«Ocho violentas explosiones atribuidas a una fuga de gas sacudieron anoche una elegante zona residencial del centro de Madrid, dañando edificios, haciendo volar tapas de alcantarillas a cientos de metros y envolviendo varios bloques en una nube de polvo.
La policía informó de numerosos heridos y posibles muertos.
La agencia de noticias Europa Press dijo que la explosión cortó el suministro eléctrico y los teléfonos de cientos de miles de personas. En Maite Commodore1, un restaurante favorito de la sociedad madrileña, volaron algunas de sus ventanas, según informaron testigos (…)».
La reproducción de este y otros recortes de prensa junto a los créditos del disco y varias notas manuscritas de la autora completan el libreto de letras del primer álbum en solitario de la cantante de Jefferson Airplane/Starship, Grace Slick. Hay que añadir la humorada de un absurdo concurso de comer discos. Un chiste conectando su canción «White Rabbit» con la teoría de que el nombre Spain (es decir, Hispania) significa «tierra de conejos» sirve de excusa a Grace Slick para explicar su interés hacia España y su música. Existen declaraciones suyas mil veces reproducidas explicando más detalles: «La escribí después de tomar LSD y escuchar el álbum Sketches of Spain de Miles Davis durante veinticuatro horas seguidas hasta que se me quedó grabado en el cerebro», decía respecto a su primer clásico. «I love flamenco», declaró en otra ocasión.
España estaba a punto de cambiar radicalmente cuando en enero de 1974 se editó el álbum que incluye esta larga y compleja pieza musical. El tema de una película inexistente —supuestamente titulada Manhole, es decir, el pozo de mantenimiento de una alcantarilla— es el eje central de los seis cortes del disco. Para sacar adelante una de las músicas más ambiciosas compuestas, interpretadas y producidas por una mujer2, Slick logró involucrar a la flor y nata de la música de San Francisco, al ya entonces clásico contrabajista de jazz Ron Carter más la London Symphony Orchestra. El «Tema de la película Manhole» está dedicado, como el lector ya habrá adivinado, a la falta de libertad de los españoles todavía bajo la dictadura de Franco. Con perfil casi de poema sinfónico, los motivos musicales de «Manhole» alternan el desenfreno épico con momentos de expresividad más contenida: quince minutos de cadencias andaluzas y crescendos orquestales para acompañar una voz poderosa, cargada de pathos, que tiene tanto de Lotte Lenya como de Marifé de Triana. Por supuesto, en su momento no fue editado en España y, sorprendente e injustamente, no se ha convertido en el objeto de culto, como merecería, ni siquiera cuando fue editado por fin aquí llegada la democracia.
La estructura del tema es completamente atípica. La música, como la letra, va evolucionando desarrollando un tema principal, añadiendo variaciones y cambios con enorme riqueza instrumental y poética hasta desembocar en un gran y precioso epílogo orquestal. Después de un par de frases de contenido erótico aparentemente desconectadas del resto el poema («Prepara tu cuerpo para el amor, aquí no hay gravedad») Slick, que también toca el piano, hace suya la tradicional visión romántica de España: «La música de españa es para mi como Ia libertad»3, dice introduciendo desde el principio dos de los tres grandes temas que conforman el poema: la música y los instrumentos musicales y la libertad. El tercero, los cuatro vientos como mensajeros, aparecerá inmediatamente después.
Existe un cuarta característica en este texto de gran carga poética y es una falta de atención y respeto a la gramática y la ortografía castellanas tan despreocupada que puede resultar chocante incluso cómica. Grace Slick tenía la idea de grabar parte de «Manhole» en castellano y esperó hasta altas horas de la madrugada la llegada del conserje mexicano de los estudios de grabación (Wally Heider en San Francisco). Mientras recogía la basura, el buen hombre hizo lo que pudo con los versos de Slick. El resultado es, cuanto menos, pintoresco. «Canta como si la libertad es suiyo» es una frase incorrecta pero perfectamente inteligible. No así «Convenir resuena para escapar» (uno de los pocos versos en castellano que no aparecen también en versión inglesa), incomprensible e intrigante y seguramente cualquier intento de corregir o explicar su significado está condenado al fracaso.
