Arte y Letras

Encuentros de Pamplona 2024: la letra y el pensamiento

Encuentros

Ocurrió en el verano de 1972 y entre las calles de la capital de Navarra. La urbe ofreció cobijo a los Encuentros de Pamplona, una propuesta cultural completamente inédita en el país, aquella que la historia etiquetaría como «El acontecimiento más importante de la segunda mitad del siglo XX en España». Un festival de vanguardia internacional, impulsado por una iniciativa privada, que convirtió la ciudad en un punto de aproximación (y reunión) para todo tipo de personalidades, obras, artistas, ideas, culturas y sensibilidades. Robert Llimós trotó vestido de atleta y portando flores bajo las cúpulas inflables ideadas por José Miguel de Prada Poole, Shusaku Arakawa y Madeline Gins arrojaron octavillas que contenían anagramas de los nombres de un famoso dictador y un popular pintor, las grabaciones caseras de Dennis Oppenheim y los clásicos de Jean-Luc Godard se proyectaron sobre el entorno para disfrute los visitantes, y John Cage se personó en la Sala de armas de la Ciudadela mientras Laura Dean y Steve Reich danzaban por las cercanías. El arte conceptual, la música experimental, el body-art, las creaciones efímeras, las performances, y las nuevas miradas de decenas de creadores invadieron avenidas y estancias. Pamplona nunca había visto algo similar.

Tras la celebración de los Encuentros de Pamplona en el 72, el festival desapareció, como si hubiera formado parte de un espejismo que la ciudad disfrutó de manera colectiva. El poeta y ensayista Ramón Andrés recordaba la muestra original como «Una puesta al día del mundo» de una ciudad y de un país que estaban sumidos «en un letargo político y cultural muy profundo». Aquel certamen había supuesto algo inaudito, pero no algo irrepetible: cincuenta años después, Ramón Andrés fue uno de los culpables de la resurrección del evento, al encargarse de dirigir y comisariar en 2022 la programación de unos nuevos Encuentros de Pamplona 72-22 que llegaron con ganas de enraizarse, anunciando su intención de convertirse en un punto de encuentro con naturaleza bienal.

En el año 2024 los Encuentros regresan a Pamplona para celebrar, del tres al trece de octubre, una nueva edición donde convergerán disciplinas artísticas e ideas de todo tipo, organizadas a través de conferencias, diálogos, exposiciones, representaciones escénicas, debates, actuaciones musicales, talleres y actividades. Una programación que arrancará con el diálogo «Sobre el amor y Eros» entre el escritor francés Pascal Quignard  y Ramón Andrés, quien ejerce de nuevo como director comisario, y que a lo largo de diez días desplegará una extensa lista de invitados ilustres: escritores como Asli Erdogan, Cristina Rivera Garza, Patricio Pron, Juan José Gómez Cadenas, Sara Ahmed y Hugo Mujica; cineastas como Apichatpong Weerasethakul, Béla Tarr y Antoine d’Agata; compañías de artes escénicas y danza como Baro d’evel, La faktoria choreographic center y la Compañía Carolyn Carlson; pensadores como Francisco Jarauta, François Jullien, Gerald Raunig, Gilles Lipovetsky, Marta Segarra, Luciano Espinosa, Marta Tafalla, Blanca Solares y Luciana Cadahia; propuestas musicales a cargo de CMC-Garaikideak, Ensemble o vos omnes, Gandeia, Rifat Varol y SIGMA Project, artistas visuales como Alicia Otaegui, Asier Mendizabal, Daito Manabe, Eva Lootz, Johanna Gustafsson Fürst, Nerea de Diego, Patricia Esquivias, Patxi Araujo y Lisa Tan; compositores como Liza Lim, Georg Friedrich Haas y Mauricio Sotelo; activistas como Xavi Animal y Yayo Herrero; y personalidades como el matemático Eduardo Saénz de Cabezón, la economista Hélène Tordjman, el arquitecto Alberto Odériz o el neurobiólogo Stefano Mancuso.

Un elenco de invitados tan abultado y variado como para que resulte imposible desgranar en un solo artículo las carreras y logros de cada uno de ellos. Por lo tanto, comenzamos una serie de publicaciones de los Encuentros con cuatro de los autores participantes, en este caso pertenecientes a los universos de la literatura y el pensamiento.

