Sociedad

La paradoja/falacia del papa bueno

El papa Francisco en un grafiti en Roma. (DP)
El papa Francisco en un grafiti en Roma. (DP)

En enero de 2014, el papa Francisco apareció representado como Superman en una pared de una calle de Roma próxima al Vaticano, y al encontrar de pronto en la red, diez años después, la grotesca imagen, me han venido a la mente viejos —y no tan viejos— recuerdos y reflexiones, que a su vez me han llevado a releer antiguos —y no tan antiguos— textos. Lo que sigue es un refrito de varios artículos publicados en los medios alternativos (es decir, prácticamente inéditos) a lo largo de lo que va de siglo, y dejo al criterio de mis amables lectoras/es valorar en qué medida siguen vigentes. 

El papa y Superman

Con sus poderes casi divinos, Superman podría acabar fácilmente con las guerras, el hambre, el cambio climático…, y sin embargo se dedica a colaborar con la policía de Metrópolis en la captura de malhechores de poca monta y a evitar accidentes locales. Lo más inverosímil de las aventuras del hombre de acero no es que pueda volar sin ningún medio de propulsión o fundir metales con la mirada, sino el uso banal y anecdótico que suele hacer de sus superpoderes.

El papa es el jefe supremo de la Iglesia católica y el monarca absoluto del Vaticano. Se supone que es elegido por inspiración divina y que es asesorado directamente por el Espíritu Santo en sus decisiones pastorales, y que en consecuencia es infalible cuando habla ex cathedra. Ejerce su doble autoridad —material y moral— sobre mil doscientos millones de católicos y sobre las innumerables propiedades de la Iglesia, lo que lo convierte en el hombre más poderoso e influyente del mundo. En el Estado español, donde los bautizados —y por ende oficialmente católicos— son alrededor del noventa por ciento de la población (aunque los practicantes son muchos menos), el nacionalcatolicismo sigue siendo la ideología dominante (y la causa de que el PP siga siendo el partido más votado), y las desamortizaciones del siglo XIX no lograron impedir que la Iglesia siga siendo la mayor propietaria de bienes inmuebles.

Al igual que Superman, el papa podría acabar en un santiamén (nunca mejor dicho) con el hambre y el sufrimiento de millones de personas. ¿Por qué no lo hace? Algunos creen, ingenuamente, que una tupida trama de fuerzas oscuras se lo impide: el generoso e intachable Francisco I querría poner fin a la pederastia, la misoginia y la corrupción en el seno de la Iglesia, pero no le dejan. ¿Quién no le deja? ¿Es el Opus Dei el que reprime la vocación evangélica de Francisco, es la Conferencia Episcopal, los jesuitas, la mafia…? ¿Y cómo se explica, entonces, que el Opus Dei, la Conferencia Episcopal, los jesuitas y la mafia permitieran que Jorge Mario Bergoglio llegara a papa?

Hay que ser muy ingenuo para no ver la burda maniobra de lavado de cara que supone, después de una oleada de clamorosos escándalos sexuales y financieros, la apresurada elección de un papa campechano que adopta el nombre del más humilde de los santos; y más ingenuo todavía para no darse cuenta de que las legiones de pederastas, misóginos y ladrones agazapados en las cloacas de la Iglesia siguen intocadas e intocables, pese al castigo mediático de unos cuantos chivos expiatorios.

Como sugiere su nombre de galán ítalo-argentino, Jorge Mario es el protagonista de un hiperrelato multimediático cuya función es seguir abduciendo a los millones de seguidores del culebrón eclesiástico, que han perdido, tras un lavado de cerebro milenario, toda capacidad crítica. Francisco I forma parte de la reciente hornada de «caras nuevas» con las que, a distintos niveles y en distintos lugares, los poderes establecidos intentan cambiar de imagen para que nada cambie: Obama, Rivera, Sánchez, Iglesias… Un papa sencillo y bonachón, un presidente de Estados Unidos no del todo blanco, un líder de extrema derecha que posa desnudo, otro del PSOE educado y apuesto, un candidato a la presidencia con coleta… ¿Qué más se puede pedir?

El papa bueno

No contentos con equipararlo al hombre de acero, los admiradores de Francisco lo han adornado con el adjetivo más excelso, en su divina simplicidad, que puede merecer un ser humano: bueno. Pero los católicos parecen no darse cuenta de que llamar a Francisco —como antaño a Juan XXIII— «el papa bueno» equivale a decir, por omisión, que los demás papas no son buenos. Podemos referirnos a Juan Pablo II como «el papa polaco» porque hasta ahora no ha habido ningún otro, y quienes llamaban a Benedicto XVI «el pastor alemán» puede que fueran irreverentes, pero no imprecisos, pues, aunque hubo otros seis papas alemanes, del penúltimo hace casi mil años; pero llamar, por ejemplo, al tristemente célebre Pío XII «el papa italiano» no tendría ningún sentido, puesto que doscientos diecisiete de los doscientos sesenta y seis papas habidos hasta ahora han sido italianos. O bien en dos mil años de catolicismo solo ha habido un par de papas buenos, o el apelativo cariñoso dedicado a Francisco es un agravio comparativo, y él debería ser el primero en rechazarlo.

Aunque, en cierto sentido, el adjetivo le viene como anillo (piscatorio) al dedo, pues Francisco es el equivalente pastoral del consabido «policía bueno».

El policía bueno

No hace falta haber estado detenido para conocer el tradicional montaje del policía malo y el policía bueno, pues la literatura y el cine negros lo han escenificado en todas sus variantes. El policía malo te amenaza, te grita, te golpea (sí, también te golpea; sí, también en la «España democrática»). El policía bueno te habla con amabilidad, se muestra comprensivo, te ofrece un cigarrillo o un café, te asegura que te sentirás mucho mejor después de confesar, te dice que tengas cuidado con su compañero, propenso a perder los nervios…

A primera vista, cabría pensar que el policía malo y el policía bueno representan tácticas contrapuestas: si el interrogatorio normal no produce los resultados apetecidos, se recurre al interrogatorio duro, al «tercer grado». Pero no es así: el policía malo y el policía bueno son estrictamente complementarios, obedecen a una perversa estrategia bipolar que busca confundir al detenido y minar sus defensas. El policía malo y el policía bueno representan sendos papeles previamente aprendidos y muchas veces ensayados, y, obviamente, persiguen el mismo objetivo y sirven al mismo amo.

Y el bipartidismo típico de ciertas «democracias» (término que conviene coger con las pinzas de unas comillas irónicas) es, en última instancia, una versión a gran escala de la misma farsa; una versión en la que el escenario ya no es una comisaría sino un país entero, en la que los policías alternantes son dos grandes partidos y en la que el detenido, confuso y avasallado, es todo un pueblo.

El caso concreto del Estado español, tras la «transición» (más comillas/pinzas), es especialmente ilustrativo, sobre todo en lo que va de siglo. Aznar, el policía malo, se declara amigo incondicional de los genocidas y apoya abiertamente la invasión de Irak; Zapatero, el policía bueno, retira las tropas de Irak, pero las mantiene en Afganistán, amplía la base de Rota, permite los vuelos ilegales (es decir, los secuestros y las torturas) de la CIA y, en última instancia, apoya con muy pocas reservas la criminal política imperialista de Washington. Aznar manifiesta sin ningún pudor su deseo de que los presos políticos «se pudran en la cárcel» (dicho sea de paso, un electorado con un mínimo de dignidad nunca admitiría que un presidente del Gobierno se expresara en esos términos); Zapatero propugna el diálogo con la izquierda abertzale mientras niega, contra toda evidencia, las torturas policiales. Con Aznar, las fuerzas de seguridad reciben a patadas y a tiros a los desposeídos que intentan huir del hambre y la desesperación; con Zapatero, las mismas fuerzas de seguridad envuelven a los desposeídos en mantas y los devuelven al hambre y la desesperación… Tras la versátil sonrisita de Zapatero y el rígido bigotillo de Aznar se esconde el mismo amo implacable, que no es otro que el capitalismo salvaje. Sus estrategias contrastantes persiguen el mismo objetivo, tanto a nivel nacional como internacional: la perpetuación en el poder de las mismas clases dominantes, la desactivación sistemática —sistémica— de toda forma de disidencia, de toda propuesta realmente transformadora.

