¿Dónde está el nuevo grupo que capture la imaginación de millones de adolescentes de todo el mundo y reine en la industria musical por encima de los productos prefabricados de la época? Si nos fijamos en qué grupos son capaces de congregar mayores cantidades de público hoy en día, nos damos cuenta de que son bandas muy veteranas las que actúan en los más grandes estadios: Rolling Stones, AC/DC, U2. Cabe preguntarse por qué hace ya tantos años que no surge una banda joven a la que podamos denominar La Banda, con mayúsculas, destinada a romper moldes y reinar en la industria durante una buena temporada, plantando cara a los veteranos dinosaurios ya establecidos. Tendríamos que remontarnos a 1989, cuando ese papel icónico de reyes del rock fue ocupado por un hatajo de desarrapados de Los Ángeles que ascendieron desde la nada más absoluta hasta la cima del negocio del espectáculo. Esta es la historia de cómo los Guns N’ Roses pasaron de tocar en tugurios y de dormir todos juntos en un garaje, viviendo del tráfico de drogas, de lo que podían gorronear a sus rollos de una noche o del dinero que mendigaban en la puerta de los clubes nocturnos, a llenar estadios y arrebatarles el trono a los grandes grupos de rock a los que ellos mismos habían idolatrado. Esta es también la historia de cómo el éxito sembró el caos entre sus miembros, estuvo a punto de matar a varios de ellos y terminó desintegrando el grupo que hubiese debido reinar durante más que unos meros cuatro o cinco años. Esta es la historia de La Última Gran Banda.
Y nada mejor para conocer el espíritu de un grupo de rock que conocer a sus integrantes.
Retrocedamos a 1980. Dos adolescentes recién llegados de la pueblerina Lafayette —en Indiana, esto es, en la América de las granjas, los campos de maíz y las iglesias evangélicas— hacen autostop para cumplir su sueño de visitar Nueva York. Sus nombres son Bill Bailey y Jeff Isbell, aunque el mundo les conocerá más adelante como Axl Rose e Izzy Stradlin. Haciendo dedo de arcén en arcén llegan hasta la Gran Manzana y cuando ven un cartel que dice “Desvío: Manhattan” piden al conductor de turno que les deje apearse allí mismo. El conductor sabe que no es buen lugar para adentrarse en la ciudad: es 1980 y hablamos todavía de la Nueva York previa a la limpieza del alcalde Rudolph Giuliani. Una ciudad peligrosa, violenta, sucia, oscura, donde pueden matarte para robarte un par de botas. “¿Estáis seguros de que queréis bajar aquí?”. Pero la insistencia de los chavales puede más que la prudencia y abandonan el coche para comenzar allí su aventura en la gran ciudad.
Empiezan a caminar y cuando quieren darse cuenta están atravesando un barrio marginal habitado únicamente por negros. Los dos chavales de campo están completamente alucinados ante el sórdido panorama que tienen delante. En Lafayette no hay negros ni nada similar a un ghetto, así que Bill y Jeff se sienten tan descolocados como si estuviesen en otro país. Son los dos únicos blancos del lugar, llevan el pelo largo, tejanos rotos y botas de cowboy…. llaman la atención como dos ovejas entre una manada de toros. Siguen caminando, abrumados por el paisaje urbano extraño e intimidante, completamente diferente a los plácidos campos de maíz donde han crecido. Los negros les miran con curiosidad, con hostilidad o con desinterés, pero nadie les importuna. Hasta que un viejo se planta súbitamente ante ellos y les dice a voces: “¿Sabéis dónde estáis?”.
Los dos chavales retroceden, asustados. El hombre repite, aún más a voz en grito: “¿Sabéis dónde estáis? ¡Estáis en la jungla, chicos! ¡VAIS A MORIR!”.
Bienvenidos a la jungla
Izzy Stradlin tuvo una infancia relativamente normal. De hecho fue el único de los cinco miembros originales de Guns N’ Roses que terminó la escuela y mientras vivió en Lafayette no causó grandes problemas. Tocaba varios instrumentos sin decidirse por ninguno y desde muy joven soñaba con formar un grupo de rock y triunfar en la música. Su carácter era tímido, reservado y tranquilo: todos quienes le conocieron, antes y después de ser famoso, pensaban que Izzy era el epítome de individuo molón. Nunca se alteraba por nada, siempre estaba en su sitio.
Su mejor amigo, Axl Rose, era exactamente todo lo contrario. Procedía de un hogar problemático —su padre era un fanático religioso que les pegaba a él y a su madre con cualquier excusa— y el chaval terminó desarrollando un carácter irascible y violento. Pronto comenzó a tener continuos problemas con la policía. Las cosas no mejoraron cuando descubrió que su padre biológico había sido en realidad el peor delincuente de la historia de Lafayette, un individuo tan detestable que nadie, ni su madre, quería siquiera mencionarlo (años más tarde, Axl supo que su padre biológico había sido asesinado a tiros en otro pueblo, como en los mejores tiempos del western). El descubrimiento agudizó su tendencia a los arrebatos de ira incontenible y siguió engrosando su historial de delincuente juvenil, acumulando una buena cantidad de detenciones durante su adolescencia. Aunque Axl también tenía una faceta sensible —más o menos— y a menudo encontraba consuelo en la música, cantando y tocando el piano. Desde niño había cantado gospel en la iglesia y solía aprenderse discos enteros de Elton John al piano. Cuando Izzy Stradlin decidió marcharse a California para abrirse camino en la nutrida escena rockera de Los Ángeles, Axl le siguió los pasos: en parte para formar un grupo musical con su amigo, en parte para huir de los crecientes problemas legales que experimentaba en su Indiana natal.
Una vez en Los Ángeles, el apacible Izzy sucumbió a “los encantos de la gran ciudad” y se convirtió rápidamente en adicto a la heroína. Se estableció como uno de los camellos callejeros más conocidos entre los junkies angelinos e incluso llegó a vender papelinas a algunas estrellas de rock cuando visitaban la ciudad en sus giras. Axl, mientras tanto, vagabundeaba por las calles comiendo lo que encontraba y durmiendo donde podía. Si tenía suerte y ligaba con alguna chica podía pasar la noche bajo techo y saquearle la nevera. Si no, se echaba a dormir detrás de un contenedor de basura o en algún callejón, debajo de unas escaleras de incendio. Los dos chavales de campo pronto aprendieron que Los Ángeles no era un lugar tan confortable como Indiana, pero se acostumbraron a su nueva existencia de vagabundeo, drogas de mala calidad y vino barato. Vivir en las calles llegó a convertirse en una rutina normal. Un amigo de Izzy contaba después que un día le acompañaba en coche y tras parar en un semáforo vieron a un vagabundo durmiendo en una parada de autobús. Como si tal cosa, Izzy reconoció a su colega de Lafayette y simplemente dijo “mira, es Bill”… sin mostrar el más mínimo indicio de sorpresa por verle tirado en las calles en aquellas condiciones.