Herta Müller y la poesía ensamblada

En cierta ocasión, el crítico literario Denis Scheck visitó la residencia en Berlín de la novelista, poeta y ensayista Herta Müller. Durante el encuentro, el hombre observó que uno de los cajones del escritorio de la autora estaba repleto de letras sueltas, carácteres individuales que habían sido extirpados a tijeretazos de las páginas de diversos periódicos. Al interesarse por aquella extraña macedonia de grafemas, Scheck descubrió que Müller no almacenaba los recortes por capricho, sino para darles un uso práctico. Para reordenarlos y encadenarlos entre sí con el objetivo de ensamblar nuevas palabras, que a su vez construirían nuevos textos. Según reconocería el periodista, aquello fue una revelación fascinante, que le hizo sentir como si hubiese sido invitado a contemplar «el taller de trabajo de una auténtica poeta». Estaba en lo cierto, porque su anfitriona profesaba un respeto casi religioso al poder que poseían las letras al ser utilizadas como herramientas. Aquella mujer en cuyo despacho se encontraba era la misma que escribió «Las palabras deben y pueden ser capaces de hacer cualquier cosa».

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Herta Müller en 2010, durante una lectura en Potsdam de Todo lo que tengo lo llevo conmigo. Imagen: CC.

Herta Müller nació un agosto de 1953, en Nițchidorf, una comuna agrícola perteneciente a la por entonces conocida como República socialista de Rumanía. Era la hija de un ex-soldado de las Waffen-SS que participó en la Segunda guerra mundial, y de una madre que a los diecisiete años había sido deportada a un campo de trabajos forzados en la Unión Soviética. Müller estudió filología germánica y rumana en la Universidad del Oeste de Timișoara y cuando caminaba por la veintena comenzó a trabajar como traductora en una fábrica de maquinaria. Un puesto del que sería despedida tras negarse a colaborar con la Securitate, la policía secreta del país. Rumanía no era un sitio especialmente agradable para vivir en aquella época, porque el mandato del presidente comunista Nicolae Ceaușescu había virado rápidamente hacía un totalitarismo salvaje, degenerando en una bonita dictadura que se presentaba de serie con el pack completo: represión del ciudadano, brutalidad de las autoridades, culto incuestionable a la figura del líder, censura de prensa, deterioro de las relaciones internacionales, control de la población a todos los niveles y muchísimos asuntos turbios escondidos debajo de la cama. Tras perder el puesto de traductora, Müller vivió bajo una vigilancia continua mientras trataba de ganarse el pan dando clases de alemán, su lengua nativa, y trabajando como profesora en guarderías.

En 1982, Müller publicó su primer libro, En tierras bajas. Una colección de quince relatos cortos con ecos autobiográficos, ubicados en los terrenos rurales del Banato rumano y narrados por una niña. Cuentos repletos de imágenes oníricas, trazas poéticas y, sobre todo, de una feroz crítica hacia el régimen imperante que la ahogaba. Lo atrevido de la denuncia provocó la censura del texto en Rumania y, de rebote, un montón de miradas de desdén hacia la autora, tanto de los mandamuchos situados en puestos de poder, como de algunos lectores que consideraban aquellos relatos una «denigración de la patria». Müller logró deslizar el libro clandestinamente por la frontera hasta la Alemania occidental, donde sería publicado en 1984 y celebrado por la crítica y el público. Aquella artimaña, y aquel reconocimiento, incrementó la presión del gobierno rumano sobre la autora, quien optó por abandonar el país junto a su marido, el escritor Richard Wagner, para asentarse en Berlín y continuar sin agobios con su carrera literaria. Müller estampó su firma en obras como El hombre es un gran faisán en el mundo (1986), La bestia del corazón (1994), Hoy hubiera preferido no encontrarme a mí misma (1997), El rey se inclina y mata (2003) o Todo lo que tengo lo llevo conmigo (2009) entre muchas otras. Textos que estaban profundamente marcados por la opresión sufrida. En 2009, la escritora recibió el Premio Nobel de literatura como reconocimiento a su don para describir «con la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa, el paisaje de los desposeídos».

