La nostalgia nunca ha sido buena compañera de viaje. Es agresiva, muerde y las pocas satisfacciones que da vienen dadas más por nuestra tendencia a alterar los recuerdos y amoldarlos a lo que somos en cada momento que a su propia naturaleza. Uno puede ser un nostálgico de los directos de John Lee Hooker, de una chica que le cambió la vida, de los artículos de Christopher Hitchens o de las bravas de un bar que cerró, aun sabiendo que nada de lo citado volverá jamás a cruzarse en su camino (puede que la chica, pero vayan con cuidado). La nostalgia de los cinéfilos siempre mancha su presente: cuando se habla de cine político uno piensa en Pakula o Lumet, cuando se habla de terror te acuerdas de eso que habían hecho Mulligan o Donner (sí, Donner) o Friedkin o Craven. Cuando se habla de comedias piensas en Lubitsch, Harold Lloyd o Mel Brooks, o en el trinomio Zucker-Abrams-Zucker, y —obviamente— en Leslie Nielsen. Se puede echar de menos a Tarkovsky, Cassavetes, Carpenter o —qué coño— a John Woo o a McNaughton. La cinefilia es nostálgica porque obedece a la memoria de las cortinas que se abren o la fanfarria de Alfred Newman para la 20th Century Fox y se nos hace difícil considerar que nuestros hijos piensen en El Señor de los Anillos o en Christopher Nolan del mismo modo que nosotros recordamos La guerra de las galaxias, Terminator o —por qué no— Al final de la escapada.
El cine de género (entiéndase por «género» la ciencia ficción o el terror) es, de por sí, un territorio abonado a la nostalgia. No dejamos de celebrar aniversarios: hoy es El resplandor, mañana es Alien, pasado Metrópolis porque aunque de cuando en cuando surjan películas que nos entusiasman: llámense The kill list, Coherence, Ex Machina, Let me in o —la que nos ocupa— It follows, lo cierto es que muchos/as creemos que —casi— todo está inventado y las variaciones sobre los clásicos son solo eso: variaciones sobre clásicos. Eso y la obsesión por estirar películas aparentemente originales han destruido a muchos futuros fans del cine de género, por una simple cuestión de cansancio. No es que tiempos pasados fueran mejores, es que el presente es una auténtico despropósito: la mayoría de filmes de terror —por ejemplo— se plantean desde su propia génesis como la primera pata de una franquicia, que obviamente incide directamente en el desarrollo y ejecución del proyecto y en su final inevitablemente abierto. Hay tantos ejemplos que es mejor no dar ninguno: cada uno que se busque los que más le apetezcan.
La singularidad de It follows empieza justamente ahí: es una sola película, se pensó como una individualidad en términos cinematográficos y en su conceptualización no hay lugar para secuelas o spin-off(s). No se me ocurre pensar en mejor ejemplo que coger el Dazed and confused de Richard Linklater y añadirle a un asesino implacable. It follows podría ser justamente eso: un filme pensado en los páramos del código teenager al que perviertes hasta convertir en una obra de terror, en una auténtica película de miedo.
David Mitchell, director de la magnífica (y diminuta) The myth of american sleepover, repite todos los latidos de su primer filme y aplica esas constantes a su segunda obra (añadiendo esa hormona sobrenatural), una película que transmite al espectador la sensación de que el mal sin rostro, sin nombre y sin deus ex machina (aquí no aparece nadie para contarle al espectador qué demonios está pasando) es mucho más profundo, más epidérmico y más aterrador que la del clásico demonio que atormenta a una familia porque han ido a la casa encantada que quedaba al fondo a la derecha.
It follows rastrea el mal hasta la raíz sin explicarte jamás dónde está enterrado. El ente que persigue a la protagonista es una criatura lenta, venenosa, cuyo placer parece residir más en el propio proceso de degradación de la víctima, en la persecución, que en cualquier tipo de desenlace fulgurante.
Como la némesis de los zombis que Alex Garland se inventó para 28 días después, el mal de David Mitchell arrastra los pies, como si disfrutara de su parsimonia, encarnado en docenas de desconocidos que asolan a la adolescente cuyo único pecado ha sido un encuentro sexual en un coche, con un desconocido. John Carpenter sonreiría con las referencias a Halloween y Mulligan o Wise estarían orgulloso de ver que el terror, el de verdad, ya no es solo cosa de demonios milenarios, brujas enojadas o del mismísimo Satanás.
