Música

Le Parolier: «I Ain’t Marching Anymore», de Phil Ochs

Phil Ochs. Foto Cordon.
Phil Ochs. Foto: Cordon.

Muchas de las mejores canciones tienen que ver con la muerte. Tantas o más que con el amor. Este mes de abril, Le Parolier trata de esa terrible maquinaria de muerte y violencia que es la guerra. Vamos a hablar de un soldado, el eterno recluta que, a través de los siglos y de la historia, ha sido enviado a matar y a morir víctima de un engranaje que le es ajeno, que no puede detener, pero en el que encaja como pieza indispensable. Hasta que llegue el momento en que, como Mouloudji y Boris Vian, dirá: «No he venido a la tierra para matar desgraciados»1.

El autor de «I Ain’t Marching Anymore» tiene una de las muchas biografías tristes e injustas de la historia de la música grabada. Philip David Ochs fue un cantautor y activista involucrado en los movimientos políticos y sociales de la década de los sesenta del siglo XX. Dentro del folk y la canción protesta, era considerado, musical y discográficamente, el principal rival de Bob Dylan, pero era una figura mucho más comprometida de lo que el bardo de Minneapolis nunca fue (a pesar de los esfuerzos de mujeres importantes en su juventud como Suze Rotolo y Joan Baez). Antimilitarista y sindicalista convencido, Phil Ochs no tenía inconveniente en actuar gratis en cualquier rincón de los Estados Unidos donde hubiera un conflicto laboral.

En la Wikipedia podemos leer que el FBI tenía un dosier de quinientas páginas sobre Phil Ochs. En agosto de 1968 fue uno de los compradores del cerdo Pigasus J. Pig, candidato presidencial de los Yippies en la Convención Nacional Demócrata de Chicago y uno de los testigos en el histórico juicio de los Chicago Seven. Durante la actuación de Phil Ochs, mientras cantaba «I Ain’t Marching Anymore», centenares de jóvenes del público quemaron sus tarjetas de reclutamiento. Amigo personal de Víctor Jara, Ochs puso en marcha An Evening with Salvador Allende con el fin de recaudar fondos para Chile tras el golpe de Estado de Pinochet. También fue el organizador de la celebración del fin de la guerra de Vietnam en Central Park con cien mil asistentes y actuaciones de Harry Belafonte, Odetta, Pete Seeger, Paul Simon, Joan Baez, etc.

Una vez preguntaron a Phil Ochs de dónde sacaba la inspiración para sus canciones. Su respuesta fue señalar el Newsweek y decir: «De aquí». ¿Y la música? «De Mozart», dijo. Y ciertamente la riqueza melódica de sus canciones contrasta con lo crudo de sus denuncias. A partir de su cuarto álbum, las letras de Ochs evolucionarán hacia una abstracción poética que le sirve tanto para embellecer el mensaje como para crear un poderoso simbolismo que lo reforzará con imágenes de gran originalidad.

Pero en «I Ain’t Marching Anymore» todavía llama al pan, pan y al vino, vino. Su antimilitarismo se basa en un repaso histórico a las guerras en las que hasta entonces había participado Estados Unidos. Cada referencia histórica termina con la frase «I ain’t narching anymore», que se traduciría al castellano como «no vuelvo a marcar el paso nunca más»2, pero que metafóricamente puede significar «no vuelvo a desfilar nunca más», «no vuelvo a obedecer nunca más», «no vuelvo a atacar nunca más» o cualquier otra abstención voluntaria de los símbolos, las consignas y las obligaciones militares.

En «I Ain’t Marching Anymore», Ochs se convierte un soldado eternamente en lucha. Él mismo tiene otra canción, «Remember Me», que grabó para la revista Broadside un par de años antes, donde desarrolla la misma idea («Soy el soldado desconocido que murió en la Segunda Guerra Mundial») e incluye una trágica petición/exigencia de paz: «Demuéstrame que no he muerto en vano». ¿Sirve para algo la guerra, la violencia y la muerte de tanta gente joven?, se pregunta Ochs, y concluye con una advertencia que presenta la guerra casi como un fenómeno natural inevitable e incontrolable: «Recuérdame cuando las mareas de la paz estén cambiando». Hay que estar alerta siempre: «Recuérdame, por favor, no me decepciones», solicita con patetismo. Lo que pasó, la guerra y su propia muerte, debe servir para algo, para que nada de todo ello se vuelva a repetir.

