Estonia recuerda a un mosaico geológico (una pequeña porción de tierra en la ribera meridional del golfo de Finlandia y más de 1500 islas en el mar Báltico) casi vacío de humanos (los bosques cubren el 47 % del territorio, y el 5,6 % son pantanos). Una región que se desgajó finalmente de la influencia soviética gracias a la Balti kett o Cadena Báltica del 23 de agosto de 1989: una cadena humana de más de 600 kilómetros de longitud formada por 1,5 millones de personas que cruzaba las tres repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania.
Liberados al fin del yugo soviético gracias a la que se considera por el Libro Guinness de los Récords como la cadena humana más larga que se ha organizado jamás, a comienzos de la década de los 90, y a pesar de que apenas la mitad de la población contaba con acceso telefónico, Estonia se embarcó en un camino de reformas radicales orientadas al mercado, estableciendo las bases para una economía abierta y competitiva.
Para el año 2001, no solo se había logrado que cada escuela estuviera equipada con conexión a internet, sino que también se garantizó que cada estudiante tuviera acceso a un ordenador. La gente, incluso, empezó a votar por internet. La revista Wired llegó a describir Estonia como la sociedad digital más avanzada del mundo.
El Salto del Tigre
El currículo académico de Estonia se adaptó para promover el uso del internet como herramienta de aprendizaje, incentivando a los estudiantes a explorar y aprender en un entorno digital. Esta estrategia no solo se centró en los alumnos, sino que también incluyó una capacitación integral para los docentes en el uso de nuevas tecnologías.
En este contexto de innovación y colaboración, nació la Tiigrihüpe (Salto del Tigre), la iniciativa para modernizar el sistema educativo estonio a través de la integración de las TIC. Lanzado en 1996 por Toomas Hendrik Ilves, en ese momento embajador en los Estados Unidos y más tarde conocido como presidente de Estonia, Jaak Aaviksoo, que ocupaba el cargo de ministro de Educación, y Lennart Meri, quien fue el presidente del país báltico durante ese período, este proyecto se concibió como un «cerebro colectivo» para el cuerpo docente, proporcionando un espacio donde los profesores podían compartir ideas, recursos didácticos y materiales de estudio.
De hecho, en 2001, se lanzó un portal educativo conocido como SchoolLife, que brinda a los docentes la oportunidad de intercambiar ideas y pedir consejo a sus colegas, y les permite compartir buenas ideas, encontrar materiales educativos y descubrir enlaces útiles e información sobre cursos electrónicos.
Una de las cinco prioridades establecidas en la estrategia educativa de Estonia, conocida como Estrategia de Aprendizaje Permanente 2020, es que la tecnología digital se utiliza para aprender y enseñar de manera más eficaz y eficiente. Ahora, se ha convertido en el país no asiático mejor valorado por el informe PISA, especialmente en disciplinas como matemáticas, ciencias y lectura.
Estudio de algoritmos
Estonia ha liderado iniciativas pioneras como la introducción de la programación y el estudio de algoritmos para niños desde los seis años de edad en la educación primaria. En 2013, dio un paso aún más audaz al adoptar un enfoque revolucionario en la enseñanza de las matemáticas, liderado por Conrad Wolfram, quien es conocido por su trabajo en Wolfram Alpha y Mathematica, y es hermano del renombrado matemático y físico Stephen Wolfram.
En las sociedades occidentales, es común oír expresiones del tipo «Nunca fui muy bueno en matemáticas», una confesión que rara vez encuentra su contraparte en el dominio de la literatura: «La lectura nunca se me dio bien». Esta disparidad en las actitudes hacia la matemática y la alfabetización desvela supuestos culturales profundos que difieren significativamente de los que encontramos en muchas partes de Asia.
Si bien en Asia la alfabetización es universalmente reconocida como una habilidad esencial, las competencias matemáticas básicas son igualmente fundamentales para la autonomía individual en la toma de decisiones financieras y de salud, entre otras áreas.
No obstante, los sistemas educativos en numerosos contextos occidentales, a menudo referidos con el acrónimo WEIRD (Occidentales, Educados, Industriales, Ricos y Democráticos), han mostrado deficiencias en la enseñanza de la matemática de manera que fomente la competencia y la confianza en todos los estudiantes. Aquellos con una inclinación temprana por la matemática tienden a prosperar, mientras que los estudiantes sin esta predisposición inicial frecuentemente no son alentados a desarrollar sus habilidades. No saber de números, en suma, no está tan mal visto como no saber de letras.