Al igual que el principio del poema nos habla de cómo la música, concretamente la española, lanza una señal de libertad al pueblo oprimido, las fuerzas de la naturaleza toman asimismo partido y liberan su propio mensaje: «Escuche viento norte escuche»4, continúa. Los cuatro vientos, como metáfora y como símbolo, constituyen el leit motiv de «Manhole». El primero que nombrará Grace Slick va a ser el frío viento del norte. Posiblemente nos está hablando del frío del miedo y de la angustia por la ausencia de libertad. En seguida recibimos otra referencia al frío y al mensaje de la música: «Como corneta nevada corneta cantar». Más adelante encontraremos una traducción al inglés de estas frases que nos ayudará a entender este extravagante criptograma castellano.
Grace Slick va siguiendo la rosa de los vientos en su lamento por la opresión de los españoles. En California el viento de España llega desde el este y brinda sonidos musicales: «Alrededor vient oriente vient oriente enroyar disenroyar querdas que gritan Querdas que cantan», nos dice introduciendo la poderosa sección de doce violines, cuatro violas, cuatro cellos y cuatro contrabajos que oiremos acompañando la voz de Slick a lo largo del tema. Si antes era un instrumento de metal, la «corneta nevada», ahora son las cuerdas y ambos forman parte de la gran orquesta que parece corear los cantos desesperados de los españoles oprimidos. La traducción inglesa servirá más adelante para permitirnos entender su significado.
Grace Slick insiste en el tema de los vientos y de la música como mensajeros y maestros, pero ahora lo hace en un inglés fácil de entender: «El viento español sigue contándome cómo te sientes al cantar libremente. Sigue soplando y descubriéndome una forma nueva de escuchar». La fuerza incontenible de la naturaleza es esa maestra que nos enseña y explica cómo y por qué los vientos corean esa canción de amor que es el canto a la libertad («Y si oyes al viento cantar como alguien que canta por tu amor»). Existe otro mensaje, el que nos comunica la música. La cantante se refiere de nuevo a la gran orquesta que envuelve su voz y nos arrastra en este camino musical hacia la libertad: «vientos y cuerdas y el tiempo te mostrarán la libertad».
Al frente de The Great Society, Jefferson Airplane y Jefferson Starship, Grace Slick fue una de las protagonistas musicales de la revolución sicodélica que, desde las calles y parques de San Francisco, se extendió a todo el mundo a mediados de los años 60. Inconformistas tanto respecto a los convencionalismos sociales como a las estrecheces mentales, la música de los llamados hippies dio un gran vuelco a la historia musical (y al mercado, también) desatando todo tipo de libertades artísticas, técnicas y conceptuales y convirtiendo la música juvenil anglosajona (llamada rock o pop), hasta entonces efímera y de consumo, en un elemento de gran peso en el arte y la sociedad. Dentro de este movimiento, «Manhole» supondría cronológicamente una de sus últimas etapas y uno de sus grandes momentos de búsqueda, intrepidez y grandes hallazgos.
«If he feels Like a good man, when you touch him, when you come near him» continúa «Manhole», y el oyente puede entender que está hablando de un hombre y del amor físico —un nuevo tema que se introduce momentáneamente, al margen del marco de belleza y emoción de «Manhole»— para conectarnos con la realidad de la vida y sentimientos de los hombres y mujeres de la España oprimida por la dictadura. Puede tratarse también de la música del viento y de su mensaje, que la cantante intenta comprender del mismo modo que intenta comprender el idioma del país tiranizado que era España con la única ayuda de la pobre traducción del portero. No se trata de contar una historia ni de describir sentimientos o ideas, sino de hacernos sentir la urgencia y el desespero de vivir bajo dictadura.
