Viajes al corazón de occidente y oriente. Inmersión en territorios inhóspitos. Exploración de lugares recónditos. Regresos de héroes dados por finiquitados. Deportes que son artes. Revisiones de clásicos del terror. Recuperación descarnada de las memorias de la adolescencia. Crónica de un éxodo de fantaciencia con visos muy familiares. Algunos de los cómics más interesantes de 2023 nos han llevado a lugares recónditos en el espacio y en el tiempo. Vuelven autores consagrados como Daniel Clowes, Jilian Tamaki, Mariko Tamaki y Santiago Valenzuela con sus universos particulares y llegan con fuerza nombres como Candela Sierra, Sandra Hernández o Julia Cejas.
Rotunda, de Candela Sierra (Andana Gráfica)
2023 se está conjurando como un año de no pocas operas primas interesantes, lo que muestra la gran calidad de los autores y autoras que están despuntando a nivel formal, pero de los que también destaca la alineación temática de sus obras con el presente más crudo. Candela Sierra abre fuego con esta ficción tremendamente realista sobre las condiciones laborales con las que muy a menudo los trabajadores tienen que sufrir: contratos basura, explotación laboral y acoso en unas empresas que son todo menos trigo limpio. Rotunda hace hincapié en las empresas que cultivan una imagen moderna y una falsa capa de cercanía y comprensión en el entorno de trabajo, practicando un desarrollo psicológico coral que retrata muchos arquetipos actuales. Con un puntito ligero de tragicomedia, la obra destaca por su grafismo minimalista y colorista y una narrativa que hace que las páginas vuelen ante los ojos del lector.
El pequeño Baku, de Masumura Jûshichi (Fandogamia)
Un trasfondo de ciencia ficción como excusa para hablar sobre el presente es la vía por la que ha optado Masumura Jûshichi para dibujar una ingeniosa, didáctica y emotiva obra sobre las dificultades de las personas migrantes en otros países. El pequeño Baku es una pseudofábula de fantaciencia que aventura la vida de un alienígena que aterriza en una Tierra ligeramente futurista en busca de un futuro mejor. Aun con las diferencias respecto de la realidad devenidas por su trasfondo, la obra constituye un retrato muy sólido de cuestiones como la regularización de la situación en el país de acogida, obtención de documentación o búsqueda de hogar y trabajo. Pero también contempla aspectos no materiales, también importantes. como la integración, la discriminación o la relación con las propias raíces. En lo que se aventura como una historia a priori naíf, se despliega todo un mosaico de experiencias vitales de tratamiento maduro que pueden ayudar a generar mucha conciencia social.
Mónica, de Daniel Clowes (Fulgencio Pimentel/Finestres (cat.))
Visto en perspectiva, Paciencia, la anterior obra de Daniel Clowes, parecía ser un mensaje aludiendo a la presente. El consagrado autor del cómic alternativo de los noventa ha dejado caer sobre la mesa lo que podría considerarse una obra magna. En Mónica confluye toda su carrera como dibujante, practicando un retorcido relato biográfico de ficción que se configura como un thriller de muy largo recorrido, el que abarca toda una vida. Todavía más allá, la obra practica en sus capítulos algunos amagos sutiles, acercamientos a los géneros y a los autores, influencias y fetiches del autor. Consigue así una obra que alcanza la cumbre de sus temas y tonos más conocidos: las búsquedas frustradas, la falsa apatía que soterra cierta ansiedad, el giro al absurdo. Sibilino, escurridizo y quizás con algo de humor negro, Daniel Clowes más que dibujar un cómic ha dibujado su tao.
Roaming, de Mariko Tamaki y Jillian Tamaki (Ediciones La Cúpula)
No sería extraño acercarse a este tebeo acordándose de aquel Aquel verano con el que muchos empezamos a leer a esta pareja de prodigiosas autoras. Y no lo sería porque podríamos detectar ciertos ecos. No en vano la historia va de tres amigas pasando unas vacaciones juntas. Sin embargo en Roaming, el relato y su enfoque es otro. Lejos de la novela de aprendizaje juvenil aquí el tono es el de un slice of life que retrata la vida de las protagonistas durante un recorrido turístico de cinco días en Nueva York. Entre las bambalinas de lo que podría ser el viaje prototípico a la Gran Manzana (tan perfectamente ilustrado aquí que nos podríamos ahorrar el viaje nosotros mismos), se desarrolla un drama de relaciones íntimas absorbente, sin lecciones de fondo, muy expresivo y muy dinámico en su narrativa. Mariko Tamaki y Jillian Tamaki vuelven a firmar otro cómic de fotografía generacional de factura impecable.