Otra pareja de amigos, Saul Hudson —a quien todos llamaban Slash— y Steven Adler también habían abandonado sus hogares e intentaban formar una banda de rock. Ambos eran oriundos de la propia Los Ángeles (aunque Slash había nacido en Inglaterra, donde había vivido hasta los cinco años). Slash provenía de una familia bastante conocida en el negocio musical: su padre era un artista británico que había dibujado la portada de varios discos importantes y su madre diseñaba vestuario para grandes estrellas del rock, e incluso fue novia de David Bowie, quien durante un tiempo ejerció de padrastro del pequeño Slash (algo que el guitarrista recordaría años más tarde sin mucho entusiasmo). Pese a su origen acomodado, Slash no era feliz en su entorno. Acudía a una escuela privada donde todos los alumnos eran blancos excepto él —la madre de Slash era negra— y otro chaval mulato llamado Lenny Kravitz (quien años más tarde se haría también famoso guitarra en ristre). Slash se sentía como un pez fuera del agua y terminó abandonando su casa y la escuela con la idea de abrirse camino por su cuenta en el mundo del rock. Dejó de usar su nombre real para que nadie en la industria musical pudiera asociarle con su verdadera familia. De hecho jamás usó ninguno de sus posibles contactos familiares para intentar llegar al éxito, más bien todo lo contrario. Cuando efectivamente consiguió hacerse famoso, a mucha gente en el negocio musical le sorprendió saber que aquel pedazo de chusma callejera provenía de una familia bien situada y había sido durante una breve temporada hijastro de David Bowie.
Por su parte, Steven Adler era el típico adolescente simplón y alegre sin más pretensiones que pasar un buen rato tocando la batería. Para él la vida era sencilla. A veces, demasiado sencilla. Cuando caminaba para visitar la casa de su colega Slash, el pequeño Steven atravesaba el más conocido barrio homosexual de Los Ángeles. Un buen día, un tipo mayor le cogió por banda y le practicó una felación. Steven no tenía más de doce o trece años, pero a partir de entonces, cada vez que visitaba a Slash, aprovechaba la ocasión para pasearse por aquel mismo barrio (en sus propias palabras: “solía deambular por allí todo empalmado”) esperando a que algún otro hombre le hiciera otro “favor”. Años después, a Steven Adler le sorprendía que la gente escuchara su relato con asombro. Él pensaba que la etapa de dejarse chupar el miembro por adultos completamente desconocidos formaba parte de la adolescencia normal de todo californiano. Pero, por lo demás, Adler era poco problemático y su filosofía vital era la de “vamos a pasar un buen rato”. Durante los primeros años de Guns N’ Roses, solía tocar su batería con una contagiosa sonrisa de felicidad que contrastaba con la seriedad de sus compañeros.
Estas dos parejas de amigos (Axl-Izzy y Slash-Steven) probaron con diferentes grupos hasta que entre la chavalería local Axl Rose se convirtió en el cantante más cotizado y Slash en el guitarrista más molón. En el ambiente de rockeros jóvenes se empezó a decir que tenían que formar un grupo juntos y así lo hicieron. Como Axl y Slash eran inseparables de sus respectivos colegas de la infancia, Izzy y Steven entraron también en el pack. A Slash nunca le gustó la idea de tener que tocar con otro guitarrista, aunque pronto hizo migas con Izzy y ambos empezaron a consumir heroína juntos, costumbre que arrastrarían durante algunos años. El grupo se completó con Michael “Duff” McKagan, un alto y carismático bajista recién llegado de Seattle, que había formado parte de la escena pre-grunge y que era el único “gunner” que tenía cierta experiencia musical “profesional”. Se ganó el respeto de sus nuevos compañeros gracias a sus conocimientos musicales y su carácter educado y amable. Eso sí, por entonces Duff era ya un alcohólico crónico que solía ventilarse un mínimo de una botella de vodka al día. Era 1985: el año en que se formaron los Guns N’ Roses.
Los cinco jóvenes notaron algo la primera vez que ensayaron juntos. Como recordaba más tarde Duff, “en el momento en que rasgamos el primer acorde, allí había algo. Y todos lo supimos”. ¿Tenían un sonido limpio? No. ¿Tocaban siempre las notas correctas? No. ¿Estaban sus interpretaciones libres de errores? No. Pero tenían algo que no se puede comprar ni fabricar, y que es producto de un extraño tipo de química. Desprendían energía en estado puro, precisamente el tipo de energía que suele impactar a las audiencias jóvenes.
Aunque su (intento de) debut no pudo ser más descorazonador. Su primera “gira”, recorriendo la costa oeste hasta el norte del país, terminó convirtiéndose en una pesadilla cuando la cochambrosa furgoneta que habían conseguido rompió el motor a mitad de camino. Tuvieron que caminar durante horas por el desierto, vestidos con sus ropas de cuero y llevando sus instrumentos a cuestas. El calor era terrible, sus cuerpos —que no eran un manantial de salud precisamente— estaban deshidratándose rápidamente y llegaron a pensar que iban a morir en algún arcén. Prácticamente ningún vehículo quería parar a recogerles debido a su desarrapado aspecto, e intentaron todas las tretas posibles para conseguir que alguien aceptase llevarles: a veces se ponía Axl a hacer autostop mientras los demás esperaban escondidos. A veces se ponían Slash e Izzy. A veces se ponían Steven y Duff. Probaron todas las combinaciones posibles. Cuando algún vehículo aceptaba recogerles, no siempre era por motivos samaritanos: un camionero intentó propasarse sexualmente con Axl, otro quiso que le llevasen a comprar drogas. Con ese accidentado autostop llegaron finalmente a Seattle —en condiciones físicas lamentables— sólo para descubrir que en el local donde tenían que tocar había un irrisorio público de trece personas y que el resto de los conciertos que tenían apalabrados se habían cancelado. Comieron y bebieron gracias a la caridad de las camareras, que se apiadaron de ellos cuando vieron su penoso estado. Sólo Duff pudo dormir a cubierto, ya que era originario de Seattle y su familia vivía allí; el resto tuvo que apañárselas como pudo hasta que reunieron dinero suficiente para costearse el regreso a California. Como primer concierto aquella fue una experiencia bastante deprimente (ellos mismos bautizaron aquella abortada gira como el “tour del infierno”) pero cimentó la relación entre los cinco miembros del nuevo grupo y creó un ambiente de camaradería y hermandad que marcaría la vida del grupo… hasta la llegada del éxito, claro.