En la siguiente estrofa la mala gramática puede resultar irritante y también risible. «Viento del sur suena como carne caliente en tambor – carne en carne pero viento oeste resuena Como alas metálicas. Giralda vena demonstrando el camino lamentando se por la noche. La rueda de yairro hierro en frente del sol. Quatro pedasos de metal con puntas. Corta el aire corta el cielo». Por suerte, el poema incluye más adelante estos mismos versos en versión inglesa, lo que nos permite entender que la cantante está hablando del parche de cuero de un tambor que vibra con la furia del cálido viento del sur, mientras el viento de poniente lleva el eco de una veleta metálica cuyas saetas cortan el aire y el cielo indicando el camino para escapar.
No podemos hacer mucho más que intentar recomponer la frase seudocastellana: «La hentes compelados para delatar», con su fresca incorrección gramatical tal vez contiene un aviso críptico sobre el miedo, las denuncias y la traición: el pueblo español oprimido y obligado a delatar a los sediciosos y rebeldes que se han atrevido a seguir los ecos —el resonar— del mensaje de libertad de los vientos. Y volvemos al inglés: el viento, ese «silver wind», valioso como la plata, lanza su invitación al oprimido para que vuele libremente como un ideal pájaro humano.
Lo que sigue podría ser la crónica velada de una huida y nos explicaría los ininteligibles versos en castellano precedentes. «The roof is gone», dice, mientras corren las manecillas del reloj. Los avisos del frío viento del norte suenan como clarines glaciales que navegan a través del viento del este. Retomando la metáfora de la música unida al lamento por la libertad secuestrada, Grace Slick nos presenta el viento del este con cuerdas enredadas y desenredadas, ¿cuerdas de violines y violas o sogas que atan, inmovilizan y aprisionan? Mientras, el viento del sur hace sonar el tambor —tal vez los latidos del corazón de un fugitivo o tal vez los redobles de las patrullas de sus perseguidores—. Y vuelve a soplar el viento del oeste con sus ecos metálicos semejantes a los de una veleta ¿oxidada? que gime por la noche cuando es inútil porque no podemos ver adónde señala. Sus cuatro saetas metálicas cortan el cielo en una preciosa imagen de la puerta que se abre hacia la libertad. «El ser humano (el hombre) debe volar» dice la cantante.
Y en el momento cumbre, la voz de Grace Slick y el crescendo de la gran orquesta, con la violencia añadida de la guitarra eléctrica, convierten en un grito abstracto y estremecedor una frase que antes ha podido parecernos absurda y hasta ridícula: «Convenir resuena escapar-escapar». El contraste con un nuevo motivo, introspectivo pero cargado de tensión, nos habla de la necesidad de huir, de seguir las voces de los vientos y cantar con ellos. El hombre libre brindará sonrisas y recompondrá el mensaje de las transmisiones radiofónicas (un bello e intraducible «turn dead air into sound»).
Slick se despide con tres historias individuales pero paralelas, las de un hombre, una mujer y la suya propia que terminarán la pieza con una conmovedora letanía de orquesta y coros («No le atéis, quiere correr – Dadle el sol») que, cuando al final, introduce la primera persona, resulta escalofriante. «Y si veis -creéis que estoy a punto de marcharme, podéis seguirme-pero yo ya me he ido. DADME EL SOL».
Antes de terminar este comentario, quisiera llamar la atención acerca del fracaso y la pobre capacidad de los santorales y olimpos roqueros que llevan cincuenta años dejando de lado esta obra magistral. Inexplicable y lamentable.
Notas
(1) El nombre correcto del establecimiento citado es Mayte Commodore.
(2) En colaboración con David Freiberg, Paul Kantner, Keith Grant y Steven Schuster para la producción.
(3) Mantenemos la ortografía del folleto de letras original.
(4) Tal como pronuncia Slick y siguiendo el contexto, «escuche» debería llevar tilde (escuché).
Fascinante