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Edurne Ormazabal: «En la sociedad actual, faltan espacios donde simplemente puedas estar, sin que te impulsen a consumir. Esta vocación de plaza pública sí está presente en Tabakalera»

Edurne Ormazabal para Jot Down

En el corazón de San Sebastián se encuentra Tabakalera, un espacio cultural en el que confluyen la creatividad y el conocimiento. Hoy nos encontramos en este centro internacional de cultura contemporánea para conversar con Edurne Ormazabal (Tolosa, 1963), su actual responsable. Bajo su dirección, Tabakalera se ha consolidado como un punto de encuentro para la innovación y la expresión artística, acogiendo una variedad de disciplinas y proyectos. Ormazabal, con una sólida trayectoria en gestión cultural, ha liderado la institución hacia nuevos horizontes, fomentando la colaboración y el diálogo entre artistas y público. Hoy, Edurne comparte con nosotros su visión, los desafíos que enfrenta en su rol y cómo imagina el futuro de los espacios culturales.

¿Cómo llegaste a Tabakalera? 

Había pasado bastantes años gestionando proyectos en el ámbito audiovisual, ocupando diversas responsabilidades en la televisión y la radio públicas. Sin embargo, nunca había estado, digamos, en la línea frontal de responsabilidad. Una de las circunstancias que más me alentaron a apostar por la dirección del centro fue mi conocimiento previo de muchos de los directores presentes en Tabakalera en ese momento, quienes formaban parte del ecosistema de este lugar, el director del Festival de San Sebastián José Luis Rebordinos, el director de la Filmoteca vasca Joxean Fernandez, y la directora del Instituto Etxepare Irene Larraza, entre otros; tuve la intuición de que juntos podríamos llevar a cabo un proyecto realmente singular, y esto fue lo que funda mentalmente me impulsó a decidirme. 

¿Cuál es el papel de la institución? 

La institución tiene el deber de desarrollar una programación que contemple a distintos públicos y sus diversas necesidades. Es cierto que Tabakalera se ubica en una ciudad ya dotada de unas infraestructuras y una programación públicas muy amplias. Sin embargo, Tabakalera trasciende lo local, y no se limita únicamente a una audiencia de San Sebastián o de Guipúzcoa; se establece como un equipamiento de ámbito internacional, y actúa esencialmente como motor para la creación. Tabakalera se concibe dentro de un marco institucional en Euskadi, se integra en el contexto del sistema vasco del arte. Aquí surge la pregunta de cómo combinar la visión de estar en la vanguardia y la necesidad de atraer al público. Tabakalera aspira a ser una plaza pública, un espacio donde la gente pueda participar en la programación, pero no solo; también debe ser un lugar de encuentro abierto a multitud de posibilidades. En la sociedad actual, faltan espacios donde simplemente puedas estar, sin que te impulsen a consumir. Esta vocación de plaza pública estaba ya presente en el proyecto de la dirección anterior, encabezada por Joxean Muñoz

¿Y cómo se combina con la gran actividad cultural que ya existe? 

Tabakalera no viene a duplicar lo que ya se ofrece, sino a complementarlo, lo que supone un complejo desafío. Sabemos que algunos visitantes acuden específicamente por nuestras proyecciones cinematográficas, nos ven casi como una sala de cine, mientras que otros pueden estar más interesados en el arte o en nuestra programación de conferencias. Es decir, la diversidad de nuestra oferta se aprovecha de maneras muy variadas. Nosotros valoramos y fomentamos esto y estimulamos intersecciones entre diferentes áreas de conocimiento. Estas múltiples facetas reflejan la necesidad de responder a las expectativas de un público culto y exigente, acostumbrado a una oferta cultural de alta calidad. En Tabakalera somos plenamente conscientes de ello y estamos comprometidos con el mantenimiento de un estándar de excelencia para satisfacer a nuestras audiencias, conscientes de la rica historia cultural de la ciudad y de su acogida a figuras y eventos de renombre internacional. 

Edurne Ormazabal para Jot Down

Desde su apertura, Tabakalera ha tenido una clara inclinación hacia lo internacional, con la participación de destacados/as artistas provenientes de lugares de todo el mundo además de la notable presencia de creadores/as vascos/as. Esta selección de artistas y temáticas sugiere un meticuloso proceso de curaduría. ¿Cómo hacéis esto? 