Sexo, drogas, rock’n’roll… y cucarachas, mugre y eyaculaciones en la pierna
Sin oficio ni beneficio —aparte del tráfico de drogas de Izzy o los esporádicos y poco exitosos trabajos temporales del resto— los Guns N’ Roses decidieron alquilar un almacén de tamaño similar a un garaje de una plaza para guardar allí sus instrumentos, sus amplificadores…. y para vivir allí los cinco hacinados. En el almacén ensayaban, dormían, practicaban sexo con sus primeras “groupies”, comían (cuando tenían algo que comer) y consumían toneladas de drogas y alcohol. En el almacén donde vivían solían reunirse sus primeros fans, adolescentes desorientados en busca de emociones, miembros de otras bandas y todo un muestrario de junkies, camellos y chusma callejera en general. Los Guns N’Roses organizaban fiestas a diario: el sexo indiscriminado, la música a todo volumen, la heroína, el alcohol, las peleas y una total anarquía eran el pan de cada día en el almacén y la calle adyacente. Axl seguía metiéndose en problemas con la policía, Izzy llevaba con toda tranquilidad su negocio de venta de caballo, Duff bebía cuanto podía, Slash bebía cuanto podía y además se chutaba cuanto podía también y Steven —cuyo consumo de drogas aún era relativamente “normal”— seguía pensando que la vida era sencilla y se sentía inmensamente feliz por tocar la batería en un grupo tan guay, aunque para ello tuviese que malvivir en un mugriento almacén. Cohabitar tan estrechamente un espacio tan reducido reforzó los lazos de camaradería entre los miembros del grupo —sólo unos músicos jóvenes pueden ser todavía más amigos después de convivir en semejantes condiciones— pero el lugar no era demasiado cómodo y el concepto “intimidad” estaba sencillamente fuera de discusión. Un buen día Slash estaba haciendo el amor con una chica en el estrecho almacén, e Izzy, que hacía el amor con otra a muy poca distancia, intentó evitar un posible embarazo con la técnica del coitus interruptus… eyaculando sin querer sobre la pierna de Slash. Fue el día en que empezaron a pensar que necesitaban una nueva casa.
Eso sí: pese a todas las fiestas y el absoluto descontrol en que vivían, cuando había que ensayar o escribir nuevas canciones se lo tomaban muy en serio. En sólo unos meses tenían ya un buen repertorio, incluidos muchos de los temas que aparecerían en sus cuatro primeros discos. Aunque no gozaban de ningún tipo de promoción empezaron a ganarse una buena base de fans a base de apabullar con su poderío a los chavales que acudían a verles tocar. De reunir sólo a sus amigos pasaron a atraer a decenas de espectadores en cada concierto, más tarde cientos y finalmente lograron tener un público constante de dos o tres mil personas… algo insólito para un grupo que no tenía manager y que era totalmente ignorado por la prensa musical local. Su vigor en escena, su carisma callejero y la contundencia de sus canciones habían provocado un imparable boca a boca entre la juventud de la ciudad. Pronto, en todos los colegios e institutos de Los Ángeles se hablaba de los Guns N’ Roses y de su aplastante furia rockera. Las leyendas que circulaban en torno a los “chicos malos” de la escena musical de la ciudad no hacían más que acrecentar su atractivo.
Las compañías discográficas pronto empezaron a recibir ecos de todo ese revuelo juvenil. Un día, un ejecutivo quedó sorprendido cuando al llegar a casa su hijo le preguntó por qué su compañía no contrataba a unos tales Guns N’ Roses. Cuando le dijo al chaval que era la primera noticia que tenía sobre ellos, su hijo bufó despectivamente, casi escandalizado ante la idea de que su padre trabajase en el negocio musical y no conociese al grupo más de moda entre la chavalería de la ciudad. El nombre de Guns N’ Roses empezó a ir de despacho en despacho: había un fenómeno juvenil en torno a ellos, aparecido al margen de los cauces normales del mundillo discográfico y digno de ser investigado. Los ojeadores de las compañías empezaron a interesarse por ellos y los Guns, ya fuese por sus directos o por sus maquetas, comenzaron a impresionar a la gente de la industria. Un ilustrativo ejemplo: Poison, uno de los grupos más postizos de la escena «sleazy» angelina, estaban por entonces grabando un disco, en un rápido proceso de ascensión hacia el éxito. En un descanso de la grabación, los miembros del grupo, junto a su productor, acudieron a un concierto de los todavía desconocidos Guns N’ Roses. Llegaron al club, pidieron unas cervezas y vieron el concierto. El productor permaneció en silencio mientras contemplaba el explosivo espectáculo de los Guns vaciando su furia sobre el escenario. Cuando la noche avanzó y las copas le hicieron ser más locuaz, el productor abandonó su mutismo y se sinceró con los Poison, el grupo para el que estaba trabajando: “no importa lo famosos que os vayáis a hacer o los discos que vayáis a vender y no importa que estos Guns N’ Roses no sean nadie, que no tengan manager o que no tengan contrato discográfico… nunca, nunca, seréis tan buenos como ellos”.
The Next Big Thing o cuando los Guns pudieron empezar a cenar gratis
Los “gunners”, como se solía llamar a los miembros de los Guns N’ Roses, habían pasado varios años arrastrándose por las calles de Los Ángeles en una existencia miserable, siempre bordeando el hambre porque gastaban su escaso dinero en drogas e instrumentos, pero descubrieron un nuevo filón cuando las compañías discográficas empezaron a cortejarles. Cada vez que un agente encargado de fichar nuevos talentos se citaba con ellos para una reunión de negocios, les invitaba a un buen restaurante. ¡Comida gratis! ¡Bebida gratis! E incluso a veces, si el agente era enrollado, ¡¡cocaína gratis!! Para los harapientos Guns esta era una oportunidad única… así que empezaron a reunirse con todos los agentes discográficos a la vista, dejándose invitar a todos los restaurantes que podían y dejando tras de sí considerables cuentas en concepto de comida y bebida. Jamás antes habían probado cosas como la langosta o el vino caro y no desperdiciaron la ocasión. Pero nunca llegaban a un acuerdo con los agentes y no firmaban con ninguna de aquellas discográficas. Estaban tan acostumbrados a vivir en las cloacas que sus miras eran muy cortas: comer de gañote era mucho más importante que firmar algún tipo de contrato. Aunque, por su parte, los agentes solían quedar horrorizados cuando conocían a los miembros del grupo y descubrían de cerca la realidad: que dos de los músicos eran heroinómanos —uno de ellos camello—, otro era un alcohólico irrecuperable… y el cantante, que parecía tener las drogas bajo control, tenía sin embargo una personalidad imprevisible y violenta. Los Guns N’ Roses aún no habían abandonado el local de ensayo, eran totalmente desconocidos excepto para los adolescentes de la ciudad… pero ya llevaban un autodestructivo tren de vida, como los grupos que ya han triunfado y vendido millones. Los cazadores de talentos se preguntaban si merecía la pena firmar un contrato con unos músicos que parecían condenados a una temprana muerte por sobredosis o a una inminente condena carcelaria… incluso antes de haber salido del anonimato.
