¿Se puede ganar el Tour de Francia o la Vuelta a España limpio?
Sí, con la condición de que ninguno de los otros corredores se dope. Sabemos que solamente el dopaje con EPO aumenta el rendimiento a largo plazo en torno al diez por ciento, aunque es difícil ser exacto al respecto. Vamos a atenernos al reportaje de la televisión francesa France 2 en el que ocho deportistas, algunos de ellos de una edad relativamente avanzada, consumían una mezcla de testosterona y EPO con transfusión de sangre enriquecida de por medio, es decir, el método habitual de los noventa en adelante en las pruebas de fondo de ciclismo o atletismo. Fue solo un mes y la mejora media fue de un seis por ciento.
Puede que un seis por ciento de mejora no parezca mucho, pero en una gran vuelta por etapas es una barbaridad. Chris Froome ganó el último Tour empleando ochenta y cuatro horas, casi ochenta y cinco. Un seis por ciento de ochenta y cuatro horas, por redondear, sería más de cuatro horas y media. Si el que va dopado corre cuatro horas y media más rápido que el que va limpio es absolutamente imposible que alguien le gane. Hablamos de deportistas profesionales, por supuesto. El último clasificado de este mismo Tour acabó a menos de cinco horas, en el filo del tiempo de ventaja del tratamiento de France 2. Si damos por hecho que ninguno de los demás se dopó, solo con un mes de trampas limitadas, Sebastian Chavanel habría ganado la prueba.
Si no les pillan, será que no se dopan…
Ese es el «adagio» que se repite en todos los deportes. «Doparse es dar positivo en un control». Sin embargo, la historia está llena de trampas que llegan hasta la década pasada, cuando a Tyler Hamilton le recomendaban manchar su propia orina con unos polvos que imposibilitaban la detección posterior de sustancia alguna. Desconozco si ese método sigue vigente porque nadie ha vuelto a escribir un libro al respecto, supongo que habrá que esperar otros diez años.
En cualquier caso, los medios de detección llegan hasta donde llegan. Un atleta no puede dar positivo por una sustancia que está prohibida pero que en la práctica es indetectable. Sucedió en los noventa con la EPO: había gente que estaba poniendo en riesgo su propia salud con tal de atiborrarse de más EPO pero la sustancia no aparecía en ningún control. Varios doctores llegaron a lo más alto con una adecuada combinación de este elemento que facilita la oxigenación de la sangre y por tanto la recuperación y el control del cansancio. Podríamos citar a los sospechosos habituales: Fuentes, Ferrari, Cecchini… pero ninguno como el doctor Conconi, venido también del atletismo, y al que le encargaron el test de detección de la sustancia, lo que aprovechó para dopar sistemáticamente a varios corredores del Carrera sin que nadie se enterara.
Desde la propia Agencia de Protección de la Salud, la antigua Agencia Antidopaje española, el mensaje es desolador: «Los tramposos siempre van uno o dos años por delante, es imposible pillarlos». El objetivo de la agencia es que nadie haga un Riccardo Riccó y acabe en un hospital al borde de la muerte por meterse cualquier porquería comprada por internet. Los controles llegan tarde, esto es así, más que nada porque la trampa mueve mucho más dinero y tecnología que la vigilancia. En realidad, lo raro es que pillen a alguien. Que pillaran a cuatro del Astana el año pasado ya fue el colmo de la torpeza o el exceso.
¿Y el pasaporte biológico?
Otra de las conclusiones del citado reportaje de France 2 era que ese dopaje mantenido durante cinco semanas no alteraba los valores del pasaporte biológico, no hacía saltar ninguna alarma. Para que eso suceda tienes que ir realmente hasta arriba, como en los locos noventa. Con un poco de precaución, limitando el período de carga a unas pocas semanas y utilizando después microdosis para mantener, no deberías tener ningún problema para presentar un pasaporte biológico en orden.
