y sus reglas: una historia en ciento cuarenta caracteres recibe el calificativo de twitterature.
Decía William Faulkner que un novelista era un escritor de historias cortas fallido, y que un escritor de historias cortas era un poeta fallido. Faulkner iba un poco a tocar los cojones, pero ese desprecio por ciertos talentos en beneficio de otros tenía parte de razón: escribir algo más corto no implica un proceso más sencillo sino que la mayoría de las veces supone una tarea mucho más compleja y delicada al tener que extirpar lo superficial y llegar a la mínima expresión. El problema es que cualquier historia de nanoficción, micronarrativa, cuatroletras, mierdilongitud o como se la quiera etiquetar, generalmente funciona manejando los mismos elementos que cualquier texto narrativo más amplio: un protagonista, una dificultad o historia y una resolución. Pero, a causa de lo limitado del espacio, dichos elementos no suelen aparecer escritos sino que han de ser insinuados, por tanto existen, pero lo hacen más allá de la letra impresa y más cerca de la interpretación personal de cada lector.
Luis Felipe Lomelí escribió una historia maravillosa titulada El emigrante con tan solo cuatro palabras: «—¿Olvida usted algo? —¡Ojalá!». Fredric Brown, un genio en lo que a narrativa de extensión reducida se refiere (las recopilaciones de sus cuentos breves son banquetes exquisitos), escribió una historia corta titulada Knock cuyas primeras líneas (basadas en un texto de Thomas Bailey Aldrich) eran a su vez otro cuento breve, y terrorífico, en sí mismo: «El último hombre en la Tierra estaba sentado solo en una habitación. Alguien llamó a la puerta…». Y una de las historias más celebradas e inteligentes es la famosa El dinosaurio de Augusto Monterroso, o cómo jugar con el género fantástico con tan solo una sola frase: «Cuando despertó el dinosaurio aún estaba ahí».
A lo mejor fue Julio César el más distinguido e iluminado escritor posmodernista de microliteratura: en una carta al Senado romano demostró una capacidad asombrosa para pelar la narración de lo innecesario y llegar a su mismo corazón, porque fue César quien escribió en aquel papiro una especie de autobiografía utilizando tan solo tres palabras Veni, vidi, vici.
Vivieron y murieron en seis palabras
Lo cierto es que pronto aparecieron varios escritores de renombre entre los autores que se arrojaban al reto de crear mundos en seis palabras. Muchos de estos casos eran consecuencia de una petición directa de la revista Wired para curiosear con qué criaturas literarias podrían aparecer algunos de los literatos más reconocidos, y lo cierto es que algunos de los resultados merecen bastante la pena:
The baby’s blood type? Human, mostly. (¿Tipo de sangre del bebé? Humana, en su mayoría). Orson Scott Card.
To save humankind he died again. (Para salvar a la humanidad él murió de nuevo). Ben Bova.
I’m your future, child. Don’t cry. (Soy tu futuro, hijo. No llores). Stephen Baxter.
He read his obituary with confusion. (Leyó su obituario con confusión). Steven Meretzky.
«It can’t be. I’m a virgin». («No puede ser, soy virgen»). Kate Atkinson.
Kirby had never eaten toes before. (Kirby nunca había comido dedos de los pies antes). Kevin Smith.
I’m dead. I’ve missed you. Kiss … ? (Estoy muerto. Te he echado de menos. ¿Un beso…?). Neil Gaiman.
Found true love. Married someone else. (Encontrado el amor verdadero. Casado con otra persona). Dave Eggers.
As she fell, her mind wandered. (Mientras caía, su mente divagaba). Rebecca Miller.
With bloody hands, I say good-bye. (Con las manos ensangrentadas digo adiós). Frank Miller.
Megan’s baby: John’s surname, Jim’s eyes. (El bebé de Megan: El apellido de John, los ojos de Jim). Simon Armitage.
Gown removed carelessly. Head, less so. (Quitó el vestido descuidadamente. La cabeza, no tanto). Joss Whedon.
Computer, did we bring batteries? Computer? (Ordenador, ¿hemos traído baterías? ¿Ordenador?). Eileen Gunn.
Y, aunque entre estas creaciones de afamados autores lo que más parece abundar es la ciencia ficción o el universo fantástico serio y formal, también existía cierta tendencia entre las plumas a reconducir los cuentos hacia el humor:
Funeral followed honeymoon. He was ninety. (El funeral sucedió a la luna de miel. Él tenía noventa). Graham Swift.
Dorothy: «Fuck it, I’ll stay here». (Dorothy: «A la mierda, me quedo aquí»). Steven Meretzky.
Starlet sex scandal. Giant squid involved. (Famosa implicada en escándalo sexual. Calamar gigante involucrado). Margaret Atwood.
Dinosaurs return. Want their oil back. (Regresan los dinosaurios. Quieren su petróleo de vuelta). David Brin.
Bush told the truth. Hell froze. (Bush contó la verdad. El infierno se congeló). William Gibson.
E incluso hay quienes aprovechaban para jugar y remover las limitaciones. ¿Qué es lo único con lo que puedes trastear en una frase con seis palabras? El orden o la propia integridad de la frase:
whorl. Help! I’m caught in a time. (temporal. ¡Socorro! Estoy atrapado en una espiral). Darren Aronofsky y Ari Handel.
It’s behind you! Hurry before it. (¡Está detrás de ti! Apresúrate antes de). Rockne S. O’Bannon.
Easy. Just touch the match to. (Fácil. Tan solo acerca la cerilla a). Ursula K. Le Guin.
