… o la eterna lucha de Microsoft por subirse al perdido tren de la telefonía
Comencemos nuestro viaje a través de los designios de Microsoft con un documento visual. Si usted nunca ha visto la serie cómica británica The Office, le diré que era un falso documental donde Ricky Gervais interpretaba a David Brent, director de sucursal de una oscura compañía papelera y personaje que reunía todos los aspectos ridículos que se le puedan atribuir al mando intermedio de cualquier empresa. Dicho de otro modo, David Brent era la vergüenza ajena personificada. Por ejemplo, comprobemos lo que Brent entendía por charla motivacional; vaya directamente al minuto 1:30 de este vídeo y vea unos veinte o treinta segundos de acción. Le dejo a solas unos momentos para que se recree en el sonrojo que produce. ¿Ya lo ha visto? ¿Qué le ha parecido? ¿Exagerado? ¿Una extravagancia propia de un guión de comedia? Pues bien, ahora demos un salto a la realidad para contemplar en todo su esplendor a Steve Ballmer, el que fue sucesor de Bill Gates yocupó la presidencia de Microsoft durante catorce años:
https://www.youtube.com/watch?v=04FOUQpnGsc
Aparte de congratularnos porque no le diese un infarto en aquel mismo instante —eso sí, casi se rompe un tobillo— y de recrearnos con el hecho de que eligiese una canción de Gloria Estefan para hacer su gloriosa entrada triunfal (solamente lo hubiese superado con una de Madonna o, aún mejor, ¡de Modern Talking!), esta secuencia es, no cabe duda, uno de los grandes hitos de la cultura corporativa contemporánea. Pues bien, ahora que ya está usted en la disposición de ánimo correcta, vamos a repasar algunas de las decisiones empresariales —Frank Zappa las llamaría cocaine decisions— que componen el relato de la desesperación de Microsoft después de haber perdido el tren de la revolución del smartphone. Windows 10, su último lanzamiento, que todavía tiene que recibir el juicio de la historia, es el hijo de esa desesperación. Contaremos las porfías de Microsoft entre los gritos de su histérico expresidente, la palabrería vacua típicamente business man del que lo ha sustituido, y los vaivenes de una marca demasiado grande para caer pero no tan grande como para no resultar, en ocasiones, risible en su estupidez organizativa.
Y no, no soy un fan de Apple ni un geek informático que viene aquí a meterse con Microsoft por aquello de tomar partido por uno de los equivalentes tecnológicos de un equipo de fútbol. Solamente soy, como muchos de ustedes, un antiguo y sufrido usuario de Windows. Porque incluso las criaturas más mansas, conformistas y tecnológicamente timoratas del universo —nosotros, Aquellos Que Utilizamos Sistemas Operativos de Microsoft— tenemos una paciencia finita. Antes de nada retrocedamos a los tiempos en que Apple puso patas arriba el mundo de la telefonía con su iPhone, cacharro revolucionario al que el imperio Microsoft, demasiado ocupado en la contemplación de su propia cicatriz umbilical, no podía prestarle la debida atención.
Nadie va a querer un teléfono con pantalla táctil
¿¿Quinientos dólares?? ¡El iPhone es el teléfono más caro del mundo! Carece de atractivo para los clientes profesionales porque no tiene teclado, y esto lo convierte en un aparato poco indicado para escribir e-mails. (…) En Microsoft tenemos nuestra propia estrategia, tenemos en el mercado estupendos teléfonos móviles con Windows. Puedes comprarte un Motorola Q por noventa y nueve dólares, es un aparato muy bueno. Puedo decir que me gusta nuestra estrategia. Me gusta mucho.
No hay posibilidad de que el iPhone vaya a conseguir una cuota de mercado significativa. Ninguna posibilidad. Puede que Apple esté ganando mucho dinero con él, pero si echas un vistazo a los millones de teléfonos que se venden, yo preferiría tener nuestro software en el 60%, 70% u 80% de ellos, que tenerlo en un 2% o 3%, que es la cuota que Apple podría conseguir.
Estas palabras constituyen la impresionante demostración de una visión profética que rivalizaba con las cualidades paranormales de la Bruja Lola. ¿Quién las dijo? Las dijo, claro que sí, nuestro saltarín amigo Ballmer, que era ya presidente del coloso tecnológico. Después de que Apple presentase al mundo su nuevo iPhone, con un risueño desprecio, Ballmer se ganó un lugar en la historia junto al ejecutivo discográfico que rechazó a los Beatles («Los grupos de guitarras ya no están de moda») y el fundador de Warner Brothers (que cuando supo de la invención del cine sonoro depotricó: «¿Quién coño quiere oír hablar a los actores?»). O, más propiamente, junto a aquel empleado de Western Union que en 1876 redactó un informe diciendo que el teléfono, invento reciente, «no tiene futuro como medio de comunicación». Vamos, que Steve Ballmer no podía admitir que Microsoft tuviese que cambiar de estrategia solo porque el geniecillo Steve Jobs había vuelto a maravillar a los geeks de medio mundo con su peculiar ocurrencia. La estrategia que tanto gustaba a Ballmer, consistente en pretender que los teléfonos móviles con teclado todavía eran el futuro y que por tanto no necesitaba desarrollar su propio sistema operativo para pantallas táctiles, hundió las posibilidades de su empresa en el mercado de la nueva telefonía.
Ustedes podrán decir, «ah, resulta fácil meterse con Ballmer, porque desde el futuro todo se ve más claro». Pero no. Porque en 2007, cuando Steve Jobs presentó el iPhone durante una conferencia que se retransmitió por internet, otros sí se dieron cuenta de que el escenario tecnológico acababa de cambiar. Yeso que se suponía que Ballmer era una de las mentes preclaras de la industria informática; al menos en teoría, porque en la práctica estaba en su puesto por ser amigo de Bill Gates . Lo que ensombrece todavía más su metida de pata es que otra gran compañía, Google, reaccionó de manera muy distinta cuando el iPhone hizo su aparición. Andy Rubin era por entonces vicepresidente de telefonía en Google; la compañía acababa de comprar un sistema operativo móvil que él mismo había fundado (les sonará el nombre: Android) y estaba desarrollando una nueva versión del mismo para teléfonos con teclado, similares a la BlackBerry, que eran los que estaban de moda. Pues bien, Andy Rubin iba en coche de camino a una reunión, viendo en un portátil la presentación de Jobs. Cuando el nuevo teléfono de Apple hizo su aparición en pantalla, Rubin se sintió tan abrumado que pidió al conductor que detuviese el automóvil de inmediato. Con el coche parado junto a la carretera, asistió al momento en el que Steve Jobs cambiaba el negocio de la telefonía para siempre. Anonadado, Rubin supo de inmediato que el teléfono en el que Google estaba trabajando acababa de quedar oficialmente obsoleto: «¡Hostia puta! Supongo que ya no vamos a sacar nuestro teléfono», añadió con pasmo cuando vio el futuro materializado en su portátil:
Otro ejemplo: el ingeniero Chris DeSalvo, que también trabajaba en el desarrollo de Android, se sentó a ver la presentación de Steve Jobs y entendió que, en cuestión de telefonía, Google se había quedado una década por detrás de Apple: «Como consumidor, me sentí apabullado. Quise tener un iPhone de inmediato». Y como ingeniero, claro, la visión le hizo replantearse todo su trabajo: «de repente, lo que nosotros estábamos haciendo parecía de los noventa». En Google, pues, arrasaron con todo lo que tenían sobre la mesa y empezaron otra vez desde cero para crear una nueva versión de Android para teléfonos con pantalla táctil, porque aquello iba a ser el futuro. No podían permitirse despreciar las posibilidades que abría el nuevo iPhone solamente porque la idea se le hubiese ocurrido antes a una compañía rival. Esa rápida reacción permitió que Google no se quedase atrás.
En Microsoft, sin embargo, imperaba otra mentalidad. Estaban obsesivamente centrados en el mercado del PC, donde reinaban sin oposición. En 2007 más de un 80%-85% de los ordenadores del planeta funcionaban con Windows. Lo de los smartphones era un mercado que veían como incierto. Así, se rieron del «juguete de quinientos dólares» de Apple y retornaron a su agradable siesta en el trono. De hecho, bajo el mandato de Ballmer imperaba una cultura corporativa cuyo principio fundamental podríamos resumir como «no vamos a diseñar lo que el populacho quiere, sino que el populacho aprenderá a querer lo que nosotros diseñemos». Dicho en otras palabras: en Microsoft estaban convencidos de que podían hacer descender prácticamente cualquier cosa por las gargantas de su clientela cautiva. En parte tenían razón, pero solo en cuanto a los ordenadores. Desde su torre de marfil, Ballmer se limitó a hacer como que el iPhone no había aparecido. Microsoft continuó con su propio proyecto de sistema operativo telefónico, Windows Mobile, pensado para teléfonos con teclado como ese Motorola Q que él, en un arranque de torería y por la gracia de sus saltarines atributos, consideraba un digno rival del flamante iPhone.
Lo que Microsoft nunca entendió es que los usuarios de su plataforma para ordenador, Windows, no necesariamente iban a desear tener esa misma plataforma en sus nuevos teléfonos. El ordenador y el móvil se usan para cosas distintas, y a los usuarios no les preocupa demasiado si existe compatibilidad de plataformas entre ambos. Es posible que esta idea no resultara tan evidente en 2007 como lo es hoy, aunque eso no constituía el único problema. La telefonía ocupaba un lugar poco destacado en la lista de prioridades de Microsoft, por debajo de los sistemas operativos para PC, del Office, de los servicios de internet, de los servidores y demás. Balaji Viswanathan, antiguo ingeniero de Microsoft, recordó hace poco el desdén que mostraba la cúpula de la empresa hacia los nuevos caminos abiertos por el iPhone. Pero claro, a ver quién le decía a su jefazo que lo indicado era tragarse el orgullo corporativo y seguir la senda abierta por el archienemigo Jobs, exponiéndose a que Ballmer reaccionara con el consabido torrente de (dramatización) saltos, gritos, quema de archivos y destrozo de mobiliario de oficina. Por cierto, Bill Gates, que entonces estaba ya retirado de la dirección activa de Microsoft, ha dicho en años recientes que la presentación del iPhone le hizo exclamar «¡Oh, Dios mío, Microsoft no ha apuntado lo bastante alto!» (no, esto no es una dramatización, Gates lo recuerda así). Pero lo cierto es que, diga lo que diga ahora, cuando Microsoft perdió el tren de la telefonía tampoco él hizo demasiado por subsanar el error. ¿Estaba retirado? Más o menos, pero seguía influyendo en las grandes decisiones.
El que Microsoft perdiera aquel tren explica en buena parte lo que ha sucedido después con su producto estrella, Windows. Por culpa de su insensato desdén hacia la revolución del iPhone, Steve Ballmer cavó una zanja para la división telefónica de Microsoft, de la que todavía están peleando por intentar salir. Casi una década después no tiene pinta de que vayan a conseguir convertirse en la locomotora que va en cabeza, como sí lo fueron con los ordenadores. Mientras, el mercado del PC mengua y el sistema operativo Windows ha dado más tumbos que un capítulo de Perdidos.
La nueva especialización de Microsoft: los cabezazos contra la pared
2007 no fue solamente el año de la revolución del iPhone, sino también, irónicamente, el año en que la imagen de Microsoft como buque insignia de los sistemas operativos para PC sufrió varios y muy serios reveses. La compañía llevaba cinco años sin comercializar un nuevo sistema operativo. Eso, en términos informáticos equivale a toda una era geológica, es verdad; sin embargo, tampoco les había hecho falta. El Windows XP, después de varias actualizaciones y los famosos «Service Packs», se había convertido en un sistema muy estable con el que los usuarios habían aprendido a sentirse cómodos. Dada la preponderancia del XP en el mercado, los desarrolladores externos de software lo consideraban primera opción como plataforma para sus nuevos programas, así como los vendedores de ordenadores; por su parte, los usuarios tenían poco motivo para cambiar de sistema. Así, el XP acaparaba, como poco, un 75% de la cuota de mercado. Microsoft tenía todos los ases en la manga. Ese éxito había permitido olvidar algunos antiguos tropiezos de la compañía, como el inestable Windows Millenium Edition (Windows ME, o como a veces lo llamaban, «Mistake Edition»), cuya aparición todavía es recordada en los medios especializados con una mezcla de sorna y conmiseración, O como aquel programa para cambiar la interfaz del Windows 3.1, el ahora olvidado pero altamente hilarante Microsoft Bob, alucinógeno intento de convertir el sistema operativo en una especie de Monkey Island:
Pero bueno, insisto, en 2007 Microsoft mandaba sobre el mercado estable del PC y se sentía inatacable. En muchas casas y oficinas la gente usaba el XP con esa sorda satisfacción que otorga la fuerza de la costumbre. El problema llegó cuando por fin la compañía rompió el largo paréntesis con la presentación del muy esperado Windows Vista, que se suponía iba a convertirse en el non plus ultra de los sistemas operativos. La reacción de muchos fue de indignado asombro. Bueno, no la reacción de numerosos columnistas que lo pusieron por las nubes al principio; esto suele pasar, y yo al menos aprendí a desconfiar de las páginas especializadas cuando la gran superproducción que iba a cambiar la industria de los videojuegos para siempre, Spore, recibió críticas entusiastas casi unánimes entre las webs más reputadas de análisis de juegos… para después resultar ser un bodrio de dimensiones apocalípticas. En fin, lo que viene a ser la opinión subvencionada que tanto ha abundado en el mundillo de la crítica informática. Pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, y las buenas críticas sobre Windows Vista no impidieron que la realidad terminase imponiéndose. El nuevo sistema operativo provocaba problemas de ajuste técnico tanto con el hardware como con el software de la época. Para colmo, se produjo una sonada ola de demandas judiciales por causa de los «ordenadores basura» que lucían una esplendorosa pegatina que rezaba así: «Compatible con Windows Vista». Algunos fabricantes los habían comercializado con el visto bueno de Microsoft. Pero después, ¡sorpresa! Resultaba que ¡no eran compatibles con Windows Vista! Los de Microsoft, en plan «un niño mayor me obligó a hacerlo», le echaron la culpa a las presiones de Intel, el fabricante de microprocesadores (que por distintos motivos, aunque también relacionados con los inflados egos de sus directivos, igualmente se perdió el tren de la telefonía aquel mismo año). Windows Vista terminó revelándose como un fiasco de imagen que supuso un golpe duro para la compañía y el público, que no era tan tonto como a Microsoft se lo parecía, no tardó en aprender que había que huir del Vista como de la peste. Es verdad que algunos consiguieron acostumbrarse a él cuando fueron solucionados algunos problemas básicos, pero vamos a comprobar que las cifras no mienten.
