¿Qué sabe un italiano culto de la cultura española? ¿Qué autores u obras conoce? ¿Qué sabe de España, de su forma de vida, de sus creaciones culturales, de su historia, de su situación política actual? Como la mayoría de mis amistades está formada por profesores o personas viviendo de todas formas en el Mundo 3 imaginado por Karl Popper, es decir, que ejercen actividades intelectuales, puedo decir que a las preguntas que he indicado anteriormente casi todos darían la siguiente respuesta: «muy poco o nada» Esto suena extraño, en un país donde casi todas las personas educadas están (erróneamente) convencidas de que pueden arreglárselas con el español, ¡porque viene a ser «casi lo mismo« que el italiano!
Por supuesto, cualquier persona educada conoce las películas de Pedro Almodóvar y actores y actrices como Javier Bardem o Penélope Cruz, muchos se acuerdan de Luis Buñuel, pero seguro que nadie sabe nada de Fernando Rey, Carmen Maura, Victoria Abril o, menos aún, de Luis Berlanga y de las grandes películas que hizo. En cuanto a la literatura, el fallecido Javier Marías es conocido y querido por muchos lectores, pero solo si son «lectores fuertes». Esto significa que, a pesar de sus méritos, no consiguió encajar, en Italia, en el «primer círculo», donde residen autores extranjeros como Philip Roth, Salman Rushdie, Abraham Yehoshua, etc. Almudena Grandes es muy conocida, sobre todo desde que sus libros se han convertido en series de Netflix. Se conoce a Javier Cercas, Arturo Pérez Reverte, Carlos Ruiz Zafón, y están traducidos un par de modestos libros de Sara Mesa, filtrados no sé cómo en los catálogos de nuestras editoriales. Pero al preguntarle a algún lector fuerte qué sabe sobre Enrique Vila-Matas, Eduardo Mendoza o Camilo José Cela, se obtendrá una mirada inquisitiva como respuesta. Manuel Vázquez Montalbán era muy querido, pero desafortunadamente su fallecimiento borró todo rastro de él. Incluso en el catálogo de una gran editorial italiana de calidad, como Adelphi, que publica casi solo autores fallecidos, hay numerosos títulos traducidos del castellano, pero muy pocos son los de autores españoles, ninguno de los cuales es propiamente contemporáneo: Juan Benet, Benito Pérez Galdós, Lope de Vega y Calderón de la Barca, cada uno con una sola obra. En el campo del arte moderno todos quieren a Joaquín Sorolla, cuyos lienzos salen muy a menudo en las redes sociales por quién sabe qué misteriosa alquimia de la red. Pero Sorolla desapareció hace más de un siglo: lo qué pasó en el arte español posterior, en Italia sigue desconocido.
La situación de la non fiction es aún más desalentadora. La estrella de Fernando Savater, que fue un autor de culto y de gran éxito en la época de Ética para Amador, ya no brilla como entonces; la de Manuel Cruz, escritor político de gran mérito y calado, aún no ha encontrado su espacio. El brillo de una estrella se puede medir por el número de traducciones de sus libros, por su presencia en los festivales (hoy en día un indicador primario de los procesos y de las fortunas culturales) y por sus apariciones en los medios de comunicación de todo tipo. De vez en cuando se citan los nombres de María Zambrano o de José Ortega y Gasset, pero en círculos muy pequeños y especialmente orientados. La atribución de los premios Princesa de Asturias apenas se comenta, aunque uno de ellos se lo llevó en su día un italiano.
En cuanto a los medios de comunicación, hablan relativamente poco de España (y ¡nada de Portugal!), salvo cuando ocurre algo fuerte, como el exilio árabe o la vida erótica secreta del exmonarca, la huida de Puigdemont, las inciertas elecciones políticas o las apariciones de nuestra jefa de Gobierno en los mítines de Vox. Quien quiera saber algo de la situación política de la España actual sin saber español, se informa mejor en las páginas de Le Monde que en las del Corriere della Sera, que desde hace años ni siquiera tiene un corresponsal desde Madrid. No soy muy experto en música pop, pero, una vez que Julio Iglesias salió de la escena, no creo que ningún cantante español sea conocido en Italia. La mediación llevada a cabo en su día, encomiablemente, por Raffaella Carrà no ha dejado huellas.
