Cine y TV

‘Los Anillos de Poder’: Tolkien contra la Wikipedia

Los Anillos de Poder. Imagen Amazon Prime.
Los Anillos de Poder. Imagen: Amazon Prime.

IMPORTANTE: Este artículo incluye amplios spoilers de la primera temporada de Los Anillos de Poder. También incluye información conocida de la segunda temporada, fundamentalmente a través de los avances oficiales, pero se escribe antes su estreno.

Regresa a Prime Los Anillos de Poder, la serie más grande de la historia. Bueno, al menos, la más cara: 465 millones de dólares invirtió Amazon en la primera temporada, lo que eleva a unos sorprendentes 58 millones el coste de cada uno de sus ocho episodios. Por comparar, series muy caras, como Juego de Tronos, costaron unos 15 millones por episodio y en las últimas entregas de Stranger Things se llegaron a los 30. Eso sí, para esta segunda entrega, el presupuesto se ha reducido notablemente: unos 100 millones de dólares, es decir, unos «modestos» 13 millones por episodio.

¿Podrán los responsables del título no solo mantener su calidad, sino elevarse por encima de las críticas poco halagüeñas que recibió y así llevar el mundo de Tolkien a una nueva generación, como es su objetivo? La jefa de Amazon Studios, Jennifer Salke, responsable última del gasto, defendió el enorme presupuesto en su momento por la necesidad de «construir la infraestructura para cinco temporadas», cosa que el traslado a Reino Unido de buena parte de la producción de la segunda parece desmentir… 

Nos queda poco para descubrir si la economía de escala funciona en las series del siglo XXI, así que resumamos el viaje que nos ha traído hasta aquí y afrontemos esta nueva etapa con toda la información disponible. 

Edad a la venta, poco usada

A la notable cifra mencionada, tenemos que sumar los al menos 250 millones que fueron a parar a las arcas de Middle-Earth Enterprises en concepto de un conjunto muy acotado y notablemente complejo de derechos sobre la obra de Tolkien, que ya ha causado numerosos dolores de cabeza. Porque el origen de Los Anillos de Poder —o RoP, como a menudo aparece en redes sociales, por sus siglas inglesas— es tan terrenal que puede llegar a chocarnos: surge de una subasta que se abrió en 2017 para adquirir «derechos televisivos de la Segunda Edad». A esta subasta se presentaron muchos postores —Netflix, HBO— pero Amazon se llevó finalmente el gato al agua, al parecer por interés personal del mismo Jeff Bezos y su apuesta milmillonaria. 

Quizá por eso resulta un tanto paradójico que se pusiera todo el proyecto en las manos de dos showrunners relativamente desconocidos: J. D. Payne y Patrick McKay. Al parecer, el compromiso de la pareja con el contenido, su disposición a crear historias originales y a trabajar estrechamente con la Tolkien State fueron decisivos en la elección.

Esta Segunda Edad objeto de subasta constituye, simplificadamente, una de las eras en las que se divide habitualmente el Legendarium, el conjunto de mitos que forman la base de los escritos de Tolkien. La Primera Edad está protagonizada por las guerras de los elfos contra el maligno Morgoth y en ella transcurren los grandes relatos imaginados por el profesor —Beren y Luthien, la caída de Gondolin, los hijos de Húrin—. La Segunda Edad es una especie de interregno, durante el que los humanos crean el reino de Númenor —mito deudor de la Atlántida griega— y comparten con los elfos la lucha contra Sauron. Finalmente, El hobbit y El Señor de los Anillos transcurren en las postrimerías de la Tercera Edad, donde termina de la presencia de los elfos en la Tierra Media.

Los textos existentes sobre esta Segunda Edad son escasos en el material licenciado, ya que solo pueden usarse las referencias a la misma que aparezcan en El hobbit y El Señor de los Anillos. Es decir, fundamentalmente, las que aparecen en los Apéndices. Hay información más amplia en los contenidos editados por el hijo del autor, Christopher Tolkien, que incluyen El Silmarillion, los Cuentos Inconclusos o los doce volúmenes de la Historia de la Tierra Media, pero no pueden ser usados porque los derechos pertenecen a la mencionada Tolkien State. Y esta entidad es concienzudamente vigilante para evitar que el uso que se hace del material sobrepase los márgenes establecidos en el contrato firmado en los 60 por el que Tolkien malvendió, según estándares actuales, los derechos de adaptación de su obra.

Guionistas de primera fila, el español J. A. Bayona como director de los primeros episodios para establecer el libro de estilo, sintonía de Howard Shore, con el resto de la música a cargo de Bear McCreary, una innovadora intro creada mediante cimática, como metáfora del uso de la música en el génesis tolkieniano… Solo lo mejor para Los Anillos de Poder. Tras un lustro de trabajo y rodaje en Nueva Zelanda, país que ha quedado asimilado a la Tierra Media gracias a las trilogías de Peter Jackson, en 2022 se produjo el ansiado estreno. 