En algunos aspectos, la sociedad es un gran objeto fractal en el que los mismos esquemas, las mismas pautas, se repiten a diversas escalas y a distintos niveles. Y la alternancia/sinergia del policía malo y el policía bueno es uno de esos modelos recurrentes. No solo lo encontramos en la comisaría y en el Parlamento, sino también en otros ámbitos sociales, políticos y culturales. Por ejemplo, en los medios de comunicación. Entre los comunicadores/opinadores más influyentes, hay policías malos, como Federico Jiménez Losantos o Carlos Herrera, y policías buenos, como Jordi Évole o Iñaki Gabilondo. El talante es muy distinto, y la verborrea de un comedido Gabilondo resulta menos ofensiva que la de un desaforado Losantos; pero no nos engañemos: ambos defienden el mismo sistema, y sus amos respectivos, aunque enfrentados en lo coyuntural, son aliados en lo fundamental, que es, en última instancia, la permanente y desigual batalla de los ricos contra los pobres de la que ya hablara Platón.

Es comprensible que el detenido —el pueblo— prefiera vérselas con el policía bueno que con el malo, sobre todo si las sesiones duran cuatro años. Pero no hay que confundir la conveniencia personal y transitoria de los privilegiados (que, comparativamente, en nuestra sociedad somos muchos), o incluso de los menos desfavorecidos (que, comparativamente, en nuestra sociedad somos la mayoría), con la validez política o la talla moral. El policía malo es más cínico, el bueno es más hipócrita. El policía malo reprime con mano dura, el bueno reprime con mano izquierda. El policía malo amenaza, el bueno embauca… Puede que el policía malo dé más miedo, pero el bueno da más asco.

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81 Comments

  1. Heriberto

    A ver, estoy flipando un poco.
    Soy ateo y laicista, no hace falta que lo diga, ya lo sé, pero lo comento por lo que sigue a continuación, para que no haya equívocos.
    De dónde sacas que la ideología dominante en España es el nacionalcatolicismo y que de ahí la mayoría del Partido Popular. Si fuera lo primero, sería lo segundo, sin duda. Lo que cuestiono es la premisa. Por otra parte, la mayoría popular es en esta legislatura, no en otras. Ni siquiera sumando la excrecencia de Vox tendría sentido eso de que son mayoría porque en varias ocasiones no lo han sido.
    Pero por otra parte no se les puede negar su derecho a ganar de vez en cuando, al menos en esta democracia liberal burguesa.
    En definitiva, que eso de que los españoles seamos nacional católicos no lo entiendo.

    • Frabetti

      Habría que matizar lo que se entiende por «ideología dominante»; si doy la impresión de que pienso que la mayoría de los españoles son nacional-católicos, me he expresado mal. Pero además del enorme poder temporal y moral de la Iglesia y de su control sobre la educación infantil -que hasta hace poco era casi absoluto y ahora sigue siendo muy grande-, incluso los que nos consideramos ateos y laicistas estamos poderosamente influidos por la moral cristiano-burguesa y sus tradiciones. Como la Navidad, sin ir más lejos. Y los dos grandes partidos se alternan en el poder, cierto; pero el PP es el más estable en cuanto a intención de voto.

  2. Eva L.

    «El horror, el horror» El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad

  3. Matatu

    Yo estoy intentando adivinar como lidiar con el cabreo q me produce esta situacion y de momento estoy fracasando estrepitosamente. Sobre todo cuando veo a los perdedores comprar el relato con una pasion desbordada. Buen resumen de como esta el patio, el problema es q el tablero ahora es global y solo un equipo tiene recursos para organizarse.

    • Frabetti

      Un equipo tiene más -muchos más- recursos, es cierto; pero siempre ha sido así en la eterna batalla de los ricos contra los pobres, que decía Platón, y algo hemos ido avanzando. Organizaciones de base y acción popular; algunos pensamos que en estos momentos es el camino. El único camino, como decía Pasionaria.

  4. MacNaughton

    Uno de los grandes problemas de Espana es qué es muy excluyente y ultra nacionalista en lo professional. El Estado es de una novela de Galdos aun, es tremendo.

    Creo que somos muchos extranjeros qué nos gusta Espana mucho, pero en lo profesional hablamos pestes. Se cobra muy mal, se paga muy poco, el elite espanol es muy cutre y cateto…. te hacen trampa, te incumplen acuerdos … Buf…Agotador….

    Millonarios qué te obligan a facturar para ganar una mierda de 30,000 euros o asi… Elites qué no creen en el Estado de bienestar. No todos, pero muchos. Elites fachas, gente que viene del entorno del General Franco espres.

    Pongo un ejemplo del otro dia: segun El Pais, somos 3 millones de extranjeros trabajando en Espana, 3 millones de personas pagando nuestros impuestos, pero en el gasto del Ministerio de Cultura, no hay un duro asignado a proyectos de los extranjeros residentes en el pais. El criterio de la diversidad no se aplica aqui.

    Nos maltratan encima. Nos tratan como unos floreros o unos turistas de paso. No se aplican los Tratados Europeos en Espana, los firman pero no los aplican… Es indignante… Se comprometen a la integracion Europea, pero es todo mentira.. Espana para los espanoles…

    En este sentido, el gobierno de Sanchez es de lo mas esperable: todo es cambiable, nada es firme, desde el contrato mas mendungi a los fallos del Supremo…

    Yo siempre creia en la aministia de los indies Catalanes, porqué nunca he creido qué sean culpables de nada. Ahora, de ahi a hacer un canje asi, nadie puede defender eso porque es deshonesto….es muy deshonesto lo que ha hecho Sanchez con el electorado… No merece el apoyo de nadie qué toma la democracia en serio ..

    Mi conclusion es qué apostar por Espana ha sido un error. Ha perdido mucha credibildad para mi desde hace tiempo, y cada vez mas….

    Es un pais muy ensimismado y tan nacionalista qué resulta agobiante a estas alturas…

    • Frabetti

      España, como Italia, es un país de grandes contrastes. Es cierto que hay una España negra, heredera directa del franquismo y del catolicismo más rancio, que aún es muy poderosa; pero también hay otra muy valiosa, muy hospitalaria y muy combativa, por la que vale la pena apostar. Yo llevo muchos años haciéndolo y no me arrepiento.

      • MacNaughton

        Desde hace tiempo, Espana es como ese amigo qué todos queremos pero qué solo habla de si mismo y sus problemas ….un puto conazo de pais. ..

        En Escocia no necesitamos lecciones de nadie. Por ejemplo, hace poco vino una furgo de Anti-Imigracion para trincar a un refugiado y deportarle, y salio toda la calle de un barrio de Glasgow para impedirlo fisicamente. Se fueron con las manos vacios la poli… Nadie se apunto el tanto, ni se hablaba de la transversalidad y Erenesto Laclau despues…

        Edimburgo esta petado de espanoles, se oye espanol continuanmente en la calle. Les preguntas por qué han venido y te dicen por el trabajo. Espana es una ruina y un timo, no vale la pena .. no hay seguridad juridica… Es un puto timo y un robo….

        Espana no es viable como pais ya. No vale todo, mucho menos si eres de izquierda …. Como dijo el poeta Burns de mi tierra,

        El hombre honrado por pobre qué sea/
        Es rey de hombres, no obstante..

        Y yo no dudo qué sea verdad .

        • La tía Ubi

          Debéis estar contentos tú y Frabetti. Dais la talla perfectamente como españoles coñazos que solo saben hablar de sí mismos y sus problemas.
          Qué ruina, qué timo y qué robo.

          • Frabetti

            Puede que sea un pelmazo (no eres la única que lo piensa), pero difícilmente se me puede acusar de hablar de «mis problemas» (salvo en la medida en que cualquier problema social lo es de todas/os). Soy un privilegiado varón blanco heterosexual y ateo del «primer mundo», por lo que los problemas de las mujeres, los gais, los pobres, los marginados y los abducidos por la Iglesia no me afectan directamente.

            • La tía Ubi

              Frabetti, sí hablas de tus problemas.
              Por las ignotas razones que sean tu problema, entre otros, pero especialmente, es España.

        • Kilgore

          Yo no viviría en un país que me tima y me roba pudiendo estar en un sitio como Edimburgo….
          Los llorones no molan nada.

