Si hace varias semanas mencionábamos las Pinturas Negras de Goya, ahora es buen momento para recordar algunas otras de las obras más desasosegantes de la historia de la pintura, aquellas que no faltarían en una colección privada de Eli Roth y que cumplen con creces la función del arte de impactar en nuestras conciencias. En algunos casos como un tiesto tirado a traición mientras pasamos por debajo. Así que absténganse las almas sensibles de darle a la ruedecilla del ratón y los demás voten y, si lo desean, añadan alguna más.
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Salomé recibe la cabeza de Juan el Bautista, de Caravaggio
Dado que el cristianismo tiene su momento fundacional en una crucifixión, todo aspirante a mártir que llegara después no podía aspirar a algo mejor, en una loca carrera de santos por ver cuál tenía un final más escabroso de la que ya hablamos en este artículo. El arte occidental no podía permanecer al margen y se recreó con gusto a lo largo de los siglos en una iconografía gore de la que uno de sus más interesantes exponentes fue Caravaggio. Un hombre atormentado cuyas pinturas en tonos oscuros de escenas religiosas tomaban como modelos a gente de la calle, en ocasiones mendigos a los que retrataba con todas sus deformidades… y por supuesto recreándose en la violencia y el sadismo: La incredulidad de santo Tomás, David con la cabeza de Goliat, La crucifixión de san Pedro o La decapitación de San Juan Bautista. Este último episodio bíblico de Salomé pidiendo la cabeza del santo que bautizó a Cristo debía de llamarle mucho la atención, porque lo representó de diversas maneras, como la que vemos sobre estas líneas.
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Brain Salad Surgery, de Giger
H. R. Giger fue uno de los mayores artistas plásticos del siglo XX, capaz de crear un mundo propio claramente reconocible que aterra y fascina a partes iguales. Entre sus desconcertantes criaturas biomecánicas, dotadas de una sexualidad grotesca y reptiliana, destaca naturalmente la de Alien aunque no es la única. Podríamos poner cualquiera de sus creaciones, esta misma portada del disco de la banda de rock progresivo Emerson, Lake & Palmer nos vale, con su característica combinación de carne y metal en formas humanoides.
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Los desastres de la guerra, de Goya
Del mencionado propietario de la Quinta del Sordo (y que no se llamaba así por él, curiosamente) no podíamos dejar de mencionar su serie de grabados en torno a la Guerra de Independencia. Fue testigo de primera mano de algunas de las atrocidades que como en toda guerra se cometieron y las retrató con toda su crudeza. No hay en estas imágenes atisbo alguno de heroísmo, glorificación patriótica, maniqueísmos ni demás ingenuidades en las que alguien con menos lucidez y capacidad de observación podría caer. Incluso le añade un punto de sarcasmo en los títulos, como en este Grande hazaña, con muertos.
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Iván el Terrible y su hijo, de Iliá Repin
Este pintor ruso del siglo XIX alcanzó un nivel de realismo en sus obras como tal vez no se ha visto en ningún otro artista. Además de su exquisito nivel de detalle destaca también la expresividad de sus personajes, retratados en escenas cargadas de significado como por ejemplo en el regreso de un exiliado en No lo esperaban o las duras condiciones de trabajo en Los sirgadores del Volga. Este otro cuadro de un padre abrazado al cadáver de su hijo es la imagen de la viva desolación.
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La pesadilla, de Johann Heinrich Fussli
Es también conocido como El íncubo y fue pintado en 1781, aunque realizó más versiones sobre el mismo tema. De él destaca el contraste entre la actitud de entrega tan sugerente y virginal de la chica que yace dormida y el feo demonio sentado encima de ella y mirando con mal gesto al espectador, como si le hubiéramos interrumpido cuando iba a cometer alguna perversidad.
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El deterioro de la mente a través de la materia, de Otto Rapp
Otto Rapp es un artista austríaco nacido en 1944 del que aquí pueden ver una galería. Este en concreto no parece el tipo de cuadro que nuestras abuelas hubieran puesto en el comedor junto a una estampa del Sagrado Corazón. Rabiosamente feo y desquiciado, en él se ve claramente la influencia de Dalí.
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Estudio del retrato del papa Inocencio X de Velázquez, de Francis Bacon
«Acaso algún día logre capturar un instante en toda su violencia y toda su belleza» decía este pintor dublinés del siglo XX, y desde luego en el caso del retrato de Inocencio X empeño le puso. Hasta cuarenta versiones llegó a hacer del cuadro original de Velázquez, y en esta en concreto parece que el papa se haya quedado atrapado en alguna dimensión más allá del espacio-tiempo en la que Cristo perdió la sandalia, desde la que solo nos llega su desgarrador lamento en forma de psicofonía.