Ahora bien, eso no quiere decir que el pasaporte biológico no sirva para nada: es un excelente detector de tramposos compulsivos. Los moderados pueden seguir a lo suyo pero al menos la sensación de impunidad, de barra libre, ha terminado. Toda la literatura y las investigaciones judiciales o deportivas acerca de los años noventa, llegando hasta la primera retirada de Lance Armstrong, apuntan a un mundo donde la trampa era generalizada y completamente fuera del sentido común. A eso le llamaban, como dice Christophe Bassons en su libro, faire le metier, algo así como «hacer tu trabajo», sin más.
Estoy convencido de que al menos esa etapa ha quedado atrás.
Y si todos se dopan, ¿no sería el mismo resultado, qué más da?
Mucha gente cree que el dopaje consiste en Panoramix sirviendo poción mágica a los deportistas, pero obviamente es más complejo que todo eso. En el fondo es química, o farmacología, como prefieran, mezclada con unos conocimientos fisiológicos avanzadísimos. Hablamos de gente que cobra cientos de miles de euros al año por sus servicios, gente que sabe qué darle a cada uno y que sabe cómo hacer que no dé positivo. Desde la misma AEPSAD se deslizó en su momento la teoría de que, al menos en los tiempos de la Operación Puerto, las carreras las decidían los médicos… y no solo las carreras, también a quién le pillaban y a quién no, según hubiera renovado con el equipo o tuviera pensado abandonar al médico en cuestión…
En cualquier caso, dejemos una cosa clara: si usted o yo nos dopamos con lo mismo que Armstrong no ganamos siete Tours. En la primera pregunta se ha establecido un límite generoso de unas cinco horas. Para llegar a cinco horas del mejor ciclista del mundo en un Tour de Francia hay que ser un deportista fuera de serie. Cuando los ciclistas o los atletas o los nadadores nos dicen lo duro que es su deporte, la cantidad de horas que le dedican y el sufrimiento que eso supone hay que creérselo letra por letra. El dopaje no sirve de nada sin un trabajo extenuante detrás. Lo complementa, sin más, da ese cinco-diez por ciento extra, pero el resto lo tienes que tener tú.
La metáfora con el wrestling es recurrente y peyorativa. Yo mismo la he utilizado varias veces porque me da la sensación de que a menudo el deporte profesional no es más que un derivado del entretenimiento donde demasiadas veces todo vale. Sin embargo, el wrestling es la leche. Para ser un luchador de wrestling tienes que controlar movimientos increíbles, tener una agilidad impropia de alguien que mide dos metros y pesa casi ciento cincuenta kilos y conseguir tener una insólita capacidad de resistencia, de lucha y de comunicación con el público durante combates que pueden durar casi una hora. Una coreografía perfecta donde cualquier truco mal hecho se notaría demasiado. Todos van hasta arriba de esteroides, sí, pero no todos pueden llegar a lo más alto solo por los esteroides.
¿Por qué tanta gente se atreve a acusar sin pruebas?
Creo que el concepto de «sin pruebas» es tramposo. ¿Qué es una prueba? ¿Un positivo en un control antidopaje? Ya hemos visto que a menudo eso es imposible. ¿Una alteración en el pasaporte biológico? Los márgenes son demasiado amplios y las pequeñas variaciones apenas llaman la atención. ¿Una cámara oculta en una habitación? Sería inconcebible.
Queda, por tanto, la confesión, solo que la confesión siempre llega tarde. «El arrepentimiento es un sentimiento tardío», que decían en una película argentina. De repente, llega alguien atormentado o sin un duro o enfadado con su patrón y confiesa. Lo hemos visto mil veces en las películas de mafiosos. Su única prueba es su testimonio, pero si ese testimonio se repite por veinte y la FDA o la USADA se ocupan de reunirlos e investigar, nos encontramos con el caso Armstrong, o, mejor dicho, el caso US Postal.
El problema con el caso US Postal es que ha eclipsado a los demás: ha eclipsado las investigaciones de Friburgo respecto al Telekom, las de la universidad de Ferrara y el dopaje en el Carrera, las de la fiscalía holandesa y el equipo Rabobank, las de las autoridades danesas y el CSC de Riis… Cuando todos ellos dominaban las carreras en las que participaban y saltaban dudas la respuesta siempre era la misma: «Estás acusando sin pruebas», pero eso no era del todo cierto, porque hay una prueba que está a la altura de cualquier análisis de laboratorio: el rendimiento.
