El pasado 1 de septiembre, desde la sección de Cultura de El Confidencial, Juan Soto Ivars aplaudía, con esa gracia tan suya, tan castiza, tan de parecer siempre recién caído del cielo, que Antonio Naranjo llamase a las cosas por su nombre. Es decir, que instruyese a Júlia Salander insultándola en directo, porque «lo que dijo es una estupidez, y está bien que ella sepa que fuera de la burbuja activista te pueden llamar lerda si lo sueltas». Celebraba, además, sobre todo, que el exabrupto le hubiese salido gratis al tertuliano Naranjo, sin sanciones, sin dedos acusando de machismo, sin tan siquiera causar un revuelo en las redes. Haberlo, lo hubo, solo que no para afearle la conducta, sino para sacarlo a hombros por la puerta grande de X. Pero ¿a qué tanta algarabía testosterónica de cipotudo por una (digámoslo) cutre «lerda»?
Antes de responder, permítanme dar el contexto, para que puedan seguirnos quienes no han estado al tanto de la polémica: Júlia Salander, politóloga, analista de datos y activista feminista, publicó en febrero un libro titulado Tu argumentario feminista en datos: 150 razones para combatir el machismo. Acudió al podcast El sentido de la birra para hablar de él con Ricardo Moya. Ricardo Moya publicó el 25 de agosto por X un fragmento de dicha entrevista con el titular, en mayúsculas: «SOMOS VIOLADORES EN POTENCIA». En el clip, Moya pregunta a Salander por la utilidad del axioma «Todos los hombres son violadores en potencia». Salander responde, dando por hecho —como todos— que la pregunta surgía de la voluntad real de conocer su punto de vista (porque por eso y para eso la estaba entrevistando, claro):
Cuando tú tienes «en potencia» de algo, es que tu mera existencia te puede generar algún tipo de predisposición a actuar como tal. (…) La utilidad de la frase es entender el fenómeno. Cuando en un fenómeno vemos un patrón de conducta y una desigualdad tan grande [se escucha un: ujuum, de fondo] en quién es la víctima y quién es el agresor, hay que ponerlo encima de la mesa, porque, si no, no estamos analizando bien el fenómeno.
Hasta aquí todo claro, ¿verdad? Pues, por lo visto, no. Moya intenta instruir a la entrevistada («pero puedes decir «la mayoría de los violadores son hombres”»), se va por la tangente y se marca tremendo hilo en X para añadir lo que no dijo o no mostró en su momento, por ejemplo, que su «preocupación es el rechazo y la tensión que expresiones como esta pueden generar», o que le «encanta cuando se pueden tener este tipo de conversaciones desde un lugar de análisis y no desde la emocionalidad y la necesidad de tener la razón». El clip se hace viral, llaman a Salander desde el programa En boca de todos para que entre en directo a explicarse (no a hablar de su libro, ¿¡qué libro!?), y el presentador abre el debate así: «Júlia, ¿yo soy un violador en potencia?». Y Júlia, que es una activista feminista curtida y profesional, intenta explicarlo, de nuevo, aludiendo al sentido filosófico del «en potencia», haciendo hincapié en que es parte de una reivindicación. Tampoco con este presentador hay suerte, también se lo lleva a lo personal. Ahí entra Antonio Naranjo para soltar tres perlas consecutivas, con el codo apoyado en la mesa del plató como si de la barra de un bar se tratase: «todas las prostitutas son mujeres, pero no todas las mujeres son prostitutas, y te lo voy a mejorar: creo que tú eres una lerda, pero no todas las Júlias y todas las mujeres lo son». Aquí Salander pide ser respetada y tiene la imperdonable (para las mujeres) desfachatez de recomendarle leer un libro de feminismo y/o de filosofía, a lo que Naranjo responde: «ya, ya, ya, tú coge un libro en general, que me temo que te hace alguna falta, porque lo que somos todos los hombres, es que somos los primeros —creo yo— en entender lo que os pasa a vosotras y en intentar ayudaros a que no os pase».
Salander cuelga la videollamada y el azote de «lo woke» escribe su columna del 1 de septiembre, sintiendo que el feminismo ha sufrido un duro revés, no solo por parte de Naranjo, sino de la sociedad, que ahora, al fin, ¡aleluya!, reacciona ante «el hartazgo por repetición» de las consignas feministas. Ahora, como lleva siendo desde los inicios de nuestra historia, se puede culpar a las mujeres de todos los males que suframos, de lo que impersonalmente «nos pasa», porque t_d_s p_t_s, todas, a excepción de la madre y, a veces, de la hermana y la hija de uno, son, somos, unas arpías, malas de cojones. Son ellas, nosotras, las únicas responsables de los atropellos sufridos.
El argumento es sospechosamente similar al encontrado por redes sociales sobre inmigración y violaciones en el entorno de la «fachosfera» («luego no te quejes cuando te viole un grupo de [añadir aquí su fetiche racista favorito], porque os lo habéis buscado vosotras»), al dado por maridos con vocación disciplinaria («te pego porque me has provocado, para que aprendas, para que no lo hagas más»), a los cuestionamientos sobre cualquier violación («¿Cómo iba vestida? ¿Por qué iba sola a esas horas por esas calles (cualquier calle)? ¿Seguro que dijo que no? ¿No será que lo calentó y luego se arrepintió? ¿Cerró usted bien las piernas?»). Pero seguro que es casualidad. Ha de serlo, porque él, como los otros citados que han querido dar lecciones a Salander, a todas las mujeres y feministas, es hombre, que es igual a decir que son la voz de la razón, que no se dejan llevar por las pasiones. Porque estos berrinches no son porque se sientan personalmente apelados e invitados a hacer revisión de sí mismos, de nuestra tradición y del entorno, no, no, son LA VERDAD.
Lo que parece que ignoran estos señores es que las mujeres llevamos toda la historia aguantando las mismas violencias y categorizaciones generalistas contra las que ellos creen defenderse ahora, y eso, quieran o no, hace callo (hasta esa indignación y pataleta es privilegio, ya ven). De ahí, quizá, la santa o la puta paciencia para explicar lo mismo una y otra y otra vez.
Dudo que yo pueda hacerlo mejor que Salander, o que Ana Bernal Triviño en Público, pero sí puedo intentar explicarlo, otra vez, muuuy despaciiiito. A veeer: túú, Juaaan, Antoooonio, Ricaaaardo, Peeepe o Franciiiisco, no eres toooodos los hombres (lo siento) y lo que te aleja de ser un violador en acto es una circunstancia foortuuiita, como lo es el haber nacido en un país como España en el siglo XX o XXI, haber recibido una educación determinada y haber desarrollado tu conciencia social en un contexto específico. De haber nacido hombre proletario, por ejemplo, en Venecia o en ciertas zonas de Francia en los siglos XIV-XV, quizá habrías participado, como hicieron la mitad de los jóvenes de entonces, en las violaciones a otras mujeres de la misma clase social «que los autores realizaban abierta y ruidosamente por la noche, en grupos de dos a quince, metiéndose en las casas o arrastrando a las víctimas por las calles sin el más mínimo intento de ocultarse o disimular», porque era un acto legal y consensuado por las autoridades políticas, como señalan Jacques Rossiaud en Medieval Prostitution y Silvia Federici en Calibán y la bruja. Pero esto os coge muy lejos y era el medievo, ¿a que sí?
Bueno, también podría uno haber nacido en teocracias como las reinantes en Irán o Afganistán en la actualidad, o en cualquiera de los países donde se mantienen los matrimonios forzados o concertados, en los cuales la violación es una constante desde la misma noche del enlace. Pongamos que otro podría haber nacido en la India, donde, a pesar del silencio impuesto so riesgo de que detengan a la denunciante, se conocen una media de siete mil doscientos (7200) casos de abuso infantil al año perpetrados por los propios familiares, treinta y un mil quinientas dieciséis (31 516) violaciones dentro y fuera del ámbito familiar se registraron en 2022. O en Sierra Leona, que tuvo que declarar en 2019 un estado de emergencia por violencia sexual. ¿Parece lejano aún?
Venga, vamos a hombres blancos con los que os podáis identificar. En Reino Unido, de enero a septiembre de 2022, se registraron sesenta y tres mil ciento treinta y seis (66 136) delitos sexuales según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, de los cuales un 37 % correspondía con la definición de violación. En la misma horquilla temporal, pero de 2023, en España se denunciaron tres mil noventa y tres (3093) violaciones. En Francia, esta semana, se está juzgando a cincuenta y uno de los setenta y dos (72) hombres que violaron a una sola mujer inconsciente, drogada por su marido, durante nueve (9) años. Si estáis pensando que por qué aguantó que la drogasen por tanto tiempo, seguís siendo parte del problema. Y repito que esto son solamente los casos denunciados, no todos los que son.
Otra posibilidad no desdeñable y tal vez presente en el futuro: que uno se vea en medio de un conflicto bélico y que, sin comerlo ni beberlo, pase de ser un «ciudadano ejemplar» a alguien que actúa como un joven francés de finales del siglo XIV. «La práctica de violar a las mujeres de un grupo conquistado ha seguido siendo un rasgo característico de las guerras y las conquistas desde el segundo milenio a. C. hasta el presente. (…) Creo que se trata de una práctica incorporada y básica en las estructuras de las instituciones patriarcales, siendo inseparables de ellas», escribe Gerda Lerner en La creación del patriarcado. Porque —como también explica en la citada obra— el patriarcado, lejos de ser un unicornio o una abstracción, es causa y consecuencia del control sexual (y reproductivo) de la mujer por parte del hombre.
Entendemos, pues, que no es como ser bombero, millonario, o «Arturo Pérez-Reverte en potencia» (ay, las pretensiones existenciales y cipotudas, Soto Ivars), sino una estructura que lleva organizando las bases de las sociedades, independientemente del lugar y de la época, de una prevalencia radical o moderada, desde hace más siglos de los que somos capaces de contar con los dedos de las manos y los dedos de los pies etc.
