Música

John Williams: fanfarria y fantasía (1)

John Williams. Foto: Cordon Press.
John Williams. Foto: Cordon Press.

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Una reseña sentimental

¿Por qué los guardianes de la cultura quieren dedicar una velada entera a una dieta de comida basura? (Los Angeles Times, 1983)

Esta fue la opinión del crítico sobre la visita de John Williams como director invitado de la Orquesta de la ciudad de Los Ángeles. Corría el año 1983 y el maestro ya tenía en su haber cincuenta y seis trabajos para cine y televisión y varios premios de la Academia. Al tiempo dirigía The Boston Pops, rama de la Orquesta Sinfónica de Boston. Su mérito: ser la formación sinfónica que más discos ha vendido en la historia, récord que no ha cedido en favor de ninguna otra orquesta hasta ahora. Cuarenta años después, la discusión sobre la legitimidad artística de la música producida para el cine resulta extraña y los conciertos de música sinfónica dedicados a este género son habituales y exitosos. En octubre de 2019 John Williams fue invitado por la Orquesta Filarmónica de Viena a dar dos conciertos con algunas de sus piezas más memorables. Suspendido inicialmente por indisposición del maestro, fue en enero de 2020 cuando la ciudad imperial acogió las dos veladas con la colaboración de la veterana diva del violín Anne-Sophie Mutter. Esto es lo que se escuchó.

1. «El vuelo a Nunca Jamás» de Hook

La idea inicial de Steven Spielberg de realizar un musical sobre la figura de Peter Pan contando con la estrella del pop Michael Jackson enfrentó a John Williams con el reto de crear varias canciones para las que contó con el experimentado letrista Leslie Bricusse. Descartado en 1990 el proyecto de musical (aunque dos canciones sobrevivieron la purga), el músico hubo de encontrar tiempo para atender este encargo y también la composición de la música para la película de Oliver Stone JFK caso abierto. La película de Steven Spielberg resultante cuenta con más de dos horas de música sobre 2:20 horas de metraje, y la acaban haciendo una película musical a su pesar, con más temas originales que ninguno de sus otros trabajos. La partitura elegida para comenzar el concierto vienés debió serlo precisamente por ser menos popular que otras y a la vez inequívocamente williamsiana. Como con otras situaciones fílmicas (los casos de los personajes, todos voladores, como Superman, Elliot, Harry Potter..), el acompañamiento musical cumple la función de reforzar la ilusión creada por los efectos visuales, en concreto, de que Peter Pan y Campanilla vuelan. Esa función instrumental de la música queda demostrada, una vez más, con espectacular solvencia. La apertura con los metales es acostumbradamente heroica y prepara el escenario para cuando los personajes despeguen. La intensidad progresa en voltaje a medida que las cuerdas construyen tensión mientras la orquesta ordena una poderosa fanfarria. La pieza utiliza técnicas similares a las empleadas en E.T. para describir musicalmente el vuelo. Desde los glissandi de arpa hasta los temas tocados al unísono, la música avanza constantemente en una implacable progresión de encanto y maravilla a la batuta del maestro, hasta el punto de que el oyente que cierre los ojos tiene la sensación de vuelo sin la molestia de las imágenes. La melodía de la trompeta cerca del final de la pieza reúne algunos temas anteriores, que luego pasan a los trombones y trompas. A medida que la secuencia llega a su fin, la música evoluciona en tensión para alcanzar el clímax final épico que concluye este emocionante viaje musical. Los Filarmónicos de Viena están a la altura, cómo no, del meticuloso andamiaje orquestal construido, cumpliendo con claridad y potencia y preparando al público al público, para vivir una velada única y especial.

2. Fragmentos de Encuentros en la tercera fase

A continuación, se programa una suite1 basada en momentos musicales de Encuentros en la tercera fase (1977). Invirtiendo el proceso tradicional, Spielberg y Williams colaboraron estrechamente antes del rodaje de la película para lograr una sinergia perfecta entre la narrativa visual y musical. La música de Williams no solo acompañaría la historia, sino que desempeñaría un papel fundamental en la trama misma del filme. Puesto que el argumento involucra el contacto humano con seres extraterrestres, Spielberg imaginó que la música podría ser el lenguaje universal de comunicación. Para hacer esta idea sensorialmente comprensible, Williams propone usar música atonal en representación de la incógnita alienígena, contraponiéndola con temas tonales que sugieren el desvalimiento, pero también la curiosidad y la búsqueda de propósito de la especie humana. 