La serie, con una enorme campaña de marketing detrás, resultó un éxito si nos ceñimos al número de visualizaciones —25 millones solo el primer día, siempre que nos creamos a pies juntillas los datos de Amazon, claro. Lo cierto es que durante su emisión se constituyó en uno de los principales temas de conversación en redes sociales, con opiniones muy acaloradas tanto a favor como en contra. Todo apunta a que, en efecto, apuntaló la presencia de la plataforma como un actor a ser tenido en cuenta en el mercado del streaming

La crítica, sin embargo, tuvo una reacción muy diversa, en la que se subrayaron tanto los evidentes valores de producción como cierta debilidad en su narrativa y construcción de personajes. También hubo la ya habitual acusación de ser un producto «woke» debido a la presencia de elfos de color de piel «incorrecto», según los detractores, con el «review bombing» asociado en IMDB y Rotten Tomatoes. En un movimiento poco elegante, IMDB —propiedad de Amazon, recordemos— introdujo un retardo de 72 horas para la publicación de reseñas de Los Anillos de Poder, a fin de filtrar las que consideraba «no genuinas». 

Una balada de la Tierra Media

La historia que nos han contado hasta ahora Jason Cahill (Fringe, Los Soprano), Justin Doble (Stranger Things, Monstruoso) y Gennifer Hutchinson (Breaking Bad), a partir de las ideas de los dos showrunners, es la siguiente: 

«Morgoth ha sido derrotado y expulsado de los círculos del mundo, iniciando la Segunda Edad. Sin embargo, la elfa Galadriel sospecha que su lugarteniente, Sauron, vive aún en la Tierra Media. Tras años de búsqueda y abandonada por su propia gente, Gil-Galad, alto rey de los elfos, decide enviarla de regreso al dorado Valinor y declarar el fin de la guerra. En secreto, el rey sospecha que la misión de Galadriel está relacionada con el misterioso mal que afecta a los elfos y que, de no solucionarse, les obligará a marchar o languidecer. La única cura parece ser el mítico metal mithril, que quizá haya sido descubierto por los enanos de Khazad-dûm. Elrond, el medio elfo, amigo de los enanos, es enviado a descubrirlo, aunque él cree que su misión es ayudar a Celebrimbor, maestro herrero de Eregion, en la construcción de una poderosa fragua.

La orgullosa Galadriel no se resigna y salta del barco que la lleva a su destino. Acaba en una balsa junto al misterioso Halbrand, un hombre que huye de los orcos que se están apoderando de las Tierras del Sur. Por fin, una señal del mal en acción en la Tierra Media. La pareja termina en el fabuloso reino insular de Númenor, donde la reina Míriel mantiene una soterrada lucha por restaurar las antiguas costumbres de respeto a los Valar y amistad con los elfos frente a la facción encabezada por su primo, Pharazôn. Pese a que la orgullosa Galadriel lo pone difícil, finalmente Míriel encabezará una expedición para enfrentarse al avance orco, de la que también forman parte Elendil, capitán favorable a los elfos, y su hijo Isildur.

Justo a tiempo, porque en las Tierras del Sur los orcos se han reunido en torno a un elfo caído, Adar, y construyen un prodigioso sistema de túneles. Estos les permiten atacar impunemente las aldeas humanas, antiguos seguidores de Morgoth, y a los elfos que aún los vigilan. Pocos resisten su embate en la atalaya de Ostirith, encabezados por la curandera Brondwin y el elfo Arondir, que desafían el aciago destino que suele acompañar las relaciones entre ambas razas. Entretanto, el hijo de Brondwin ha encontrado una siniestra empuñadura de espada, que los orcos buscan con ahínco y que, alimentada con sangre, genera una oscura hoja.

Por su parte, Elrond consigue reclutar la ayuda de los enanos con el apoyo de su amigo Durin, príncipe de Khazad-dûm. Mientas se construye la forja, Durin comparte con Elrond el descubrimiento del fabuloso mithril, que encierra los últimos restos de la luz de los añorados Silmarils y le entrega una esquirla. Sin embargo, el rey Durin IV se niega a ayudar a los elfos. Ante la rebelión de su hijo, que intenta minar el metal por su cuenta, lo despoja de su herencia, expulsa a Elrond y clausura la veta de metal, ignorante de que ya es tarde: en lo más profundo de la montaña, un temible Balrog ha despertado.