Hanami, de Julia Cejas (Norma Editorial)
Otro de los destinos preferidos de los dibujantes de cómic es Japón, que ha dado pie casi a un subgénero propio abordado por autores como Igort, Agustina Guerrero, Florent Chavouet o David B. En una temática que podría decirse ya muy visitada, Julia Cejas consigue sacarse de la manga un relato autobiográfico multiforme, que da cuenta primero de la fascinación por el lugar a conocer y explorar y de ahí va moviendo el foco a los personajes (su pareja y ella), así como sus dilemas van aflorando en la historia como las flores del cerezo a las que hace referencia el título. Así, Hanami va de lo turístico, lo anecdótico, de lo urbano y lo cotidiano a lo humano, lo emocional y lo universal. Todavía más, lo hace con toda una panoplia de formas de narrar y de entretenidos juegos con el estilo que hace de este cómic algo muy vivo, dinámico y salpicado de humor, prácticamente un muestrario de recursos del medio que se integran en el relato general con mucha naturalidad.
Frankenstein, de Sandra Hernández (Bang Ediciones)
Aunque la presente se publicó a principios de año, cabía recuperar aquí esta adaptación del relato fundacional de la ciencia ficción escrito por Mary Shelley adaptado por Sandra Hernández. Frankenstein destaca por su vuelta de tuerca a través del genderbending que hace que el científico protagonista que aquí resulta ser mujer, a la que la discriminación por género se apila la discriminación de su proyecto de crear vida. Pero el giro practicado afecta también en aspectos tan capitales como la relación con su criatura. No pierde ni un ápice de la fuerza de la novela de Shelley o de sus temas (la culpa, la redención, la soledad) a la que añade mucha enjuncia una narrativa visual que conecta con la voz honda de la protagonista a través de una inquietante paisajística interior y exterior completamente deshabitada. El resultado, finalmente, es una obra que resulta en una continuación pertinente del legado de Shelley, con una voz propia.
#DRCL, de Shin’ichi Sakamoto (Milky Way Ediciones)
Todavía más con las revisiones de los monstruos clásicos, he aquí una de una fuente algo más moderna. Shin’ichi Sakamoto, que ya nos dejó pasmados con su versión preciosista y siniestra de la Revolución Francesa en Innocent e Innocent Rouge, se arroja en plancha con su propia versión seriada del Drácula de Bram Stoker, con un primer volumen que recoge momentos emblemáticos de la obra como se toma licencias tan pertinentes como esperadas. De entre ellas, destaca una apertura con el viaje del Démeter realmente escalofriante, a la altura de los mangas de terror de maestros como Junji Ito o Gou Tanabe. Pero también por su versión de una Mina Murray a lo Ana de las Tejas Verdes y por su dominio de la ambientación victoriana que, de nuevo, se recrea en el detalle, en lo preciosista y en lo tenebroso. Lidia así el autor con la cuestión de versionar una obra muy popular saliendo, de momento, victorioso.
Do a power bomb!, de Daniel Warren Johnson (Norma Editorial)
Sobre la lucha libre hemos visto algunos pocos cómics. Y es raro porque precisamente su naturaleza de espectáculo trepidante construido a partir de un relato de confrontación de fuerzas que suele acudir a la ética, ha alimentado a subgéneros tan populares como el superheroico tanto argumental como visualmente. Daniel Warren Johnson ha creado aquí un cómic ejemplar que, al mismo tiempo revela la naturaleza de la lucha libre como forma de arte escénico sin abandonar su condición de gran relato épico que juega con los giros de guion trepidantes, sostenidos aquí gracias a su trasfondo fantástico. La pasión del dibujante por este arte-deporte queda transmitida perfectamente en la historia a través de su vocación de epatar al lector con un dibujo tan vibrante como minucioso, algo que le permite plasmar cualquier maniobra, presa o llave con máximo dinamismo y construir un relato intenso y muy emotivo. Do a power bomb!, efectivamente, pone la piel de gallina.