Phil Ochs: «I Ain’t Marching Anymore», Elektra Records, 1965.

Las seis las estrofas tienen una estructura idéntica, dos versos sobre una batalla histórica seguidos de un pareado con rima consonante que introducen cada vez el tema de la muerte, la sangre y los muertos y dan paso a la declaración del título de la canción, «I Ain’t Marching Anymore». Estamos ante una canción que trata de la voluntad de acabar con las guerras y los ejércitos y la decisión de desertar, con la idea subyacente de que, si todos se negaran a obedecer, habría paz. El estribillo aparece cada dos estrofas: «Son siempre los viejos quienes nos llevan a las guerras. Y siempre los jóvenes quienes caen». Jóvenes contra viejos, el conflicto generacional que caracterizó la década de 1960. Los viejos tienen el poder y están convencidos de que la guerras sirven para conseguir algo. Los jóvenes son sus víctimas. La canción continúa poniendo en duda lo que llamamos «heroísmo» con el mismo planteamiento de «Remember Me»: «Fíjate en lo que hemos ganado con el sable y la pistola y dime ¿merece la pena?». Queda claro que la pregunta es una llamada a concienciarse de que no, las guerras no sirven para nada y nunca merecen el precio a pagar.

Phil Ochs comienza su repaso antibelicista con uno de los mitos de la historia de los Estados Unidos: «Oh I marched to the battle of New Orleans at the end of the early British wars». La historia es uno de los temas centrales de la canción, esa historia de muerte y de odio que estudiamos en los colegios y que se repite eterna, irremediable e inútil, a través de los siglos. Un patrón que Ochs repetirá con las guerras contra los nativos para despojarles de sus tierras, la guerra mexicano-estadounidense, con la guerra de Secesión y las dos guerras mundiales narradas en primera persona por un soldado en las trincheras y el piloto que desencadena el hongo atómico. Hechos reales que se convierten en mitos cuando Ochs nos los presenta como escenarios de esas confrontaciones militares que son idénticas y nos llegan unidas por la imaginaria memoria y los sentimientos de un mismo soldado arquetípico que mata y muere.

Solo en la segunda estrofa aparece la muerte explícitamente. Mientras antes hablaba de la sangre metafóricamente, ahora nos dice: «He matado mi cupo de indios en mil luchas diferentes». El enemigo, los indios, está en casa, y él ha cumplido con el deber de eliminar a los que le tocaban en el ciclo inacabable de luchas que exige un esfuerzo enorme para la victoria. Ochs elige hablarnos de Little Bighorn, la derrota del 7º de Caballería que la cultura popular ha convertido en leyenda.

A diferencia de su primer álbum (All The News That’s Fit To Sing, Elektra 1964), en el segundo (I Ain’t Marching Anymore, Elektra 1965), que incluye esta canción, Ochs prescinde del acompañamiento de una segunda guitarra. Sin embargo, un año después, eligió grabar para Inglaterra una segunda versión de la pieza que le daba título con acompañamiento eléctrico a cargo del grupo The Blues Project dirigido por Al Kooper, el creador del riff de órgano de «Like a Rolling Stone». Aunque musicalmente «I Ain’t Marching Anymore» no puede ser más sencilla con la media docena de acordes que aprenden los principiantes, vemos como su contenido literario es todo menos sencillo. Para demostrarnos que las guerras son inútiles, Ochs elige ejemplos históricos, cada uno encabezando una estrofa. Pero, para hablarnos de sus efectos —la muerte, la sangre, las masacres o el asesinato fratricida— utiliza esos pareados y nos dice que la joven tierra comienza a crecer y la sangre joven empieza a correr («The young land started growing, the young blood started flowing»): la esperanza del futuro de un nuevo país paralela al ciclo de la naturaleza, pero estas plantas van a crecer regadas por la sangre. Para Ochs los Estados Unidos eran los «policías del mundo»3. Un punto de vista dramático al situar la violencia en el origen de su nación.