Lo explicaré con otras palabras, por si algún Ivars, Naranjo o Moya se ha perdido: esto no va de ti, ni de izquierdas o derechas, ni de razas, ni de nacionalidades, ni religiones. Al decir que «todos los hombres son violadores en potencia» lo que se está manifestando es que, más allá de los casos particulares (que algunos insisten en llamar «aislados» o «ínfimos» sin serlos), la violación es fruto de una voluntad masculina dominante, cosificadora, de poder o potencia; que esta, por un lado, constituye una posibilidad en el hombre (porque puede, lo cual no quiere decir ni que deba ni que quiera) y, por otro, ocupa una posición de base en todas las sociedades del mundo (porque todas son patriarcado y así han sido desde que tenemos registros).
—¡Pero que yo no soy un violador! —se escucha al fondo.
—¿Enhorabuena? No sé. A ver, defíneme qué es una violación.
—«Esa palabra da miedo, sabes cómo están las cosas. Una violación sería ir por la calle, pillar a una tía, atarle y eso. Igual ella dijo que no quería hacer de todo y lo hicimos, es diferente».
Este es uno de los mensajes extraídos de un grupo de WhatsApp, creado por cinco hombres de Llobregat, para organizarse y comentar violaciones grupales en 2021, tres de ellas denunciadas, otras tantas grabadas, pero sin denuncia por parte de la víctima.
Esto también es cultura de la violación: pensar que solo los otros lo hacen o serían capaces de hacerlo, que únicamente cuando encaja con la descripción del porno vintage y hay un escenario con un desconocido, un extranjero, un pasamontañas y una navajilla, entonces es legítimo utilizar esa palabra que da tanto miedo. Es cultura de la violación no darse cuenta de que aquello es una fantasía importada de la realidad, que lo esencial del caso es la subyugación de la persona, reducida (mujer, niño/a, anciana) a un medio para obtener placer, con la voluntad de la víctima anulada. Que eso puede darse tanto si la persona está dormida, inconsciente, borracha, drogada por diversión o por sumisión química, si tiene algún tipo de discapacidad, si está en una situación de vulnerabilidad o tiene alto riesgo de padecerla, si ha sido coaccionada, si, simplemente ha confiado en alguien que pensaba amigo/familia y, de repente, resulta que no lo era, porque aquel insiste, y este o esta no sabe, no puede, reaccionar. La reacción, otro privilegio masculino.
En algunos de estos casos hay dos víctimas: una, de un violador, y el otro de su propio desconocimiento y carencia de empatía con la otra. Porque, a veces, quien actúa así no tiene (o no quiere tener) consciencia de que está cometiendo un delito grave, uno que, diga lo que diga Soto Ivars, no se hizo efectivo hasta que las mujeres tuvieron, primero, conocimiento para darle nombre y legitimidad a lo vivido, segundo, libertad para hablar y, tercero, un marco institucional que atendiese las denuncias y que protegiera a las denunciantes. Porque no creo que Soto Ivars, con lo sagaz que es, ignore que, en nuestro mismo país, hace poco más de medio siglo, a las mujeres las llevaban de vuelta a su casa si pasaban por un cuartelillo a denunciar que su marido les había pegado o violado, o que existía una institución (disuelta en 1985) donde se realizaban prácticas de tortura a las mujeres que pedían más derechos, también a este respecto, ¿verdad? Ni que haya olvidado tan pronto el 2016, cuando, incluso habiendo pruebas de sobra en el teléfono de los imputados, se cuestionó la veracidad del relato de aquella mujer víctima de otra violación grupal en Pamplona, sentenciado por la Audiencia Provincial de Navarra en 2018 como «abuso sexual», y que ahí estuvieron las feministas. Con lo que le gusta a Juan Soto Ivars que las cosas sean llamadas por su nombre, es extraño que quiera sacar de la ecuación al feminismo justamente aquí. Será que la palabra «feminismo» también da miedo.
En este sentido, la deuda de agradecimiento que tenemos como sociedad con Irene Montero y su equipo en el Ministerio de Igualdad es enorme: por hacer que se maticen tales leyes para que queden menos zonas grises abiertas a las interpretaciones machistas generalizadas; por invertir recursos, tiempo, y hasta su integridad física, en que sean conocidas, para que quienes las incumplan lo hagan, al menos, con conocimiento de causa, porque donde no llega la empatía y el sentido común, ha de hacerlo la ley. Si en algo se equivocaron, fue porque algo hicieron. Y eso es mucho más de lo que se puede decir de otros.
Y no, no se trata de dividir a la sociedad, que esto ya nos vino dado estructuralmente y es imposible que se nos olvide entre tanto «no vuelvas sola», «avisa cuando llegues», entre tanta fotopolla y tanto «ojalá te violen, puta». Por eso mismo está tan, pero tan feo que Soto Ivars intente darle la vuelta a la tortilla fingiendo haber olvidado la historia al completo, recurriendo argumentalmente (solo argumentalmente, ojo) a la estrategia que desde hace casi un año viene repitiendo y sirviéndole de escudo al Estado de Israel: quedarse con la última ofensiva para justificar toda la rabia y los abusos, para presentarse igual que un mártir que se defiende como gato panza arriba porque no le queda otra, porque le han obligado a reaccionar, exento de culpas y responsabilidades de lo previo y lo posterior.
Querer marear la perdiz aduciendo que «España sea un país que, con el Código Penal, criminaliza al colectivo de los hombres [N.d.a: aquí sí “all men”] por los actos de una ínfima minoría de ellos», y que la frase citada por Ricardo Moya a Salander «es la madre de lo que Guadalupe Sánchez llama «derecho penal de autor». [Que] Es esencialmente injusto, de la misma forma que una ley que penalizara de forma más grave la violación de un español musulmán que la de un español cristiano» está muy feo, porque es mentir en acto y a mala fe. Le confiere una importancia descomedida y absolutamente injustificada al axioma, mezcla conceptos de distinta naturaleza con el fin de desacreditar lo que no le gusta del sistema, mete miedo y enturbia la verdad para sus secuaces, a quienes sirve y sabe complacer como nadie.
De ahí que cierre este triste espectáculo con una última bufonada, salpicando, de paso, a las mujeres trans (que no salga ninguna mujer sin su ración de cinismo), alimentando lo que nutre a los discursos de odio contra ellas (que no son mujeres, que son hombres engañando para violar —esto, como no les afecta a ellos, no les ofende—): «Si uno quiere, gracias a la ley, incluso puede convertirse en mujer, de modo que los hombres también somos mujeres en potencia. Fue esta idea la que me resolvió la ecuación: si todos los hombres somos mujeres en potencia, todas las mujeres son violadores en potencia. Es una forma retorcida, pero válida, de alcanzar la igualdad». No, Soto Ivars, por todo lo referido antes, todas las mujeres somos víctimas de violación en potencia, pero no estáis preparados para esta conversación.
Y así, aun siendo una mentira evidente, sus gregarios aplauden y se revuelcan de la risa con don Juan, y nos condenarán a escucharlos repetir hasta el hartazgo estos retruécanos surgidos de una zafia y altanera holgazanería mental, desplazando el debate, que es lo que se quiere, porque no todos los hombres, pero sí estos hombres no soportan dejar ser el centro de atención, incluso cuando no saben de lo que hablan.
De las bellas —y no por ello menos acertadas— palabras que Valerie Solanas dedicó al egocentrismo masculino en el Manifiesto S.C.U.M. hablaremos otro día.
Por hoy, quedémonos con un mensaje de esperanza: si estos hombres se aplicasen un 1 % de lo que predican (silencio, lloriquear menos, leer y escuchar más, reflexionar sobre las estupideces que dicen y les son señaladas, ser amables, hacer examen de conciencia y hacerse cargo de lo que les corresponde y todavía un poco más, ser menos emocionales, no necesitar llevar la razón), el mundo sería, sin duda, un lugar mejor en potencia.
Gracias por el artículo.
Gracias a ti por leerlo y por tu comentario, Sandra.
Soto Ivars es un personaje cada vez más grotesco.
El error de Salander es creerse que en un estercolero de programa se pueden postular argumentos matizados y razonados (con los que se puede estar de acuerdo o no).
El llamarla “lerda” demuestra la bajeza humana e intelectual de Naranjo. Es por supuesto deliberado ya que estos individuos no buscan el debate de ideas sino la autopromoción.
Es notorio en embrutecimiento cada vez mayor del ecosistema mediático de derechas.
Gracias por tu comentario, Juan.
Estoy muy de acuerdo contigo. Es estremecedor ver cómo avanza ese embrutecimiento y lo orgullosos que están de él…
Gracias por el artículo.
Gracias a ti por leerlo y comentar, Alejandro.
¿Todas las personas blancas son racistas en potencia?
¿Valdría esta proposición?
A veeer: túú, Juaaan, Antoooonio, Ricaaaardo, Peeepe o Franciiiisco, no eres toooodos los hombres
Efectivamente, un individuo X no ES el conjunto de todos los individuos X.
Pero el individuo X sí PERTENECE al conjunto de todos los individuos X.
En este sentido todo lo que puedan ser en potencia los miembros del conjunto lo es también el individuo.
Lo primero me ha gustado. Soy blanco y, por tanto, un racista en potencia.
La autora Ana Rosa Gómez (supongo por estadística que es mujer blanca) es una racista en potencia (al menos).
Históricamente los blancos hemos esclavizado, torturado y discriminado a otras etnias de modo sistemático. Aunque nosotros/as no seamos racistas por circunstancias que han impedido que lo seamos, eso no quita el principio reivindicativo y progresista de que somos racistas potenciales, es una posibilidad que reside en nosotros/as.
Ciertamente, Joseph. Fantástica tu respuesta a la pregunta de Bermellón.
Muchas gracias.
Lo siento por Ana Rosa y por alguno de los comentaristas.
Estaba siendo sarcástico. Demuestra su falta de humor.
Me parece una basura de argumentación. Y ya en general, proyectando, por ejemplo, en la cuestión del racismo o en cualquier otra.