        • Barabas

          Estás completamente despistado. Ahí va la «Pequeña Teoría del Destino» de E. M. Cioran:
          «Ciertos pueblos, como el ruso y el español, están tan obsesionados por sí mismos que se erigen en único problema: su desarrollo, en todo punto singular, les obliga replegarse sobre su serie de anomalías, sobre el milagro o insignificancia de su suerte.
          Los comienzos literarios de Rusia fueron, en el siglo pasado, una especie de apogeo, de éxito fulgurante que no podía dejar de turbarla: es natural que fuera una sorpresa para sí misma y que exagerase su importancia. Los personajes de Dostoyewski la ponen en el mismo plano que a Dios, puesto que el modo de interrogación aplicado a Este lo aplican también a aquélla: ¿hay que creer en Rusia?, ¿hay que negarla?, ¿existe realmente o no es más que un pretexto? Interrogarse de tal modo es plantear, en términos teológicos, un problema local. Pero, justamente para Dostoyewski, Rusia, lejos de ser un problema local, es un problema universal, del mismo modo que la existencia de Dios. Tal proceso, abusivo y exorbitado, no era posible más que en un país cuya evolución anormal tuviera materia para maravillar o desconcertar a los espíritus. No se imagina fácilmente a un inglés preguntándose si Inglaterra tiene sentido o no, o asignándole, con fuerza, una retórica, una misión: sabe que es inglés y eso le basta. La evolución de su país no comporta ninguna interrogación esencial.
          Entre los rusos, el mesianismo deriva de una incertidumbre interior, agravada por el orgullo, por una voluntad de afirmar sus taras, de imponérselas a otros, de descargarse sobre ellos de un exceso sospechoso. La aspiración de «salvar» el mundo es el fenómeno morboso de la juventud de un pueblo.
          España se inclina sobre sí misma por razones opuestas. Tuvo también comienzos fulgurantes, pero están muy lejanos. Llegada demasiado pronto, trastornó el mundo y se dejó caer: esta caída se me reveló un día. Fue en Valladolid, en la Casa de Cervantes. Una vieja de apariencia vulgar, contemplaba el retrato de Felipe III; «Un loco», le dije. Ella se volvió hacia mí: «Con él comenzó nuestra decadencia». Yo estaba en el corazón del problema. «¡Nuestra decadencia!». Así que, pensé, la decadencia es, en España, un concepto corriente, nacional, un cliché, una divisa oficial. La nación que, en el siglo XVI, ofrecía al mundo un espectáculo de magnificencia y de locura, hela ahí reducida a codificar su abotargamiento. Si hubieran tenido tiempo, sin duda los últimos romanos no hubieran actuado de otra forma; no pudieron remachar su fin: los bárbaros se cernían ya sobre ellos. Más afortunados, los españoles tuvieron plazo suficiente (¡tres siglos!) para pensar en sus miserias y empaparse de ellas. Charlatanes por desesperación, improvisadores de ilusiones, viven en una especie de acritud cantante, de trágica falta de seriedad, que les salva de la vulgaridad de la felicidad y del éxito. Aunque cambiasen un día sus antiguas manías por otras más modernas, seguirían, empero, marcados por una ausencia tan larga. Incapaces de acoplarse al ritmo de la «civilización», clericoidales o anarquistas, no podrían renunciar a su inactualidad. ¿Cómo van a alcanzar a las otras naciones, como se van a poner al día, si han agotado lo mejor de sí mismos en rumiar sobre la muerte, en embadurnarse con ella, en convertirla en experiencia visceral? Retrocediendo sin cesar hacia lo esencial, se han perdido por exceso de profundidad. La idea de decadencia no les preocuparía tanto si no tradujese en términos de historia su gran debilidad por la nada, su obsesión por el esqueleto. No es nada asombroso que para cada uno de ellos el país sea su problema. Leyendo a Ganivet, Unamuno u Ortega, uno advierte que para ellos, España es una paradoja que les atañe íntimamente y que no logran reducir a una fórmula racional. Vuelven siempre sobre ella, fascinados por la atracción de lo insoluble que representa. No pudiendo resolverla por el análisis, meditan sobre Don Quijote, en el que la paradoja es todavía más insoluble, porque es símbolo…
          Uno no se imagina a un Valéry o a un Proust meditando sobre Francia para descubrirse a sí mismos: país realizado, sin rupturas graves que soliciten inquietud, país no‑trágico, no es un caso: al haber triunfado, al haber cumplido su suerte, ¿cómo podría ser aún «interesante»?
          El mérito de España es proponer un tipo de evolución insólita, un destino genial e inacabado. (Se diría que se trata de un Rimbaud encarnado en una colectividad.) Pensad en el frenesí que desplegó en su búsqueda del oro, en su desplome en el anonimato, pensad después en los conquistadores, en su bandidismo y en su piedad, en la forma en la que asociaron el evangelio al crimen, el crucifijo al puñal. En sus buenos momentos, el catolicismo fue sanguinario, como corresponde a toda religión verdaderamente inspirada.
          La Conquista y la Inquisición, ‑fenómenos paralelos surgidos de vicios grandiosos de España‑. Mientras fue fuerte, destacó en la matanza, a la que aportó no sólo su gusto por lo aparatoso, sino también lo más íntimo de su sensibilidad. Sólo los pueblos crueles tienen ocasión de aproximarse a las fuentes mismas de la vida a sus palpitaciones, a sus arcanos que calientan: la vida no revela su esencia más que a ojos inyectados en sangre… ¿Cómo creer en las filosofías cuando se sabe de qué miradas pálidas son el reflejo? La costumbre del razonamiento y de la especulación es índice de una insuficiencia vital y de un deterioro de la afectividad. Sólo piensan con método aquellos que, a favor de sus deficiencias, llegan a olvidarse de sí mismos, a no formar cuerpo con sus ideas: la filosofía, privilegio de individuos y de pueblos biológicamente superficiales.
          Es casi imposible hablar con un español de otra cosa que de su país, universo cerrado, tema de su lirismo y de sus reflexiones, provincia absoluta, fuera del mundo. Alternativamente exaltado y abatido, lanza miradas deslumbradoras y morosas; el descoyuntamiento es su forma de rigor. Si se concede un futuro, no cree en él realmente. Su descubrimiento: la ilusión sombría, el orgullo de desesperar; su genio: el genio del pesar.
          Sea cual fuere su orientación política, el español o el ruso que se interroga sobre su país aborda la única cuestión que cuenta ante sus ojos. Se entiende por qué ni Rusia ni España han producido ningún filósofo de envergadura. Es que el filósofo debe atarearse en las ideas como espectador; antes de asimilarlas de hacerlas suyas, necesita considerarlas desde fuera, disociarse de ellas, pesarlas y, si es preciso, jugar con ellas; después ayudado por la madurez, elabora un sistema con el que nunca se confunde del todo. Es esa superioridad respecto a su propia filosofía lo que admiramos en los griegos. Lo mismo ocurre con todos los que se centran en el problema del conocimiento y hacen de él el problema esencial de su meditación. Tal problema no perturba ni a los rusos ni a los españoles. Inaptos para la contemplación intelectual, mantienen relaciones bastante chocantes con la idea. ¿Qué combaten con ella? Siempre llevan la peor parte; se apodera de ellos, les subyuga les oprime; mártires voluntarios, no piden más que sufrir por ella. Con ellos, estamos lejos del dominio en que el espíritu juega consigo y con las cosas, lejos de toda perplejidad metódica.
          La evolución anormal de Rusia y de España les ha llevado, pues, a interrogarse sobre su propio destino. Pero son dos grandes naciones, pese a sus lagunas y sus accidentes de crecimiento. ¡Cuánto más trágico es el problema nacional para los pueblos pequeños! No hay irrupción súbita en ellos, ni decadencia lenta. Sin apoyo en el porvenir ni en el pasado, se apoyan graciosamente sobre sí mismos: de ello resulta una larga meditación estéril. Su evolución no puede ser anormal, porque no evolucionan. ¿Qué les queda? Resignarse a sí mismos, ya que, fuera de ellos, está toda la Historia de la que precisamente están excluidos.
          Su nacionalismo, que suele ser tomado a broma es más bien una máscara, gracias a la cual intentan ocultar su propio drama y olvidar en un furor de reivindicaciones, su ineptitud para insertarse en los acontecimientos: mentiras dolorosas, reacción exasperada frente al desprecio que creen merecer, una manera de escamotear la obsesión secreta por sí mismos. En términos más sencillos: un pueblo que es un tormento para sí mismo es un pueblo enfermo. Pero mientras que España sufre por haber salido de la Historia y Rusia por querer a toda costa establecerse en ella, los pueblos pequeños se debaten por no tener ninguna de esas razones para desesperar o impacientarse. Afectados por una tara original, no pueden remediarla por la decepción ni por el sueño. De este modo no tienen otro recurso que estar obsesionados consigo mismos. Obsesión que no está desprovista de belleza, ya que no les lleva a nada y no interesa a nadie.