Tampoco los propios Guns N’ Roses lo ponían fácil para firmar un contrato; no parecían tener ninguna prisa por comprometerse con nadie o por grabar un disco. No estaban preparados para ver la música como un negocio. Por ejemplo, abandonaron una reunión desencantados porque la agente de turno no sabía quién era Joe Perry, guitarrista de Aerosmith (unos de los grandes ídolos de Guns N’ Roses). En otra reunión les ofrecieron una buena cantidad de dinero como adelanto y les prometían el oro y el moro, pero los “gunners” se limitaron a preguntar: “¿nos has visto tocar?”… y cuando el agente respondió que no, que nunca les había visto tocar, sencillamente se marcharon del despacho sin firmar nada. A otra agente, una atractiva ejecutiva, le dijeron que firmarían con su compañía si ella accedía a pasearse desnuda por una calle de Hollywood. Los Guns N’ Roses podían no tener un céntimo, pero no estaban dispuestos a venderse fácil. Por entonces la música era lo más importante para ellos y los cheques no les interesaban lo más mínimo si para ello tenían que pasar por el aro de una compañía. Esta actitud despectiva hacia las posibilidades de progresar en la industria creó en torno a ellos un aura de autenticidad, de pasarse por el forro las reglas del negocio mientras el resto de grupos de la ciudad estaban desesperados por firmar contratos y se prestaban a cualquier cosa. Los Guns no eran nadie pero se comportaban con altivo orgullo y anteponían su música al dinero, lo cual no hizo más que disparar su prestigio entre la juventud angelina.
En esa época encontraron finalmente algo remotamente similar a una manager en la figura de Vicky Hamilton. Contactaron con ella porque era una de las pocas personas en Los Ángeles que podía conseguirles conciertos a los grupos noveles. No era fácil encontrar un sitio donde tocar sin tener que pagar por el alquiler del club y los Guns sencillamente no podían pagar el alquiler de un club. Axl Rose se presentó ante ella con una cassette en la que habían grabado varias canciones. Ella, bastante impresionada por lo que había escuchado, les apadrinó. Les dejaba dormir en su casa —ellos lo agradecieron transformando la casa en un estercolero— e invirtió tiempo y el dinero que no tenía para conseguirles un contrato. Cansada de ver cómo el grupo dejaba pasar oportunidad tras oportunidad —ya que, como decíamos, para los Guns las reuniones con discográficas eran poco más que la ocasión para comer de gorra— Vicky Hamilton organizó un concierto al que invitó de golpe a todos los agentes discográficos y cazadores de talentos de la ciudad. Ya era hora de que todos ellos vieran en directo cuál era el verdadero potencial del grupo.
Por aquel entonces estaba en Los Ángeles Tom Zutaut, el mayor cazatalentos de la compañía Geffen. Era uno de los agentes con más reputación del negocio debido a su conocimiento musical y su buen ojo para descubrir nuevos grupos. Había acudido a la ciudad con una orden clara de su jefe, el millonario David Geffen: encontrar un grupo de Los Ángeles al que mereciese la pena producir. Así que nada más llegar, Zutaut entró en una tienda de discos y preguntó al dependiente qué nuevas bandas de la ciudad debería ir a ver. El dependiente respondió: “sólo una”. Zutaut acudió a ver a los Guns N’ Roses en la velada que había organizado Vicky Hamilton, junto a todos los demás cazatalentos de la ciudad. Estuvo viendo el concierto durante unos minutos, tras lo cual abandonó el club diciendo que los Guns N’ Roses eran una mierda y que no iban a llegar a ninguna parte. Muchos de los otros agentes se rascaron la cabeza: si lo decía Tom Zutaut, cuyo gran ojo para descubrir nuevas estrellas era bien conocido, es que probablemente era cierto. Así que los Guns N’ Roses no debían valer tanto como decía la gente.
Pero Tom Zutaut sabía que muchos agentes no tenían realmente criterio a la hora de evaluar el potencial de grupos de rock, que no sabían distinguir una banda prometedora de una banda mediocre. Su numerito en el concierto de los Guns diciendo que el grupo apestaba había sido una triquiñuela para despistar a la competencia y hacerles perder el interés. Zutaut quería a los Guns N’ Roses para él. Sentía que había visto algo grande. Para él, los Guns podían ser unos nuevos Led Zeppelin o unos nuevos Rolling Stones. Sí, tenían un sonido casi demasiado crudo, pero ¡aquella energía! ¡Aquellas canciones! Sobre el escenario de aquel club había visto el futuro de color de dólar. Al día siguiente de decir abiertamente ante los demás cazatalentos que los Guns eran basura, Tom Zutaut invitó al grupo a una reunión. Haciendo una vez más gala de su astucia no les habló de dinero, ni de contratos, ni les hizo grandes promesas. Sacó unas bebidas y les habló de música, contándoles anécdotas de primera mano sobre Aerosmith o los Sex Pistols. Habló a los cinco jovenzuelos en su propio lenguaje y con ello se ganó su confianza. A la mañana siguiente, los Guns N’ Roses ya habían decidido firmar con Geffen… aunque pidieron a Zutaut que no lo hiciese público para poder seguir comiendo gratis a cuenta del resto de cazatalentos.
[Enlace: la primera actuación de los Guns N’ Roses que fue retransmitida por TV tuvo lugar en un club neoyorquino, el Ritz, y fue grabada durante los meses de ascensión del grupo. Solían abrir sus conciertos con ”It’s so easy”, la canción punk del bajista Duff McKagan con la que el grupo arrancaba como una locomotora, apabullando al público con su tremebunda energía. Como aún tocaban en escenarios pequeños, Axl todavía no pegaba carreras de un lado a otro—se limitaba a su célebre “snake dance”— y el contagioso entusiasmo de Steven Adler tras la batería era una de las grandes bazas visuales del grupo: VER VÍDEO]
Appetite for destruction
Tras firmar el contrato, cada uno de los Guns cobró 7.500 dólares en concepto de adelanto por la grabación de un primer LP. Era la primera vez en sus vidas en que tenían algo de dinero, aunque como es de suponer no les duró demasiado. Axl ni siquiera pudo cobrar el cheque porque había firmado como W. Axl Rose en vez de con su nombre real, William Bailey. Tuvo que cambiarse legalmente el nombre para poder llevarse el cheque: después metió el dinero dentro de un calcetín y lo escondió bajo el colchón: las viejas costumbres de vagabundo no se pierden fácilmente. Claro que al día siguiente no recordaba dónde lo había puesto y montó un cisco considerable.
