La prensa seria sigue a diario el combate virtual entre un tal Motos y su competidor, al que llaman Broncano, repentinamente instalado en la parrilla de la televisión pública. Reproduciendo los datos de la medición estadística, los periódicos celebran o lamentan el liderazgo que las cifras atribuyen a los contendientes. Al parecer, los audímetros confirman que uno de ellos alcanzó 2,13 millones de espectadores y que el otro rezagado fue detrás con los 2,10 millones de televidentes restantes.
Sorprende que el interés por la batalla de las audiencias impida a los medios demorarse en la descripción del formato que levanta las pasiones del auditorio español. Que el supuesto Broncano hable en la pantalla pública como un analfabeto, que no sepa modular la voz ni pronunciar correctamente el escaso vocabulario que maneja, que esboce sin parar muecas ortopédicas grotescas, que haga temblar en su rostro enajenado la sonrisa nerviosa que dedica a sus propios chistes desgraciados, que balbucee las ocurrencias propias de una senilidad infantil, debería intrigar a los críticos de televisión y llevarles a investigar el truco que mantiene embelesado al rebaño de los corderos.
La figura que más se parece al presentador contratado por la televisión pública del año 2024 apareció en la misma televisión en la década de los años 70. Lo protagonizaba el añorado actor Tony Leblanc y se llamaba Cristobalito Gazmoño. El personaje aparecía en escena disfrazado de niño repelente y estúpido, con una voz gangosa y unos ademanes de adulto irreparablemente tarado. Era el modelo de idiota perfecto y, entre risas, provocaba en el espectador pavor a convertirse en semejante adefesio moral.
El notable contraste entre aquella televisión y la de ahora es que nadie podía confundir entonces al actor Tony Leblanc con el ridículo personaje que encarnaba. Hoy, sin embargo, resulta imposible distinguir dónde puede estar la diferencia entre el supuesto profesional de la televisión y el aspecto que adopta para salir en la pantalla. Un personaje que el espectador desea imitar y emular.
Sorprende también que la crítica no subraye lo verdaderamente reconfortante de la rivalidad entre los dos supuestos presentadores de televisión. Entre ambos suman una audiencia de 4 millones de espectadores (en el caso de que no sean los mismos los que al mismo tiempo ven un canal y el de al lado). El dato confirma de modo irrefutable que 44 millones de ciudadanos españoles no ven ninguno de los dos programas. No podrá encontrarse más alentadora y esperanzadora prueba sobre la inteligencia, delicadeza y sensibilidad de la población española.
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En homenaje a la revista más audaz para el lector más inteligente —La Codorniz (fundada por Miguel Mihura en 1941)—, Jot Down abre una sección dedicada a glosar los hallazgos expresivos de la prensa española. Todo aquello que quisiéramos haber comprendido de un solo vistazo aparecerá en esta benemérita sección disecado y embalsamado. Los lectores de Jot Down podrán acceder así a los enigmas de la narrativa postmoderna y compartir su asombro con amigos, familiares y vecinos.
Menudo ejercicio de ranciedad os ha salido. No esperaba menos de alguien que en pleno siglo XXI tira de titulo como pseudónimo. Aunque sea Valleincliniano. Broncano es un tío llano de Jaén. Te podrá o no hacer gracia pero repetir los tópicos de la Villa y Corte sobre los andaluces: analfabetos, retrasados, no se les entiende porque no saben pronunciar…Hacéroslo mirar.
“Tío llano de Jaen”. No manipules. Nadie habla de los andaluces, ni siquiera de los jienenses sino de un señor que lo único que tiene de “llano” es el encefalograma.
Por cada andaluz que usa su acento en televisión o radio generalista hay un cateto que se lo afea, hace la gracieta o lo minusvalora. «No pronuncia bien» «vaya vocabulario», «no vocaliza» » no se le entiende». No hace falta hablar de andaluces para denigrar, sólo es necesario acudir a los tópicos de siempre.
