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¿Cuál es la mejor frase del rock argentino?

Charly García (CC) rock argentino
Charly García (CC)

Claro que hablar de la mejor frase del rock argentino es una arbitrariedad, como son todos los «mejor» de algo, una sentencia que lanzamos al aire con ánimo polémico. Mientras más exagerado y trivial, mejor funciona: discusión garantizada. Y los argentinos sabemos de esto, desafiamos al mundo con la hipérbole. En tiempos de hiperinflación, campañas políticas surrealistas y elecciones desconcertantes, la propuesta es una votación menos dramática. Una en la que no se juegue el futuro. Entonces, aquí vamos.

Todo nació semanas atrás con un posteo en Twitter y la multiplicación de respuestas: ««Me tiraste el pingüino, me tiraste el sifón«. ¿La mejor frase del rock nacional?». Y sí, acá se le dice así: nacional, sin detenerse demasiado en las connotaciones. Nacional es lo opuesto a lo extranjero pero, ante todo, resalta el patriotismo (la menos perspicaz de las pasiones, como dijo Borges, el más perspicaz de los nuestros).

Pero volvamos al tema. Si buscamos en Wikipedia, la entrada es Rock de Argentina: «El rock argentino (llamado en su país «rock nacional») es una denominación musical muy amplia, aplicada a cualquier variedad de música rock producida en Argentina». La definición es una cinta de Moebius que remata con una observación histórica sobre la especificidad del sur de América del Sur: «Argentina fue el primer país del ámbito iberoamericano que combinó los diversos géneros derivados del rock and roll con elementos locales, desarrollando así un rock de identidad propia». 

Nadie podría caracterizar con precisión el género porque dentro hay variantes del rock inglés, blues, baladas, acústicos, heavy metal, fusiones con el tango, el folklore, la cumbia. Más que un tipo de música, el rock argentino es un conjunto de nombres propios. También una época. Es lo que empezó a pasar a finales de los 60 y creció durante la década siguiente, lo que explotó masivamente a partir de la guerra de Malvinas en el 82 con la prohibición militar de pasar música en inglés, se renovó en los 90 con una nueva generación de músicos y empezó a perder fuerza con el cambio de milenio hasta llegar a un cada vez más silencioso fade out en el que se encuentra actualmente. Hace rato que los jóvenes y adolescentes escuchan y producen otro tipo de música mientras los seguidores del rock argentino vamos envejeciendo a la par de nuestros rockeros. 

Ya estamos todos grandes. Así que, antes de terminar de extinguirnos, vamos a buscar no la mejor canción ni la mejor poética sino una frase. Ese momento de iluminación, esa porción mínima que marca la diferencia. Y si no está su favorita, puede añadirla en comentarios y nos ilumina aún más.

(La caja de voto se encuentra al final del artículo)


«No obstante lo cual me sigue gustando el cabaret»

Este listado es tendencioso, no oculta su arbitrariedad ni sus preferencias, así que podría titularse también «¿Cuál es la mejor frase del rock argentino y por qué es una de Pappo?». El hombre que dijo «El mejor guitarrista argentino soy yo y el mejor internacional soy yo cuando viajo», tenía un arco narrativo potente y versátil, explotaba la efectividad de lo simple: «Yo que soy un hombre desprolijo, no tengo conflictos con mi ser» es una declaración austera de principios pero, al mismo tiempo, pone en jaque al hiperpsicoanalizado público argentino. Uno de sus puntos más altos es «No puedo evitar que vengan hacia mí los sánguches de miga»; primero porque introduce el vernáculo vocablo sánguche (una maravilla que la RAE supo apreciar), segundo porque homenajea a una de nuestras mejores creaciones culinarias y tercero, porque plantea una actitud frente a la vida. En esa frase no hay hedonismo sino un placer resignado, la aceptación de lo inevitable. Como Aquiles, Pappo lo sabe: nadie puede escapar a su destino. Otro de sus grandes versos: «Es menester que sea rock», ostenta la habilidad improbable de meter la palabra menester en la letra de una canción. Pero sus destrezas sintácticas y gramaticales llegan a su máxima expresión en la elegida para concursar: «No obstante lo cual me sigue gustando el cabaret». La locución adversativa que un bardo menor hubiera resuelto con un simple pero tiene tal refinamiento y potencia que terminó dándole nombre a toda la canción (apenas dos estrofas de tres versos), un himno al módico reviente del rockero impasible e indomable. Una genialidad. 