En pleno 2008, pasada la fiebre de la novedad, el XP seguía copando un 68% del mercado frente al 23% de Vista, que se había vendido bien al principio para después estancarse. En 2009, probablemente tras varias sesiones de (dramatización) berridos y arrancamientos de mechones de cabello de Ballmer, Microsoft consiguió enmendar eel error publicando Windows 7, que fue para muchos el producto de continuidad que el fallido Vista debería haber sido. Windows 7 era un buen sistema operativo, pero también el reconocimiento tácito por parte de Microsoft de que Vista no tenía futuro. No habían pasado ni dos años desde su comercialización. En efecto, Vista no tuvo futuro. En 2012 Windows 7 ya se había hecho con el 41% del mercado, pero el dato verdaderamente significativo es que mientras Vista se había quedado en un 15% (que pronto sería un 10%, y en menos de dos años un 5%), el antediluviano XP, que se resistía a morir, seguía manteniendo un 24% de cuota de mercado. Con el tiempo, el propio Steve Ballmer ha llegado a admitir que considera Windows Vista como el mayor error de su carrera… aunque si hablamos de errores gruesos tiene varios para elegir.
Imaginen pues los berridos del sudoroso Ballmer (nueva dramatización) cuando además de la debacle del Windows Vista descubrió que la telefonía móvil que tanto había menospreciado se estaba convirtiendo en un mercado inmensamente lucrativo para los desarrolladores de software, y que Microsoft no tenía un hueco. Su sonado desprecio por el iPhone con aquella pantalla táctil «no demasiado buena para el e-mail», se convirtió en desesperación cuando Ballmer vio que Apple y Google estaban triunfando en la telefonía con sus respectivos sistemas operativos iOS y Android. Estos sistemas se basaban en un principio muy distinto al tradicional de Windows. No eran distribuidos mediante la venta de una licencia de compra, sino que quien compraba un teléfono se llevaba el sistema operativo gratis, sin claves ni contraseñas. El beneficio económico no radicaba en la venta de licencias únicas de usuario, sino en las inmensas posibilidades publicitarias y de venta de licencias para creación de aplicaciones para móvil, vulgarmente llamadas apps, que se vendían por muy bajo precio pero a un mercado creciente de millones de usuarios. En esto consistía el nuevo negocio de los sistemas operativos para móvil. A Ballmer le debió de explotar la cabeza cuatro o cinco veces al enterarse. Y sus gritos (nueva dramatización) debieron de hacer que les explotase la cabeza a unos cuantos más a su alrededor. Todos estaban ganando dinero con los móviles excepto Microsoft, y él mismo se había puesto en ridículo con sus burlas hacia el iPhone, mientras en Apple se reían los últimos y en Google, gracias a su temprana reacción, no paraban de acaparar cada vez más cuota de mercado.
Microsoft, el teléfono no es para ti
Microsoft permaneció durante un tiempo aferrado a su anticuado sistema Windows Mobile, pero sin éxito alguno. La gente parecía obcecada en comprarse teléfonos de pantalla táctil, sobre todo si llevaban iOS o Android. El teléfono con teclado físico estaba pasando de moda. Acostumbrados a una clientela cautiva en el mundo del PC, los directivos de Microsoft descubrieron una dura verdad: no se le puede vender un producto al público cuando el público ya ha decidido que prefiere otro producto. Y aunque la publicidad es muy importante, hay veces en que ni siquiera millones de dólares gastados en anuncios pueden evitar el desastre. En su intento por hacer frente al vendaval, la campaña publicitaria de Microsoft para intentar mantener vivo su obsoleto Windows Mobile produjo eslóganes que hoy nos suenan tan hilarantes como este: «¿Es eso Microsoft Office en tu bolsillo?» (¡Impresionante!, solo les faltó añadir «¿o es que te alegras de verme?»),. Fue una campaña de comunicación cuya existencia supongo prefieren olvidar, pero que nosotros sí recordamos porque supuso, como dirían esas almas gemelas que son Antonio Recio y Rita Barberá, una «hostia tremenda».
El cambio era inevitable. Apple lo había iniciado, Google lo había entendido. Finalmente, alguien en Microsoft debió de golpearse con el canto de una puerta y entonces también lo entendieron ellos. Al despertar de su interminable siesta, podemos suponer que en los pasillos de la empresa cundió el pánico y sin duda algunos llegaron a creerse los vaticinios agoreros de que «el PC está destinado a desaparecer». Bien, estamos en 2015 y el PC todavía no ha desaparecido, ni creo que desaparezca en algún tiempo (esto sí lo vio bien Bill Gates cuando se comercializó el iPad), pero resulta evidente que ha estado perdiendo cuota de mercado a marchas forzadas y que todavía no sabemos si perderá más. El PC tiene mucha competencia en determinados ámbitos que antes eran terreno casi exclusivamente suyo. Y si el PC pierde terreno, Windows pierde terreno. Microsoft, pues, tenía que redoblar sus esfuerzos en telefonía para no terminar en la marginalidad. Steve Ballmer tenía que dar más saltos y había que odiar aún más a Apple (por su parte, Steve Jobs ya estaba ocupado odiando a media industria y sintiendo rencor hacia casi cualquiera que no hiciera lo que él quería, pero esa es otra historia).
Se pusieron a trabajar a marchas forzadas en un nuevo sistema operativo para móviles con pantalla táctil y en 2010 presentaron Windows Phone 7 con la esperanza de entrar en el boyante mercado de los smartphones. Fue una presentación desangelada porque producía la impresión, incluso entre el público menos enterado, de que Microsoft estaba yendo penosamente,a remolque de lo que otros ya llevaban tiempo haciendo. Se pudo ver a un Steve Ballmer menos telepredicador que de costumbre (¿Diazepam? ¿Tila concentrada?), que para sorpresa de todos renunciaba a sus extravagancias e incluso llegaba por momentos a imitar el estilo comunicativo de Steve Jobs, lo cual, francamente, resultaba un tanto embarazoso de contemplar. Le hablaba al mundo de las bondades del nuevo sistema operativo móvil, pero no dejaba de ponerse de manifiesto que Microsoft estaba presentando a deshoras su propia copia de aquel iPhone del que tanto se habían burlado, solo que presentaban la copia tres años demasiado tarde.
La correspondiente campaña publicitaria no produjo una impresión muy distinta a la anterior, lanzando el mensaje nada creíble de que Microsoft llegaba tarde, sí, pero para traer algo distinto y mejor. Hoy, ciertos anuncios de aquella campaña se antojan ridículos. En fin, el esfuerzo no tuvo efecto. Un par de años después, en 2012, las cosas apenas habían cambiado en el mercado de sistemas operativos móviles. Seguían mandando con autoridad Android (56% de cuota de mercado) y Apple (23%), seguidos muy de lejos por el RIM de BlackBerry (5%) y el antaño reinante Symbian de Nokia (5%), que se había hundido ante la feroz competencia. ¿Windows Phone? Tenía menos del 4% de cuota de mercado, es decir, que no competía con Google y Apple sino con el Bada, que es como decir que ha sido usted un famoso cantante pero que cuando intenta triunfar como actor de cine, su competencia más directa son las películas al estilo de Vendemos chocolate (en la que, ojo, también había un smartphone: flamante calculadora de 1981 y una mentalidad empresarial muy Microsoft «Tenemos setenta millones de dólares, tío», «Nahhh»). En fin, que Microsoft, el gigante de los ordenadores, era el equivalente de UPyD en el mundo de la telefonía móvil.
En los pasillos de la compañía seguía cundiendo el nerviosismo, y con buenos motivos. La telefonía le estaba comiendo mucho terreno a la informática tradicional. A principios de 2011 solamente un 7% del tráfico en internet se producía a través de teléfonos móviles, pero un año después ese porcentaje era prácticamente el doble: 13%. Y en el 2013 se había vuelto a doblar, llegando a un 25%. El pastel que Microsoft se estaba perdiendo se hacía más y más grande. Lo peor era ver que no había manera de hincarle el diente. iOS y Android habían copado un mercado ya maduro. Quien tenía un iPhone o un móvil con Android no deseaba cambiar, y todavía menos intención de cambiar tenían en el creciente sector de los creadores de apps, que no querían complicarse la vida. Los desarrolladores no iban a molestarse en crear aplicaciones para Windows Mobile si esto significaba llegar a un porcentaje muy pequeño de usuarios. Tampoco los fabricantes de terminales tenían interés en equipar sus móviles con Windows Phone, sabiendo de antemano que el público iba a preferir iOS o Android. Sumemos a esto las ventajas intrínsecas de los competidores. Apple podía fabricar sus propios terminales. Google podía ofrecer en Android servicios añadidos como Google Maps, de los que Microsoft apenas tenía equivalentes. Así pues, ¿qué podía ofrecer Microsoft a los usuarios de teléfono? Pues no mucho. Se mirase por donde se mirase, la situación de su división de telefonía era dramática. ¿Qué planeó Steve Ballmer al respecto? Pues algo grande. Algo faraónico. Algo espectacular. Algo muy hasta el fondo. Señoras y señores, alcen los brazos al Señor: llega Windows 8.
Remember: tiles belong to the bathroom
Cuando uno o dos sistemas operativos crean una amplia biosfera de aplicaciones compatibles, la mayor parte de usuarios, que por lo general buscan estabilidad y no estar cambiando de sistema cada dos por tres, no querrán abandonar esa biosfera. Esto había sido la clave del éxito de Microsoft en los ordenadores como del de Apple y Google en los teléfonos móviles. Cada ámbito, ordenadores y telefonía, tenía ya sus reyes bien establecidos.
Microsoft no podía conformarse con la situación y seguía teniendo hambre de monopolio. Su ambición era la de crear un Sistema Operativo Para Gobernar Todos Los Dispositivos. Esto es, una plataforma que pudiera ser utilizada tanto por usuarios de PC como de tablet y de móvil. Unificar. Reunir. Monopolizar. A fin de cuentas, debieron de pensar, los usuarios de estos distintos aparatos suelen ser los mismos. Yo tengo PC y smartphone. Casi todos ustedes tienen también más de un dispositivo digital. Con esta idea en mente, Andrew Lees, entonces jefe de la división de telefonía, dijo: «No tendremos un ecosistema para PC, otro para teléfonos y otro para tablets. Tendremos un único ecosistema en el que todos se unirán».
Una buena idea solamente sobre el papel, porque en Microsoft continuaban sin entender la realidad. Los ordenadores (de sobremesa o laptops) son una cosa, y los dispositivos táctiles (smartphones y tablets) son otra cosa muy distinta. «Pero ¡esto es una perogrullada!», me dirá usted. Y yo le respondo que quizá lo es, pero a Microsoft no le parecía tan evidente, como demostraba que el mismo Ballmer que había presumido de apelar al «usuario profesional» para desdeñar el iPhone, desdeñaba ahora a ese usuario profesional al que antes había apelado. La realidad pura y dura es que cuando uno está trabajando hay cosas que pueden hacerse con el móvil más cómodamente que con un ordenador, pero también a la inversa. Sobre todo a la inversa. Un PC o un portátil convencional pueden haber perdido cuota de mercado, pueden parecer menos modernos que un dispositivo táctil, pero son herramientas insustituibles para muchos de nosotros. Hay determinados trabajos que no se pueden realizar en un móvil o en una tablet. A veces son necesarios un teclado y un ratón de toda la vida, por más prosaicos, anticuados y carpetovetónicos que estos artilugios nos puedan parecer. Más antigua es la rueda, y miren por dónde, los coches continúan teniendo cuatro.