Es Clara Montero, nuestra directora cultural, junto con el departamento de arte de Tabakalera, quienes se encargan de desarrollar la programación de las exposiciones, que pueden tener diferentes formatos. Algunas se coproducen en colaboración con otros centros europeos y posibilitan que producciones de creadores/as locales itineren a esos centros. En ocasiones, la exposición se concibe con un comisario del equipo de Tabakalera o invitamos a un/a comisario/a externo para desarrollar un proyecto particular. Este año en el que celebramos el centenario de Chillida y Basterretxea, por ejemplo, planteamos trabajar en colaboración con sendas comisarias externas con la escultura contemporánea como eje principal temático de la programación expositiva. Para la exposición actual, Larruak eta izurrak (Pieles y Pliegues), invitamos a Laura Vallés Vílchez, a explorar las voces contemporáneas de la escultura en Euskadi, dominadas principalmente por mujeres, poniéndolas en contexto con artistas internacionales. Estamos trabajando también con la comisaria Soledad Gutiérrez para la exposición que inauguraremos en junio, Topalekuak (Lugares de encuentro), centrada en Eduardo Chillida, pero desde una perspectiva contemporánea. 

¿Podrías explicar cómo se maneja la selección de proyectos en Tabakalera, y cuál es la importancia de las producciones propias dentro de las exposiciones? 

Disponemos de una notable flexibilidad en la elección de proyectos expositivos. Esto nos permite abordar desde exposiciones individuales, como la de Gabriel Chaile, un artista argentino reconocido en la última Bienal de Venecia, cuya obra encontramos relevante por su conexión con la práctica de Chillida y que expondremos en otoño, hasta exposiciones temáticas que abordan una tesis curatorial específica a través de distintos proyectos artísticos. Mantenemos ciertas líneas de trabajo anuales, incluyendo proyectos que fusionan el arte con otras expresiones artísticas, como puede ser el cine. Un ejemplo fue la exposición Vive le cinéma!, realizada en 2022 en colaboración con el Eye Film Museum de Ámsterdam, a la que contribuimos con varias obras de producción propia. Esta es una característica distintiva de las exposiciones en Tabakalera: la inclusión de obras específicamente producidas para cada muestra, lo que refleja nuestro compromiso como centro de creación. 

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¿Cómo se integra Tabakalera en el rico ecosistema cinematográfico de San Sebastián y qué rol juega en el fomento de la cultura cinematográfica a lo largo del año? 

Tabakalera, que alberga el Festival de San Sebastián, la Filmoteca Vasca y la Escuela de Cine Elías Querejeta, se ha convertido en un epicentro audiovisual que va más allá de los excelentes festivales de cine que acoge la ciudad, manteniendo viva la afición cinematográfica durante todo el año y contribuyendo a la consolidación de nuevas generaciones de cineastas. La sinergia entre las distintas instituciones de Tabakalera ha permitido repensar y expandir la programación de todas ellas; avanzada y la inteligencia artificial, en el que la colaboración eficaz entre humanos y máquinas es crucial. Nuestra aproximación buscaba no solo producir obras de arte, sino también proporcionar una perspectiva que pudiera beneficiar la investigación tecnológica, descubrir aspectos desconocidos y explorar territorios inéditos, lo que lleva a la generación de nuevas ideas y conceptos. 

¿Qué es exactamente Medialab en Tabakalera y cómo surgió la idea para este espacio tan multidisciplinar? 

Medialab es un espacio de Tabakalera donde convergen diferentes saberes y herramientas para aprender y compartir conocimientos sobre disciplinas diversas, donde ciudadanos con múltiples conocimientos se reúnen para colaborar en proyectos de creación en torno a retos sociales como la sostenibilidad, la digitalización, la astronomía… La intención siempre fue crear un proyecto que aportara algo único al contexto cultural de la ciudad, especialmente considerando la rica red de casas de cultura y bibliotecas de San Sebastián. Medialab es el principal espacio de acceso a la creación ciudadana de Tabakalera y ha logrado sus objetivos de ofrecer una plataforma única para la exploración creativa y el aprendizaje interdisciplinario. La combinación de recursos culturales y tecnológicos ha enriquecido la experiencia de los usuarios, contribuyendo a una comunidad más dinámica e innovadora en Tabakalera. 

