Los clásicos nunca mueren. Pero a veces hay que acercarse a ellos conociendo la época y el contexto en el que fueron creados. Sin embargo, algunos clásicos conservan una frescura envidiable, como si los años no hubieran dejado rastro en ellos. Y eso, tan difícil de conseguir, resulta todavía más meritorio cuando ocurre en un medio tan volátil como la televisión, cuyas modas son tan efímeras. La pantera rosa es uno de esos raros ejemplos de clásicos atemporales que medio siglo después de su creación asombra por el ingenio de su humor absurdo, por la frescura de sus dibujos y por la originalidad deliciosamente moderna de su acabado: desde los diseños de los fondos hasta la tipografía de los títulos de crédito.
Poco se podía imaginar Blake Edwards que uno de los mayores aciertos de su filme The Pink Panther (1963) iba a ser la secuencia de los títulos de crédito, en la que aparecía por primera vez una carismática pantera rosa, graciosamente dibujada, mientras sonaba la música de Henry Mancini. Los responsables de estos minutos iniciales fueron dos antiguos empleados de la compañía Warner Bros que acababan de fundar su propia empresa, la DFE Films. El éxito fue tan grande, que el dibujo se emancipó para protagonizar un cortometraje titulado The Pink Phink.
Ese primer corto, dirigido por Friz Freleng y Hawley Pratt, se estrenó el 18 de diciembre de 1964 y ganó un Óscar al mejor cortometraje animado. Se trata de una pequeña obra maestra del humor absurdo, de siete minutos de duración, con todas las claves de lo que será el inconfundible estilo de la serie. The Pink Phink es una historia que contiene muy pocos elementos, pero que son usados con una enorme eficacia: no hay diálogos, pero sí una música omnipresente e indisociable de la serie; la trama es casi inexistente, tan solo dos personajes que compiten por pintar una pared de distinto color; y los decorados se reducen a la mínima expresión, de tal forma que una simple puerta sirve para representar toda una habitación (ni siquiera el suelo está dibujado). El humor juega con el absurdo y avanza en un crescendo de situaciones cada vez más inverosímiles. La pantera rosa es una serie llena de juegos visuales, que niegan las leyes de la física al tiempo que reivindican la capacidad de la imagen bidimensional para inventar todo tipo de escenas imposibles. El personaje de la Pantera Rosa es una criatura simpática y de sonrisa contagiosa, pero también testaruda e incluso vengativa cuando la mole tan o no puede hacer lo que quiere. Si su objetivo es tener un coche rosa, lo tendrá; si desea construir una casa como la de su vecino, la construirá. Y todo ello sin perder la calma, porque esta es una pantera muy flemática.
El deseo de la Pantera de conseguir algo es el eje principal de muchos episodios de la serie, marcados por la rivalidad y la confrontación. Otros capítulos giran en torno a la molesta irrupción del mundo exterior en la vida de la Pantera y la consiguiente necesidad de restablecer el orden inicial (un ruido molesto que tiene que cesar, por ejemplo). Finalmente, un tercer grupo de capítulos se apoyan en la existencia de un narrador que da consejos al protagonista para que actúe de una determinada forma (siempre con cómicos resultados).
En las historias de la Pantera Rosa, la víctima suele ser un personaje de nariz prominente del que no sabremos su nombre pero al que tradicionalmente se conoce como el Hombrecillo Blanco. Está plasmado de forma tan esquemática que ni siquiera su vestido está dibujado. El Hombrecillo Blanco la antítesis de la Pantera Rosa: se irrita con frecuencia, es incapaz de comprender lo que ocurre a su alrededor y no cuenta con la proverbial suerte que acompaña al felino.
De la serie original de la Pantera Rosa se crearon ciento veinticuatro episodios, el último de los cuales se estrenó el 1 de febrero de 1980. Desde 1969, sus episodios se vieron primero en televisión y luego en cines. Resulta curioso descubrir que entre las versiones de la pequeña y de la gran pantalla había una diferencia significativa: en la tele aparecían risas enlatadas, algo habitual en una sitcom actual pero poco frecuente en la animación. Y sin embargo, el tiempo ha convertido estas risas, como la música que las acompaña, en parte de la imborrable banda sonora de una serie inolvidable.
Recuerdo los dibujos de la Pantera Rosa con mucho cariño, de mis años de infancia. Creo recordar que la emitian los sabados a media tarde, y no me perdia ni un solo capitulo. Genial
Mis hijos (7 y 5 años) lo descubrieron en Youtube de rebote y son unos auténticos fanáticos. Igual que de Tom y Jerry. Hay cosas que siguen siendo buenas aunque se nos intente meter por la boca productos obviamente peores.
Siempre soñé con ser pantera rosa o de cualquier color. Una maravilla de personaje.