En Microsoft, sin embargo, estaban arrebatados por una visión, o por la pura desesperación, y el resultado final de esa visión desesperada fue Windows 8. Un sistema operativo con aspecto de estar pensado para dispositivos táctiles que horrorizó a quienes pretendían usarlo en su PC. Para empezar, eliminaba el menú de inicio de toda la vida y lo sustituía por un sistema de tiles («baldosas» o «azulejos») similar al de un smartphone. Hasta tal punto llegaba la cosa que en el monitor del PC la calculadora aparecía a un tamaño enorme que no se podía reducir, porque Windows 8 trataba al monitor del PC exactamente igual que a una pantalla táctil, y mostraba todo en su debida (y enorme) proporción. Para colmo, la pantalla de inicio estaba repleta de aplicaciones estúpidas o de actualizaciones de noticias y chorradas diversas, también en forma de mosaico con azulejos. Lo peor, con todo, era la introducción de resortes de publicidad y de venta de nuevas aplicaciones que, por decirlo con sencillez, hacían que Windows 8 convirtiese el PC en un móvil.
El genial comentario con el que titulo este episodio («Recordad: los azulejos pertenecen al cuarto de baño») lo leí hace meses en YouTube, pero se me quedó grabado porque resume perfectamente la opinión de muchos usuarios sobre el terrible Windows 8 y su enervante sistema de tiles. Windows 8 fue una debacle como la del Windows Vista, solo que peor, porque ahora ya no podían achacarse los errores a un excesivo afán de innovación, sino al evidente y deliberado intento de convertir el PC en una máquina tragaperras similar a la que ya eran los móviles. El gran error de Microsoft fue pensar que los usuarios estaban dispuestos a tragarse en su ordenador las mismas cosas que ya tragan en su teléfono móvil. Pero no. Los usuarios de PC, sobre todo si lo empleaban para asuntos profesionales, lo último que querían era ver su herramienta de trabajo convertida en una tablet donde ya no encontraban lo que necesitaban con rapidez, donde no había un menú de inicio ni un escritorio donde colocar libremente aplicaciones y documentos de acceso rápido. Muchos usuarios llegaron a eliminar Windows 8 de sus ordenadores al poco de haberlo instalado para comprobar que su productividad laboral descendía considerablemente. Windows 8 fue, al menos en términos de lo que se espera de Microsoft, un fracaso comercial tremendo y un golpe a la imagen corporativa mucho mayor del que había supuesto Vista. Un fútil intento de solución, la versión 8.1, fue como una tirita para cornada de toro y no hizo gran cosa por remediar el desastre. En resumen: comercializado en el año 2012, Windos 8 solamente staba en un 17% de ordenadores (sumando versiones 8 y 8.1) a finales de 2014. Todavía muy por debajo de Windows 7 (55%), pero lo más llamativo, no muy por encima del ya arcaico Windows XP, que mantenía un 13% de uso. El Xp había sobrevivido a Vista y al propio 8, lo cual dice mucho sobre el rechazo que generaron estos productos. Sin embargo, el mayor desastre de Windows 8 era uno del que la prensa hablaba menos, pero que estaba ahí: había sido el primer gran intento por meter Windows en los dispositivos móviles y no había funcionado.
Gritos en el consejo directivo
En 2013 ya resultaba evidente que la jugada de Windows 8 no había salido bien, así que la desesperación del gritón presidente de Microsoft lo llevó a batir nuevas marcas de decibelios. Steve Ballmer, muy tocado, anunció su retirada de la presidencia para un año después, pero no quería marcharse sin anotar un gol que le permitiese evitar el sambenito de haber sido un CEO desastroso. Como último recurso para intentar el infructuoso asalto al mundo de la telefonía, se empeñó en que Microsot debía adquirir la compañía finlandesa Nokia. Así, Microsoft podría comercializar sus propios terminales, distribuyendo en ellos esos sistemas operativos que casi ningún usuario de móvil quería. La idea no parecía tener mucho sentido, esta vez ni siquiera sobre el papel. En 2013 Nokia ya no era el mismo gigante de 2009, cuando cerca de un 35% de los teléfonos móviles vendidos en el mundo habían sido fabricados por ellos. En 2013, Samsung y Apple le habían arrebatado el liderazgo como fabricantes de teléfonos, quedando Nokia en tercer lugar con un 13% de cuota de mercado, cifra que para colmo iba menguando con rapidez. De hecho, el sistema operativo creado por Nokia para sus teléfonos, llamado Symbian, estaba ya casi desterrado del mercado. La empresa finlandesa había entrado en pérdidas. Es verdad que la malísima situación de Nokia le facilitaba a Microsoft la negociación de un buen precio de adquisición, pero el problema al que se enfrentaba Microsoft seguía siendo el mismo: quería entrar en un mercado maduro en el que no había ya sitio porque otros llevaban años de ventaja.
El consejo directivo de Microsoft, de hecho, se opuso a la propuesta de su presidente. Y bueno, Steve Ballmer entró en cólera. Esto ya no es una dramatización, sino que sucedió en la realidad: cuando se discutió la posible compra de Nokia, los berridos de Ballmer pudieron escucharse desde el exterior de la sala de reuniones. La oposición de los consejeros lo ponía fuera de sí (más de lo normal, quiero decir). Aseguraba —a gritos, cómo no— que si él era presidente de la compañía pero no podía sacar adelante una decisión como aquella, dimitiría de inmediato, en ese mismo instante, en la propia reunión. Vamos, el viejo «¡pues ahora no respiro!» de Obélix. Tras un tenso debate, Ballmer se salió con la suya al precio de provocar que su relación con los consejeros quedase definitivamente arruinada, lo cual le pondría las cosas muy difíciles en sus últimos meses como jefe. La compra de Nokia se formalizaría al año siguiente. Hoy en día Microsoft ya ha absorbido Nokia como parte de su tejido y fabrica sus propios móvile. También esta maniobra fue estéril, como habían temido los consejeros que intentaron sin éxito plantar cara a Ballmer. Si en el momento de la adquisición Nokia había sido la tercera fabricante de terminales, tras la compra Microsoft ha caído a la cuarta plaza debido al ascenso de la empresa china Huawei. Si no querías caldo, dos tazas.
Windows 10: un Windows para gobernarlos a todos
Hoy hablamos mucho de la «experiencia móvil», pero no se trata de un único dispositivo móvil. De hecho tienes varios dispositivos móviles en tu vida, y quieres tener tus datos y aplicaciones en todos ellos: ese es el futuro de Windows. Así es como vamos a conducir nuestro negocio hacia adelante (Satya Nadella, presidente de Microsoft desde febrero de 2014).
En febrero de 2014 Ballmer dejó la presidencia de Microsoft, y lo hizo varios meses antes de lo previsto, porque el enrarecido ambiente en el consejo directivo resultaba ya irrespirable. Ataviado con el polo más amarillo que verán ustedes en sus puñeteras vidas (joder, ¿cómo puede algo ser tan amarillo?) se despidió en su mejor estilo, berreando y llorando durante un psicodélico acto multitudinario. Como no podía ser menos, con una canción hortera de fondo. En fin, fue absolutamente espectacular. Véanlo, porque cuando se pone a «cantar» una frase de la canción antes de salir del recinto (y de nuevo, ¡qué elección de canción!) se me caen las lágrimas, aunque no precisamente de la emoción. ¿Puede haber una salida de un escenario más intensa? Es La Despedida De Todos Los Tiempos. Tras aquella épico adiós, Ballmer se fue a gritar a otra parte: el equipo de la NBA Los Angeles Clippers, del que es propietario desde agosto de 2014.
Con Ballmer y su polo del Color Que Vino Del Espacio ya fuera de la empresa, un comité de sabios, que incluía a Bill Gates, eligió a su sucesor: Satya Nadella. El nuevo presidente de Microsoft es, en apariencia, muy distinto de Ballmer. No grita, no salta, no suelta espumarajos por la boca ni parece estar poseído por un demonio que acabe de comprarle veinte gramos de cocaína al camello de Charlie Sheen. Nadella es un tipo carismático, un poco en plan presentador de talk show pero sin los chistes. No tiene imagen de empollón de Bill Gates o Larry Page, el presidente de Google, ni se presenta ataviado con la milimétrica modernez del difunto Steve Jobs. Y ni mucho menos demuestra la delirante hiperquinesia de su predecesor.
Nadella nació y creció en la India, aunque completó sus estudios técnicos en los Estados Unidos, incluyendo supaso por la Booth School Business, escuela de negocios de Chicago en la complementó sus saberes especializados con típicos cursos para el afilado de la dentadura de tiburón. En pocas palabras, es un directivo de manual. Sabe hablar (y muy bien) para no decir nada. Sabe soltar la palabrería corporativa que se espera de alguien en su posición, pero dejando caer la bomba atómica en el momento preciso si es que la ocasión lo requiere. Es un tiburón con silenciador. Este verano diversos columnistas comentaban con asombro la churrigueresca vacuidad conceptual de cierto discurso de Nadella, repleto de palabrería hueca 100% típica de ejecutivo insidioso; un discurso en el que uno podía cambiar apenas cuatro nombres y se adaptaría perfectamente a cualquier otra gran corporación sin que se notase la diferencia. Pues bien, mientras pronunciaba el discurso soltó un par de palabras que llamaban la atención por su inesperada concreción: «decisiones duras». Vamos, que Nadella es capaz de visitar todas las ramas del bosque con una celestial perorata sobre el aroma del éter pero también incluyendo, como quien no quiere la cosa, la mención de que, oh sí, ahora que lo recuerda, va a despedir a mucha gente. Para ser más concretos, gente de la división de telefonía.
Durante la presidencia de Nadella se ha comercializado Windows 10, que de momento es visto por algunos usuarios como la apropiada corrección de algunos males de Windows 8. Para otros es una gran mejoría, aunque también los hay que piensan que es innecesario mientras Windows 7 siga funcionando bien. En cualquier caso, la gran jugada de Nadella ha consistido en ofrecer Windows 10 como actualización gratuita para los usuarios de Windows 7 y 8, lo cual ha permitido un arranque espectacular en sus estadísticas de uso. A la manera de iOS y Android, se trata de ofrecerlo gratis para favorecer que lo adopte el número lo más extenso posible de usuarios, y así poder explotarlo después con monetizaciones secundarias parecidas a las de los sistemas móviles, una vez atraído el interés de los creadores de apps.
Sigue habiendo algunos problemas. Quienes usan el PC para trabajar, por ejemplo, encontrarán que Windows 10 también es un sistema mestizo pensado para conseguir un ecosistema en el que puedan habitar aplicaciones útiles en todos los tipos de dispositivos. La diferencia con el 8 es que resulta más configurable y los usuarios de PC pueden desactivar muchas de las características pensadas para táctiles y móviles, que resultan muy incómodas en el uso cotidiano de un ordenador. Además tiene un ayudante que funciona mediante voz, Cortana, y diversas funcionalidades nuevas, algunas de las cuales han sido bien recibidas. En el lado negativo, Windows 10 está creando todo tipo de inconvenientes a no pocos usuarios: problemas para instalarlo (como el simpático y ya célebre error 80040020), actualizaciones que no funcionan (incluyendo el divertidísimo efecto del «reinicio en bucle» del ordenador), actualizaciones forzosas, dudas en cuanto a la privacidad y el manejo de los datos de cada ordenador que pueda hacer Microsoft (porque Windows 10 parece casi Facebook en ese sentido). También están los intentos por que los usuarios asimilen vía esófago (para ser elegantes, hemos usado el tracto anterior del sistema digestivo) ciertas cosas que esos usuarios no quieren, como el buscador Bing y el nuevo navegador Edge. Con todo, el 10 es una mejora innegable con respecto al 8, aunque ya hay gente, especialmente antiguos usuarios de Windows 7, que han decidido regresar a este para quedarse allí mientras les resulte posible, de manera no muy diferente a como sucedió en su día con Vista y el XP. En fin, si lo desean pueden leer en Softpedia un balanceado e interesante resumen de sus pros y sus contras; es interesante porque, pese a su aparente intención de dejar el Windows 10 en buen lugar, sucumbe a la sinceridad y termina enumerando una ristra bien nutrida de problemas que llevan a concluir que no es un producto terminado ni recomendable «si no es usted un usuario avanzado». En fin, un comienzo prometedor en las cifras que no lo es tanto en cuanto uno se pone a escarbar.
El tiempo dirá si Windows 10 terminará imponiéndose o no. Es verdad que ha empezado muy fuerte, con más instalaciones en su debut de las que tuvo 7 al principio (setenta y cinco millones frente a sesenta). En algunos medios nos lo venden como un gran triunfo. Aunque bueno, Business Insider se antoja por momentos el departamento de RR. PP. de Microsoft, y no parecen darle la importancia debida al hecho de que el Windows 7 era de pago y el 10, por el momento, no lo es. Aun así, la gran pregunta no es si Windows 10 triunfará en los ordenadores porque, incluso si fracasare, la mayoría de usuarios de PC seguirán con un Windows, ya sea el 7, el 8 o incluso nuestro querido y apolillado Windows XP, que mientras escribo estas líneas todavía tiene más usuarios que el 10, aunque eso cambiará para cuando este texto se publique (las cifras avanzan en cuestión de días). En fin, puede ser que el 10 cope el mercado de los PC o no, ya veremos. Lo de que triunfe en los teléfonos, que es lo que de verdad Microsoft pretende con ese producto… eso ya es otro cantar.