          Hay países que gozan de una especie de bendición, de gracia: todo les sale bien, incluso sus desdichas, incluso sus catástrofes; hay otros que nunca logran tener éxito y cuyos triunfos equivalen a fracasos. Cuando quieren afirmarse y dan un salto hacia adelante, una fatalidad exterior interviene para romper su empuje y para retrotraerles a su punto de partida. Carecen de todas las oportunidades, incluso la dcl ridículo.
          Ser francés es una evidencia: no se sufre ni se alegra uno por ello; se dispone de una certeza que justifica el viejo interrogante: «¿Cómo se puede ser persa?».
          La paradoja de ser persa (en este caso, rumano) es un tormento que hay que saber explotar, un defecto del que hay que sacar provecho. Confieso haber mirado en otro tiempo como una vergüenza el pertenecer a una nación vulgar, a una colectividad de vencidos, sobre cuyo origen me cabían pocas esperanzas. Creía, y quizá no me engañaba, que habíamos surgido de la hez de los bárbaros, del desecho de las grandes invasiones, de esas hordas que, incapaces de seguir su marcha hacia el Oeste, se desplomaron a lo largo de los Cárpatos y del Danubio, para acurrucarse ahí, para dormitar, masa de desertores en los confines del Imperio, chusma maquillada con una pizca de latinidad. De tal pasado, tal presente. Y tal porvenir. ¡Dura prueba para mi joven arrogancia! «¿Cómo puede serse rumano?», era una pregunta a la que yo no podía responder más que por una mortificación de cada instante. Como odiaba a los míos, a mi país, a sus campesinos intemporales, encantados con su torpor y se diría que deslumbrantes de embrutecimiento, yo me avergonzaba de ser su descendiente, renegaba de ellos, me rehusaba a su infra‑eternidad, a sus certidumbres de larvas petrificadas, a su soñarrera geológica. Era inútil que buscase bajo sus rasgos el azogamiento las muecas de la rebelión: el mono, ay, se moría en ellos. A decir verdad, ¿acaso no propendían más bien a lo mineral? No sabiendo cómo zarandearlos, cómo animarlos, comencé a soñar con su exterminación. Pero no se puede hacer una matanza de piedras. El espectáculo que me ofrecían justificaba y desviaba, alimentaba y desanimaba mi histeria. Y no dejaba de maldecir el accidente que me hizo nacer entre ellos.
          Una gran idea les poseía: la de destino; yo la repudiaba con todas mis fuerzas, no veía en ella más que un subterfugio de poltrones una excusa para todas las abdicaciones, una expresión del sentido común y su filosofía fúnebre. Mi país, cuya existencia, visiblemente no venía a cuento, se me aparecía como un resumen de la nada o una materialización de lo inconcebible, como una especie de España sin siglo de oro, sin conquistas ni locuras, y sin un Don Quijote de nuestras amarguras. Formar parte de él, ¡qué lección de humillación y de sarcasmo, qué calamidad, qué lepra!
          Yo era demasiado impertinente, demasiado fatuo, para percibir el origen de la gran idea que reinaba en él, su profundidad o las experiencias, el sistema de desastres que suponía. No debía comprenderla hasta mucho más tarde. Cómo se insinuó en mí, es algo que ignoro. Cuando llegué a experimentarla lúcidamente me reconcilié con mi país que, de inmediato, dejó de obsesionarme.
          Para dispensarse de actuar, los pueblos oprimidos se entregan al «destino», salvación negativa, al mismo tiempo que medio de interpretar los acontecimientos: su filosofía de la historia de uso casero, visión determinista con base afectiva, metafísica de circunstancias…
          Si bien los alemanes son también sensibles al destino, no ven en él, empero, un principio que intervenga desde el exterior, sino un poder que, emanado de su voluntad, acaba por escapar a esta y por volverse contra ellos para destrozarles. Unido a su apetito de demiurgia, el Schicksal supone no tanto un juego de fatalidades en el exterior del mundo como en el interior del yo. Tanto da decir que hasta un cierto punto, depende de ellos.
          Para concebir lo exterior a nosotros, omnipotente y soberano, se requiere un muy amplio ciclo de quiebras. Condición que mi país cumple plenamente. Sería indecente que creyese en el esfuerzo, en la utilidad del acto. De este modo, no cree en ellos y, por corrección, se resigna a lo inevitable. Le estoy agradecido por haberme legado, junto con el código de la desesperación, ese saber vivir, esa soltura frente a la Necesidad, así como numerosos callejones sin salida y el arte de plegarme a ellos. Siempre lista para apoyar mis decepciones y revelar a mi indolencia el secreto de conservarlas, me ha prescrito, además, en su celo por hacer de mí un bribón preocupado por las apariencias, los medios para degradarme sin comprometerme demasiado. No sólo le debo mis más hermosos y seguros fracasos, sino también esa aptitud para maquillar mis cobardías y atesorar mis remordimientos. ¡De cuántas otras ventajas no le seré deudor! Sus títulos para mi gratitud son, en verdad, tan múltiples, que sería fastidioso enumerarlos.
          Por mucha buena voluntad que hubiera puesto en ello, ¿acaso habría podido, sin él, echar a perder mis días de una manera tan ejemplar? El me ha ayudado, empujado, animado. Fracasar en la vida, esto se olvida a veces demasiado pronto, no es tan fácil: se precisa una larga tradición, un largo entrenamiento, el trabajo de varias generaciones. Una vez realizado ese trabajo, todo va de maravilla. La certidumbre de la Inutilidad os corresponde entonces en herencia: es un bien que tus mayores han adquirido para ti con el sudor de su frente y al precio de innumerables humillaciones. Te aprovechas de ello, suertudo, y lo exhibes. En lo tocante a tus propias humillaciones, siempre te será posible embellecerlas o escamotearlas, afectar un aire de aborto elegante, ser, honrosamente, el último de los hombres. La cortesía, uso de la desdicha, privilegio de los que habiendo nacido perdidos, han comenzado por su fin. Saberse de una laya que nunca ha sido es una amargura en la que interviene cierta dulzura e incluso algún placer.
          La exasperación que me embargaba antaño cuando oía a alguien decir, a cualquier propósito: «destino», ahora me parece pueril. Ignoraba entonces que llegaría a hacer otro tanto, que, amparándome yo también tras ese vocablo, referiría a él la buena y mala suerte y todos los detalles de la dicha y la desdicha, que, además, me agarraría a la Fatalidad con el éxtasis de un náufrago y le dirigiría mis primeros pensamientos antes de precipitarme en el horror de cada día. «Desaparecerás en el espacio, oh Rusia mía», exclamó Tiutchef en el pasado siglo. Apliqué su exclamación con mayor propiedad a mi país, constituido de modo diverso para desaparecer, maravillosamente organizado para ser devorado, provisto de todas las cualidades de una víctima ideal y anónima. La costumbre. del sufrimiento inacabable y sin razones, la plenitud del desastre: ¿qué aprendizaje en la escuela de las tribus aplastada! El más antiguo historiador rumano comienza así sus crónicas: «No es el hombre quien gobierna los tiempos, sino los tiempos los que gobiernan al hombre». Fórmula desgastada, programa y epitafio de un rincón de Europa. Para captar el tono de la sensibilidad popular en los países del Sudeste, basta con recordar las lamentaciones del coro en la tragedia griega. Por una tradición inconsciente, todo un espacio étnico fue marcado por ella. ¡Rutina del suspiro y del infortunio jeremiadas de pueblos menores ante la bestialidad de los grandes! Guardémonos, empero, de quejarnos excesivamente: ¿acaso no es reconfortante poder oponer a los desórdenes del mundo la coherencia de nuestras miserias y nuestras derrotas? Y ¿acaso no tenemos, frente al diletantismo universal, la consolación de poseer, en materia de dolores, una competencia de despellejados y eruditos?»