Es tan obvio como esto: un ciudadano cualquiera, con unos ingresos declarados de, pongamos, veinticinco mil euros anuales, presume en su ciudad comprando constantemente coches de lujo y chalets en zonas reservadas. Un comportamiento así obviamente llamaría la atención de cualquier inspector de Hacienda. ¿Hay «pruebas» de que ese señor tiene ingresos ilegales? Claro que las hay: el chalet y los coches. Del mismo modo, si alguien que sabemos que se beneficiaba de ese 5cinco-diez por ciento extra que da el dopaje tardaba cincuenta minutos en subir determinado puerto, cuando alguien supuestamente limpio lo hace en el mismo tiempo o muy aproximado es normal que surjan dudas. Si lo hace más rápido, para mí resulta directamente increíble.
Puedo aceptar la teoría del «fenómeno», el «extraterrestre»; ese fuera de serie que, incluso limpio, puede ir más rápido que el mejor de los dopados. No me creo que haya cinco o seis fueras de serie en una misma generación y mucho menos que dos o tres de ellos pertenezcan al mismo equipo.
¿Las mejoras técnicas de los últimos años no justifican una mejora también de rendimiento?
Esa es la teoría del equipo Sky, que Movistar presumió de haber imitado en su presentación de 2012. Lo que se llaman marginal gains o «ganancias marginales», pequeñas ventajas de preparación que marcan la diferencia en carrera. Sin embargo, cuando entramos en los detalles, todo es muy confuso: Indurain ya tenía un dietista en los ochenta, Kelme tenía cuatro o cinco médicos cuando estalló la Operación Puerto y equipos como el US Postal o el Telekom o el propio Banesto contaban con fisiólogos de primer nivel y con interpretación de datos.
El doctor Ferrari lleva haciendo pruebas en ese sentido casi veinte años y es imposible que fuera el único.
No hay una evidencia clara de que las mejoras técnicas y de preparación hagan que un corredor que no podía ni meterse entre los cien primeros en pequeñas carreras de 2011 de repente se convierta en un doble ganador del Tour de Francia. La explicación estará en otro lado y puede ser perfectamente legal… pero no en hacer rodillo después de las etapas. Las confesiones acerca de Armstrong datan la última etapa de oro del dopaje en 2005. La Operación Puerto la lleva a 2006. Ha pasado demasiado poco tiempo y algunos de los corredores siguen en activo. Es difícil pensar que consiguen los mismos tiempos que entonces porque hay un preparador subiendo los datos a un Excel.
¿Qué hay del motor en las bicicletas?
Antoine Vayer, el mítico fisiólogo del Festina de Virenque entre otros, aseguró en Le Monde recientemente que si el equipo de Froome era analizado al detalle, el británico no volvería a ganar un Tour de Francia. Me pareció una acusación gratuita, por mucho que aquel vídeo pareciera demostrar que Froome es capaz de pasar de trescientos a setecientos vatios de potencia sin apenas acelerar su ritmo cardíaco. Sinceramente, me cuesta creer que haya gente con motores en sus bicicletas sin que nadie se entere. Sé que Greg LeMond ha asegurado que se están utilizando, sé que hay bicicletas con esa tecnología y sé que la UCI está investigando a ver si encuentra algo, pero me parece tan descarado que sería imposible hacerlo pasar desapercibido. Otra cosa es que los demás equipos estén más preocupados en imitarlo que en denunciarlo, eso ya no lo puedo saber.
¿Tiene que ver el dopaje con que los ciclistas sean cada vez más longevos?