Como la presencia cultural de un país también se mide por la difusión de su lengua, otro campo de observación es la condición del español en nuestras escuelas. El castellano, que entró en nuestras escuelas no antes de los años 90, se convirtió rápidamente en uno de los idiomas más populares, también gracias al soporte de las gramáticas de Manuel Carrera Díaz, que han sido históricamente las primeras de alto nivel publicadas en Italia. Pero los estudiantes universitarios que lo eligen van disminuyendo: los recién llegados a los cursos de idiomas y cursos relacionados, olfateando el aire mucho más rápidamente que los políticos y los businessmen, eligen desde años el chino y el árabe. Recientemente, el ruso, que estaba en caída libre, ha recuperado altura. Y se puede entender por qué.
Esta es, a grandes rasgos, la situación actual. Como tengo muchos años en mis hombros, creo, sin embargo, que puedo decir que hace treinta años las cosas no eran muy diferentes. La sola diferencia notable era que los grandes medios de comunicación (el ya mencionado Corriere della Sera, La Stampa, La Repubblica y la televisión pública RAI) tenían corresponsales en España, que informaban regularmente sobre los hechos, tendencias, humores e innovaciones que se estaban produciendo en España.
Pero, ¿por qué es así? Propongo la siguiente respuesta. Por varias razones históricas, los flujos culturales que circulan en Occidente siguen caminos bien definidos, que en algunos países son los mismos, en otros se presentan con variaciones. Estos caminos se han creado y fortalecido como resultado de una hegemonía política consolidada o de la proximidad geográfica o de arraigadas tradiciones de intercambio. En lo que a Italia se refiere, el más ancho de estos caminos parte de Estados Unidos, desde donde seguimos abasteciéndonos de todo tipo de mercancía, simbólica y no: ideas, libros, películas, series de televisión, música, modas y costumbres (serias y tontas, buenas y malas), incluso alimentos y bebidas… En el campo cultural hemos llegado a un estado de real y peligrosa dependencia. Imagínese que la fútil declaración de Kamala Harris, cuando dijo a Oprah Winfrey que al encontrar a un ladrón en su casa le dispararía, fue tema de intensa discusión en tertulias, talk shows, periódicos etc., durante días y días, como si se tratara de una frase histórica.
Otro camino cultural, considerablemente más estrecho, conecta Italia con Francia. La filosofía italiana (al menos la parte no analítica de ella) está, por ejemplo, impregnada de filosofía francesa, desde Sartre y Lacan en adelante. Congresos y seminarios se dedican a Foucault y también tenemos una asociación de estudios sartrianos. Bergson está experimentando un revival imprevisto. El cine francés es muy popular y muchos actores, actrices y directores franceses son muy conocidos y queridos. Asimismo, recibimos una rica información sobre Francia, en donde todos los medios de comunicación tienen corresponsales, y los libros franceses se traducen ampliamente, incluso cuando no valgan mucho. Añadiría que incluso Alemania (a pesar de los tristes precedentes históricos y de la lengua, que tiene muy poco en común con la nuestra) exporta a Italia más que España: todos los medios de comunicación tienen corresponsales en Alemania, los acontecimientos políticos de ese país se siguen al detalle, aunque sepamos poco de la literatura y del cine alemanes. Los filósofos están un poco mejor: no solo el gran Jürgen Habermas y el menos grande (pero no por ello menos notable) Peter Sloterdijk son conocidos y están presentes en el debate, sino que incluso tiene éxito un filósofo superficial, light y pop como Byung-chul Han.
