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Recursos guardados en el olvido

Sueño. Dificultades y despertar

Hace alrededor de cinco años tuve este sueño:

Acabo de terminar de dar un curso y lo sé como se saben las cosas en los sueños, salgo del aula cargado de bultos: ropa saliéndose de la maleta, pequeños recipientes de plástico como cajitas o fiambreras en las que van cristalitos de colores como los que se emplean en decoración de escaparates o en la bisutería. Las cajas van abiertas y los cristales se van saliendo y desparramando por el suelo. Llevo también un disfraz para mi hija que alguien me ha regalado, seguramente un alumno del curso.

Desde el pasillo del edificio llego a una escalera muy empinada, casi no puedo poner los pies en los escalones, son muy estrechos y altos. Entre eso y lo cargado que voy tengo verdaderas dificultades para bajar.

Me acompañan dos personas, algo desconcertadas por mi dificultad, pero tampoco me ayudan.

Siento verdadera angustia por lo que está pasando, los objetos se me escapan de las manos, la musculatura de la mano ya no me responde por el cansancio y no obedece a mi orden de agarrar maletas, ropa y cajas con abalorios.

También siento vergüenza de que me vean mis dos acompañantes con esa cara de perplejidad silenciosa, parados junto a mí, vigilando mi descenso de la escalera.

Llego a tener tanta conciencia de la dificultad que estoy pasando que comprendo que estoy soñando… En el mismo momento en el que la alarma del teléfono móvil me despierta.

Palabras y emociones

La imaginación es más poderosa que el conocimiento o la información y anula fácilmente la razón. El ser humano es capaz de precipitarse hacia situaciones y actos aparentemente irracionales. Nuestras necesidades, supersticiones, prejuicios y creencias, asociadas a una fuerte emoción, pueden cegarnos hasta el punto de hacernos perder temporalmente el juicio. Este tipo de tendencias, que podrían conducirnos desde la aventura idílica y el heroísmo hasta el crimen pasional, son difíciles de manejar mediante el empleo exclusivo del razonamiento.

Es muy importante, por lo tanto, tener en cuenta esta regla en el empleo de la hipnosis, mediante la cual podemos suministrar al inconsciente sugerencias e imágenes que promuevan este tipo de capacidades, propias de la naturaleza del ser humano.

Metáforas del síntoma

La expresión lingüística total no es posible. Toda palabra es una aproximación metafórica acerca de la experiencia del mundo que tiene el hablante. Nos referimos a esto cuando decimos cosas como: mi trabajo es como… Este atardecer me recuerda… Mi casa tiene que ver con… Mi malestar, angustia se parece a…

Una de las preguntas favoritas que el psicoanalista hace a sus pacientes es la siguiente: ¿con qué más tiene que ver esto que le preocupa? Con ella explora las metáforas de la dificultad. 

Un síntoma puede ser expresión de otros problemas que no son fáciles de comunicar, bien por falta de conciencia sobre él o por la prohibición sistémica para su expresión. A veces, las creencias limitantes sobre un conflicto nos impiden expresarlo, sin embargo, quedan como sensación de la memoria corporal y más adelante se configuran con otros elementos. Veamos algunas funciones del síntoma1:

Una de ellas es comunicar: por ejemplo, la conducta confusa de un niño de siete años, con un lenguaje ininteligible, con distracciones y desobediencias severas puede estar comunicando la confusión que hay en casa, en la que madre, tía materna y abuela se disputan el control y el poder sobre el niño, siendo este el objeto de otras disputas no resueltas entre la familia.

«Soñé que estaba en la escuela y le gritaba a mi maestra cuando me daba una lección de geografía. En ese mismo momento, mis padres me estaban esperando a la puerta de la escuela con un gesto hostil y amenazante hacia mí».

Otra función es desplazar: las quejas de una madre sobre su hijo puede ser un desplazamiento de la queja y la frustración que siente la mujer frente a su marido.

