Holden Caulfield, apoyado en una pared desvencijada, juega distraídamente con un cigarrillo apagado mientras se dirige a Ignatius Reilly, que acomodado en un desvencijado sillón, se ajusta distraídamente su gorro verde de caza. La desvencijada habitación está iluminada por una lámpara de pie que proyectaba sombras largas y pesadas sobre los dos personajes.
—Si de verdad te interesa lo que voy a contarte sobre Errejón, Ignatius, lo primero que querrás saber es por qué dejó la política, cómo fue todo eso de la salud mental y la denuncia anónima, y qué carajo pasó con su contradicción entre el personaje y la persona, pero no tengo ganas de entrar en detalles. Todo esto me aburre soberanamente.
Ignatius bufó, removiéndose en el sillón mientras sus ojos brillaban con una mezcla de desprecio y satisfacción.
—¿Cómo es posible que una civilización tan avanzada como la nuestra produzca una miseria tan impresionante? ¡Qué espectáculo tan predecible! —rugió, levantando las manos en el aire—. Errejón es el típico ejemplar moderno, un producto del sistema que se desmorona en cuanto las cosas se ponen difíciles. ¡Y ahora intenta hacernos creer que lo hace por su salud mental y emocional! ¡Qué patético!
Holden lo miró de reojo, como quien mira a alguien que no termina de entender.
—La gente nunca nota nada. Y bueno, tal vez el tipo está jodido de verdad. Quiero decir, casi veinte años en la política no es poca cosa. Es un ambiente tóxico, y no todo el mundo está hecho para eso.
Ignatius se inclinó hacia adelante, con una sonrisa sardónica.
—¡Tóxico! —exclamó, disfrutando de la palabra como si fuera un caramelo agrio—. La política es precisamente para los que pueden soportar el fuego del poder. No es para los débiles, para aquellos que se tambalean ante una denuncia o dos. ¡Mira lo que dice Pablo Iglesias! ¡Ni siquiera él, que está hecho de la misma pasta corrupta que Errejón, puede evitar señalar que lo primero son las víctimas!
Holden frunció el ceño, dándole una calada al cigarrillo apagado como si no le importara que no estuviera encendido.
—Iglesias tiene razón, supongo. Es fácil olvidarse de las víctimas cuando tu colega está en el ojo del huracán. Pero, ¿no crees que eso también es parte del problema? La política te deshumaniza. Errejón se convirtió en una especie de máquina, se metió en ese «núcleo irradiador» de poder, como el mismo lo definió, y ahora está pagando el precio. Acabará, como yo, echando de menos a toda la gente que le está diciendo adiós
Ignatius estalló en una carcajada, una mezcla de desprecio y auténtico disfrute.
—¡Máquina! ¡Ja! Si Errejón fuera una máquina, sería la peor máquina jamás creada. ¡Ni siquiera podría funcionar correctamente! —dijo, moviendo sus manos como si estuviera imitando una máquina defectuosa—. Este hombre se ha pasado más de una década predicando sobre un mundo mejor, más justo, más humano, y ahora se queja de que su vida es una contradicción entre el personaje y la persona. ¡Por supuesto que lo es! Porque el hombre es débil, y la política, como bien dices, lo deshumaniza. Pero eso no es excusa para huir como un cobarde.
Holden miró fijamente a Ignatius, su expresión sombría.
—No sé, tío. No creo que sea tan fácil como lo pintas. Tal vez Errejón realmente se desmoronó. No todos tienen el estómago para soportar la mierda que viene con el poder. Y luego está todo eso de las denuncias… la denuncia anónima de maltrato psicológico. Eso no es cualquier cosa.
Ignatius se agitó en su asiento, indignado.
—¡Denuncias! ¡Denuncias anónimas, Holden! ¿Te das cuenta de lo absurdo que es esto? En esta era moderna, cualquiera puede acusarte de cualquier cosa, y la masa crédula lo aceptará sin cuestionarlo. Errejón se ha permitido ser derribado por un simple comentario en las redes sociales. ¡Qué patético! En mi época, o más bien, en la época que debería haber sido, los hombres no se tambaleaban ante rumores y susurros. Eran estatuas de piedra, inquebrantables.
Holden soltó una risa amarga.
—Sí, claro, estatuas de piedra. ¿Y qué hay de las mujeres que tienen que lidiar con ese tipo de hombres? Los que creen que son Dios, como decía la denuncia. El tipo se comporta como un cabrón, te trata bien por la mañana y te manda al infierno por la tarde. Eso no es ser una estatua de piedra, Ignatius. Es ser un maldito manipulador, y todo eso.
