Cine y TV

La matanza de Texas: el terror por la vida rural

La matanza de Texas. Imagen: Bryanston Picture.
La matanza de Texas. Imagen: Bryanston Picture.

El énfasis con el que son caracterizados los personajes de La matanza de Texas (1974, The Texas Chain Saw Massacre, La masacre de Texas en gran parte de Hispanoamérica, Masacre en Texas en Colombia y Venezuela, El loco de la motosierra en Argentina y Uruguay) haría salivar a Roland Barthes. Los protagonistas son cinco muchachos que viajan en una van verde: Sally Hardesty, su novio Jerry, su hermano Franklin, su amiga Pam y Kirk, el novio de Pam. Sally, Jerry, Kirk y Pam son rubios, apuestos y visten a la moda. Su máscara en el mundo es la de la bondad, la de la libertad de quienes viajan por carretera, la de la juventud gringa. Del otro lado están los campesinos de Texas: hombres borrachos, calvos, de dientes chuecos y frentes prominentes, que vistos en conjunto evocan un grupo de caricaturas o títeres dispuestos para interpretar un drama grotesco.

La película no escatima en el planteamiento de este antagonismo. Muestra el campo de Texas como un territorio hostil (la silla de ruedas de Franklin se mueve con dificultad entre los montes) y el cementerio de Muerto County como un lugar asediado por un profanador de tumbas. Sally y Franklyn vienen de alguna ciudad y están ahí para cerciorarse de que el cadáver de su abuelo no haya sido desenterrado, para prevenir que sus huesos no sean masticados por los buitres y los perros. En contraposición del profanador, los hermanos Hardesty encarnan una cualidad que comparten con Príamo y Antígona, solo por dar dos nombres griegos: la del respeto por los muertos y los rituales funerarios.

El desprecio por los muertos esconde un desprecio por las convenciones de los vivos y, una que otra vez, por la vida misma. Se puede sospechar que el profanador es alguno de los habitantes del pueblo. Que los protagonistas terminarán por cruzárselo. Esta paranoia crea una atmósfera de amenaza, vicia la mirada y fuerza al ojo a encontrar al profanador entre los lugareños. Antes de que uno llegue a elaborar hipótesis, Franklin repara en un hedor tremendo. 

La escena del paso por el matadero ofrece una explicación verbal para la brecha semiológica entre los protagonistas y los habitantes de Muerto County. Luego de recoger a un autoestopista los personajes se enteran de que los matarifes del pueblo fueron despedidos masivamente. La escopeta ocupó el lugar del martillo en la línea de producción. Matar una vaca a martillazos supone fuerza, varios intentos y mucha energía. La muerte de la res es automática con el disparo y el número de muertes depende de cuántas veces se pueda apretar un gatillo sin cansarse.

El autoestopista es expulsado de la van verde por amenazar al grupo de amigos con una cuchilla de barbero, por cortar a Franklin en el brazo y prender candela adentro. La camioneta se detiene en una estación de servicio para echar gasolina, pero el operario advierte que el depósito está vacío. 

Estos dos acontecimientos establecen una certeza que no hará más que reafirmarse hasta el final de la película: la exclusión del sistema productivo que han padecido los habitantes de Muerto County por cuenta de las demandas de la industria local es de algún modo una exclusión moral en la recepción del favor ajeno, en el caso del autoestopista, y en la oferta de bienes y servicios, en el caso del operario de una gasolinera sin gasolina.

Aprovechando la cercanía, los viajeros deciden hacer una parada en la casa del abuelo de los Hardesty. Se trata de un lugar en ruinas, infestado por arañas. Sally revive recuerdos de su infancia. Hay un lago cerca de la casa. Pam y Kirk preguntan a Franklin cómo llegar y salen a darse un baño. En el camino ven otra casa. A Kirk se le ocurre que podría entrar ahí para pedir gasolina. Toca la puerta, no responden. Abre la puerta, entra al salón y su castigo es la muerte. Pam muere después.

No se podría hacer una antología de casas aterradoras sin nombrar la de Leatherface. Las paredes están recubiertas por cráneos, cornamentas y cabezas disecadas. Hay carrillones de viento de clavículas y vértebras de alimañas, omoplatos y costillares en los espaldares de las sillas, fémures y húmeros de res que son patas de mesa, gallinas en jaulas de canario y un tapete de plumas grises. El cuero de una cabeza humana es la pantalla del bombillo que alumbra el comedor.

Leatherface es un símbolo de los carniceros desempleados, una hipérbole de la representación de la fuerza bruta inútil, insubordinada, libre del mando y la carga laboral, la confirmación de que la monstruosidad física de los texanos de Muerto County es también una monstruosidad moral. Su aspecto está a medio camino entre un demonio y un críptido. Los viajeros han invadido su propiedad y ahora está furioso. Es de cajón: hasta los niños saben que no se puede invadir la propiedad privada en Texas.

Jerry y Franklin mueren después. Anochece. El desenlace confirma la rivalidad planteada desde el principio y la desata. Leatherface versus Sally Hardesty; otra vez Apolo y Dafne. En la persecución, la muchacha rubia vuelve a la gasolinera desabastecida. Pero el operario de la gasolinera es hermano de Leatherface. El autoestopista reaparece, es el profanador de tumbas y también es hermano de Leatherface. Los tres hermanos han crecido a la sombra del abuelo, del que se dice que era el mejor matarife del mundo. 

El aspecto del abuelo es el de un cadáver. Sabemos que está vivo cuando bebe la sangre de la rubia. Los tres hermanos parecen menos malos junto al viejo. Leatherface le pasa un martillo. El abuelo no tiene fuerzas para sujetarlo. Es una metáfora muy burda. En el apego al pasado subyace la negación del presente. La añoranza de la leyenda del abuelo como un gran matarife niega su condición de muerto viviente. Lo cierto es que los matarifes que no cambiaron de oficio o no adaptaron sus habilidades a las nuevas demandas de la industria son basura humana. Matan así porque el sistema los ha segregado y no saben o no quieren hacer otra cosa.

Llegados a este punto, sabemos que siempre se trató del pasado. En alguna medida todos los personajes vienen del campo. La diferencia entre los buenos y los malos ha sido la distancia que interponen entre el pasado rural y su vida del presente. El error de los buenos ha sido vigilar una tumba en la frontera del país, visitar aquel vacío aterrador, la casa abandonada donde una vez hubo familia, achicar la distancia entre ellos mismos y su pasado en Muerto County, pugnar por revivir un recuerdo de infancia. Leatherface y los suyos viven de la nostalgia de lo que fueron, de lo que podrían ser si el mundo fuera como antes, del odio que sucede a la certeza de que el mundo no es como antes. Su paz es la del animal depredador, el ejercicio de la violencia como único medio en un mundo salvaje.

La muchacha se salva al final. Leatherface la despide con uno de los mejores bailes de la historia del cine. La música está en su cabeza. Es un vals de ruido y furia. Ya he dicho que Sally es la Dafne de este mito. El dios que la salva de su perseguidor no la convierte en una mata de laurel, sino que hace aparecer una camioneta Chevrolet que se la lleva.

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5 Comments

  1. Con «viajan en una van verde» me has matado…

  2. No sé si de haberla visto en su época me habría dado miedo, lo que si puedo asegurar es que al verla hace pocos años me produjo vergüenza ajena y un poco de asco.

  3. Di George

    He aquí un claro ejemplo de sobreanalisis de los elementos de la pelicula como símbolos filosoficos, también conocido como “onanismo mental”

  4. El ARCE

    Los rednecks también matan, amén.

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