La compañía alquiló un apartamento para que los cinco miembros siguieran viviendo juntos y abandonaran su antihigiénico garaje. Aunque la cochambre les seguía allá donde iban: a las pocas semanas la casa que les habían cedido era ya tan inhabitable que un ejecutivo de Geffen estuvo a punto de vomitar cuando atravesó la puerta y vio el panorama. Los Guns N’ Roses acababan de firmar un contrato pero eso no les cambió lo más mínimo. Izzy seguía vendiendo heroína. Slash seguía usando su encanto callejero para mendigar dinero por los garitos angelinos (algo que seguiría haciendo ¡incluso después de hacerse famoso!). Duff bebía cada vez más y nunca se iba a dormir sin tener a su lado una botella de vodka para poder empezar a beber nada más despertar. Axl seguía creando problemas allá donde iba, provocando peleas y engrosando su ficha policial; además de que su relación con su nueva novia, Erin Everly (hija de uno de los Everly Brothers) empezaba a mostrar serios indicios de violencia. Los Guns N’ Roses seguían siendo chusma, sólo que ahora que tenían un contrato firmado su prestigio en las calles era todavía mayor: tenían acceso a mejores drogas, empezaron a satisfacer sus fantasías con strippers y actrices porno y básicamente empezaron a llevar vida de estrellas del rock pese a seguir sin dinero, sin fama… y con un disco aún por grabar. Iba a resultar difícil meterles en cintura.
Axl Rose rompió el vínculo del grupo con su primera manager, Vicky Hamilton. La compañía empezó a buscar un manager más profesional, pero resultaba casi imposible encontrar a alguien que quisiera encargarse de semejante muestrario de decadencia juvenil. David Geffen insistía ante los posibles candidatos en que los Guns N’ Roses iban a convertirse en la banda más grande de la Tierra, pero dichos candidatos sólo veían a una pandilla de junkies, alcohólicos y pendencieros que habían pasado años vagando sin control por las calles y que no tenían el más mínimo indicio de cómo comportarse de manera civilizada. Los Guns hacían que una panda de degenerados como Mötley Crüe pareciera casi gente sensata. Se probó entre otros con Tim Collins, manager de Aerosmith, que habían superado sus pasadas adicciones y habían vuelto a tener éxito: cuando le habló al guitarrista Joe Perry de la posibilidad de convertirse también en manager de unos tales Guns N’ Roses, Perry le respondió: “¿Estás seguro? Uno de ellos era el camello que solía venderme heroína cuando la gira pasaba por Los Ángeles”. No hubo trato. Tampoco era fácil encontrar a alguien que quisiera producir la grabación de su disco. Un productor que Geffen quería contratar visitó al grupo en su nueva casa y nada más entrar encontró a Izzy y Slash, recién llegados de un fugaz viaje en coche a México, repartiéndose botellas de tequila y bolsas de heroína mexicana. El productor entró, contempló la escena y se marchó sin pronunciar una sola palabra. No volvieron a saber de él. Geffen tenía un problema: pensaban —con razón— que tenían entre manos al grupo con más potencial del país, pero los Guns eran escoria y ningún profesional serio quería mezclarse con escoria. Finalmente, tras muchos esfuerzos, encontraron un manager en la figura de Alan Niven y un productor para grabar el primer disco: Mike Clink. Pero ambos obtuvieron el trabajo porque, básicamente, nadie más lo quería.
La grabación del primer LP de Guns N’ Roses, como era de esperar, requirió de un delicado trabajo de doma y reeducación. Los miembros del grupo empezaron la grabación concentrados e ilusionados y llegaron a comportarse de manera casi profesional. Pero pronto empezaron a dispersarse. Slash llegó a encerrarse en su habitación durante semanas, inyectándose heroína sin parar y saliendo sólo para comprar cigarrillos, mientras sus compañeros le esperaban en el estudio. La grabación empezó a retrasarse y fue un milagro que el productor Mike Clink consiguiera volver a ponerles en marcha, pero lo hizo. Conforme la grabación avanzaba, el poderosísimo sonido del grupo y la calidad de su repertorio hizo que en Geffen se frotasen las manos: los Guns, efectivamente, podían convertirse en un bombazo.
Pero una vez editado el disco, el triunfo no llegó fácilmente. De hecho, pocas veces —si es que ha sucedido alguna otra vez— una grabación de tanto éxito tardó tantísimo tiempo en empezar a vender. Cuando Appetite for destruction salió a la venta en julio de 1987, no ocurrió absolutamente nada. La radio no lo pinchaba. MTV se negó a emitir el videoclip original del primer single, Welcome to the jungle, por considerarlo demasiado violento. Pasaron meses, Llegó 1988. Seguía sin suceder nada. El que suele ser considerado como uno de los mejores discos de rock de la historia estuvo a punto de quedar condenado a desaparecer del mercado sin pena ni gloria.
Entrado 1988, sin apoyo alguno de los medios, había funcionado un cierto boca a boca y se había vendido una cantidad honrosa, pero bastante discreta, de ejemplares. Pese a que las escasas críticas que la prensa se había dignado dedicarle al disco hablaban maravillas y efectivamente se comparaba a los Guns N’ Roses con varios de los grandes pesos pesados del rock (Led Zeppelin, Rolling Stones, Aerosmith) Appetite for destruction estaba siendo sometido al ostracismo de los medios y el grupo continuaba siendo desconocido. Como último recurso, Geffen decidió convertir Sweet child o’ mine en el nuevo single de Guns N’ Roses. Grabaron un videoclip al efecto: si esa canción no tenía éxito, el disco no tendría éxito, porque era lo único parecido a una “balada” en el disco y estaba claro que los medios y la todopoderosa MTV habían rechazado el rock guarro y callejero que componía el 99% restante de la grabación. Mientras rodaban el clip, incluso el director del video pensaba que los Guns no llegarían a ninguna parte: sólo veía al típico grupo de melenudos de Los Ángeles con la tipica canción de “somos chicos malos pero tenemos corazoncito”. Sin embargo tuvo que admitir que ante sus ojos estaba pasando algo cuando vio que varias de las chicas que trabajaban en el plató se agolparon en torno a los monitores comentando lo molón que era aquel grupo y lo buena que era la canción. Una vez más, resultaba evidente que la gente joven estaba viendo algo en Guns N’ Roses que algunas personas del negocio no eran capaces de captar.
Al principio MTV ignoró también el nuevo vídeo, lo que prácticamente condenaba a los Guns N’ Roses al fracaso total. El éxito del grupo estaba teniendo un parto interminable y agónico, bordeando ya el aborto. El propio David Geffen, que nunca antes había intervenido directamente en la carrera de un grupo de su compañía, llamó a la famosa emisora de televisión para protestar: ¿por qué estaban dando de lado a su nuevo grupo? La llamada de Geffen surtió efecto y el video comenzó a ser emitido por la MTV… aquello lo cambió todo. La respuesta de los televidentes del canal fue inmediata… y explosiva. Se transformó rápidamente en el video más solicitado en la historia del canal. Siguiendo la estela, las radios empezaron a pinchar la canción y obtenían una reacción similar entre sus oyentes. Sweet child o’mine empezó a sonar en todas partes y con ello las ventas del disco empezaron a aumentar espectacularmente.
