Sociedad

Bajarse de los tacones: un pequeño salto para una mujer, un gran paso para el feminismo

Barbie. Imagen: Warner Bros. zapato de tacón
Barbie. Imagen: Warner Bros.

Lo único aprovechable —pero no es poco— de una película tan banal y oportunista como Barbie es la antinomia del zapato de tacón y la sandalia Birkenstock, que, como las píldoras azul y roja de Matrix, representan la elección entre el ensueño y la realidad. Y entre el sometimiento y la libertad.

Parafraseando la famosa frase de Neil Armstrong al pisar la Luna (la que dijo realmente: «Un pequeño paso para un -no el– hombre, un gran salto para la humanidad»), se puede decir que el pequeño salto de unos diez centímetros tras el que Barbie acaba — real y metafóricamente— con los pies en el suelo es un gran paso para el feminismo. Un paso imprescindible, a pesar de su apariencia anecdótica o meramente formal, que, entre otras cosas, marca la diferencia entre lo creíble y lo que no lo es. Porque cualquier alegato feminista pronunciado desde lo alto de unos tacones de aguja — y se podría confeccionar una larga lista de taconeras ilustradas1 resulta tan paradójico, valga el eufemismo, como hablar de pobreza cristiana desde la opulencia.

Así como el pobre de derechas es la gran baza del capitalismo neoliberal, la feminista con tacones es un as en la manga del heteropatriarcado.

La corbata y los tacones

En los países occidentales u occidentalizados, la estricta división de los roles de género se manifiesta de forma ostensible en la pervivencia, entre otras muchas cosas, de dos elementos indumentarios tan absurdos como la corbata y los zapatos de tacón. La corbata, ese fláccido y falocrático pendón multicolor, ese sedoso nudo corredizo topológica y metafóricamente equivalente a la soga de un ahorcado o al collar de castigo de un perro, simboliza a la vez la supremacía — de género y de clase— del hombre que la lleva y su sometimiento al orden establecido: no en vano la corbata es obligatoria en la mayoría de los actos públicos y en los puestos de trabajo de un cierto prestigio.

Y los zapatos de tacón, a pesar de que los traumatólogos llevan décadas advirtiendo de que son sumamente nocivos para los pies y para la columna vertebral, siguen siendo de uso común entre las mujeres, incluso entre las supuestamente «liberadas». ¿Y cuál es la finalidad de un calzado que entorpece los movimientos y perjudica la salud? Supuestamente, hacer más atractiva a la mujer que lo lleva. Pero ¿quién puede encontrar más atractiva a una mujer por llevar unos zapatos que dificultan la locomoción, dañan las vértebras y provocan continuas molestias en los pies? La respuesta es tan obvia como preocupante: solo alguien susceptible de erotizarse con la estética de la sumisión y el dolor.

En el fondo (y también en la forma), el binomio corbata-tacones remite a la estética sadomasoquista2. La típica dominatrix SM, a la par víctima y verdugo, suele llevar una ropa que la oprime, llena de correas y herrajes, y agresivos zapatos puntiagudos de finísimo tacón de aguja, cepo y arma a la vez. Y la corbata es a un tiempo el emblema de la superioridad masculina, el blasón del señor, que lo distingue tanto de la mujer como del obrero, y el collar-lazo de su sometimiento al establishment. En el extremo opuesto tanto de la anatomía como de la simbología, los zapatos de tacón, que limitan la movilidad de la mujer y realzan (nunca mejor dicho) su condición de objeto erótico, y que no en vano son los fetiches predilectos de no pocos machitos con el gusto estragado por la narrativa heteropatriarcal. La brutalidad con la que muchas culturas han castigado los pies de las mujeres, por no hablar de otras partes de su cuerpo directa o simbólicamente relacionadas con la autonomía, no podría ser más significativa. Y aunque en las supuestas democracias igualitarias ya no se hace, con el Arcipreste de Hita, el «elogio de las dueñas chicas por tomar del mal el menos», aún no se ha superado el quijotesco «la mujer honrada, la pierna quebrada». Y no hay manera más «civilizada» de quebrar las piernas que unos buenos tacones de aguja.