Interpretado como cabe esperar con precisión y claridad diáfana por los músicos vieneses, John Williams nos recuerda en su suite orquestal las cinco notas musicales por las que es famosa la película. El motivo musical de la comunicación desempeña un papel fundamental en la trama y parece ser que Williams escribió casi trescientas variaciones de este motivo para proponer al director antes de que Spielberg seleccionara la versión que se utilizará en la película como música diegética. La elección de Williams de terminar el motivo en el quinto grado de la escala musical, sin resolución, crea una sensación de expectativa y apertura, como si se estuviera esperando una respuesta que no llega.

Williams evitó el uso de sintetizadores para el acompañamiento orquestal, y se vió distinguido con una candidatura a los premios de la Academia de Hollywood, que debió ceder solo ante sí mismo. Efectivamente, ese mismo año concurrió y ganó con la insuperable música compuesta para La guerra de las galaxias (Hoy Episodio IV: Una nueva esperanza).

Tras la ovación, el maestro toma el micrófono para confesar sus escasos conocimientos del idioma alemán, su admiración por la Filarmónica de Viena y por la solista en este concierto, la mentada Anne-Sophie Mutter. Esta violinista domina con su dinámica personalidad e incomparable presencia el panorama musical de los últimos treinta años, acaparando la atención de crítica y público. En efecto, la Mutter sabe cómo hacer su aparición en la sala desplegando todo su arsenal de encanto: Stradivarius a la mano, figura de pasarela e impresionante vestido azul a juego con la corbata del maestro, arrancando una nueva ovación al público. Meses antes los dos músicos habían lanzado un disco con adaptaciones para el violín de temas de Williams, demostrando que el estilo virtuoso y barroco de la alemana casaba a la perfección con la exuberancia orquestal del genio neoyorquino.

3. «Tema de Hedwig» de Harry Potter, con Anne-Sophie Mutter

Cuando Warner Bros encargó al director Chris Columbus la adaptación al cine del primer libro de la serie Harry Potter, el director solo tenía un compositor en mente para ilustración musical. Tras trabajar con Williams en el inesperado éxito Solo en casa, su continuación Solo en casa II y la comedia familiar Quédate a mi lado, el músico era sin duda una elección idónea para la partitura de una película de fantasía de público familiar. Por su parte John Williams manifestó ser lector de la obra de J. K. Rowling, con hijos y nietos admiradores de las aventuras del niño mago de modo que tenía una afinidad previa con la temática objeto del encargo, encargo ejecutado con su habitual dedicación y talento.

La pieza temáticamente dedicada a Hedwig, la lechuza mágica2 que acompaña al niño aprendiz de brujo, es un delicado vals estructurado en dos frases de tono menor con ecos de Tchaikovsky y Prokofiev y con la celesta como instrumento protagonista. Para el arreglo interpretado en el concierto vienés, Williams prácticamente prescinde de este instrumento en favor del violín, al que no ahorra ocasión de lucirse, eligiendo, del variado repertorio de especialidades que pueden adornar la ejecución, utilizar todas y cada una de ellas. El arreglo ha sido definido como «Harry Potter sale al encuentro de Paganini», y realmente Mutter acepta el reto asaltando el tema en un tour de force de pizzicatos, arpegios, vibratos, sextillos3 y rasgueos que debieran dejar sin aliento al intérprete y en cambio, a quienes en realidad apabullan, dejan atónito y agotan es al patio de butacas. Verdaderamente ayuda en este caso que la melodía sea sobradamente conocida del público para apreciar el esfuerzo puesto en adaptar la pieza para violín y orquesta, y este esfuerzo es correspondido por la intérprete con dominadora eficacia. El conjunto vienés, atento siempre a las indicaciones del director, acierta a envolver en un colchón musical la ejecución de la solista, que desató la ovación eufórica del público.

4. «Tema de Sabrina» de la película homónima, con Anne-Sophie Mutter

No parece que John Williams fuese la primera elección de Sidney Pollack para poner música a este remake de la célebre comedia dirigida por Billy Wilder en 1954. Lo que ocurrió es que Dave Grusin, colaborador habitual de Pollack, no estaba disponible y Williams cubrió el encargo con el nivel habitual. El tema principal para violín y orquesta fue interpretado originalmente por el destacadísimo solista Itzhack Perlman y la Filarmónica de Pittsburgh. 

