Jot Down para Canfranc Estación, a Royal Hideaway Hotel
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El Canfranc Estación es un lugar al que se llega, no es un hospedaje de paso: un palacio entre montañas recubiertas de bosques de pinos y abetos, en el Pirineo central. En su tiempo fue la segunda estación ferroviaria de Europa por tamaño e importancia —después de la de Leipzig—. Por aquí circulaban trenes que, a través de los valles de Aspe y del río Aragón, transportaban personas y mercancías desde el norte de España al sur de Francia, y viceversa. Entre 1928 y 1970, el gran edificio, que cobijó a franceses y a españoles y que se vio bajo el yugo de la Alemania nazi, albergó una vida oficial y otra secreta de huidas y trasiegos incógnitos hasta que un extraño accidente en el puente de L’Estanguet detuvo para siempre el tráfico ferroviario. Las vías a las que llegaban los convoyes, que en otros tiempos dieron trabajo a tantas familias, quedaron desiertas y solo sobrevivieron los dos puestos aduaneros, que también dejarían de existir en 1992.
El gran proyecto murió y el bellísimo edificio quedó varado en la explanada, a merced del deterioro, esperando mejores tiempos. A pesar de todo, no perdió su elegancia ni su compostura y pudo ser recuperado cuando el Gobierno de Aragón se hizo cargo de su rehabilitación, y el Grupo Barceló, de su explotación. Hoy se muestra renacido, casi altivo, enmarcado por la cordillera que le da cobijo y transformado por entero en un establecimiento hotelero de gran lujo que da vida al valle y a su entorno. Un lugar de paz y sosiego desde el que se pueden contemplar los trenes de nubes que recorren los barrancos que lo circundan.
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La estación se construyó según la moda de su tiempo, un estilo ecléctico que armonizaba rasgos de diversa procedencia. Si el diseño exterior recordaba a los palacios decimonónicos franceses, para el interior, se eligió el art déco, el preferido de la burguesía adinerada: suelos hidráulicos, molduras historiadas, lámparas de latón y cristal, papeles pintados con motivos florales o apliques que imitaban enredaderas se han traído al siglo XXI con un criterio de belleza sin nostalgia. Todo aquí combina, incluso las gentes.
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El ferrocarril internacional fue el auténtico protagonista de una empresa magnífica que no llegó a cumplir las expectativas de sus creadores. Las locomotoras de vapor, eléctricas o de diésel arrastraron coches de distintas categorías y vagones de madera y metal que hoy quieren ser recuperados para un museo al aire libre. Las playas están preparadas para recibirlos y algún verderón de 1941 se ha instalado ya, tomando la delantera a sus congéneres. Si vienen muchos, será una fiesta permanente.
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El Canfranc Estación ofrece un servicio de restauración del más alto nivel con la cocina de Eduardo Salanova, chef con una estrella Michelin. Disfrutar de un menú gastronómico en el comedor del edificio o en el vagón-restaurante y saborear uno de los deliciosos cócteles del gaditano Sergio López Franco en el bar-biblioteca son las mejores opciones para alimentar los sentidos sin salir del recinto.
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Las nuevas formas de relax también están presentes, con una piscina climatizada dotada de servicios de spa y ubicada en la zona que ocupaba la aduana francesa, junto al salón para convenciones. Es un estupendo epílogo a una excursión por la montaña, a una jornada de esquí en cualquiera de las estaciones próximas o, simplemente, a un tiempo para no hacer nada y luego descansar.
Lo seguiré repitiendo: los post patrocinados no tienen nada de malo PERO DEBEN ADVERTIRSE COMO TAL.
Ya lo hacen al principio del contenido: Jot Dow para Canfranc Estación
¿Un palacio entre montañas?. Bonito titular para una estación de ferrocarril rehabilitada, muy bien sea dicho, con dinero público, pero estación al fin.
Un pastizal, financiado por del gobierno de Aragón para uso y disfrute de aquellos afortunados privilegiados que puedan permitirse el lujo de pagar un alojamiento de lujo (precios que dan la risa al común de los mortales, uno de esos que con sus impuestos ha pagado semejante y costosa preciosidad que no podrá disfrutar). No estaría de más hablar sobre ello, pero claro no interesa máxime teniendo en cuenta los intereses políticos y partidistas que puedan y/o existan para su grupo editorial.
Un servidor , estando de fogonero en RENFE en Lerida en el año 1962 , fui destacado unos dias a Canfranc , a explorar , es decir a quitar las nieves de la via , envistiendo con la maquina que a veces , al tener tanto espesor quedaba empotrada , y al año siguiente , ya de maquinista militar en practicas de FFCC , repeti la operacion .
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Supongo que será un PARADOR DE TURISMO, como SAN MARCOS DE LEON, por ejemplo, y de ser así los precios deberían ser asequibles a cualquier español que con sus impuestos ayudó a su rehabilitación. De no ser así y con precios prohibitivos lo consideró injusto. Conozco la Estación y España entera debería tener la opción de poder disfrutarla. Un leonés.