No lo sé. En principio, no veo una relación al respecto. El ciclismo es un deporte que invita a la longevidad, como muchos de los deportes de fondo y no de esfuerzo explosivo. Sí es verdad que los casos que se nos vienen a la cabeza de ciclistas longevos en el pasado siempre fueron grandes campeones a lo largo de su carrera: Poulidor, Zoetemelk, Bartali… a mí no me extraña que un tío como Valverde, que ganaba carreras con veintitrés años las siga ganando con treinta y cinco. Me puede levantar dudas de otro tipo, pero no me extraña. Sí me extraña que gente que no conseguía resultados con veinticinco años, incluso con treinta, los esté consiguiendo pasados los treinta y cinco o incluso los cuarenta como en el caso de Chris Horner. Pero me extraña, punto, no sabría hilar una relación entre ese rendimiento y el dopaje.
¿El dopaje es solo un problema del ciclismo?
No, el atletismo está mucho peor. O igual de mal, cuando menos. Y es imposible pensar que si hay unas herramientas y unos médicos que conocen y usan esas herramientas para mejorar el rendimiento atlético en un porcentaje tan alto, estas solo se utilicen en dos disciplinas, que además mueven relativamente poco dinero. Insulta a la lógica pensar que solo hay tramposos en el ciclismo y que presupuestos de cientos de millones de euros se dejan al azar de la competición. Sabemos que hay determinadas sustancias que te permiten correr más, durante más tiempo y llegar más frescos al último minuto de un partido de fútbol, baloncesto, tenis… es imposible que nadie en esos deportes las haya tenido en consideración, sobre todo teniendo en cuenta que incluso en el deporte donde más se controla a los atletas, que es el ciclismo, es casi imposible que te pillen.
¿Por qué los medios no denuncian más casos y no hablan de esos otros deportes?
Antoine Vayer lo hace. No conozco a su abogado pero debe de ser un tipo aguerrido. Le Monde publicó un artículo sobre la relación entre el Real Madrid y el Barcelona entre otros con el doctor Fuentes, con palabras del propio Fuentes, pero en juicio el doctor se desdijo y tuvieron que pagar no sé cuántos millones de euros. Sin ir más lejos, David Walsh, periodista de The Sunday Times, le tuvo que pagar en su momento un millón de dólares a Lance Armstrong por acusarle «sin pruebas» en su libro L.A. Confidential. Ese millón de dólares ya está de vuelta en las arcas del periódico, pero, ¿qué periodista y qué medio de comunicación se atreverían a investigar ahí, a meter la nariz, a sacar lo podrido? No todo el mundo es Roberto Saviano y cuando hay una gran industria al margen de la ley, sabes que te vas a enfrentar a muchas amenazas, muchos sustos y muchas desgracias. Todo para que al final el testigo clave diga que te lo has inventado y acabes tú en la cárcel o pagando una multa impagable. No merece la pena.
¿Tiene que ver el que los propios medios vivan de esa gran mentira?
No ayuda. Como tampoco ayuda que las competencias de control del dopaje en la mayoría de los deportes estén controladas de facto por los organizadores de las competiciones, que quieren ídolos y no escándalos. A mí me pasa. De repente un día me apetece hablar sobre Chiappucci, sobre la historia que viví como adolescente con Chiappucci, la «versión oficial». ¿Cómo escribo sobre eso sin hablar de Conconi, de Ferrari, de Cecchini, de Fuentes…? Participando de la fantasía, supongo, como si tuviera que revivir un combate entre Hulk Hogan y el Último Guerrero o algo así. Hay quien tiene que hacerlo todos los días: escribir cada noche una crónica sobre la etapa o el partido del día anterior cuando probablemente sabe más de lo que escribe pero no puede demostrarlo. Es muy jodido. La edad de oro del deporte español ha dado trabajo a mucha gente como la está dando la del deporte británico ahora mismo. Luchar contra la ola es complicado, mucho mejor dejarte llevar y cerrar los ojos.
Estoy de acuerdo con la idea general del artículo aunque me parece algo aventurado extrapolar la mejora del 6% a una reducción de cuatro horas y media en el Tour, entiendo que ese «extra» se vería en los momentos de máxima demanda como la ascensión final de una etapa.