Mientras todo esto ocurre, en la región de Rhovanion asistimos a la llegada del misterioso Extraño, caído como un meteorito, amnésico, confuso, pero dotado de grandes poderes. Nori Brandipié, parte de la tribu nómada de los Pelosos, lo ayuda y se las arregla para acogerlo en la caravana, pese a las reticencias de sus compañeros. El Extraño les ayuda en la migración, pero también desencadena el ataque de tres misteriosos Místicos que lo persiguen. Estos Místicos están convencidos de que el Extraño es el mismo Sauron y quieren llevarlo al lejano Rhûn. Con la ayuda de Nori, el Extraño se revela como un Istar, un mago del bien, y acaba con ellos.

La expedición numenóreana llega justo a tiempo a las Tierras del Sur y salvan a los escasos remanentes de humanos y elfos. Sin embargo, no consiguen evitar que Adar use la misteriosa espada negra como llave para destruir la presa de Ostirith. Los túneles revelan entonces su auténtico propósito: llevar la enorme masa de agua hasta la caldera del dormido Monte del Destino, causando su despertar y el oscurecimiento de las Tierras del Sur, territorio que a partir de ese momento será conocido como el temible país de los orcos, Mordor.

Halbrand ha resultado herido en la batalla y Galadriel lo lleva hasta Eregion, donde espera que la magia élfica lo cure. Allí se encuentra con Elrond, que informa al rey Gil-Galad que solo disponen de la esquirla de mithril que le entregó Durin. Halbrand, recuperado y mostrando un sorprendente conocimiento de la herrería, ayuda a Celebrimbor a potenciar el metal con la adición de oro y plata de Valinor, que proviene de la daga de Galadriel. La elfa comienza a sospechar de su compañero y tras investigar su linaje, se enfrenta a él. Este se revela como Sauron y, al fallar su intento de atraerla a su lado, escapa de la ciudad élfica.

Dejamos a nuestros personajes en situación comprometida: Sauron/Halbrand llega Mordor; el príncipe Durin y su mujer Dissa se conjuran para recuperar el reino de Khazad-dûm; la reina Míriel, que ha perdido la vista en la explosión del Monte del Destino, y Elrond llegan a Númenor, con la promesa de regresar como una venganza; el joven Isildur queda perdido en la Tierra Media; el Extraño y Nori se separan de la Caravana, en busca del destino de aquel; Galadriel no ha revelado la naturaleza de Halbrand y Elrond sospecha de ella; y, finalmente, Celebrimbor ha conseguido forjar tres anillos de poder… ¿Serán suficientes para salvar a los elfos?».

De los Anillos del Poder y la fidelidad a Tolkien

Sobre esta premisa indudablemente jugosa, la serie presenta problemas innegables en su narrativa, asociados al bastante subjetivo concepto de «ritmo». En buena parte, estos problemas se derivan de mantener cuatro líneas argumentales —de las que solo dos confluyen— más un epílogo, centrado en la forja de los anillos. Lo cierto es que este epílogo, el último episodio, contribuye a dejar una buena sensación en el visionado, lo que parece indicar que solo podremos valorar la temporada completamente cuando conozcamos la obra en su totalidad y la entendamos, si resulta ser así, como un prólogo necesariamente expositivo. Los mismos creadores han afirmado que su objetivo es usar varias temporadas para crear una historia «holística», que Tolkien solo llegó a pergeñar.

En este sentido, los segmentos de las Tierras del Sur y Númenor son los que presentan mayores dudas a los críticos, sobre todo de escala, al fallar estrepitosamente a la hora de transmitir la «epicidad» que pretenden. También es cierto que algunos personajes son difíciles de asimilar: Morfydd Clark lucha para imponer su cabezota, orgullosa y falible Galadriel sobre la virginal y un tanto marmórea imagen transmitida por Cate Blanchett; y a Charlie Vickers le cuesta presentar de forma creíble un personaje cuya dualidad como Sauron no conoció hasta bien avanzado el rodaje.

Los eventos en el reino de los enanos, por el contrario, resultan bastante más disfrutables y los diversos personajes y sus relaciones muy interesantes, muy en especial Elrond (Robert Aramayo) y Durin (Owain Arthur). La versión primitiva de los hobbits que presentan los Pelosos es sugerente —cualquier tipo de evolución colectiva en un producto de fantasía, donde los eones suelen transcurrir sin cambio alguno, es digna de resaltar— y pienso que las contradicciones en las que caen como grupo, lejos de ser un problema, aportan verosimilitud a su sociedad migrante. Como lo hacen los orcos —uruks— de Adar, que trata de abordar el siempre simplista maniqueísmo propio del relato mitológico.