Supervisando nubes
Salvo la gratuidad de Windows 10 y el nuevo estilo de comunicación que ha puesto en práctica, poca novedad hay en la estrategia corporativa de Satya Nadella. Algunos ven al nuevo jefe como un esperanzador cambio después de la muy cuestionable presidencia de Ballmer, pero ya sea Nadella de verdad tan brillante como parece, o ya sea todo fachada, eso poco importa. En realidad tiene las manos atadas. No puede inventar mucho. Es como el jugador de póquer que se ve obligado a jugar con las cartas que le han repartido, en este caso cartas heredadas de la presidencia anterior. Si Ballmer hubiese hecho bien las cosas, Microsoft tendría hoy dos sistemas operativos distintos, pero compatibles entre sí: uno para ordenadores y otro para móviles. Sin embargo, la falta de éxito en la telefonía los lleva a seguir intentando producir una plataforma universal.
Es verdad que Nadella, con sus anunciados recortes en la división de telefonía, ha terminado de sancionar la certeza de que Windows Phone fue un rotundo fracaso y que Microsoft ha pasado página al respecto. Pero entonces, ¿qué queda? Aun con toda su palabrería, la estrategia de Nadella no puede ser muy distinta a la de Ballmer. El nuevo presidente ha dicho que el futuro de Windows está «en la nube», es decir, que el nuevo modelo de negocio apunta a los servicios y la transversalidad entre ordenadores, tablets y móviles, porque el mercado del PC no deja de menguar aunque haya mostrado algunos síntomas de estabilización en su caída. Por otro lado, Microsoft debe confiar en sus propios terminales, los que ellos mismos fabrican tras la absorción de Nokia, aunque la pelea por adquirir cuota de mercado es por ahora una batalla que están perdiendo. Los proveedores de servicios de telefonía no se están tirando de cabeza a ofrecer modelos de terminales con Windows (en Estados Unidos, por ejemplo, este ha sido un problema bastante serio para Microsoft) y por si acaso, Nadella ha cerrado acuerdos como el de Acer, que va a comercializar un teléfono con Windows 10 (que se llama, no se lo pierdan, Jade Primo, ¡impresionante! Lo próximo será Samsung Colega). Pero ese acuerdo ni mucho menos garantiza resultados distintos a las intentonas anteriores. En fin, ya quedan pocas opciones después de que el ataúd de Windows Phone haya sido atornillado. Nadella ha dejado bien clara una filosofía corporativa, mobile first, que como digo no es tan distinta de la de los últimos años de Ballmer:
El viejo problema, pues, continúa ahí. Es posible que Microsoft finalmente se haga con una cuota significativa del mercado telefónico. Lo tiene difícil, pero nada es imposible. Sobre todo en tecnología, donde las cosas cambian muy deprisa; miren lo que fue Nokia y para lo que ha quedado. Pero lo dicho, no lo tienen fácil. Luego está lo que suceda a largo plazo con el mercado del PC, que se ha reducido mucho, pero que dudo desaparezca del todo. Es más, cuanto más se reduzca el mercado del PC, mayor será el porcentaje, dentro de los usuarios que queden, que pretendan usar el ordenador precisamente para cosas que no quieren o no pueden hacer con smartphones y tablets. Esos usuario van a ser los más refractarios a un sistema operativo empeñado en meterles lo de la nube transversal por el gaznate. Son usuarios que se sentirán abandonados si Microsoft decide centrar su atención en la dichosa nube, olvidando que su producto estrella proviene de esos viejos ordenadores que la gente todavía utiliza para trabajar porque tienen un teclado y un ratón,a los que no hay que hablarles ni requieren que nos pasemos el día acariciándoles la pantalla como si fuesen un Tamagotchi con astenia primaveral. A estos usuarios siempre les queda pensar que Microsoft volverá al redil si sucediere que su enésimo asalto a la transversalidad fracasa. Si, y solo si, Windows 10 no triunfa en la nube y en el asalto a la telefonía, tal vez en Microsoft decidan finalmente que va siendo hora de apreciar un sistema operativo para PC por lo que es, un puñetero sistema operativo para PC. Yo, que como Prince tengo miedo a que si cambio de sistema operativo se me llene la cabeza de números, prefiero eso a que se me llene el escritorio de azulejos. Si Windows 7 caduca (aunque se supone que tendrá soporte hasta 2020, pero de Nadella no me fío un pelo), incluso los neanderthales tecnológicos con mayor aversión al cambio, como servidor de ustedes, terminaríamos atreviéndonos a mudarnos a cosas con nombres tan raros y aterradores como Linux, Ubuntu y demás, que suenan a guerreros de alguna película de Maciste. O peor aún, ¡a Mac! Imaginen los gritos y lloros de Ballmer si nos pasáramos todos a Mac y, encima, llevásemos siempre puesta una camiseta de los Lakers. En cualquier caso, Windows 10 no ha nacido tanto del empeño por crear un buen sistema operativo específico para PC, ni de crear uno específico para móviles (y ya se sabe, el que mucho abarca…) como de las desesperadas necesidades de Microsoft por no quedarse atrás en la telefonía, usando una vez más su producto estrella como ariete para derribar las puertas de un mercado que se le resiste.
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Una puntualizacion: Microsoft ha ganado y gana más dinero que Google de cada terminal Android vendido. Google lo cede gratis a los fabricantes de telefonía, y además, tiene que pagar una cuota a varios poseedores de patentes clave, y entre ellos, el más importante es Microsoft. ASí que es tal cual: Microsoft gana más dinero (directamente) de la venta de un terminal Android que la propia Google.
Otra cosa es que esto le compensa (con creces) a Google porque ese terminal acabará siendo la fuente del consumo de su sistema de publicidad, que es con lo que gana dinero.
Es curioso cómo el artículo consigue plasmar perfectamente cómo me siento con la reciente deriva de windows y «la nube». Más perdido que un pulpo en un garaje. Y te lo intentan meter por todos lados, y yo no se cómo evitarlo. Con el windows 10 no hacen más que intentar que actualice desde mi windows 7, cuando da la casualidad de que me compré un portátil de gama «profesional» porque me daba la oportunidad de escoger entre windows 7 u 8, y no quería ni ver el 8 después de una traumática aproximación a los dichosos azulejos.
Vamos, que me sentía como una de esas personas maduras a las que la tecnología les va «costando» cada vez más, pero me acabo de dar cuenta que no es cosa mía, sino de S. Ballmer. ¡Gracias, JotDown, por devolverme un poquito de autoestima!
No creo que se trate de autoestima, sino de resistencia al cambio. Se puede usar Windows 10 -incluso W 8.1- sin tocar una baldosa. Y en media hora conocer lo fundamental para aumentar la productividad y sentirse cómodo con el sistema. Interiorizarlo lleva más tiempo claro, pero desde mi punto de vista merece la pena -y mucho- el esfuerzo.
Masabalos:
Yo sí entiendo perfectamente a nachetetm. Mucha gente tiene un único ordenador, con sus programas, sus documentos y unas configuraciones que por lo general han ido realizando lentamente a lo largo de años. Desde el punto de vista de esa gente (el cual, te hago notar, es muy respetable), probar otro S.O. significa arriesgarse a que, quizá, en el caso de que no les guste, entre que lo instalan y desinstalan, haber perdido toda esa configuración estable a la que estaban acostumbrados. Ese “quizá” es la clave, porque sé lo que me vas a responder. Aunque a esos usuarios se les garantice que la transición es indolora, ¿qué necesidad tienen de tomar ese riesgo?
Mira, yo no soy informático ni nada que se le parezca, pero en el artículo he exagerado mi primitivismo. A mí me gusta probar cosas y trastear con el ordenador…. hasta cierto punto, al menos. Sé dónde ir para configurar algo, y si no lo sé, sé cómo buscarlo rápidamente. Sin embargo, entiendo muy bien a quien no tiene ganas, o no tiene tiempo, de ponerse a averiguar cómo configurar Windows 10 o lo que sea. A ti esa configuración quizá te suponga media hora. A otras personas seguro que les llevará bastante más, porque el tiempo de preguntar a otros o buscar en Google hay que incluirlo también. Y el tiempo de la gente es oro. Desde mi punto de vista, se supone que la idea de un S.O. es permitir a cualquier usuario, de cualquier nivel de pericia tecnológica, empezar a manejarse con sus propias tareas desde cero. Y un usuario básico solamente requerirá tareas básicas. Por eso hay menús (fáciles), iconos (fáciles), etiquetas (fáciles), para que si buscas el Word o la Calculadora no te metas por error en una configuración de sistema a la que no quieres entrar ni en pintura porque no te interesa lo más mínimo.
Y tener que dedicar esa (para ti) media hora en desactivar cosas de un S.O. que te molestan (léase azulejos por ejemplo) antes de poder siquiera empezar a realizar cómodamente tus tareas básicas es la señal de que ese S.O. está descuidando a los usuarios de un ordenador en su intento por complacer a los de tablets y teléfonos. En este sentido, me siento muy identificado con los usuarios más básicos de Windows en PC, aunque yo no sea exactamente tan básico en su uso. Nunca voy a decirles “si es fácil, hombre, solo lleva media hora”. Sí, “media hora”, más el tiempo que has empleado en instalar, más el tiempo que te llevará conseguir que las cosas estén organizadas de un modo que te resulte cómodo, más el tiempo que te llevará sortear las triquiñuelas y problemas que tiene siempre TODO nuevo sistema operativo.
Voy a decir una obviedad: que un usuario sea básico no significa que sea tonto, significa que no le interesa ser usuario avanzado. Sus motivos tendrá. Y como los usuarios básicos no son tontos, saben por intuición que el cambio traerá problemas, y que mayores los problemas cuantas más diferencias vean a primera vista en el nuevo sistema. Así pues, la resistencia al cambio en un usuario básico es una postura INTELIGENTE. Porque, para empezar, le permite que cualquier nuevo S.O sea puesto a prueba durante meses y años por otras personas, que irán encontrando soluciones a problemas y errores, y poniendo esas soluciones en Internet. No será lo mismo cambiarse a Windows 10 dentro de un año o dos, que hacerlo hoy. Cualquier usuario básico con dos dedos de frente esperará antes de cambiar.
Porque no sería la primera vez que oye hablar maravillas de un nuevo Windows y no sería la primera vez que oye lo de «cámbiate al nuevo, hombre, no seas ceporro», antes de descubrir con el tiempo que mejor hubiera hecho en no cambiarse tan a la ligera.
Espero que no se haya entendido mi comentario como que estoy tratando a alguien de lelo por rechazar Windows 8/10. Porque no es eso. He hablado de resistencia al cambio. Y pongo un ejemplo: si quieres una nueva tele con un montón de prestaciones pero no estás dispuesto a asumir que toca aprender a manejar su nueva interfaz, no sólo para sacarle partido a las prestaciones que no tenía la antigua, sino simplemente para configurarla, si no estás dispuesto a consultar el manual de instrucciones, entonces es mejor que te quedes con la tele que tenías. Asumimos que en ese ejemplo nadie se va a mosquear porque «se lo han cambiado todo». ¿Por qué no asumimos que si cambiamos a un nuevo sistema operativo vamos a tener que aprender unas cuantas cosas? Con lo de la media hora me refería a que es el tiempo necesario para conocer lo básico sobre los cambios en la interfaz (ya he dicho que interiorizarlo es otra cosa, eso ya depende de la persona. Y repito, se puede vivir sin usar las baldosas). Entiendo que quieras mantener tu configuración, pero si tras cerca de 100 millones de instalaciones no hay casos significativos de personas que se quejen de que han desaparecido accesos directos del escritorio, o archivos de usuario, doy por hecho que por ahí no habrá problemas. Y entiendo que haya cierta prudencia sobre el rendimiento/estabilidad/problemática de Windows 10, pero lo dicho, cerca de 100 millones de instalaciones son muchas. Aunque igual hay que esperar a que lleguen a los 1.000 millones para tenerlo más claro (es irónico, pero la cifra es el objetivo que se marcan). Además, Windows 10 es la evolución de Windows 8/8.1, un sistema sobradamente contrastado. Windows 10 ha tenido un programa con millones de Insiders -beta testers- que han estado probando el sistema durante meses antes de lanzarlo al público -y lo seguirán haciendo con las actualizaciones que se van preparando-. No hay necesidad de esa tele nueva (la que tienes funciona perfectamente), pero tiene cosas que te gustan, es más grande, y se ve mejor…
He dado clases de informática básica e Internet a personas de muchas edades, con distintos niveles formativos… Y te das cuenta que para demasiadas personas aprender es que le señales en la pantalla dónde tiene que pinchar para hacer algo… No quieren molestarse en leer las opciones del cuadro de diálogo que se ha abierto, quieren que les digas qué botón pulsar: Diálogo de confirmación para borrar un archivo, «¿qué hago?, ¿acepto o cancelo?», «no sé, ¿tú qué querías hacer antes de que apareciera esa ventana?» Eso es lo que solía contestar a ese tipo de preguntas -puede parecer exagerado pero es un ejemplo real; y no es que me haya pasado una vez, han sido muchas-. Entiendo que un ordenador puede crear ansiedad, puede parecer complejo (y realmente lo es), que puede parecer imposible memorizar todos los pasos que hay que dar para una tarea concreta… Y por eso mismo lo último que debes hacer es decirle a una persona «pulsa ahí» sin ninguna otra explicación. Es mejor centrarte en las funcionalidades genéricas de un navegador web que en la operativa concreta del que se está usando, porque luego esa persona se sentará en otro ordenador, con otro navegador, y volverá a agobiarse porque «está todo cambiado». Y entiendo que el tiempo de cada uno tiene su valor, lo que incluye el de las personas a las que toca solucionar las pifias de los usuarios básicos que quieren seguir siéndolo toda la vida. Porque están en su derecho, claro, pero luego no piensan en los compromisos que crean al pedir ayuda a los amigos/conocidos. Puede que te parezca salirme por la tangente, pero es la clave de porqué hay cierto rechazo a Windows 10: Me permite hacer más cosas en menos tiempo, accedo a mucha más información que nunca con sólo pulsar una tecla, tengo un asistente que me facilita las cosas… Pero, vaya, es algo distinto, y yo quiero esos beneficios pero haciendo las cosas de la misma forma que siempre.
