Entrevistas Música

Mikel Izal: «Siempre tengo que tener un plan para estar tranquilo porque soy muy cuadriculado»

Mikel Izal para Jot Down

Esta entrevista es un adelanto de nuestra trimestral Jot Down  nº 46 «Rupturas»

La vida de Mikel Izal (Pamplona, 1982) ha sido un entramado de experiencias que, aunque inicialmente no apuntaban a la música, acabaron llevándolo hasta la pasión que hoy define su carrera. Criado en una familia con residencia en Vitoria, donde vivió desde los nueve hasta los veinticuatro años, Mikel no siempre tuvo claro que su destino estuviera en los escenarios. Tras realizar sus estudios en Ingeniería de Telecomunicaciones y dedicarse profesionalmente durante unos años a ese campo, su vida parecía encaminada hacia un rumbo muy distinto. No obstante, la música siempre estuvo presente, desde los primeros golpes instintivos en el piano de su primo hasta las complejas composiciones en un arcaico secuenciador MS-DOS en su adolescencia.

La universidad le brindó el espacio para explorar la creación de temas propios, aunque fue en Madrid donde su vocación musical tomó un giro decisivo. La capital española le abrió las puertas a un mundo de música de autor, permitiéndole presentar sus maquetas en locales emblemáticos y empezar a construir un nombre por sí mismo. Este camino, lleno de viajes, conciertos solitarios y el crucial reconocimiento en el Certamen de Jóvenes Creadores de la Comunidad de Madrid, marcó el inicio de un viaje sin retorno hacia la dedicación total a la música; tras años de éxitos en la formación IZAL, el grupo que hizo sus sueños realidad, Mikel comienza ahora su carrera en solitario. Aprovechamos la presentación de su nuevo álbum para recorrer con él toda su carrera.

Mikel, viniste a Madrid para trabajar de teleco y terminaste de cantautor… ¿cómo fueron tus inicios?, ¿temiste alguna vez por tu integridad?

[Risas]. Los comienzos fueron interesantes ya que todo era nuevo y emocionante. Vine a Madrid a trabajar de ingeniero de teleco y lo compaginé con conciertos los fines de semana en garitos muy pequeños en los que actuaba con mi guitarra viendo si tenía algo que ofrecer y para pasármelo bien disfrutando de la música. No tenía mucha más pretensión, pero la cosa empezó a ponerse seria cuando en 2008 gano el Certamen de Jóvenes Creadores de la Comunidad de Madrid y eso me hace pensar que mis canciones pueden gustarle a otro público, más allá de mis amigos.

¿De dónde te viene la pasión por la música? ¿Hay tradición en la familia?

La familia de mis padres sí que canta por Navidad y es muy folclórica. Mi padre tocaba el acordeón y la guitarra. A nivel de aficionado y de disfrute de la música, es una familia, la paterna, con buen oído musical. Es verdad que no parece muy lógico que a su hijo, el ingeniero, se le vaya la olla de semejante forma, pero así fue.

Empezaste con un secuenciador que corría en MS-DOS.

Así empecé, con informática musical, como quien dice [risas]. En algún número de una revista de informática, me cayó entre manos un secuenciador que se llamaba Impulse Tracker y corría en MS-DOS, y ahí empecé a hacer música instrumental con baterías sencillísimas, voces…

Te he escuchado definirlo como «basura electrónica».

Absolutamente. Era una basura tremenda, pero se lo enseñaba a mis amigos muy orgulloso. Era mi basura [risas], y ellos flipaban porque no sabían cómo se hacían esas cosas. Era un juego que me emocionaba a mi manera.

Estuviste trabajando para Boeing y lo dejaste para dedicarte a la música. ¿Lo tuviste claro o te tuvieron que empujar un poquito?

Tenía un plan. De hecho, siempre tengo que tener uno para estar tranquilo porque soy muy cuadriculado.

Como buen ingeniero…

Es así, mi esencia es esa. Iba a estar tres años intentando ganarme la vida con la música. Ese es el plazo que me di. Si no, volvería a echar currículums.

¿Eso fue lo que le vendiste a tus padres o era de verdad?

Era de verdad, soy muy cuadriculado y no contaba con que esto saliera bien, pero tenía que intentarlo.

¿Cómo se lo tomaron?

Lo pasaron mal, sobre todo los dos primeros años. Me confesaron que mi madre durmió fatal durante esos años porque pensaba que quizá yo había tirado un poco mi vida a la basura.