A este respecto, muchas de las críticas apuntan a que la serie resulta poco respetuosa con el «canon» de Tolkien. Orillando tonterías derivadas de colores de piel, se reprocha que hay elementos que contradicen los escritos del autor, como, por poner algún ejemplo, el hecho de que los tres anillos de los elfos fueran los últimos en forjarse, mientras que en la serie resultan ser los primeros, la naturaleza del mithril o la comprensión temporal necesaria para contar una historia que en los calendarios de los Apéndices se extiende durante tres milenios y medio…

Lo cierto es que no podemos confinar la creación de Tolkien en la Wikipedia. El profesor no buscaba crear un mundo cerrado, enciclopédico: aspiraba más bien a crear una mitología para su país, Inglaterra, similar a la que supuso el Kalevala de Elias Lonnrot para Finlandia. Y la contradicción es intrínseca a la mitología. Tolkien, además, abrazó con entusiasmo esto y se entregó a la constante reescritura, la adaptación de sus historias a nuevas formas, a versiones distintas, como los cambios que introdujo en El hobbit dos décadas después de su publicación. Seguramente, serían de su agrado tanto las aventuras que los jugadores de rol crean con sus dados, como las múltiples variaciones que han aparecido en videojuegos o la visión anime de La guerra de los rohirrim que se estrenará a final de año.

Juanma Ruiz lo explica perfectamente, en este mismo medio: «La mejor forma de mantener vivo el legado de J. R. R. Tolkien es negarse a convertirlo en un fósil narrativo, seco e inmóvil, y seguir acompasándolo al mundo como hizo su autor. Y como, sin duda, seguiría haciendo si estuviera aún hoy entre nosotros». 

El camino que nos espera

Según Payne y McKay, la mesa de redacción de la segunda temporada se estableció antes del final de la emisión de la serie, un hecho congruente con la ya mencionada planificación de cinco temporadas. En abril de 2023 comenzó el proceso de rodaje, que se ha trasladado desde nuestras antípodas hasta el más asequible Reino Unido, quizá en un intento de aquilatar costes. Se construyeron diversos decorados en los Estudios Bray (Windsor) y se convocó a la nada discreta cifra de cien técnicos y a más noventa actores, que se convertirían en los diversos habitantes de la Tierra Media.

Si el rodaje de la primera temporada tuvo que enfrentarse a las dificultades de la pandemia, esta segunda se encontró, al final del rodaje, con la huelga de guionistas de Hollywood, que Payne y McKay suscribieron. La directora Charlotte Brandstrom, quien se encarga de la mitad de los episodios, y la productora Lindsay Weber tuvieron que cubrir el papel de los showrunners durante momentos que ambos califican como «los más desafiantes del proceso». Otros contratiempos incluyeron un incendio que destruyó parte de los decorados al poco del inicio del rodaje.

En todo caso, para la pareja de creadores el principal desafío ha sido «mantener el listón al mismo nivel y, si es posible, seguir subiéndolo». Al parecer, la trama ha sido remitida a la Tolkien State —que actúa como entidad consultora, con Simon, el nieto de Tolkien, como cabeza visible—, quienes han otorgado su visto bueno. Además, afirman, han recogido el guante de muchas de las críticas y ahora piensan incluir «mucho más». Es decir, más acción, más criaturas, más drama.

Antes del estreno, esta intención ha quedado patente en los dos tráileres que han sido publicados: uno durante la ComicCon de San Diego y el oficial. En ellos podemos ver criaturas tan inquietantes como unos muy prometedores Tumularios —con los que Frodo se enfrentara al principio de su viaje y que auguran el oscuro giro también prometido por los autores—; los siempre añorados hombres —y mujeres— Ents, a los que por fin veremos hablar; y las arañas —que en el tráiler se enfrenta a un perdido Isildur (Maxim Baldry), personaje que esperamos que reciba mayor atención y mejor fortuna en esta andadura.

El drama bélico, por su parte, parece que va a girar en torno al sitio de Eregion, la ciudad élfica en la que se crean los anillos, durante el que veremos orcos y trolls lanzando bolas de fuego con catapultas y épicas cargas de caballería élfica capitaneada por Elrond, en escenas que se afirman «inspiradas en Salvar al soldado Ryan». El toque de intriga política debería ponerlo la compleja situación de Númenor, donde se nos ha mostrado a Pharazôn tanto ante el Palantir que predice la caída de la isla como enfrentando un águila gigante, uno de los símbolos asociados a los Valar. 

Eliminado el factor «quién es Sauron», que movió buena parte del interés en la primera entrega, Charlie Vickers regresará como el maligno enemigo por partida doble, ya que se encarnará tanto en el humano Halbrand, como el elfo Annatar —aunque es dudoso que se pueda utilizar ese nombre. Cómo este personaje manipula a Celebrimbor (Charles Edwards), la forja resto de los anillos y la manera en que la influencia del mal se extiende a través del engaño constituirán uno de los hilos conductores de la temporada. Edwards ha declarado que su personaje guarda muchas similitudes con el shakesperiano Ricardo II y para Vickers, la relación entre ambos alcanza el nivel de un «psicodrama».