It follows es casi disfuncional en su narrativa, pacientemente dilatada, y se refugia en un universo propio donde choca —sobremanera— la ausencia absoluta de los adultos y la exaltación de la amistad, de un modo morboso si se quiere (no vamos a ceder a la tentación de soltar más spoilers) como si en Los Goonies Willy el Tuerto estuviera vivito y coleando y fuera él el que persiguiera a los chavales. Además, la fotografía, desprovista de viveza, atemporal (puede que sean los sesenta, o los ochenta, si uno presta mucha atención quizás identifique algún elemento clarificador, pero Mitchell se ha tomado la molestia de jugar al despiste de forma totalmente consciente) ayuda al espectador a meterse en una suerte de road movie que —por momentos— se adentra en territorios lynchianos, como aquella oscuridad que engullía a la audiencia en Carretera perdida.
Sorprende, y mucho, ver una película tan desacomplejada en su aparente ingenuidad, y en la que resulte tan fácil perderse en el laberinto de las metáforas (que el mal sea de transmisión sexual ayuda a ser vehemente en ese terreno) siendo al mismo tiempo tan sólido en el tono sin necesidad de recurrir a ninguno de los tópicos que han salpicado al género desde los años noventa. En ese sentido, y aún en ámbitos muy distintos, filmes como Martha Marcia May Marlene o The sacrament, son buenos ejemplos de que el terror también se guarda ases en la manga.
It follows, estrenada casi de tapadillo en nuestro país (como ya pasó con Ex machina o Coherence), es un delicado tótem del moderno cine de género y puede presumir de meterse en el organismo del espectador desde el primer minuto. En ese sentido, los compases iniciales del filme de Mitchell son una lección de cómo hundir al espectador en su butaca sin necesidad de esperar a que el monstruo salga del armario y una alegría para todos aquellos que consideran que el género aún tiene mucho que decir. «Quien vive temeroso nunca será libre» decía el poeta Horacio. En It follows el precepto se cumple a rajatabla: el mal acaba siendo esclavitud, aquella de la que no es posible huir.
Película presuntuosa donde las haya. No alcanza su cometido (porque la realidad es que miedo ninguno) y además son casi dos horas de preguntas que al final quedan sin respuesta.
Cualquier guionista profesional sabe que cuando creas un universo, tienes que establecerlo con sus reglas y normas, pero David Robert Mitchell se salta todo esto: el espectador jamás sabe bien cómo funciona su ‘mountruo’. ¿Esto genera tensión? sí, ¿es barato? mucho.
Lo de la dirección es tema aparte. Yo creo que en la sala de edición se dejo alguna otra panorámica de +360º.
Crear un «universo sin normas» en realidad es crear un «universo con normas». Otro tema es que eso nos guste o que busquemos en la «mitología» (la literatura no deja de ser mitología) las respuestas que no podemos/sabemos encontrar en el mundo real.
Ahí hay una tensión especial. Que bien llevada puede ser la mar de interesante (algo que creo «It follows» logra).
Cuando dices que hay que crear un universo con reglas y normas, no sé si estarás de acuerdo conmigo e nque el terror más profundo para los humanos nace precisamente entre ellos, y esquiva todas las normas y reglas conocidas.
El verdadero terror para mí está bastante reflejado en esta película. Ni explicaciones ni motivos, sólo una huida sin salida.
A mí me parece una variante de la japonesa «The Ring».
Muy buena película de terror. Más de esto y menos basura con la palabra «negro» en el título
Para petarlo en serio uno tiene que llamarse David Mitchell. Entre el director de «It follows», el escritor de «Cloud Atlas» y el cómico inglés, vamos bien surtidos.
p.d: Sí, el director se llama David (Robert) Mitchell y quitar el Robert quizás ayuda a forzar el comentario chorra, y así nos va.
Bien observado, y si buscas en el IMDB seguro que te sale alguno más.
Película de genero muy recomendable. Dignifica al género, cosa que falta le hacia.
Eso sí, me parece que le fallan los ultimos cinco minutos, como si ya no supiesen que hacer con el invento. Por lo demás un concepto y un desarrollo de nota.