Y sí, es media hora entender que el poder lo tiene el teclado, no el ratón: Win, Win + A, Win + I, Win + X, Win + E, y ya tienes acceso al 100% de lo que necesitas en Windows 10. Súmale trastear con el Menú Inicio y entender cómo se modifican/quitan/añaden los accesos directos/tiles tanto al menú como a la barra de tareas. Claro, actualizar lleva tiempo, y personalizar también, pero eso ocurre en cualquier actualización. La tele hay que ir a comprarla o esperar a que la traigan, ubicarla, conectarla…
No estoy de acuerdo con usted en absoluto. Del mismo modo que usted nos califica como resistentes al cambio, podría calificarle a usted como un tonto-útil que se traga cualquier cosa.
Windows 8 (o por mejor decir, la UI de Windows 8) fue una cagada más de Steve Balmer, como la compra de Nokia, de Skype, el desarrollo de Bing (que nos quieren meter por vía rectal).
Windows 8.1 no consiguió que los usuarios mejorasen su opinión.
Windows 10 (en mi opinión) será otro fracaso. Los que entendemos (un poco) de esto sequiremos con w7 y nuestros ficheros en nuestro disco duro.
¿Y para decir que no está de acuerdo hace falta insultar? (sí, sé lo que significa la expresión, pero el tono deja clara la intención). He descrito un fenómeno que desde mi punto de vista es lo que más pesa a la hora de enjuiciar Windows 10 -nunca se habla de su rendimiento, estabilidad, que tenga los mismos requisitos que 7 pero gestione mejor los recursos, etc.-, sí Ud. se da por aludido es cosa suya. En otro comentario -bastante largo y con datos contrastables- he hablado sobre porqué el artículo es imparcial y algunas conclusiones son muy cuestionables. Si se hubiera tomado la molestia de leerlo antes de hacerse el ofendido (también tengo resistencia al cambio en otro tipo de temas; y más que «tonto útil» sería más preciso «early adopter») vería que, al menos, sé tanto de lo que hablo como Ud. Y lo argumento. Cosa que no veo en su comentario. Porque decir que el desarrollo de Bing es una cagada no tiene ni pies ni cabeza. Bing tiene mayor cuota en USA que Google, por algo será. Es verdad que en el resto del mundo nos llega una versión descafeinada, pero Microsoft necesita de un motor de búsqueda propio, sí o sí. Entre otros muchos motivos porque Cortana no podría funcionar sin él. Y en su propio sistema operativo integra un asistente que necesita de Bing para ofrecer el 100% de funcionalidades (cosa que hace Google en Android y se da por lógico, nadie pone el grito en el cielo). Pero es que además, puede cambiar el motor y poner el que le parezca, no veo dónde está el supositorio.
Ah, también sigo con mis datos en discos duros, y uso la nube cuando quiero/necesito/me conviene usarla. No es excluyente.
Me temo que en Estados Unidos, aun sumando Yahoo a Bing tiene una cuota de un 30% más o menos, frente al 60 y pico de Google. Que no está mal, pero está muy lejos de suponer una cuota mayor.
Windows 10 es mucho mejor que Windows 7, usa menos recursos, es más rapido y tiene más caracteristicas, que a usted le puede gustar el 7, pero no insulte a los que ni piensan como usted y menos cuando encima no tiene razón
Solo decir que odio escribir en una pantalla de teléfono y que para escribir no hay nada mejor que un teléfono con teclado, pero que algo sea mejor no quiere decir que vaya a tener éxito (precisamente Microsoft es un buen ejemplo de lo que digo). Me parece aberrante ver algunos modelos de Blackberry sin teclado.
El último presidente de Nokia fue un tal Stephen Elop, que tuvo un alto cargo antes en Microsoft. A lo que se dedicó es a intentar que el proceso de adquisición fuera rápido y el precio de venta no fuese elevado. Después de la venta volvió a tener un alto cargo en M$.
Steve Jobs tiene una frase mesiánica parecida a la máxima corporativa que ponéis en boca de M$: «la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñamos» Esta otra es de Henry Ford: «si le hubiera preguntado a la gente qué quería, me hubieran dicho que un caballo más rápido».
He encontrado un vídeo del día en que Bill Gates pasa el testigo a Ballmer. Impagable:
https://www.youtube.com/watch?v=w1FLZPFI3jc
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Menudas hostias a Microsoft. Tal como lo pintas deberían estar en quiebra y ni mucho menos. Ni una mención a Xbox y a toda la pasta que mueve. En la industria del videojuego Microsoft está mucho mejor posicionada que Apple o Google, que básicamente no existen.
Por otro lado la mención a la privacidad me parece ridícula cuando es un mal que aqueja a todos. La gran G y Apple son pioneros también en eso. ¿Te suena el fappening? No se iba a quedar Microsoft detrás.
En cuanto a la jugada de hacer un Windows para todas las plataformas es una apuesta a largo plazo. Microsoft siempre ha funcionado así y siempre le ha ido bien. W95 bien. WMe mal. WXP bien. Vista mal. W7 bien. W8 mal. Y ahora W10 que me da la sensación (aún no lo probé) que es una transición desde el W7 bastante cómoda. Con mantener la cuota en PCs y meter la puntita con Surface en el mundo de las tabletas (no le va mal) lo de los móviles es asignatura pendiente, pero desde luego no es el fin del mundo.
Si en algo concuerdo es en el esperpento que es Ballmer. Que se lo pase bien en los Clippers.
He leído muchas veces esa teoría de que Microsoft alterna un Windows malo con uno bueno y está traída por los pelos. Porque al 95 (malo) le siguió el 98 (también malo) y al XP (bueno) le precedió el 2000 (también bueno, tanto que las empresas lo instalaban en sus servidores, en vez de aquel Windows para maquinones llamado NT).
Ha escuchado usted campanas…pero sin la menor idea de por donde viene el sonido.
W98 era un muy buen SO… y w2000 era un so servidor (heredero de NT4.0) por lo que es logico que las empresas lo instalaran en sus servidores :))…aunque como todo so servidor tambien podia usarse (y se usaba ampliamente) como equipo de trabajo
Habia W2000 para equipos de trabajo, no solo era para servidores, tenia la versión WorkStation y la versión Server
Al menos hay algo preciso, la autodefinicón: neanderthal tecnológico con aversión al cambio. Y no, esas cosas raras no muerden: Linux, Ubuntu, Mac. Me da que no has llegado a probar un dispositivo Windows Mobile (no todos tenían teclado), ni un móvil Windows Phone. Al menos reconoces que has salido escopetado de Windows 8 para volver al 7 porque… Tenía baldosas -tiles- de apps estúpidas y resortes de publicidad y venta de nuevas aplicaciones (supongo que se trata de la publicidad que se muestra en las apps gratuitas. Fácil, se paga por la app y la publicidad desaparece). Las baldosas no es más que un elemento de la interfaz, igual que un acceso directo, con la diferencia que es dinámico y muestra información, lo que de por sí ya es una ventaja. La alergia al entorno Modern UI -o Metro, como se llamó en principio- tenía muy fácil solución. Pulsar sobre el tile Escritorio, pulsar la tecla Windows, o, ya con la versión 8.1, iniciar sesión directamente ahí. Que disminuyera la productividad me parece cuestionable: nunca he sido más productivo que con Windows 8: Tecla Win+S más tres caracteres para abrir cualquier programa / tecla Win y pulsar sobre el Tile de la app/programa que me interesa. Trabajar con la pantalla dividida también aumenta la productividad, y mucho… Y con la versión 10, con el asistente -que no ayudante; y que no sólo funciona por voz, también con teclado- Cortana, puedes tener sincronizados recordatorios con el móvil Windows Phone (recuérdame cuando llame a Pepe que le diga que le quiero mucho, recuérdame cuando salda del trabajo que compre x…), anotar citas en agenda sin necesidad de abrir ningún programa, revisar la agenda… Puedes hacer búsquedas en el PC, en Internet, abrir cualquier aplicación, incluso las de sistema… Tan sencillo con tecla Win y tres caracteres. Si eso no es productividad no sé lo que será. Y, por cierto, el escritorio donde situar archivos/accesos directos nunca ha dejado de existir.
De acuerdo, Ballmer es un tipo pelín impresentable y del que resulta muy fácil mofarse. Pero de ahí al repaso que has hecho de la estrategia de Microsoft como si fuera producto de un zoquete… Pues no… No creo que se sostenga. Para empezar, el enfoque es el correcto, el lógico, la tendencia natural: La convergencia, la unificación de sistemas. Dices que un móvil es un dispositivo distinto de un PC. De acuerdo. También de una tablet, tele inteligente, lavadora, cajero automático, sistema automatizado de iluminación de una vivienda, y, cómo no, de una nevera. Y sin embargo tienen algo en común: ofrece funciones que necesitan de un sistema operativo que las sustente. ¿Por qué hacer sistemas operativos distintos para PC, tablet, consola, móvil, IoT (Internet de las cosas), si puedo hacer uno sólo que se adapta al dispositivo en cuestión? ¿Qué consigo con ello? Ahorrar costes, acortar los ciclos de desarrollo -no lo mencionas y es importante, con Windows 10 se acabó el lanzamiento de nuevas versiones: se irá actualizando con mejoras y novedades, pero seguirá siendo Windows 10-, que el usuario esté familiarizado con la misma interfaz, y convergencia. No has hablado de las aplicaciones universales, y es importante para entender el enfoque: Básicamente, puedo desarrollar un programa y hacerlo funcionar en cualquier dispositivo con Windows 10, cuando hasta el momento se tenía que hacer un programa para cada dispositivo (y lo mismo con los juegos). Imagina que hago una app para llevar la cuenta la cantidad de agua que bebo al día. Imagina que esa app la tengo disponible (puedo consultar e introducir datos) en el PC, móvil, tablet, tele, reloj, y hasta en la misma nevera. Son dispositivos distintos que tratan con el mismo usuario, con la misma necesidad -contabilizar lo que bebo-, y con los mismos datos. Eso es Microsoft One. Imagina que desde el PC, o tablet, o móvil, o consola, o tele, o reloj, doy la orden al frigo para que baje la temperatura 10 grados durante 15 minutos. Cerveza al gusto gracias a un programa que tiene la misma interfaz en cualquiera de esos dispositivos. La idea es que lo que importa son las necesidades, no los dispositivos. Tampoco has hablado de Continuum (conectar al móvil a una base y poder trabajar con teclado/ratón convencionales y un monitor o tele), ni de la posibilidad de llevar Windows 10 en una especie de lápiz USB y poder trabajar en una tele/monitor con teclado/ratón. En definitiva, a mí si me preocupa que haya compatibilidad entre plataformas, de hecho, si es la misma, mejor. Quiero mis datos en todos los dispositivos que uso. Si no te parece un paso adelante…
Hay muchos matices en lo que has escrito: Por ejemplo, no hay tal odio desde Microsoft hacia Apple, de hecho pusieron pasta cuando estaba cerca de quebrar. También dices cosas muy ciertas: la miopía ante el iPhone, dormirse en los laureles, el fracaso de Vista… Tampoco es que en Apple sean la leche y los demás se aprovechan de lo que innovan: el concepto tablet es cosa de Microsoft, el nuevo iPad Pro se parece demasiado a la Surface… Hablas de las escasa cuota de mercado de Windows Phone y también hay matices: en Italia, Francia, Alemania supera el 10%. En el mercado empresarial -donde no pueden permitirse un escaso soporte técnico y mucho menos los agujeros de seguridad de Android- está creciendo, y mucho. El despido de trabajadores tras la absorción de Nokia ya se anunció durante la compra -qué pena que Nadella no de tanto juego como Baller, ¿eh?-, y es lógico, sobraba personal. De hecho la idea es que Microsoft va a fabricar pocos teléfonos -dos/tres por gama-, y dejará a otros fabricantes que saquen sus propuestas -igual que la Surface existe para indicar a los fabricantes cuál es el camino a seguir-. No, no han tirado la toalla con Windows Phone, es todo lo contrario. Además, es incoherente lo que dices, si han tirado la toalla, ¿cómo es que hay posibilidad de que lleguen a tener una cuota significativa de mercado? (cuando también comentas que los fabricantes no están interesados)
¿De verdad hay tanta diferencia entre W 8.1 y 10 a nivel de interfaz? ¿De verdad el segundo es usable y el primero una *****? ¿Tanto trauma no tener el Menú Inicio al que uno está acostumbrado? Porque las características pensadas para táctiles y móviles «que el usuario ahora puede desactivar» son las mismas que antes. Y claro que es un sistema mestizo, ésa es su virtud, la convergencia de la que hablaba arriba, lo que permite usar con los dedos un dispositivo tablet e interfaz tablet, y acoplar un teclado y pasar automáticamente al escritorio de siempre, con los programas de siempre… Es espantoso, ¿a quién se le habrá ocurrido? A ver si al final no va a haber pérdida de productividad sino todo lo contrario…
«Salvo la gratuidad de Windows 10 y su nuevo estilo de comunicación, poca novedad hay en la estrategia corporativa de Satya Nadella». No, ninguna… Una empresa que de empezar tarde en el cloud computing ha desbancado a Amazon, que de ser un hazmerreír en dispositivos móviles saca una Surface que se convierte en la referencia hasta de Apple, que de estar estancada pasa a ir a por todas y apuesta fuerte por la convergencia en un giro revolucionario, que de mirarse el ombligo pasa a ofrecer servicios y apps en los sistemas operativos de la competencia (cosa que Google no hace con Microsoft), que de unos servicios basados en la nube bastante anticuados se han convertido en tan buenos, y muchas veces más, que los de la competencia.