En China, por ejemplo, la educación matemática se aborda con altas expectativas de éxito para todos los estudiantes, lo que sugiere que las diferencias en el rendimiento matemático pueden ser mitigadas mediante cambios en los métodos pedagógicos y las actitudes culturales hacia el aprendizaje de las matemáticas. Dicho en román paladino: si uno insiste en aprender matemáticas, puede hacerlo. No es una excusa que no eres bueno con los números. Porque saber de números puede servir también para aspectos fundamentales de la vida, desde la planificación financiera para la jubilación hasta la elección de seguros y opciones de crédito.
Así no es extraño observar que los estudiantes de China, Corea del Sur y Japón (y los hijos de inmigrantes recientes que proceden de aquellos países) hayan superado considerablemente a sus colegas occidentales en matemáticas. Como ahora lo hace el país báltico, que ha preferido parecerse más a Oriente antes que a Occidente, huyendo de los postulados WEIRD.
E-Gobierno
En agosto del año 2000, Estonia se colocó a la vanguardia mundial al innovar en sus prácticas gubernamentales, convirtiendo las sesiones de su gabinete ejecutivo en encuentros completamente libres de papel, gracias a la adopción de un sistema interconectado de bases de datos. Este avance permitió también que la ciudadanía accediera en tiempo real y a través de internet a los detalles de los gastos realizados por el Estado.
Adicionalmente, los estonios fueron facultados para presentar su declaración de impuestos online, simplificando y modernizando significativamente la interacción entre el gobierno y los ciudadanos.
Fue el primer país en el mundo en introducir el voto electrónico en las elecciones nacionales en 2005. Además, casi todos los servicios gubernamentales en Estonia están disponibles online 24/7.
La votación por internet, conocida como e-voting, es un método que ha ido ganando popularidad en varias partes del mundo, pero su adopción varía mucho de un país a otro. Dependiendo de la infraestructura tecnológica, la legislación electoral y las preocupaciones de seguridad, algunos países han implementado sistemas de votación por internet para ciertas elecciones o para ciertos grupos de votantes, como los ciudadanos en el extranjero o aquellos con discapacidades. Estonia es el único ha permitido el voto por internet en una amplia gama de elecciones, incluidas las parlamentarias, municipales y europeas. La nación báltica ha desarrollado una infraestructura digital segura que se basa en una identidad digital nacional para facilitar este proceso.
Y para todo lo demás, como el pago de impuestos. Literalmente, los estonios flipan cuando se les dice que en otros países existen las gestorías.
Frente a todo ello, no resulta tan extraño constatar que Tallin, la capital de Estonia, tenga la mayor cantidad de startups per cápita en Europa. Y el PIB, aunque se contrajo 14,3% en 2009, actualmente tiene una de las tasas de crecimiento más altas de Europa, y ha superado a países como España. No en vano, este es el país de origen de dos gigantes tecnológicos: Skype y TransferWise (ahora conocido como Wise).
En suma, reducción del Estado, reducción de la burocracia, incentivos fiscales para emprender, digitalización y educación alfanumérica.
No a la religión institucionalizada
Una primera mirada al casco antiguo de Tallin, donde abundan las iglesias perfectamente conservadas, puede hacerte creer que los estonios son fieles devotos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. La mayoría de las personas que asisten a las iglesias son turistas. De hecho, recientemente, al consultar a los estonios sobre la relevancia de la religión en sus vidas, apenas un 20 % indicó que tenía un papel significativo. Este dato sugiere que Estonia podría considerarse, en términos estadísticos, como el país menos religioso a nivel mundial.
Esta actitud favorable al laicismo se puede entender mejor si echamos un vistazo a su pasado reciente: en las escuelas, los estudiantes aprenden sobre las sucesivas oleadas de invasiones que experimentó el país, muchas de las cuales fueron lideradas por alemanes y daneses. Estos invasores no solo buscaron controlar el territorio, sino también imponer su cultura y creencias religiosas, en este caso, el cristianismo.
Además, la historia de Estonia durante el siglo XX, especialmente bajo la ocupación soviética, reforzó esta distancia hacia la religión. El régimen comunista promovió el ateísmo de Estado y reprimió las prácticas religiosas, lo que dejó un legado de secularización en la sociedad.
