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El Lazarillo de Tormes más desconocido

El Lazarillo de Tormes más desconocido
«El cornudo paciente». Detalle de Vista de Sevilla, de Joris Hoefnagel. 1598.

Lazarillo de Tormes es más que un clásico de la literatura, es un símbolo y una referencia cultural de España. Su historia se ha llevado al cine y a la televisión, a la radio y a podcasts, a escenarios de teatro, música y baile, incluido el break dance, a cuadros de pintores como el mismísimo Goya, aparece en todos los niveles de enseñanza y se ha publicado en libros adaptados para niños y para quienes aprenden español como lengua extranjera. ¿Qué tiene la historia del Lazarillo de Tormes para que haya cuajado tanto en la cultura y la sociedad?

Tiene, en primer lugar, una calidad y complejidad literaria que hace que los expertos en la materia continúen día tras día hablando sobre el pequeño librito en monografías científicas, revistas de investigación, tesis doctorales, seminarios universitarios y congresos académicos alrededor del mundo. En segundo lugar, tiene la virtud de estar escrita con claridad, lo que unido a su gracia y frescura la convierten en una historia resistente al paso del tiempo. Por último, el personaje del pícaro, encarnado en aquel que sin recursos usa el ingenio para ganarse el pan, está muy reconocido en la sociedad española. Coincide con lo que muchos experimentaron durante el largo periodo de dictadura que sumió al país en la miseria en un contexto global de modernización; y coincide también con el estereotipo del español en buena parte del mundo, sobre todo en países como Francia o Alemania, lugares a los que muchos españoles llegaron con poco y se apañaron con trabajos menores, como hacían los pícaros de antaño. En cierto modo, las sucesivas crisis de los últimos años y sus consecuentes flujos migratorios han hecho que esa situación se haya repetido.

Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo eso con el texto original del Lazarillo de Tormes? Probablemente, menos de lo que creemos. La obra se publica y se discute mucho, pero, en realidad, es poco lo que se sabe de ella, y eso que es bien breve. Sin ir más lejos, no se conoce al autor ni la fecha ni el lugar de publicación exactos. Y hay interpretaciones del texto para todos los gustos, desde aquellos que ven una historia real detrás de la ficción hasta quienes creen que la vida del Lazarillo no es más que un símbolo del arte mismo de escribir. Sí hay, no obstante, algunas certezas entre tanto desconcierto. Lo paradójico aquí es que esas certezas se conocen menos y casan mal con la imagen más extendida del Lazarillo. La historia de este es, básicamente, la de un hombre orgulloso porque su mujer le pone los cuernos. Es por eso por lo que escribe una carta en la que cuenta las hazañas de su vida, para justificar por qué lleva los cuernos con satisfacción. Lázaro nació pobre en una familia marginal, su padre era morisco y ladrón, su madre ejerció la prostitución. No le quedó nada mejor que servir a clérigos, ciegos y nobles que no lo sacaron, ni mucho menos, de la pobreza. ¿Cómo no aceptar el matrimonio con una mujer que se acuesta con un arcipreste, si a cambio del acuerdo el miserable obtiene comida y casa? Esa es la pregunta principal que se le plantea al lector del Lazarillo, al menos en su versión original.

Esa versión original, sin embargo, se mantuvo escondida durante mucho tiempo. La censuró la Inquisición, que permitió solo y después de muchos años una versión que, por estar mutilada, se conoció como Lazarillo castigado. Expurgado quedó, por ejemplo, el capítulo en el que Lázaro se juntaba con un fraile que, amén de «otras cosillas» que no se quieren contar, mantenía relaciones vergonzosas con varias mujeres. Este Lazarillo castigado fue el que, todavía décadas después, se comenzó a relacionar con otros textos pertenecientes a lo que se conoce como literatura picaresca. La relación del Lazarillo original con el género picaresco, por tanto, no hay que darla por hecho fácilmente. Entre uno y otro pasó más de medio siglo, tiempo suficiente para que se transformaran, entre otros, los gustos literarios y la corte de los reyes. El autor del Lazarillo ya habría fallecido cuando su texto, metamorfoseado por el Santo Oficio, comenzó de repente a cobrar vida en una corte, la madrileña, muy distinta a la toledana que él había conocido. En definitiva, la novela que se conoce como el santo y seña de la literatura picaresca no contiene la palabra pícaro por ninguna parte y bien puede considerarse como ajena a ese género literario.