Saludos
Gracias por este artículo. Gracias por la reseña a otros deportes como el fútbol. He discutido mil veces con amigos y conocidos rebatiendo aquello de que en el fútbol no es necesario el dopaje. Gracias también por aclarar que el dopaje no lo es todo, que detrás de cada resultado hay un trabajo y un esfuerzo para el que no está preparado cualquiera. En fin, un artículo genial.
Lo que ya sabíamos y muy poca gente se atreve a decir:
– El dopaje va muy por delante.
– Sólo se pilla a los muy bestias o muy torpes.
– Afecta a TODOS los deportes (un extra del 10% es una diferencia muy grande en cualquier deporte).
– Aunque seas el mejor, sin doparte no ganas.
– El deporte es wrestling, puede gustar, hay esfuerzo detrás, es falso.
Yo añado que si el dopaje sigue evolucionando, se conseguirá (o ya se consigue) más de ese 5-10% del dopaje «tradicional».
Lo que resulta despreciable es que los mismos que organizan un Tour con varias etapas seguidas de más de doscientos kilómetros y cuatro puertos de primera categoría lleven a la hoguera mediática a los ciclistas que se dopan (los que pillan, claro). Hablo de L’Equipe y de todas las almas puras que viven del ciclismo profesional. Y luego están las maratones, los iron man, etc. Y ahora, pongámonos en la piel de un deportista profesional: o hace el gilipollas, o se dopa. ¿Que haríamos nosotros?
Desconozco si usted practica algún deporte «de fondo», pero por sus palabras diría que no. Usted obvia algo fundamental. Como solemos decir, «no te mata la bala, sino la velocidad a la que viene». No hay que doparse para hacer 200 km todos los días durante 21 días. Eso sí, si lo haces a una media de 50 km/h entonces «algo hay». Un maratón, un IM…están al alcance de cualquiera. El «cómo» ya es otra cosa. Por tanto quédese con la primera frase del artículo. «se puede ganar un tour de Francia sin doparse, si nadie se dopa» (cosa por otra parte tan obvia como que tiene que haber un primero y un último clasificado).
Juan, no sé si te has dado cuenta de que me das la razón. Desde el momento en que el Tour vive del espectáculo televisivo, el dinero manda. Y el dinero quiere sangre, sudor, lágrimas y toda la vaina, y empiezo a creer que incluso le vienen bien los escándalos de dopaje (más publicidad). Por otra parte, no me creo que «cualquiera» pueda correr una maratón. Y no digamos un IM. Según eso, cualquier puede tocar la guitarra si le dejan hacerlo muuuy despacio; pero es que eso no es tocar la guitarra.
La relación absolutamente ridícula entre el % de mejoría en el rendimiento (que será una mejoría en una prueba X con unas condiciones Y) y las horas totales del Tour arruina el artículo. O el autor no ha visto jamás una carrera ciclista o no entiendo semejante afirmación tendenciosa. La inmensa mayor parte del tiempo los ciclistas no vamos al 100% en una carrera, yendo a rueda en el pelotón no se va a notar la diferencia de rendimiento por el dopaje igual que no se nota entre el primero y el último.
El autor tiene que exigirse a sí mismo el rigor que exige a otros.
Totalmente de acuerdo. O es ignorancia, o tendenciosidad.
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Buen y acertado artículo, no obstante creo que cuantificar la ayuda del dopaje en esas 5 horas salidas del 6% es bastante simplista. Los más de 3000 km del Tour deberían disputarse modo contrarreloj con todo el mundo disputando a tope para que eso cuadrase, y en la realidad intervienen muchísimos más factores.
En cuanto a la referencia sobre el aumento de potencia de Froome, el articulista parece desconocer el «funcionamiento» del pulso. Precisamente porque un pulsómetro da indicaciones «con retraso» es por lo que los ciclistas emplean potenciómetros. Cuando cualquiera aumenta la potencia el pulso no responde con la misma rapidez. Segundos después, si bajamos la potencia todavía veremos al pulso subir. Nos dirán entonces que somos bichos raros, a los que le sube el pulso cuando han bajado la potencia. Ahí me ha decepcionado el artículo. Por todo lo demás, bastante de acuerdo. Por cierto, recomiendo el libro de T. Hamilton (dopado confeso) «the secret race».