Mientras Sweet child o’mine iba derribando las barreras, Guns N’ Roses habían estado haciendo una gira de presentación como teloneros de The Cult, y cada noche habían barrido del escenario a los cabezas de cartel, hasta el punto de que los roadies del grupo inglés llegaron a boicotear el equipo técnico de los “gunners” para que no siguieran humillando a sus jefes (en honor a The Cult, hay que decir que aquel sabotaje fue idea de su personal, no suya, y que los músicos de «el culto» tuvieron buena relación con los teloneros; no en vano su batería de entonces terminaría formando parte de los Guns N’ Roses). También telonearon a Iron Maiden y nuevamente barrieron a los artistas principales hasta el punto de que los promotores empezaron a decir que los Guns deberían haber sido los cabezas de cartel y no los famosísimos Maiden. Estos, incapaces de admitir que sus teloneros les estaban aplastando ante su propio público, les retiraron por completo la palabra. Los Guns también giraron junto a sus ídolos, Aerosmith, y también les robaron el show, aunque los Aerosmith —que atravesaban un buen momento en directo y fueron superados, pero no barridos— lo tomaron con más deportividad que Iron Maiden e incluso solían disfrutar los conciertos de los Guns desde un lateral del escenario. Eso sí, no se mezclaban con ellos en los camerinos: los veteranos rockeros de Boston intentaban mantenerse sobrios y alejados de las drogas, y los Guns N’ Roses no eran la compañía más recomendable con la que permanecer limpios y centrados. Con todo, Aerosmith, con cuyo sonido se les solía comparar a menudo y que eran probablemente su máxima influencia, fue uno de los grupos que mejor relación tuvo siempre con los Guns.
[Enlace: otra de las primeras apariciones de los Guns en televisión, tocando la semiacústica «Used to love her» en un talk show nocturno, con Axl Rose haciendo varios cambios de intensidad, en lo mejor de su poderío vocal. Se puede notar la histeria que ya empezaba a causar el grupo por la forma en que les recibe el público del estudio y por el graciosísimo gesto de incontenible curiosidad de la invitada que les ha precedido en el programa: VER VÍDEO]
Tras la explosión de Sweet child o’mine, las ventas de Appetite for destruction empezaron a contarse por millones. Guns N’ Roses empezaron a copar las listas de éxitos de otros muchos países. Toda una generación de adolescentes quedó prendada por la fuerza, el carisma y el apabullante halo de autenticidad e inmediatez del grupo. Tras una década en que los productos prefabricados habían dominado —y seguían dominando— las listas de éxitos, la música sincera, sucia y rabiosamente espontánea de los Guns N’ Roses era lo que los jóvenes de medio mundo querían escuchar. Incluso la prensa musical, finalmente, se rendía a los pies de lo que ya nadie negaba era el mejor disco de rock que había sido editado en mucho tiempo. Muchos grandes artistas de diversos estilos, desde Madonna y Tom Petty hasta Elton John o Metallica (antes del sonoro conflicto entre Axl y James Hetfield, claro) comenzaron a elogiar públicamente a los Guns e incluso a interesarse por colaborar con ellos, como Michael Jackson. David Geffen había tenido razón: dijo que los Guns N’ Roses iban a convertirse en la banda más grande del mundo y los Guns N’ Roses se terminaron convirtiendo en la banda más grande del mundo.
En sólo unos meses habían pasado de merodear por las calles de Los Ángeles —sin manager, sin dinero, sin casa y sin ningún atisbo de comportamiento civilizado— a aparecer en las portadas de las revistas musicales, transformados en iconos del rock. Como es lógico, semejante transición no podía suceder de manera tranquila y natural. Con la llegada del éxito todas las disfunciones personales de la banda iban a explotar ante la atónita mirada del público y la prensa de todo el planeta. La chusma de las calles angelinas estaba ahora en lo más alto del negocio musical… que se vaya preparando el negocio musical.
En la segunda parte de esta narración, contaremos cómo los Guns N’ Roses, tras haber tocado el cielo con los dedos, empiezan a descomponerse en una caótica espiral autodestructiva: sobredosis, cirrosis, chantajes, despidos, traiciones, tumultos en conciertos y muertes entre el público, detenciones, multitudes furiosas destruyendo escenarios, peleas y amenazas frente a otros grupos musicales, megalomanía y grandilocuencia a niveles surrealistas, videoclips ridículos, pianos colgando de ventanas, racismo, homofobia… todo lo que hizo que los Guns N’ Roses clásicos desaparecieran para siempre de la única manera en que podían desaparecer: provocando el Apocalipsis a su alrededor.
El artículo es cojonudo. Y menudos jefazos los GNR!
Una cosa, Axl e Izzy emigraron a Nueva York o a Los Angeles desde Indiana?
Por lo demás, cojonudo el artículo.
Hola Fawkes,
Axl e Izzy emigraron a Los Ángeles. El viaje a Nueva York fue simplemente una breve visita, la primera vez en que ambos trabaron contacto con una gran metrópoli. No se quedaron a vivir allí. Llegaron a N.Y. haciendo autostop y después regresaron a su Indiana natal.
Aunque siempre les quedó el recuerdo de esa primera visita a Nueva York y de ahí nació el título y parte de la letra de «Welcome to the jungle».
Un saludo.
Buenisimo, enhorabuena
Muy buen artículo. Me ha ayudado a despertar la memoria de aquellos 80. Desconocía en cambio el consumo generalizado de caballo desde los inicios y el trabajo de camello de Izzy. No me cuadra del todo porque fue precisamente el comienzo y no la continuación de su consumo lo que provocó los primeros mosqueos de Axl con la banda (estuvieron a punto de no salir a telonear a los Stones en Filadelfia en su gira Steel Wheels, en el bootleg aparece Axl con Jagger un tema stone). De todos modos la memoria en el mundo del rock ….bueno ¿existe?. Comparar a los Guns con los Rolling es….en fin…..En el fondo…da igual…pero vamos…ennombre de la justicia es bueno al menos hacer constar mi asombro….
Hola, Luis.
El consumo de heroína de Izzy y Slash así como el alcoholismo crónico de Duff eran efectivamente bastante anteriores al éxito y además el papel como traficante de Izzy está bien documentado. El consumo masivo de heroína de Steven Adler sí se inició más tarde, tras la edición del “Appetite”. Ahora bien, el momento en que Axl decidió mostrar públicamente su descontento no coincidió con el inicio del consumo de los guitarristas, más bien todo lo contrario. Si buscas cualquier tipo de ecuanimidad o coherencia en las reacciones de Axl Rose para a partir de ellas deducir cosas sobre la biografía del grupo… digamos que no es el procedimiento más fiable. Fue en Los Ángeles, teloneando a los Rolling Stones, donde Axl anunció la separación del grupo si “cierta gente” (refiriéndose sobre todo a Slash) no dejaba las drogas, pero Slash ya llevaba mucho tiempo chutándose por entonces. Pero es que Axl no podía desaprovechar la ocasión de dar la nota en nada menos que el concierto de retorno de los Stones.