De verdad creo que no captas la estrategia: no es transversalidad, es convergencia. Microsoft no va a abandonar al usuario del PC, nadie tiene porqué preocuparse -hay ironía ahí-. Parece mentira que se critiquen las pifias de Ballmer (que las tuvo, y serias) y se insista en que se olvide la nube (¿transversal? Creo que tenemos distintas percepciones de lo que es la nube) y se centren en un sistema operativo de escritorio, que es lo que les dio éxito (precisamente una pifia que se resalta en el mismo artículo)
Acabo de hacer la búsqueda en Google «un windows» y aparece este artículo como primer resultado. Enhorabuena por el éxito. Ahora sólo queda pedir un poco más de imparcialidad y esfuerzo por entender algo que parece evidente no has entendido
El artículo está escrito por el hater más acerrimo de Microsoft. No esperen ningún analisis tecnológico que valga la pena en Jotdown.
1 – El tren de los móviles, efectivamente está perdido para Microsoft, por una cuestión de timing y falta de visión en su momento.
2 – Windows 10 puede verse por el articulista malintencionado como un intento de monopolizar, al contrario de lo que hace Google con sus teléfonos, navegadores, sistemas para coches, chromecast, relojes, tabletas, etc … o lo que hace apple con sus teléfonos, tabletas, ordernadores, relojes, sistemas para coches, appleTV, etc …
3 – Del punto 2 se puede deducir que los 3 actores buscan lo mismo´
4 – A diferencia de Google y Apple, el sistema de interfaz Metro usado desde windows 8 (y mejorado en windows 10) es uniforme en todos los dispositivos, dando una experiencia de usuario igual independientemente del dispositivo
5 – A parte de eso, windows 10 facilita la vida a los desarrolladores, ya que es posible programar una aplicación que funcione en todos los dispositivos
6 – Windows 10 es un sistema operativo totalmente nuevo y no carente de errores ni de cosas a mejorar. Pero supone un serio avance en experiencia de usuario que ningún sistema operativo rival ha propuesto hasta la fecha.
Dicho esto, el gran problema de microsoft es su cuota de mercado móvil, que dificilmente va a recuperar. Tanto la familia de iphone como la de android son muy buenos productos que evolucionan a pasos agigantados (especialmente Google, quien por cierto ha inspirado su nuevo interfaz M en el sistema de tiles de Microsoft – de hecho, tanto apple como Google estan siendo fuertemente influenciadas por Metro – por algo será)
El gran problema que tiene MS junto con el mercado móvil es la manera en que intentó forzar su nueva interfaz, con windows 8. Como ha pasado a lo largo de la historia de sus operativos, MS es la casa de una de cal una de arena. (Windows 95 vs 98, Windows ME vs XP, Windows Vista vs Windows 7, Windows 8 vs Windows 10).
Finalmente, no defiendo si MS es mejor que apple, o Google o quien sea (personalmente uso un Mac book, un windows 7 y mi telefono y tableta son Android, no creo que esté «casado» con ningún sistema en concreto).
El articulo me resulta de un conspiranoide barato típico de conversaciones de fanboys de facultad. A su manera, lo que hace MS tiene mucho sentido, tal como lo tiene lo que hace Google o Apple. Se parecen mucho más de lo que el autor cree.
Creo, aunque quizá me equivoco, que el título del artículo deja claro que el tema central es Microsoft y su principal producto, Windows. Pienso también, aunque quizá me equivoco de nuevo, que el subtítulo deja claro también que los protagonistas son Microsoft, Windows y su pelea por conseguir cuota en la telefonía.
Puedes opinar que el artículo es bueno o malo y eso me parecerá bien, pero el tema central es el que es, y no otro. El día que escriba sobre Apple quizá te sorprendan las cosas que diga sobre Steve Jobs y compañía, y no hablemos ya de Google o de su Android, que en mi opinión también tienen tela. Pero este no es un artículo sobre Apple o Google. Ni es un artículo sobre Hitler o Stalin, a los que, como verás, tampoco he criticado …pero no porque me parezcan dos buenos chicos.
Es curioso el comentario sobre que en Microsoft no creían en la posibilidad del éxito de los teléfonos con pantalla táctil, cuando existían teléfonos con pantalla táctil y sin teclado físicos, varios años antes de que apareciese el primer iPhone. En fin. Estos medios de comunicación, siempre tan objetivos.
Perdóna, he olvidado decir que esos teléfonos muy anteriores al primer iPhone, estaban basados en Windows Mobile, un sistema operativo de Microsoft muy anterior a iOS.
Yo tuve uno de esos (tipo pda) después de tener Blackberry muchos años (cosas de la empresa). Era, como te lo diría….. Sí, en pocas palabras, una puta mierda.
Te parecerá curioso el comentario de que en Microsoft no creían en la posibilidad del éxito de los teléfonos con pantalla táctil, pero es que ese comentario no lo hago yo, sino que lo hizo el presidente de Microsoft, y lo que es más, ¡la cita está en el propio texto!
«En fin. Estos medios de comunicación, siempre tan objetivos.»
Mira, yo puedo ser, lo soy y nunca me he molestado en ocultarlo, subjetivo en muchas cosas cuando se trata de dar mi opinión personal sobre si me gusta algo o no. Pero no se me ocurre qué cosa más objetiva puede haber que citar al que era presidente de una empresa para ilustrar al lector sobre la opinión que tenía esa empresa sobre algo. Citarlo a él, directamente. No a un ingeniero disidente, no a un columnista tocapelotas. Al presidente, al CEO, al jefazo, al que decide en última instancia lo que esa empresa “opina” sobre algo.
Así que bueno, si lo que quieres es objetividad absoluta sobre el comentario (e insisto, la cita) de que en Microsoft no creían en la posibilidad del éxito de los teléfonos con pantalla táctil, y crees que citar palabras textuales de su presidente no ha sido objetividad suficiente, aquí tienes al Steve Ballmer dejando clara su postura tras el lanzamiento del iPhone:
https://www.youtube.com/watch?v=eywi0h_Y5_U
La única manera que se me ocurre ya de ser más objetivo es consiguiendo que el video tenga más pixels.
Al principio parecia que estabas describiendo al Apple de ahora a la vez que al Microsoft de antaño. Lo del Iphone fué un hito pero no porque inventase nada. Desde el iphone la política del Apple es mejorar algo y decir que lo han inventado y ponerle un precio estratosferico porque «ya tenemos un mercado y ahora les vamos a mear en la boca». Que microsoft tenia un puesto privilegiado con el software y se cayeron? Lo mismo está haciendo Apple con el Hardware. Hablas de Hawei y te olvidas de Xiaomi (lider de ventas en China y expandiendose) y otras marcas que verás que risa cuando empiecen a salir de China, porque son buenos de verad y seran infinitamente mas baratos que el humo que lleva años vendiendo Apple (aunque todavia son pocos los que dicen que el emperador va desnudo)
Es dificil tomar en serio un texto plagado de hiperboles y de caricaturizaciones. Windows Phone ha roto moldes, en mi entender, su gama baja revolucionó toda las gamas bajas de Android plagadas de morralla y de precios inflados. Gracias a los precios «tirados» de Windows muchos pudieron hacerse con un smartphone con rendimiento fluido y decente para la gama baja. Tienen muy buena gestion de bateria, fluidez, actualizaciones garantizadas y un diseño diferente. Son buenos puntos muy a tomar en cuenta. De hecho ahora Windows ha vuelto a revolucionar, y esta vez, la gama media con sus Lumia 640 y 640 XL que son de lo mejorcito que se ha visto en cuanto a telefonos economicos y con buenas prestaciones -no lo digo solamente yo, muchos geeks de la tecnologia le han dado su visto bueno y subido el pulgar en aprobacion; basta con googlear las criticas a estos modelos. Que dificil escuchar a un columnista que, seguro, tiene miles de peros hacia un sistema operativo que ha dado tumbos pero que tambien ha implementado grandes aciertos en la gestion de sus productos. Ver el mundo de un solo color y bajo la sombra de un simbolo de un producto puede ser un lastre.
Te agradezco la detallada descripción de las bondades de Windows Phone y de los modelos Lumia 640 y 640 XL, ambos lanzados este año. No sé si me equivoco, la memoria es traicionera, pero recuerdo haber tenido smartphones relativamente asequibles antes de que Windows Phone estuviese en el mercado siquiera como mero sistema operativo y, de esto sí estoy seguro, antes de que Microsoft fabricase sus propios terminales físicos. O quizá es que Microsoft ya tenía esos terminales asequibles en aquellos tiempos y no me enteré… puede pasar cuando una compañía no gasta lo suficiente en publicidad.
“Ver el mundo de un solo color y bajo la sombra de un símbolo de un producto puede ser un lastre.”
Estoy muy de acuerdo.
Por cierto, ¿bajo que símbolo de producto se supone que veo el mundo? Porque en el texto digo sin tapujos que soy usuario de Windows de toda la vida.
Al César lo que es del César. Hace dos años y medio el Lumia 520 supuso un revulsivo del mercado. Vendido por unos 120-140 € y «regalado» por las operadoras (con permanencia, o con una cuota muy baja) fue el primer móvil de gama baja que no daban ganas de estamparlo contra el suelo a los tres meses de uso. Por algo fue un superventas. La réplica de Google fue sacar los primeros Moto G y anunciar el programa Android One (móviles a bajo coste en mercados emergentes; un total fiasco, por cierto. Veremos con el relanzamiento…). Hasta el momento al usuario le encasquetaban un Galaxy Ace -o similar- con un rendimiento lamentable, almacenamiento ridículo, y que a los tres meses daban ganas de ahogarlo en el retrete. Ya sabemos que Android no es que estuviera muy bien optimizado en esa época, si le sumas un hardware vergonzosamente limitado… Pues lo que no terminas de entender es que siga con la cuota de mercado que sigue teniendo en España. Aclaro esto porque realmente el 520 marcó el camino a seguir: la gama baja no tenía por qué ser desesperante. Y la competencia tomó nota, algo de lo que nos hemos beneficiado los usuarios: Mejores precios y experiencias de usuario dignas. Así que no todo han sido pifias, no todo ha sido una presencia insignificante de Windows Phone en el mercado
Huy, cuánto comentario a favor de Microsoft, con datos de modelos concretos y todo.
A ver si es que el área de vigilancia web de Microsoft va a funcionar mejor que la división de móviles…
Trabajo en desarrollo de software desde la época del MS-DOS y creo la descripción histórica de la evolución de Windows y Microsoft es acertada. No creo (como algún otro comentarista) que el hecho de destacar los grandes errores de Microsoft signifique que se le odia.