No está mal señor Ortiz. Si le interesa mejorar una próxima edición le propondría introducir la diferencia entre «prueba» e «indicio». La distancia entre ambas puede ser mayor a la que recorren los corredores en un Tour y no conviene confundirlas!!!
Pues a mi lo que me ha dejado pensando son las dos últimas frases del artículo…
El problema del dopaje no esta sólo en la alta competición. Esta lacra se esta extendiendo a las categorías de iniciación e incluso a las actividades amateur. En mi comunidad las carreras de montaña han vivido una verdadera eclosión en los últimos 5 años. Competiciones que movían con dificultad algo más de dos centenares de competidores ahora están por encima de las 2.500 y han tenido que fijar un tope máximo. Yo he visto como equipos amateurs se pagan un medico entre todos para que les «asesore y controle». Y salvo que últimamente los consejos hayan tomado la forma de inyectables, ampollas y suplementos dieteticos de origen dudoso, no acabo de verlo. Y todo por mejorar la marca, fardar delante de la peña y, por supuesto, poner en peligro su vida y su futuro.
El ejemplo del poco empuje y contundencia de las autoridades y la permisividad con los deportistas de élite (¿cuando hablaremos del fútbol?) hace que la gente asuma como normal lo que no debe serlo. Piensan, si lo hace aquel que gana tantos millones, sale en la tele muy guapo y lo ponen por la nubes, ¿por que no lo voy a hacer yo?
Dices que el dopaje va dos años por delante de los sistemas antidopaje y que por tanto es dificil pillarlos. Bueno, en parte estoy de acuerdo, pero en otra parte estoy en desacuerdo. Un gran ejemplo es el Dr.Fuentes, pillado en la operación Puerto con bolsas de sangre, esteroides, hormonas, etc, junto con el listado de sus clientes… ¿que hizo la justicia española? NADA, salió de rositas, y encima la justicia se negó a proporcionar las pruebas a la UCI
Pero no va a mas la cosa… Años mas tarde, la guardia civil le vuelve a detener en la Operación Galgo tras descubrir una trama de dopaje, donde nuevamente se descubren bolsas de plasma, anabolizantes, etc… ¿que hace la justicia española? NADA, anula las escuchas y todos para casita. Y tampoco colabora con la UCI.
¿De verdad piensa que el dopaje va dos años por delante? Lo siento, no va dos años por delante, es que precisamente hay una oscura mano que no quiere que se persiga el dopaje?
Me parece que el articulista no tiene ni p…idea, al menos de ciclismo. Lo del 5-10% de rendimiento sale de un muestreo con ¡8! atletas, guau, vaya superestudio. Parece lo de 4 de cada 5 dentistas recomiendan XXX. Por otro lado, el supermuestreo fue con testosterona y EPO (detectables en los controles) , y en cantidades imagino que grandes al no tener que enmascararlo. Un hipotético doping actual tendría que hilar más fino. Por eso, de ese estudio de una tele francesa a creer que las supuestas sustancias dopantes que existan lleguen a ese valor de incremento de rendimiento, media un mundo. Por otro lado, el esfuerzo no es lineal. Un 5% de mejora del rendimiento físico no es un 5% menos de tiempo NI DE COÑA.
Las mejoras de Sky, y el andar computerizado de Froome, alejan bastante al ciclista de hoy en día del clásico e incluso del de los 90, por mucho que ya por entonces (y mucho antes, que se lo digan a Coppi) ya había nutricionistas, fisiólogos, etc. Sembrar la duda de por qué un tío subió tanto en competición también me parece una gilip…¿Qué es que un ciclista superclase tiene que ganar todo desde juveniles?. Si fuera así, cuando llegue a la madurez no podría con su alma. Es un deporte longevo pero los km, y el esfuerzo están ahí.