A través de estas dos vías (la americana y la francesa) entra en Italia casi todo el Mundo 3 extranjero que conocemos y consumimos. Por supuesto, Italia importa más de estos dos países de lo que exporta. Es interesante preguntarse por qué. Un comienzo de explicación lo dio en los años 70 del siglo pasado Umberto Eco, en un artículo en que proponía la fórmula «periferia del imperio». Un país política y culturalmente periférico como el nuestro (Dante y Pasolini, Verdi y Morricone, Fellini y Cortellesi no son suficientes para transformar una periferia en un centro) solo puede depender del centro del imperio y sus satélites (como, en parte, lo es el Reino Unido). Ahora bien, lo que pasa es que España, aunque ha sido, y sigue siendo, el centro de un imperio inmenso, no forma parte del imperio estadounidense y por eso no consigue alimentar el imaginario y el ideario europeo. Quizás por eso el flujo de cultura emanando de ella no encuentra una pista lo suficientemente ancha como para poder pasar a Italia —y al resto de Europa. Es un modesto consuelo enterarse de que mi país tiene un destino más o menos igual.
En relación con las preguntas con las que empecé, los intercambios Erasmus fueron un auténtico fracaso. Aunque siempre muy intensos, sobre todo en una dirección (de Italia a España), han servido más para crear familias binacionales (como la de mi hijo, que se fue a España hace más de veinte años y se quedó en Madrid), así alejando a los hijos e hijas de sus padres y madres y destruyendo el formato de la familia extendida, que para fomentar un tejido común de ideas, de intercambios y de creación.
Raffaele Simone, lingüista y ensayista italiano, ha publicado con Gedisa Diario lingüístico de una niña (1992), con Ariel Fundamentos de lingüística (2001) y con Taurus La tercera fase. Formas de saber que estamos perdiendo (2000), El monstruo amable. ¿El mundo se vuelve de derechas? (2011) y El hada democrática: Cómo la democracia fracasa (2016).
Ensayistas, filósofos, historiadores e intelectuales abordan uno de los grandes enigmas de la cultura española: el motivo por el cual permanece apartada del fecundo diálogo de los pensadores europeos.
- «Un terco y doloso complejo», por Basilio Baltasar.
- «La lengua de Ortega y Gasset», por Víctor Gómez Pin.
- «Sin asiento en la Gran Jerga», por Miguel Herrero de Jáuregui.
- «Debilidad y fortaleza de la filosofía en España», por Norbert Bilbeny.
- «Por qué no existe la «Spanish Theory»», por Antonio Valdecantos.
- «Pensar no es cualquier cosa», por José Enrique Ruiz—Domènec.
- «Un asunto delicado», por Anna Caballé.
- «Una cultura que se desprecia a sí misma», por Ignacio Gómez de Liaño.
- «Una cuestión de fe», por Ana Rosa Gómez Rosal.
- «Las voces de las diversas periferias», por Sonia Contera.
- «Las dimensiones ocultas y el lado oscuro de la ciencia en España (que inventen ellos)», por Juan José Gómez Cadenas.
- «La obstinada singularidad ibérica», por Carlos Collado Seidel.
- «En las orillas del Sena», por Almudena Blasco Vallés.
- «La España de la insignificancia tecnológica», por Pablo Artal.
- «La excepción baladí», por Jorge Freire.
- «La periferia del imperio», por Raffaele Simone.
- «La quimera del oro: museo y campus universitarios», por Enric Bou.
- «¡Pinchemos la burbuja del español!», por David Fernández Vítores.
- «Complejo y melancolía quijotesca», por Carlos Varona Narvión.
- «A vueltas con la filosofía española y la filosofía en español», por Carlos M. Madrid Casado.
Réplicas a La querella española
- «Filosofía española por el mundo», por David Teira.
- «La situación actual de la filosofía española en el contexto internacional», por Antonio Diéguez.
Excelente texto de Simone. Ojalá de pie a interesarnos mutuamente italianos y españoles en nuestras respectivas obras de pensamiento.
En España pensamos que somos más importantes de lo que realmente somos. Sombras de un imperio perdido, digo yo. A los británicos les pasa algo parecido, lo que pasa es que estos, al menos, dan la tabarra para que parezca que sí son importantes, tienen la BBC y sólo con eso tienen mucho ganado.
Sólo se nos conoce por el fútbol y eso no es bueno.