La mayor parte de elenco repite, si bien Adar, el elfo oscuro, ya no será encarnado por Joseph Mawle, sino por Sam Hazeldine (Peaky Blinders). Se anunciaron también las incorporaciones de actores del peso de Ciarán Hinds, Rory Kinnear y Tanya Moodie, que encarnarán a personajes tan esperados como Círdan, el carpintero de barcos o a Tom Bombadil. También exploraremos la ignota región de Rhûn —cuyas escenas se han rodado en Canarias; parte de Númenor también se ha filmado en Tenerife— y descubriremos si el istar que conocemos como el Extraño (Daniel Weyman) resulta ser, como todos esperamos, Gandalf.

Una cita al otro lado

En una clara muestra de confianza en el producto y sin estrenar aún la temporada, Amazon Studios ha afirmado que Payne y McKay ya están trabajando en el argumento de la tercera. Aunque aún no hay mesa de guionistas, se ha empezado a filtrar algún detalle de planificación, como el posible cambio del rodaje desde Bray a los Shepperton Studios. Pero mucho antes que todo eso, claro, está el estreno de los tres primeros episodios este jueves 29, del que, lector, estás más cerca que quién escribe esto. Con cierta envidia, nos vemos al otro lado.

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23 Comentarios

  1. Martillodeherejes

    El tema del Canon en Tolkien ha sido y es peliagudo.
    Existe un consenso generalizado entre sus estudiosos acerca de que solo lo escrito y publicado en vida del autor puede ser considerado canónico.
    Esto nos reduce a cinco obras: «El Hobbit», «El Señor de los Anillos -y sus Apéndices-«, «Las Aventuras de Tom Bombadil», y «The Road ever goes on».
    El resto son, perdón por la expresión, refritos de su hijo Christopher; muy interesantes, sin duda, sobre todo las historias de la Primera Edad.
    En los escritos canónicos, apenas hay media docena de páginas que contengan algo sobre la Segunda Edad, sencillamente por que la Segunda Edad no le interesaba mucho a Tolkien. Era una bisagra entre la Primera y la Tercera, y la desarrolló muy poco.
    JRR Tolkien era un escritor compulsivo y francamente desordenado, y escribió centenares de hojas reescribiendo una y otra vez las historias que tenía en su cabeza…por eso no hay un canon posterior a su muerte, porque no fue el autor el que fijó las historias definitivas, sino su hijo.
    Al punto que hay un capítulo entero en «El Silmarillion» («La ruina de Doriath») enteramente escrito por él, y muchos en los que su mano (y la de su colaborador Gabriel Guy Kay) es claramente distinguible. Nunca fue negado este extremo, y, como es obvio, siembra poderosas dudas sobre las recopilaciones de «El Silmarillion» y «Los Cuentos Inconclusos».
    Todo el resto de «La Historia de la Tierra Media» es la historia de la creación de un legendarium, y no puede ser tenida en cuenta, salvo que decidamos que es canónico un gigante malvado llamado Barbol o un Trancos que es un hobbit con pies de madera.

  2. Gabriel Duke

    Si bien la serie a nivel visual no tiene nada que se le puedo objetar; a nivel narrativo si tiene mucho margen de mejora. Pero hago una acotación muy personal con respecto al tema de Los Pelosos. Y es que en el ultimo capitulo cuando el ¨Extraño¨ termina ayudando a Nori y su familia con las carretas, se atisba esa emoción que ya Peter Jackson había logrado con su trilogía original y era esa sensación de que están en el umbral de una gran aventura, de esas maravillas que ya una vez vimos en la gran pantalla y de que algo increíble nos espera, o como se diría ¨An Unexpected Journey¨… Esa imagen de ellos caminando hacia esa aventura inesperada es lo que, en mi humilde opinión, es lo que sentí leyendo el Hobbit o El señor de los Anillos, o en su momento cuando Frodo y Sam emprenden esa inolvidable marcha hacia su destino. Alli es donde la serie tiene un potencial ilimitado y de donde Tolkien es realmente infinito…

  3. José Antonio

    Para conocer ‘todo Tolkien’ hay que hacer una carrera de cinco años y luego una tesis. Hay quien disfruta con eso, me parece bien, lo mismo que yo lo hago con otras temáticas. Dicho esto, la serie me aburrió, y es lo peor que se le puede decir a un contenido que creo pretende otra cosa. No hablamos de esa película que nadie ha visto y que es la mejor de todos los tiempos -‘Jeanne Dielman’- sino de un espectáculo visual con multitud de personajes e historias. Quizás el peso de las películas de Peter Jackson haga de lastre, pero me considero suficentemente cinéfilo para dar mi opinión no caprichosa. Ah, y por supuesto que veré la segunda temporada también jajajajaja

