Arte y Letras Filosofía

La primera vez que algo ocurrió

Sueño. La primera vez

Estoy en una mañana de verano. El edificio de la izquierda hace sombra en la calle por la que voy corriendo con otros niños.

Creo que tengo siete años y corro con energía, Percibo la fuerza muscular en las piernas. Siento una alegría especial que me hace reír sin motivo. El pecho y la garganta están abiertos a un aire que respiro con satisfacción. 

De repente siento una oleada de satisfacción que arranca de los muslos y sube hacia el sexo y el vientre, me inunda todo el cuerpo, a sacudidas cada vez más fuertes, no puedo mantener la velocidad de mi carrera y voy quedándome atrás hasta que me detengo jadeando con fuerza.

Los demás niños me rebasan y yo quedo atrás preso de las últimas sacudidas de un placer intenso, inesperado y espontáneo que me hace temblar.

No sé qué es esta sensación que me hace perder la cabeza. 

Es la primera vez que la siento.

Me despierto con la conciencia de lo que más tarde supe que fue mi primer orgasmo.

(Bernardo Ortín. Denia, marzo, 2009)

La importancia de la primera vez que algo ocurrió es una de las explicaciones más relevantes del origen de los relatos. Esto constituye lo que denominamos improntas: la primera vez que algo ocurrió y que sirvió como origen y referencia para las siguientes experiencias.

Caperucita Roja o el inicio de la pubertad

—¿Dónde vas Caperucita? – le dijo el lobo a la niña.

—Voy a casa de mi abuelita a llevarle esta comida que ha hecho mi mamá.

—Yo conozco otro camino mucho más interesante.

(Caperucita Roja. Relato del encuentro)

La primera vez que algo ocurrió
Ilustración: Trinidad Ballester.

La primera lección del cuento rojo remite al peligro de hablar con extraños. Las versiones de Perrault y los Grimm hacen referencia a la prohibición de apartarse del recto camino. Esta directa advertencia moral oculta enseñanzas de una naturaleza más profunda que están relacionadas con la primera vez que nos ocurrió algo en la vida.

Una de las hipótesis del origen de los cuentos vendría a decir que estos son el resultado de enseñanzas ocultas obligadas a ser expresadas mediante símbolos. Su clandestinidad es debida a que son conocimientos que han sido sepultados por culturas hegemónicas y se hallan bajo vigilancia o están censurados. Cuando nos ocurre algo por primera vez, una parte de nuestra conciencia nos advierte acerca de que puede ser peligroso para nuestra aceptación en la comunidad, ya que nunca antes había ocurrido a nadie. Desde esta perspectiva, podemos explorar la simbología del cuento de Caperucita Roja.

La voracidad del lobo expresa la capacidad destructiva del pecado. En el cristianismo, san Juan inicia esta tradición declarándose el buen pastor que da su vida por las ovejas. En ausencia del pastor, el lobo haría presa de todas ellas. 

Por otra parte, el lobo representa el deseo sexual. En la antigua Roma, la loba servía de emblema a las mujeres entregadas a la prostitución y de ahí el nombre de los lugares en los que se ejerce el viejo oficio: los lupanares.

Así, el peligro de la tentación y la potencia del deseo configuran la economía psíquica del encuentro entre Caperucita y el lobo.

La boca del lobo es símbolo del demonio para los hindúes y su aliento es nefasto debido a las alimañas que come. Este aliento es de una naturaleza tal que si llega a echárselo al hombre deja a este ronco durante un tiempo, sin la capacidad de gritar, ni siquiera de hablar.

Marie Bonaparte habla en su autoanálisis de la boca del lobo y lo asocia a los terrores de la infancia tras la muerte de su madre. Las mismas fauces que aterrorizan a Caperucita.

El peligro de conversión a la licantropía se convirtió en la peor tentación de la Edad Media. Se la concebía como un fenómeno de posesión, de estado de doble naturaleza dependiente del cambio de atmósfera lumínica. La noche de luna llena era la máxima expresión de su naturaleza.

Es posible que la mala fama del lobo venga de su costumbre de vagar en la noche lamentándose aullando en voz alta bajo la luna. Y también del miedo que seguramente infundiría a los vecinos de los alrededores. Terror que podría ser doble: miedo al ataque del lobo y, miedo a llegar a convertirse en uno de ellos. Temor solo igualable al de contraer locura. Podemos imaginar a un insomne escuchando el aullido ensordecedor de los lobos y experimentando la línea fronteriza de la cordura y pensando abandonarse y dejarse ir un poco más allá.

Otra cuestión relevante es la vestimenta de la niña. La capucha simboliza la concentración de la fuerza espiritual, de ahí la tradición de las capuchas en muchas congregaciones religiosas. Aunque también sirve para ocultarse bajo ella.

El color rojo de la caperuza simboliza el segundo color del diablo después del negro. El rojo simboliza las emociones fuertes de tipo sexual, color presente en los lupanares y que también representa las impurezas de la vida de los no iniciados en la Gran Obra de la alquimia. 

La instrucción de la madre de Caperucita es: 

-Arréglate antes de que empiece el calor y cuando te marches no te apartes del camino. 

Recomendación que podría interpretarse como:

-Deshazte de las impurezas profanas antes de que el fuego del crisol purificador te haga renacer (el fuego purifica el hierro haciéndolo pasar del rojo vivo al blanco de hierro fundido) y no abandones tu camino purificador. También hay un mensaje de mantenerse en la infancia sin entrar en la dimensión sexual de la evolución a la pubertad.