Ni España ni Italia son parte de la periferia del Imperio, son más bien dos provincias del Imperio, es decir contribuyen al Imperio económicamente, militarmente, culturalmente y ideológicamente en defensa de sus postulados y intereses… además en capital humano: catedráticos, periodistas, deportistas, cineastas (que ruedan en inglés), militares (de la OTAN)…
El modelo que han escogido, españoles, italianos, y todos los demás países en la OTAN y la UE se puede resumir así: deja que me haga un poco más próspero y culto y cómodo cada año, a cambio de que los europeos dejemos de ejercer como Poder geopolítico independiente y autónomo de los intereses de EEUU y su secuaz, el Reino Unido (no por nada Orwell se refiere a Reino Unido como Pista de Aterrizaje nº1 en 1984)…
La OTAN es eso, una capitulación de facto de la autonomía de los europeos a los intereses geopolíticos americanos, reconozcámoslo.
No es una organización defensiva como se dice, nunca lo ha sido. Los objetivos en el momento de su fundación era a) velar por la democracia liberal-capitalista en Europa y servir como contrapeso al comunismo, b) hacer imposible una fuerza militar hecho por y para europeos. Aquí Tom Stevenson en The London Review of Book al respecto: https://www.lrb.co.uk/the-paper/v46/n15/tom-stevenson/ill-suited-to-reality
Que italianos ni alemanes ni británicos saben mucho de España es normal, es que no se puede estar en todo. No creo que el Estado Español haga lo suficiente para promover la cultura española fuera, pero eso no quita que los extranjeros que nos interesamos por la cultura española somos tres gatos… y dos de los tres trabajan, si, en alguna universidad seguramente… es decir, cobran por leer a Marías y Savater etc etc… que no es lo mismo yo creo…
Y el esquema que dibujo arriba – bienestar + enriquecimiento + cultura (museos, suplementos literarios, pacs y sesiones maratones de series) para la clase media europea a cambio de emasculación geopolítica – explica porque cada X tiempo se produce una ola de reacción histérica y muy exagerada frente a una propuesta de cambio, por mínimo que sea…
…por ejemplo, simplemente sostener que la OTAN no ha sido nunca una organización defensiva te puede condenar al ostracismo perfectamente, o la represión durísima de las manifestaciones a favor de los Palestinos en Alemania (y otros lugares), y la repentina y cínica interés en Escocia por parte de Merkel, Obama, y Barroso cuando el referéndum de independencia, seguido por el más total desinterés y silencio desde entonces, la represión violenta de los independistas catalanes que sigue en marcha judicialmente, la criminalización cada vez más represora de los activistas verdes, la aparente indiferencia cuando no hostilidad a los inmigrantes y refugiados que llegan a Europa de parte de los políticos de la UE que, todo un reflejo del modelo capitalista de nuestros tiempos, SUBCONTRATAN el «problema» de la inmigración a países terceros – están construyendo campos de concentración con fondos europeos en Turquía, en Tunicia, en Libia al son de la Novena de Beethoven…
…exactamente que papel juega la cultura – el gran shibboleth de «la civilización europea» por excelencia – en este tinglado / adormecimiento de los europeos sería digno de estudiar siguiendo el ejemplo de Edward Said y su excelente «Cultura y Imperialismo» quien dijo de la Literatura Inglesa en la India del Imperio, por ejemplo, que no era accesorio a la colonización, sino de su esencia…
En fin, Europa ha pasado de ser el motor de la historia a una especie de asilo de ancianos para toda la población, eso si, con una biblioteca inmensa y unas instalaciones maravillosas… ¿para qué salir de aquí?
No entiendo muy bien parte de comentario, y me gustaría entenderlo sinceramente:
por una parte alabas (o defiendes) los nacionalismos en Europa (Escocia, Cataluña…), pero por otra criticas que Europa sea una mera comparsa de otros países más grandes y poderosos. Creo que es una contradicción.
En mi opinión, si Europa (o más bien la Unión Europea) todavía pinta algo políticamente a nivel mundial, es debido a esta unión, con una moneda común, Schengen, etc. Somos 400 millones de personas en economías desarrolladas. Y eso tiene un peso.