Ignatius lo miró con desdén, inflando el pecho como un sapo satisfecho de sí mismo.
—¡Manipulación, Holden! ¡Es todo manipulación! Tanto por parte de los hombres como de las mujeres. Este mundo moderno está podrido por una maraña de emociones y sentimentalismos que no hacen más que debilitar a los verdaderos líderes. La política no es un lugar para los débiles ni para los que no pueden manejar las presiones. ¡No puedes simplemente echarte atrás porque alguien te llama maltratador en Twitter!
Holden encendió el cigarrillo esta vez y exhaló el humo con lentitud, mirando a Ignatius como si estuviera lidiando con un loco.
—No sé, viejo. Yo no soy un fan de Errejón, pero tampoco creo que sea tan simple como eso. Hay un montón de mierda que la gente oculta en política. Y sí, tal vez se haya aprovechado de su poder. Tal vez se jodió a sí mismo en el proceso. La fama, la exposición mediática, todo eso te convierte en alguien que ya no puedes controlar. Las sustancias… no lo olvides.
Ignatius lo miró, asintiendo exageradamente.
—¡Exactamente! ¡Por eso es un fracaso! Se ha dejado consumir por esa maquinaria infernal que es la política moderna como le pasó a naranjito. ¡Un hombre como él no debería haber estado ahí en primer lugar! ¡Si no puedes soportar el calor, sal de la cocina! ¡Pero no, Errejón, como el buen hipócrita que es, siguió adelante, acumulando poder y fama, hasta que todo se derrumbó sobre su frágil cabeza!
Holden se pasó una mano por el pelo, agotado.
—Supongo que tienes razón en algo. Hay un punto en el que no puedes mantener la fachada. No puedes ser el portavoz de un partido que lucha por un mundo mejor y, al mismo tiempo, vivir una vida de mierda, llena de contradicciones. Tal vez por eso se va, para no ser más ese tipo que dice una cosa y hace otra, y todo eso.
Ignatius, satisfecho consigo mismo, se reclinó en su sillón y se cruzó de brazos.
—¡Ah, claro, ahora intenta vendernos la idea de que es un mártir! ¡Que se retira para «renovar cuadros» y «dar paso a las nuevas generaciones»! ¡Qué convenientemente noble de su parte! Como si dejar la política ahora fuera una decisión moral en lugar de una retirada estratégica para evitar que lo destruyan más. ¡No me engaña!
Holden se quedó en silencio por un momento, mirando a la ventana.
—Tal vez se va porque está roto por dentro. —murmuró, apenas audible—. Tal vez todo esto es una señal de que la política te destroza. Iglesias se ha lanzado a criticarlo, pero al final del día, si quieres saber la verdad, nadie gana en este juego, ¿sabes? Todo el mundo se jode a sí mismo o a los demás. No hay forma de salir limpio.
Ignatius lo miró fijamente, su expresión suavizándose por un momento antes de volver a su habitual aire de superioridad.
—Tal vez tengas razón, Holden. Tal vez estamos todos condenados, de una forma u otra. Pero eso no cambia el hecho de que algunos de nosotros, los verdaderamente grandes, debemos soportar esa condena con dignidad. Errejón eligió el camino fácil. Yo, en cambio, nunca lo haría. Yo sería un verdadero líder, un faro en medio de la tormenta.
Holden sacudió la cabeza, esbozando una sonrisa amarga.
—Sí, claro. Tú serías el tipo que hunde el barco solo por no querer admitir que está mal, y todo eso.
Que panzá de reír, a pesar de los triste que es todo.
Buenísimo, y todo eso… XD
1. Todo el mundo lo sabía y nadie dijo nada… hasta ahora
2. Una periodista, adepta a la causa, pulsó el botón rojo y activó una bomba latente
3. Errejón revienta y salta por los aires
Preguntas:
¿Quién ha mandado activar el artefacto?
¿Porqué precisamente ahora?
Compremos palomitas y sentémonos a ver transcurrir el melodrama.
…un último apunte: Su ex camarada, amigo y compañero juvenil, anoche en la tele (59 segundos) dejó entrever el mismo rictus que ensombreció la jeta de Stalin cuando mandó apiolar a Trotsky.
Ramón apioló con el piolet a Lev.
1- El artefacto lo han mandado activar desde la cúpula de Podemos.
2- Precisamente ahora que Podemos va a votar en contra de la aprobación de los presupuestos generales.