Notas

(1) De hecho, he confeccionado esa lista (en la que figuran destacadas políticas, escritoras, comunicadoras…), aunque solo para uso propio, pues se trata de una tendencia tan generalizada que sería injusto señalar a unas cuantas taconeras ilustres a modo de chivas expiatorias. También he confeccionado a vuelapluma (y por ende sin orden ni concierto) la lista contraria, la de mujeres queridas y admiradas a las que nunca vi —ni puedo imaginármelas— con zapatos de tacón, y en este caso sí que es lícito —y hasta oportuno— mencionar a unas cuantas: Rita Levi-Montalcini, Dolores Ibárruri, Simone de Beauvoir, Eva Forest, Rosa Chacel, Rosa Regàs, Ana María Matute, Cristina Peri-Rossi, Nancy Morejón, Ana María Moix, Ángeles Maestro, Ángeles Diez, Doris Benegas, Marta Macho, Marta Pessarrodona, Blanca Calvo, Angela Davis, Nawal El Saadawi, Hebe de Bonafini, Nora Cortiñas, Mariela Castro, Silvia Federici, Marcela Lagarde, Rita Segato, Empar Pineda, Ursula K. Le Guin, María Zambrano, María Teresa León, Federica Montseny, Gloria Fuertes, Belén Gopegui, Patricia Highsmith, Cristina Rota, Carla Lonzi, Greta Thunberg, Hannah Arendt, Judith Butler, Jane Goodall, Annie Leibovitz, Susan Sontag… No conviene sacar conclusiones apresuradas, ni de una lista ni de la otra, pero no creo que sean irrelevantes.

(2) En última instancia, el sadomasoquismo (con su exacerbación/inversión/confusión de la relación amo-esclavo) es una expresión del profundo malestar que en hombres y mujeres provoca la necesidad adaptativa de asumir los grotescos roles sexuales impuestos por nuestra sociedad.

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43 Comentarios

  1. «El horror, el horror» El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad

  2. La más guapa de la lista es la Pasionaria y menos mal que no sale la madre Teresa. Mi padre es zapatero zapatero, con 90 años. Arregla y hace zapatos todavía. Los tacones y la ortopedia de señoras se pagaban bien. A un hombre con una pierna más larga que la otra le copias el zapato de Frankestein y arreglado. Pero eso no se lo puedes hacer a una señora que quiere unos zapatos ortopédicos para una boda.
    Siempre hemos guardado los tapones de corcho de las botellas. Mi padre los usa para ponerlos entre la viga metálica que sujeta el tacón y además quita el plástico de relleno de los tacones y los sustituye por el corcho. Para que al andar no les hagan daño en los talones y para que no hagan tanto ruido cuando vuelvan a casa por la noche en el paseo de la vergüenza como dicen en mi Ciudad Real adoptiva.
    Los cojos llevan zapatos ortopédicos por necesidad y de los tacones mejor sólo opino de lo que sé.

    • Pasionaria eraa una mujer muy hermosa, sí; pero no va de eso, y tampoco entiendo lo de la ortopedia.

      • Tampoco entendí mucho de su artículo. La ortopedia es obligatoria pero los tacones no, menos que la corbata.
        Además, que mi familia vivía de los zapatos y ya está espantando a la clientela.

        • La corbata sí es obligatoria en muchas situaciones. Y aunque los tacones no son obligatorios, hay una fuerte presión social en ese sentido. Ahora las cosas han cambiado (un poco); pero en mi juventud era impensable que una mujer fuera a un acto social con zapato plano. Y no creo que la desaparición de los tacones de aguja afectara a los zapateros; pero, aunque así fuera, no podemos fomentar el tabaquismo para que los estanqueros no se queden sin clientes.

  3. joaquinillo

    Leyendo por encima este tostón, enésimo capítulo del catecismo de la corrección política y al llegar al inevitable heteropatriarcado (que gustazo poder decir: «Soy Javieras, Heteropatriarca de Carabanchel»), iba a pasar de largo hasta que he visto en su lista de mujeres ejemplares a !Patricia Highsmith! Pero si era una misógina que maltrataba a sus novietas (y al resto del mundo). No he leído nada de ella donde las mujeres no sean retratadas como estúpidas y/o malvadas. Arrepiéntase Don Carlo o le quitarán su nombre a un polideportivo.