Añadiría otro error brutal, probablemente el mayor clavo en el ataud de Windows Mobile, que sucedió en octubre de 2012. Microsoft presentó Windows 8 y a los pocos días Windows Mobile 8. Es de sentido común que ninguna plataforma móvil pueda crecer y sobrevivir sin desarrolladores. Pues bien, para poder desarrollar aplicaciones móviles para Windows Mobile 8 Microsoft decidió que hacía falta utilizar Windows 8. ¡No me lo podía creer! Tenías que comprarte el nuevo sistema operativo si querías desarrollar para la nueva plataforma móvil de Microsoft. En aquel entonces Windows 7 representaba el 45% de todos los sistemas operativos de PC. Millones de potenciales desarrolladores desperdiciados. Si ya le iba mal a Microsoft con el mundo móvil, va y se pone palos en las ruedas de su propio carro. ¡Increíble!
Coincido con el articulista en este concepto, porque es de cajón: utilizamos los ordenadores de sobremesa y portátiles de muy distinta manera y para distintas cosas que los dispositivos móviles. Esto lo tienen muy claro Apple (OS X en PC y iOS en dispositivos móviles) y Google (Chromebook en PC y Android en dispositivos móviles). Lo de aplicaciones universales de Windows le importa un carajo a los usuarios. En sus PC quieren productividad, da igual cómo haya sido desarrollado el programa que utilizan. Lo que sí es necesaria es la integración con el mundo móvil, pero no necesariamente a través de compartir la mayor parte del código fuente. Lo cual me lleva a una visión fallida de Microsoft (en mi humilde opinión):
Microsoft está intentando atraer desarrolladores con la idea de aplicaciones universales y creando herramientas para facilitar la migración de iOS y Android a Windows 10 Mobile. Ese no es el camino. Microsoft, crea un sistema operativo para dispositivos móviles atractivo y los desarrolladores irán hacia él.
Obviando varias cosas (como lo cerrado de Apple) y lo básico de Android inoperativo desde lo profesional/escolar, lo complicado de Linux (para usuarios sin conocimientos hasta Ubuntu es complicado)…comento:
Acertado el comentario de que XP. 7 y 10 son buenos y de que ME, 2000, Vista, 8 pasaron con más pena que gloria. En realidad Vista para ser bueno necesitaba dos tardes de configuración.
Odiar Windows es fácil…. porque es lo que usas, da errores y a veces te crispa sobremanera. Yo salí de windows y office, pasé por cuanto linux se me aparecía, probé los Mac (son buenos, vive Dios)… pero sigo tan «feliz» con windows y sus esporádicos errores. ¿Por qué? Porque puedo TRABAJAR con garantías. Tengo un AiO en casa, táctil, 23″, buen bicho. Una Surface Pro, después de una RT y una android de gama alta. Y un móvil chino, buenísimo.
El mundo de las tablet se cae porque el usuario que compra millones es un usuario básico que utiliza la tablet/móvil para ocio, navegar etc,… pero cuando quiere hacer algo más se da cuenta de las limitaciones, sobre todo, de Android.
iPad? Aléjalo de mi vista. Muy bonito, muy fino, etc pero sin navegadores que acepten flash, silverlight, etc. Ni siquiera puedo entrar en la plataforma del colegio de mi hijo (hábito que realizo cada día).
Posiblemente windows no termine de entrar nunca en el mercado móvil, pero el resto de los mercados son suyos. Desde hace meses observo cómo amigos y conocidos me preguntan sobre qué tableta windows comprar (hay oferta: MS, Samsung, Asus, Acer,…).
No obstante, creo que habrá un nicho importante para móviles windows: el mundo de la empresa por el que avanza con paso firme. Si realmente consiguen que W10 para móviles se integre al 100% y un uso empresarial de Continuum.
El primer móvil táctil de la historia «conocida» fue el IBM Simon. Los publicistas de Apple creen que el gran Steve Jobs lo invento todo, y aunque tenga muchas patentes gracias a comprárselas a sus empleados, las grandes ideas en todos sus artículos ya existían. Por supuesto, no podemos desconocer que hacen buenos juguetes (una versión de unix con un interfaz gráfico potente) y que son unos grandes comerciantes.
http://www.puntogeek.com/2013/03/17/los-grandes-errores-cometidos-por-steve-jobs-infografia/
Leer usuarios escribiendo sobre estrategias empresariales de empresas tecnológicas y sobre tecnología, que son capaces de escribir esto:
«terminaríamos atreviéndonos a mudarnos a cosas con nombres tan raros y aterradores como Linux, Ubuntu y demás, que suenan a guerreros de alguna película de Maciste.»
Que podemos esperar de este tipo de artículos? Acaso no sabes que OSX en Unix?
Estimado Periolisto, hacía tiempo que no leía algo de alguien tan desinformado y con tanto odio contenido. ¿Cuánto hace que no usa usted Windows? ¿Ha probado recientemente un Windows Phone? Tras haber leído un artículo con tanta exageración en contra de Microsoft me queda bastante claro que no. Supongo que para escribir este artículo habrá tenido que buscar información reciente y sabrá eso de que incluso Windows 10 funciona mejor que MacOS en los Mac y que es, en comparación con Google y Apple, la empresa que más ha innovado en los últimos dos años (estamos de acuerdo que por necesidad).
Añado que, en países como Alemania, Francia, Reino Unido, etc. (esos que siempre nos llevan años de ventaja). NO es nada raro ver un Windows Phone.
Siga escribiendo sobre cine, que supongo que para eso se informará al menos un poquito.
Estimada ‘Informada’:
Sinceramente, veo más odio en tu comentario que en el artículo.
En primer lugar porque Microsoft es enorme y tiene muchas divisiones, y el artículo hace referencia únicamente a Windows para PC y Windows Phone. Creo que es cierto que Microsoft ha cometido errores enormes en esas dos divisiones.
Existen otras áreas que van mejor. A pesar del gran crecimiento de LibreOffice es inegable el éxito de Microsoft Office. Es más, creo que ha sido un acierto el abrir Office a otros sistemas operativos como OS X, iOS y Android.
Otro campo donde Microsoft va bien es en el de las grandes empresas. Windows Server y MS SQL Server van muy bien y suponen grandes ingresos para Microsoft.
El desarrollo e impulso que está cogiendo OneDrive, la ‘nube’ de Microsoft también es grande. XBox tambien avanza.
Dicho todo esto, decirte que lo que dice el artículo no es odiar a Microsoft, es plasmar una realidad compartida por muchos analistas. Otrás divisiones de Microsoft van bien, pero de verdad, la trayectoria de Windows para PC y Windows Phone ha sido en muchas ocasiones un auténtico desastre.
Por cierto, hablando de Windows Phone, lo utilizo actualmente, como también utilizo iPhone, iPad, Android y Firefox OS. Actualmente manejo la versión de Windows Phone 8.1 denominada ‘Denim’. No me gusta. Me parece un sistema operativo que está a medio hacer, con algunos problemas de conectividad con ordenadores y la interfaz de usuario pobre (le falta usabilidad). Estoy esperando a poder probar Windows 10 Mobile para ver si continúo utilizándolo o me olvido de Windows Mobile para siempre.
“¿Cuánto hace que no usa usted Windows?”
¿La verdad? Lo estoy usando mientras te respondo.
¿Iceta es el nuevo Ballmer?
Jajajajaja
No sean tan crueles con el redactor.
Al fin y al cabo, esto no es Genbeta, ni Wwwhatsnew, ni Hipertextual, ni Gizmodo, ni cualquiera de las demás webs especializadas en software e informática, donde se supone que escribe gente experta en esos temas. Esto es JotDown, una revista especializada en «cultura», y donde escribe gente como Emilio de Gorgot, experto en música y cine (pueden revisar sus artículos para comprobarlo).
Ahora el amigo Emilio, que reconoce no tener ni idea del asunto y hablar como simple «sufrido usuario», se ha ajustado el palillo entre los dientes y se ha puesto a pontificar desde el fondo de la barra del bar. No sean más duros con él de lo que serían con un geek que despotricara contra House of Cards o la Creedence.
Preferiría una crítica más centrada en el contenido concreto del artículo que en mi escasamente interesante persona, pero bueno, eres muy libre de recurrir al “ad hominem” y lo has hecho dentro de los límites, así que nada que objetar. Aclaro que lo del palillo no lo haría porque me da cosa, pero si en la imagen mental que por lo que parece te has formado de mi persona lo cambias por un cigarrillo, estarás más cerca de la realidad.
Me resultaría sin embargo más interesante saber en qué no estás de acuerdo para poderlo discutir amigablemente. Prometo no fumar mientras, y desde luego nada de palillos.
Bueno, ya hace un tiempo que OSX se ha dormido un poco en lo que interfaz táctil se refiere, mientras van saliendo más y más modelos de portátiles híbridos con Windows que van ganando silenciosamente cuota de mercado entre esos «portátiles caros» entre los que esperan reinar infinitamente los Macbook sin ofrecer nada a cambio.
En varias partes se dice que Microsoft ha rechazado las pantallas táctiles para los móviles, lo cual es completamente falso. Muchísimos años antes de que Jobs presentara el iPhone yo ya disfrutaba de smatphone con pantalla táctil, wifi, bluetooth, GPS, Internet Explorer, radio FM, cámara de fotos… ¡con Windows Mobile! La gran diferencia que marcó el iPhone fue que no hacía falta usar un stylus. Después llegó Android y la innovación que introdujo fue la tienda de apps (el primer iPhone no lo tenía). Pero mucho antes de estos dos, el 90% de lo que es un smartphone ya existía, y por eso los fabricantes de Android tienen que pagar a Microsoft por cada móvil que fabrican, en concepto de violación de patentes.
Está de moda meterse con Microsoft. Si para que el iPhone no pierda cobertura tienes que agarrarlo de una determinada manera o si se dobla al meterlo en el bolsillo no pasa nada, si Windows 10 ha dado fallos a un 0,0001% de quienes lo han instalado es un desastre. Si Google trata de meternos a todos su Google+ no pasa nada, si Cortana funciona como es de esperar con Bing (aunque el usuario lo puede cambiar por otro buscador de su preferencia) entonces Microsoft intenta meternos sus productos por el gaznate. Si es por todos sabido que ciertas empresas hacen negocio con nuestros datos no pasa nada, si Microsoft recopila información anónima para mejorar el rendimiento de Windows es una violación de nuestra privacidad. Si Android tiene gran cuota de mercado es un triunfo, si la cuota la tiene Microsoft entonces hablamos del monopolio que unos tipos nos han impuesto porque nos han dicho lo que nos tiene que gustar.
Es cierto que Microsoft ha cometido infinidad de errores, y que Ballmer ha sido un pésimo CEO. Pero esto de futbolizar la informática alabando hasta la muerte a tu equipo juegue como juegue y menospreciar al rival hasta la muerte con tanto talibanismo y fanboy ya cansa.
Por cierto no he encontrado en todo el artículo alusiones a cómo en sólo 3 años Microsoft se ha puesto al día en cuanto a funcionalidades respecto a sus rivales con Windows Phone (después de llegar 5 años tarde), o cómo su sistema actualmente es más rápido, fluido y eficiente que cualquiera de la competencia a igualdad de hardware. Ni de como se va a poner un paso por delante de la competencia con la universalidad, continum, la posibilidad de usar un móvil como PC
¿para qué ofrecer datos imparciales? vende más caricaturizar a Ballmer 20 veces en el artículo y resaltar lo jocoso que resulta que a un móvil lo vayan a llamar «primo».
Una apreciación mía. Me resulta muy curioso que en España todo el mundo compre Android por inercia (o borreguismo) salvo los que pueden permitirse un iPhone, pero todos ellos pagan religiosamente lo que les cuesta y todos parecen contentos con lo que tienen, a pesar del lag, la ralentización, los cierres inesperados de apps y los cuelgues. En cambio por el Windows Vista que el 90% tenía pirata todo el mundo se permite a odiar a Microsoft de por vida.
En lo de la pantalla táctil tienes razón. Microsoft ya tenía teléfonos con Pocket PC antes del iPhone y del Android, pero ahí tampoco lo supo hacer bien y aprovechar esa ventaja que tenía. Su fallo fue (y lo ha sido hasta hace poco) considerar al teléfono como un PC pequeñito, cuando en realidad es otra cosa. Pocket PC era una versión en miniatura de Windows, y ese fue su error. Microsoft siguió el dicho: cuando sólo se tiene un martillo todo son clavos.
Yo también soy bastante crítico con Apple y sus productos y con Google y su Android. Pero el artículo va de Microsoft para PC y móviles y por tanto mis comentarios se ha dirigido hacia ahí. Los comentarios que critican a otros productos y empresas simplemente desvían el tema y quizás intentan minimizar el asunto principal apoyándose en el típico «y tú más» o haciendo ver que todos son iguales. No es así. Que cada palo aguante su vela.
Tu expresión «Microsoft intenta meternos sus productos por el gaznate» me parece muy acertada para definir el lanzamiento de Windows 8. La jugada salió mal, pero las intenciones de Microsoft eran esas: pensó, ya que tengo más del 90% de usuarios de PC, voy a forzarlos a usar mi nueva interfaz de baldosas y así cuando se acostumbren será más fácil que adopten Windows Phone, y de esta forma quizás pueda recuperar la cuota de mercada en móviles que he ido perdiendo. Eso fue un grave error que muchos no le perdonaron. Trató de poner sus intereses comerciales por encima de las necesidades de sus usuarios.
