Roger Ramjet es una serie que siempre he recordado de manera nebulosa pero con mucho sentimiento, ya que es una de las primeras series de animación de las que guardo en la memoria. El milagro que suponen YouTube y similares me ha permitido recuperar y revisar esta serie, dejándome claro que es un dibujo que funciona mucho mejor cuando vas a parvulitos que cuando sobrepasas la cuarentena. Sin embargo, he de confesar que las heroicas patochadas del bueno de Ramjet conservan buena parte de su chusco encanto.
La sintonía inicial, a los acordes de «YankeeDoodle», ya proclama que estamos a punto de con templar las aventuras de un superhéroe que defiende el estilo de vida americano, y la serie muestra posos inequívocos de la Guerra Fría: como con los Rocky y Bullwinkle de Jay Ward (de cuyo estilo es claramente deudora Roger Ramjet), entre sus principales enemigos hallamos agentes del Telón de Acero de esos que llevaban gabardina hasta en verano, bigotudos revolucionarios centroamericanos o pérfidas guerrillas del desierto que atentan contra la vida de jeques petroleros. En este aspecto, es curioso lo poco que ha cambiado la estrategia geopolítica de los Estados Unidos, cuando una añeja animación para niños la resume de manera tan meridiana. El estilizado casco espacial de nuestro héroe nos recuerda la peluca banca del Washington de los billetes de dólar y, para fortalecer este vínculo, el potente reactor del héroe aparece enmarcado en los márgenes de un billete en los créditos iniciales: sus lealtades quedan definidas de manera bastante transparente.
Su ubicación temporal, posterior a la era Kennedy, hace que los rigores del enfrentamiento entre bloques se hayan relajado y predomine el tono autoparódico: Ramjet lucha contra enemigos del sistema tan terribles como, hum, yeyés peludos, científicos chiflados y robots extraterrestres dispuestos a apoderarse del planeta o peor aún, de la receta de la tarta de manzana de mamá. Sin ser una serie que ofenda en exceso a los forofos de las barras y estrellas, hay que decir que el americanismo de Ramjet posee un claro tono caricaturesco que ha tenido continuidad: el jefe de operaciones recuerda al superior de Perry el Ornitorrinco, la mascota de Phineas y Ferb y ¿hasta qué punto no hallaremos en Roger Ramjet la semilla de American Dad?
Ramjet es un héroe noble y fuertote, pero también un punto arrogante y ciertamente taruguete, a quien en más de una ocasión le sacan las castañas del fuego los impúberes de su Escuadrón Águila. Una de las características más curiosas de Ramjet es su descarado recurso al doping: como Popeye con las espinacas, Ramjet combate a los malos tomándose su píldora de energía protónica, que le da la fuerza de veinte bombas atómicas durante veinte segundos, algo muy ecológicamente incorrecto para nuestras sensibilidades, y que da muy mal ejemplo a las criaturas.
Las patrióticas gestas de nuestro héroe también dejan un resquicio para el amor, o casi, ya que para ganarse el afecto de la diminuta (aunque explosiva) Lotta Love, Ramjet se ha de enfrentar continuamente a Lance Crossfire, otro macho alfa de torpeza similar. Crossfire luce una sonrisa tan indomable que literalmente le obliga a hablar entre dientes, lo cual le hace sonar como un sopas y amortigua de manera notable su masculino atractivo.
Obviamente, cuando los dos héroes enfrentan su hombría en inacabables batallas de épica absurda, ya sabes que la buena de Lotta va a acabar saliendo con alguien que esté más por la faena de llevarla a pasear que de pelear por ella.
En el aspecto formal, la serie evidencia la influencia de la UPA (United Productions of América), que nació como reacción al dominante estilo Disney. Pervirtiendo los elevados postulados iniciales de los fugitivos del tío Walt, los productores vieron en la simplicidad de sus diseños la posibilidad de crear series rápidas de realizar y baratas de producir. La economía de medios se traducía en una animación limitada y tosca, compensada con el desarrollo de gags resultones y una caracterización realzada por el excelente trabajo de los actores que prestaban su voz y personalidad a las caricaturas animadas.
Cuando se dejó de emitir la serie, muchas veces me pregunté qué habría sido del bueno de Ramjet. Muchos años después creo haber hallado la res puesta al darme cuenta de su gran parecido físico con otro Roger televisivo, el que interpreta John Slattery en Mad Men: tal vez nuestros iconos televisivos ni se crean ni se destruyen, solo se transforman.