«El comunismo resultó complicado»

Moris está en los inicios de este género inclasificable y por eso muchas de las respuestas al posteo inicial aportaron algunas frases suyas. Hay quienes dicen que «De nada sirve escaparse de uno mismo» es una de las mejores, aunque personalmente creo que en la misma canción gana la enumeración por sobre el aforismo: «¿De qué le sirven las heladeras y lavarropas, televisores y coches nuevos y relaciones y amistades y posiciones?». Pero en este listado vamos a incorporar algo de su canción más narrativa, estructurada como un cuento sobre la caída de un héroe de poca monta, el joven zurdo con grandes ideales, empleado de una carnicería. El comienzo es memorable: «Todo empezó con el chiste que decía «lo tuyo es mío y lo mío es mío»», pero a medida que avanzan las estrofas los versos se van volviendo más literales, pierde humor y se apaga en una lenta repetición del título hasta el final. Antes de caer en la diatriba concientizadora (después de todo Moris era hijo de su tiempo), el autor nos dejó la frase definitiva: «El comunismo resultó complicado». Por eso está en esta lista.


«Lo que está y no se usa, nos fulminará»

Decíamos que esto nació como un comentario en Twitter y una pregunta, la misma que da título al artículo. No fueron pocos los que respondieron con Luis Alberto Spinetta (abundan los fanáticos y se hacen notar), eso sí, ninguno respetó la consigna y se despacharon con canciones completas, como si hubiera algo de sacrilegio en extraer un verso. También apareció la cantinela repetida: «Todas las de Spinetta. Toda su obra es poesía». Pues no, señores. No buscamos próceres sino frases así que, con perdón de sus seguidores, voy a incluir una elegida al azar con la impunidad de quien no sabe apreciar la lírica. «Lo que está y no se usa, nos fulminará» se repite una y otra vez en «Elementales leches», canción del primer disco de Invisible de 1974. Creo que es un verso medianamente competitivo para esta compulsa.


«Pensé que se trataba de cieguitos, anteojos negros usaban los seis»

Golpes de Estado, dictaduras, revoluciones, guerrilla, grupos armados, represión. En medio de eso nació y creció el rock argentino y son muchas las canciones que se hicieron eco con más o menos poesía, con mejores y peores metáforas. Desde la más literal «Para el pueblo lo que es del pueblo hasta la alegórica» «Canción de Alicia», las canciones de protesta fueron una marca de época. No obstante lo cual, diría Pappo, vamos a quedarnos con la frase de una banda impensada para tales fines, Los Twist, por una razón muy simple: por su sentido del humor. Otra vez Wikipedia: «Pensé que se trataba de cieguitos es un buen ejemplo del género de la música divertida, la cual irrumpió con fuerza en la escena del rock argentino de principios de los 80». Con ritmo veloz y bailable, un adelanto al pogo de los años venideros, más que «música divertida» (que no sabíamos que era un género), podríamos decir que la canción retoma la tradición del folk americano con sus murder ballads: relatos de casos reales siniestros, oscuros, aleccionadores. «Pensé que se trataba de cieguitos, anteojos negros usaban los seis» es una gran frase de una gran canción de una gran banda subestimada, precisamente, por su falta de solemnidad. 


«Soltate con Wellapon soltate, soltá tu pelo con Wellapon»

Cuando apareció Sumo en la escena nacional quedó claro que era otra cosa: Daffunchio, Mollo, Arnedo, Troglio, Pettinato y, por supuesto, Luca Prodan, el pelado medio italiano y medio inglés que cantaba «Yo quiero a mi bandera planchadita planchadita planchadita». Una maravilla. Y también «Caras conchetas, miradas berretas y hombres encajados en Fiorucci, la rubia tarada, bronceada, aburrida me dice ¿por qué te pelaste?». Son muchos los versos de Sumo los que podrían competir por irreverentes, sorpresivos, llenos de gracia no impostada; incluso el remate de aquella canción que, con sus repeticiones y adiciones, se parece a un ejercicio de Raymond Queneau para el OULIPO: «Una mujer, una mujer atrás, una mujer atrás de un vidrio empañado. Pero no, mejor no hablar de ciertas cosas».