Creo que se puede ser progresista y feminista y antirracista y partidario de muchas formas de liberación sin tener que pasar por ese tipo de discursos woke unilaterales y tan limitados.
Esta gente representa a un 5 o un 10 por ciento como mucho (Podemos, medio Sumar y un cacho del PS) y se arrogan un peso político y social que les queda bastante grande.
Siempre me he considerado feminista. El hombre y la mujer son iguales. Deben existir políticas y acciones del Estado que ayuden a emancipar a la mujer.
Decir esto no supone identificarse con el discurso de la autora.
Si ser feminista cabe en mi definición, soy feminista.
Si hay que acatar el discurso de la autora, no lo soy.
Fíjate, me da a mí la sensación de que te ha molestado que no me haya molestado tu tono anterior y has venido a ser más vehemente… No pasa nada, Joseph. Riámonos todos y todas, y en paz.
Dicho lo cual, sin rencores, me interesa conocer (de verdad) cuáles serían esas políticas y acciones del Estado que mencionas, porque por tu apelación a lo «woke» y tal, doy por hecho que son distintas a las que se han estado llevando a cabo en los últimos años (y que a todas luces no están funcionando como esperaban).
Y no, hombre, no, nadie tiene ni que acatar ni que identificarse con nada de lo que «la autora» dice, ni para ser feminista ni para nada que no implique ser yo misma. Tampoco es necesario atacar, pero ni siquiera en eso me meto.
Históricamente los zoquetes se han dedicado a promulgar imbecilidades amparados en un ignorancia muy atrevida. Los mayores esclavistas no ha sido el hombre blanco, que también. Pero para saber esto hay que arrimarse a la historia de la humanidad sin prejuicios y tonterías.
Existen muchos tipos de esclavitud, en África antes de la llegada de los blancos los esclavos que cumplían un pago, o un período de tiempo, volvían a ser libres. En África la esclavitud era una forma de extensión del parentesco por una deuda de sangre. Desde luego nada que ver con la práctica de la esclavitud del hombre blanco que cosificaba como herramienta al ser humano, esclavitud que era para toda la vida, disminuia grandemente tú esperanza de vida y convertía a tus hijos en esclavos. Además la esclavitud como industria introducida por los europeos introdujo armas, alcohol y desintegración de sociedades.
Dejando de lado la grosería y la falta de educación, ¿Es tan distinto decir que todos los hombres son violadores en potencia que decir que todas las mujeres son prostitutas en potencia?
No. De hecho, ambas son ciertas y tienen su fundamento en el patriarcado.
He podido leer hasta el agradecimiento a Montero y su banda. Efectivamente todos los seres humanos, mujeres incluidos, son lerdos en potencia. Muchos lo son de manera «cinética». Luego están los que no son lerdos, si no que han convertido esto en un modus vivendi.
Yo he podido leer hasta que has dicho que has podido leer hasta… ¿Ahora qué hacemos?
Pues usted no se, pero yo seguiré con mi vida tranquilamente sin violar a nadie a pesar de ser tremendamente sospechoso a los ojos de la tertuliana. Y al parecer a los suyos.
Leed a Aristóteles, coño! Y dejad de buscar motivos para ofenderos!
Luego, si éso, opináis.
El artículo es de la autora y dice lo que quiere, faltaría más.
No obstante, en mi humilde opinión, lo de Irene Montero sobra. Estropea bastante el discurso.
Creo que entiendo a lo que te refieres, Redio, pero en realidad no sobra, porque también aparece mencionada en el artículo de Soto Ivars al que estoy dando respuesta.
El odio a Montero es un clásico en la derecha y en la barra de bar: la bruja, la Yoko Ono, la mala, la que no tiene preparación, la de las rodilleras, la feminazi….no se cansan, son como perrillos de presa con un estímulo.
Yo no soy de derecha, soy de izquierdas y no comparto casi nada de Irene Montero. Intelectual y políticamente es de muy mediocre para abajo.
En los bares, en la barra o en mesa, no hablo de política.
¿Has usado las expresiones a las que aludo en el mensaje o eres Soto Ivars?
En el 85% de los casos de infanticidio la mujer es la asesina o colaboradora necesaria, ergo todas las mujeres son infanticidas en potencia.
(Y si contamos el número de abortos anuales ya ni te cuento)
No ha entendido nada, le recomiendo que antes de soltar eso que dice haga una relectura y se piense durante unos minutos a ver si así.
Aclaro desde aquí una cosa (lo hago en respuesta a Oppiano, pero sirva en general):
que las mujeres seamos una u otra cosa en potencia, que por suerte lo somos, porque eso significa que no somos organismos vegetales y que tenemos voluntad y responsabilidad para ser más o menos virtuosas (a pesar de Aristóteles), no añade ni resta absolutamente nada a la cuestión tratada en el artículo.
Es más, el juego de «¿Y vosotras qué?/Vosotras más» solo demuestra lo expuesto: que pensar que se pueda LLEGAR A SER parte del problema os incomoda e interesa más a algunos que, por ejemplo, las víctimas de violaciones. Así que seamos serios y actuemos como adultos, por favor.
Y esto sí es en particular para Oppiano: gracias por la mención que has hecho al aborto en ese contexto, porque ejemplifica muy bien que el brazo controlador del patriarcado también quiere abarcar la capacidad reproductiva de las mujeres.
Le agradezco el artículo. Comparto cada palabra de lo que denuncia y que me ha tocado escuchar/vivir en cada grupo de machotes entre los que me he encontrado a lo largo de la vida, en ámbitos académicos y laborales, siempre lo mismo, y siempre el mismo asco cuando la mayoría del grupo de «cipotudos» (le cojo el término prestado) les rien las gracias a los que sueltan la barbaridad más grande. Y en ello seguimos: Asco.
Muchas gracias, Ángel. Agradezco tus palabras y tu empatía, que al final es de lo que trata todo esto y lo único capaz de efectuar un cambio real…
Definitivamente, no he entendido el artículo. Por dos razones que no acabo de entender en cuanto a la ginalidad del artículo:
1) ¿Qué consecuencias se buscan para las personas «potenciales»? Es decir, si lo que se busca es que abramos los ojos y nos demos cuenta de que nos podemos convertir en monstruos si no estamos atentos, me parece un muy buen articulo.
Pero si lo de que se trata es de justificar las leyes redactadas para quitar de enmedio, entre otras cosas, la presunción de inocencia, en aras de un «por si acaso», entonces no estoy de acuerdo. Para mí, que la palabra de una mujer valga más que la de un hombre en caso de duda, o la de un policía vs la palabra de un ciudadano de a pie. O que las Injurias a la Corona sean peor que las injurias a mi vecino del quinto. No se trata de géneros, se trata de igualdad real de derechos de cada ciudadano ante la Ley.
2) ¿Cuándo se considera que alguien es algo «en potencia»? ¿Qué base histórica o contexto social aplica para ello?
En los comentarios se pregunta que si los hombres somos todos «violadores en potencia», entonces con datos en la mano todas las mujeres también deberían ser «infanticidas en potencia». La respuesta no aclara nada, y se va por la tangente.
A mí en el fondo me parece una pregunta muy acertada (quizás no en la forma, especialmente con lo del aborto, que le da alas a la autora para esquivar la pregunta).
Gracias por tu argumentado y pertinente comentario, Carlos. Sin duda, mi intención es lo que señalas al principio del punto 1), pero con un matiz: quien viola (o realiza cualquier acto que nos parece incomprensible a la luz de la razón) no es un monstruo, sino un ser humano que impone su deseo y voluntad frente a la del otro/o. Esto es importante en tanto que lo monstruoso nos resulta ajeno y aislado, extra-ordinario. En el caso de las violaciones está más que demostrado, por desgracia, que son perpetradas en su inmensa mayoría por hombres perfectamente integrados en la sociedad, algunos incluso presentados como respetables y ejemplares, sin ningún trastorno psiquiátrico. Por eso el «todos, (pero) en potencia». Respecto a lo de la ley, por supuesto que estoy de acuerdo contigo, y si da la sensación de lo contrario en el artículo ruego que se me disculpe, porque no habré sabido expresarme bien.
Las preguntas del 2) no son nada fáciles de responder, y menos en un comentario, pero lo voy a intentar: algo es en potencia cuando existe como una posibilidad del sujeto (verbal, en este caso, porque una semilla de encina es árbol en potencia, aunque no tenga cualidad de sujeto/individuo). Pasado al contexto hco. y social se aplica, entonces, a estructuras que, siéndonos posibles, se han hecho sistémicas. Todos somos asesinos en potencia porque, en principio, tenemos capacidad física para matar y se ha hecho en todos los lugares del mundo en todas las épocas, por supervivencia o por placer. ¿Eso nos convierte a todos en asesinos? No, pero está bien saberlo para evitar clavarle un cuchillo al vecino pensando que no va a pasar/le nada.
En el caso del comentario sobre el infanticidio: realmente no ha hecho una pregunta, sino una afirmación sin aclarar si esa cifra es la representación de un país concreto o de todo el mundo, de una época determinada o de toda la historia, etc, sea «ir con los datos en la mano». Dicho esto, dado que esas mujeres que cometen infanticidio son, casi en el total de los casos, sus madres, se podría decir, sí, que todas las madres son infanticidas en potencia, pero no todas las mujeres lo son, porque para ello habrán de ser, primero, madres en acto. Es decir, hay un acto entre medias no cumplido que imposibilita que la afirmación fuese correcta. Dime si me he explicado bien.
La cuestión es, Carlos, que yo no sé hasta qué punto esos comentarios soltadas sin más (no ha sido tu caso y por eso me estoy extendiendo en la respuesta) ayudan a reflexionar sobre el problema estructural que hay con las violaciones o son simples rebotes para, precisamente, no hablar del tema en sí.
Gracias por la respuesta. Sigo sin estar de acuerdo con lo «en potencia», porque la segmentación que siempre se hace en la definición (sólo puede ser infanticida -diferente a filicida- una madre), supongo que significará que los hombres casados con 4 hijos de 50 años, los homosexuales pasivos o los astronautas solitarios ya no puedan ser violadores en potencia. Porque estadísticamente están mucho más abajo que otros segmentos de hombres (por ejemplo. heterosexual de 20 a 40 años, soltero, consumidor de alcohol/sustancias).