          • Isobel

            Dacuerdo en todo incluso en los pequeños matizes.

          • Frabetti

            Cioran es un autor muy interesante, pero no olvidemos que comparte con Millán Astray su «viva la muerte». A los nihilistas -cuando son buenos poetas, como Cioran- hay que leerlos, pero no se los puede seguir, por la sencilla razón de que no van a ninguna parte.

          • E.Roberto

            Un soplo inesperado de marginalidad pesimista. Se desgrana ésta en cada frase o período aparentemente sólido, esperando que dé sus frutos a través de la reflexión posterior sobre una tierra que nos será siempre hostil. Excelente, estimado. “De los últimos no hay noticias, solo las del frente sin novedades, donde por primero van los últimos mutilados de Historia; albricias dijo el capitán, en las navidades comeremos sopa después de la viril matanza, a la tropa de atrás sólo la crosta basta y sobra”

  5. Decía un profesor mío que el circulo no puede ser cuadrado, y que lo que se tiene que tener claro son las prioridades. Si tienes que elegir entre cubrir las necesidades mínimas de la gente para que vivan una vida autónoma no puedes a la vez hacer leyes y diseñar estructuras y procesos para que una minoría se enriquezca a costa del resto. Ni yo mismo tengo claro que tendría que pasar para cambiar esta inercia al desastre pero creo que ante todo hace falta mucha valentía y osadía en imaginar y no tener miedo en hacer cosas distintas. Hacen falta personas valientes sin duda, que no se achanten. Y por supuesto hay que ampliar la perspectiva y no ver sólo lo que conviene a la humanidad en general, creo en mi fuero interno que hay que incluir al planeta entero. Éso sí es un proyecto que merece ser la pena vivido, no ya por idealismo o altruismo, sino por simple supervivencia.

    • Frabetti

      Totalmente de acuerdo. No es fácil tener claro lo que hay que hacer en concreto -ni creo que haya una fórmula general válida para todo momento y lugar-, pero en cuanto a la estrategia general hay un amplio acuerdo entre las/os «antisistema». Lo resumió muy bien un teólogo de la liberación -no recuerdo cuál- cuando dijo que lo primero que hay que comprender es que luchar contra la pobreza significa luchar contra la riqueza.

  6. Mulifolio

    ¿Capitalismo salvaje?
    ¿Hay un capitalismo no salvaje, un capitalismo bueno?

    Creo que el artículo pierde mucho de su argumentación con lo del «papa bueno» al caer en esa trampa del «capitalismo salvaje» usada (no inventada) por Karol Wojtyla («el papa santo») .

    • Frabetti

      Tienes razón, habría que decir «salvaje capitalismo», como «blanca nieve» o «ancho mar». De todos modos, hay -ha habido- fases menos «salvajes» del capitalismo, y, por otra parte, el adjetivo «salvaje» es polisémico. Y no salvaje -o menos salvaje- no es lo mismo que bueno. Pero ese es otro artículo. Gracias por el matiz.

  7. Anatole

    Creo que la próxima vez que lea eso de ‘Estado español’ desfalleceré

    • Frabetti

      Hay naciones sin Estado y Estados sin nación, o con varias naciones en distintos niveles de integración. No hay que desfallecer, ni ante «Estado español» ni ante «España una, grande y libre»; lo que hay que hacer es reflexionar y buscar soluciones.

  8. Camarón

    Hay un dicho en español: «es como comparar a Dios con un gitano».
    Este artículo es eso.

    • Frabetti

      Cierto: Superman es casi un dios por sus superpoderes, y el papa es la apoteosis del tópico racista del gitano embustero y timador.

  9. Yo creía que en este estado se puede elegir bautizar o no a los hijos. Y celebrar la navidad o no (aunque hay que fastidiarse con el hecho de que sea día festivo). O hacer el Ramadán. O escribir la opinión que a uno le venga en gana.
    Es todo mentira, claro, un engaño platónico. La libertad es un escenario como el que vivió el joven Wotkjila. La libertad de un dogma sin alternativa ni lugar para el criterio propio.

    • Frabetti

      Hay poco margen para el criterio propio y las alternativas al dogma, pero suficiente para seguir intentándolo. Y la historia nos recuerda que se puede hacer bastante incluso cuando los márgenes son muy estrechos.

  10. MacNaughton

    Espana, ese pais de «Ocho Apellidos Marroquis» qué como alguien dijo por ahi el otro dia, «una pelicula hecha por y para subnormales….»….je je je…y esta arrasando….no digo mas….

    No, pero Carlo tiene mucha razon. Mi proposito para 2024 es escribir al nuevo Ministro de Cultura y pedirle muy educadamente qué me detalle exactamente en qué y como va a asegurarse qué su presupuesto se gaste equitivamente entre extranjeros y nacional catolicos….y de qué manera esta promocionando la integracion Europea….No espero respuesta, claro…

    Dos puntos cardinals del Manual De Instrucciones de cualquiera democracia: a) qué los jueces no se metan en politica, b) qué los politicos no se metan en la justicia….

    Os habeis cargado la democracia en Espana ya. Qué Sanchez llame al rey y los jueces del Supremo para ir a ver «Ochos Apellidos Marroquis» seguramente les encanta….

    • Federiker

      La pastillita, Mac, la pastillita…

      • MacNaughton

        Y un hospital psquiatrico en Suiza para su rey, sus jueces, sus politicos, su clase mediatica USELESS FUCKING CUNTS que sois …USELESS FUCKING CUNT que eres…

        Un puto pais de inutiles qué no sabe mas qué cocinar….

        • Having a bad day Mac? Get well soon! Take it easy, we need you in good shape in order to invade England.

  11. Kilgore

    El Papa es el CEO de la multinacional (de una que vende humo además) más exitosa del la historia. Ni más, ni menos.
    Hace tiempo, poco tiempo, uno podía quejarse porque te imponían su creencia y su moral. Hoy en día queda poco más que el calendario festivo y evidentemente el marco cultural (quejarse de que aquí se celebre la Navidad pero parezca muy guay el año nuevo chino es para hacérselo mirar).
    Este país se llama España. Lo del Estado español es un invento de paletos fanatizados para no liarlo por su nombre entre tiro y tiro por la espalda.
    Aznar es uno de los tipos más siniestros que haya dado este país, pero llamar presos políticos a aquellos a los que deseaba que se pudrieran en el talego. En fin…

    • Frabetti

      Paletos fanatizados son los que se creen lo de España una, grande y libre. Y quien está en la cárcel por sus actividades políticas es un preso político, lo cual no significa que esas actividades sean lícitas: el error está en creer que «político» es un adjetivo meliorativo. Y otro error muy común es creer que cuando dices «este país» estás diciendo algo claro, bien definido y ampliamente consensuado. Hay formas de independentismo lamentables, lo sé de primera mano; pero la inquina antiindependentista no los menos.

      • kilgore

        El que está en la cárcel por matar a una persona premeditadamente es un asesino. La coartada moral que haya usado para justificar su «hazaña», en este caso liberar a su «pueblo» (sin que nadie se lo haya pedido por otra parte) no le convierte en un preso político.
        Cuando te refieres a este país, hablas de una sitio geográfico. Ni máss ni menos. No veo yo a los italianos o a los alemanes o los franceses, hablar de que vivan en el Estado Italiano, Francés o Alelmán, y allí hay tanta variedad regional como aquí o más.

        • Frabetti

          En puridad, los presos políticos no existen: https://borrokagaraia.wordpress.com/2017/12/29/en-espana-no-hay-unicornios/
          Puede que tú hables de un sitio geográfico al decir «este país», pero otros habla de una «unidad de destino». Y una cosa es la variedad regional y otra que millones de personas (y no solo catalanas, vascas o gallegas, sino también castellanas, andaluzas, canarias…) no se sientan españolas ni quieran serlo. Ahí hay un problema, y simplificarlo aleja la posibilidad de resolverlo.

    • Aerin de Riften

      No vende humo, perdón. Vende nada. La nada es el producto más exitoso de la historia. Sus gastos de producción son nulos. Su distribución es instantánea. Y se hace pagar muy cara. Muchos fueron quemados o colgado por nada. Otros tributaron no poco para nada. En algún momento los de los alzacuellos dieron paso a los encorbatados que cobran mucho por nada.