¿Pensaron que quizá te habían inflado el ego de más? 

[Risas]. Tal cual. Recuerdo una llamada en la que le conté que iba a hacer esto y lo otro, y me respondió: «Ay, madre mía, no te teníamos que haber animado tanto de pequeño» [risas].

Mikel Izal para Jot Down

En la época más oscura del covid, donde no se vislumbraba el futuro para los espectáculos, ¿te planteaste volver a trabajar de ingeniero?

No, me pilló muy asentado con el proyecto de IZAL, y pensábamos que, en algún momento, la vida volvería a la normalidad y, afortunadamente, así fue.

¿Quiénes fueron tus mayores influencias musicales en tus primeros años?

Extremoduro me gusta mucho. Pero lo que escuchaba cuando era más joven, los cantautores Ismael Serrano, Sabina y Jorge Drexler, y Queen, fue realmente la semilla de todo. Escuchar a Queen con catorce años me hizo pensar que la música era maravillosa… ¡Qué melodías, qué forma de cantar y qué universos! Y ni siquiera entendía demasiado bien lo que decían las canciones. Estas tres patas tan diferentes formaron mi cerebro musical durante los primeros años.

Has comentado que la composición es con lo que más te identificas. ¿Recuerdas la primera canción que escribiste?

Sí, «Fear and Rain» [Miedo y Lluvia].

¿En inglés?

Y seguramente en un inglés de mierda con faltas gramaticales por todas partes; pretenciosa, inocente y horrible, pero era mía. La compuse en inglés porque era una forma de esconderte y que no te diera tanta vergüenza hablar de tus cosas.

¿Cómo se decidió el nombre de la banda IZAL y qué significado tiene para ti?

IZAL lo fundo yo y busco al resto de componentes con Gato, que es el primero al que le comento que quiero formar un grupo para romper con la época de cantautor. Por tanto, no dejaba de ser un proyecto fundado por mí, en el que seguiría componiendo las canciones igual que cuando estaba solo. Quería alejarme de mi época de cantautor porque ya estaba aburrido (siempre me termino aburriendo de todo). Estaba buscando nombres muy locos que nada tenían que ver con mi apellido, pero al resto no le gustaban. No sé si lo propuse yo o fue idea de todos: «Pero Izal, que es tu apellido, es raro y singular…».

¿Rollo Amaral?

Sí, y siempre recuerdo que fueron ellos los que me convencieron de que era un nombre que iba a funcionar y, además, llevaría un poco de mi esencia. 

¿Supuso más responsabilidad?

En aquellos momentos, la responsabilidad era nula porque nadie sabía que existíamos.

Mogollón de grupos se han arrepentido de ponerse un nombre sin pensarlo mucho…

No me arrepiento. Es un nombre que funcionó, singular, que está bien, sin más, como cualquier otro nombre.

Al primero que convences para unirse al proyecto es a Emanuel, con el que coincidiste en un viaje a Macedonia como premio por ganar el concurso de Jóvenes Creadores de Málaga y Madrid, respectivamente. ¿Cómo se lo vendiste?

Allí yo fui con mi rollo de cantautor y le dije que estaba escuchando a Arcade Fire, Love of Lesbian, Sunday Drivers… y que su música me estaba interesando mucho porque era una forma de hacer pop rock con contenido. Le comenté que estaba empezando a cansarme de mi guitarra y mi voz y que buscaba algo que fuera en esa línea. Me contestó: «Ok, de puta madre. Cuando volvamos a Madrid, lo montamos». Entonces empezamos a buscar a los demás por Internet y así se formó IZAL.

Alejandro buscaba habitación y terminó siendo el batería…

Me escribió para eso y le dije: «La habitación está pillada ya, pero estoy buscando un batería y veo por tu foto de perfil que tú tocas».

O sea que no buscaba a Izal, sino una habitación.

Buscaba habitación. Conocía mi trabajo como cantautor porque a su hermana le gustaban algunas canciones mías…

Iván Mella ya trabajaba de profesional con Carmen París, entre otros, y se «tiró a la piscina sin saber si había agua».

A mí me sorprendió mucho que se uniera, pero también quería un proyecto propio donde poder hacer sus arreglos y sus cosas.

¿Y Alberto?

Vino a hacer un curso de guitarra profesional para mejorar y acabó con nosotros.