Cuando se refiere a las guerras contra los nativos americanos, Ochs habla del resultado, de nuevo con dos frases paralelas: «He oído a muchos hombres mintiendo, he visto a muchos más muriendo». Y después: «He matado a mi hermano y a tantos otros más» que no rima en castellano, pero expresa igualmente esa orgía de sangre gratuita y fratricida que no distingue quien muere y tampoco importa. Son soldados desconocidos, victimas de su fusil que han perdido su nombre en la muerte y con él su humanidad. Y continúa «Ya he debido matar a un millón de hombres pero ahora quieren que me reincorpore but I Ain’t Marching Anymore». Difícilmente serán un millón, pero así es como él lo percibe. Hartazgo, agotamiento, sensación de culpa. La toma de conciencia del eterno recluta de esa guerra inacabable que empieza una y otra vez. «Cuando vi las ciudades ardiendo, supe que ya estaba considerando that I Ain’t Marching Anymore». Al descubrir que la guerra es un mecanismo imparable, pero completamente inútil, es cuando desertar se convierte en la única opción para el soldado cuya voz ha tomado Ochs.

Hay una estrofa final en la que aparece, de modo tal vez incongruente, un conflicto laboral: la reacción de los sindicatos ante el cierre de las plantas de misiles. ¿Es posible que un militante laborista como Ochs elija la paz frente a los puestos de trabajo? Los conocedores de su obra estamos familiarizados con la empresa importadora United Fruit4, explotadores de la riqueza frutal de Centroamérica y el Caribe. Ochs la cita al final de «I Ain’t Marching Anymore» devolviéndonos al presente de 1965 y equiparando la actitud proteccionista de los sindicatos con la rabia contra la revolución cubana que impide al comercio internacional seguir explotando la producción frutal de la isla. «Llámalo paz o llámalo traición. Llámalo amor o llámalo sensatez but I Ain’t Marching Anymore».

Tras años de alcoholismo y diagnosticado de trastorno bipolar, Philip David Ochs se quitó la vida el 9 de abril de 1976.

Sus letras nunca han perdido actualidad.


Notas

(1) «Le déserteur» (Harold B. Berg/Boris Vian). Mouloudji, Philips, 1954. Boris Vian, Philips, 1955.

(2) Definición de «march», en la edición 2003 del diccionario Webster: «A movement together on foot and in time as of soldiers. A movement as of soldiers from one stopping place to another. To move with measured regular steps as a soldier».

(3) «Cops of the World» (Phil Ochs). Phil Ochs in Concert. Elektra, 1966.

(4) «United Fruit» (Phil Ochs). Sings for Broadside. Demo recording, 1963/Folkways, 1976.

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7 Comentarios

  1. Nadie ha oído hablar de Phil Ochs, jajaja.

    • Abel "El Bedel"

      Nadie, mira lo tonto que eres, que hasta hablas en tercera persona.

    • Yo, gallo claudio

      «Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas»

    • Hace un tiempo leí un «no me judas satanás» muy interesante dedicado a él en la Popular 1. Muy triste pero muy interesante.

    • Yo sí he oído hablar de él, como tantos otros. Y el artículo ayuda a que otros oigan sobre él. ¿Te divierte el olvido, o es la ignorancia? Por qué suena amenazadora tu carcajada?

  2. Oxalá houbera hoxe mil cantautores como el. O explica moi ben Luís Pastor no seu fantástico recitado «Que fué de los cantautores?».
    Grazas Patricia polo teu artigo.

  3. Wladimir Rojo Carrillo

    No has oido hablar de Phil Ochs ? Ya se necesita ser un cenutrio musical. Seguro que eres fan del Regaeton, o como se diga.

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