Dating advices for young ladies, de Maite Caballero, Paula Estevez y Ainize Sarasola (Autoeditado)
Tres autoras vascas de la quinta del 84 se han sacado de la manga este ramillete de historietas en grapa de gran formato, con historias cuyas premisas parten de las experiencias frustrantes en citas con varones varios. Dating advices for young ladies (irónico título donde los hubiere) guarda tres cómics muy diferentes en forma y planteamiento argumental pero que arrastran ese hilo común y esa voluntad imperecedera de hacer historietas en colectivo con una enseña generacional, si se quiere. Maite Caballero apuesta por el relato coral con injerencias fantásticas y la experimetnación con la forma y los marcos. Paula Estévez opta por un relato más realista, de línea clara y pulida, que juega con la intriga universal de averiguar cuan trigo limpio es nuestra cita. Ainize Sarasola, para cerrar, vira hacia el género de terror de inspiración en la serie B con un dibujo de caricatura de aire naíf que contrasta por su viraje al underground más puro.
¿A dónde vas, Labordeta?, de Daniel Viñuales, Carlos Azagra y Encarna Revuelta
Para trilogía ya con este tercer cómic sobre el polifacético José Antonio Labordeta con el que los autores buscan ganarle el cielo de la «aragonesidad», recordando y homenajeando su figura. Daniel Viñuales, Carlos Azagra y Encarna Revuelta exploran aquí sus años más populares, los televisivos, al frente del programa Un país en la mochila, clásico histórico de la segunda mitad de los noventa, en el que exdiputado, profesor, escritor, poeta y músico recorría los lugares más recónditos del país. Como es costumbre en estos cómics, los autores transitan por la cronología de los sucesos moviéndose entre los hechos significativos pero muy acertadamente a través de las anécdotas reveladoras que no solo configuran la personalidad del hombre y su obra sino que también aportan datos y humor. Azagra y Revuelta atinan su mano artesanal para contar la historia, identifican lo icónico de aquel programa y lo vuelven cercano y familiar haciendo de ¿A dónde vas Labordeta? un cómic en el que pervive el espíritu del biografiado.
No sleep till Shengal, de Zerocalcare (Reservoir Books)
Kobane Calling fue el cómic que metió al inquieto Zerocalcare en el mundo del periodismo gonzo con el objetivo de documentar la creación de comunidades alternativas en zonas afectadas por conflictos bélicos en Oriente Medio. Años después vuelve con este No sleep till Shengal, de objetivo similar, para contar la resistencia del pueblo ezidie, superviviente de una matanza que diezmó su población, que ha buscado crear su propia zona autónoma. El italiano arma la crónica de su viaje como con el resto de sus cómics de inspiración autobiográfica que residen en tres pilares. Primero, generando una poderosa intriga para el lector, que en este caso articula la primera parte del relato hasta que el protagonista consigue llegar a Shengal. Luego con su habitual desenfado y tono irónico que funciona como una forma de sobreponerse a algunos de los momentos más duros del relato. Y finalmente con una vocación humanista y humilde que le sirve para poder contar situaciones complejas sin prejuicios y buscando cierta justicia, aunque solo sea por poder dar voz a testimonios que lo necesitan.
Las aventuras del Capitán Torrezno – Anamnesis, de Santiago Valenzuela (Astiberri)
Un año en el que se publique un nuevo volumen de Las aventuras del Capitán Torrezno es un año para celebrar en nuestro país. Con un Premio Nacional en su haber, aun parece que esta mastodóntica obra no tiene todo el reconocimiento ni la popularidad debida. La serie lleva ya más de dos décadas en marcha y casi dos mil páginas publicadas en tres editoriales distintas, habiendo recogido Astiberri el testigo de continuar con su publicación, así como el compromiso de reeditar los volúmenes precedentes. En Anamnesis, Santiago Valenzuela nos practica un circo de tres pistas en el que, entre el género bélico, un delirante thriller psicológico y la intriga de los diversos poderes entre bambalinas, recupera a su héroe estableciendo algunos hitos importantes en lo que llevamos de historia, además de un nuevo epílogo jugosísimo. Estamos ante un volumen de contenido muy variado que une el pasado y el presente de la obra y la proyecta hacia el futuro.