¿Cómo fue el primer ensayo de los Izales titulares? ¿Feeling a la primera?

Obviamente, cuando ya se quedó esta formación (que fueron dos meses desde que empezamos a buscar y por la que pasaron personas que no encajaron), ya vimos que sí, que todo el mundo estaba donde tenía que estar y que apostaríamos a muerte por el proyecto. Además, tocaban genial y nos llevábamos bien. Pero, vaya, eran ensayos paupérrimos en una habitación sin ventanas de un piso que parecía okupa. Tocábamos prácticamente acurrucados, de lo pequeño que era.

Bajabas en pijama.

Es que era nuestra casa: la de Gato y mía. Era una casa que tenía un cuarto vacío sin ventanas y ahí lo metíamos todo.

Y os robaron…

Justo un día antes de grabar nuestro primer disco entraron a robar en el local de ensayo que compartíamos con dos grupos más. A los otros les robaron más, pero a Gato le quitaron el bajo y el dinero no sobraba. ¡Madre mía, vaya forma de empezar!

¿Cómo solventasteis la papeleta?

Iván conocía a Charly Solano, que es un bajista brutal que está con Mäbu, y le prestó su bajo para que pudiera grabar.

¿Y cómo crees que ha influido en el sonido de IZAL el background de cada integrante?

Se notaba la mano de cada uno sobre todo al final, en los arreglos.

Cuando ya erais un grupo top, ¿se os olvidó esto que me has contado del local de ensayo? A lo bueno se acostumbra uno rápido…

Te acostumbras rápido, pero no olvidas. Te pones a contar batallitas y es una forma de recordar lo que tienes y de dónde vienes.

Magia y efectos especiales, vuestro primer LP, fue autogestionado a través de crowdfunding. ¿Cómo resultó?

En ese momento, muy pocas personas sabían que existíamos. Participaron cien personas, tres mil eurillos que nos vinieron muy bien y fueron el soporte económico para ocho días de grabación a toda velocidad.

¿Creyeron en vosotros cien personas antes que los supuestos expertos?

Así fue. El primer año fueron las únicas personas que creyeron en nosotros y pagaron prácticamente el disco entero.

Os pateasteis las oficinas entregando una copia grabada en busca de mánager y no os respondió nadie…

Sí, porque vi que necesitábamos a alguien que nos hiciera «existir» y llevara una parte de la gestión musical. Recorrimos todas las oficinas que llevaban grupos que nos molaban o que funcionaban en festivales con nuestro CD con el título escrito a rotulador. No nos hizo caso nadie.

De los que os negaron al principio, ¿os han llamado después de dar el petardazo? 

No… eso no hubiera tenido ningún sentido porque ya estábamos con Hook y Manuel Notario. Hay mucho respeto en el mundo de los mánager y las oficinas. Por lo que yo he vivido, es difícil que pase eso.

Como no conseguíais mánager, te inventaste a Pilar…

Efectivamente. Enviaba cartas a las salas diciendo que era Pilar, la mánager. Lo hacía para ver si nos tomaban más en serio y, a poder ser, que nos pagaran algo.

No se puede poner en duda las ganas que teníais. Os lo currasteis.

Aparte de componer, me estrujaba mucho la cabeza con ideas de marketing y formas para que la gente nos conociera.

Mikel Izal para Jot Down

Una pequeña inversión en promo y un poco de suerte os empujaron… Y al final vuestro primer mánager fue el que llevaba a Amaral.

El periplo con el CD no funcionó, pero contratamos a Gloria González, que nos hizo una promo de un mes muy buena y nos llevó a Radio 3. Ángel Carmona se quedó con nuestra «matrícula» y, cuando Manuel (nuestro mánager) le preguntó si había algo nuevo bajo el sol, le habló de nosotros. Además, recordó que le llevamos un CD. Gloria también le habló bien de nosotros y todo eso hizo que se interesara.

La importancia de estar en el sitio y en el momento adecuados…

Hay que estar en muchos sitios para al fin estar en el adecuado y eso era una cosa que nosotros sí hacíamos.

Cuando publicáis Agujeros de gusano (2013), el grupo despega y llegan los primeros reconocimientos: Artista revelación en los Premios de la Música Independiente y en los premios otorgados por la revista Rolling Stone. ¿Cuándo os disteis cuenta de la dimensión que había alcanzado el grupo?