La afición de Müller por coleccionar letras y reordenarlas para construir palabras se gestó durante sus viajes en tren. Trayectos donde ideó el pasatiempo al recortar, con unas tijeras para las uñas, aquellas revistas y periódicos que tenía a mano para, a continuación, confeccionar cartas y postales que remitía a sus conocidos. La autora no tardó mucho en descubrir que los poemas redactados mediante aquella curiosa forma de escritura le resultaban especialmente satisfactorios, por dotar de un sentido material a las propias palabras. Y decidió trasladar todas las labores de corta-pega a la mesa de su propio estudio, para convertir el hobby en una herramienta de trabajo. Varios de aquellos poemas de elaboración artesanal han sido publicados en recopilaciones como En el moño mora una señora (2000), Los pálidos señores con las tazas de moca (2005) o El guardia saca su peine (2010).

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Tijeras, utilizadas por Müller para recortar letras de publicaciones impresas, expuestas en el museo Nobel en Estocolmo, Suecia. Imagen: CC.

En el marco de los Encuentros de Pamplona, el sábado cinco de octubre en la Sala de cámara del auditorio Baluarte, Herta Müller conversará con Cecilia Dreymüller, traductora y editora de su último libro El funcionario dijo, sobre la naturaleza del trabajo con las palabras. Asimismo, una colección de ciento cuarenta de aquellos poemas, construidos letra a letra por la mano de Müller, podrá contemplarse a partir del cuatro de octubre en una exposición, con espíritu de autobiografía lírica, ubicada en la sala Polvorín de la Ciudadela.

Filosofías para ubicarse

El filósofo, teórico cultural, crítico de arte y ensayista ruso-alemán Boris Groys (Berlín, 1947) creció en la Unión Soviética, donde asistió a la Universidad estatal de Leningrado (la actual San Petersburgo). Tras completar su educación, se enredó con la filosofía y la teoría cultural, centrando sus atenciones en la relación que el arte tejía con el poder político en el escenario de la antigua URSS. En el 81, se trasladó a la Alemania occidental y desde entonces se ha dedicado a a alimentar su currículo firmando una extensa producción ensayística de tratados como Arte y terrorismo (2008), Volverse público: las transformaciones del arte en el ágora contemporáneo (2014), Introducción a la antifilosofía (2016), Tecnologías de la inmortalidad antes y después de la Revolución de Octubre (2021), o Devenir obra de arte (2023); comisariando exhibiciones; y redactando centenares de artículos para diversos medios. Uno de sus textos más populares es Obra de arte total Stalin (2008), un libro donde el filósofo se atreve a examinar el vínculo entre la estética y la política en la Unión Soviética del régimen de Stalin. O un tema que a menudo ha sido considerado tabú entre los intelectuales, y que fue firmemente rechazado por pensadores como Clement Greenberg, quien consideraban la corriente del realismo socialista como un arte de masas sin valor. En el caso de Groys sus reflexiones sobre el arte ruso le han proporcionado tanto elogios por las ideas planteadas, como acusaciones de querer equiparar la vanguardia con el estalinismo. En su reciente La filosofía del cuidado (2022), Groys aborda el asunto de los cuidados desde la perspectiva biopolítica, un concepto introducido por Michel Foucault, para analizar cómo el acto de cuidar se entrelaza con las estructuras de poder, despojándose del carácter desinteresado y sustituyéndolo por implicaciones políticas.

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Boris Groys. Imagen: CC.

La filósofa estadounidense Susan Neiman (Atlanta, 1955), ex-profesora en centros como Yale o la Universidad de Tel Aviv y directora del Foro Einstein de Potsdam desde el año 2000, pospuso todo lo que tenía entre manos para redactar de manera urgente un ensayo titulado Izquierda no es woke (2024): «Estaba escribiendo otro libro, que trata de cómo la víctima se ha convertido en la única fuente de autoridad de nuestro tiempo. Y de pronto, lo que veo es que el fascismo surge. Y la izquierda se fragmenta, como siempre hace frente al fascismo, enredándose en debates que son simbólicos en gran medida. Entretanto, la derecha logra unirse». Lo inaplazable de la redacción de aquel Izquierda no es woke vino impulsado por el panorama que Neiman estaba percibiendo en su entorno: encontraba molestas varias facetas de la omnipresente ideología woke, y también le resultaba irritante ver cómo amigos y conocido habían empezado a decirse que tal vez no eran de izquierdas si ser de izquierdas significaba ser woke. Su libro, un bestseller en los Países bajos y Estados unidos, era su modo personal de tratar de poner algo de orden en todas aquellas asociaciones que consideraba erradas. Definiéndose siempre como socialista, Neiman escribió el texto con una misión clara: diferenciar entre la izquierda y lo woke. Y en su análisis no plantea una carga contra la primera, sino una advertencia sobre la política simbólica que parece enarbolar lo segundo. Para Neiman el concepto woke es difuso e incoherente al construirse sobre teorías reaccionarias donde se oponen sentimientos contra pensamiento: «Los sentimientos son de izquierdas y el pensamiento es de derechas».