Esto no significa que los estonios no crean en nada, sino que han llenado su anhelo de espiritualidad con otros asuntos, como la naturaleza. Este sentimiento es común en Estonia, donde las tradiciones ancestrales, como bailar alrededor de una fogata o hacer coronas de flores, siguen siendo parte importante de la cultura. La conexión con estas prácticas ancestrales se encuentra más en el folklore que en la religión prehistórica. Sin embargo, hay quienes intentan reconectar con tradiciones más antiguas, como la organización Maavalla Koda, que busca revivir antiguos calendarios rúnicos.
La isla de las mujeres
Por generaciones, en una isla boscosa del mar Báltico, las mujeres, ataviadas con pañuelos y faldas de franjas rojas, han trabajado la tierra, custodiado el faro, liderado ritos sagrados y asumido el papel de Papá Noel.
Porque Estonia, a pesar de ser un territorio pequeño (del tamaño de Cataluña) y medio vacío (la población de Murcia), goza de una diversidad que solo puede ser posible gracias a su miríada de islas. Como Kinhu, la última sociedad matriarcal de Europa.
La isla tiene una población de aproximadamente 600 habitantes y es conocida por su fuerte herencia cultural, mantenida y preservada principalmente por las mujeres de la isla.
La vida en Kihnu está profundamente marcada por la relación de sus habitantes con el mar. Históricamente, los hombres de Kihnu han sido marineros y pescadores, lo que los llevaba a estar fuera de casa durante largos períodos, dejando a las mujeres a cargo de la islas. Esta dinámica ha dado lugar a una sociedad donde las mujeres no solo gestionan las tareas domésticas y la crianza de los hijos, sino que también toman decisiones importantes sobre la economía, la educación y la preservación cultural de la comunidad.
Una de las características más interesantes de Kihnu es su rica tradición cultural, que incluye música, danzas folclóricas, trajes tradicionales hechos a mano y festividades únicas. Los trajes de Kihnu, en particular, son un símbolo de orgullo y una parte esencial de la identidad de la isla. Las mujeres de Kihnu son expertas en tejido, bordado y confección de estos trajes, que se usan en eventos importantes y ceremonias a lo largo del año. El reconocimiento de la UNESCO de la cultura de Kihnu como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad subraya la importancia de estas prácticas y tradiciones.
Otra de las islas estonias que no pueden dejar de visitarse es Saaremaa, la mayor de todas. Entre sus joyas destaca Kaali, conocida por su impresionante grupo de cráteres resultantes del impacto de un meteorito, entre ellos el primer cráter de meteorito científicamente probado en Europa.
Y también el impacto de un meteorito forjó otra isla singular, Hiiumaa. La isla nació de esta explosión cósmica hace aproximadamente 455 millones de años. Este evento astronómico no solo marca el nacimiento de Hiiumaa, sino que también la sitúa como una de las formaciones insulares más antiguas de la Tierra. Además, durante el invierno, ofrece a los aventureros la oportunidad de transitar por la carretera de hielo más extensa de Europa. Esta ruta temporal, formada sobre el mar congelado, conecta la isla con el continente.
¿Nos vamos?
El 28 de marzo de 2017, el Reino Unido activó el Artículo 50 para iniciar su salida de la Unión y las solicitudes de británicos para ser residentes digitales estonios se dispararon.
Y es que no hace falta vivir en Estonia para beneficiarse de E-stonia. El país ofrece un programa de E-Residency que permite a los no estonios acceder a servicios gubernamentales estonios, como la creación de una empresa, la banca, el pago de impuestos y la firma de documentos, todo online.
La E-Residency no proporciona ciudadanía, residencia física o derechos de entrada a Estonia o a la Unión Europea. Es, más bien, una identidad digital que facilita la operación de negocios a nivel global.
Obtenerla requiere completar un formulario y redactar una carta explicativa, proceso que toma aproximadamente treinta minutos, y tiene un coste de 100 euros, cantidad que no se devuelve en caso de rechazo, situación que ha afectado solo al 1% de los candidatos. El Reino Unido habrá elegido irse, pero sus emprendedores pueden elegir permanecer en Europa.
Porque, al igual que los desarrollos tecnológicos a partir del siglo XV crearon fuertes incentivos para deslegitimar la religión organizada y la influencia del clero, las disrupciones tecnológicas del siglo XXI reducirán significativamente el poder y la influencia del estado-nación, así como aumentarán el desprecio hacia los políticos y los burócratas (el moderno oficio sacerdotal).
