Sueño. Manifestaciones de la Sombra
Estoy hablando con mi mujer en la vieja casa de mi abuela materna, en el barrio de La Xerea de Valencia. Hace más de cuarenta y cinco años que no voy a esa casa.
Tengo una gran herida en mi pecho como si fuera una gran hucha y está abierta de parte a parte, mi tórax es como una gran cartera portafolios por cuya boca se puede ver mi interior, que está semivacío, seco, en penumbra.
Con tranquilidad tomo mi corazón con las manos y lo saco de su sitio, lo desconecto de venas y arterias que tienen aspecto de tubos de fontanería. Me pongo a limpiarlo con cuidado junto a una cortina de abalorios, de esas que se emplean en las casas de verano para que no entren las moscas. La limpieza se me hace incómoda porque la bayeta tropieza con los abalorios y no puedo manejarla libremente.
El corazón parece más un artefacto mecánico que un órgano vivo, de una aleación metálica flexible, gris, bastante grande, quizá de cincuenta centímetros de ancho por treinta de alto.
Estoy tranquilo, en todo momento mi presencia de ánimo no coincide con lo que está ocurriendo. A todo esto, mi gran herida está abierta en todo momento, siento la frescura del ambiente en mi interior, estoy cerca de un balcón y corre una ligera brisa de primavera.
Termino y vuelvo a colocar el corazón en su sitio con toda normalidad. Entonces me intriga cómo he podido vivir estos minutos sin el corazón en su sitio y se lo pregunto a mi mujer. Ella contesta sin mirarme que es normal, que para eso está el pensamiento y sus consecuencias.
Es entonces cuando yo siento una gran molestia en el corazón, comienzo a marearme, voy tropezando hacia atrás, me siento desfallecer, creo que voy a morir, llego hasta el balcón exterior y me apoyo en la barandilla de espaldas y cuando estoy a punto de caer al vacío, mi mujer se da cuenta y me coge, me abraza fuertemente y le digo muy bajito que a lo mejor nos caemos a la calle. Ella me mira fijamente a los ojos, está muy preocupada.
En ese momento me despierto. Estoy durmiendo boca abajo y tengo mi mano derecha semicerrada entre el colchón y mi corazón, de modo que lo está presionando, siento una fuerte taquicardia, el pulso es muy pleno, me retumba hasta el oído.
Sin embargo, me despierto tranquilo. Aunque quiero levantarme de la cama, descomponer mi postura corporal y deshacer las arrugas de la sábana. Como si ambas cosas fueran la memoria de este mal sueño que, en realidad, no me afecta emocionalmente.
(20 mayo de 2007)
Integrar la peor opción disponible
Una de las funciones del sueño es recordarnos la peor opción que puede ocurrirnos en la vida. Su enseñanza estriba en orientarnos con mayor o menor urgencia, hacia la solución del problema que deseamos afrontar.
En ocasiones repetimos errores porque pasamos por alto la peor opción que puede ocurrirnos en algunos momentos de dificultad. De este modo fijamos la estrategia del error que se dispara cada vez que recibimos el primer estímulo. Es el problema de ser positivo a toda costa. Es importante visitar el infierno para conocer el paraíso.
El trance hipnótico nos ayuda a revisar esos episodios conflictivos desde los límites de la tragedia.
Aunque no podemos diferenciar drásticamente los distintos tipos de lenguajes persuasivos, podemos decir que mientras la metáfora deja un terreno más libre para la asociación analógica entre la situación problemática y el relato que aporta soluciones, el trance hipnótico busca el enfoque de la atención en elementos, a veces, muy concretos que posibilitan el cambio. Por su parte, el sueño aporta en ocasiones la peor fantasía para que tengamos en cuenta las características del enemigo. Aunque, a veces, nos presenta las mejores opciones.
La entrevista o anamnesis, por su parte, y como puerta de entrada al conflicto, busca la concreción descriptiva de la situación problemática en términos de qué paso, cuándo, dónde, quien o quienes intervienen… El trance induce a que la mente comience a buscar soluciones que dan otro sentido a la situación que ahora se manifiesta como conflictiva.