La película de 1995 no fue un éxito, quizá debido a la poca aptitud de Harrison Ford para ocupar el papel de Bogart en la película original, interpretando a un adicto al trabajo seducido por el allure juvenil de la joven Sabrina. Lo contrario puede decirse de la música original, puesto que la composición de Williams es decididamente superior a los valses de Frederick Hollander en el primer filme. Siendo este tema musical menos conocido por el público, no desmerece del resto de su obra y al escucharlo se comprende perfectamente el motivo de elegirlo para Mutter. Si en el tema de Hedwig el lucimiento venía de la enrevesada dificultad técnica de la partitura, aquí el brillo proviene de la exquisita expresividad que la melodía principal transmite, en contrapunto con otra línea melódica que en tono menor interpretada por las distintas familias de instrumentos de la orquesta. Puede decirse que el violín simboliza la delicadeza del personaje de Sabrina intentando encajar con una sociedad menos espontánea y libre, sociedad representada por Linus Larrabee y a la que finalmente seduce y conquista. Este diálogo, tan habitual en los conciertos para violín y orquesta, conforma una pieza que es interpretada frecuentemente en los conciertos del solista original Itzhack Perlman. Anne-Sophie Mutter mantiene en su repertorio esta pieza desde su exitosa grabación con Williams, y la interpretación volcada en Viena levantó una nueva ovación del público.

5. «Donnybrook Fair» de Un horizonte muy lejano, con Anne-Sophie Mutter

La música de Un horizonte muy lejano fue encomendada a John Williams en 1992, cuando pensaba tomarse unas vacaciones. En vez de un merecido descanso, lo que hizo fue aceptar el encargo del director Ron Howard de ilustrar musicalmente el relato de una pareja de irlandeses (interpretada por el matrimonio Nicole KidmanTom Cruise) en su emigración al estado de Oklahoma. Williams demostró ser una elección segura, utilizando instrumentos y temas de influencia celta, y añadiendo a su habitual y eficacísimo envoltorio orquestal la colaboración del grupo irlandés The Chieftains. Entre los varios temas destacados que compone para la película está «Echando humo», que acompaña una escena en la que el personaje principal, frustrado ante la perspectiva de pasar la noche con la coprotagonista en absoluto celibato, sale a pasear y acaba involucrándose en una pelea de boxeo. 

De la misma manera que la música ilustra impecablemente la escena, el arreglo titulado «Feria de Donnybrook» traslada el tema de la película para violín y orquesta y, correlativamente, está pensado para el servicio y lucimiento de una solista superdotada, que responde el obsequio, y a la vez desafío, con un prodigio de comprensión del tema, dialogando entre los estilos de interpretación de violín clásico y el celta, fácil en la yuxtaposición con flauta y clarinete, enérgica cuando la orquesta le da la réplica. Por otra parte, los músicos de la Filarmónica arropan con unánime precisión los pizzicatos y en ningún momento opacan el papel solista. Realmente la pieza y la dirección otorgada son un testimonio del afecto con el que el arreglo ha sido diseñado, una auténtica alfombra roja musical para una intérprete con hechuras de estrella. Ovación cerrada.

6. «Devil’s Dance» de Las brujas de Eastwick, con Anne-Sophie Mutter

George Miller es conocido sobre todo por su energética dirección de la exitosa saga Mad Max, pero también por la serie infantil dedicada a Babe, el cerdito valiente, y las películas de animación con pingüinos Happy Feet. Este director aterrizó en Hollywood desde Australia con la comedia sobrenatural Las brujas de Eastwick, libre adaptación de una novela de John Updike. Los productores de la película El color púrpura ya habían perdido, para disgusto de Steven Spielberg, la posibilidad de agendar a Williams para la música, comprometida previamente con Quincy Jones, y el músico neoyorquino estaba libre, con el resultado de una de sus obras maestras, que son muchas. La partitura compuesta por Williams se adapta perfectamente a la historia de tres brujas principiantes seducidas por un señor de las tinieblas interpretado por Jack Nicholson (obvio decir que el actor también estaba perfecto en el papel). La pieza interpretada en la Musikverein de Viena el 18 de enero de 2020 adapta para violín el tema «danza de las brujas» rebautizado como «danza del diablo». Una pieza malévola, con aires de tarantela ralentizada y reminiscencias del ubicuo Dies Irae. En definitiva, un capricho musical idóneo para hacer un arreglo al servicio y medida de un violín virtuoso. El violín es uno de los instrumentos más delicados cuando se enfrenta con la orquesta completa, por lo que el director debe asegurarse de que el violín sea claramente audible sin ser abrumado. Aquí la diva revolotea caprichosa, pero enérgica con su violín, encontrando su contraparte con momentos de espectacularidad orquestal.