    • Digo bien claro que no hay que sacar conclusiones apresuradas ni de una lista ni de la otra. Algunas de las taconeras de mi lista personal son personas admirables, y con alguna de las no taconeras podría equivocarme, pues algunas son amigas cercanas y otras conocidas superficiales. Patricia Highsmith tenía muchos detractores, y ella misma cultivaba su imagen de mujer terrible; no pondría la mano en el fuego por ella, pero en sus novelas no ataca a las mujeres, sino los tópicos de la femineidad. Y, por otra parte, casi todos sus personajes, hombres y mujeres, son malos o tontos: en todo caso, era un tanto misántropa, no misógina. Pero adoraba a los gatos. Y lo de «simpatizantes del tiro en la nuca» es un tópico derivado de ese «todo es ETA» tan conveniente a los poderes establecidos. Según ese criterio, yo también formaría parte del «entorno» (y, de hecho, he sido acusado públicamente de ello en varias ocasiones).

  4. joaquinillo

    Por cierto, repasando la Lista de Mujeres Extraordinarias he encontrado un par de simpatizantes del terrorismo del tiro en la nuca (que naturalmente, subcontrataban a heteropatriarcas como Josu Ternera, ellas no se manchaban las manos) además de a Susan Sontag que creo que tampoco era muy amable con sus novias.

  5. Simplicísimo

    Dios mío, Greta Thunberg. Un montaje tan joven.

  6. Muy superficial todo el artículo. Espero alguna reflexión con más calado en Jotdown. Y en ese sentido he recordado el punto de vista de una filósofa sensata, Simone Weil, cuando argumentaba contra las banderas: que de lo que se trataba no era de agitar proclamas o eslóganes anticapitalistas, sino de encontrar aquellas medidas, aquellas leyes cuyo ejercicio consiguiera cambiar un sistema económico y social.

    • No pretendo cambiar el mundo con un artículo; pero creo que no está de más denunciar la normalización de un calzado que daña la salud y la movilidad de muchas mujeres. Y eso no es un eslogan ni una proclama, sino una invitación a la reflexión.

      • – Se puede (contribuir a) cambiar el mundo de muchas maneras, también con un artículo en Jotdown, ¿por qué no?
        – ¿Te has planteado que a muchas mujeres les puede gustar llevar tacones, y vestirse de rosa, aunque no sea por las razones que tú supones o les asignas a priori, por otras razones, quiero decir (el eros, por ejemplo, no sé…) (ídem para los hombres y sus corbatas).
        – Otra cosa: Tachar de banal la película de Barbie… igual es que hay cositas que no hemos entendido.
        – Feminizarse no es disfrazarse: es un principio fundamental. Lo expone muy claramente Maite Larrauiri, filósofa: «No hay que educar a los hombres sino contagiarlos. La educación se basa en la razón, el contagio en el deseo. No queremos hombres que defiendan las razones del feminismo, no los necesitamos para hablar alto y claro. Feminizarse no es disfrazarse, ‘hacer como’. Si los hombres se dejan contagiar llegarán a ser otros, diferentes, fruto de un devenir, como encuentro entre dos reinos: aparecerán figuras humanas nuevas. Necesitamos hombres que sepan callar cuando hay que callar, que sepan invisibilizarse cuando no les toca estar en primera fila, que estén de otro modo en su relación con el mundo.»
        Es mi opinión, respondiendo a la tuya.

        • Contribuir, sí, se puede y se debe, y yo lo intento. Y hay muchos frentes, unos más básicos y otros más -aparentemente- anecdóticos, y por eso a veces se descuidan.
          Yo no juzgo los motivos por los que una mujer -o un hombre- se viste como lo hace, y defiendo que cada cual pueda hacerlo como quiera. Simplemente, invito a reflexionar sobre asuntos como la obligatoriedad de la corbata y la nocividad de los tacones, así como su simbología.
          O igual es que algunos han visto en Barbie más cositas de las que hay realmente. Considero (pero necesitaría todo un artículo -o más- para argumentarlo) que es una película oportunista, que plantea cosas que están bien, pero de una forma equívoca y superficial.
          Feminizarse no es disfrazarse, totalmente de acuerdo. Y los hombres deberíamos callar más. Con esa opinión no respondes a la mía, pues la compartimos. Gracias por tus comentarios.

  7. El zapato de tacón se empezó a usar por hombres aristócratas y nobles (véase a Luis XIV), para realzar sus gemelos y su altura, y solo bastante más tarde fue adoptado por las mujeres, nobles primero, burguesas después. Por otro lado, todas las mujeres que conozco que los llevan con asiduidad lo hacen porque les encanta, les hace sentirse bien, y yo no soy quien para juzgar si lo hacen por las razones equivocadas, no soy tan condescendiente, para eso están los caballeros andantes como usted, que ven por doquier gigantes donde solo hay molinos.