Ojo, que «hombre casado, con 4 hijos, de 50 años» puede perfectamente coincidir con la descripción de uno o más de los violadores de Gisèle Pélicot, que llegan hasta la edad de 74 años. Pero, sí, entiendo a lo que te refieres. Según lo entiendo, (y creo haber puesto al principio del artículo), la frase es una reivindicación con el fin de crear conciencia y generar debate sobre lo que sigue sucediendo, no una realidad exacta e inamovible. El problema de estos axiomas es que, a veces, el contenido de la reivindicación puede quedar diluido bajo la forma, pero viendo las conversaciones tan interesantes que están surgiendo en los comentarios, creo que es un riesgo que merece la pena correr.
Gracias de nuevo, Carlos.
«¡El horror, el horror!. -Asignese al gusto o según capacidad…-.
la antipatía que siento por Juan Soto Ivars es enorme y creciente. hace unos años que lo descubrí y no voy a negar que me gustaba su papel de mosca cojonera. con los años, a mi entender, ha pasado de ser una especie de conciencia sarcástica de ciertos excesos de la corrección política al graciosete que ríe las ocurrencias de los matones habituales (para que en vez de parecer cretineces, parezcan gracias).
Vi la cabecera de su artículo y ni entré a leerlo. pensé «la nueva boutade machirula» de Ivars. Lo leo ahora y veo que no me equivoqué.
En todo caso, no puedo evitar ver la expresión de Salander como una boutade a su vez. Difícil veo hacer pedagogía de los males del patriarcado con semejante eslóganes. Por mucho que se razone posteriormente el contexto: te van a dar hasta en el cielo del paladar porque la gente se va a sentir atacada.
j
“Never wrestle with a pig because you’ll both get dirty and the pig likes it.» – G.B. Shaw.
-seguir asignación previa de roles-.
Comparto la mayor parte de tu opinión, j. Pero es la eterna dicotomía de todas las luchas sociales: solo se habla de lo que causa una reacción (y más en estos tiempos, donde todo tiene que ser bombástico, o no es), por tanto, los discursos amables no sirven, porque se obvian y no se debaten. Mi esperanza es que entre medias de la tirantez por lo incómodo se pueda sacar algo de provecho. Difícil, pero no imposible (optimista que es una).
muy optimista, me temo… en fin, veremos, pero la pedagogía creo que hace más falta que nunca en esta época de zascas.
gracias por responder.
j
Agradezco el artículo por su interés y profundidad, marcas de la casa de la autora con la que, no obstante, no estoy siempre completamente de acuerdo. Mi objeción a la frase de que los hombres son (somos) violadores en potencia, se basa en que no es, a mi modesto juicio, un análisis que busque solucionar el problema, sino enconarlo. Sin ánimo de instruir a la autora de tal frase —ni puedo, ni debo, ni quiero—, sí que me permito dar mi opinión: ¿no habría sido igualmente eficaz decirnos «Hombres, sabed que solo vosotros tenéis la capacidad de violar y que ese mero hecho, por más que dicha potencialidad jamás sea actualizada por la inmensa mayoría de vosotros, os convierte en una amenaza latente, de la que nosotras, las mujeres, jamás podremos librarnos por completo. Debéis comprender nuestro miedo y esforzaros por combatir las estructuras que permiten el sometimiento de la mujer».
En lugar de eso, no solo se nos llama violadores en potencia sino —lo que resulta verdaderamente chocante— se espera presuntamente que los oyentes de tal calificativo analicen con sosiego la expresión. Como me parece imposible que a estas alturas de la película alguien se haya caído de un guindo tan alto como para pensar que estamos en un foro público de alto nivel intelectual, me temo que la explicación más sencilla es la verdadera: quien dice una frase así solo quiere repercusión a cualquier precio. Y el precio, ay, es el enfrentamiento EVITABLE, la omisión del problema real y la animadversión de unos pocos más, que ya eran proclives a considerar que el feminismo ha ido «demasiado lejos».
Lo que más me preocupa, no obstante, o más bien me intriga, es saber cuál es la solución o el camino de la solución del problema. Porque si se ontologiza la cuestión y nuestra condición de violadores pasa a ser epíteto ¿acaso hay esperanza para convivir armoniosamente y sin miedos? Ciertamente lo dudo, porque cuando una cualidad negativa es inextricable de un ser, la solución última solo puede ser jaula o plomo.
Yo entiendo —y digo esto con toda la profundidad que quepa— que las mujeres estéis hasta el mismísimo de que se os reconvengan vuestras reivindicaciones por su «tono» o que se os tilde de «hembristas», pero yo soy de los que piensan que el mensajero puede matar el mensaje, por eso me sorprende la mención ponderativa a la exministra Montero, cuya combatividad ha servido seguramente para concienciar a un número importante de mujeres, pero no menos para señalar al feminismo (esta vez sin comillas) como un enemigo para muchos hombres que, en principio, estarían más que dispuestos a apoyar medidas concretas, no discursos, de hondo calado.
En fin, espero haber conseguido explicarme bien. Gracias por el debate en cualquier caso.
https://archive.ph/2024.09.05-063841/https://amp.elmundo.es/opinion/2024/09/05/66d83810fc6c83b5648b459c.html
Creo que viene a cuento.
Gracias, siempre es un placer leer a Félix Ovejero. Su artículo «hacia una izquierda reaccionaria» me lo descubrió como un gran lector de Marx con un diagnóstico certero sobre el marasmo identitario que está acabando con nosotros (esa izquierda irreductible que piensa que todo el mundo tiene derecho a una vida digna independientemente de sus condicionantes de origen y que busca transformar la estructura económica para conseguirlo).
¿A ti no te escama que desde un periódico de derechas se crea conveniente decir a la izquierda que debe volver a los presupuestos de 1848? Ni feminismo, ni ecología. A defender a los obreros tiznados de carbón de la fábrica de tu pueblo/ciudad….ohh espera, que ya no quedan!
Estimado Arryn, sinceramente me resulta indiferente el foro en el que se exprese una opinión si esta me resulta certera, inteligente o simplemente interesante. Creo que Félix Ovejero es un tipo al que merece la pena leer independientemente de que vierta sus palabras en ese diario del que usted me habla o en L’Huma.
Yo (no sé Félix Ovejero, digo yo) no creo que haya que renunciar al feminismo o a la ecología, precisamente porque son dos valores intrínsecos a la dignidad humana, a saber, la igualdad de todos los seres humanos independientemente de su sexo y la conservación del entorno como presupuesto irremplazable de nuestra existencia. Con sometimiento de la mujer o con destrucción del medio, la vida no puede desarrollarse no ya con plenitud, sino ni siquiera con decencia.
Lo que ataco, y creo que no soy el único, es el viraje a mi juicio inexplicable desde los condicionantes de la estructura económica sobre el individuo y la sociedad a las cuestiones identitarias como presupuesto para la emancipación. Es muy posible, diría incluso que seguro, que mi propio origen (varón, blanco, heterosexual, miembro de una nación con Estado, etc.), me haga muy poco sensible a las demandas de aquellos para los que su identidad es esencial, pero es que creo de verdad que estamos empezando la casa por el tejado. Todos, y cuando digo todos me refiero también a todas y, para ser más claro todavía, al 95% de la población mundial, estamos sometidos, en diferente grado, por la maquinaria de las instituciones capitalistas que, en el mejor de los casos, nos permiten llegar a fin de mes y disfrutar de algunos días de vacaciones, siendo la inmensísima mayoría de los beneficios de nuestro trabajo para ese 5% restante. A TODOS nos afecta la estructura económica de la sociedad y TODOS ganaríamos con un reparto más equitativo de la riqueza y con una forma de plantear la producción humana más respetuosa con nuestra dignidad. Es cierto que quedan pocos obreros tiznados de carbón, pero quedan muchos dependientes de comercio, oficinistas, repartidores, conductores, limpiadoras y un larguísimo etcétera que tienen un interés común, que es económico.
Estoy absolutamente seguro de que para muchas personas es esencial su raza, su nación, o su condición sexual, cosas todas ellas muy serias y que merecen el máximo respeto. El problema es que esas cuestiones no forman parte, a mi juicio, del meollo del asunto y pueden ser abordados de manera secundaria, puesto que creo que a todos los camareros, incluidos los nacionalistas y los transexuales, les importará que las jornadas se cumplan, que los salarios sean dignos, que puedan acceder a una vivienda, que puedan ir al médico especialista la misma semana en que tienen una dolencia, que puedan esperar razonablemente que cuando se jubilen su nivel de vida no sufrirá una merma drástica, etc. Seguramente a los camareros nacionalistas y transexuales les importarán, además, otras cosas, pero lo que es seguro es que a todos les preocupa lo principal y a los que no forman parte de colectivos minoritarios, por ser suave, esas cuestiones les traen al pairo, no es que estén en contra ojo, simplemente no les afectan y no son decisivas para su conciencia política.
Por todo eso, creo que no es tanto pedir que los partidos de izquierda (esos que tienen entre sus objetivos la emancipación del ser humano, la reducción de las desigualdades, el fortalecimiento del estado de bienestar) se dediquen, en primer lugar, a abordar políticas de amplio espectro que interpelen a todos los trabajadores y se centren en las relaciones económicas. Siempre que planteo estas cosas me dicen que son luchas íntimamente unidas y que hoy en día no podemos desligar la economía del feminismo, la inclusión y demás. Vale, en teoría, pero la realidad lo desmiente. La realidad es que la izquierda centra su discurso (y eso supone irremediablemente un coste de oportunidad) en cosas que no afectan a todo el mundo, o que afectan a colectivos diversos que nada tienen que ver entre sí en términos identitarios. El resultado, claro, es la fragmentación, con fantástico premio gordo para los de siempre.