Yo me declaro abiertamente antibrocanista, dejé hace tiempo de aguantarlo en su resistente resistencia… pero la forma de analizarlo del comentarista es como mínimo de juzgado de guardia intelectual.. .solo acierta, a mi modo, ene una cosa… la España de Tony permitía diferenciar entre actor y personaje, pero ahora eso esta muy pero que muy difícil… los personajes salen tan panchos a la calle y te tratan de dar gato por liebre (y no todos somos trumpistas).
Con la pandemia de influencers todo está diluido en un mojito de contrabando. pero a ley del gusto de múltiples colores sigue vigente, aunque haya poca democracia.
Entiendo que el Barón de Bradomin que firma este artículo es un personaje tan repelente e insufrible como el mencionado Cristóbal Gazmoño.
Es una propuesta interesante del autor. Aunque me permito dudar que este mecanismo funcione hoy en día. Personajes como el de Tony Leblanc ya no interesan al público. El mundo ha cambiado, la gente quiere otra cosa: presentadores campechanos, influencers naturales. Eso no es ni mejor, ni peor, es el resultado del cambio social y tecnológico.
Creo que hay muchas cosas que criticar en la televisión actual, pero no precisamente que Broncano y Motos no utilicen la fórmula de Tony Leblanc. Y despreciar la inteligencia de la audiencia que ve a estos dos señores es más casposo que cualquier chiste que aparezca en sus programas.
Entiendo que la intención del autor es que el lector perciba que el Barón es un modelo de idiota perfecto y, entre risas, sienta pavor a convertirse en semejante adefesio moral. Este artificio se entendería perfectamente en el siglo pasado, pero el mundo ha cambiado, en el 2024 el ficticio Barón se expone a encendidos linchamientos en Twitter.
Pues debe ser éso pero les ha quedado raro.
Yo era ya talludito en el milenio pasado y no vi estas cosas tan crueles. De hecho la gente se indignaba también pero lo único que había para expresarlo eran las cartas al director. En fin.
Barón de Bradomín, ¡cómo se pica la peña! La peña que sigue y jalea a esos dos imbéciles, claro… No he visto jamás un programa entero ni de uno ni de otro. No sé, me repele su aspecto físico en primer lugar, y en cuanto abren la boca para decir algo, me siguen repeliendo sus voces y cómo dicen las cosas. Y resulta que cuando alguien, por fin, reflexiona cuatro verdades sobre este anémico tema, los fans caen como hienas para defender a esas dos apariciones. En fin…
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Esta pasa a ser mi columna favorita de Jot Down. Espero impaciente la siguiente invectiva de barón.
Vaya, parece que los fans de Federico Jiménez Losantos han tomado la columna. Dónde esté un insulto castizo, que se quite la ironía.
Bien por Bradomín.
Los dos dan ganas de vomitar. Pero al primero que me metería en mi gulag particular es a Broncano. Tiene la gracia donde las avispas. El otro al menos no va de gracioso.
Aprecio en lo que vale que ‘Bradomín’ no se revuelque en la equidistancia.
Denostar a Motos (o a su ínclito soguilla, del Val; otras personas de la troupe juegan en otra liga) puede posponerse a otra perla de opinión. Si ello no contraría en exceso sus simpatías, por supuesto.
La espero expectante (oximoron!)
Menos mal que la mayoría silenciosa, de la que afortunadamente, el plumilla conoce la talla moral específica de cada integrante pasa (probablente) de sus exabruptos.
A Broncano le veo más como al Kid Tarao por seguir con Tony Leblanc.
Me parece grandioso todo, desde luego.
Me quedo con los 44 millones que no vemos ninguno de los programas o la tele en general.
Por mí que toda la publicidad gubernamental que pagan a precio de oro con estos se la podrían ir metiendo vía rectal los que aprueban los presupuestos con el dinero que nos roban a través de Hacienda en vez de ir jugando a las (pírricas) audiencias.