  12. Óscar

    En gran parte de acuerdo con el artículo… pero tengo alguna diferencia:

    Habría que especificar qué es ser católico o nacional-católico. Muchos votantes del PP que he conocido en mi vida no son religiosos, no son creyentes; se ríen de la religión, de los curas… pero al final votan al PP por interés económico o porque comulgan con sus valores de «emprendimiento empresarial», «productividad», «crecimiento empresarial» y toda esa bazofia nauseabunda (igual que hay muchos gais que votan al PP por la «pasta», porque son pijos, porque son gais con dinero o aspirantes a tenerlo, etc… igual que muchos obreros votan a la derecha porque están de acuerdo con el machismo, el antiecologismo, el antifeminismo, el anticomunismo, etc…).

    Creo que estos matices habría que analizarlos más profundamente.

    Por último, Vox y sus falangistas (como Abascal u Ortega Smith) o periodistas fachas como Eduardo Inda, abominan de este Papa; éste último dijo del Papa que era Satán. Algo de izquierda tendrá este Papa…

    • Frabetti

      Tienes razón, habría que distinguir, por ejemplo, entre católicos conscientes e inconscientes. Muchas personas nada religiosa e incluso anticlericales están poderosamente marcadas por una educación cristiano-burguesa (es difícil entender algunos aspectos del machismo latino sin este ingrediente). Y aunque este papa no tiene nada de izquierdas, de vez en cuando lo finge, y hasta eso es demasiado para algunos.

      • Óscar

        Todo lo que dices creo que vale para países donde el catolicismo y otras sectas están muy presentes en las vidas diarias de las personas. Lejos de mí querer justificar a la Iglesia católica a la que detesto (me educaron en ella y en un colegio franquista con Franco ya bien muerto), pero creo que en la izquierda yerran a veces cuando analizan lo que ocurre hoy día:

        Hoy día, en un país como España, la gente está idiotizada y es derechista, consumista e insolidaria no ya por la Iglesia sino por cosas como: el tecnoentusiasmo (creer que la técnica resolverá el cambio climático o nos dará la felicidad; esto es una ilusión más ridícula que la de creer en Dios nuestro Señor), la ideología empresarial-emprendedora (nauseabunda en los anuncios de you tube), la ideología deportiva (o sea, el neoliberalismo pero en forma de rendimiento diario individual) o las compras por internet (especialemente por Amazon, una imbecilidad colectiva en la que participa gente de todo pelaje político).

        Ahí tenemos a la gente votando en Argentina a un tipejo como Milei, un tipo que llama imbécil al Papa , que alardea de sus orgías sexuales al mismo tiempo que odia el feminismo y el socialismo. Creo que los fenómenos ultraderechistas de hoy día escapan al análisis clásico marxista-leninista clásico. Pero puedo equivocarme.

        • Frabetti

          No, no creo que te equivoques, la situación es muy compleja y hay muchas variables en juego. En España se dio, a partir de los Reyes Católicos y sobre todo con el franquismo, un estrecho contubernio Iglesia-totalitarismo, pero en Italia y en Alemania no fue así, incluso había y hay muchos fachas anticlericales. Hay tres opresiones básicas -la de los pobres por los ricos, la de las mujeres por los hombres y la de los animales no humanos por los humanos-, pero se trenzan, contaminan y manifiestan de muy distintas maneras.

    • Abel "el bedel"

      A los caracoles la velocidad de las tortugas les parece suicida. Algo de bólido de fórmula 1 tendrán las tortugas…

      • Óscar

        Ya. Yo no defiendo para nada a la Iglesia católica; detesto su ideología machista, especista y cómo se ha aliado tradicionalmente con el capitalismo y el fascismo. Pero creo que hay que profundizar más a la hora de analizar las causas de que estemos como estamos. Creo que a Juan Ramón Rallo, a Milei y otros ultra-capitalistas les da igual la Iglesia. Y tampoco creo que los nuevos dioses como Amazon, el tecnoentusiasmo, los coches monovolumen o la adicción a los deportes sean culpa de la Iglesia.

        • Jenassa

          El papa Pío XII parecía oponerse a los nazis, pero a la vez miraba para otra parte, especialmente cuando las SS comenzaron a emigrar con pasaporte Vaticano a Argentina y otros países de América del Sur. Condenaba públicamente la política segregacionista nazi, pero nunca dijo una sola palabra del holocausto, aun cuando tenía conocimiento del mismo ya en 1942.
          Su predecesor Pío XI encargó en 1938 la encíclica «Humani generis unitas» (que le escribió el jesuita John LaFarge) en la que se condenaba claramente el racismo y el antisemitismo, a la vez que se criticaba a los judíos por ser unos materialistas y no reconocer a Jesucristo como el verdadero Mesías.
          El mismo lenguaje practica bien Francisco. Dice que la condiciones de los homosexuales no es delictiva y tienen derecho a estar en una familia, pero también dice que eso no significa aprobar las conductas homosexuales ni reconocer legalmente la unión de tales parejas.
          Un Milei, un Abascal o un Orban los ves venir. Los españoles vieron con estupefacción la alianza entre PP-Vox y a pesar de la presión mediática combinada de Mediaset y Atresmedia, votaron en su contra. Un Francisco es más sibilino. Hace a todos los bandos y parece otra cosa, pero la resultante no beneficia al pueblo.
          La madre Teresa de Calcuta se preocupaba por los enfermos que estimulaban su compasión y veía en su sufrimiento un reflejo del de Jesús de Nazaret… pero jamás hizo nada por mejorar las condiciones sanitarias de los pobres recogidos en los establecimientos de las misioneras de la caridad. El doctor Robin Fox (The Lancet) se pasó por sus establecimientos y vio la inexistencia de cualquier analgesia, diagnóstico, etc. y concluyó que allá se confiaba más en la providencia que en la medicina. Mientras los allí alojados quedaban abandonados a su suerte, viviendo infiernos, la santa madre recibía un marcapasos en Roma, se curaba de una neumonía en un hospital California y recorrió las siete partidas cuando su salud estuvo en riesgo. Siempre ha habido clases.
          Son muchos los que creen en la mitología religiosa y están enteramente incapacitados para defenderse a sí mismos.

          • Frabetti

            Gracias, Jenassa, por tu contundente y oportuna aportación de datos, que muchos católicos de buena fe ignoran y otros -de no tan buena- ocultan sistemáticamente.

          • Óscar

            Sí, creo que es cierto todo lo que dices. Lo que yo discuto es si en un país como España es el catolicismo el que hace fanáticamente derechista a buena parte del pueblo, o bien si es la gente fanáticamente derechista la que se iventa el catolicismo para darle una institucionalidad a su ideología. Muchas veces pienso que es más bien lo segundo. Y pongo algunos ejemplos de «ateos practicantes» en mi réplica a Carlo Frabetti. Saludos

          • Alfonso

            «Tim O’Neill dice:
            julio 23, 2019 a 12:32 a.m
            Hay una afirmación a menudo repetida pero perezosa de que «el Vaticano» ayudó a escapar a los criminales de guerra nazis y otros fascistas. El hecho es que el clero individual, principalmente el obispo alemán Alois Hudal y el sacerdote croata Krunoslav Draganovic, que tenían simpatía por sus compatriotas y pensaban que estaban siendo castigados injustamente por estar en el bando perdedor en una guerra. Hicieron uso de algunas de las agencias de ayuda católicas y la Pontificia Comisión para la Asistencia (PCA), que estaban trabajando para ayudar a los millones de refugiados en Europa en los años inmediatos de la posguerra. La afirmación de que se trataba de una operación del «Vaticano» es una fantasía y tanto Hudal como Draganovic actuaron por iniciativa propia y ambos no fueron exactamente favorecidos por el Papa de todos modos. Hudal, en particular, odiaba a Pío XII y trabajó para calumniarlo en cada oportunidad después de la guerra, principalmente porque su carrera en el Vaticano fue terminada por Pío precisamente por su simpatía por los nazis.