Sumo traía además la paradoja del rock argentino cantado en inglés, un desafío a la marca nacional. Entraba un saxo improbable para el rock y el tipo le cantaba a la heroína, una droga que solo estaba en el cine: «But there is one thing, one thing i can’t forget, cause it’s in my head». Era 1986, hacía unos años que Luca Prodan había llegado de Europa a Argentina como para desintoxicarse y un año después se iba a morir pero antes dejó su mejor frase. En esa canción, después de gritar cuatro veces «Heroin, Heroin, Heroin, Heroin», Luca se deja llevar por el swing envolvente de un jingle televisivo para champú: «Soltate con Wellapon soltate, soltá tu pelo con Wellapon, soltá el brillo, soltá la belleza de tu pelo con Wellapon». La frase no es suya, claro. Él la hizo memorable.


«Por favor no hagas promesas sobre el bidet»

Es inentendible que, fronteras afuera, Charly García pase por uno más o incluso sea completamente desconocido mientras en Iberoamérica se ha consumido gran cantidad de música argentina, alguna buena, otra francamente olvidable. En fin, los conocedores saben de qué hablamos y han dejado una larga lista de sus frases. Cito solo algunas: «No cuentes lo que hay detrás de aquel espejo no tendrás poder / Y llevas el caño a tu sien apretando bien las muelas / Mientras miro las nuevas olas yo ya soy parte del mar / Filosofía barata y zapatos de goma». Pero una lista es explícitamente arbitraria y entonces me voy a quedar con esta: «Por favor no hagas promesas sobre el bidet». Y la razón radica en el bidet, como palabra y como objeto. Es loable que Charly haya elegido un vocablo que prácticamente lo ha obligado, para mantener la rima, a conjugar en futuro simple, un tiempo verbal que en Argentina olvidamos usar y reemplazamos por la forma compuesta, mucho menos elegante (te voy a esperar por te esperaré, te voy a escribir por te escribiré). Hasta acá, la palabra, pero lo verdaderamente prodigioso de esta frase es que rescata para la poética y para la música a un objeto banal y cotidiano no suficientemente valorado hasta que nos vamos fuera. Irse del país es, principalmente, extrañar el bidet. Nuestro mayor emblema civilizatorio se merecía un verso a su altura y Charly García lo escribió.


«Sé que te excita pensar hasta dónde llegaré»

Se dice que Soda Stereo fue la banda argentina más popular en el resto de América Latina. Los más pop de los rockeros, Gustavo Cerati, Zeta Bosio y Charly Alberti irrumpieron con sus raros peinados nuevos y su música ligera (demasiado arregladitos y maquillados para ser considerados del todo rockeros). «Sé que te excita pensar hasta dónde llegaré» me gusta porque vale en sí misma, porque deja abierta una posibilidad, porque no forma parte de otra tonta canción de amor. Es una coautoría entre Cerati y Jorge Daffunchio, un tipo que hacía cosas creativas y salía a venderlas. La primera versión de «Persiana americana« estaba inspirada en Raymond Chandler y la novela negra, los detectives fumando detrás de la ventana y ninguna chica a quién mirar. A Cerati le gustó el espíritu pero le pidió algunos cambios, algo menos oscuro porque el disco tendría un toque romántico. Al poco tiempo Daffunchio volvió con la nueva versión (según contó, inspirada en Vestida para matar de Brian De Palma), la dejó y Cerati trabajó con eso. No sabemos cuál de los dos escribió la línea que va a concurso.