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La Crucifixión del Parlamento de París, André d’Ypres
Cuando en Kill Bill veíamos como de los cuerpos sin cabezas brotaban chorros de sangre no estábamos ante un efecto novedoso. Ignoramos si su director se inspiró en este retrato que, de no conocerlo, sin duda le gustaría. Se trata de san Dionisio, el primer obispo de París allá por el siglo III y es conocido popularmente como El santo sin cabeza, pues así aparece representado tanto en este cuadro como en la escultura de la entrada de la Catedral de Notre Dame.
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El fantasma del agua, de Alfred Kubin
Puede uno tener la arquetípica y entrañable adolescencia en la que abraza la oscuridad, la muerte y el satanismo, frunce el ceño desde que se levanta hasta que se acuesta, viste rigurosamente de negro y no oye más que black metal noruego y metal alemán pero ¡ay de él como descubra las ilustraciones de este escritor y pintor austrohúngaro! Entonces todo lo anterior le parecerá tan luminoso como un episodio de los Teletubbies y desde ese momento vagará como un alma en pena sintiéndose un incomprendido ahora también dentro de su grupo de incomprendidos. Esta representación de la muerte acechando a una barca es realmente escalofriante.
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La balsa de la Medusa, de Théodore Géricault
Théodore Géricault viajó por la Europa de comienzos del siglo XIX, dejó embarazada a su tía y murió con apenas treinta y dos años; fue por tanto un perfecto ejemplo de artista del Romanticismo. Ese espíritu se reflejó también en su obra, como puede verse en este cuadro que representa la tragedia de la fragata Medusa. En 1816 esta embarcación francesa naufragó frente a las costas africanas y ciento cuarenta y siete supervivientes pasaron casi dos semanas a la deriva en una balsa en lo que debió de ser un auténtico infierno con asesinatos, suicidios y canibalismo, de manera que solo fueron encontrados con vida quince de ellos. Una historia espeluznante que daría para una gran película que incomprensiblemente aún no se le ha ocurrido rodar a nadie y que a Géricault le sirvió de inspiración para este magnífico cuadro que muestra la lucha contra los elementos, la desesperación de los moribundos y también la esperanza, con algunos personajes agitando unos paños en dirección a un lejano barco que apenas puede apreciarse.
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Cabezas de víctimas de torturas, de Théodore Géricault
Precisamente para preparar el cuadro anterior, Géricault realizó varias obras previamente en las que investigar la anatomía de los personajes, recurriendo para ello a los cadáveres de una morgue. Era un artista muy meticuloso, así que en su estudio fue por partes: primero las piernas y brazos, luego las manos y pies y finalmente, como puede ver sobre estas líneas, las cabezas.
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Medusa, de Rubens
Y aquí tenemos a la Medusa original pintada por el maestro barroco Peter Paul Rubens. El Olimpo era un vecindario más animado que 13 Rué del Percebe, así que contar la historia del cuadro requiere remontarse al enamoramiento de Zeus por la mortal Dánae, atrapada en una torre por orden de su padre debido a que un oráculo le pronosticó la muerte a manos de su propio nieto. Zeus la embarazó igualmente accediendo en forma de lluvia de oro y de ahí nació Perseo, a quien muchos años después el rey Polidectes, enamorado de su madre, ordenó que trajera la cabeza de una de las gorgonas, tres hermanas cuya mirada te dejaba petrificado, literalmente. Concretamente de Medusa, de quien la diosa Atenea estaba celosa por su relación con Poseidón, así que decidió ayudar a Perseo entregándole un escudo para que pudiera acercarse a ella mirando su reflejo en él. El cuadro representa el resultado de la misión, en el que vemos su espantoso peinado de serpientes, su mirada desencajada de puro horror y esa herida en el cuello con muy mala pinta.
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Saturno, de Rubens
De nuevo tenemos al pintor flamenco representando otro episodio mitológico. El cuadro respondía a un encargo de Felipe IV, serviría tiempo después de inspiración a Goya para la que tal vez es su Pintura Negra más conocida y hoy día puede verse en el Museo del Prado. La escena es conocida: Crono —posteriormente llamado Saturno por los romanos— tenía la fea costumbre de comerse a sus hijos, porque su madre le profetizó que uno de ellos acabaría destronándolo. Y así terminó ocurriendo con Zeus, a quien la mujer de Crono escondió y entregó en su lugar una piedra envuelta en pañales. Dada la afición de Rubens a pintar a sus personajes un tanto fofisanos hay que reconocer que apetece darle un mordisco a la criatura. Aunque no somos monstruos, ojo, solo nos lo comeríamos después de cocinarlo.
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Como se suele decir, son (macabras) todas las que están, pero no están todas las que son. Y, de entre las faltas, la más notoria es la de Saturno devorando a un hijo de Goya, la cual es, a mi juicio, muchísimo más perturbadora que la de Rubens. No le envidia absolutamente nada a ninguna de las que están aquí. A mí, personalmente, es de las que más consternación me han causado siempre.