Todo depende, básicamente, de cuánto se desarrollen y de qué manera dos de las tecnologías más disruptivas de nuestro siglo. Según defienden personas como el cofundador de PayPal, Peter Thiel: por un lado, la inteligencia artificial (IA); por el otro, la criptografía, las tecnologías de cifrado de clave pública/privada y la Web3 (NFT, DeFi, DAO, DApp, Cryptocurrency, GameFi…), así como otras tecnologías basadas en blockchain. Por eso, no es extraño que Estonia también esté creando su propia criptomoneda.
Resulta difícil saber qué pasará, y también si las recetas implementadas en Estonia funcionarían igual en otros países de distinto tamaño, distinta demografía, distinta herencia cultural y distinta ecología. Porque, tal vez, como decía Trevijano: a una nación la sostiene más la voluntad de los muertos que la voluntad de los vivos. Con todo, si ellos han podido, es probable que el resto de nosotros, con unos u otros algoritmos, también lo hagamos.
Y, si no, siempre nos queda votar con los pies.
Muy interesante el caso estonio. Pero tampoco nos podemos cegar por su éxito dejando pasar los condicionantes del país. Tal y como se dice en el artículo es una territorio muy pequeño con una población que no llega al millón y medio de personas de las cuales un tercio viven en su capital. Con ese panorama es mucho más fácil llevar a cabo cambios profundos en la organización del estado ya que la escala es muy pequeña. Eso que no quiere decir que no se pueda usar como referencia para futuros cambios en España pero se debe tener claro que tendrá que ser de manera adaptada a las peculiaridades de nuestro país.
En la mayoría de países de latam nadie piensa en ir del papel a lo digital por la falta de confianza a los órganos del estado y el tribunal electoral. Es una pena que ya culturalmente se piense de esta manera.
Que olorcillo más rico a propaganda neoliberal
En nuestra querida España, el salto del tigre es otra cosa.
Para los que quieran intuir algo del lado oscuro de este tigre europeo que ya supera a España en Pib per capita y bla, bla, bla voy a darles algunos consejos de dónde mirar. Y que busquen los datos por ellos mismos para que así se convenzan.
Les recomiendo para empezar que busquen qué países de la UE tienen más pensionistas en riesgo de pobreza extrema y que para adivinar busquen cuál es la pensión media en porcentaje respecto al último sueldo cobrado. Así vais a entender mejor lo que es el liberalismo extremo.
Luego, esto es especialmente impopular ahora, que se miren la política de Estonia respecto a inmigrantes y minorías étnicas a las que ni siquiera considera ciudadanos. Y sí, me refiero especialmente a la población de lengua rusa en su territorio.
Luego por ejemplo podrías mirar datos de la Interpol. Buscar los datos por nacionalidad de las detenciones de prostitutas en países de la UE. Así descubrirías que hay ciertos países bálticos que tienen per cápita el doble de prostitutas que Rumanía. Y uno se pregunta. Si les va tan bien, ¿esto por qué es?
Llegados ahí buscad tasas de SIDA en la UE. Y mirad Estonia. Así nos reímos un rato. Complementadlo con tasa de alcoholismo y suicidios.
Podría seguir con otras estadísticas muy graciosas pero ya serían demasiado técnicas. Diferencia salarial entre profesores de colegios públicos y privados (España pese a todos nuestros defectos es otro mundo) tasa de inflación en la cesta de la compra de dos dígitos, y cosas así que no le importan a nadie hoy en día.
Pero eso no os lo van a contar aquí ni en la prensa generalista claro. Yo a veces me pregunto si será casualidad. Es un país cojonudo si eres un nomad con una starup que vive en un área residencial de Tallin o de Estocolomo pero tienes un chanchullo para pagar impuestos allí de tu tinglado empresarial. Como seas alguien «normal» que trabaja en un supermercado, o en una guardería, o en un colegio rural o lo que sea que hacen las clases bajas, estás jodido a niveles de Texas pero con -20 grados en invierno.
Buen comentario. Mientras lo leía me pareció estar reviviendo el visionado de ‘Fallen Leaves’ de Aki Kaurismäki, por cierto, que gran película.
Gracias por su comentario. Incluso aunque no concuerde completamente con usted, debo admitir su oportunidad.