    • Martillodeherejes

      Bien. Nos ofrece usted su gusto particular, totalmente licíto y respetable.
      A usted le aburre esta serie y a usted «Jeanne Dielman 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles» le parece la mejor película de todos los tiempos (sí, la conozco. Sí, también conozco la encuesta de Sight&Sound).
      A la postre, todo es cuestión de gustos. Personalmente, pasar casi tres horas y media sentado viendo pasar la vida cotidiana de una mujer, cuya vida cotidiana no me interesa nada, se acerca mucho al tedio más absoluto.
      Pero es cuestión de gustos. Y no creo que el debate deba centrarse en qué nos gusta o no deja de gustar, porque eso es muy subjetivo.

      • José Antonio

        Quizás no lo me he explicado bien. Yo no he dicho que me gustara Jeanne Dielman, ya que no la he visto ni creo que lo haga, solo comentaba que es la nueva película mejor de todos los tiempos, como en su día lo fueron Ciudadano Kane o Vértigo. Esto lo único que demuestra es que el cine, como la vida, es cambiante, que los gustos no son inamovibles ni impuestos (obviemos las campañas agresivas de marketing), y que siempre habrá obras maestras injustamente olvidadas y mediocridades sobrevaloradas.

        • Martillodeherejes

          Entiendo, y le ruego me disculpe por el malentendido. Sin duda estoy de acuerdo con usted en que siempre hay de todo… recuerdo que en 1982 críticos y público recibieron con absoluta indiferencia, cuando no con crítico ánimo, una peliculilla llamada «Blade Runner»…
          Por eso yo nunca hago caso a los comentarios tipo «a mí…(me gusta, me aburre, no me gusta, etc etc)»
          En cuestión de entretenimiento, lo bueno es lo que te entretiene.

          • José Antonio

            No pasa nada hombre. De todas formas este apartado de comentarios, como su propio nombre indica, es para que cada uno -con educación y respeto por la opinión ajena- diga lo que opina sobre lo que versa el artículo. Diré, en todo caso, que mi crícita iba sobre la serie de tv, nunca sobre el universo Tolkien, que es apasionante. En cuanto a Blade Runner, la considero una obra maestra desde que la vi de estreno en 1982 en el cine Rialto de Sevilla, que con los años fue un supermercado, lo que confirma que el cine ya no es lo que era. The last picture show.

  4. Quizás el problema sea el tono y algunos personajes. Me gusta mucho la idea de lo que pasa en las tierras del Sur: regreso de los orcos, Adar, atracción por Sauron entre los humanos, mujer atraida por elfo y viceversa. Lo que no me gusta es lo poco desarrollado de todo eso: los humanos no parecen tener una cultura propia y se supone que llevan siglos ahí, el galán elfo es esquemático, no se entiende por qué algún humano puede estar del lado de Sauron.

    Lo de los Pelosos multicolores tiene un problema técnico. Si no son racistas ni practican el apartheid, ¿por qué un grupo pequeño y cerrado tiene gente de distintos colores? ¿un mago poderoso? ¿la reproducción sexual no funciona igual en la Tierra Media?

    Durin y Elrond me parecieron muy infantiles. Casi el equipo cómico.

    Y lo de Galadriel es la mayor apuesta y creo salió mal. Se supone que tiene miles de años, que estuvo en Valinor y que es una sabia y una líder. Dejando a un lado la estrella de Fêanor en su coraza, creo que hacerla una guerrera impulsiva, algo desorientada y sobre todo «juvenil» es un problema conceptual que no se va a poder arreglar.

    Mención aparte para la tacañería con Númenor: la plaza de mi pueblo es más grande y cabe más gente, sus calles parecen las de una ciudad medieval de serie barata y su complejidad social, la de un libro de Dragonlance. Si costó millones de dólares…

    En resumen: «no ser como Tolkien dijo» no es necesariamente un defecto, pero en varios casos sí lo es. Espero más desarrollo de los personajes y que se note más la plata gastada. Seguramentw veré la segunda temporada.

    • «Lo de los Pelosos multicolores tiene un problema técnico. Si no son racistas ni practican el apartheid, ¿por qué un grupo pequeño y cerrado tiene gente de distintos colores? ¿un mago poderoso? ¿la reproducción sexual no funciona igual en la Tierra Media?»

      Es que una sociedad cazadora recolectora practicando el racismo o el apartheid es lo inverosímil. La respuesta debe ser que no son los únicos grupos de protohobbits. Pero vamos, que con esa condición esencialista e inmovilista que tenía Tolkien de las culturas, puede ser cualquier cosa. Porque el problema sería querer llevar su concepción a la realidad.