«He soñado que mi padre me reprendía y me llamaba por el nombre de mi madre y yo no podía decirle que yo era su hijo y no su mujer». 

Otra función es promover el acercamiento o el apego entre dos personas: por ejemplo, un síntoma incapacitante de un hijo puede ser un modo de provocar que los padres se unan como pareja.  

«He soñado que no podía hablar, en el sueño tengo cinco años e imagino las palabras, pero no puedo pronunciarlas. Mi familia se reúne para animarme a que hable. Mi padre, mi madre, mi abuela materna y mi hermano pequeño, que aún es un bebé, me miran con asombro y atención para que hable. Y cuando me disponía a hablar, me he despertado».

En consecuencia, podemos hablar de distintos campos metafóricos a los que nos remiten las distintas manifestaciones sintomáticas. 

1. Un conflicto o síntoma es a veces expresión de un estado de la persona y también una metáfora de otro estado. A veces un dolor de estómago metaforiza otro tipo de dolor.

2. Puede metaforizar el estado interno de otra persona. El temor de un niño a salir a la calle puede ser una analogía del temor de la madre.

3. También puede ser una analogía de otras relaciones entre la familia. Si el padre vuelve abatido de su trabajo y la madre lo consuela. El hijo puede volver abatido de la escuela para dar oportunidad al padre de salir de su estado y consolarlo a él.

4. Por otra parte, puede provocar alianzas en torno al conflicto y suspender momentáneamente la atención de otros conflictos considerados quizá más graves. Como es el caso de muchas drogadicciones que generan alianzas de ayuda sobre el sujeto y tapan otros conflictos.

5. Las metáforas del síntoma pueden ser alternantes, saltando de un conflicto a otro en función de la reorganización de las fuerzas psíquicas sistémicas.

6. El síntoma puede ser expresión de un fantasma motivado por ciclos psicogenealógicos no concluidos, secretos familiares y hechos dolorosos2.

Recursos disponibles y olvidados

Te propongo una ensoñación hipnótica para recuperar recursos que has guardado en el olvido.

Recursos guardados en el olvido
Ilustración: Trinidad Ballester.

«Ahora yo no sé…

si puedes o no…

empezar a soñar un sueño…

que contiene la solución que tu inconsciente sabe…

que es la mejor para ti…

Pero sé que, cuando empieces ese sueño…

no tendrá ningún sentido. No es importante que comprendas…

solo es importante que aprendas…

y aprenderás…

exactamente lo que necesitas saber…»

(Grinder, J. y Bandler, R.)3

Del detalle a la totalidad

El lenguaje hipnótico es capaz de relacionar un pequeño estímulo con grandes espacios de la conciencia. Al igual que el sueño, puede movilizar un análisis complejo a partir de un detalle que aparece en el relato onírico.

Aquí tienes un sencillo ejemplo:

Patrón de trance: la palabra nos hace visitar tiempos pasados y futuros

Al sentarte aquí, quiero que mires fijamente este punto y mientras lo miras te puedes dar cuenta de que ahora estás haciendo lo mismo que hiciste cuando fuiste al colegio por primera vez y aprendiste el trabajo de escribir números y las letras del alfabeto. 

Estás aprendiendo… aprendiendo sobre algo que de hecho desconoces. Y aunque no te hayas dado cuenta, tu respiración ya ha cambiado y empiezas a sentirte más a gusto, enfocado y relajado.

(Milton Erickson)

El trance es una experiencia centrada en las capacidades del sujeto. Se trata de enfocar la atención en la intuición que tiene la persona acerca de la solución que desea. 

Podemos definir el síntoma como la experiencia del que intuye que tiene la solución, pero la ha olvidado. El inconsciente no nos permitiría tener un problema para el que no tenemos ninguna solución. Decía Jung que el estado de la persona que sufre se parece al que está delante de la estantería de todos los recursos de su vida y que ha olvidado donde guardó el que necesita para el problema que ahora afronta. 