Cada vez es más insoportable el hecho que hagan creer que son las preocupaciones de la mayoría lo que en la realidad interesa a cuatro gatos.
Hace tiempo que no leía algo tan rancio y tan burdo. Entiendo que es una parodia, porque si no, creería que este medio cuenta con colaboradores que no deberían escribir sin supervision de personas adultas. Se puede opinar sin insultar de manera tan asquerosa, haciendo juicios de valor tan poca entidad y, sobre todo, no proyectando la estulticia propia en los demás.
Hombre, no, no es tan burdo ni tan rancio.
Es que decir eso precisamente deja el comentario al articulillo como burdo y rancio.
«…analfabeto, que no sepa modular la voz ni pronunciar correctamente el escaso vocabulario que maneja, que esboce sin parar muecas ortopédicas grotescas, que haga temblar en su rostro enajenado la sonrisa nerviosa que dedica a sus propios chistes desgraciados, que balbucee las ocurrencias propias de una senilidad infantil…»
Ésto está a nivel de la telebasura, de Twitter o X en sus momentos más cancerígenos, o de las invectivas de Jiménez Losantos. Cómo ha dicho alguien más arriba, es de juzgado de guardia. Y debe resultar adictivo, visto la retahíla de mensajes jaleando. El odio vende. Lo curioso es que con este panorama alguien se crea en un Olimpo intelectual por expresar de esta manera su disgusto ante un programa de televisión.
Bonito no es. Es muy crítico, pero no se sale de lo normal. Lo que pasa es que se aplica a alguien que le gusta (o le gusta la mochila que le han puesto detrás) y le molesta a usted.
Pero, de verdad, no se merece tanta vehemencia en su defensa. Por supuesto, tampoco el otro. Ninguno de los dos.
Suscribo cada palabra.
Mi único problema con Broncano es que se paga con mis impuestos, y eso significa que a más Broncanos, menos hospitales públicos y menos colegios. No es demagogia, es la realidad, porque Broncano NO ES UN SERVICIO PÚBLICO, no es necesario para mejorar la sociedad. Es un capricho de algún ministro, y punto. Motos tampoco es un servivio público, pero al menos se le paga con dinero privado (y con su dinero, cada uno hace lo que puede y lo que quiere).
Y no veo a muchos hablar de eso, que es lo importante. Su calidad artística me da igual, se paga con dinero público y eso es inaceptable.
La función de la televisión pública también es entretener y viendo los índices de audiencia creo que logra su labor. Otra cosa es que a título singular a uno no le guste, lo que es legítimo.
Y ya sabe lo que dicen: cuando te ofrecen algo gratuito todo el tiempo (lo que hacen las televisiones, radios y algunos medios escritos privados), el producto eres tú. Dejar los medios en manos privadas significa que solo los que controlan esos medios definen un importante segmento de la opinión pública, orientando los debates y planteando las cuestiones a su conveniencia. Debe haber pluralidad, y no sólo los intereses representados de quien pueda permitírselo. Porque al final nos saldrá caro.
Un saludo.
Es decir, que si mañana deciden en un Ministerio que hay que reponer el Equipo A, porque «entretener es un servicio público», a costa de dinero que podría ir a hospitales públicos o pensiones, debemos aceptarlo. ¿De verdad os leéis?
Que no hablamos de información local, de noticias, o incluso un Canal Parlamento y Senado (que nadie lo vería, pero sí es una función pública). Sino que estamos hablando de Broncano, un tío que está para desfasar televisivamente. Es como pagar copas y cervezas a la gente con dinero público, porque hay que divertirse. Ojo que también aplica a Gran Prix y demás.
Repito: la alternativa son hospitales públicos y pensiones, y esto es lo que no valoran muchos ciudadanos, y así nos va como nos va.
El presupuesto de la RTVE es una partida independiente del resto de los Presupuestos Generales. No se quita de hospitales, ni colegios para dárselo a Broncano.