      • Martillodeherejes

        Curiosamente, Tolkien tuvo muchos problemas con lo de la reproducción en la Tierra Media. Era consciente de que dos especies tan diferentes como Elfos y Humanos no deberían haber sido fértiles.
        También se había dado cuenta de que los orcos deberían tener algún tipo de actividad reproductora, ya que era imposible que todos los que poblaban la Tierra Media en la Tercera Edad fueran los mismos que creó Melkor en un principio.
        De hecho, en los Cuentos Inconclusos se señala que «se reproducían como los Hijos de Ilúvatar».
        Pese a su voluntad cosmogónica, Tolkien sabía que no podía rellenar todos los huecos: ¿Crecian los elfos al mismo ritmo que los Hombres? ¿El período de gestación entre los elfos era el mismo que entre los humanos? ¿Tenían los mismos órganos reproductores? ¿Porqué las uniones entre elfos y humanos eran fértiles? Y etc etc etc.
        Por eso es absurdo enfadarse porque una adaptación muestra una interpretación del Universo tolkiniano que el propio Tolkien nunca llegó a desarrollar.

      • El detalle es que Tolkien no se imaginó tribus pequeñas de protohobbits multicolores, se imaginó tribus con algo de diferencias de color entre ellas y no tantas dentro. El cine y la televisión estadounidense de fantasía e incluso de supuesta historicidad caen mucho en eso: aldea remota de 50 o 100 personas sin contacto con el exterior en que al mismo tiempo no hay indicios de racismo y unos son bastante claros, otros son bastante oscuros negros, unos cuantos tienen ojos rasgados y no se ve nadie o casi nadie con el aspecto que debería ser mayoritario en un sitio así. Extrapolan los colores de una sociedad racista de millones a la aldea hobbit, pero con esos números y sin racismo ni contacto, esa diversidad y la falta de mezcla son absurdas.

  5. Diego Lorente Morales

    La serie es HORRIBLE.

    • Martillodeherejes

      Ante comentario tan cabal y razonado, ¿qué cabe argumentar?…
      Haters always hate.

      • LePeisens

        El de vos también es un argumento profundo y complejo, además se escribe; «haters gonna hate».
        Es horrible e infantil a partes iguales, y una desvergüenza a la memoria de Tolkien y su obra.

        • Martillodeherejes

          Se ve que usted no es muy aficionado a la ironía. No importa, tiene cura.
          Nota: «Haters always hate» es una expresión informal y coloquial, en un inglés tan perfecto como la que usted cita.
          Es como si yo digo «Para gustos hizo Dios los colores» y viene usted detrás a decirme que está mal, y que es «Para gustos, colores».
          No te enfadés, flaco. Seguro que sos un buen tipo.

  6. Me gusto la primera y voy a disfrutar de la segunda. A los q no os gusto, pues no la veais, hay una oferta inmensa de contenido audiovisual, mi experiencia como gamer me dice q muchos la volvereis a ver y os volvereis a quejar, lo q es extremadamente ridiculo. Sobre la memoria de Tolkien, estoy con el autor del articulo.

  7. La serie tiene múltiples problemas, algunos relacionados con el supuesto «canon» (concepto complicado, efectivamente) y otros con su misma factura, pero se ha hablado mucho ya de todo ello, y además en parte hay cuestiones de gusto personal, en las que no tiene mucho sentido entrar.

    Lo que sí quería mencionar es la referencia a que Tolkien hubiera visto con agrado las adaptaciones actuales de su obra.

    En sus Cartas queda claro que rechazaba de forma vehemente cualquier adaptación que se alejara mínimamente de su visión (salvo casos excepcionales, como el de Tom Bombadil, cuya edición entendía). De hecho, sus constantes reescrituras eran un ejemplo de su insatisfacción y su búsqueda de la obra perfecta. Incluso la adaptación de la BBC del 55 recibió sus críticas aceradas, y era mucho más respetuosa con el material original que todo lo que se ha hecho últimamente.

    Pero bueno, como se suele decir, el autor está muerto, y lo que él pudiera o no opinar nos tiene que importar bastante poco; somos nosotros los que juzgamos ahora.

    En cualquier caso, muy interesante artículo, muchas gracias.