Así dejan tocado a Sumar en caso de unas nuevas elecciones generales.
Va a ser bonito ver cómo se despedazan entre sí las dos izquierdas plurinacionales y liberales posmarxistas.
Home, tuvo su aquel que el populista Errejón, que iba por la transversalidad y por ello rompió con Podemos, haya pactado con Izquierda Unida y roto la Unidas Podemos para (intentar) construir este Sumar muleta de PSOE que también se va ya por el desagüe.
Tres izquierdas, cada una con su sello, pero finalmente las tres socioliberales.
No sé si estamos en el fin, en el principio del fin o en el final del principio, lo que sí me parece es que, cuando pierda la izquierda, tardará en volver.
No sé si el artículo me ha adelantado sin darme cuenta, utilizando dos clásicos como “La conjura de los necios” y “El guardián entre el centeno” para llenar el vacío moral con un discurso intelectual. Seamos sinceros, todos nos reímos con Ignatius la primera vez que lees la novela. Aunque empaticemos todos con su alienación en la que se culpa a la compleja sociedad moderna, no deja de ser un personaje insoportable, lleno de si mismo, que en ningún momento se preocupa por nadie más. Cómico e inteligente. Sí, a la par que vacío. Que la política deshumaniza, no tengo ninguna duda. Pero la pregunta no es esa. Personalmente me intriga más si son los propios individuos que la forman, que se van renovando como una nueva versión más pulida del sistema operativo anterior, los responsables de esa nube tóxica llena de narcisismo, psicopatía y ambición desmedida. A los cuales nosotros seguimos votando y blanqueando sus defectos, según nuestras afinidades. No sé cuál es la respuesta. Solo creo que deberíamos seguir haciéndonos preguntas, no siendo nosotros mismos el centro de la misma. Holden tampoco va a aportar soluciones solo observando a los niños jugar.
A mí me suena a dos tipos de adolescencias, la de Ignatius y la de Holden, que no se avienen con las contradicciones y pulsiones que viven en la sociedad y, por extensión, en la política. Pues parece que en ella, en la política, no basta con ser una lumbrera intelectual que ordena el mundo de acuerdo a ciertos parámetros ideológicos, sino que hace falta mucha, muchísima humanidad y temple, para hacerse cargo del hecho que compartimos tanto virtudes como, sobre todo, defectos con nuestros adversarios políticos.
Estaría muy bien aquí un intercambio como los que hubo en el artículo de Gómez del Rosal o en el de Frabetti.
Yo lo que digo es que este señor no debería escudarse en chorradas del patriarcado y el neoliberalismo. Por supuesto, no porque no sean importantes, sino precisamente porque no hay que utilizarlos de pantalla para las vergüenzas propias.
En gran parte Errejón va a ser víctima (merece presuntamente represión penal, pero en sus justos términos, ni un milímetro más ni menos) del discurso falaz y demagógico que él contribuyó a implantar.
A ver si se anima el ambiente con esto.
https://archive.ph/2024.10.26-095450/https://www.elconfidencial.com/cultura/2024-10-26/errejon-agresion-sexual-aliado-feminista-sumar_3990467/
La izquierda ahora mismo está al nivel de la derechona rancia e hipócrita de toda la vida. Lo único que veo bueno de la situación es, mirando las cosas con optimismo y esperanza, que para que nazca algo nuevo y bueno en la izquierda esta basura moral, política y sociológica que ahora tenemos está más cerca de acabar. Porque cuando se hunda este batiburrillo infame de PSOE, de Sumar, de Podemos, etc va a tardar lustros en volver la nueva izquierda que surja.
Después de todo le van ahorcar con la cuerda que ayudó a tejer….
Hay gente que no le entra en la cabeza que el porcentaje de hijos de puta es muy similar en la izquierda y en la derecha.
De todos modos lo sabido de Errejon en estos momentos lo que nos indica es que es un impresentable con las mujeres, pero de eso a ser un violador dista un gran trecho.
El Excelentísimo y Reverendísimo Señor Íñigo Errejón, arzobispo de Más Madrid ha resultado ser un aliade de poco fiar.
Si no me dicen que es de izquierdas, yo hubiera dicho que es el típico meapilas hipocritón.
De qué izquierda hablamos?
Una señora comunista como Yolanda que visita al papa y babea, y que apoyan a un elemento como Maduro que habla de patria con una biblia en la mano.