¿De verdad es tanto pedir que cambiemos el foco hacia lo material? No digo renunciar a otras cosas, digo no perder a la mayoría de la población a la que, teniendo seguramente otros problemas lo que más le preocupa (qué cosas) es tener techo, sanidad, comida y trabajo dignos y cada vez mejores.
Soy consciente de estar en absoluta minoría, la izquierda dominante está más preocupada por capitalizar los votos de pequeños colectivos y la derecha va a lo de siempre, explotar más y mejor, con el agravante hispánico de la zafiedad y la incultura. Y así estamos, aprobaremos un montón de leyes que están muy bien sobre cuestiones minoritarias, pero en lo esencial, a seguir acojonados ante la perspectiva de perder trabajo y casa y a pagarlo con los que están peor que nosotros.
Gracias por contestar y por tu sinceridad. Estamos de acuerdo en lo esencial, sin él 50% de la población no hay cambio posible, y sin un medio ambiente saludable no hay vida humana posible.
Con respecto a Ovejero las preguntas que yo me hago son : ¿señala problemas reales en España?¿de imposibilidad de acceder a la vivienda?, ¿de precariedad laboral, de bajos sueldos y explotación?, ¿de cambio climático y falta de agua potable?, ¿de desigualdad no sólo económica sino sanitaria o educativa?, ¿de desigualdad territorial en cuanto a la España vaciada y de la entrada de capital especulativo en la agricultura? ¿de la continuidad de las estructuras heredadas del franquismo? No, ni los toca porque de tener conciencia social no duraría mucho en ése medio. Lo que hace es señalar al feminismo o al movimiento LGBTI y mostrarlos como el enemigo. La «izquierda reaccionaria» la llama, como si el medio desde el que escribe que promociona a Vox, Díaz Ayuso y los bulos históricos más sonados en este país no fueran la verdadera cara de la reacción. El mundo al revés.
La derecha mediática condiciona de lo que se habla en este país, mucha de las cosas son chorradas inventadas por ellos (Broncano VS Motos), o asuntos que no les importan pero que sirven de munición(Venezuela) o tratan de sus intereses frente a problemas generalizados (el «problema» de la okupación VS el problema del acceso a la vivienda y los desahucios bancarios)
Te leo, un saludo!
O sea que el problema está en que escribe en El Mundo.
Ya quisiera yo saber si ha tenido oportunidad de escribir en infolibre.es, o eldiario.es, o Público, o Ctxt.es, o en La Marea, o en el Salto Diario; si le han ofrecido participar siquiera o si lo han hecho y él ha declinado la oferta.
Te has explicado perfectamente, Innerweltlicher, y te agradezco mucho tu magnífico comentario. Creo que ha tardado más en salir en el muro que otros y que, cuando lo ha hecho, ya he respondido a la mayoría de cuestiones que planteas, así que, por no repetirme, solo añadir que, efectivamente, esto: «Hombres, sabed que solo vosotros tenéis la capacidad de violar y que ese mero hecho, por más que dicha potencialidad jamás sea actualizada por la inmensa mayoría de vosotros, os convierte en una amenaza latente, de la que nosotras, las mujeres, jamás podremos librarnos por completo. Debéis comprender nuestro miedo y esforzaros por combatir las estructuras que permiten el sometimiento de la mujer»… que esto, decía, es exactamente el sentido del «en potencia» que tan obtuso parece. Y que, viendo cómo siguen sucediéndose los comentarios, creo que habría tenido igual efecto, sí: un montón de hombres (no todos, gracias sinceras a los que no lo habéis hecho) quejándose por ellos mismos, queriendo llevar la razón y la batuta, demostrando, una y cien veces, que las víctimas de las violaciones (que son muchííísimas más de las que denuncian) no pueden importarles menos que nada, menos que su propio ego, desde luego.
No se espera (o no esperaba yo, al menos) que la expresión fuese analizada con sosiego, pero sí que tenía esperanzas en que se pudiese avanzar en la conversación hacia el núcleo: si a TODOS nos molesta tanto la figura del violador, a los hombres por sentirse acusados, a las mujeres por sufrirlos en propias carnes (no es una competición de quién sufre más, pero, a ver… Yo qué sé… Estaremos de acuerdo en que sería incluso ridícula una comparación de daños), pues rememos todos para el mismo lado, no culpabilicemos ni responsabilicemos de nuevo a las mujeres, ahora por cómo lo expresamos, antes porque no lo expresábamos, porque «no quería decir en verdad sí, que no hay quien os entienda».
En fin, nada nuevo ni distinto a lo que ya estaba escrito en el artículo. «Cipotudos que lloran y otros gallos del corral», el remake. Y sí, también tienes razón en que estamos bastante hasta el mismísimo (aclaro, de nuevo, que no por ti, sino en general).
Dudo que vuelva a contestar comentarios de este artículo, así que voy a despedirme de aquí dejando las palabras de otro hombre (Álvaro Saval) relacionadas con la barbaridad cometida contra Giséle Pèlicot y con el tema del artículo, a ver si así se abre algún oído más:
«Puedes encontrar una mujer que cometa una atrocidad de este estilo. Pero esa mujer no encontrará el respaldo, la colaboración, la participación y el encubrimiento de otro montón de mujeres. El caso aislado es posible, la comunidad del terror es imposible.
Ninguno denuncia. El caso se descubre por una casualidad. Esa colaboración entre los tipos, esa facilidad para saber que habrá hombres deseosos de participar en semejante atrocidad, el sentimiento de impunidad es lo que se describe a través de conceptos tipo «cultura de la violación» o lo que querían explicar la semana pasada con «en potencia».
Tiene arreglo. Pero sin asumir esa condición masculina sea cual sea su ideología o religión, no hay nada que hacer. Mientras la peleíta de los tertulianos fachas pero también la de los aliades progres sea demostrar que ellos no son así, no habrá solución. Y también hay que plantear las cosas desde ahí»
Gracias otra vez por tu muy buen comentario, Innerweltlicher.
Gracias por tomarte el tiempo de responder y participar en el debate.
Wunderbar Innerweltlicher! Totalmente de acuerdo, no se puede decir mejor. El tono con que se transmite un mensaje es tan importante como el contenido. Si buscas convencer no deberías usar un tono confrontativo. No se puede generar empatía de esa forma.
Yo estoy de acuerdo, por desgracia, con lo que expone la autora. Si no tuviésemos miedo a las consecuencias (como no hay en una guerra por ejemplo) a saber cuántos cruzaríamos la línea. Estoy seguro de que la cantidad de pedófilos es muchísimo mayor que la de pederastas, sólo que para tener el deseo sólo hace falta sentirlo y para ser pederasta hay que pasar a la acción.
Buenísima aportación, Abruptus.
Me ha hecho pensar en que al pederasta lo repudia toda la sociedad, incluso sus compañeros de prisión lo hacen, pero no así si la violada es una mujer (aunque sea una menor, pero ya con «cuerpo de mujer»). De nuevo, como si la inocencia o culpabilidad de un mismo acto quedase comprometida por la «provocación» (aquello de «¡míralas, si van provocando!», reciente y tristemente escuchado de nuevo por RRSS hablando de niñas de 13 años por llevar un top de crochet…).
Muchas gracias por tu comentario.
Yo encima de varón soy vasco y blanco, de modo que soy en potencia etarra y racista además de violador.
Estoy de acuerdo con la articulista en denunciar al odioso insultador que encima es jaleado en los medio por otros voceros que amplifican el insulto. Pero no necesita para ello defender una idea absurda que vuelve antipático, incluso entre muchas mujeres, al movimiento feminista. Hablar en nombre del feminismo no implica infalibilidad, no pasa nada por no apoyar algunos discursos desnortados. Porque, ¿qué propósito hay al lanzar un calificativo así “violadores en potencia”? ¿Qué se gana intentando convencer a niños, adolescentes y jóvenes de que hay algo esencialmente tóxico y malvado en su naturaleza? Que tienen que vigilarse porque hay una bestia que habita en ellos, que tienen esa tara distintiva, que los separa de las mukeres?. Ese discurso, lejos de prevenir actos malvados, los promueven, porque dan a entender que no es raro un hombre siendo un violador, que es algo normal y extendido ¿Por qué no se les dice mejor que son un héroe en potencia que da la vida por lo demás, un santo que guía y hace el bien, un campeón, un protector de su familia?
A mi como padre siempre me han dicho que no debemos calificar, en especial a los niños: “eres un pegón”, “pareces tonto”, “eres un bruto”, porque al final terminan creyendo que son lo que le están llamando y, aunque no fueran así realmente, acaban comportándose como otros les han definido.
Pero parece que solo se busca provocar sentido de la culpabilidad, culpabilidad por un pecado original del que es imposible escapar y que que no hay modo de expiar, sin importar como sea tu comportamiento en la vida. Parecen querer que los hombres vivan con la vergüenza de su condición, como si por ejemplo a los alemanes se les dijera constantemente que son nazis en potencia.
No es de extrañar que los más jóvenes se estén volviendo conservadores como reacción a estos ataques preventivos que, ya desde muy pequeños, sienten que están recibiendo.
Chapeau! (o Txapela!)
Veo tu punto, Chusman, pero difiero en un par de cosas: la primera es tener que tratar a un adulto como a un niño, sea hombre o mujer. El niño tiene una capacidad de percepción, de razonamiento y de acción en el mundo limitadas y, por tanto, también sus derechos y deberes son distintos a los de los adultos (y sus responsabilidades frente a la justicia, claro). La segunda es que, al menos yo, en general y —creo— en mi artículo, defiendo todo lo contrario de eso que expones sobre la naturaleza: creo que es una cuestión de herencia cultural y que, por tanto, puede y ha de corregirse con más cultura, modificando lo que se ha normalizado hasta ahora y que genera relaciones desiguales de poder.
Lo de la naturaleza, de hecho, se ha utilizado históricamente para lo contrario, para justificar las violaciones («el instinto masculino es así» «es que no pueden controlarse» o «es que ellos necesitan más sexo que las mujeres, y claro…»).