            Es interesante que las acciones del clero para salvar a los judíos sean descartadas como el «trabajo de individuos», a pesar de la gran cantidad de evidencia de que esto tuvo el aliento del Vaticano. Mientras que las acciones de unos pocos como Hudal y Draganovic son retratadas como «un programa del Vaticano» cuando está claro que estaban actuando por su cuenta.» https://historyforatheists.com/2019/05/the-great-myths-7-hitlers-pope/ En realidad todos ellos se basan en fuentes desacreditadas de la Guerra Fría como el mercenario y agente secreto comunista George Seldes, el complotista Avro Manhattan y el sacerdote renegado y teórico del nacionalismo serbio Viktor Novak. Este último y Seldes pusieron su pluma mercenaria para justificar los juicios espectáculo contra los cardenales József Mindszenty y Aloysius Stepinac (El cardenal Stepinac salvó a más de 6.000 judíos de los nazis https://alfayomega.es/el-cardenal-stepinac-salvo-a-mas-de-6-000-judios-de-los-nazis/ ) Ratline: the Catholic church did not help the Nazi criminals https://www.uccronline.it/eng/2018/09/12/__trashed

        • Frabetti

          Te había contestado, Óscar, pero no veo mi respuesta. La repito. El contubernio Iglesia-fascismo (y prefascismo, pues la cosa se remonta a los Reyes Católicos) es típicamente español; no fue así en Italia y mucho menos en Alemania, donde había -y sigue habiendo- fachas anticlericales. Y por otra parte están los «más papistas que el papa», los que no aceptaron el Concilio Vaticano II (como Tolkien, por ejemplo) y los que piensa que Francisco es «demasiado progresista». Por otra parte, los nuevos dioses crecen en el terreno abonado por los viejos y, sí, se llama «ídolos» a los futbolistas y cantantes de éxito por influencia directa -léase lavado de cerebro- de la religión.

          • Gracias. No hacía falta, tu comentario me apareció bajo el mío. Cierto lo que dices. Yo añadiría quizás la idolatría que también se practica a veces entre muchos marxistas hacia figuras como Lenin, Mao, el Ché…

            Por otro lado, tú te referías a los «creyentes no practicantes»; yo sobre todo conozco «ateos practicantes»: ateos que se casan por la iglesia, que celebran comuniones, que critican a la iglesia pero la defienden frente a los izquierdistas, feministas, ecologistas, etc… Obreros que tengo viviendo en mi vecindario en un chamizo, que se cagan «en dios» todo el día, pero que sacan a la virgen en semana santa, la bandera de España al balcon y votan a Vox… En fin que creo que hace falta un psicoanálisis profundo para entender todo esto…

            • Jenassa

              Algo tiene que ver la manipulación en los medios de información. «Público» sacó ayer un artículo de investigación en el que da nombres y apellidos a propósito de las tres familias que dirigen el cotarro de todos los medios conservadores… Sin embargo, no alude a la casta mediática de su propio medio. Eso lo hizo la revista «Mongolia»:
              https://www.revistamongolia.com/sites/default/files/uploads/archivos%20PDF/Informe%20Podemos%20Publico.pdf

              • Óscar

                Sí, algo tienen que ver… Pero la manipulación mediática no es suficiente para explicar todos estos fenómenos de autodestrucción y estupidización. Una cosa es que yo me crea lo que dicen en 13tv y otra distinta es que yo me ponga 13tv para autointoxicarme con cosas que sé que son falsas pero que, sin embargo, me gusta escuchar . Y eso ya es más complicado de explicar «racionalmente».

          • Alfonso

            El gran error de los estudios superficiales sobre el católicismo y organizaciones apostolicas como el Opus Dei es examinar todo mediante la lupa izquierda-derecha ” Rebatiendo a los mismos apologéticos de la Nueva Era, que hablan –en sentido positivo– de «conspiración de Acuario», algunos autores evangélicos y fundamentalistas (en ocasiones seguidos por algún católico) ven detrás de la Nueva Era un gran complot y una organización potente, dotada de estructuras en parte secretas, destinada a acabar con la cristiandad.

            Se da una versión laica de esta tesis del complot, cuyo principal exponente es el politólogo francés Michel Lacroix, según el cual, la Nueva Era sería una conspiración de carácter político dotada de vínculos inquietantes con el nacionalsocialismo (una tesis que considero del todo errónea).”

            http://www.interrogantes.net/Massimo-Introvigne-La-Nueva-Era-respuesta-equivocada-a-la-busqueda-de-sentido-Zenit-180III003/menu-id-35.html Cuando el franquismo investigó al Opus Dei, acusado de ser una secta judía y masónica http://www.religionenlibertad.com/cuando-el-franquismo-investigo-al-opus-dei-acusado-de-ser-una-18691.htm vía @relibertad Meses más tarde, se presentó una denuncia en este sentido ante el Tribunal para la Represión de la Masonería y el comunismo acusando al Opus Dei de ser “una rama judaica de los masones».

          • Alfonso

            Guicciardini y Maquiavelo eran admiradores de Fernando El Católico por conseguir lo que los italianos no consiguieron hasta 1870, la unidad de su nación. Guicciardini, por ejemplo, fue contemporáneo de la conquista de Navarra en 1512 por Fernando El Católico y ensalzó esta anexión porque gracias a ella la unidad nacional de España estaba casi completa (a excepción de Portugal), a la vez Guicciardini por impedir la unidad de Italia y que esta se convirtiera en un estado unificado como España. Ya se tu respuesta, seguro que ambos personajes eran franquistas, lo veo difícil Guicciardini y Maquiavelo murieron respectivamente en 1540 y 1527. Quiero completar lo de Guicciardini, este humanista italiano era muy crítico con los papas renacentista porque los veía como obstáculos para la unidad italiana (su historia de los papas fue traducido un siglo después por el mismísimo Felipe IV), frente al papado Guicciardini contraponía los Reyes Católicos que con su audacia habían logrado la unidad de España.

  13. Ulfric Capa de la Tormenta

    El rey Gaspar este año no es capaz de saber qué niño es bueno y cuál es malo debido al gato de Schrödinger.
    – No sé a quien dejarle sólo carbón, porque no soy capaz de saber quien ha sido un angelito y quién un pequeño cabroncete – dice el Rey Mago muy afectado –. He terminado por no saber quién es Melchor y quién Baltasar, confiesa entre sollozos. Sé que el primero es blanco, mientras que el otro es negro, pero no sé qué es blanco y qué es negro. ¡Estoy yo cómo para saber qué es bueno y qué es malo!
    Los regalos se acumulan en Oriente mientras Gaspar sigue con sus tribulaciones:
    – Cuando llamo a alguien ‘Baltasar’, ¿cómo sé que no soy yo quien lo transforma en negro al llamarlo así?
    Melchor y Baltasar están desbordados por las pajas mentales de Gaspar. Creen preferible que se hiciera otro tipo de pajas. Al menos podrían llevarlo a un sexólogo. Según Melchor la responsabilidad le aterra desde el día en que le llevó un regalo a Jenna Jameson:
    – En realidad no eran Navidades ni nada – cuenta Melchor –. Para mí que fue por ver si podía verle las tetas, pero al abrir la puerta ella dijo sorprendida ‘¡Oh!’ y ya ves el resultado: dejó el porno y ahora se dedica al judaísmo. Gaspar no lo ha superado. Ahora teme llevar un regalo a Kristina–Primenova y que al abrir la puerta se convierta en José María Aznar.
    – Sólo sé que no sé nada – lamenta Gaspar.
    – ¿Y cómo lo sabes? – contesta Melchor.
    – Yo qué coño sé.
    – ¿Lo ve? El problema siempre termina siendo cosa de coños – sentencia Melchor.

  14. Abel "el bedel"

    A mí el graffiti me hace gracia. Sobre todo por la cartera. Dice «valores». Cabe suponer que son los del banco Ambrosiano.

    • Frabetti

      Sí, sería gracioso, y hasta un poco subversivo, si no fuera porque muy poca gente sabe lo del banco Ambrosiano, por no hablar delas conexiones con la mafia.

  15. Alejandro Dubois

    El hambre se acaba con trabajo, no con el reparto de los bienes De la Iglesia en largas colas de manos unida o Cáritas diocesana

    • Frabetti

      Por supuesto. Pero es que la Iglesia, con su enorme poder temporal y moral, podría hacer mucho más que repartir bienes: podría contribuir de forma muy significativa a un cambio de paradigma económico, político y social.