Fue vertiginoso porque despegó en apenas tres años, pero también paso a paso…

Pasáis de tocar para sesenta personas a llenar el WiZink…

Son treinta y seis meses en los que solo nos dedicábamos a esto día y noche… Ese era el plazo que me di y había que aprovecharlo.

Posteriormente, con Copacabana (2015), os reafirmáis como grupo sólido con un gran número de himnos: «Copacabana», «El baile», «Pequeña gran revolución…», demostrando que no erais «flor de un día» con vuestro sonido IZAL.

Siempre quieres hacer el mejor disco y la mejor gira, y cruzas los dedos para que sea así. En tu cabeza lo ves, pero a veces pasa y otras no…

Hay cantidad de grupos que han coincidido con Vetusta y al final han terminado sonando un poco como ellos. ¿Cómo lo hicisteis para sonar a IZAL y no dejaros arrastrar por la inercia?

Se nos ha relacionado mucho, pero yo creo que ha sido más por pertenecer a la misma escena, al igual que los Lori Meyers o Love of Lesbian. Bienvenidas sean las comparativas porque Vetusta tiene un nivelón.

Habéis disfrutado las mieles del éxito, pero también alguna cura de humildad como cuando fuisteis al Cosquín Rock en Argentina…

[Risas]. Fueron muchas… México nos trató bien, pero es verdad que, cuando cruzas el charco para visitar otros países, es volver a empezar. Tampoco fue como una cura de humildad porque no esperábamos gran cosa, simplemente pasarlo bien y tal. Pero en Argentina nosotros teníamos especial ilusión porque Gato es argentino y vino poquita gente… Llegas allí y te encuentras que toda la peña está enfrente escuchando a La Vela Puerca. Nos lo tomamos muy bien porque fue muy divertido ese viaje.

Con Autoterapia (2018) seguís consiguiendo éxito, pero llegan algunas críticas de continuidad.

Eso lo tuvo que decir gente que no escuchó los discos, porque Oro y humo no tiene que ver con Copacabana, que, a su vez, no tiene que ver con Despedida Al final, te conviertes en un grupo conocido, y prepárate, que vienen curvas, porque no te vas a librar hagas lo que hagas. Si haces un tema de rock, otro de reggae y una cumbia, dirán que no lo tienes claro; si solo haces rock, pues igual… Al final tienes que hacer lo que te flipe de una forma honesta y ¡para adelante!

En septiembre de 2019, Hook, vuestra discográfica, junto con Altafonte, hicieron públicas las certificaciones de seis de sus canciones más conocidas: «Copacabana» como doble disco de platino, «Pequeña gran revolución», «El baile», «Qué bien» y «Pausa» como disco de platino y «La mujer de verde» como disco de oro. Ibais como un tiro y nos topamos con el COVID. ¿Cómo os lo planteasteis? ¿Cómo afectó al grupo?

Iba a ser la gira más tocha, con todas las entradas vendidas, y solo pudimos dar tres conciertos: Barcelona, Zaragoza y La Coruña. Pero, joder, estábamos en una buena inercia. Otros grupos no habían alcanzado ese momento o justo estaban empezando a asomar la cabeza y lo pasaron fatal. Por eso, cero victimismos. Lo planteamos como un tiempo de barbecho, incluso tuvimos la suerte de poder dar pequeños conciertos para que nuestros técnicos trabajaran. Fuimos unos privilegiados. Si nos llega a pillar en 2013, cuando llevábamos año y medio y nos preparábamos para nuestra primera Riviera, pues igual tenemos que trabajar de otras cosas.

¿Esa energía especial de las primeras veces se iguala a posteriori o se transforma?

Cuando repites, las cosas no son iguales. Algunas cosas mejoran y no todo es perder, porque estás más tranquilo y eres más consciente, pero la adrenalina loca desbordada del primer WiZink no se va a repetir exactamente igual. También te digo que los dos últimos WiZink del grupo fueron más emocionantes que el primero.

¿Fue Hogar un disco pandemia?

No, porque estaba compuesto antes, pero había un montón de reflexiones que te llevaban a ella. Fue tan global que todo podía asociarse.

¿Qué es para ti el hogar?

Mi familia y mis amigos, los que me conocen de toda la vida, saben quien soy y me quieren sin malas intenciones. Además, me permiten ser yo mismo. Esa gente cuya opinión sí cuenta.