Y donde tú ves ataque o estigma, yo veo conciencia de la responsabilidad, porque ya sea aludiendo al «instinto y apetito sexual del hombre», sea cuestionando la veracidad o la gravedad del relato de la mujer, todo el peso de la culpa ha recaído, siempre, en las víctimas. Y eso sí que legítima una conducta perniciosa.
Si pensase que la mitad de la población aprox. no son seres racionales, cívicos, capaces de ser algo más allá de un estado de naturaleza puro y duro, potencialmente conscientes de la otra mitad de la población sin necesidad de que nos convirtamos en su equipo de cheerleaders, no habría escrito este ni ningún otro artículo, porque significaría que todo está perdido.
Buen comentario, es difícil explicarlo mejor.
El hombre blanco heterosexual no es solo violador en potencia (compartido con todos los hombres del mundo, incluso los gays) sino también racista en potencia (como han dicho antes), colonizador en potencia, asesino en potencia (miren ustedes las estadísticas) y así, en general, un gran hijo de puta en potencia.
Así que si es usted uno de los privilegiados, dese cuenta de su fortuna, su poder y de su responsabilidad. Aunque sea usted un pobre infeliz y todo el mundo le pisotee en su vida. Incluido su mujer.
A ver, Dominique, yo creo que pedir que no se viole y se respeten las leyes y los derechos humanos (que por y para eso existen) es casi que pedir lo mínimo para la convivencia en sociedad, y que en ningún caso el resultado lógico de eso es dejarse pisotear, ¿no?
Obvio. Creo que no ha entendido mi comentario.
Uno de los argumentos de la autora hace referencia al hombre proletario en el medievo, donde la mitad de los hombres de aquel entonces participó en violaciones. Tomando esos datos como correctos, podemos concluir que en una época tan terrible para las mujeres (no hay ironía) la mitad de los hombres no eran violadores. ¿Por qué no decir entonces que el hombre es no violador en potencia?
@Kilgore
Yo andaba buscando a MacNaughton o a Arryn, pero me encontré contigo, que eres también interesante.
Me da igual el feminismo. Para nada. Es una bandera falsa.
Dato de 2023: 56 muertes por violencia de genero y 4227 por suicidio.
Dato: No hay limites en los recursos para la violencia de genero, pero para la sanidad apenas hay recursos.
Biografía: Sólo conocí en mi entorno a una mujer que fuera víctima de violencia de género: mi madre, que jamás pensó en suicidarse. Sin embargo, antes de los 50 años conocí a 7 suicidas. No conozco que haya un observatorio ni un instituto del suicida. Lo que sí veo es manifiesto interés por parte de la derecha en fomentar el feminismo mediante actitudes neaderthales con objeto de radicalizarlo y volverlo lo más irracional posible. La derecha alienta barbaridades como parte de una estrategia calculada de conspiración para que parte de la izquierda asuma tesis descabelladas, atomizando la izquierda, que es el objetivo. Lo hizo Felipe González con Cristina Almeida, que estaba de tapadillo en “Nueva Izquierda” atomizando a IU. En las inmediaciones de las elecciones interpretaba el mismo papel que Irene Montero. Largaba “ocurrencias”. González no necesitó de un Ferreras. “Podemos” tampoco. Ahí está Yoko Ono haciendo el trabajo de Ferreras gratis.
Estamos inmersos en guerra político-cultural que tiene diversos objetivos:
1. Que la izquierda pierda votantes. Se ve claramente en “Podemos”. Hace mucho que dejaron en segundo plano todos los temas que más hacían pupa al capital (vivienda, trabajo, sanidad, etc) en pro de los derechos reproductivos. Vaya. En vez del ministerio de Justicia para Rosell, el de Igualdad para santa Irene. Ahora, a la izquierda del psoe, la nada
2. Camuflar la lucha de clases. El ecologismo no atrae tanto como distractor. No es lo suficientemente íntimo, no atañe a la condición individual de cada ser. El sexo es otra cosa y la violencia sexual aún más. Dramatismo, víctimas , lágrimas… ¡Separación por sexo, pero jamás por clases! Las clases sociales son artificiales. El sexo, no. Platonismo en estado puro: apariencia vs esencia.
3. Desviar la atención de las cuestiones económicas. ¿Qué es lo que determina la vida de las personas? El trabajo, dice Hegel, que sí era un filósofo. El suicidio, tema tabú, está al lado del trabajo. Todos sabemos que el sistema laboral se expresa mediante el acoso laboral. A ver si alguien puede presumir de no haber sido acosado en su vida en su puesto de trabajo. Hasta los autónomos, a quienes fríen los inspectores. Por cada mujer que murió en 2023 se suicidaron 75 personas. 75 personas, joder. Ése es el dato. ¿Cómo lo ves? 1 por 75. Frente a la condición del suicida, violencia sexual es una estupidez. No es mejor que pensar en los rehenes israelíes haciendo caso omiso de las muertes gazatíes.
4. Dividir a la sociedad en grupos enfrentados por razones culturales y no por motivos económicos y políticos. Lo propio de la derecha es destruir la isonomía, la igualdad de oportunidades y ante la ley. Si metes por medio el sexo, ya está la cuña en el árbol de la isonomía, que deja de ser tan clara. Se puede dividir ya por sectores. Lo ideal para la derecha: en cuanto el proletariado pierde su condición de sujeto universal ya tenemos el divide y vencerás. El día en que los delitos contra las mujeres se tipificaron como “especiales” a José María Aznar le dieron varios orgasmo. Se le cayó el bigote de gusto.
5. Acostumbrar a Villa Paleto a que la ideología pese más que la ciencia. Esto es claro. Yoko Ono ¿científica? ¿Estudios? Que la iban a aceptar en Harvard. Pues como Ayuso. Otra eminencia. En el bachiller suspendió hasta el recreo, pero es mujer. Así que “científico premium” innato, ¿no?
6. Amedrentar y hacer callar a los cientifícos sociales… Y lo han conseguido. Apenas se pronuncian en cuestiones de relevancia social… ¡pese a que ellos son los expertos! Sólo escuchamos y leemos las opiniones de políticos, frailes y neomonjas.
7. Instigar la sospecha sobre todos los ciudadanos para limitar su rango de actuación, volverlos timoratos, domarlos, adocenarlos ante el poder. Todos sois posibles violadores y asesinos de mujeres. ¡Todos sois posibles culpables! ¡Ojo con ir a la huelga! “No se os puede dejar solos” decía Franco. Habéis de ser constantemente vigilados, tutelados… El gran hermano te vigila y tú debes de aceptarlo, porque el mal está en tu naturaleza. Gracias, sor Irene.
No me interesa el feminismo. Para nada. Una gran bandera falsa. Y el que enarbola una bandera falsa o lo hace por falsedad o por falta de perspicacia. Como bandera, esa minoría mayoritaria que son las mujeres me importan lo mismo que los hombres. Lo que me pregunto yo (y todo el que tenga dos dedos de frente) será por qué importa tanto que a mí me interese esa pesca y, en concreto, a quién le interesa que algo así me interese.
Tú lo has dicho con más enjundia, pero en un comentario a Hipólito Ledesma dije que Ayuso y Montero eran dos lerdas y la progresía me puso a caer de un burro y me tildo de derechoso.
Me ha gustando bastante esta intervención.
A ver cuándo el personal se entera de que seguimos existiendo personas de izquierda que no estamos en el permanente discurso de minorías de factura liberal y que queremos volver al mensaje estructural de la economía.
Coño, pensaba que ya era el único. Un sentido abrazo.
Así estamos unos cuantos, espero que cada vez más. Otro de vuelta.
¿Quien tiene más privilegios o es un mayor «acosador/a» en potencia (de cualquier tipo), las mujeres Ana Maria Botín y Marta Ortega, o yo el hombre de clase media baja?
Pues es una buena pregunta, no lo había con esa perspectiva. Muy interesante.
Enhorabuena, te imagino tomándote una birra con Soto Ivars y Alberto Olmos, fustigando a la falsa izquierda y a las feminazis. Para clamar contra la división de la izquierda te ha quedado un post algo cismático.
A vote pronto voy a intervenir en lo que me parece interesante:
Me hace gracias que digas que la izquierda es esencialista en el sexo, cuando la acusación a Podemos y la nueva izquierda es que son unos constructivistas sociales de tomo y lomo ¿en que quedamos?
El mundo ha cambiado desde 1848. En serio. Ni unos genios como Marx o Engels pudieron preverlo, pero sí.
¿Los cientificos sociales están amedrentados y callados por la izquierda? ¿de veras? ¿quien tiene el dominio mediático y por tanto el de acallar voces¿ ¿la izquierda podemita?. A veces a algunos de izquierda parece que os creéis los cuentos de la cultura de la cancelación, wokismo, y demás false flag de la derecha.
Ahora míralo desde mi punto de vista:
https://acortar.link/fhyDh7
¿Que el mundo ha cambiado algo desde 1848? Vete a tomar por culo.
Podemos es tan izquierda como el PP. La misma monarquía en su cúpula que critica cuando los coronados son otros. Las mismas falsas luchas. Los mismos falsos objetivos.
Mira las estadísticas de suicidios de menores, la mayoría varones, a los que les toca trabajar, por ejemplo en la vendimia, y te metes tus prejuicios pequeño-burgueses de mierda por donde te quepan.
La bandera del sexo es una falsa bandera.
A ver si lo entiendes, pequeño-burguesa: los trabajadores tenemos clase, no sexo ni color.
Obviaré los insultos con los que jaleas tu réplica testosterónica, cuando para argumentar lo que hacen falta son neuronas.
Lo que es falaz es un discurso que diga que solo se puede luchar contra la opresión laboral y que es incompatible hacerlo a la vez contra la opresión de género o contra la opresión de raza. Cuando los de izquierda negáis el género os situáis como los burgueses que negaban las clases, es más, también estos acusaban a la izquierda de dividir la sociedad. Lo mismo es aplicable a la raza, (y la prueba es la foto que aportas). La opresión es opresión venga de donde venga. Se debe luchar para evitar el suicidio y se debe luchar para evitar la violencia de género, no son incompatibles.
