Cine y TV

‘Marco’: ser huérfano a la japonesa

Marco. Imagen Fuji Television.
Marco. Imagen Fuji Television.

Lo que me gusta a mí un drama no lo sabe nadie. Soy la misma que escribirá más adelante sobre Padres forzosos y me alegra que aquí, por fin, de un drama se haga un drama, porque es lo que uno espera de una historia triste —que te dé pena, pena de verdad—. En la Warner Bros. si pierdes a tu madre no pasa nada, porque viene tu tío molón, un amigo de tu padre, os ponéis todos a vivir jun tos y se te pasan las penas. En Japón, tu madre es tu madre, no hay negociación, y si te quedas sin, pues la buscas y mal, todo mal, porque eres huérfano momentáneamente, porque tener una madre en Argentina y tú quedarte en Italia es lo mismo que no tener madre —con los argentinos ya se sabe—. Eso es lo que a mí me gusta, que se llore, que haya pena y drama, y gracias a Dios en Marco encuentro el tremendismo que me caracteriza: eso sí, si yo con el material de Marco tuviera que escribir una novela, aseguro que cuando Marco encuentra por fin a su madre, esta tiene ya una nueva familia y por eso ha dejado de mandar cartas, porque tiene otro hijo y lo que quiere es deshacerse de la familia que tiene lejos —lo avisé, lo de los argentinos—. 

En mi cabeza, infancias que tiene una, Marco y Heidi son la misma persona porque los dos son redonditos, tienen las mejillas sonrosadas, los ojos grandes y el flequillo escalado. Una se ha quedado sin madre y el otro no sabe qué le ha pasado a la suya y allá que va a buscarla. La diferencia es que uno está mal y la otra, pues bueno, con las cabras y Pedro se va entreteniendo, la pobre, y lo va superando. Pero lo mío es Marco, que es bueno y generoso, el tipo de persona a la que no quieres que le pase nada malo porque te gusta, te da buen rollo: y es ahí donde empieza el bajón. Te presentan a un niño que da gusto verlo, de guapo y alegre y buena persona, y te llevan en el primer capítulo al campo, y Marco venga a reír y venga a reír, y todos menos él saben lo que va a pasar, y hasta tú que no eres nadie, solo uno que está viendo la serie, hasta tú sabes lo que va a pasar, y va y le quitan a la madre. La culpa no es de Japón, no os engaño, sino de Italia, que en el Mediterráneo ya se sabe que tenemos esa cosa latina de hacer una montaña de un grano de arena.

La historia original, en la que está basada la serie de animación, es de Edmundo de Amicis, y lo que quiere Edmundo no es que lo confundan con Heidi, sino hablar de la emigración italiana, una cosa que ahora nos pilla muy a mano porque no hay familia sobre el territorio español que no tenga a alguien haciendo lo mismo que tuvo que hacer la madre de Marco —no te vayas, mamá—, es decir, largarse a buscarse la vida, que está muy mala. Al final, por supuesto, la cosa acaba bien y Marco encuentra a su madre, que está enferma y a puntito de morirse, pero lo ve, que ya he dicho que da gusto verlo, de bueno y guapo y alegre, y más si es tu hijo, y la madre de Marco lo ve y se cura. Y mientras la encuentra y no —pensaré mucho en ti—, pues nos va entreteniendo, porque otra cosa no, pero el drama entretiene una barbaridad.

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4 Comments

  1. DESTROYER brazo de acero

    Antes un artículo de la Jot daba para una buena sentada en el váter!
    Vais a acabar posteando tweets

    • Abel "el bedel"

      Bienvenido a la era de jotGPT. Ya no disimulan.
      Ni una palabra de aquella adolescencia que perdimos matándonos a pajas mirando al mono Amedio.

  2. Gustavo

    Jenn, parece que los primeros comentarios de este artículo querían un poco más de cotilleo y drama en el artículo, porque estamos acostumbrados a que el drama tiene que ser lento, interminable y cruel.

    Sin embargo, en mi opinión tus letras sobre Marco comenzó y terminó donde debía, hacernos recordar de nuevos a todos ese dolor que sentimos al escuchar: ¡no te vayas mamá, no te alejes de mí…adiós, mamá…»

  3. Kilgore

    Uno. No se me olvidará en la vida la llorera que se pilló mi madre viendo el primer capítulo de Marco en aquella lejana sobremesa del sábado que es cuando ponían estas series. Yo, que no era más que un mocoso, flipaba le preguntaba que le pasaba y ella entre hipidos me decía que sabrás tú lo que es alejarse de un hijo. Un cuadro.
    Dos. Lo de comparar la emigración del diecinueve con la actual. Venga ya…
    Por lo demás el artículo será corto, pero es bueno. Y está bien escrito. No se puede comprar al truño de los casinos del otro día.

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