El trance dirige su mensaje a través de la distorsión de la realidad en sus estructuras de espacio y tiempo y en este sentido se asemeja a la metáfora y a la interrogación de la entrevista. De hecho, muchas fórmulas lingüísticas empleadas en los cuentos y preguntas poseen efectos hipnóticos.
En definitiva, podemos considerar las siguientes aproximaciones para definir la experiencia de trance hipnótico:
-Se puede considerar la hipnosis simplemente como un amplificador de la experiencia vital.1
-Si piensas que la hipnosis es una herramienta de poder sobre alguien saldrás perdiendo.2
-La hipnosis es como un buen gobierno: Cuantas menos cosas haces por conseguir eficazmente el resultado, mejor eres en tu trabajo.3
En síntesis, Vamos a ver si logramos sacarte del trance hipnótico en el que estás inmerso muchas veces al día, o por lo menos procuraremos darte las claves para entrar y salir de él cuando te apetezca o lo consideres oportuno.
Patrón de trance: acepta tu parte negativa
Identifica una cosa que quieres cambiar, alguna presencia negativa… Hay algo dentro de ti que se resiste a cambiar… percibe eso… Busca un momento donde te sentías seguro y confortable… un momento de gran bienestar… deja que tu inconsciente te lleve adecuadamente a ese lugar en tu vida.
Y mientras respiras en ese lugar de seguridad va a ir apareciendo una luz que ilumina ese momento… ese lugar seguro… cuando estés preparado…puedes permitir que la energía negativa entre en tu campo de conciencia… y deja que ella encuentre un lugar dentro de ti… recíbela con las manos abiertas, con todo tu corazón… y siente la paz… descansado… Cada vez que respiras te das cuenta de que puedes absorber esa energía con manos amorosas y transportarla para el lugar donde esa negatividad puede ser curada… respira la tristeza y relájate… respira el odio y relájate… respira el orgullo y relájate… respira la energía del orgullo para que ella pueda recibir luz y aceptación… siente como eso la empequeñece… lo que pienso de las personas puede ser curado cuando acepto… respira para el mundo mientras haces todo eso… dejando todo tu ser abrirse a la vida y a la muerte… siente la vida… cuando niegas la energía negativa la confirmas y le das el poder… respira y entra en contacto con tu capacidad de transformación a través del ritmo de la inspiración y la expiración… absorbe todo lo que el mundo necesita para ser curado dentro de ti… siente el placer… descubriendo cada vez… más… más… existe un lugar dentro de ti para curar todo lo que precisa ser curado… puedes incluir ahí las personas que no te gustan… los lugares que no te gustan… las cosas que no te gustan de ti… es preciso que lleves todo a ese lugar… respira para una nueva vida… deja la puerta abierta entre dos mundos… tu ser es un puente entre la tierra y el cielo… es una gran comprensión saber eso… no sé cómo continuará hoy este proceso… todo lo que yo sé es que tú eres un puerta de paso entre dos mundos… siente en el cuerpo lo que hemos realizado… en qué nivel de energía ha sido hecho este pasaje… usa el tiempo necesario para completar esta experiencia por ahora… sabiendo que puedes volver… para este lugar entre dos mundos donde la curación y la salud son posibles… y cuando estés preparado encuentra una manera confortable de reorienta tu atención y volver a esta sala…
(Milton Erickson)
Relato. Hay que ser positivo
Estaba preocupado por aquello, dándole vueltas a las opciones disponibles, poco a poco me fui relajando, asumiendo el problema que tenía ante mí, como el que sabe que tiene que asumir una pesada tarea y está pensando cómo hacerlo.
Un amigo se interesó por el problema y después de hablar un rato me dijo:
—Hay que ser positivo
Entonces ocurrió algo inexplicable. Todas las soluciones pensadas me parecieron banales, empecé a buscar pegas a todo y pensé que, aunque podía tener problemas no quería pasar por ser un imbécil.
Desde ese día paso por un instante de negatividad antes de tomar decisiones, me sienta mejor que volar lleno de positividad desde el principio.
(Denia a 10 de agosto de 2010)
Notas
(1) Ver Grinder, J. y Bandler, R. (1993): Trance Fórmate. Madrid: Gaia. Pág. 139.
(2) Op. Cit. Pág. 45.
(3) Op. Cit. Pág. 59.