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Susan Neiman en 2019. Imagen: CC.

El texto La filosofía del cuidado de Groys será uno de los protagonistas de los Encuentros de Pamplona al ser desgranado el viernes cuatro de octubre por su propio autor en una videoconferencia retransmitida desde la Sala de cámara del auditorio Baluarte. Dos días después, el mismo espacio acogerá una reunión entre Susan Neiman y la periodista cultural Berta Ares donde la escritora de Izquierda no es woke conversará sobre política contemporánea, la filosofía woke, y su trabajo en torno al racismo en el libro Learning from the Germans (2019), donde compara el nazismo con el supremacismo blanco en USA y el papel ejercido por la memoria de la Shoá y de la esclavitud.

Yuri Andrujovich: el intelectual burlesco

En 1985, tres escritores ucranianos llamados Yuri Andrujovich, Viktor Neborak y Oleksandr Irvanets fundaron el grupo de performance literaria Bu-Ba-Bu, una alegre tropa bautizada con tres sílabas que hacían alusión a las palabras «Burlesque», «Farsa» y «Bufonada» en el idioma natal de sus creadores. Bu-Ba-Bu nació como una agrupación posmodernista, intelectual pero gamberra, con el objetivo de insuflar espíritu de carnaval a la literatura ucraniana a base de desafiar sus límites, juguetear con sus normas, apostar por el humor y reinterpretar el papel del escritor. Bajo aquella premisa, Bu-Ba-Bu ofreció representaciones, publicó libros, organizó «reuniones poéticas amistosas», fundó su propia Academia Bu-Ba-Bu, otorgó premios, y experimentó con un tipo de teatro que pretendía destruir las normas de la poesía tradicional ejecutando accidentes estilísticos, vociferando blasfemias, o chapoteando en temas prohibidos. Lo mejor de todo lo anterior es que la chanza teatral también se sustentaba en tomarle el pelo a los propios espectadores fieles, aquellos que se mostraban fanáticos de aquellas performances, un público que era completamente inconsciente de formar parte de una guasa erudita. Y lo curioso es que Bu-Ba-Bu nunca se planteó como una solución a un problema, sino que su origen era tan humano como la propia idea de la bufonada: el grupo se creó a modo de antidepresivo, como un medio para «convertir los juegos en poesía» que dijo Irvanets, como una crítica neobarroca burlesca, y como un refugio entre amigos que se sabían desencantados con lo que tenían a su alrededor.

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Yuri Andrujovich en 2015. Imagen: CC.

Yuri Andrujovich (Ucrania, 1960), la cabeza más visible de aquella extraña pandilla de intelectuales carnavalescos, es algo más que un ideólogo de bufonadas ilustres. Su pluma está considerada como una de las más relevantes dentro de la literatura ucraniana contemporánea, y su trabajo ejerció un importante papel en el renacimiento cultural del país tras la independencia de la Unión Soviética. Entre su dilatada producción literaria se encuentran poemarios como Cielo y nubes (1985) o El centro de la ciudad (1989); traducciones de la obra de de William Shakespeare o Bruno Schulz; novelas como Recreaciones (1992), Moscoviada (1993), Perversión (1996) o Doce anillos (2003); y ensayos como Mi Europa (2000). 

El diez de octubre, Andrujovich visitará el auditorio Baluarte con motivo de los Encuentros de Pamplona para conversar con Sandra Ollo, directora de Editorial Acantilado, sobre su trabajo literario y ensayístico.