En cuanto a la comparación entre los Guns y los Stones que tanto se hizo en su momento, no sé por qué te asombra tanto. Los Guns N’ Roses como tales no llegaron a durar ni una década, pero están considerados uno de los mejores grupos de la historia del rock. Es cierto que su discografía en conjunto no es comparable a la de los Stones por la sencilla razón de que los Guns se deshicieron muy pronto, pero si realmente quieres una comparación justa, escucha el primer LP de los Rolling Stones y luego el primer LP de los Guns, “Appetite for destruction”. Te gustará más un estilo que otro, pero no veo en qué manera los Guns N’ Roses eran decididamente inferiores. No tuvieron el tiempo suficiente como para madurar juntos su sonido y grabar su “Beggar’s banquet” o su “Exile on main st”. Los Stones no escribieron todos sus clásicos en sus cinco primeros años ni mucho menos. Yo mismo soy un fan de los Stones desde pequeño, pero no creo que el “Appetite” tenga mucho que envidiar a muchos discos de los Rolling Stones. Son grupos distintos con diferentes puntos fuertes, ¿O imaginas a los Stones tocando la parte final de “Paradise City”?
Hay que tener cuidado con los prejuicios; es música, no una competición de fútbol. De hecho, el que Mick Jagger permitiese que Axl e Izzy compartiesen escenario con él dice bastante. No es algo que los Stones harían con cualquiera con cualquiera en su gira de retorno. De hecho, si me preguntas y aunque probablemente te sonará a blasfemia, en la actuación que mencionas Axl Rose cantó mejor sus frases de “Salt of the Earth” que el propio Jagger. Axl dejó de lado sus chirridos habituales, usó una voz limpia en plan sureño y repentinamente hizo sonar la voz de Jagger como casi demasiado teatral en comparación. Véase:
http://www.youtube.com/watch?v=kvVm0UW3-XE
Por lo demás, gracias: es un placer discutir sobre Guns N’ Roses y los Rolling Stones.
Un saludo.
Fantástico árticulo, sobre la banda de rock mas especial y carimástica de todos los tiempos, Jot Down habeis ganado un fan acerrimo. Gracias por hacer esta web.
El artículo está en general bastante bien. Hay muchas cosas que chirrían. Desconozco si Axl e Izzy hicieron un viaje a Nueva York antes de llegar a L.A., pero lo que es seguro es que el «sabes dónde estás? esto es la jungla y vas a morir» no ocurrió en N. York.
Fue en L.A. nada más llegar Axl a la ciudad y fue a parar al peor barrió. Me sorprende bastante que digas que fue en NY, ya que el propio Axl lo ha contado 100 veces y el propio vídeo de Welcome to the jungle lo representa.
Tampoco estoy seguro en lo de que el padre biológico de Axl era el delincuente más conocido de Lafayatte. Bailey era el apellido de su padrastro y Rose el de su verdadero padre. Axl cambiaría su apellido al enterarse que su padre era otro.
Y fue la propia Vicky Hamilton la que se ofreció como manager al ver una de sus actuaciones.
Y por último (igual me he puesto muy tikismikis) habría estado genial que contaras la anécdota que tuvieron con Paul Stanley antes de firmar con Geffen.
Hay algunas fotos que no había visto en la vida, como la de Axl y Slash con una tía encima, me ha gustado!
Saludos!
Hola, Mikkibones.
Para el incidente de «Welcome to the jungle», tienes entre otras fuentes «Watch you bleed» de Stephen Davis (muy recomendable, como su libro sobre Led Zeppelin). La letra de la canción sí era primordialmente sobre la vida en L.A. y según (alguna de las varias versiones de) Axl Rose la escribió estando en Seattle.
El padre biológico de Axl era el delincuente más conocido de Lafayette, apellidado Rose; un individuo al parecer bastante violento que murió asesinado. Es más, Axl afirmó varias veces que su padre biológico había abusado sexualmente de él cuando tenía dos o tres años, y que era de los pocos recuerdos vagos que tenía de él. Supongo que adoptó el apellido Rose como rechazo adolescente a su padrastro, que también era de cuidado y a quien en la práctica Axl siempre ha considerado su padre.
Vicky Hamilton no se ofreció como manager de la nada, antes Axl había acudido a ella con una maqueta, que era lo que hacían muchos grupos en Los Ángeles.
En cuanto a la anécdota con Paul Stanley, me hubiese gustado incluirla, esa y muchas otras, pero el artículo se ha estado alargando más de lo previsto (de hecho es la primera vez que divido un artículo en dos partes).
Por lo demás, me alegra que te haya gustado.
Un saludo.
Gracias a ti por la contestación y por los datos!
Indagaré sobre el asunto de NY!
saludos!
Hola Emilio. Hay tres cosas que quiero comentar. Una, la anécdota de «Bienvenido a la Jungla» no sucedió en Nueva York. Sucedió en Chicago. El mismo Axl Rose lo comenta en el concierto en Chicago antes de cantar la canción. Por otro lado, no es cierto que el concierto del Ritz haya sido en su época antes del éxito. Todo lo contrario, su fama ya estaba despegando, incluso Axl dice en ese concierto que es para MTV. Y, por último, el vídeo que David Geffen le solicita a MTV que ponga a rodar es el de «Welcome To The Jungle», no el de «Sweet Child».
Un gran abrazo.
Impresionante artículo, enhorabuena. Yo fui uno de esos adolescentes que quedó prendado de GNG en los ochenta y tuve la oportunidad de verlos en directo en el Vicente Calederón en Madrid. Sabía que eran chicos malos, pero no tanto…;)
Hola, Aitor,
Gracias. En su día yo tampoco tenía idea de hasta qué punto era «peculiar» el origen y estilo de vida del grupo. Incluso pensaba que muchas habladurías en torno a ellos eran exageraciones, hasta que con los años se fueron confirmando o ellos mismos las excedieron con su propio comportamiento. Espero que te guste también la segunda parte,
un saludo.
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Me parece un artículo brutal.
Genial articulo Emilio, mis mas sinceras felicitaciones. Ya había leído gran parte de la historia en la biografía de Slash y gran parte de los datos ya los conocía, pero me has hecho entrar en la historia gunner de la misma forma o mejor que la propia biografía. He buscado la segunda parte del artículo pero no se encontrarlo!! Una ayudita please.
Hola Lluis,
La segunda parte del artículo aún no ha sido publicada, pero cuando salga la verás en portada o en el Facebook de Jot Down (o nuestro Twitter, etc.). En todo caso añadiré el enlace aquí mismo, en la primera parte.