7. «Adventures on Earth» de E. T. el extraterrestre

Poco se puede decir que no sea conocido de la película y la música de la película E. T., por ser tanto la una como la otra lo más popular para el gran público. Desde el momento en que comenzó la interpretación, quedó claro que el concierto era una ocasión excepcional. La sección de percusión demostró una sincronización asombrosa, manteniendo una intensidad y ritmo extremadamente precisos. Los tambores, los platillos y el resto de la sección de percusión trabajaron en perfecta armonía, creando una base rítmica sólida que sustenta e impulsaba la pieza.

A medida que avanzaba la interpretación, los instrumentos de viento madera se destacan con su delicadeza y presencia. La sección de metales producía un sonido claro, nítido y perfecto. Pero lo que realmente hizo que esta interpretación se destacara fue la sección de cuerdas, espectacular. A medida que la pieza avanzaba a través de sus diferentes secciones, el sonido de las cuerdas crecía y disminuía con elegancia, agregando profundidad y emoción a la interpretación.

Pero lo que realmente elevó esta interpretación a un nivel superior fue la dirección magistral de John Williams. Su capacidad para guiar a la orquesta y extraer lo mejor de cada sección fue evidente en cada momento. Cada cambio de dinámica, cada matiz, estaba perfectamente sincronizado. Era como si Williams y la orquesta compartieran un lenguaje secreto, una conexión profunda que se traducía en una interpretación asombrosa.

«Adventures on Earth» es una pieza musical eterna y la razón es que eleva y conmueve. Uno de los momentos más emocionantes de la interpretación fue la aparición de un tema recurrente en la película, conocido como el tema «Over the Moon». Este tema se desarrolla de manera magistral, con las diferentes secciones de la orquesta intercalando papeles. La persecución en bicicleta es momento icónico de la historia del cine, y ello se debe en gran parte al papel de la música. De hecho, Steven Spielberg editó la escena tomando como referencia la música ya interpretada y no realizó el proceso inverso como es habitual. Es decir, tuvo la comprensión genial de que en este caso era mejor que el ritmo de la escena lo marcara la interpretación de la orquesta, entendiendo lo importante que era el trabajo musical para el impacto emotivo. En la pieza, las secciones de metales y cuerdas se fusionan en una explosión de emoción y energía. La música te transporta a un lugar de pura euforia, y es imposible no dejarse llevar por ella. En cambio, cuando E. T. y Elliott deben decirse adiós, la música captura a la perfección la tristeza y la belleza de ese momento haciéndote sentir como si el vínculo emocional perdurase. La pieza culmina con un grandioso final, dejándonos con una sensación de celebración y nostalgia al mismo tiempo.

La secuencia final de E. T. el extraterrestre es reconocida como uno de los logros más grandes de John Williams. El auditorio de la Asociación Musical de Viena no prodiga la ovación en pie, pero en este caso buena parte del público lloraba y aún músicos de la orquesta echaban mano del pañuelo. Tributo a un maestro que más que dirigir las secciones de viento, metales y cuerdas parecía estar manipulando las secciones de la ilusión, la infancia y la fantasía de nuestros corazones…

(Continúa aquí)


Notas

(1) Una suite orquestal es una composición musical que consta de una serie de movimientos o piezas cortas, generalmente orquestadas y organizadas a partir de una obra previa, generalmente escénica.

(2) Como nota triste, decir que el búho níveo que interpreta la lechuza falleció en accidente en una sesión fotográfica en la que los reporteros gráficos lo asustaron con sus flashes, provocando la precipitada huida y atropello de la rapaz en la calle.

(3) En el contexto musical, un sextillo implica tocar seis notas en el tiempo que normalmente se usaría para tocar cuatro notas del mismo tipo, desafío técnico para su intérprete en ejecución precisa y rápida para mantener el ritmo y la cohesión musical.

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