La mano final de Rounders es una obra maestra de estrategia y psicología, donde cada gesto, cada tic, y cada mirada se convierte en un arma o en una debilidad. En este duelo de miradas entre Mike McDermott (Matt Damon) y Teddy KGB (John Malkovich), se despliegan conceptos psicológicos fundamentales, como la teoría de la «toma de perspectiva» y el «lenguaje corporal consciente e inconsciente». La partida no es solo una cuestión de suerte o habilidad con las cartas, sino de lectura emocional y de control de la narrativa entre los jugadores, como sucede en los torneos de póker. Es aquí donde Mike intenta no solo jugar una mano, sino dominar una situación de alta presión y manipulación.
Desde la teoría de la toma de perspectiva, Mike analiza la situación desde el punto de vista de KGB, esforzándose por ponerse en su lugar para prever sus respuestas. En términos de psicología social, la toma de perspectiva es la capacidad de considerar el mundo a través de los ojos de otro, un proceso que mejora la empatía y la comprensión de las intenciones del otro. Mike observa el lenguaje corporal de Teddy KGB con precisión quirúrgica, identificando que cada vez que el mafioso ruso tiene una mano ganadora, muerde una Oreo con un ritmo pausado y seguro. Este pequeño gesto, aparentemente inofensivo, es el “tic” revelador, una manifestación del inconsciente que traiciona la confianza de Teddy KGB en su mano, lo que en psicología se conoce como «comportamiento no verbal de fuga». Mike se da cuenta de que esta reacción no controlada de KGB revela sus pensamientos y emociones reales, un ejemplo clásico de lo que los psicólogos llaman «fuga de microexpresiones».
En el desarrollo de la partida, se despliega también un juego de «teoría de la mente», donde ambos jugadores intentan adivinar lo que el otro está pensando. La teoría de la mente, en psicología, hace referencia a la habilidad de imaginar los pensamientos y sentimientos de los demás, y es crucial en situaciones de juego y competición. Mike sabe que KGB lo percibe como un jugador talentoso, pero inseguro, y entonces decide proyectar esta inseguridad para que el mafioso piense que puede aprovecharse de su aparente vulnerabilidad. La teoría de la mente permite a Mike calibrar cuidadosamente sus gestos y expresiones, utilizando la percepción de KGB para construir una ilusión de duda y nerviosismo, sabiendo que este reflejo de sus propios temores llevará a KGB a confiar demasiado en su propio juicio.
Otro aspecto que se manifiesta en esta escena es el control de las emociones, lo que en psicología se estudia bajo el concepto de “autorregulación emocional”. A lo largo de la partida, Mike muestra una capacidad impresionante para mantener la calma y para no dejarse llevar ni por el miedo ni por el ego. Esta habilidad se basa en la regulación de su estado de ánimo, suprimiendo emociones que podrían traicionarlo y adoptando una expresión neutra y controlada. Al contrario, Teddy KGB, en su papel de jugador dominante, deja que la arrogancia y el orgullo lo traicionen, sin darse cuenta de que su aparente control no es tan sólido. En psicología, esta diferencia en la autorregulación puede explicarse como un tipo de sesgo cognitivo, donde la sobreconfianza ciega al individuo y le impide adaptarse a la situación cambiante de la partida.
En los momentos culminantes, cuando ambos jugadores están “all-in”, la interacción entre los dos personajes es un estudio de la “teoría de la amenaza” y del “comportamiento de afrontamiento”. La teoría de la amenaza sugiere que las personas, cuando se sienten bajo amenaza, reaccionan de acuerdo con sus instintos primarios, bien sea de lucha o huida. Mike muestra su capacidad para soportar la presión sin revelar señales de incomodidad, manteniendo una expresión de calma que exaspera a KGB. Por otro lado, la reacción de KGB ante la derrota es explosiva: un ataque de rabia que muestra su incapacidad para lidiar con el estrés y la sorpresa. Esta falta de control emocional refleja una falla en el afrontamiento de la amenaza, un concepto que en psicología se asocia con el “locus de control” interno o externo. Mike, que tiene un locus de control interno, asume responsabilidad y mantiene el control sobre sus decisiones, mientras que KGB, con un locus de control externo, culpa a otros factores y pierde la compostura cuando el resultado no se ajusta a sus expectativas.
Al final de la partida, Mike revela sus cartas y la expresión de Teddy KGB cambia drásticamente, pasando de la arrogancia a la incredulidad. Esta transición en su rostro es un claro ejemplo de lo que en psicología se conoce como “disonancia cognitiva”, la incomodidad interna que se siente al enfrentarse a una realidad que contradice las expectativas propias. Para Teddy KGB, perder ante alguien a quien consideraba inferior es un golpe devastador para su ego y su identidad. Mientras lanza las fichas al aire y estalla en un grito de rabia, lo que realmente ocurre en su mente es la lucha por reconciliar su imagen de invencibilidad con la realidad de su derrota.
La escena final de Rounders es una lección magistral en psicología aplicada, donde la tensión no solo está en las cartas, sino en los rostros, gestos y pensamientos no expresados de los personajes. En este enfrentamiento, Mike McDermott no solo gana la partida, sino que supera una prueba psicológica de enorme presión y sale victorioso no solo por sus habilidades de póker, sino por su agudeza para leer al otro, controlar sus emociones y mantenerse firme en medio de la tormenta mental que se despliega en la mesa.
Soy un gran fan de ‘Rounders’ y juego al póker con frecuencia (combo habitual), así que me ha hecho mucha ilusión leer este artículo.
En Psicología vimos mucho sobre los temas que comentas aplicados a la partida y sobre cómo el locus de control determina el afrontamiento de las situaciones y encarrila su resultado. En ese juego tan cruel tiene un papel determinante.
Gracias por el ratito 😁.