    • Martillodeherejes

      Tiene usted toda la razón.
      A JRR le desagradaba profundamente cualquier tipo de plasmación de sus personajes que no fuera exactamente la suya…si hasta tuvo problemas con los ilustradores. Es factible que ni siquiera hubiera gustado de ilustraciones como las de Alan Lee, por ejemplo.
      Christopher Tolkien expresó muy gráficamente la opinión que tenía (y que sería coincidente con la de su padre) sobre la trilogía cinematográfica de Jackson, y no precisamente en amables palabras.
      Aunque hay registrada alguna anécdota en contrario, como por ejemplo, cuando fue invitado a asistir a una representación teatralizada de «El Hobbit» y encontró «gracioso» que se cambiara al Rey trasgo por una Reina trasgo.
      Siempre afirmo que quienes deseen 100%Tolkien puro y sin refinar, deben refugiarse en sus escritos.
      Las películas,. series, comics, etc solo son adaptaciones llevadas a cabo por un adaptador cuyo gusto e interpretación puede coincidir más o menos (o nada) con el nuestro.
      Cuando alguien me dice que esta serie «tiene problemas con el canon», yo le pregunto ¿acaso la trilogía de Jackson no los tenía también? ¿Y la película rotoscópica de Bakshi? No hablemos de la trilogía jacksoniana de «El Hobbit» cuyo parecido con la obra original es pura coincidencia.
      Lo mismo ocurre con la serie «Los Anillos de Poder» y ocurrirá con la pelicula «La Guerra de los Rohirrim».
      A la postre todo se reduce a una sencilla dicotomía: si te gusta, disfruta con ello. Si no te gusta, olvidalo.

      • Amén.

        Es un fan fiction qué se toma más libertades porque se debe a entretener. Mi relación es ambivalente, vi el primer episodio de la segunda y al rato estaba mirando el móvil. Tres días más tarde le di una segunda oportunidad y mejoró. ¿Sí el momento en que la veo incide en mi percepción cómo voy a ser tan categórico como algunas de las críticas que leo?

        • Martillodeherejes

          Es que yo estoy convencido de que el derecho más estricto de un novelista es el de inventar, y el de un lector, el de interpretar y rellenar los huecos que el autor (inevitablemente) deja en su obra.
          Aun cuando Tolkien es ciertamente descriptivo, no es de esos autores que describen hasta el último pelo de la barba del Enano que afilaba el hacha de Durin…
          De los Rohirrim, por ejemplo, se dice que eran hermosos, pero la hermosura es muy subjetiva y puede ser interpretada por el lector.
          Nunca vas a encontrar la adaptación perfecta, salvo que lo hagas tú: fue lo que hizo Bakshi, lo que hizo Jackson y lo que ahora hace Amazon.

  8. He visto el resumen de la 1ª temporada y me ha costado aguantarlo. Empieza la segunda. 3 minutos, «asesinato». Corto. Lo siento, no le paso nada más.

    • Martillodeherejes

      Tiene usted todo el derecho. No le gustan los asesinatos, es comprensible. Yo dejé de ver «Juego de Tronos» debido a que no me gustaban tantas muertes (Y lo dejé en el segundo capítulo de la 1° Temporada).
      Pero no por eso afirmo categóricamente que JDT es horrible y malísima, ni me infatué de justa cólera al ver a unas cuantas mujeres empoderadas, ni se me ocurrió vestirme con el hábito de defensor del Lore de Martin, etc etc etc
      Sencillamente, a mí no me gustó. A otros sí.
      Ellos disfrutaron con la serie y yo me busqué otras cosas.
      Y no pasa nada.

  9. Burgués Anacoreta

    Al que le guste pues que la disfrute por que en los gustos no vamos a entrar, millones de moscas no pueden estar equivocadas,no? Pero no resiste un análisis crítico audovisual mínimo.La serie peca de lo mismo que gran cantidad de producciones audiovisuales actuales, guiones muy mal escritos.Parece que los guionistas actuales leen poca narrativa. La segunda temporada repite errores de la primera, frases que quieren parecer poéticas y grandilocuentes y suenan ridículas (algo que puede ser también por causa de unas interpretaciones deficientes), incoherencias en el texto, en las unidades de espacio y tiempo, en fin es que son tantas cosas. Desde luego es una pena por que se nota el músculo económico y visualmente (salvo momentos de vergüenza ajena) brilla notablemente. Del legendarium de Tolkien no menciono nada, puedo hasta estar de acuerdo con lo de que sea algo vivo y se amplíe ( recuerdo el juego de rol de los 90 con multitud de suplementos que hacían más y más grande la Tierra Media, no le perdían el respeto y no renunciaban a contar nuevas cosas) pero tampoco parece que las decisiones que han tomado hasta ahora mejoren en nada lo ya escrito o bosquejado por Tolkien. Creo que se equivocan en el tono y en querer tratar a todas las razas como algo uniforme con sensibilidades similares a las de los humanos. Esta «humanización» de elfos, enanos y hobbits (hasta de los orcos) me parece un fallo también que lastra la narrativa. Luego habría más cosas que analizar, no sé hasta qué punto el hecho de que la obra de Tolkien tenga un poso católico reconocido y que esta gente sean mormones no tenga algo que ver en la visión que quieren aportar de la obra. A mi me da bastante pena por que pienso en lo que podría haber sido y lo que (de momento) es, y veo una ocasión desperdiciada.

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