Saturno devorando a un hijo de Goya.
De las que habéis puesto los grabados de Goya, pero hecho mucho de menos a Brueghel y su Triunfo de la Muerte.
… ¿Y el panel derecho de «El jardín de las delicias»?…
El Jardín de las Delicias es muy macabra dependiendo de como la mires.
¿Y «El triunfo de los lobos», de Seton?
Iba a comentar lo mismo que Jesús; cuando he leído el titulo del post la primera pintura que se me ha venido a la cabeza es ‘Saturno devorando a sus hijos’ de Goya. Quizás sea una de las pinturas más macabras, tétricas y perturbadoras que haya visto nunca y cuando tuve ma oportunidad de verla en directo la impresión fue aún mayor.
Los cuadros esos de payasos tristes que alguna gente ponía en sus casas.
… tiene razón la moza.
Y añadiría que si te lo encuentras de madrugada junto al contenedor porque el dueño ha finado y sus legítimos lo han tirado da más miedo aún.
Pues entre Los desastres de la Guerra y el Estudio de Bacon, no soy capaz de decidirme entre ninguno de los dos. Ambos me producen pulsión escopica: quiero apartar la vista y no puedo. No me parecen macabros sino profundamente perturbadores. De hecho, los Desastres de la Guerra me hace sudar las manos incluso cuando veo las planchas (en ese museo tan recomendable que es el de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Calcografía nacional).
Pero lo de Bacon es peor. Estoy convencida de que lo que él pintó era lo real.
Y eso me da mucho miedo.
A mi siempre me ha resultado muy perturbadora Saturno devorando a sus hijos, de Goya. La que más con diferencia.
Giger y Bacon. Siempre.
Pingback: ¿Cuál es la pintura más macabra y perturbadora?
Esta de Grunewald me trajo sueños agitados durante la infancia:
http://es.m.wikipedia.org/wiki/Crucifixi%C3%B3n_%28Gr%C3%BCnewald%29#/media/Archivo:Mathis_Gothart_Gr%FCnewald_022.jpg
seré un clásico, pero a mi «El Grito» de Munch me sigue perturbando mas que todas estas juntas
Estoy de acuerdo con quienes opinan que «Saturno comiéndose a su hijo» de Goya es la más perturbadora. «El grito» de Munch lo es también pero no tanto.
Con respecto a la portada de Emerson,Like and Palmer ésta se abre y encuentras el retrato de una mujer preciosa que siempre he creído que era la diosa Isis. De adolescente tenía el póster en mi cuarto y recuerdo que a alguna compañera le daba juju aunque a mí siempre me pareció espiritual.
También estoy de acuerdo con quien opina que los retratos de payasos llorando son terroríficos.
Pues yo en esta selección echo de menos alguno, casi que cualquiera, de Ensor. Tengo querencia por las pinturas negras y por el Bosco, y casi que me sé los cuadros de memoria de ir tanto al prado, y no me perdí la exposición de Bacon. Pero en el MOMA hace años pillé una exposición del belga, al cual no conocía, y me tuvo sin dormir un par de noches.
La mirada enfermiza de algunas jovencitas retratadas por Modigliani me resulta mucho más perturbadora que todos los ejemplos expuestos en el artículo.
No está ninguna de Zdzisław Beksínski. Me retiro.
Hay un error en la votación. La gente que entra hace click sin querer en la primera de Caravaggio, pensando que es un link a la pintura, por eso ha recibido el 42% de votos. La votación debería estar al final de la lista, después de ver los cuadros.
Yo también he votado pensando que era un link para ver el cuadro… Deberían poner los cuadros primero y luego la votación.
Ninguna me parece perturbadora, ni escalofriante, ni macabra. Debo de estar curada de espantos o gustarme demasiado lo gore, porque ninguna ha conseguido levantarme esa sensación… Soy rara xD
Echo en falta alguno de los cuadros que inmortalizan a Santa Judit decapitando a Holofernes. Hay varias versiones.
Pensaba comentar que para mí falta la Judit de Caravaggio: http://www.caravaggio.org/images/paintings/judith-beheading-holofernes-1598.jpg
Tuve la suerte de poder verlo, cómo éste de Sorolla que tampoco te deja tranquilo: http://es.m.wikipedia.org/wiki/Y_aún_dicen_que_el_pescado_es_caro#/media/Archivo:¡Aún_dicen_que_el_pescado_es_caro!.jpg
Muy bueno el post y los comentarios
Mejor (o peor) que la de Caravaggio es la Judith de Gentileschi, porque es mucho más creíble. Seguramente Artemisia pensaba en alguien concreto cuando lo pintó.
http://es.wikipedia.org/wiki/Judit_decapitando_a_Holofernes_%28Gentileschi,_Florencia%29
Sí pensaba en alguien en concreto, el hombre que la violó… Y justamente se retrara a ella misma como Judith…
Un detalle importante del cuadro de Iván el Terrible. Es el mismo padre el que, en un arrebato pasajero, acaba de matar a su hijo de un bastonazo en la sien. El bastón aparece en primer plano.