¿Cuál es el proceso para seleccionar a los artistas para las residencias en Tabakalera y qué se les ofrece durante su estancia? 

Las residencias artísticas en Tabakalera forman parte de nuestra misión como centro de creación en el entramado institucional artístico de Euskadi. Ofrecemos residencias como una de las herramientas clave para el desarrollo creativo de artistas contemporáneos, y contamos con un espacio dedicado en exclusiva para este fin. El programa de residencias es amplio y mayormente internacional, e incluye convocatorias específicas en colaboración con instituciones tanto locales como internacionales, como la EHU/UPV Morpho en Amberes (Holanda), Hospitafield/CCA en Escocia, o el que acabamos de lanzar con los centros Hek de Basilea (Suiza) y Map de Bangalore (India). Estas residencias no solo brindan a los artistas un espacio para trabajar, sino también alojamiento en la última planta del hotel ubicado en Tabakalera, facilitando así un entorno completo para su desarrollo creativo.

Edurne Ormazabal para Jot Down

¿Qué oportunidades únicas ofrece Tabakalera a los artistas a través de su programa de residencias? 

Además de espacio de trabajo y alojamiento, las residencias facilitan la inmersión en un ambiente creativo estimulante donde los/as artistas pueden interactuar con otros/as creadores/as, participar en jornadas de puertas abiertas y contribuir al dinamismo cultural de Tabakalera y del entorno artístico de Euskadi. Las residencias en Tabakalera pueden durar desde uno hasta tres meses, dependiendo del proyecto y las necesidades del artista. Esta flexibilidad les permite sumergirse completamente en su trabajo, con la posibilidad de extender su estancia si el proyecto lo requiere. Además, para los/ as creadores/as que necesitan más tiempo después de concluir su residencia, o para los/as locales en busca de un espacio adecuado, Tabakalera ofrece la cesión de espacios adicionales, asegurando así que todos los artistas tengan el apoyo necesario para realizar sus proyectos artísticos.

Ante la complejidad de gestionar un centro cultural tan diverso como Tabakalera, ¿cómo se organizan y distribuyen las responsabilidades entre los distintos equipos e instituciones? 

Las instituciones alojadas en Tabakalera, como la Filmoteca vasca, la Fundación Kutxa, el Festival de San Sebastián, la Escuela de cine Elías Querejeta Zine Eskola, Zineuskadi, Etxepare Institutua o Basque Culinary Center operan de forma autónoma. La sinergia y la comunicación entre las direcciones y los equipos son esenciales para coordinar las diversas actividades que Tabakalera alberga, y entre todos mantenemos un magnífico equilibrio entre autonomía y colaboración. 

¿Qué cosas no son cultura? ¿Qué cosas no caben en Tabakalera? 

En Tabakalera no establecemos límites estrictos en cuanto a las temáticas de los proyectos; estamos abiertos a explorar cualquier tema siempre que se enfoque desde una perspectiva artística, lo que permite una gran variedad de formas y expresiones. Nuestro interés se centra en aquellos temas vinculados con las preocupaciones actuales de la sociedad, sin importar cuán inusuales o innovadores puedan ser. 

¿Cómo se manejan los desafíos contextuales y físicos que pueden surgir al implementar ciertos tipos de proyectos en Tabakalera? 

Si bien estamos abiertos a una amplia gama de proyectos, somos conscientes de las limitaciones contextuales y físicas impuestas por nuestro edificio y el entorno. A pesar de estas limitaciones, buscamos maneras creativas de superarlas, como organizar exposiciones fuera de los espacios convencionales, por ejemplo, utilizando la escalera principal para exposiciones de arte sonoro. Es así como el proyecto Scala ha acogido diez instalaciones sonoras desde el año 2020. Nuestra intención es hacer que el arte sea accesible y atractivo para todas las personas, incluso para 

Edurne Ormazabal para Jot Down

¿Cuál es la visión de Tabakalera respecto a la financiación cultural y su relación con la sociedad? 

Creemos que, en una socialdemocracia, la cultura debe ser financiada desde lo público y que las instituciones deben tener un compromiso serio para garantizarlo. 

En ese sentido, el gobierno vasco se involucra mucho en cultura, ¿no? 