Chihayafuru Vol. 1, de Yuki Suetsugu (ECC Ediciones)
Es posible que el spokon (manga de deportes) haya contado ya las épicas de todas las disciplinas conocidas, siendo las más populares (futbol y baloncesto, por ejemplo) las que se han logrado un puesto de reconocimiento en la historia del manga y el cómic en general. Sin embargo, no resultan menos interesantes las obras que han puesto su mirada en las disciplinas menos conocidas a nivel internacional, propiamente japonesas. El karuta es un intenso deporte que combina conocimientos de poesía para reconocer ciertos versos y unos reflejos ágiles para hacerse con la victoria. Yuki Suetsugu no solamente contó las dinámicas del karuta sino que también proyectó un relato de crecimiento de los personajes que abarcaba su infancia y su juventud. En Japón, Chihayafuru alcanzó la friolera de cincuenta volúmenes y reside como una obra de culto, sin duda, única en su especie.
Narrar lo invisible, de Zer (autoeditado online)
Una de las piezas experimentales (tanto en forma como argumento) de este año bien podría ser esta deliciosamente extraña revisión del viaje del héroe. Zer es un artista granadino que ya asombró con su adaptación de la película La soga, de Alfred Hitchcock, al cómic empleando un estilo minimalista de línea clara y unas narrativas diagramáticas con mucha inspiración del americano Chris Ware. En Narrar lo invisible se atreve con una épica de fondo conceptual que va desgranando de forma intrigante el paso a paso de la evolución heroica de su protagonista a nivel individual que también acaban por influir en un nivel sistémico. Fuertemente estructurada, el puntito intelectual de su aventura se equilibra con dosis de acción, humor y giros inesperados, amén de hacer gala de una gráfica secuencial digna de enmarcar. La saga, que emparenta así la ciencia ficción de Moebius y Druillet con el cómic experimental americano del cambio de milenio, tiene ya publicados los seis capítulos de su primer ciclo y se puede leer aquí.
Doncella Vol. 2 Nivel avanzado, de Florence Dupré Latour (Astiberri)
Al género de las crónicas autobiográficas de la juventud se han acercado muchos autores estableciéndolo como pilar de su producción o como una veta paralela a la principal, siendo frecuentemente populares aquellas protagonizadas por varones a pesar de que significativamente fueron ellas las pioneras del género. Más que de recuperación de unas memorias nostálgicas o de entretenimiento pasajero, las de Florence Dupré Latour ponen toda la carne en el asador, obrando quizás como una suerte de gestalt liberadora. Doncella es un díptico que recoge en dos volúmenes infancia y adolescencia respectivamente revisando sin pudor alguno todas las vivencias de la autora entorno al descubrimiento de la sexualidad y el cuerpo femenino y los variados complejos y traumas causados por la institución familiar, la educativa y la religiosa. Caustica escatológica y sin pelos en la lengua, con un dibujo de caricatura plástica que evoca cierto humor, el relato tragicómico de las penurias de la autora consigue alcanzar cierta universalidad y se hace continuador de una tradición que establecieron autoras como Aline Kominsky-Crumb o Julie Doucet.
Diccionario de Fantasía, de Sergio S. Morán y Laurelle (Autoeditado)
De lo mejorcito del género de humor este trimestre es el cómic salido del último crowdfunding de Laurielle (muy popular por sus comics colaborativos como Una aventura entre todos y Asalto al Castillo) sacado a pachas con su compañero infatigable, Sergio S. Morán, con quien creó el ya cómic de culto El Vosque. Diccionario de Fantasía se entrega a los mitos, al folklore, a la ficción fantástica y al frikismo para construir una modesta enciclopedia en la que revisar toda una serie de criaturas, entes y divinidades. Siguiendo la estructura de «mosaico de gags» típica de revistas satíricas como El Jueves, se adentran tanto en figuras del acervo más local como la cocollona en Girona como a otras más universales como el dios Zeus, del que revisan con jocosidad su incontinente parasexualidad. Los autores no hacen prisioneros y con mucha complicidad entre ellos y el lector demuestran su buen hacer con todos los tipos de humor, desde la referencia velada al humor negro pasando por el uso exquisito del running gag.
Soy fan de Santiago Valenzuela desde sus tiempos de Jarabe y me apena decir que hace tiempo que su saga del Capitán Torrezno flojea. Se ha vuelto completamente imposible seguir la pista de las diversas intrigas políticas solapadas y los múltiples hilos argumentales en juego. Da la sensación de que el autor se ha entregado a su lado oscuro verborreico. Una lástima porque recuerdo leer los primeros tomos con verdadera emoción y devoción pero la lectura de Anamnesis me está resultando muy pesada y tengo que hacer un esfuerzo por mantener la atención.