El cuento hubiera sido seguramente olvidado por banal, sin el elemento de fascinación que siente Caperucita por el lobo y su propuesta de seducción, sin la fuerza instintiva que empuja a la niña a afrontar los peligros de la iniciación a la vida en todas sus dimensiones. El lector simpatiza con Caperucita porque es virtuosa, pero también porque cede a las tentaciones, es decir: porque explora el mundo y vive.

El lobo no es solo el elemento seductor sino la representación del principio del deseo, de las tendencias más primitivas y asociales que hay en cada uno de nosotros.

Los símbolos aúnan significados aparentemente contradictorios y paradójicos. En realidad, se parecen a la situación en la que el ser humano experimenta el mundo. De un modo global, con todos los elementos juntos: lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo bello y lo feo… Tal y como las cosas se dan en la realidad. 

En este sentido, el lobo simboliza dos cosas opuestas: por un lado, el salvajismo instintivo. Por otro lado, lo benéfico de la fuerza vital, ya que es capaz de ver en la oscuridad, representa lo lumínico y se constituye en guardián de la luz.

En muchas culturas el lobo es un obstáculo en la ruta del caminante. Sin embargo, el que se libra de las fauces del lobo encuentra la luz y accede a la sabiduría.

El encuentro con el lobo puede costar la vida, pero sobrevivir a este encuentro transforma a la persona en un ser nuevo. Por este mecanismo de individuación, Caperucita abandona la infancia y se convierte en mujer. El lobo estimula el cambio necesario propuesto por la alquimia, es el principio hacia la perfección y la sabiduría.

Un tradicional canto mortuorio rumano dice:

Aparecerá aún

El lobo frente a ti…

tómalo como hermano

pues el lobo conoce

el orden de los bosques…

Él te conducirá

Por la ruta llana

Hacia un hijo de rey

Hacia el paraíso.

(Tresor de la poesie universelle, por R. Callois y J. C. Lambert. Paris, 1958)

Resistirse a la seducción del lobo y permanecer en el camino indicado por la madre debilita al yo, en tanto que reduce los mecanismos adaptativos y se niega a proseguir el camino vital. El síntoma de angustia que a veces sentimos ante la adversidad es un reflejo inconsciente del encuentro con el lobo, si lo rechazamos podemos generar una presencia fantasmática progresivamente más fuerte, ya que su cometido es llamarnos la atención sobre algún asunto existencial no resuelto.

Si vivimos evitando el encuentro con el síntoma, en función de la conservación de un bienestar presente, lo convertimos en precario y perdemos la posibilidad de explorar el mundo desde otra terraza existencial más completa.

Experimentamos la vida en su totalidad, contradictoria y complementaria y luego construimos mapas para orientarnos en ella. Cartografías que muchas veces eliminan matices vitales de los que depende el sentido del relato y las indicaciones más útiles para nuestra supervivencia. 

Los cuentos no solo desean informar sobre cuestiones más o menos relevantes, sino que aspiran a enseñarnos lo esencial, a conectar con nuestro inconsciente. Buscan instalar una experiencia de referencia global en cada uno de los que lo escuchan, algo que les permita pensar, sentir y explorar los distintos matices de la realidad.

Un relato manifiesta la situación de alguien que ha vivido una experiencia única. Como nunca ha sido traducida a conceptos, necesita medios de expresión. Para ello echa mano de analogías, imágenes que puedan representarla y metáforas que se le aproximen y no se cansa de explicarla lo mejor que puede. 

Es la expresión de los mitos, la primera vez que ocurrió algo.

Patrón de trance: cuándo fue la primera vez…

Al sentarte aquí, quiero que mires fijamente este punto y mientras miras ese punto te puedes dar cuenta de que ahora estás haciendo lo mismo que hiciste cuando fuiste al colegio por primera vez y aprendiste el trabajo de escribir números y las letras del alfabeto. Estás aprendiendo… aprendiendo sobre algo que de hecho desconoces. Y aunque no te hayas dado cuenta, tu respiración ya ha cambiado y empiezas a sentirte más a gusto, enfocado y relajado.

(Milton Erickson. En Grinder, J. y Bandler, R. (1993): Trance Fórmate. Madrid: Gaia. Pág. 37).


Hoy te sugiero algunas referencias bibliográficas como lecturas introspectivas

BALASCH, E. (2004): El lenguaje secreto de los cuentos. Madrid: Oberon.

BETTELHEIM, B. (2003): Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Barcelona: Crítica.

CHEVALIER, J. y GHEERBRANT, A. (1999): Diccionario de los símbolos. Barcelona: Herder.

FRANZ, M.L. von. (1993): Érase una vez… Barcelona: Luciérnaga.

IZZI, M. (2000): Diccionario ilustrado de los monstruos. Palma de Mallorca: José J. de Olañeta (editor).

ORTÍN, B. y BALLESTER, M. (2005): Cuentos que curan. Barcelona: Océano Ámbar.

SUSCRIPCIÓN MENSUAL

5mes
Ayudas a mantener Jot Down independiente
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 
 

SUSCRIPCIÓN ANUAL

35año
Ayudas a mantener Jot Down independiente
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 
 

SUSCRIPCIÓN ANUAL + FILMIN

85año
Ayudas a mantener Jot Down independiente
1 AÑO DE FILMIN
Acceso gratuito a libros y revistas en PDF
Descarga los artículos en PDF
Guarda tus artículos favoritos
Navegación rápida y sin publicidad
 

3 Comentarios

  1. Un buen repaso a esos hitos que a menudo pasamos por alto pero que han sido cruciales.

  2. Gracias por el comentario.

  3. Pingback: El impacto corporal del sueño y el lenguaje hipnótico - Jot Down Cultural Magazine

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.