Los rusos que veian el cuadro conocian bien esta historia real. Al bueno de Iván no le llamaban «El Terrible» por nada.
Magnífica selección!! Me quedo con el retrato del Papa Inocencio, la pintura más inquietante y perturbadora de todos los tiempos para mi. Y añadiría la Judit y Holofernes de Artemisia Gentileschi.
Los cuadros de aquella ya lejana etapa de Antonio López, con apariciones flotantes de niños.
Los de De Chirico, el único gran surrealista (who is Dalí?).
Y esos de Grosz con sus hombres-maniquíes sin rostro que anticipan el nazismo.
Sigo dándole vueltas al tema y me vienen otros tantos a la cabeza:
«El Cristo Muerto» de Holbein, pintura
Le di a enviar sin querer, continúo el mensaje:
Sigo dándole vueltas al tema y me vienen otros tantos a la cabeza:
“El Cristo Muerto” de Holbein, pintura que tanto óbsesionó a Dostoievski.
«La Madre muerta» de Munch.
«El retablo de Isenheim» de Grünewald, este especialmente podría ser el cuadro más desagradable y macabro de la Historia del Arte.
A la balsa de medusa le faltan los pogues de invitados :p
Echo en falta alguna representación femenina porque hay grandes ejemplos de pinturas perturbadoras realizadas por mujeres, como ‘Judit decapitando a Holofernes’ de Artemisia Gentileschi.
Saturno devorando a su hijo de Goya, mucho más perturbadora que la de Rubens sin duda alguna.
Peor aún: El despellejamiento de Sisamnes, del pintor flamenco Gerard David.
http://es.wikipedia.org/wiki/Sisamnes#/media/File:Gerard_David_012.jpg
Cualquier obra de Zdzisław Beksinski es más pertuvadora que las mayoría de las aquí presentadas, una al azar: http://t.wallpaperweb.org/wallpaper/darkart/1024×768/Zdzislaw_Beksinski_01_1024x768.jpg
Estoy de acuerdo! después de buscar todos los pintores que recomendaban los comentarios, sin duda alguna la obra del que nombraste tú es la que más impacta. No pude ni abrir las miniaturas de las imagenes de google para observar detenidamente los cuadros
Cualquier cuadro de Yuko Tatsushima
Mi madre, que ahora tiene 75 años, siempre cuenta que cuando tenía nueve o diez años, con el colegio fué al Museo del Prado y que después de ver Saturno devorando a su hijo, de Goya, quedó tan impresionada que hoy sigue teniendo pesadillas con ese cuadro.
(Me encanta Jot Down)
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Falta Judith y Holofernes de Artemisia Gentileschi. La cara de resolución de Judit es tremenda.
La portada del disco News of the world de queen, los seguidores de Stewie Griffin sabrán porque, no en serio siempre me impacto Saturno devorando a un hijo de Goya y sobretodo la expresión de terror del grito, pero este no aparecerá aquí por ser demasiado conocido y poco cultureta. Si se hizo tan conocido es precisamente por transmitir el terror que sufre el personaje a todo aquel que lo ve.
En el grupo «De lo bizarro, lo raro y lo bello» hay un amplio catálogo. Yo me inclinaría por cualquier grabado de Hans Sebald
Estoy de acuerdo con Coyote que falta el cuadro de Judith y Holofernes de Artemisia Gentileschi. A quienes no la conozcan les invitaría a que la buscaran a través de ‘Google imágenes’ y opinaran sobre ella.
Bacon siempre es lo más. Porque más es menos.
Falta Otto Dix.
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Para mi la pintura más perturbadora es una que se llama «Soy tan pedante que, en vez de votar, escribo en los comentarios el nombre de algún pintor rebuscado para que todos me lean y sepan lo cultureta que soy» del pintor Way Gafapastis.
+1 al cuadro propuesto por Corcuera, sin duda el más aterrador de todos. Way Gafapastis retrata como ningún otro la decadencia burguesa en su serie de grabados «cuñados a medianoche».
Eso sí, yo en particular echo de menos las litografías mestizas de Cooler Grafinski. Un desatino que no estén.
Siempre recordaré cuando fui de pequeño al museo del Prado y vi el cuadro de Goya ,de Saturno devorando a su hijo, me dejó alucinado.
DG-2231 o en realidad cualquier obra de Zdzisław Beksiński… sin duda un maestro del horror