A veces creo que me caí en una olla de ácido litúrgico como Obelix ante las cosas que veo
Jaque a la dama, los peones hicieron su trabajo, el rey de negras se aproximó demasiado al de blancas y se retiró para alargar el juego. Los alfiles también se retiraron y entraron en juego los caballos (o yeguas) hábilmente agazapados para comerse la torre que protegía a la reina…¿cuál será la siguiente jugada? Aquí no parece haber relojes que controlen el tiempo. La venganza siempre sienta mejor con retardo aunque sólo se llegue al plato para saborear los restos. El rey de blancas también está acorralado, las negras no perdonan.
Bueno, tal vez a alguien le sirva de consuelo la homilía, huy perdón, editorial de hoy de El País (Errejón cae, el feminismo gana) que, como un Var de la política intenta convertir un gol en propia puerta en un penalty a favor. A lo mejor cuela.
No estoy seguro de haber entendido este artículo. Si es lo que yo pienso, me parece un intento bastante patético de tanatopraxismo.
En su penúltima intervención, Holden dice:
«—Tal vez se va porque está roto por dentro.»
Y algunas líneas más tarde el artículo termina con la sentencia final de Holden, subido al caballo de la dignidad y la superioridad moral:
«—Sí, claro. Tú serías el tipo que hunde el barco solo por no querer admitir que está mal, y todo eso.»
No importa lo que pensemos sobre Errejon y la denuncia (eso sería para otro artículo). Todos sabemos por qué ha dimitido. No es porque esté roto por dentro. No ha tenido una epifanía repentina. No se sacrifica por un bien mayor.
Errejon estaba participando del juego político y ha perdido. Lo sabe él, lo saben en su partido, lo saben sus rivales y lo sabemos nosotros. No es el primero ni el último.
Por todo esto, el último párrafo del artículo produce vergüenza ajena.
Seré que soy muy antiguo pero estoy muy con Julio Anguita cuando decía que Errejón entiende la política como un producto de mercado, como un dentífrico o un detergente.
Julio Anguita pecaba de lo contrario, justamente. Él era un moralista verdadero en política, lo cual no es bueno. Ojo, ya sé la respuesta y tengo la réplica: tener y actuar con valores en política es preciso, pero ello no hay que confundirlo con el moralismo.
Errejón (y lo que es peor, todo su entorno político podemita) ha sido moralista hipócrita. Hacía marketing, como bien has dicho.
Claro, Julio Anguita era honesto. Por ello desde la discrepancia se le podía respetar y admirar. A Errejón y cía lo único que se les tiene es lástima o encono.
Bueno, realmente no sé en que sentido usas el término moralista. Si reivindicar la justicia social o el feminismo es ser un moralista he aquí un moralista. Por otro lado, no sé si percibes cierta contradicción en tus palabras cuando valoras ser moralista como algo «bueno», o «malo», en política. ¿A qué te refieres, a efectos electorales?¿Por si mismo? A lo que quiero llegar es que creo que no existe una política, en el sentido amplio, que no sea moral, por acción o por omisión.
PD: Todo dicho en plan reflexivo y de buenas.
Un saludo.
Yo entiendo que Moralista en el sentido de que en el fondo no es un político al uso, aunque haga política. Y eso le penalizó en las elecciones.
La gente en las democracias occidentales de finales del siglo XX y siglo XXI tiene más o menos claro que las referencias morales de las religiones pueden ser buenas como brújulas de aspiración social, pero que nunca escogerían al Papa (p.e.), para que les gobierne en el día a día
Fue el primer alcalde de la democracia en Córdoba, y entre otra muchas cosas llevó el agua corriente a muchos barrios.
https://www.diariocordoba.com/cordoba-ciudad/2020/05/24/legado-dejo-anguita-36002869.html
Qué me vas a contar. Soy nacido, criado y engordado en Córdoba la llana.
Moralismo no es sinónimo de tener valores ni abogar por una ideología y ponerla en práctica.
Digo que en política uno no debe guiarse por la moral. La moral tiene su espacio y el de la política es otro; del mismo modo en que ocurre con el Derecho o la deontología. En todos estos ámbitos juegan los valores, pero cada uno es un terreno específico.
Del mismo modo que hay un desajuste entre Derecho y moral lo hay entre política y moral.
Lo de Begoña Gómez está por ver si es contrario a Derecho; lo que está claro es que sus chalaneos universitarios no son decentes.
Ninguna mujer que decide interrumpir su embarazo creo que violente la moral, sin embargo, en muchos Estados es un delito.