“El hombre más oprimido puede oprimir a otro ser, que es su mujer. La mujer es la proletaria del proletario”.
Una cita sacada del club de lectura del padre Tonetti, quien mora en su impoluta celda empapelada de artículos y conoce lo que conoce porque se lo han contado otros o porque se cree científico, tren que perdió hace mucho, pero que mucho tiempo.
Manuel Jabois se ha atrevido el 25 de septiembre de 2024 a recordar a aquel “hombre” de 13 años, uno de tantos, al que tocó una vida de mierda vendimiando y hace 35 años dijo de verdad “se acabó” y se ahorcó, porque cuando trabajas de verdad, no como trabajáis los asociados al club de lectura del padre Tonetti, llega un momento en el que te da igual estar que no estar y llega otro en el que prefieres no ser a ser. ¿Sabes cuál fue la nota que dejó aquel “cipotudo” de 13 años? “Id a por el pan, que yo no voy a ir”.
Mejor para la izquierda si gente como tú o el citado monseñor defendierais a la derecha. A fin de cuentas no hay nada peor para una causa que ser abanderada por gente de vida y pensamientos falsos, incapaces de otra cosa que defenderla con malos argumentos.
Tengo muy claro es que tú y los que se agarran a la bandera de los sexos jamás habéis dormido al raso (salvo yendo de acampada, ¡qué guay!) Por eso decís lo que decís y hasta le encontraréis algún sentido.
Yo sólo leo cosas impresentables.
Cómo tú estás vivo y faltando en Jot Down, sin conocer mi vida, debe ser que tampoco has trabajado de «verdad».
Y es que creo que cada uno habla desde su síntoma, y a veces desde sus rencores y complejos. Dice el refrán que piensa el ladrón que todos son de su condición. Espero sinceramente que encuentres paz y que sí decides leer a impresentables, que estos no sean Pérez Reverte, al que me has recordado en tu cipotudez.
Pero mira por alusiones, leer sirve de algo. Y me honra muchísimo que uses el mismo argumento que usaban los burgueses contra Marx: que nunca se había manchado las manos con trabajo obrero.
«El conservadurismo es fruto de la inestabilidad, porque en una sociedad cohesionada “a nadie se le ocurriría ser conservador”. El conservador es el que, en tiempos de cambio, tiene que defender lo que en su día se daba por sentado. Y -aquí está la fricción- “el acto de defensa introduce rigidez”. Cuanto mayor es la fisura entre defensores del «orden» y partidarios del cambio, mayor es “la tentación del dogmatismo”, hasta llegar al punto de que la comunicación ya no es posible entre los contendientes. “Estabilidad y reforma, libertad y autoridad, llegan a parecer antitéticos, y la protesta política se vuelve doctrinal en vez de empírica”.
-Atinada observación sobre de un personaje público que fué; sobre la dinámica social de los conflictos, -y los tuvo-, también aplicable, a mi entender, a las llamadas «guerras culturales». El pronóstico parece poco esperanzador… Así que, si, diría que las formas son aconsejables por propia conveniencia programática.
Macnauton y Arryn no dirán nada que se desvíe demasiado del artículo. No lo critico, solo lo constato.
Yo sí, por dos motivos, porque creo en el feminismo aunque no siempre esté a la altura de lo que me gustaría y porque lo que le han hecho a Julia Salander es una encerrona de libro.
Según lo argumentado aquí, soy un potencial violador, racista, asesino, ladrón, gángster, pedófilo, eunuco, dictador, minero, alcohólico, suicida, maltratador, trabajador en una planta petrolífera, peón de carretera, informático, piloto de Formula 1, mendigo, torturador, prisionero de guerra, guardaespaldas, portero de discoteca, putañero, célibe involuntario y muchas cosas más. No sé si filosoficamente hablando la afirmación es correcta pero no creo que eso sea relevante a estas alturas, vamos a asumir que es 100% correcta.
Yo me pregunto para qué sirve discutir lo que somos las personas en potencia. Y sobre todo, me pregunto qué tipo de debates tendremos en el futuro si esté tipo de argumentaciones sofistas son aceptadas y, por tanto, aplicadas por otros activistas políticos a otras categorías humanas (inmigrantes, gitanos, musulmanes, negros, presidiarios, etc.). Sinceramente, a mí todo esto me parece un huevo de serpiente.
Gran artículo, es risible ver cómo machirulandia se alborota como un gallinero cuando le cantan las verdades, es penoso ver su pereza a la hora de buscar argumentos, su carencia de lecturas y su incapacidad para entender un simple postulado filosófico. Es demasiado feminismo para ellos, no se les puede pedir que mediten sobre la educación que recibieron o sobre sus privilegios, y tan sólo pueden defender su patética posición recurriendo a la agresión: al insulto, que será celebrado y viralizado por la piara cibernética de descerebrados, siempre dispuestos a aplicar bulling a quien se salga del rebaño.
Pues yo diría que viví un cambio pre- ESO educativo interesante; Pasé de tener profesores que finalizaron su carrera en los estertores del franquismo, otros más jóvenes, -separación por sexos- de los cuales no tengo recuerdos ingratos al respecto de lo que hablamos, a las clases mixtas posteriores; Profesorado joven de ambos sexos, y todo fué natural, mejor. ¡Incluso con alguna clase de educación sexual y todo!.
Por otra parte también se podría decir que la búsqueda de «la verdad» T.M. no se interrumpió con Aristóteles…
El resto lo obvio por motivos expuestos en otros posts.
Qué barbaridad. No hay buambulancias suficientes para tanto llanto machuno… por unas pocas palabras que encima son ciertas!!! Y que la autora explica de principio a fin.
No aguantabais ni media hora siendo mujeres, que lo sepáis, pero incluso así me encantaría que lo fuerais para que os vieseis desde nosotras y entendieseis la mezcla de pena y asco que sentimos con este tipo de lloros solo porque una mujer os ha hablado como vosotros habláis.
Gracias a la autora por el artículo y a vosotros por exponeros tanto, gallos. Así lo tenemos más fácil para veros venir.
Una matización lateral para la mayoría de los hispano-hablantes que escriben aquí declarándose hombres blancos: no lo son. Para los nórdicos y centroeuropeos, y no digamos para los norteamericanos, los españoles no pasan de ser unos desagradables mestizos. Esto me mueve a pensar que, tal vez, las categorías de dominación y poder propuestas y percibidas sean igualmente fallidas. Por cierto, yo sí me auto-percibo como un violador en potencia, también como un carterista en potencia, lo que no me ocurre es sentirme culpable en base a esa potencialidad. La autora es una mentirosa profesional y una intoxicadora en potencia, o tal vez no. Los católicos son partidarios en potencia de la mentira, el robo y la pedofilia. Los musulmanes tienen tantas potencialidades interesantes que me ahorraré su enumeración, son casi tantas como las de los financieros. Este tema de las potencialidades abre muchísimas puertas interesantes. Tal vez los españoles se perciban incluso como hombres blancos potenciales. Seguramente las potencialidades van a entrar con mucha fuerza en nuestra vida, en general.
Despuésde leer los últimos comentarios, saco dos conclusiones:
– «Y tú más» sigue siendo el comodín más usado.
– Que, y ya que no soy «blanco», si me cambio el género en un juzgado (mero trámite de papeleo, parece ser), dejaré de ser un [inserta aquí la palabra que desees] «en potencia». No sé, no lo veo tan fácil.
Y eso que la premisa del artículo estaba bien presentada, daba lugar a una discusión sana e intelectual.
Trato de explicarme: Blanco es una categoría arbitraria. Permite producir escenas como un skin murciano, con cara de sarraceno, llamando “sudaca” y “tira flechas” a un chileno de apellidos alemanes y rubio como el sol. Permite asimismo que las gentes de nuestro país no sean lo bastante europeas (consecuencias inevitables del mestizaje, según parece) pese a haber estado integrados en su cultura durante siglos. En EE.UU les tocó durante un tiempo a los italianos no contar como blancos. Usar lo del hombre blanco como marco conceptual para algo es solo una oportunidad más de hacer el ridículo o de meterse en un fango bastante tóxico. Hay gente, supuestamente progresista, que parece tener categorías mentales de “los diarios de Turner” y sentirse muy cómodo haciéndolo saber. Respecto al tema de las potencialidades no deniego las posibilidades de su uso; básicamente, invito a seguir profundizando. Es más, apuntó a que esa profundización ya está ocurriendo, que es inevitable (una suerte de gravedad) y que puede llevar a escenarios sorprendentes. Violador en potencia señala una categoría legítima, salvo que graves impedimentos de salud exoneren a personas concretas por la vía de los hechos. El resto estamos interpelados, dado que otros posibles condicionamientos, como la edad, no parecen ser un problema: He tenido conocimiento de hombres muy ancianos abusadores (normalmente de personas con deterioro cognitivo o de niños). Cuando digo que no me hace sentirme culpable, no me pongo en una situación de exoneración a priori, sencillamente asumo que esta potencialidad es una herramienta crítica, que se aplica tanto a uno mismo como a los/as demás. No creo que sea un “y tú más”. Me permito preguntar: ¿cuál es la distancia entre el acto dañino y la potencia en muchos otros ámbitos, en otras situaciones? ¿Qué rasgos de un cierto contexto favorecen ese acto o actos dañinos? Creo que puede ser revelador, aunque seguramente muy incómodo para muchos y tal vez por completo disruptivo. El viejo Bill Burroughs, tal vez citando a alguien, dijo que nada se resiste a la revelación de sus mecanismos básicos. En cualquier caso, gracias por su interpelación.
Vaya. Llego tarde. Me parece muy buen artículo.
Realmente todos somos algo racistas y algo machistas, es la educación que nos han dado. La cosa, en mi opinión, es darse cuenta e intentar no serlo. Se aprende mucho escuchando.
Artistóteles decía que un hombre que es en potencia algo también es en potencia lo contrario, así que todos somos no violadores en potencia. También decía que eso pasaba en las potencias racionales, y que como es imposible que se de una cosa y la contraria lo que decide que hacemos es el deseo y la elección. Deseemos pues no violar, y que ese acto no exista.