Habéis descrito Hogar como «un álbum de diez historias cotidianas contadas a través de la fotografía, el relato, el vídeo y la canción». Sin duda, hasta ese momento es el disco más personal. Aquí ya diste un cambio de rumbo. 

Sí, es un nexo. Siempre he compuesto las canciones, pero noté que ya cambiaba.

¿Barruntabas la separación?

Quizá no justo ahí, con la composición de este disco. No sabía si iba a parar o qué, pero el cuerpo me pedía otra cosa. Creo que es un puente sin pretenderlo, porque empiezo a transitar lugares, en cuanto a intensidad y exposición, donde hablo de cosas más profundas, lo que supone una unión con mi proyecto en solitario.

Cuando lo soltasteis no llamó la atención, pero ahora sí es posible ir atando cabos…

Inconscientemente, porque vas viviendo cosas, madurando tus inquietudes musicales y humanas.

¿Cuál fue el detonante para esta búsqueda de lo importante de la vida que se plasma en Hogar

Los años de experiencia. Cuando empecé con el grupo era muy inocente y no veía los peligros de una profesión en la que creía que todo era bueno. Luego, ya solo el hecho de ser una persona pública en ciertos ámbitos… pues tienes que acostumbrarte y entenderlo.

Tuviste problemas en las redes sociales…

Sí, aquello me generó mucha desconfianza a lo que no es hogar, al mundo loco que no te conoce de nada y al juicio.

¿Fue uno de los momentos más duros a nivel personal?

Absolutamente. El más duro de mi vida.

Esta situación te tuvo «muerto para la composición» durante tres años hasta que resucitaste con «Meiuqer».

Así fue, hasta que me dije: «Chaval, espabila, que te han pasado cosas».

Casualmente, tu última canción fue «Pausa»… como un presagio.

¡Nunca había hecho esta reflexión! Pero fue tal cual. 

Mikel Izal para Jot Down

¿A qué crees que se debe el exceso de postureo en general y en las redes en especial? «Tantas palabras para no decir nada» cantas en «Ruido blanco» o «Jóvenes perfect@s».

Nos están generando unas necesidades tan grandes, de tener un curro acojonante, unas vacaciones idílicas… Se está mostrando tanta falsedad en las redes sobre distintos aspectos que realmente se está distorsionando la realidad y eso es muy peligroso. Pienso en qué me hubiera pasado a mí con catorce años si viera que todo el mundo es guapísimo, tiene un montón de amigos y baila de puta madre. ¿Cómo me sentiría?

Pues quizá pensaras que eres una mierda…

Así es. Tiene que haber un montón chavales que se sienten una mierda… ¡Me pone los pelos de punta! ¡Si a mí con cuarenta años me afecta la opinión de gente en redes que no me conoce en absoluto! Lo reconozco y tengo que gestionarlo mejor; para empezar, dejando de buscar esa información distorsionada, para bien y para mal. El 99 % de las opiniones dicen que soy maravilloso y, joder, ¡no soy maravilloso tampoco! Creo que soy buena persona, gracias a mis padres y a mi hermana, pero no soy especial ni un ser mágico de luz. Tengo una profesión que es muy bonita y que llega a la gente, pero tengo mis cosas como todo el mundo. Tienes que ser consciente de cuál es la realidad: el «hogar» de tus colegas y tu familia.

Desde la apertura se advierte que Hogar es un disco diferente, más introspectivo y con un cambio de rumbo sonoro. ¿Cuánto ha influido en esto la producción de Brett Shaw (Foals, Florence and the Machine)?

Buscábamos claramente una nueva forma de sonar, y Brett, británico y tal, fue la decisión acertada. Brett es un friki del sonido y nos hizo sonar de una forma diferente. Algunas personas lo entendieron y otras no tanto, pero sin riesgo no hay beneficio.

Fuisteis lanzando todos los singles dándole su tiempo como al buen vino…

Sí, esto es lo que he hecho en este disco en solitario. Vivimos tiempos tan frenéticos que igual a la semana ya está viejo, caducado y no te ha dado tiempo a desgranarlo ni a disfrutarlo, a darle su espacio a canciones importantes para ti. Vamos a darle un poco de calma para poder saborear un trabajo que me ha costado sacar dos años y medio.

Vámonos al momento de la ruptura. ¿Cuánto tiempo te llevó tomar la decisión de la disolución del grupo? 