Sí, en ciencia, en arte… Hay una apuesta importante y un esfuerzo por ordenar el entramado institucional y promover colaboraciones. Por ejemplo, participamos en el programa de adquisición de obras de artistas vascos contemporáneos junto a Artium y el Museo de Bellas Artes de Bilbao. El resultado es lo que llamamos «colección compartida», cuya titularidad corresponde al Gobierno Vasco y alberga Artium. 

¿Tabakalera en números? 

Tabakalera ha experimentado un crecimiento exponencial en el número de visitantes, rozando los 800 000 el año pasado en una ciudad que apenas cuenta con 200 000 habitantes. El público mayoritario de Tabakalera es local, principalmente donostiarras y vascos/as en general. Lo más significativo es que más de la mitad de los/as visitantes participan activamente en alguna de las actividades de Tabakalera: asisten al cine o a Medialab, visitan exposiciones, participan en conferencias o talleres. Estamos hablando de más de 400 000 personas que participan activamente. Tabakalera se ha convertido en un espacio vital para la cultura y la participación ciudadana en Donostia, conecta con un público diverso y ofrece una amplia variedad de propuestas. La colaboración con el Ayuntamiento para descentralizar el turismo y mostrar otras zonas de la ciudad, una programación atractiva y diversa que abarca cine, exposiciones, conferencias, talleres y actividades para familias, y un enfoque en la participación activa del público, fomentando la interacción y el aprendizaje, son algunas de las claves del éxito de Tabakalera, y consideramos que tiene un futuro prometedor como centro cultural y espacio de encuentro para la ciudadanía. Su apuesta por la calidad, la diversidad y la participación activa la posiciona como un referente cultural en Donostia y en el País Vasco cuando falta un año para celebrar nuestro décimo aniversario.

Edurne Ormazabal para Jot Down

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Un comentario

  1. Artículo meramente propagandístico de una figura tecnócrata dentro de una institución supuestamente dedicada a la cultura y que sirve mayormente como altavoz para los políticos de turno.

    Tabakalera es el claro ejemplo de una gestión hipócrita: se agasajan constantemente por su apoyo al «ecosistema» cultural vasco y local, cuando en realidad favorecen a ciertos sectores interesados de la cultura vasca, despreciando sin descanso y desde sus inicios la memoria y el legado del difunto Arteleku, su fantasma por excelencia y todo un referente histórico en la gestión cultural en todo el mundo.

    Curiosamente el mayor problema con el que lidia Tabakalera es la presencia de migrantes y adolescentes que usan sus espacios como refugio, para cargar sus móviles y para evitar mojarse cuando llueve. Esto dice mucho de un espacio que presente ser abierto y acogedor. Abierto y acogedor, sí, pero con unos pocos y para unos pocos. Esto tiene nombre: élite y que se podría resumir bien en dos palabras: cliente o delincuente.

    El problema ya no son sus exposiciones de «Arte», que precisamente la ciudadanía ha dejado de mirar y atender con deseo –la desconexión es evidente– sino su incapacidad para incorporar y aglutinar el rico entramado cultural existente, o que no supo heredar y rechazó fervientemente de Arteleku.

    Todo ello ha sido gracias a la creación de nuevos ricos en la ciudad, tan sólo hace falta leer entre líneas esta entrevista para darse cuenta de ello. Preguntad al equipo o al personal que trabaja allí… eso sí, nadie se atreverá a hablar en público. Por algo será que el silencio reina por el miedo a hablar y a escuchar la verdad.

    El problema del «Arte» en Tabakalera es que se ha convertido en algo decorativo y en nada reflexivo. Preguntad al famoso «ecosistema» cultural donostiarra que flota como puede en un mar de fango. Seguramente este colectivo sí que os dará respuestas más realistas que las de esta entrevista propagandística.

    Y es que este Centro de Cultura Contemporánea no es otra cosa que un Centro Comercial maquillado donde nada está a la venta más que tu propia presencia. A todo esto y mucho más suena Tabakalera. No se dejen engañar: paseen por instalaciones y verán a qué suena. A todo, menos cultura.

    Un poco de autocrítica siempre va bien y ante la ausencia de la misma, conviene alzar la voz, pese a todo.

    Saludos desde un Donosti aburrido y asqueado por haber sido vilipendiado y vendido al capital de las fábricas gastronómicas sin chimeneas. Aquí no hay quien viva, excepto si eres Edurne Ormazabal.

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