Por la única ventana de la habitación —un orificio cuadrado excavado en la propia pared, sin marco ni cristal, sin persiana ni postigo, y situado a una altura considerable— entra ya la luz del día, de lo que parece ser un nuevo día; aunque bien podría tratarse de una alucinación, tal vez de la invención terrible de una máquina cuyo único propósito consiste en dividir, en confundir y, además, en marcar el paso del tiempo cuando más le conviene (o tan sólo cuando ellos quieren) porque esta claridad resulta fantasmagórica, irreal. No le doy mucha importancia; poco a poco me he ido acostumbrando a estas luces y a sus sombras, a todos y cada uno de los procesos que acontecen día tras día en este hotel. Ya nada me perturba demasiado ni me quita el sueño.
Fernando García Maroto para el catálogo de 365º
Eugenio Recuenco es un fotógrafo madrileño reconocido internacionalmente por su estilo único y vanguardista que fusiona elementos de la pintura, el cine y la moda. Nacido en 1968, Recuenco se graduó en Bellas Artes y comenzó su carrera profesional en la fotografía de moda, trabajando inicialmente en Madrid y luego en París, colaborando con importantes marcas como Nina Ricci, Loewe y Diesel. Su habilidad para crear escenas complejas y detalladas, con una estética muy cuidada, lo ha llevado a ser comparado con maestros del cine y la pintura como David Lynch y Caravaggio. La carrera de Recuenco despegó en el mundo de la moda, donde su talento para la dirección de arte y la escenografía lo hizo destacar. Sus trabajos han sido publicados en revistas de prestigio como Vogue y Vanity Fair, y ha creado campañas publicitarias para marcas globales como Chanel, Valentino, y Hugo Boss. Su estilo se caracteriza por una meticulosa atención al detalle y una capacidad única para narrar historias a través de sus imágenes. La utilización de la luz y el color en sus fotografías es fundamental, logrando efectos que evocan las técnicas pictóricas del claroscuro y el tenebrismo. Además de su trabajo en la moda, Recuenco ha hecho incursiones en el mundo del cine y la música, dirigiendo cortometrajes y videoclips. Un ejemplo notable es su colaboración con la banda alemana Rammstein, para quienes dirigió el videoclip de la canción «Mein Land». También ha diseñado escenografías para producciones teatrales y de ópera, demostrando su versatilidad y creatividad en múltiples disciplinas artísticas.
La serie 365º, que actualmente se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Castellón, es quizás su proyecto más ambicioso y representativo hasta la fecha. Esta colección de 366 fotografías, creada a lo largo de seis años, es un reflejo de la capacidad de Recuenco para fusionar arte y tecnología, historia y modernidad, realidad y ficción. Cada imagen en esta serie cuenta una historia diferente, abarcando temas desde la Edad Media hasta las redes sociales contemporáneas. Recuenco utiliza una caja escénica de tres metros de alto por dos y medio de ancho para sus elaborados escenarios, que a menudo se construyen con una estética cinematográfica y pictórica. Cada fotografía presenta una historia distinta —excepto algunas dobles como la que tiene Marilyn Monroe como protagonista—, incorporando elementos reconocibles y referencias culturales, como personajes históricos, figuras de la cultura pop y situaciones cotidianas llevadas al extremo del surrealismo. El fotógrafo ha trabajado con un equipo de 300 personas y 120 modelos para crear esta serie, utilizando en su mayoría una cámara Hasselblad H3D, aunque la fotografía más grande del proyecto fue capturada con un Huawei P20 Pro y expuesta en una lona de más de 5000 m² en la Plaza de España de Madrid. Esta fusión de técnicas tradicionales con tecnología moderna subraya el enfoque versátil y adaptativo de Recuenco hacia su arte.
El uso recurrente del tragaluz y su enfoque a los espacios confinados en los que Recuenco narra su particular historia de occidente permiten al autor crear una obra cohesiva que ofrece una reflexión crítica y visualmente deslumbrante sobre nuestra sociedad a lo largo del tiempo. La particular recreación de obras pictóricas famosas que van desde el matrimonio Arnolfini a La balsa de la medusa, homogeneizadas por su característico estilo cinematográfico, que recuerda a las películas del director francés Jean-Pierre Jeunet, y su meticuloso uso de la iluminación, dota a cada escena de una atmósfera única que a la vez mantiene una coherencia estilística a lo largo de la serie. Esta cohesión es reforzada por la presencia constante de elementos contemporáneos y de la cultura pop, integrados de manera que las obras clásicas se reinterpretan y adquieren nuevos significados en el contexto de la modernidad. Recuenco logra así un relato visual donde pasado y presente se entrelazan, ofreciendo una mirada crítica y a menudo irónica sobre la evolución de la sociedad occidental. La inclusión de elementos como dispositivos modernos, referencias a figuras políticas contemporáneas y situaciones cotidianas actuales dentro de estos escenarios históricos, no solo destaca la continuidad de ciertas temáticas y preocupaciones humanas a lo largo del tiempo, sino que también subraya las contradicciones y absurdos de nuestra era. La luz del tragaluz, en este sentido, actúa como un simbolismo del esclarecimiento y la revelación, iluminando tanto los logros como las sombras de la historia humana.
La exposición no solo destaca por su tamaño y ambición, sino también por su capacidad de reflejar la sociedad contemporánea. Recuenco emplea la ironía y el absurdo para ofrecer una crítica mordaz de las acciones humanas, proponiendo un espejo en el que el espectador pueda ver reflejadas las virtudes e imperfecciones de la sociedad actual. Cada una de las fotografías de la serie está cuidadosamente encuadrada en un espacio limitado creando un escenario íntimo y concentrado que recuerda a una caja teatral impregnada de detalles que invitan al espectador a detenerse y reflexionar sobre los temas presentados, desde la banalidad de las redes sociales hasta eventos históricos trascendentales como el 11 de septiembre o la coronación de la reina de Inglaterra. Uno de los aspectos más fascinantes de 365º es cómo Recuenco juega con el concepto del tiempo. Cada imagen incluye una hoja de calendario diferente, simbolizando el paso del tiempo y la multiplicidad de historias que pueden coexistir en un mismo espacio. Esta técnica no solo añade una capa adicional de significado a cada fotografía, sino que también subraya la idea de que el arte puede capturar y transcender el tiempo. Especula Alberto Barciela con la posibilidad de que Recuenco haya inventado el movimiento estático y es que el autor y parece detener el tiempo en sus imágenes, congelando momentos cargados de significado y dotándolos de una atemporalidad que desafía la percepción convencional del flujo temporal. En sus obras, Recuenco no solo documenta, sino que también transforma la realidad, creando universos paralelos donde el pasado, el presente y el futuro se entrelazan en una narrativa visual continua.
En estos momentos, la exposición, que empezó su recorrido en el Centro de Arte Tomás y Valiente (CEART) de Fuenlabrada en 2018, se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Castellón que ofrece entrada libre a la misma, permitiendo a los visitantes explorar este vasto universo visual hasta el 15 de septiembre de 2024. Además de poder ver casi un centenar de las obras realizadas por el autor para la serie, al inicio de la exposición podremos ver un vídeo bastante adictivo donde Recuenco conecta cada pieza de la obra con las imágenes de televisión o fotografías que la inspiran. La muestra es una oportunidad única para sumergirse en el mundo de Eugenio Recuenco, un fotógrafo que ha demostrado ser capaz de superar el tiempo y capturar la esencia de nuestra era con una precisión y una creatividad deslumbrante.