Encuentros de Pamplona

La bienal internacional de cultura, arte y pensamiento Encuentros de Pamplona se celebrará en la capital navarra entre los días tres y trece de octubre de 2024. Su programa, disponible para consulta aquí mismo, se presenta estructurado en nueve itinerarios diferenciados, a modo de una hoja de ruta temática de las diferentes propuestas y actividades presentadas. 

En dicho recorrido, la sección Literatura sin vuelta de hoja indagará en las letras y las ficciones que se preguntan por lo que somos, proponiendo un diálogo entre Pascal Quignard y Ramón Andrés sobre el amor y Eros, una charla oficiada por Cristina Rivera Garza y Patricio Pron sobre el espacio actual que ocupa la literatura, y conversaciones con Yuri Andrujovich y Herta Müller, junto a una muestra de los collages poéticos de esta última. Por su parte, S. XXI: Filosofía para ubicarse versará sobre el uso de la filosofía como brújula en un mundo caracterizado por el exceso de información, y ofrecerá una videoconferencia con Boris Groys, una charla entre Gilles Lipovetsky y Francisco Jarauta sobre la civilización nihilista, un encuentro con Susan Neiman y una conferencia de Luciana Cadahia sobre las nuevas formas de emancipación. En el principio fueron las manos palpará lo físico, la mano y la herramienta, a través de coloquios protagonizados por Luciano Espinosa, Eduardo Sáenz de Cabezón, Asier Mendizabal, Patricia Esquivias, Lisa Tan, Johanna Gustafsson Fürst, Gerald Rauning, Juan José Gómez Cadenas y Mónica Bello. El apartado Los árboles que nos quedan abordará las perspectivas del ecologismo actual estableciendo citas con Marta Segarra, Marta Tafalla, Hélène Tordjman, Stefano Mancuso, una conferencia escénica conducida por Oskar Alegria y las representaciones de la compañía de danza de Carolyn Carlson, el CMC Garaikideak en colaboración con la artista Karmele Gomez, y una performance circense escenificada por la compañía Baró d’evel.

En El espejo feminista, Yayo Herrero comandará la conferencia «Miradas ecofeministas para revertir la guerra contra la vida» y Sara Ahmed hará lo propio con una charla de nombre especialmente llamativo: «Feminismo aguafiestas como proyecto de creación del mundo». La sección Todos venimos de muy lejos investigará la historia y nuestra deuda con las civilizaciones ajenas gracias a las intervenciones de Blanca Solares, Hugo Mujica, Asli Erdogan, François Jullien, una instalación escultórica firmada por Alberto Odériz, un concierto de Ensemble o vos omnes, y la actuación de un Rifat Varol que se presentará acompañado de los danzarines Derviches giróvagos. Música en todas las direcciones acogerá una charla de Liza Lim sobre transculturalidad, un diálogo entre Georg Friedrich Haas y Mauricio Sotelo bautizado «Dolorosa belleza, el sonido como nostalgia», y las actuaciones de Sigma Project y Gandia. Cine adentro reunirá en un mismo espacio a dos de los cineastas más interesantes y arriesgados de la actualidad: Béla Tarr y Apichtpong Weerasethakul. Por último, el apartado Arte: entre lo real y el mundo exhibirá la obra de autores como Patxi Araujo, Nerea de Diego, Alicia Otaegui, Eva Lootz, Daito Manabe, Ada Garrúes, Loresa Alfaro, Katixa Goldarazena, Antoine D’Agata y La faktoría choreographic center. En el entorno de la Sala Muralla de Baluarte, la Fundación la Caixa también presentará la muestra Tensión continua, donde se exhibirán veinte piezas de artistas internacionales pertenecientes a la Colección de Arte Contemporáneo de la entidad. En ella, encontraremos esculturas, videotrabajos, pinturas y fotografías de autores como Guillermo Kuitca, Bruce Nauman, Jana Sterback, Walid Raad, Harun Farocki, Damian Ortega, Juan Muñoz o Adrian Paci.

Las actividades de los Encuentros de Pamplona son de carácter gratuito, salvo algunos espectáculos artísticos que contarán con precios reducidos. Las invitaciones al evento podrán retirarse, con un máximo de seis por persona, a partir del viernes seis de septiembre en la taquilla de Baluarte o desde la web oficial.

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