(Nota paréntesis: todavía tenemos el lastre de los muchos idiomas y dialectos para poder competir con USA o China, pero todo se andará-en parte debido a las IA de traducción, o a la economicidad que vendrá de asumir que los idiomas más hablados a nivelo mundial son los que se impondrán-.)
Es decir, a mayor nacionalismo y más pequeña la masa crítica económica y de población de un país (o nación o región o como quieras llamarlo), más comparsa eres de las grandes potencias. A no ser (y aquí es donde entran en contradicción las ideologías de «izquierda» y las «nacionalistas») que uno se convierta en un Paraíso Fiscal (Mónaco, Andorra…), o en una sociedad sin ningún tipo de moral como Suiza (sí, esos que hasta hicieron negocios sin pudor con los nazis en la Segunda Guerra Mundial, y actualmente con todas las mafias existentes en el mundo). Y aún así, el resto de países y mafiosos se tendrían que fiar mucho de ti, lo cual dudo que sea el caso de cualquier región en Europa.
Hola Carlos
No pretendía más que señalar la totalmente desproporcionada y histérica reacción de todos los poderes de Occidente con respecto a la posible independencia de Escocia (o Catalunya, o cualquier cambio del estatus quo, que es su estatus quo), cuyo gobierno de entonces proponía que una Escocia independiente seguiría en la OTAN, en la UE, con la monarquía británica como jefatura de Estado, y hasta con la libra esterlina… ¡menuda independencia!
Y sin embargo el periódico El Pais en su editorial por aquellas fechas (hace diez años ya) afirmaba que «una Escocia independiente sería una amenaza para la estabilidad global»(!), Obama dijo «que lo pensáramos mucho los escoceses», Barroso, entonces Presidente de la Comisión Europea dijo que era «prácticamente imposible» que Escocia volviese a entrar en la UE debido al veto de España, y Rajoy convocó toda una rueda de prensa en Moncloa en vísperas del referéndum para avisar con la amenaza velada de que su gobierno haría exactamente eso…
En el Reino Unido, Ed Miliband, ahora en el gobierno de Starmer, prometía «guardias armadas» en la frontera entre los dos países, y el ex-secretario de la OTAN, el escocés Robertson, dijo que «las fuerzas de la oscuridad» celebrarían la eventual independencia del país… Osborne, el canciller de la austeridad permanente, por su parte afirmó que los escoceses no podíamos utilizar la libra esterlina el día después, por mucho que es igual de nuestra que de los ingleses…
En fin, la calidad de la democracia en Europa puede parecer alta comparado a otras partes del mundo, pero cuando surge algo de enjundia políticamente, los altos poderes se juntan como unos matones para sembrar el miedo, la mentira y la amenaza velada, y si eso no funciona, siempre quedará «la vía española», es decir, a porrazo limpio y el «lawfare»…
Estoy de acuerdo con la / una Unión Europea, por supuesto, pero este que tenemos cada vez deja más de desear y no solo somos nosotros que pagamos el precio, sino los palestinos, los libaneses, los inmigrantes etc…
Quiero decir: ¿vivimos en una democracia o una oligarquía? Más bien la segunda. El Reino Unido no es una democracia plena en todo caso, nadie puede decir que lo es. Lo llaman democracia representativa pero eso es mentira. Se portan igual que Donald Trump cuando sus intereses están en juego, por mínimo que sea…
En cuanto a la cultura, sea italiana o española, su efecto global es de un narcótico… nos dormimos… luego pasa algo como lo de Gaza y somos muchos que nos damos cuenta, que nos ponemos muy inquietos, que vemos que no tenemos una UE que realmente cree en los derechos humanos, en la dignidad del ser humano, mucho menos en «libertad, igualdad, fraternidad»…
¿Qué hacemos? Si Netanyahu lanza una bomba nuclear a Teherán, y sin que eso pase, ¿no hemos sido culpables de pasotismo, de indiferencia, de falta de entereza moral? ¿No nos hemos acomodado demasiado a ver series olvidables y leer libros prescindibles?