«¡Maldición! Va a ser un día hermoso»

Y un día llegaron los ricoteros. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Los Redondos para los amigos, hicieron discos, canciones, shows pero crearon algo más: a los ricoteros, miembros de una tribu ritualista y fanática que se solaza en rituales y misas que extendieron la liturgia hacia su viejo líder a más de veinte años de disuelta su formación. Al ricotero le encanta hablar ensartando versos de canciones como si fueran postas, verdades irrebatibles, sentencias, provocaciones al sistema lanzadas con un aire mezcla de barrio, superioridad y universidad de la calle: «Violencia es mentir / Vivir solo cuesta vida / Las minitas aman los payasos y la pasta de campeón». Tengo un amigo sesentón que va mechando frases ricoteras mientras discursea sobre sí mismo: «Siempre fui menos que mi reputación / El lujo es vulgaridad, dijo y me conquistó». También trae «ocurrencias» a colación, lo que le contestó al jefe o a la última divorciada: «Fijate de qué lado de la mecha te encontrás / Yo sé que no puedo darte algo más que un par de promesas / Saliste ya mil veces de la pista a respirar». Porque si hay algo que le gusta al viejo líder es la segunda persona del singular, una especie de interpelación directa a los feligreses. Como no soy ricotera me voy a quedar con el simpático lamento de los que maldicen frente a un día hermoso.


«Vas a pedir piedad o te vuelo la cabeza, puercoespín»

Fito Paez tuvo muchos momentos: trovador, reventado, enojado, enamorado, rockcero, místico, comprometido. Generó un montón de clásicos, ninguno menor de edad. Podrían competir «Sus tetas y sus dos hermanas tomaban un café / Entonces pensó en un arma, en matarla y en huir / No hay merienda si no hay capitán / Una foto de los Rolling Stones, mi vieja nunca los escuchó y no me puse a llorar». Todas esas podrían; son lindas frases, fragmentos de historias que se resuelven en tres o cuatro estrofas, pero la narrativa de Paez comenzó a declinar hace mucho tiempo hasta convertirse en el tipo que ha hecho su propia biopic. Por eso vamos a poner a competir a una frase que nadie podría tomar en serio, un verso bizarro y explosivo a la vez, mezcla de subtitulado mexicano, español y neutro de «Dos días en la vida», la versión musical de la gran road movie noventera Thelma & Louise que Paez canta con Fabiana Cantilo y Celeste Carballo.


«Y cuando llegaste me miraste y me dijiste: loco, estás mojado, ya no te quiero»

Cuando pregunté cuál es la mejor frase del rock argentino, muchos dijeron: «Cualquiera de Calamaro». Debo confesar que es mi debilidad, me gusta y no soy objetiva. Me gustan incluso las canciones que no me gustan: las tontas, las de las rimas obvias, las simples, las profundas, las drogonas, las enamoradas, las fiesteras. Excepto la que le hizo a Maradona y otra que canta con Maradona, las banco a todas. Aquí va un resumen acotado de las frases enviadas para concursar: «La vida es una cárcel con las puertas abiertas / Soy el remedio sin receta y tu amor, mi enfermedad / Quiero vivir dos veces para poder olvidarte / Cuando no estás, no se abre el paracaídas y salto igual / Todo lo que termina, termina mal» y otras cosas por el estilo. Voy a poner a consideración a Calamaro, no con su mejor frase sino con el estribillo de la primera canción que escuché en vivo cuando tenía quince y descubrí a un tipo con rulos de poco más de veinte —con el mismo nombre que yo, o casi— en los teclados de Los Abuelos de la Nada. Fue amor a primera escucha. Aviso: todos aquellos a los que les gusta el salmón también pueden votarla aunque no sea su preferida: el voto se hace extensivo a cualquiera de sus frases, a criterio del elector (que podrá compartirla en los comentarios).