No he visto It Follows. Sí dos excelentes citadas, Ex-Machina y Coherence. El horror siempre es una metáfora de la pulsión sexual -desde las pelis «artísticas» de Franco, Bava o Rollin, de esas de vampiresas desnudas con pantalones de campana, que rompían censuras – hasta el dogma ochentero de «si follas, mueres», por el que han pasado miles de parejitas profident en Viernes13’s, Helloween’s y sumando (gracias, Scream, por caricaturizarlo). Otras van desde la violación (Alien) al canibalismo como fantasma del incesto (Colinas tienen ojos, Mum&Dad; House of 1000 corpses, T.Ch.Massacre’s varias) o la divertida «Society» de Brian Yuzna. Hoy, parece que el género derive hacia «te torturo sin más porque mola». Personalmente, instituído el hecho de que horror = metáfora sexual, prefiero aquellos filmes que comprenden, además, alguna dimensión de crítica social, política o histórica (Hostel-> la Shoah; American Nighmare, los poderes orwellianos que consideran «mierda» al ciudadano y largo etc…) Si no, mejor las que hablan de casas encantadas y diseccionan, en realidad, la viabilidad de la estructura familiar (con Shining a la cabeza), justamente allí donde la pulsión sexual se convierte en muestreo sociológico. A ver qué tal It Follows de todos modos y perdonen mi «elenquito»…
pues a mi me parece una ful de Estambul
La película está bien hecha y destaca entre los bodrios de género que se vienen haciendo últimamente, pero no comparto el entusiasmo de otra gente. En realidad, no tiene elementos tan originales: la víctima rubia, la enfermedad sexual, los protagonistas adolescentes…todo está ya más que visto. Incluso la música ambiental de sintetizador a lo Carpenter. Lo único que llama la atención es esa relación fraternal tipo peli de aventuras adolescentes que señalan muy bien en el artículo. Creo que me sigo quedando con Hard Candy.
Lentísima, con un guión de parvulario (la metáfora sobre las primeras pulsiones sexuales y sus riesgos víricos, además de repetirse hasta la extenuación, es francamente pobre) la película, en general, no tiene nada y se borra de la mente a los dos segundos de visualizar ese final de quiero y no puedo y (como dicen más arriba) no sé qué hacer con este engendro que da más risa que desasosiego.
Ya se ve que más bien poco le pedís algunos a una película de terror o tensión como pretende ser ésta, que no pasa de corto largo hecho deprisa y corriendo en unas prácticas
Cuando hice mis dos primeros comentarios todavía no había visto la película. Ahora sí, Ahora que puede opinar con criterio y pontificar mi sinrazón a grito pelao, unas cosillas:
-«(…) no hay lugar para secuelas o spin-off(s) (…)». Eso es una trola muy gorda. Precisamente, casi milimetricamente, «It follows» podría jugar la carta Alien/Aliens perfectamente. No se necesita ser muy brillante que debajo de ese relato se esconde otro, mas lascivo, mas full frontal y mas «contemporáneo». Un relato, quizás, siguiendo los parámetros de «Death Note», donde el protagonista comprende al monstruo, sus reglas y las pervierte para «cepillarse» a todo Dios que le caiga mal (o peor).
-Y dos. Seguramente lo mas complicado de «It follows» sea aceptar esa postura histórica/anímica de los personajes que no «son de este tiempo». Es decir, no representan la joveventud que suele vendernos la ficción actual. Son unos jóvenes no pervertidos, totalmente «angelicales» y quizás por eso al final parece que no se le saca partido totalmente a la propuesta. «The Guest» podía partir de principios similares, pero creo que sabía acercarse mejor al publico actual. «It follows», según como, parece que rechace ese contacte. Parece apelar mas a un recuerdo, a una ensoñación de algo, que a unas experiencias «reales» (unas experiencias reconocibles).
Me ha encantado. Una vez aceptado el contrato que ofrece la película, ha sido dejarme llevar encantado.
Me ha hecho pensar en Pulse/Curse, pero eso ya son paranoias mías.
Veandla. Dos, tres o 50 veces. Las que haga falta. Es una película terriblemente bella. Y también, dolorosamente bella.
p.d: Muy a favor del joven pagafantas con cara de James Woods de jovenzuelo.
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