Pues en política no siempre se consigue la estabilidad del cuerpo social ni se logran los objetivos políticos echando flores. ¿Quiero esto decir que sea indiferente matar, mentir, robar, calumniar…? No, no lo es. Ni en el terreno moral, nunca, ni eventualmente en el terreno del reproche jurídico. Pero políticamente… ¡ah, ya se verá!
Un ejemplo. Sin entrar en el meollo de la amnistía. Muchos han insistido en que era oportuno aceptarla, aunque no fuera justa, pues así logramos un bien mayor, que es la normalización de Cataluña y la reducción del conflicto. Si efectivamente se logra ese fin, se habrá llegado por un medio no del todo justo (si se partiera de esa posición, que he dicho que no voy a justificar ni lo contrario) a un fin bueno.
Volviendo al principio. Errejón ha sido un moralista hipócrita. Tan grandes eran sus valores feministas que la presunción de inocencia y las garantías procesales se podían ir a la porra; hay declaraciones suyas en ese sentido a cascoporro. Pero él, en su vida privada, era un indeseable.
Anguita también iba por la vida juzgando muchas cuestiones políticas desde el prisma puro de la moral. Pienso que se equivocaba a menudo. Era un moralista. Eso sí, también era honesto. Por tanto, un abismo entre él y Errejón.
Ya, por rizar el rizo, alguien podría decir que yo, con todo esto que acabo de escribir, también soy un moralista. Pues vaya, hasta lo mismo tiene razón ese alguien.
Muy bien explicado tu punto, gracias. Totalmente de acuerdo con lo de Anguita vs Errejon.
Gracias.
«Anguita también iba por la vida juzgando muchas cuestiones políticas desde el prisma puro de la moral». Esa es la expresión que no acabo de entender, si pones ejemplos más concretos quizás vislumbre lo que quieres decir. Porque echando la vista atrás ¿su marxismo?, ¿su republicanismo? ¿su desgañitamiento para que se informase y reflexionara sobre la firma de Maastrich?¿te parecen moralistas?. Por otra parte a Anguita le daba igual lo que ocurriera en la alcoba de la gente ( y mientras haya consentimiento no viciado así debe ser), pero veía con disgusto ir a comer con empresarios o jueces, cosa que me parece perfecto, porque sabía que terminarían pidiéndole cosas u ofreciéndoselas. Pero lo tenemos tan normalizado que creemos que está moralizando cuando realmente está describiendo un problema y un peligro.
Y morales hay muchas, tantas como hábitos, discursos, intereses y comportamientos. En política se puede ser inmoral por acción, como cuando se firman protocolos de la verguenza que condenan a 7291 personas a morir abandonados. O por omisión, como cuando se hace caso omiso a la AEMET para contentar a los Juan Roig y no se prohíbe acudir al centro de trabajo ni se informa de una alerta roja por dana a los trabajadores.
Con respecto a la cuestión catalana creo que es puramente política y que la justicia poco tiene que decir como en todas las cuestiones ideológicas. Otra cosa es que se abuse de la justicia para perpetrar iniquidades, que también, (y que luego lleguen a Europa y la justicia más objetiva y sin el peso de «velar» por el estado del interior de la M30)
Pd(Algo que se me pasó comentar es que Errejon salió hace mucho de Podemos, y que fue en buena medida causante de su escisión. No me parece justo, ni preciso, lo de llamar moralista hipócrita podemita, porque no lo es. Es solo un hipócrita, cosa que abunda en política y fuera de ella por desgracia).
Errejón es Podemos puro. Si no lo ves, no te lo puedo explicar. Evidentemente me estoy refiriendo al ámbito ideológico, político y moral. No sólo al orgánico, aquí superficial. Por tanto, sí, rotundamente, moralista hipócrita podemita. Pero si prefieres, por generalizar y ser más preciso teóricamente, me vale moralista hipócrita populista de izquierda.
Tampoco puedo explicar que Anguita era un moralista (a pesar de ser sus muchas otras virtudes) a quien no lo vea.
Salud.
Vamos, que puedes explicarlo a quien lo ve, que es precisamente quien no necesita que se lo expliques.
No.
Que como decían los clásicos sobre principios no se discute.
Lo he dicho clarísimo. Hay una actitud en política, por supuesto, transversal, que exalta en demasía el discurso moral; verbigracia, Errejón hablando, que no cumpliendo, de feminismo; Anguita «riñendo» al electorado por no votar bien, esa forma de evadir responsabilidades por las malas decisiones políticas.
Si no lo ves, no te lo puedo explicar.