Fue un proceso natural, no sé qué día empezó. Arrastraba ya cierto cansancio, quería vivir cosas nuevas. Va poco a poco y el disco que surge es este, justo después de la grabación de Hogar. A los tres meses atravesé una situación personal complicada, donde lo pasé muy mal, y me retiré a componer esto. Este disco me encaminó hacia otro proyecto nuevo.

¿Te planteaste dejar la música?

Sí, valoré esa opción.

¿Cómo se lo tomó el resto del grupo?

Muy bien. Cuando se lo conté, todos fueron muy compresivos, dentro de la dificultad del tema, y solo puedo tener buenas palabras para ellos. Me lo pusieron muy fácil.

¿Se lo esperaban?

Yo creo que sí.

¿Cómo se gestiona emocionalmente una gira de despedida tan larga como la vuestra?

Fue una forma de saborearlo todo muchísimo. Digamos que ya no había noches de «cumplir el expediente»: era todo intensidad. Además creo que fue muy guay que lo supiéramos todos con bastante antelación a que se hiciera público para poder vivirla y exprimirla al máximo.

Cuando todo el ruido de la gira se acaba y te levantas al día siguiente, ¿qué sentiste? Ya no eres Izal sino Mikel…

Muchas emociones: ganas y miedo por empezar un camino nuevo. 

Las dudas siempre están ahí…

Claro y de eso se trata. De tener dudas, vértigo, salir de tu zona de confort… mucha ilusión, porque todo es lo mismo pero no…

Llegamos a El miedo y el paraíso, que es un muestrario de estados de ánimo que habla de tu travesía por el desierto…

Me diseccioné a mí mismo. Este disco está hecho en una vorágine personal muy complicada para la que tuve la suerte de poder alejarme de la ciudad y acercarme al mar. Me aislé en una playa valenciana y, para no volverme loco, compuse canciones.

Una escritura terapéutica…

Totalmente. Y lo que me salía fue analizar por qué me costaba tanto ser feliz, qué me faltaba, qué tenía y no valoraba… un montón de reflexiones en torno a diez conceptos muy básicos que son los temas del disco, donde voy pasando por fases. Al principio, lo llamé Biopsia, pero Santos y Fluren, mis productores, me dijeron que era un nombre muy frío, muy médico… y pasó a ser El miedo y el paraíso. Un título que representa un viaje que parte de los miedos que he tenido y tendré, pasando por un montón de estados de ánimo que puedes visitar incluso en el mismo día. No se pasa del miedo al paraíso y ya está. Es un viaje viral muy emocionante.

Has sacado algo ilusionante de un momento malo…

Totalmente y sé que es un tópico decir que de toda crisis nace una oportunidad. No me gustan los tópicos porque me aburren y pierden mi atención, pero no por ser tópicos son menos ciertos: si no me hubiera pasado todo eso a nivel personal, no habría escrito este disco…

Te has vaciado mostrando a Mikel Izal como persona y no al personaje. ¿Has tenido una preparación psicológica previa? Sabes que habrá ataque hater, con el cuchillo entre los dientes, y que te has expuesto.

Prefiero mil veces que me den habiendo contado mi verdad a que me den sin haber hablado. Va a ser la misma mentira, pero yo habré dicho lo que siento. Si me critican por algo que es real,  pues me parece bien, ya que no tiene por qué gustarles mi música o incluso yo mismo. Una vez que has dicho tu verdad, es diferente y estás más tranquilo.

La importancia de tener a alguien que te ayude a levantarte cuando estás en el suelo. ¿Qué sería este disco sin Belén Segarra?

Cuando me aislé con este disco, solo dormía, comía, componía y hablaba con Belén de las canciones. Quedábamos un par de veces por semana para tomar algo y le enseñaba lo que había hecho. Hablábamos de que todo iba a ir mejor…

Lo que cuesta ver las cosas cuando estás metido en un pozo…

Sí, me ayudó mucho a ilusionarme otra vez.

¿Cómo ha sido el proceso de composición sin tener a los Izales de paraguas?

Realmente ha sido muy parecido porque con ellos me sentía muy libre para escribir de lo que quisiera. Sin embargo, el nivel de producción de las demos que hice en mi casa quise acabarlo mucho más, porque no sabía ni cómo ni con quién iba grabarlo, y quería hacer cosas que incluso pudieran sobrevivir a la grabación.

