Cómics

Samuel & Beckett, un cómic fragmentario, existencialista y brutal.

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Acto I: La habitación está yerma a excepción de una mesa vacía. Silencio. Un hombre (Javier) aparece en mitad de la sala con una carpeta repleta de dibujos en sus manos. Otro hombre (Jorge) surge de la nada en posición fetal. Desnudo mira el techo. Ninguno de los dos parece saber por qué están ahí.

Javier: (con voz pausada, observando los dibujos que sostiene con indiferencia) Dibujé esto una vez. O tal vez no. No importa. No son más que líneas, contornos, sombras. No hay sentido en ello. Solo trazos sobre papel, esperando… siempre esperando

Jorge: Las palabras se expanden en imágenes. Como letras que no pueden escapar de la página. Como personajes que buscan un espacio en blanco, pero nunca lo encuentran. (pausa larga) ¿Dónde estamos? No reconozco este punto de entrada.

Javier: ¿Es importante? Hay trescientos cincuenta…

Jorge: Sí. (pausa) O tal vez no. Después de todo no hay lugar al que ir. Ni siquiera aquí. Todo es esperar. Todo es silencio.

Se sientan. La mesa sigue vacía. El techo sigue ahí. El silencio se alarga como una cuerda que se tensa demasiado.

Javier: Estuve dibujando veintidós páginas, ya sabes. Necesitaba algo que me empujara a no caer en el desánimo. Fue Beckett el que me sostuvo, sin quererlo. Estaba ahí, siempre había estado ahí. Me empujó a seguir, aunque él nunca lo pretendió.

Jorge: ¿Beckett?

Javier: No. El vacío.

Jorge asiente. Se levanta y camina en círculos, cada vez más pequeños. Parece que el escenario se reduce alrededor de él.

Jorge: ¿Y si todo esto es simplemente otra obra que nunca llegará a ser terminada? ¿Una historia de una historia? Beckett se reiría de nosotros. Sí, se reiría. O no se reiría en absoluto. Su silencio nos aplasta.

Javier sonríe. Saca un lápiz. Se queda mirándolo.

Javier: Lo entiendo ahora. Dibujar es lo mismo. Nunca acabamos nada. Solo lo dejamos ir, como él hizo con sus palabras. Viñetas que nunca lograban lo que querían, pero tampoco se rendían. Un fracaso continuo. Un fracaso mejorado. Veintidós páginas olvidadas.

Jorge: Fracasar. Siempre mejor. (se detiene) Lo escribí una vez. O tal vez no lo hice. Junto a los dólares hay un recorte de prensa: «Adivino tu pasado».

Javier: Lo dibujé una vez. O tal vez no lo hice.

Jorge: ¿Y qué hacemos ahora?

Javier: Esperamos. Eso es lo único que sabemos hacer.

Jorge: Esperamos. Como Beckett. Como si él estuviera aquí, dibujándonos, escribiéndonos, borrándonos.

Javier: ¿Y si él está?

Jorge: No está.

Acto II: Ambos se quedan mirando al vacío de la mesa. Un libro aparece súbitamente en el centro, pero ninguno de los dos parece notarlo. La luz cambia. Los colores alrededor del escenario son más intensos. Gris, negro, amarillo. Un rostro oscuro y anguloso va tomando forma en la cubierta del libro. Unas gafas con cristales ambarinos parecen darle vida al rostro, pero ninguno de los personajes lo menciona.

Jorge: Entonces, Samuel & Beckett es una biografía, pero no una biografía. Es un cómic, pero no un cómic. Es lo que Beckett nunca quiso que hiciéramos, pero también es lo que él siempre hizo. Crear algo que no necesita existir.

Javier: Un libro que no tiene principio, ni fin. ¿Lo entiendes?

Jorge: No.

Javier: Ni yo.

Silencio.

Jorge: Es la historia sobre un hombre que no cree en las historias. Es una conversación con el silencio. Es una risa que no tiene sonido.

Javier: ¿Lo ves? Exactamente como las viñetas de Beckett. Él no quería contarnos su vida, pero la contamos igual. Porque no hay otra cosa que hacer. Porque fracasar es lo único que nos queda.

Jorge: Fracasar, mejor cada vez.

Ambos miran el libro en la mesa cuyo rostro les devuelve la mirada. La luz se va apagando, hasta que no queda nada más que oscuridad.

Jorge: ¿Crees que nos leen?

Javier: ¿Importa?

Jorge: No.

Caen las cortinas. Fin de la obra.

Esta conversación imaginaria, a lo Samuel Beckett, pretende, ilusamente, capturar el espíritu detrás de la creación de Samuel & Beckett de Jorge Carrión y Javier Olivares. El primer acto es un homenaje a los respectivos «fracasos» de sus autores, Carrión con Los muertos y Olivares con Beowulf dos auténticas obras maestras ajenas a la narrativa convencional, una por incomprendida y otra por inacabada. Pero eso no importa, como no importó para Beckett y su búsqueda incesante de la forma vacía. El segundo acto describe la tensión entre la creación artística y la imposibilidad de lograr un resultado definitivo. Representa, por tanto, una metatextualidad que convierte a los autores en personajes de su propia ficción, donde el dibujo de Olivares y la escritura de Carrión no son meros vehículos, sino la esencia misma de la creatividad.

Samuel & Beckett es un cómic fragmentario, existencialista y brutal. Olivares es deliberadamente austero, un eco visual de la aridez de Beckett, donde el color se despoja de su fulgor, dejando tras de sí solo sombras; y la palabra de Carrión es un susurro del absurdo, descriptiva pero cargada de un silencio que resuena más allá del último punto. Jorge como Javier construyen un homenaje visual y literario que refleja la poética de Beckett, donde fracasar es no solo inevitable, sino también necesario. Es un cómic biográfico que desafía las convenciones y se adentra en la mente del autor, al tiempo que juega con las expectativas del lector, como Beckett lo hizo con el público en sus obras de teatro.

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2 Comentarios

  1. Ojalá estar atrapados en el silencio y el vacío, hoy estamos atrapados en un ruido constante que, irónicamente, amplifica la desconexión. Las redes sociales, llenas de interacciones superficiales y repetitivas, son una extensión del escenario beckettiano: una espera infinita de validación o sentido, que nunca llega realmente.

    Lo leeré o quizá no. Quizá mejor lo llevo a mi viaje en AVE de mañana donde la espera perpetua puede que se haga presente.

  2. Me ha gustado la reseña. No leo tebeos, a este le voy a dar una oportunidad.

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