El cambio es un fenómeno que también se aprende. Cada vez que el inconsciente acepta cambiar un hábito o una creencia, da un paso más a favor de la flexibilidad, de tal forma que abre camino para nuevos cambios o sugerencias.

Sueño de familia

He rescatado entre mis documentos el siguiente sueño. Está fechado el cinco de septiembre de 2010, en la ciudad de Denia.

Llego al portal de casa de mis padres. Está iluminado con la luz de la mañana. Entro con mi propia llave y ellos están al fondo, en la zona del ascensor. Se sorprenden al verme allí. Vienen corriendo hacia mí como si tuvieran veinte años. Es un portal muy profundo para un edificio tan modesto como ese.

Mi madre me abraza y expresa su alegría de verme como nunca. Se muestra activa e infantil.

Me cuentan cosas de sus hermanas, mis tías, que no recuerdo. El trasfondo es la alegría de estar juntos. Me tratan como si yo fuera su padre.

El portal está lleno de muebles y cosas de la casa como si se fueran a trasladar, poco a poco, la zona se va amueblando con armonía y parece que viven allí mismo.

Mi padre viste un batín verde oscuro con dibujos árabes negros muy llamativo. Su pelo también está extremadamente poblado y ondulado. Tiene el porte de un galán de cine italiano de los años cincuenta, como Marcelo Mastroiani o Vittorio Gasman, pero cuando eran muy jóvenes.

La pared proyecta la sombra de un árbol del exterior que nunca ha existido en ese lugar.

Me despierto viendo ese árbol a través de mi ventana y quedo fascinado por la escena.

Tengo la impresión de que me tratan como si ellos fueran mis hijos. Creo que me escapé de aquel portal para soñar este sueño en la ventana de mi casa.

Patrón de trance: no sé cómo haces (basado en trabajos del doctor Milton Erickson)

El otro día estaba en una playa, en un día de fuerte tormenta, junto a una gaviota suspendida en el aire, a un metro y medio del suelo, inmóvil, parada, luchando contra el viento.

No sé cómo hace la gaviota para resistir los embates del viento,

No sé cómo pone las alas

Ni cómo orienta la cabeza para luchar en plena tormenta,

No sé cómo maneja su musculatura,

No sé de dónde saca su fuerza, su vitalidad,

No sé a qué presta su atención para concentrarse en mantener su equilibrio

No me había dado cuenta de las cosas relacionadas con la atención, de esos procesos inconscientes y rápidos que ponemos en marcha para prestar atención al mundo que nos rodea.

Lo cierto es que no sé si primero enfocamos la vista para buscar o los ojos buscan algo que previamente querían.

¿Qué va primero?: la información del exterior que impacta y penetra abriéndose paso rasgando nuestra indiferencia o lo que interesa para mantener la vida, en las mejores condiciones posibles…

No tengo conciencia de cuánto participa todo el cuerpo en la orientación de la atención… los ojos, los oídos, la nariz… y en qué medida la postura de la espalda, el balanceo de los brazos, la posición de las piernas. No sé si la posición de la cabeza facilita o dificulta la atención, cómo ladeamos la cabeza al atender para que un oído se abra y se adelante.

No tengo ni idea acerca de tu forma de prestar atención a lo que te rodea…

No sé cómo seleccionas lo que es interesante y relegas a segundo plano lo que no puedes o quizá no deseas atender en ese momento…

No tengo conciencia de dónde almacenas lo relevante y lo irrelevante… ni cómo estableces la diferencia.

Es difícil hacerme una idea acerca de la velocidad con la que capturas la información que te llega del mundo, la ordenas, la valoras… y respondes a ella.

No sé cómo este proceso puede llevarte a un estado que te sienta bien, con esa sensación de gobernar tu vida.