Y sobre todo, lo de las pruebas, invalida el artículo. O sea, que ¿una mejora grande de rendimiento es prueba de dopaje?. ¿Mande?. El símil con lo de Hacienda es muy burdo y traído por los pelos. En otros deportes, como la natación, simplemente cambiar a un centro de alto rendimiento mejora increíblemente el rendimiento de un nadador sin nada sospechoso de por medio. Para esto están los entrenadores profesionales y la medicina deportiva legal.
Legal es, mientras no te pillan.
Pues será todo lo inexacto que se quiera en algunas afirmaciones, pero yo me quedo con el mensaje general y el desaliento que transmite. Estupendo artículo.
Me gusta de que se habla de dopaje y no solo en el ciclismo. Es alucinante como en tenis tíos como Djokovic han pasado de estar juntitos de gasolina a parecer un muro infranqueable o Nadal de llegar de una lesión de medio año parado y arrasar en los siguientes 4 o 5torneos. En el fútbol con la cantidad de partidos que se juegan y al ritmo que se va,me extraña que nadie vaya a la farmacia. Esto ha pasado a ser un circo, una forma de propaganda.
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Para experimentos científicos sobre las mejoras gracias al dopaje, véase Tim Montgomery y su progresión en los 100 metros. Teóricamente limpio, 9″94; después de Balco, récord del mundo, esto es 9″78 (?). De acuerdo, primero hay que llegar hasta los 9″94, pero ¿quién asegura que incluso este tiempo es ‘real’? Sea como fuere, la batalla de la honestidad está perdida, pues donde hay dinero hay miseria. Dicho lo cual, me tomo un carajillo y un espidifén y me voy a entrenar, que el domingo tengo una 10K y quiero ganarle a mi cuñado.
Por favor, si hasta en un gimnasio de pueblo me han ofrecido doparme, como una cosa normalísima, sólo por estar más cachas y ligar más. ¿Cómo no va a estar el deporte de alta competición, no sólo el ciclismo, plagado de doping, cuando esta gente se juega la posibilidad de ganar millones de euros? El dilema del deportista de élite es bien fácil: Si me dopo quizá pueda triunfar a lo grande y resolver mi vida para siempre. Si me pillaran, me da igual, porque si no me dopo, de todas formas no triunfaría. Otro gallo cantaría si el dóping estuviera penado con cárcel. Pero ahí no van a llegar, porque el sistema está montado de manera que interesa que los deportistas se dopen para crear más espectáculo, y el negocio siga funcionando.
Teniendo en cuenta la confusión y sesga generalizada que existe en torno al dopaje,es un artículo que arroja bastante luz.
Dando por válida la mejora del 6% en el rendimiento,también considero erróneo el cálculo tomando como referencia el tiempo total de carrera.
No creo que un ganador dopado llegase en tiempos del último clasificado( dopado?),si no estuviera dopado.
Un poco lioso…pero sí marcaría la diferencia entre ganar o » sólo» pelear con los mejores,por ejemplo.No lo sé, evidentemente.
En atletas de un nivel similar es una guerra deportiva y «médica», a partes iguales.Eso parece.
Lo que siempre me ha llamado la atención es que en el imaginario popular los ciclistas son unos apestados y unos tramposos,y otros deportistas confiesan tratamientos a partir de su propia sangre,enriquecida, con una sonrisa en los labios .
Me gustaría que alguien explicara cuál es la diferencia exacta entre unos tratamientos y otros,o en su defecto,entre unos deportistas y otros…
Me imagino que obrar en la clandestinidad no es precisamente una garantía.
De hecho,por mera intuición y sin prueba alguna,tampoco me sorprendería que las eminencias médicas no lo fuesen tanto,quizás habría que fijar la mirada en el entramado y en» los emisarios».
Sin ir más lejos ,eligiendo nombres en clave no demostraron demasiada lucidez….
La trastienda del ciclismo no es tan especializada como pueda parecer,está repleta de personas versátiles y apañadas.
Eso sí lo sé.
Considerando el hecho de mantenerse natural como un valor añadido en sí en el deporte. Controles y más controles