Lidiar con un fanático de las teorías de conspiración es como estar atrapado en una «fiesta de de la varicela», inevitablemente acabas expuesto a algo que preferirías haber evitado. Mientras tú intentas disfrutar de una conversación normal, ellos ya están inmersos en una exposición interminable sobre cómo los Illuminati controlan los precios del aguacate o por qué los gatos realmente son agentes del Nuevo Orden Mundial (la lógica exacta es lo de menos). Pero no temas, porque en esta guía aprenderás cómo esquivar sus elucubraciones sin perder la compostura ni arriesgarte a escuchar tres horas de disertaciones sobre el «verdadero propósito de la eliminación de los azudes».
Paso 1: La técnica del «Vaya, qué interesante»
Primero, necesitas una respuesta que frene cualquier intento de extenderse en explicaciones. La táctica más eficaz es un buen «Ah, vaya… que interesante». Esta expresión tiene que estar acompañada de un gesto absolutamente desprovisto de curiosidad, como si imitaras a un sofisticado crítico de arte que observa un cuadro de Antoni Tapies por decimoquinta vez. Es importante que el gesto invite a una respuesta corta, limitando sus posibilidades de desplegar teorías. Advertencia: cualquier muestra de entusiasmo puede ser vista como un «¡al fin alguien que entiende!», así que mantén la reacción a raya. Un «vaya, qué interesante» con tono neutral, y listo.
Paso 2: Usa la técnica del «Cambio de canal»
Cuando te veas atrapado en una de sus diatribas sobre como los chemtrails contienen sustancias que afectan la salud mental, usa el «Cambio de canal» para reconducir la conversación. Contrarresta con algo ligero como «Hablando de salud mental… ¡he estado viendo un documental increíble sobre la vida de los perezosos!» o cualquier tema inofensivo que no les invite a teorizar. El objetivo es desviar sus circuitos mentales hacia un terreno aburrido, ajeno a sus paranoias. Una variante de la estrategia de «Cambio de canal» es es introducir un tema muy trivial acompañado de gestos de fascinación, como el misterio de por qué se pierde siempre el calcetín izquierdo cuando sacas la ropa de la lavadora. De esta manera, los confundes a la vez que lo intrigas. Comprobarás el éxito de tu estratagema si con cara de pensar te responde «Uhm… no había caído en que siempre se perdía el calcetín izquierdo».
Paso 3: Finge que no te estás enterando
Una técnica subestimada pero altamente efectiva es fingir que no comprendes nada de lo que dicen. Si te hablan de conspiraciones sobre la fluoración de productos alimenticios para aletargar a la población, puedes responder con una frase tipo: «Ah, ¿como lo de los productos ecológicos del Delta del Ganges? ¿Son buenos para eso?». La estrategia es redirigir la conversación a un punto tan absurdo o irrelevante que el conspiranoico quede descolocado y empiece a dudar de si sigues la conversación o solo estás divagando. Aquí puedes de tirar de la imaginación a tope, no sientas vergüenza por soltar algo como «¿Y eso afecta a las mariposas migratorias también? Porque leí que su vuelo crea microturbulencias que alteran la ionosfera»
Paso 4: El «Interrogador escéptico»
Si te encuentras atrapado y sin salida, cambia de táctica. Empieza a hacer preguntas absurdamente específicas, como si estuvieras genuinamente confundido pero extremadamente interesado en detalles imposibles. Por ejemplo, si te cuentan que el gobierno controla el clima, pregunta cosas como «¿Pero a qué temperatura exacta planean mantener el Ártico?» o «¿En qué mes del año se programan estas manipulaciones?». La idea es agotar su paciencia, haciéndoles ver que tus dudas «ingenuas» complican demasiado la narrativa. Esta táctica tiende a desarmarlos, porque con cada pregunta se ven obligados a rellenar huecos en sus teorías. El uso de palabras científicas añade un plus de de confusión y frustración; frases como «¿cómo cuadran esos isótopos del estrato troposférico?» o «¿y qué hacen con el ciclopentanoperhidrofenantreno en los solsticios?» tienden a dejar al conspiranoico al borde de la rendición.
Paso 5: Declárate devoto de una teoría aún más ridícula
Los conspiranoicos son especialmente sensibles a cualquier cosa que rivalice con sus propias teorías. Así que, si la conversación sigue sin darte tregua, elabora una teoría todavía más absurda que la suya. Diles, por ejemplo, que estás convencido de que los espermatozoides son en realidad microdrones espías diseñados por una civilización extraterrestre de caracoles intergalácticos. Usa un tono grave y sigue adelante sin pestañear. Verás que, de repente, el conspiranoico comenzará a mirarte como si fueras tú el que ha perdido el juicio, y, con un poco de suerte, se alejará en busca de oyentes menos creativos. Adorna el relato con mención a inexistentes revistas científicas como como The Journal of Alien Microbiology o Intergalactic Biological Engineering Quarterly. Si le añades frases como «esto es algo de lo que los académicos no quieren hablar», habrás alcanzado el nivel maestro en el arte de despistar conspiranoicos.
Paso 6: Practica el arte de la «Distancia estratégica»
Finalmente, si la persona en cuestión es parte de tu círculo habitual y te resulta inevitable cruzártelo, aprende a utilizar la «Distancia estratégica». Para ello, procura mantenerte siempre ocupado; di que tienes prisa, usa frases neutras que no dejen espacio para entrar en temas complejos como «¿Has visto el semáforo de Chiquito». Algo como «¡Oh, interesantísimo! Pero justo estoy en medio de la planificación de un horario de microtareas» o «Me encantaría escuchar más, pero estoy revisando mis proyectos de minimalismo en apps». La clave es sonar tan abstracto y absorto en tus quehaceres que el conspiranoico piense que eres un territorio demasiado árido para cualquier revelación, llevándoles a buscar una audiencia más receptiva. Así, sin un rechazo directo pero tampoco un aliento evidente, irás desincentivando su insistencia.
Con estos seis pasos, deberías ser capaz de sobrevivir a cualquier encuentro con los apasionados de las conspiraciones, evitando que te arrastren a su mundo de sombras y «verdades ocultas». Con algo de paciencia, pronto verás que ellos encuentran nuevas víctimas para exponerles sus teorías, mientras tú te despides tranquilamente, con la cabeza libre de sombreros de aluminio.
Qué hartá de reir a las ocho de la mañana.
Deseando leer el siguiente
Adoptar una teoría aún más ridícula siempre funciona. Ante un negacionista del Holocausto contesté impasible: lo mismo pasa con la esfericidad de la Tierra, ¡otro invento de los Aliados para imponer la tecnociencia progresista! Fin de la conversación.
Preguntarles si han sufrido un golpe en la cabeza recientemente, por aquello de descartar un coágulo cerebral por pequeño que sea, o por su suministrador de estupefacientes también suele dar resultado.
Soy escéptico sobre esto. Los fanáticos destacan por dos cosas. Son in-can-sa-bles y tienen tiempo libre por arrobas. Nada puede detenerlos. Creo que los envía una civilización alienígena para ir desgastándonos y que bajemos la guardia ante una inminente invasión.
Barritar en su cara mientras les sujetas la pechera. Los aturde.
Jjajaja buenisimo
Esto si es material de calidad, gracias!!
Divertido a la vez que original…y útil contra esos palizas! Lo estudiaré a fondo
Gracias, buen artículo
Siempre es mejor vivir tranquilo y admitiendo como verdadero todo lo que nos dicen los grandes medios de comunicación…vivir como ganado…
Ah! Vaya… que interesante.