Me impresionaría contemplar cómo influyen beneficiosamente estas micro-operaciones en tu respiración, en tu sensación de vitalidad…

No imagino cuál es el camino que une tus mínimos gestos al prestar atención y esa sensación vital que recorre tu cuerpo, ese cosquilleo que te conecta con lo más importante y grande de la vida.

Durante mucho tiempo no me había dado cuenta de muchas de estas cosas.

Ahora me siento preparado para dejarme estimular por todos esos procesos y participar de todos estos aprendizajes que se han operado en mí. Ahora puedo abandonarme a este viaje que comienza…

A menudo, los relatos proporcionan una relectura de lo que parecen absolutos enemigos para introducirnos en la intuición de soluciones. El desafío consiste en convertir las dificultades en aprendizajes orientados a posibles soluciones. 

Hace aproximadamente un año escribí el siguiente relato que tiene que ver con todo esto.

Relato. El dolor ha sido uno de mis maestros

El dolor está íntimamente unido a mi memoria. Me recuerdo desde (casi) siempre con dolor. Especialmente de hueso.

El dolor ha contribuido a crear y aumentar mi conciencia. Conciencia del cuerpo y de la realidad en la que habita. Cuando la atención se despista y dispersa en otros focos, el dolor la centra en lo esencial. Avisa de lo importante para mantener la vida a salvo marcando un eje indiscutible de prioridades.

Me enseñó a determinar lo esencial y a diferenciarlo de lo secundario. Indica de modo instantáneo de qué hay que ocuparse.

No lo deseo, pero su vigor me obliga a aceptar su existencia. Porque si lo niego es peor, él se encarga de recordarme su presencia aumentando su intensidad. Los mejores patrones hipnóticos de analgesia que conozco se basan en centrar la atención en él, en lugar de evitarlo. Le viene mal que lo ignoren, se rebela contra ello, creciendo. Porque su objetivo final es defender la vida, aunque su lenguaje sea tosco y poco refinado.

El dolor marcó grandes vías de mi orientación existencial. De la vida deportiva que deseaba de niño, cuando era capaz de jugar al fútbol cuatro horas diarias, me detuvo a observar el transcurso del tiempo. Recuerdo horas de contemplación de la evolución del sol durante el día a través de la ventana de la habitación que fue mi primer lecho de dolor. En la casa de mis padres.

La primera respuesta que genera el dolor es el rechazo: —Me estoy convirtiendo en un niñato flojo y malcriado. Me escucho demasiado. Debo sobreponerme a estas pequeñas molestias— me digo a mí mismo. Y cuando él percibe esta respuesta se incrementa hasta que tomo conciencia de que no es un invento mío sino un estado que emerge y debo atender. 

El dolor me enseñó el camino para comprender cómo la queja lo multiplica de modo estéril y lo convierte en algo más pesado de llevar. Me enseñó a evitar relaciones y ambientes sociales presididos y centrados en la queja y carentes de respuestas de solución.

No dije, por obvio, que el dolor organiza mi agenda, me hace cambiar el eje de prioridades a atender de modo inmediato. 

El dolor ha sido y es mi gran vía de autoconocimiento e investigación acerca de cómo puedo estarlo provocando y cómo puedo evitarlo.


Notas

(1) Ver HALEY, H. y MADANES, C. En MADANES, C. (1982): Terapia familiar estratégica. B. Aires: Amorrortu. Ver también el trabajo de SALVADOR MINUCHIN y colaboradores (2000): Pobreza, institución, familia. B. Aires: Amorrortu. También: El arte de la terapia familiar (2006) y Técnicas de terapia familiar en 2008. Estos dos últimos en Barcelona: Paidós

(2) BOSZORMENY-NAGY et al. (1994): Las lealtades invisibles. B. Aires: Amorrortu.

(3) Richard Bandler, y John Grinder (1993): Trance Fórmate. Madrid: Gaia. Pág. 140).

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Un comentario

  1. Menudo chute.

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