¡Claro! Lo mismo que una familia que tenga su presupuesto separado: tanto para comida, tanto para luz y agua… Todas las partidas muy separadas. Hasta que alguien se queda en paro, y todo salta por los aires.
Todas las finanzas del Estado están relacionadas entre sí. Si tengo un presupuesto general de X euros, al aumentar el presupuesto de RTVE para poder pagar fútbol y Broncanos, dejo de destinar esos recursos a educación y sanidad.
O peor, de repente las pensiones suben más de la cuenta, y como pagué a Broncano en vez de ahorrar, ahora tengo que endedudar a futuras generaciones. Y todo por gastar en algo superfluo…
La comparación no es muy acertada. El estado no es una familia, (ni una empresa), tiene facultades propias y objetivos distintos a los de ganar dinero. Debe dar servicios, y uno de ellos es el de entretener: Masterchef, Eurovisión, las olimpiadas, los mundiales de fútbol… Qué el servicio merece la pena la inversión lo dan las audiencias, y en este caso los datos son históricos.
Lo que realmente molesta es que le haga la competencia a alguien que da un producto que nació blanco y viró a lo político para servir de cámara de eco al discurso peperovoxero y a la guerra cultural a ver si le hacía daño a un gobierno. Y volvemos a lo de antes, las televisiones en manos privadas atienden al punto de vista y/o intereses de los dueños de la cadena.
«Qué el servicio merece la pena la inversión lo dan las audiencias, y en este caso los datos son históricos.»
Es decir, que el fin justifica los medios (y además, un fin tan loable y generoso como «entretener»). Facebook y TikTok estarían orgullosos, por no hablar de otras empresas o politicas.
Bieno. Pues me queda cristalina su línea de pensamiento, pero no puedo compartirla ni merece la pena debatir, porque no nos pondremos de acuerdo jamás. Un saludo.
Es demagogia de MANUAL y lo sabes, pero parece que aún funciona el miente… que algo queda.
RTVE tiene un presupuesto asignado de antemano, que te guste más o menos en qué se gaste no avala la estupidez de que se deja de gastar dinero en hospitales o colegios. No te hemos escuchado rebuznar cuando TV1 ha emitido la Eurocopa de fútbol masculina hace apenas unos meses… lo que es inaceptable es la estulticia con la que se maneja.
Pues nada, sigamos cpn el «y tú más».
¿en el Presupuesto de RTVE venia detallado que iban a contratar a Broncano? No creo. Insisto, que no estoy en contra de la television publica (ya lo he explicado arriba), sino de que se use para caprichos del gerifalte de turno. Que luego vendrán los otros y pondrán toros (o el Equipo A) porque es «cultura» y en el propio presupuesto se señalaba X dinero «para cultura», y os pondréis a protestar. Cuando es exactamente lo mismo.
Pero no os preocupéis, que cuando vengan los alemanes con las rebajas como con los griegos y haya que cortar gastos, nos vamos a reír. Y los que más sufrirán, como en Grecia, serán los más necesitados, esos que muchos dicen defender, mientras se justifica hacer mas rico a alguien como Broncano. Al tiempo.
Mi madre, qué subiditos y qué dignos están los pecios podemitas.
Tony Leblanc y Cristobalito Gazmoño. Vaya, ahora el target de Jot Down somos los seniors (aka boomers).
El dinero de Broncano no iría para contratar médicos o maestros. Va en lugar de pagar a los hermanos Iglesias, el Grand Prix, los Morancos o al explotador laboral que sale en MasterChef, que quizá sean más de tu gusto. Las partidas presupuestarias de los diferentes ministerios son independientes, y una vez asignadas, no hay trasvases entre ellas.
Bueno, pues la provocación os ha funcionado: uno de los articulos mas comentados en menos tiempo.
Aunque la broma no acaba de dilucidarse como tal, mas alla de que la crítica es tan burda que el lector se niega a atribuirsela a un medio como el vuestro fuera del contexto de la sátira
Joder, qué nivel de polarización por semejante mierda. Estáis fatal.