«Me tiraste el pingüino, me tiraste el sifón»

Finalmente, todo esto empezó con aquel tuit mientras escuchaba «Loco (tu forma de ser)». No fueron más que unos versos al pasar, acaso una estrofa, y la constatación de que ahí había una gran frase. El pingüino y el sifón, objetos cotidianos como el bidet de Charly, pero más domésticos aún. El viejo pingüino de cerámica de los bodegones, recipiente pobre donde echar el vino también pobre o el vermú más un sifón de soda siempre burbujeante para alivianarlo. Wikipedia podría decir que es una canción del género divertido, la banda lo es —histriónica, brillante, colorida— pero es una canción de amor: el tipo está esperando en el bar y la ve llegar del brazo de otro; está borracha, tira todo y aún así a él le estalla el corazón, lo vuelve loco esa forma de ser. La frase alcanza incluso para rescatar al autor de la búsqueda pretendidamente poética que hace unas líneas más adelante: «Tu egoísmo y tu soledad son joyas en el barro de la mediocridad»


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10 Comentarios

  1. Gracias! Me encantó! Faltó la bersuit. Y como es domingo electoral voy a proponer una de Desconexión Sideral que para mí fue escrita por un medium que en el año 2000 recibió mensajes que le anticipaban lo que sería el gobierno del astronauta Alberto y la bruja Cristina:
    <>

    Igual mi favorita es de charly y también es de promesas sobre el bidet. La comparto para que endulcemos este día amargo con ¿cínica esperanza? O tal vez, ¿alegre resignación? Creo que charly nos dice que, al final, estos quilombos los vamos a seguir teniendo toda la vida. Y para ser felices sería mejor que pongamos la atención, la energía y la ilusión en otro lado: <>

  2. Perolaputa esos corchetes hacen que no se vea lo que escribí en el medio. Va devuelta porque faltan las frases:

    Gracias! Me encantó! Faltó la bersuit. Y como es domingo electoral voy a proponer una de Desconexión Sideral que para mí fue escrita por un medium que en el año 2000 recibió mensajes que le anticipaban lo que sería el gobierno del astronauta Alberto y la bruja Cristina:

    Ni el astronauta ni la bruja
    Saben qué hacer con la culpa
    Y el miedo que les dejó
    Su sideral desconexión

    Igual mi favorita es de charly y también es de promesas sobre el bidet. La comparto para que endulcemos este día amargo con ¿cínica esperanza? O tal vez, ¿alegre resignación? Creo que charly nos dice que, al final, estos quilombos los vamos a seguir teniendo toda la vida. Y para ser felices sería mejor que pongamos la atención, la energía y la ilusión en otro lado: cada cual tiene un trip en el bocho, difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo.

  3. DESTROYER brazo de acero

    De Moris me gusta «ya cobré», así sin más
    Y me sorprende no haber rescatado a Alfredo Casero con joyas como «ウージの森で 歌った友よ
    ウージの下で 八千代の別れ», o «Yo toda la vida tuve que soportar a mi mamá que me daba vegetales porque ella cagaba casi entero»

  4. Kike Morey

    “Los amigos del barrio pueden desaparecer pero los dinosaurios van a desparecer”

    A propósito del día de hoy

    #TantasVecesCharly

    • Estimado Kike, voto por la tuya. Yo fui uno de los afortunados que estuvo en el concierto de Amnistía Internacional en el año 88 en Buenos Aires. Te puedo asegurar que escuchar a Charly cantar esa frase en aquel contexto fue algo grandioso. De las frases elegidas en el artículo me gustaba la de Luca. Por estar dedicada a su hermana muerta, modelo de Wellapon aparentemente, y además me pareció poético que la mejor frase del rock argentino fuera dicha por un italiano.

  5. Sin piedad dejas atrás
    Un séquito de vana idolatría
    Sos tan espectacular
    Que no podes ser mí­a nada más
    Tenés que ser de todos

  6. No sé cuál será la mejor del rock argentino, tal vez «pasa el tiempo y ahora creo que el vacío es un lugar normal» o «bailo mejor acostado y no sé olvidar» o «se proyecta la vida, mariposa technicolor» o todas las frases de «Cuando comenzamos a nacer». Pero sí sé cuál es la mejor del rock chileno: «Seguirá esta historia, seguirá este orden, porque Dios así lo quiso, ¡porque Dios también es hombre!» de la canción Corazones rojos, de Los Prisioneros, cantada desde el punto de vista de un machista.

  7. Pingback: ¿Cuál es la mejor frase del rock argentino? - Multiplode6.com

  8. «Las minitas aman los payasos y la pasta de campeón.»

  9. Soy todos tus olvidos y de todos tus olvidos aparece mi alimento.

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