No se te sería fácil cuando te has definido como «autoexigente, perfeccionista, y no como virtud».

Sí, es horrible. El cambio fue ese: buscaba acabar los arreglos en mi casa porque sabía que no tenía a los Izales detrás para hacerlo de puta madre. Esta vez era diferente. Así que me meto en el mundo de los sintetizadores porque me interesan y es algo que puedo manejar de forma sencilla con mis conocimientos musicales. No es que sea un virtuoso, pero en informática musical sí bicheo mucho para generar cosas dignas de aparecer en este disco. Me pasé mogollón de horas buscando en bibliotecas de loops

Ahora, los errores y los aciertos son tuyos…

Así es. Los errores duelen un poco menos y los aciertos saben un poco mejor. Tengo más control creativo, pero no es ni mejor ni peor. Es otra forma de hacer las cosas.

¿Has intentado marcar una línea de separación con tus trabajos anteriores?

Hay algunas cosas que no han cambiado y otras sí, pero no he buscado ni lo uno ni lo otro.  

Eres futbolero y además compusiste el himno del Centenario del Deportivo Alavés [«Alta la frente»]. ¿Cómo es componer una canción donde están en juego los sentimientos de tantas personas unidas por un deporte?

Fue un reto que me encantó y, al mismo tiempo, me asustó. Fue un proceso precioso porque al final salió una canción que me gustó. Al principio, no estaba seguro de que fuera a salir una canción que me emocionara hablando de fútbol. Estoy muy orgulloso de esa canción y tuvo una aceptación muy buena. Sinceramente, pensé que se montaría más lío, pero no. ¡Es de lo más bonito que me ha pasado en la música sin duda!

Mikel Izal para Jot Down

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6 Comments

  1. Creo que Izal representa lo peor de la música vendida como «indie» y como fenómeno a nivel nacional. Una vulgar versión de los peores»Vetusta Morla» (quienes por cierto llevan 10 años siendo un remedo de los peores U2 mezclados con la filosofía de taza de desayuno). Supongo que el entrevistador es fan, porque esta pregunta resume la nula crítica hacia un grupo más para adolescentes con ínfulas de apartarse de Taylor Swift, Mai Meneses y derivados (siendo estos bastante más honestos ), que de música realmente trascendente:

    «Hay cantidad de grupos que han coincidido con Vetusta y al final han terminado sonando un poco como ellos. ¿Cómo lo hicisteis para sonar a IZAL y no dejaros arrastrar por la inercia?

    Se nos ha relacionado mucho, pero yo creo que ha sido más por pertenecer a la misma escena, al igual que los Lori Meyers o Love of Lesbian. Bienvenidas sean las comparativas porque Vetusta tiene un nivelón.»

    • Pues hombre, no se que esperas la verdad, quiero decir, igual conoces una extensa escena musical española que el resto no, yo que se. Lo único en que estoy de acuerdo es en el rollo de la etiqueta indie que atufa un poco por manida, aunque posiblemente muchos de estos grupos renieguen de ella. Vetusta y U2 pues mucho no se parecen, ni al U2 más rockero del inicio, ni a la amalgama de producciones y sonidos que es ahora. Vetusta o Izal hacen un pop rock nacional de toda la vida, aseado, con sus canciones mejores y peores. Considerando que la alternativa es el regeton, pues bienvenidos sean. Realmente no se que quereis o en que mundo teneis la suerte de vivir.

      • Si el argumento es que la alternativa es el reguetón, te doy la razón, Vetusta Morla e Izal son Bach. Pero qué quieres que te diga, me parece música empaquetada para gente muy poco exigente a nivel musical. Nada que objetar al respecto, pero que no me los vendan como la quintaesencia de la música patria. Al lado de Los Planetas y León Benavente (por mencionar las 2 grandes bandas del mal llamado «indie») son auténticos liliputienses. Y no me voy a extender en explicar el por qué si sabes algo de música.

        • Mr Mustard

          Los Planetas y León Benavente? Me gustan, algo. Pero son liliputienses comparados con Ilegales.

    • javibaz

      Por no hablar de la estética del personaje, calcada de Sayid Jarrah de «Lost». Un icono sobreexplotado.

  2. Lucio Anneo

    Lo siento pero no es mi rollo. Ese outfit pijo-canallita de diseño. Esa voz zarzuelera. Esas letras para gustar…uff

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