      • Abel "el bedel"

        Eso significaría acabar con su entretenimiento. Si se acabara el hambre, la guerra y demás miserias debidas al ser humano, ¿en qué se entretendría la iglesia?
        El papa no concede audiencias a cualquiera, sino a los más poderosos y acaudalados del mundo. Ya sabes que antes pasará un camello por el ojo de una aguja que entrará un rico en el reino de los cielos. Por eso los papas se dedican con pertinaz esmero a los casos más difíciles…

        • Óscar

          Cierto, y cómo explicas que gente que potencia el capitalismo y el enriquecimiento más obsceno (como Ayuso, Abascal, Esperanza Aguirre, Bolsonaro…) a costa de los pobres , se llamen a sí mismas/mismos cristianos?
          Es que no quieren entrar en el reino de los cielos??

    • E.Roberto

      Creo que para acabar con el hambre no habría que pedir trabajo, sino algo más de ocio aunque parezca una contradicción. Ocho o más horas de laburo me han gastado en exceso como para tener una vejez digna. Si pedimos trabajo no hacemos otra cosa que alegrar al que lo puede dar. Hasta no hace mucho trabajábamos doce o diez y seis horas, luego ocho, ¿por qué no pedir cinco o cuatro? No sé si se resolvería algo, pero por lo menos tendríamos más tiempo para hacer lo que verdaderamente nos gusta, aunque sea no hacer nada mirando pasar el mundo que, de por si, es un pasatiempo inquietante.

      • javibaz

        El tema está en el desigual reparto de bienes, no en el trabajo. Hay una vertiginosa y vergonzosa distribución de la riqueza. Más del 70% de la riqueza del mundo está en manos del 0,5% de la población y se prevé que antes de que termine esta década será más del 80%. Para paliar el hambre y salvar al planeta de la sobre-explotación no se necesita más trabajo. Se necesitan revoluciones.

      • Sin duda. Ya Bertrand Russell proponía 4 horas/día ( y él no era un convencido de las bondades del marxismo, en absoluto). Castoriadis decía que los esclavos de Grecia y Roma trabajaban menos horas que mucha gente en el capitalismo de los años 80-90. No es verdad que siempre y en todo lugar se haya trabajado más que ahora.

        Byung-Chul Han crítica, y me temo que con razón, que en la tradición marxista se ha glorificado el trabajo en detrimento de la vida contemplativa.

        Un problema lo de dar un sentido a la vida. En esto insistía mucho Castoriadis.

        Me he quedado sorprendido a lo largo de mi vida de la alergia que muchos marxistas tienen a la vida no-practica. Y creo que de ahí vienen muchos problemas también. Es mi humilde opinión.

  16. MacNaughton

    En Espana, la locura nacionalista es simplemente alucinante…

    Todo el mundo es ultra nacionalista: espanolistas, Catalanes, Vascos, Gallegos Andaluces, da igual…nadie en la peninsula es indiferente al asunto nacional / identitario..,

    … Una vesania colectiva de mucho cuidado…. Una locura total ..

    Je je je, un pais de locos.. no? Espana es un pais de locos..digo yo.

    • Daskalio

      ¿Y en dónde no? Qué lo diga un escocés, cojones tiene.
      Todo el mundo aspira a su libertad individual. Ésta no es posible debido a la oposición de los demás. Sin embargo, deseamos siempre liberarnos de las condiciones de nuestro entorno: de nuestros vecinos, del municipio, de la autonomía, de la nación, del continente… Incluso aspiramos a liberarnos de la tiranía que impone nuestra condición física.
      Es lo que nos hace humanos.
      Simpatizamos con Frabetti no porque lo conozcamos. Ni lo conocemos, ni nunca lo conoceremos. Simpatizamos con él por sus manifiesto deseo de ser y pensar libremente. Por eso atrae. Quién sea él en realidad no nos importa. A su familia seguro que sí les importará. A nosotros nos interesa en la medida en que su deseo refleja a los nuestros.

      • MacNaughton

        Muy bonito, pero no, no se puede intentar montar una República independiente con menos de la mitad del país a favor, ni se puede crimanilizar a miles de catalanes por organizar un referéndum que no es delito bajo ningún concepto, ni se les puede meter en la cárcel los líderes politicos elegidos democraticanente en urnas, ni tampoco se les puede amnestiar despues a cambio de formar un gobierno que no va a durar ni dos años, aunque si por otras razones de principio democrático….

        No, no se puede hacer todo y la forma que ha actuado el élite catalán y español desde el principio al fin de este asunto da vergüenza ajena…. habría que cesarles a todos….

        Y cuanto nos ha costado al contribuyente todo aquello? Muchos millones de euros.

        Me pregunto: cuál es la siguiente entrega de esta farsa? Puigdemont deja a Sánchez en pelotas en cuanto, un año, dos? Repetición electoral, gana la derecha, y todo vuelto a empezar….

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  18. E.Roberto

    Excelente, Carlo. Completamente de acuerdo. Sólo una cosa. ¿De dónde sacás eso de «Como sugiere su nombre de GALÁN ítalo-argentino Jorge Mario…» Me es incomprensible este tópico que sospecho haya tenido origen propio en rincones literarios como este. Los que se llaman de otra manera, ¿qué son?

    • Frabetti

      Es una tontería, un chiste malo. Los galanes de telenovela suelen tener nombres compuestos y rimbombantes, y algunos ítalo-argentinos también.

    • Frabetti

      En parte, lo de los dos nombres se debe a que los italianos solo usan un apellido, por lo que el segundo nombre cumple a menudo una función diferencial.

      • javibaz

        Es una imitación de la nobleza y realeza, a cuyos hijos bautizan con seiscientos nombres y setecientos apellidos debido a las «casas» a las que pertenecen y los ancestros ilustres que les preceden.
        Mucho gilipollas vinculado en algún momento al PSOE de Mr. X añadía la pijez del tercer apellido, como fuera el caso de Fernando Fernández Savater Martín. Muchos que ahora se hacen cruces por su giro hacia la extrema derecha no se aperciben que apuntaba maneras desde un principio, a plena vista.

        • Frabetti

          Certera observación, javibaz. Reconozco que yo no me di cuenta (o no quise verlo), en su día, de que Savater, Losantos, Albiac… ya apuntaban maneras en su juventud.

          • Abel "el bedel"

            Corría una década atrás un chiste por las calles de Madrid que decía que a C’s le había pasado lo que a la editorial FCE. Las siglas FCE eran «Fondo de Cultura Ecuménica», pero por un error del impresor quedó para siempre como «Fondo de Cultura Económica». Análogamente C’s fue bautizado erróneamente por los medios como «Ciudadanos» cuando en realidad ellos querían llamarse «Cortesanos».

  19. Abel "el bedel"

    A mí los reyes magos me han traído una Decibelia y un Hunger Strike.
    https://faunaferraz.es

  20. Borja del Matutino

    El papa no tira pedos.
    Si tira pedos no huelen.
    Y si huelen, su mal aroma se debe a las afecciones del bulbo olfatorio de los que le rodean.

    • Frabetti

      Excelente síntesis: sin más que sustituir «pedos» por «argumentos engañosos» obtenemos un buen resumen de la situación.

  21. Abel "el bedel"

    Nuevo armamento letal, señoras y señores:
    https://www.diarilaveu.cat/societat/lexercit-assegura-que-la-pintura-rosa-va-inutilitzar-el-tanc-dexpojove-523425/
    ¡Suben las acciones de Titan-Lux!

  22. Abel "el bedel"

    ¡Frabetti! ¡Frabetti! ¡Frabetti! ¿En dónde estás?
    ¡¡¡MILAGRO!!!
    ¡¡¡Acaba de aparecer ante mí María Magdalena!!!
    http://tinyurl.com/eccemilagro

  23. Abel "el bedel"

    A veces la realidad supera al absurdo:
    https://www.elpespunte.es/salida-patrona-lora-del-rio/
    ¿Cómo se compagina que frailes y sacerdotes practiquen una religión monoteísta y a a vez los ritos politeístas supersticiosos mediterráneos de la intervención de los dioses de la lluvia?
    El papa no se pone a bailar la danza de la lluvia no de milagro, sino porque anda mal de las rodillas.

  24. Abel "el bedel"

    Señoras y señores, las leyes de la aritmética han debido cambiar mientras he ido a plantar un pino.
    Pasen y comenten este gráfico:
    https://twitter.com/Tyrexito/status/1749528004395479426/photo/1

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