A mí también me sorprende la acogida tan enorme que tiene Android en España. Yo también soy muy crítico con Android (esto daría para todo un artículo) y creo que ha hecho muchas cosas mal (salvo conseguir una cuota de mercado impresionante). Respecto a Windows Phone, no lo veo tan maravilloso como lo pintas. Lo utilizo habitualmente. Voy a repetir lo que he dicho en un anterior comentario: actualmente manejo la versión de Windows Phone 8.1 denominada ‘Denim’. No me gusta. Me parece un sistema operativo que está a medio hacer, con algunos problemas de conectividad con ordenadores y la interfaz de usuario pobre (le falta usabilidad). Estoy esperando a poder probar Windows 10 Mobile para ver si continúo utilizándolo o me olvido de Windows Mobile para siempre.
Sobre lo primero que comentas… No creo que el fallo estuviera en el concepto, sino en la evolución del mismo. Windows Mobile era un sistema operativo para agendas electrónicas, estaba pensado como un mini ordenador para llevar en el bolsillo, el enfoque estaba en la productividad. De hecho tengo una PDA Asus en un cajón con la que puedo hacer cosas que tardaremos mucho en ver -si vemos- en un móvil de interfaz táctil. Curiosamente usaba un puntero/stylus que fue vilipendiado hasta que lo reintrodujo Samsung en su Note. A todos les pareció un acierto, porque de hecho lo es. Con el nuevo iPad Pro y su stylus (o pen o pencil o como quieran llamarlo) algunos lo querrán ver como el invento del siglo. La PDA estaba pensada para trabajar con la información de la empresa, no era un producto de masas. Posteriormente se le añadieron antenas BT, GPS, telefonía… Y se convirtieron en teléfonos manteniendo la misma interfaz. Y llegó el primer iPhone y no supieron aceptar que el concepto tenía que evolucionar, o directamente tenían que tirarlo a la basura y empezar de cero, que es lo que finalmente hicieron.
Pues no sé a que problemas de conectividad te refieres.
Conectas el USB y automáticamente se te reconoce como unidad de almacenamiento, pudiendo mover archivos del móvil al PC y viceversa.
Habilitas el punto de acceso Wifi y puedes compartir conexión al instante.
Instalas la app remote-PC y puedes controlar tu PC a distancia.
Ahora no puedo responderte adecuadamente. Estoy usando un teléfono con teclado táctil, al estilo del IPhone.
Espera a mañana, cuando podré acceder a un PC con Microsoft Windows y teclado físico.
Emilio, ahora estaría genial un artículo tuyo sobre Steve Jobs. ¿Por qué no te lo planteas?
Me ha sorprendido muchísimo el final del post, el tono y el mensaje no me parecen los de un artículo digno de JotDown.
Decir que Microsoft está empeñado en que usemos la nube y sugerir que si no te gusta te pases a Mac, no es más que faltar a la verdad: Lo primero que te pide Apple para activar un Mac (o cualquier otro producto) es una cuenta Apple ID, que no es otra cosa que el acceso a iCloud (la nube de Apple) en la que por cierto, tenemos muchísimo menos espacio gratuito que en una cuenta de Microsoft.
Opciones como Fotos en Streaming activadas por defecto o la fototeca sincronizada en la aplicación Fotos, no buscan sino llenar cuanto antes el espacio gratuito de iCloud para después, ofrecernos tramos de alojamiento de pago, por cierto, muchísimo más caros que los de Microsoft o cualquier otra alternativa.
Así que tanto Microsoft como Apple están empeñados en meternos «lo de la nube transversal por el gaznate» y es que el negocio está ahí.
¡Ah!, ¿pero usted no cree que MS está empeñada en que usemos la nube?. Eso es tan evidente que ni me molesto en demostrarlo.
Si la nube (para datos) se impone en el mercado, o no, lo dirá el tiempo. Mi opinión, que no vale más que la suya, es que no.
Supongo que el siguiente paso de MS será que el software esté en la nube y se descargue en el momento de actualizarlo. Aquí tengo más dudas.
No habrá que esperar mucho, desde luego MS ha lanzado un órdago, si le sale mal la compañía corre peligro de sufrir una OPA (Google y Apple pueden hacerlo) que ponga a tanto inútil que la dirige en su sitio: la calle.
Está bien decir que Ballmer es un inútil que no supo ver lo que el iPhone representaba, pero hay que decirlo todo porque sino parece que en Microsoft son todos idiotas y los demás muy listos y eso tampoco.
Steve Jobs se burló del stylus, y Tim Cock dijo que que el concepto de tableta profesional con teclado y lápiz digital era algo similar a construir una “nevera-tostadora”. Y ahora en la última presentación van y presentan una mala copia de la Surface…
Entiendo que el periodista no es un experto en tecnologia (el mismo lo dice) y que Microsoft ha tenido errores en los últimos años (la mayoría han ido remendándolos). Pero hay una serie de errores en el articulo que no he podido dejar pasar por alto. Decir que Microsoft quiere monopolizar por dar la opción al usuario de sincronizar todos tus dispositivos es realmente sorprendente y ademas afirmar que ese hecho es para hacernos consumir lo que ellos quieren (cuando en realidad es lo que cada vez mas demanda el usuario, la conexion entre todos sus dispositivos para poder trabajar fluidamente y no andar configurando cada terminal y cada OS con la perdida de tiempo y de calidad) aplicar solo a Microsoft lo que intentan todas las grandes empresas tecnológicas que no es otra cosa que el usuario utilice todos sus productos y sus apps…hablar de windows phone sin enumerar sus victorias, grandes o pequeñas (mayor rentabilidad, mucho mejor rendimiento que un android con la mitad de necesidades tecnicas, una impecable gama baja, estrategia de actualizaciones mucho mejor que apple o android…) o hablar de linux ( android esta basado en el…) como si fuera una locura cuando en realidad ya es un OS con una empleabilidad como los otros y para nada dificil. En definitiva esperaba un poco más no el tipico Microsoft es muy malo y la ha cagado y los demas le ganan. Es decir un analisis nada tecnico y muy superficial
Hoy ha publicado un artículo Mary Jo Foley (una de las periodistas sobre el mundo Windows con mayor prestigio y nada sospechosa de falta de independencia) que lo recomiendo porque deja muy clara cuál es la situación actual de Windows 10 y su precipitación por salir al mercado sin estar acabado:
http://www.zdnet.com/article/my-biggest-problem-with-windows-10-stability/
Muchas gracias, es muy interesante.
Microsoft está tocada de muerte, torres más altas han caído. Y los sufridos usuarios miraremos la caída con complacencia por tantos malos ratos pasados con sus productos. Pero no caerá porque nos caiga mal, caerá como dice el artículo (me he reído mucho y está fenomenal) por la pura y llana autocomplacencia. Miren a Sony y Panasonic por ejemplo. Fueron (y digo fueron) lo mejor en electrónica de consumo y llegaron los coreanos (y chinos) primero por encargo, luego copiando y ahora innovando y les adelantaron por la derecha. Lo de Nokia es de auténtico libro, y también lo de Blackberry pegar tanto y tan fuerte en el mercado corporativo a ser casi menos que Microsoft en el mundo móvil. Bastaba con ver que si Google estaba metiéndose en la telefonía, no quedaba mucho para que todos tuviéramos GMail en el móvil y adios a necesitar una Blackberry. En fin, yo hace mucho que me pasé a Apple, no soy ni mucho menos un fanático, también tiene sus peajes, pero señores, es fácil de usar, es productivo y es visualmente muy agradable. Y ya está, y Android tiene hueco y mucho porque ha hecho algo parecido al iPhone, pero en una gama de fabricantes, calidades y precios tremenda. Si Apple en lugar de ese iPhone de plástico (5c?) al precio de uno de aluminio que sacó hubiera sacado uno por 200-300 euros otro gallo le cantaría o cantase a Android. Pero Apple está a gusto exprimiendo la naranja con buen márgen, para que liarla más… si vamos y lo pagamos. Pero volviendo al artículo, cuando se está liderando un mercado, se empiezan a apoltronar y apolillar todos, nadie innova que suficiente con mantener el culete en la silla de VP de la división de turno y a tirar. Y la historia está llena de compañías que crecieron innovando y que pasaron a ser compradas, vendidas y olvidadas. Y ahora Microsoft, en una última vuelta de equilibrista, sabiendo como sabemos todos que muchos de sus ingresos provienen de Office (todavía?) van y nos quieren hacer tragar la rueda del molino (nube) y a pagar por suscripción todos los meses para que te guardemos TUS documentos. Ahhhh, vaya, otra nube tramposa a lo Google. Genial, pues miren, yo de momento ya sea PC o Mac tengo LibreOffice. Una opción gratuita y de código abierto. Abro documentos de lo que sea, mueve PDFs (otra que da tambalazos en la nube, con lo que ha sido, aunque todavía se mantiene: Adobe) y lo que quieran. Y el pago por suscripción se lo meten ustedes a las empresas, que lo puedan y quieran pagar (sigo pensando que el PC es el timo de la estampita para las empresas). Al final, para ser productivo en las oficinas hace falta una herramienta de colaboración (correo, mensajería, calendario… etc.) un Excel y no mucho más. Si te dedicas al diseño o edición pues ya sabemos esto y aquello y poco más. Tanto Windows 10 y tanta gaita me recuerda al 3D que nos quisieron vender las marcas de electrónica hace unos años… quién tiene 3D en casa? Cuatro y el del tambor. Y cuántas tv y canales bajo demanda emiten en 4K? Pues lo mismo, aunque ya veremos en el futuro. Primero que si HD Ready, ahora no ahora que si Full HD ahora tampoco es Full, mejor Full de Estambul… ah mira que ni el Bluray da para 4K, bueno nos sacamos el bluray megaplus, venga ya!!! Que sí que tuvimos vinilos y nos pasamos al CD y luego al iPod y ahora al Spotify, pero con tiempo, vaselina y sin prisas… y sobre todo, haciendo las cosas útiles y prácticas. Excel en un iPad? Pues no se yo…
Y por darle un poco a todos… Apple tampoco innova muchas veces… Innovaron con el iPhone, el iPod… alguien navegando con un iPhone dijo, jolín y esto en pantalla grande sería chulo… toma un iPad… Por qué pegó tan fuerte cuando ya eso del Windows Tablet Edition llevaba años queríendo colarnos eso en un PC con un XP táctil (de traca)? Pues porque era visual, cómodo y fácil de usar y coincidió con un momento en el que consumimos muchos contenidos en Internet, y se alinearon los planetas… Esa fue la genialidad de Apple, aprovechar y ver qué le gustaría usar a la gente y acertar. Ahora pues una vez inventado el iPhone, el iPod y el iPad… pues resulta que la gente se compraba un iPod pequeño y terceros fabricantes hacían una correa de reloj y la gente lo compraba… pues venga, lo retiro y saco el Apple Watch. Toma ya! Ahora, puedo querer llevar un iPod con mi música en la muñeca y que me de la hora, genial… si tiene precio de iPod, pero un reloj (de lujo) a precio de lujo, delicadito que no veas, para que tenga que cargar también el reloj, que si se gasta la batería no me dará ni la hora pues no sé. Tengo relojes estupendos que dan la hora y tienen una batería que dura dos años. Y mejor los fines de semana y para deporte tengo otro que es solar y antibombas atómicas que me olvido hasta de ponerlo en hora. Ah, que me da avisos y me toma la tensión, pero vamos a ver… quién quiere que mis datos físicos y médicos los tenga desde Apple, pasando por Google y terminando en Facebook? Pero están locos? En fin… que hago deporte con un pulsómetro y bici con un GPS conectado a nada, con un programa en el que hago mi seguimiento y que no comparto con Facebook porque no me sale… pues eso, de la nube.
En windows puedo apagar el sistema sin ‘botoncitos’.
en windows puedo ir migrando de versiones vista, 7 ,8, 10 sin tener que cambiar de ordenador.
Ahora con el desastre de android intentar alguna de las cosas anteriores.
He sido víctima de los miedos monopolistas de Windows durante años y sólo necesite un par de días para saber que había sido esclavo de un sistema inútil y desfasado.
Windows es el gordo capitalista de la foto que todos llevamos dentro, y con Linux descubriréis que las alas de la libertad son el verdadero jarabe de palo de esa m*** de SISTEMA
Es imposible que tenga posaderas y paciencia para leer todo esto. solo un vistazo rápido y detenerme un poco en lo más relevante… Si, tienes razón. El Gran Hermano «Google» se come al PC, al Mac y a todas las nuevas tecnologías habidas y por haber. Ni siquiera las tablets las quieren los comerciales y como una gran mayoría no lee, los libros electrónicos tampoco.
Microsoft tardará pero, morirá. Mientras me quedo con el Windows 7 «cerrado» en un ssd y Linux Mint Cinnaom 19 en otro SSD principal. A la que llegue 2020 querrán deshacer el «entuerto» y fracasarán estrepitosamente con el Windows 11.
Requiéscat in pace, Windows