Creo que es dificil, en este pim pam pum mediático, de redes sociales y sicarios a la espera de víctimas para quemar y linchar sus hombres de paja decir algo. Con Artistóteles se requiere pensar, y eso es mucho pedir para la caverna.
Citando a Espada en un artículo de hoy.
Los ejemplos publicados en la prensa son exuberantes. Solo porque llegó el último valdrá este párrafo de una Lola Lafon, que escribía el viernes en la prensa socialdemócrata: «No hay muchas cosas que permitan distinguir a un violador de otros hombres. ¿En qué consisten esas ‘no muchas cosas’? ¿Quién va a querer responder a la pregunta? ¿Quién se va a atrever? No todos los hombres son violadores, pero da la impresión de que cualquiera puede serlo». Estas frases, obviamente, no están hechas para discutirse, sino para observarlas, como se observa el delirio. Escribirlas debe de formar parte del tratamiento psiquiátrico que distintas personas sufren por causas diversas. Lafon es una minucia, pero Judith Butler -por poner otro nivel de renta y de tratamiento- hace lo mismo cuando pone al género en disputa. Escriben para tratar de curarse y la verdad les trae sin cuidado. Los periódicos y editoriales en los que publican tienen mucho mérito asistencial. Solo cabría sugerirles que al pie incluyeran una leyenda de este género: «Esta publicación forma parte del programa terapéutico que desde hace años sigue la autora», etcétera.
¿En serio Arcadi Espada? ¿No teníamos bastante con Soto Ivars?
Pero bueno, que no digas que no entro a analizar el fragmento.
Lo primero que hace Espada es omitir la frase anterior que subordina y que es contextualizadora del fragmento de Lafon:
«Lo que saca a relucir el juicio de Gisèle es aterrador:»
¿Casualidad de la omisión? No lo creo.
El resto es insultar con un ad hominen de libro, y meter con calzador a la filosofa Judith Butler a la que le aplica el mismo tratamiento porque sí, que aunque no haya dicho nada de este asunto en el Género en Disputa porque lo escribió hace 30 años.
Por cierto que el artículo completo de Lafon es interesante: asociamos violador a los callejones oscuros y las puntas de navaja, pero la violación se da en más contextos, ¿Dónde? Dónde no hay consentimiento y éso incluye el lecho conyugal. Asociamos violador a monstruo, pero los violadores de Gisèle son hombres normales.
Un saludo.
Interesante artículo. Soy hombre, heterosexual, blanco, 39 años.
Creo que cualquier hombre que se haya analizado profundamente (o al menos lo haya intentado), se habrá dado cuenta de que somos, efectivamente, unos monstruos en potencia y que solo hace falta un contexto favorecedor para poder llegar a realizar alguna (múltiples) barbaridad/ es, entre ellas… la violación. El que ha mirado en su propio abismo humano, lo sabe.
Creo que el problema viene en relación a lo siguiente: llegar a este tipo de conclusiones requiere un trabajo intelectual y emocional de gran calado y la realidad es que no todo el mundo puede permitirse ese lujo. Es normal que muchos hombres entiendan esto como una ofensa dolorosa de la que hay que defenderse. Quizá llegar de trabajar en una cadena de montaje durante 8 horas (si tienes suerte) para sacar a tu familia adelante y que interpretes (y utilizo la palabra interpretar) que te están llamando violador, pues le pone los pelos de punta a cualquiera que, como decía antes, no haya tenido (o no haya querido) el tiempo de leer, de documentarse, de analizarse. En relación a los hombres que si tienen ese tiempo y los recursos necesarios para poder llegar a ver más allá… La realidad es que es durísimo realizar ese trabajo de introspección. Mirar al abismo no es fácil, te devuelve una imagen grotesca que no todo el mundo es capaz de asimilar. No estoy justificando nada, simplemente intento entender la realidad.
El gran problema, a mi modo de ver, reside en la gran diferencia en formación entre emisores y receptores, y que el mensaje, aun siendo verdadero, entiendo que siente como una patada en la entrepierna. Entiendo también que el mensaje no se puede blanquear, las cosas se dicen como son, sin maquillaje… por lo tanto, tenemos un conflicto que seguramente no se solucione nunca. Hacen falta muchos recursos educativos, una sensibilidad especial para el análisis y una buena dosis de humildad.
En resumen: Es realmente complicado que muchos de nosotros nos demos cuenta de la profundidad de este asunto, de nuestra miserable condición humana y de que tristemente, en potencia, SOMOS.
Lo ha explicado muy bien Xabi.
Conocí a Pérez Reverte. Viajé un tiempo en los interurbanos de Madrid oyéndole perorear. Le gustaba mucho parlar. El machismo que vende ya me pareció entonces imaginario. A mi entender, un fantasma, como Sven Hassel. Después depuró su pose, que para mí es un préstamo literario de veteranos de guerra a los que escuchó en la guerra yugoslava. Estuvo en el frente, pero poco, se le pegó lo que por allá contaban y lo rentabilizó. Nada que objetar. Ha sabido vender bien una imagen que ni siquiera es la suya y que, por ejemplo, tú compras, lo que no te hace precisamente inteligente. Se ha pasado la vida como ya acostumbraba, sin dar palo al agua, entre agentes literarios y la cultura del entretenimiento, como las firmas de por aquí. Marxistas de salón.
Pues debe ser mi corta inteligencia pero realmente me da igual quién es el auténtico en cuanto a neorancio, si él o tú.
Vaya. Casi me haces llorar. Conozco a marxistas de chalet, de apartamento en Marbella, de bachillerato en las Salesianas y veranos en Alemania, Suiza e Irlanda, chicas que iban a tomar apuntes con sus bolígrafos Montblanc de oro, sus abrigos de astracán y sus pulseras de Tous y que se juntaban con el malote de turno, mientras salían formalmente con algún estudiante que iba a ser de médicos sin fronteras o abogado laboralista y acababa en la clínica o el despacho de “popá” (curando a la señorita Millonetis o defendiendo los intereses de Jesús Gil). Un día el malote las dejaba preñadas y por navidades, semana santa o verano iban a que les hicieran el raspado a Londres, que se lo podían permitir, tanto lo de echar polvos en España como lo de arreglarlo luego fuera. A esas chicas tan marxistas se les permitía hacer un examen fuera de fecha, porque les venía la regla, tenían que ir a la boda de una amiga o porque andaban de bajón o de resaca, aunque a los otros y las otras no. Chicas marxistas que brindaban en las comidas con Krug Clos du Mesnil, porque ese champagne sí que está a la altura de su paladar y no la gaseosa de mierda que tomas tú.
Lo que este neorancio trata de mostrarte que no tienes el caché debido acorde con las ideas neopijas que defiendes. En las mesas de las chicas de que te hablo, tú sólo servirías la comida o limpiarías los restos. ¿Por qué defiendes entonces sus valores?
Los trabajadores tenemos clase, no sexo ni color.
La raza o el sexo no existirán de forma esencial pero vivimos en sociedades racistas y sexistas, y mientras esas categorías identitarias se aplican existen como formas de opresión, de discriminación que se suman a otras.
Me parece muy bien que cuentes tus anécdotas, pero las anécdotas no hacen categorias. Sociológicamente la clase alta vota a la derecha, y desde luego tiene más conciencia de clase que la mayoría de la población. Y así nos va.
Diferenciar entre el sexo o el color apelando a los valores de la sociedad en que vives tomándolos por “valores biológicos” es reaccionario. Muy Milei. Buscar razones para una arbitrariedad no te hace racional. El sexo, el color o la orientación sexual son categorías lingüísticas. Para quienes deseen que las haga mías como si fueran categorías ontológicas o político-sociales no tengo razones, sino el presidio. Son el enemigo. ¿Por qué voy a creerme sus cuentos? Fíjate en ti. Rezumas nihilismo. Vaya actitud. Normal. Te has tragado su veneno.
¿Y por qué si pensamos lo mismo seguimos discutiendo?
Por supuesto que raza y sexo son reificaciones de valores establecidos en nuestra cultura de manera interesada para la discriminación y la distribución de recompensas sociales. Precisamente saber su genealogia implica no asumir esos conceptos como pretendidas verdades suprahumanas.
Pero vivimos en sociedad, y sabemos que por muy fantasmagóricos que sean los conceptos, se siguen utilizando. Y qué seamos cuerdos en un país de locos no hace desaparecer la locura. Y vuelvo al de Tréveris. Marx, desveló con mucho acierto las fantasmagorías del capitalismo: la alienación, el fetichismo de la mercancía, la lucha de clases, la trastocacion de los valores, la reificación de la economía…. tenía razón pero saberlo no impide que sigamos viviendo en el capitalismo.
Hola, como sabrá, los entes de mi condición son incorpóreos; un pálido reflejo de lo que fueron…, aunque, visto a donde llega después de pensarse muy fuerte no dejo de verle sus ventajas; Rogaría ponga sus conclusiones en conocimiento de instancias oficiales oportunas en previsión de.
Veamos; Lo que llama «el problema» pues humíldemente lo veo como reacción natural en algunos y desde luego, buscada; El zeltgeist de nuestros mediáticos tiempos.
Su exposición tiene un tono sombrío, desesperanzado, de pecado original -eso, tan útil…- aplicado a otros contextos o, espere, quizás solo sea el resultado de una prueba/ ensayo de laboratorio social con fines, ¡en fin!, con los fines de siempre…
No es tanto la instrucción recibida o buscada como el ejemplo y la educación dada de nuestros primeros referentes vitales lo que nos conforma en gran medida. De verdad que me apena se vea de esa manera; No cargue con las culpas del mundo, en toda situación, la responsabilidad personal está en las acciones u omisiones.
Ya que, no-soy, un incorpóreo saludo.
Los bosques están muy bonitos en otoño.
https://www.jotdown.es/2024/10/pulsion-de-muerte-oportunidades-de-consumo/