EMILIO, entre el artículo de 2001 y éste de los GNR, me has dejado patidifuso.
Enhorabuena… pero sobre todo ¡¡gracias!!
Y como grité al final de una ópera de Wagner representada en Madrid
BRAVO
BRAVOOOO
Hola Samuel,
¡Gracias! Por cierto: Wagner y Guns N’ Roses… no tienes mal gusto, no. ¿De qué ópera se trataba?
Un Tristan por Barenboim con la Meier y Jerusalem en el Real (Madrid).
Quien se dedica a blippear «fuck» y «fucking» en el video de «it´s so easy»? Increíble. Genial artículo, gracias.
Jajaja, me temo que los «blips» vienen de fábrica, porque ese concierto fue grabado —y como ves, censurado— por la MTV. Los pitidos estropean el final de la canción pero ejemplifican bien cómo la actitud de los Guns N’ Roses de 1988 no terminaba de encajar bien en la industria. La canción era así y ellos no la iban a cambiar.
Leer este artículo escuchando a los Guns a todo volumen es fantástico. Espero con ansia la segunda parte.
Comentar lo de las chicas agolpadas escuchando nerviositas Sweet Child lo haces para que dudemos de nuestra sexualidad, que lo sé yo.
muy bn articulo mandame la segunda parte no o publicala aqui muy bn articulo si antes me gusta ba y idolatraba a guns aora son mas chidos vavan lo 80s
Gracias por el artículo! Es muy bueno y me ha hecho volver a escuchar a los Gun’s mucho tiempo después. Se me ha puesto la piel de gallina recordando cómo los escuchaba emocionado a principio de los 90. !Y pensar q hasta se me había olvidado q fueron uno de mis grupos favoritos! Gracias por hacérmelo recordar!
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La mejor banda de la historia necesitaba un artículo como este en JotDown. Buen trabajo!
Felicitaciones por el artículo, contiene muchos detalles que para mí eran generalidades. Si no fuese molestía podrías decirme como así adoptan los nombres de pila «Slash» y «Axl» tienen un significado especial?
Gracias
Hace ya un año que escuche por primera vez el Appetite for Destruction, poco despues lei este genial articulo y desde entonces los Guns se han convertido en mi grupo favorito y el Appetite en el mejor album que he escuchado en mi vida. Muchisimas gracias a Emilio de Gorgot por documentar la historia de este grupo y permitir a aquellos que nacimos demasiado tarde descubrir una musica que nunca deberia pasar de moda. Un gran trabajo
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Buf, un gran repaso a la historia de estos míticos rockeros. Un artículo soberbio. Inspirador para periodistas recién llegados y con poca experiencia, como yo. Muchas gracias.
¡Felicidades!
Paso de 40 años, he sido rockero toda mi vida, mi 1er disco fue el disco de Kiss «Love Gun» cuando tenia unos 7 u 8 años. Con los años me converti en baterista, tuve mi propia banda en mi pais cuando apenas tenia 14 años hasta los 21… en fin… durante varios años desde mediados de los 80 hasta principio de los 90 estuve suscrito a las revistas Circus y Hit Parade, no se cuantos articulos he leido de tantas bandas o de cualquiera de sus miembros y me refiero sobre todo a articulos de la epoca y el leer este articulo he podido recordar vagamente muchas cosas que aqui se cuentan (a pesar de mi mala memoria), otros muchos me generan dudas, grandes dudas y de que faltan muchisimas cosas mas que contar sobre el GnR original. En definitiva mucho de lo que se pueda hablar o decir de cualquier banda o rockero de hace ya tantos años a veces pienso que QUIZAS no hay 100% fidelidad en las declaraciones que ellos mismos puedan dar, porque si hay algo en comun en los rockeros es que tenemos mala memoria, otra cosa es que en aquella epoca cuando susedieron todos estos hechos no habia internet, tweeter, facebook y las noticias tardaban un poco en correr y ser escuchadas y tomando en cuenta de que han sido infinidades de anecdotas, peleas, discuciones, altercados entre bandas y rockeros porque en algun momento comentaron algo de un colega de su propia banda o de otra banda que genero en una pelea y despues se tuvieron que retactar han cambiado muchas declaraciones que antes era mas facil cambiar o ocultar, hoy en dia no se puede, asi que no sabemos a ciencia cierta si todo lo que hoy leemos de aquella epoca sea realmente cierto o concecuencia de querer enmendar alguna metida de pata del pasado que genero problemas. En general el articulo esta bien, lo unico es que no coincido con este comentario «Los Guns hacían que una panda de degenerados como Mötley Crüe pareciera casi gente sensata.» Motley Crue nunca fue una banda tan popular como GnR, por ende no encontraras tanta documentacion de la vida de los Crue como lo encuentras de los GnR, pero te puedo garantizar que hay tanta o mas droga, sexo, excesos, armas, problemas mentales, de salud, depresion, etc que en GnR, creo que ambas bandas pasaron por lo mismo salvo que ninguno de los Crue dormian en las calles como Axl o Izzy y en honor a la verdad me cuesta creer que Axl e Izzy deambularon por años en las calles de los Angeles, no sera que fue parte de la maquinaria de Geffen Records para darles una historia mas sombria y que ayudara en las ventas de una banda que arranco sin el exito esperado? Quizas nunca lo sabremos, pero lo que quiero dejar claro es que en muchas bandas hay muchos mitos y leyendas que la cruda verdad. Saludos
Al principio quería decir que eran unos pobres vagos sobre valorados, pero me tomé el tiempo para leerlo. Muy entretenido y la verdad bastante informativo. Escuché su música desde que era pequeño, pero nunca llegó a gustarme de verdad, me gusta más el rock progresivo y sus variaciones y las bandas de moda nunca me gustaron. Sin embargo ahora pienso un poquito diferente. Cuando mencionaron Sweet chidl of mine, una parte de mí recordó el solo de guitarra y me emocioné. Y por las bandas que arrastran con gente, pues creo que hay más gente en el mundo y más música nueva y genial pero no es para todos. Ahora podemos elegir por la gran diversidad que nos ofrece la web.
Wow, dije que me emocionaron los guns and roses, si mis amigos leen esto, estaría perdido jaja.
Saludos desde Bolivia, un placer leerlos.
Ganas de leer la segunda parte!!
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Gracias por el artículo, de alguna manera ha cambiado mi ahora paso todo el rato escuchando a los GNR.
Nunca he sido fan de los G’n’R más allá de Paradise City, pero las dos partes de esta historia han sido de lo mejor que he leído en un blog. Esto sí es periodismo. Bravo. Sí se nota que a veces la objetividad se cae en pos del lirismo, pero todo encaja y fluye con tal suavidad que no cambiaría ni una coma.
Ojalá más artículos de este palo.