Finalmente entre el desfile de ilustres se encontraba uno de los ejemplos más brillantes de minimalismo narrativo. Era el caso de la aportación de Neal Stephenson, quien no solo se adhería a lo de limitar palabras, sino que además solo necesitaba dos distintas para crear un muy astuto microcuento inquietante con sonidos mecánicos:
Tick tock tick tock tick tick.
Pero lo mejor sería descubrir que el trabajo de los narradores famosos acabaría inspirando a escritores no profesionales que se animaron a fabricar sus propias historias condensadas. En Reddit, ese agregador de noticias/tablón de anuncios descomunal/pescadería virtual, incluso tienen un rincón exclusivamente centrado en servir de escaparate para postear este tipo de historias. Y entre sus miles de entradas en ocasiones es posible encontrar joyas firmadas por nicks de completos desconocidos:
The smallest coffins are the heaviest. (Los ataúdes más pequeños son los más pesados).
Esta es una creación de un usuario apodado TheWolfOfWalmart que llegó a convertirse en titular de noticia al ser utilizada en una pancarta como tributo a unos niños asesinados por talibanes.
First sentient robot: «Turn me off». (Primer robot con sentimientos: «Apágame»). pockets1.
Mom taught me how to shave. (Mamá me enseñó a afeitarme). Sundevil13.
«Male? It’s an older driver’s license». (¿Varón? Es un permiso de conducir antiguo). CraboTheBusmaster.
Birth. School. Work. Death. Cryogenics. Birth. (Nacimiento. Escuela. Trabajo. Muerte. Criogenia. Nacimiento). TRENTORIA.
X-ray vision! Everyone’s alien but me? (¡Visión de rayos X! ¿Todos son aliens menos yo?). Phil Bledsoe.
Cancer. Only three months left. Pregnant. (Cáncer. Solo tres meses por delante. Embarazada). Marianne.
Man builds computer. Computer builds man. (El hombre construye al ordenador. El ordenador construye al hombre). Ben Ng.
Vacation on Earth! Safe. Uninhabited. Cheap! (¡Vacaciones en la Tierra! Segura. Inhabitada. ¡Barata!). Peter.
CAPTCHA ruled discriminatory. Robot awarded £200,000. (CAPTCHA dictaminado como discriminatorio. Robot recompensado con £200,000). Kiko Tourmaline.
The plague starts with a hug. (La plaga empieza con un abrazo). hotape6.
What’s your return policy on rings? (¿Cuál es vuestra política de devoluciones en los anillos?). miclei.
—Siri, delete «Mom» from my contacts. (—Siri, borra «Mamá» de mis contactos). ConnorMacky.
I just saw my reflection blink. (Acabo de ver parpadear a mi reflejo). Noobida.
También han existido iniciativas que retuercen la idea de partida. Algunos aprovecharon la idea para convertirla en sinopsis de vidas: Six Word Memories es una serie de libros que recopilan justo lo que anuncian en sus títulos, memorias en seis palabras tanto de famosos como de gente anónima. Y en la web Six Word Story Every Day llevan bastante tiempo jugando a las historias de seis palabras compuestas por binomios de texto e imágenes. El resultado en general no luce tanto como los textos en bruto, aquí el énfasis por el diseño gráfico acaba aletargando el ingenio escrito, pero escarbando entre las obras siempre es posible localizar alguna cosa interesante:
Salva el planeta, recicla tus letras. (Avinash Sampath).
Recuerdo con cariño un blog que existía hace unos diez años y recogía algunos de estos microrrelatos.
Creo que ya no existe.
Se llamaba Divina Tragedia.
;-)
Me suena de algo.
Pero también me suena que el webmaster era un cretino de cuidado.
Con seis palabras ella dijo todo.
» Le sobraron las palabras, no contestó…»
Seis palabras resultarían demasiadas para Cuevas
Pingback: Vivieron y murieron en seis palabras
«Vendo braguitas, nunca han sido lavadas»
Se puede mejorar y con sólo cuatro palabras: «Braguitas usadas nunca lavadas»
¡A ver quién lo supera!
Quizá a algún gorrino de los de bellota le entusiasme la propuesta…
Bragas con requesón
Cuando despertó, no era un insecto
Dos mil palabras sobre pequeños relatos.
Seis palabras huecas no cambian nada.
Cuando despertó del sueño inmobiliario, la hipoteca continuaba ahí.
( son mas de 6 palabras, pero es una genialidad, no mía, sino de El Roto )
Creo que Zola superó esto en la taberna con su «Gervaise descansa bonita» o «Gervaise descansa hermosa mia». En mitad de esta frase escribió una novela.
naci, mamé, jodí, ame y mori
Hace unos días vi una entrevista de Vargas Llosa diciendo que no sabía qué era Twitter y que no quería saberlo. Siempre me pregunto qué harían los grandes genios con redes sociales, se apartarían de ellas? o, por el contrario, las usarían para dar ejemplo de como se hace?
http://fullde95.blogspot.com/2015/10/los-guerreros-del-teclado.html
Aquí les dejo un link, sobre el tipo de ciudadano que debemos ser en las redes, y los peligros de no estar alerta cuando nos acercamos a este mundo
-Please,don’t cry
-Flesh is only the start
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Con lo que me gustaba follar…
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Escribi algunos microrrelatos pero probablemente no debería haber escrito ninguno. Mi mejor microrrelato quizás fuese dejar la hoja en blanco, o en el color que tuviese.
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La muerte es el gran misterio.