Eso sí, durante todo ese tiempo los cuernos se siguieron luciendo por las calles, sobre todo por las de la corte real, como nos recuerdan los poetas de la época. El argumento principal del Lazarillo, pues, conservaba su vigencia y resultaba del todo coherente con la España del Siglo de Oro, al que Quevedo denominó «Siglo del Cuerno». Piénsese que, en aquel tiempo, arrastrar cornamenta era todo un oficio y existía la figura del «cornudo paciente», perseguido por las autoridades igual que el texto del Lazarillo. Entonces, ¿cometía Lázaro un delito al permitir el adulterio de su esposa? Sí, pero ya se las arregló él en su carta, que constituye el texto de la novela, para culpar al arcipreste y hacerse pasar él por víctima. He ahí el arte de escribir, de defender un argumento y convencer al lector. De hecho, para escapar de la persecución y seguir disfrutando de los bienes derivados del consentimiento, en España existió un texto legal conocido como «carta de perdón de cuernos», que aparentemente no acarreaba consecuencias para la mujer. Lazarillo de Tormes puede así entenderse como una versión literaria de esa fórmula jurídica.

Por otra parte, la imagen de un Lázaro que consiente la infidelidad de su cónyuge es asimismo coherente con las teorías que se barajan sobre la autoría del Lazarillo, pues Diego Hurtado de Mendoza, a quien se viene atribuyendo la obra casi desde el principio, también trató el tema en sus sonetos y en su poema «En loor del cuerno», en el que reivindicó con gracia simpar la figura del macho astado, ya que el cuerno servía para ascender socialmente:

Solo él basta a sanar de la pobreza,

por él vemos que muchos abatidos

vinieron a subir a grande alteza.

Finalmente, hay que recordar que entre las novelas que se publicaron en esa época de florecimiento de la picaresca se cuenta una publicada por un tal Juan de Luna, y que no es otra que la Segunda parte del Lazarillo de Tormes. Aquí no hay dudas sobre quién escribió la obra. ¿Por qué? Porque el autor renunció del catolicismo y publicó en París, entre protestantes, un texto que hubiera sido más que castigado por la Inquisición de haber caído en sus manos. Esta segunda parte nos confirma el argumento —el «caso»— de la primera, pues buena parte de esta continuación se centra en los desajustes entre Lázaro, su mujer y el arcipreste, llegando los tres a compartir cama a un mismo tiempo. Lázaro se ve repetidamente desplazado e incluso su lugar de marido consentido es ocupado por otro hombre, un nuevo cornudo. Confirmado que la prole de su esposa no es suya sino del arcipreste, el protagonista sale desterrado de Toledo y encuentra nuevas aventuras, otra vez entre clérigos y frailes, en orgías clandestinas y mujeres que casi acaban por cortarle el pajarito, que así lo llaman.

Esta secuela literaria sobre la vida de Lázaro, a pesar de estar traducida a más de una docena de lenguas distintas, ha sido infravalorada por la academia española y lleva casi cuarenta años sin reeditarse en castellano; de hecho, las mejores valoraciones del texto se deben a investigadores franceses, alemanes y norteamericanos. La novela contiene, no obstante, un humor y un nivel de subversión no muy lejano al de la primera parte. Al fin y al cabo, las dos partes denuncian desigualdades sociales y perversiones eclesiásticas de las que el consentimiento córneo celebrado en Lazarillo de Tormes no es más que una consecuencia.

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4 Comentarios

  1. Xavier D. Garret

    ¡Ostras!, primera noticia que tengo de la versión «original». Ya me extrañaba que fuese de obligatoria lectura en el colegio de LaSalle: porque era la versión depurada, aun así divertida como pocas de esas lecturas.

    Ahora me siento impelido a encontrar las originales…

  2. Pingback: Jot Down News #16 2024 - Jot Down Cultural Magazine

  3. El de las uvas

    Para más INRI, la madre se amanceba con un hombre de color que le hace un hijo que no para de decir: «ideputa»

  4. Pingback: El desafío a la autoficción, de 'Don Quijote' a 'Puta' - Jot Down Cultural Magazine

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