No sé, esa inquietud la tenemos mucha gente, pero somos una minoría…la maquina de guerra y destrucción capitalista seguirá devorando niños, mujeres y ancianos en el mundo árabe hasta no sé sabe cuando… terrible, son terribles nuestros supuesto líderes…
Gracias por la explicación, aunque no la comparta. Entiendo que digas lo de meter miedo a base de mentiras y coacciones, y es cierto, pero también entiendo que los de enfrente (nacionalistas) usan coacciones y mienten cuando prometen paraísos inalcanzables con las independencias. Cuando no usan directamente el terrorismo contra civiles para meter miedo a la sociedad (ETA, IRA, Hamas…).
El cuento de David vs. Goliath o de William Wallace hace tiempo que dejó de existir.
La cosa, Carlos, es que, desde mi punto de vista, hace mucho que el Imperio angloamericano de guerra perpetua está totalmente fuera de cualquier control, desde la invasión de Iraq por lo menos, y por tanto apoyar la independencia de Escocia es la única posición moral y ética que se puede tomar sobre aquella cuestión en mi opinión…
…me acuerdo nítidamente del momento que me hice un firme partidario de la independencia, aunque siempre lo había sido un poco digamos: fue el año 2007, cuando los americanos mandaron no se cuantos B52 a bombardear a Lebanon en apoyo a los Israelís que, como ahora, estaban invadiendo su territorio.
Los americanos pidieron permiso a los Irlandeses a aterrizar y repostar en el aeropuerto de Shannon, el gobierno de Irlanda se negó a prestar su ayuda y entonces vinieron a poner combustible en el aeropuerto de Prestwick en Escocia, tras el si de Londres…
Desde aquel día, nunca he dudado sobre la necesidad de la independencia de Escocia… es una cuestión moral…
Los bombardeos americanos de entonces destruyeron no me acuerdo cuantos edificios y centros financiados por la Unión Europea, o sea, nosotros, sus ciudadanos…
Una historia triste, la verdad, y comprendo tu enfadó. Pero no sé si la independencia realmente solucionada realmente algo. ¿Crees que algún país que se haya independizado en los últimos 100 años no es un satélite de USA, China, Rusia, Sarabia Saudí o Irán? ¿En serio?
Nuestros primos-hermanos irlandeses se libraron del Imperio Británico a sangre y fuego hace poco más de 100 años, y ahora es un país más prospero que el Reino Unido y no está en la OTAN. No está Noruega tampoco en la OTAN, otro país con muchos lazos históricos con Escocia.
El mundo sería mejor lugar sin el estado colonialista-imperialista del Reino Unido de Gran Bretaña y Irlanda del Norte cuya piedra angular es el Tratado de Unión de 1707 entre Escocia y Inglaterra. Apoyar el desmantelamiento de aquello es cosa de cualquier persona progresista. ¿O es que tengo que explicároslo a los españoles con Gibraltar allí delante de las narices?
Además, no hay vía alternativa. No hay un partido político inglés a favor de la descolonización y un puesto al día del arquitectura del Estado que data desde… ¡¡¡1689!!! The Labour Party siempre ha apoyado el estatus quo igual que los Tories.
Tampoco hay, pongamos, un corriente de pensamiento… puedes comparar la prensa inglesa todos los días, no vas a encontrar a un periodista interesarse por la devolución de Gibraltar a España o las Malvinas a Argentina…
Los ingleses están empapado aún de una ideología rancia, imperialista y un poco racista… el Brexit es la confirmación, propuesta demencial-imperialista que rechazamos masivamente en las urnas en Escocia…
Aunque comparto bastante tu linea de pensamiento respecto a Irlanda o Escocia o Noruega, y también respecto a la ideología impwrialistai glesa (sólo hay que ver la ceremonia de inauguración de los JJOO de 2012), también hay que notar que si estas regiones pueden gozar de cierta libertad hoy,es gracias a los ingleses, a los soviéticos y a USA. Noruega le duró 2 semanas a Hitler. Y bien que quieren pertenecer a la OTAN cuando Rusia la lía.
Es lo qje tiene ser «independiente» cuando sé que el primo de Zumosol me salvará siempre que lo necesito.