    • Frabetti

      No se trata de juzgar a nadie, y yo no lo hago. Pero «lo hacen porque les encanta» no es un argumento (todos hacemos cosas que nos encantan y son perjudiciales para uno mismo y/o para los demás), a no ser que entendamos «encantar» en sentido literal (ser objeto de un encantamiento). Hablar de los peligros del tabaco no es juzgar a los fumadores ni ser condescendiente con ellos. Y si se propusiera una ley prohibiendo los tacones, yo me opondría enérgicamente a ella: que cada cual se vista como quiera, y que quien quiera lo interprete como pueda. Me sobrevaloras llamándome caballero andante: ando poco y cabalgo menos, me limito a observar y a intentar sacar algunas conclusiones. Y puede que a veces vea gigantes donde solo hay molinos. Y puede que otros solo vean molinos donde hay gigantes. En eso, y puesto que me mantengo en el terreno de las meras advertencias, prefiero pasarme que no llegar. Con permiso de Don Mendo.

  8. Lo cierto es que el autor del artículo debe de considerar capital este asunto. He experimentado un deja vu al leerlo y, efectivamente, un vistazo a google me ha confirmado que es un tema recurrente desde hace años.

    • Frabetti

      Tal vez no sea capital, pero me sorprende -y me preocupa- la naturalidad con que se asume que los hombres estén obligados a llevar corbata en muchas ocasiones y que las mujeres se destrocen los pies -y dañen su columna- sometiéndose a un fetiche erótico castrador. Hay cosas que puede que no tengan gran importancia en sí mismas, pero que son muy reveladoras como síntomas.

  9. Alain Mortadelon

    Frabetti, seguro que recordarás que a mediados de la década de los setenta (74, 75, 76) se impuso la moda para hombres «modernos» de llevar unos taconazos a lo Frankenstein que ya, ya… Yo mismo los usé porque me hacían alcanzar 188 centímetros de estatura. Por suerte, fue algo efímero que cayó pronto en barrena. A ver si alguno por aquí se acuerda. Saludos.

    • Frabetti

      Sí, claro que me acuerdo. Pero hay una diferencia cualitativa (no solo cuantitativa) entre las plataformas -herederas de los coturnos teatrales- que solo pretenden hacernos más altos/as (y no dañan la columna ni obstaculizan gravemente la locomoción), y el tacón de aguja, claro fetiche erótico, además de dañino y limitador de la movilidad. Gracias por recordármelo, Alain; debería haber hablado en el artículo de la diferencia entre plataforma y tacón de aguja.

  10. Los tacones levantan el culo y aumentan significativamente el contoneo al caminar. Las chicas eligen llevar tacones, shorts, wonderbra, etc. no porque lo imponga el patriarcado, sino porque saben que aumenta su atractivo sexual, desean gustar y, de paso, huir de sus padres. Los papás, que como tales son siempre demasiado sentenciosos y tienen consejos y normas para cada momento y lugar, no encuentran razones para que se maquillen, se pongan tacones de punta ni para que les atraigan los “chicos malos”, es decir, los jóvenes atractivos, desvergonzados y fuera de la ley. Las chicas están agobiadas (artículos como éste indicando cuál es su deber no ayudan) y desean libertad. Como manifestación de su libre voluntad se ponen los tacones, se maquillan, enseñan canalillo y una porción generosa de sus muslos y escogen a alguien que le recuerde lo menos posible a su padre. Deberíamos leer más a Freud o a los etólogos y hacer menos caso a Monedero, que ve mensajes revolucionarios hasta en el ombligo del Fary, y evitar la tentación de hacer revueltos. No de todos los problemas que uno tiene con su pareja es responsable el capitalismo como sistema de producción dominante.
    *****
    En otro orden de cosas, acabo de mantener una conversación amena por teléfono:
    – Dígame.
    – Hola, me llamo Ana Sánchez y soy médico homeopático y biomagnetista.
    – Encantado. Yo soy Dumnorix, guardia imperial secreto en Narnia al servicio de las lombrices intestinales.
    – Eso es una estupidez.
    – Ha empezado usted.
    *****
    ¿Para cuándo un artículo a propósito de la medicina “alternativa”?

    • Tomo nota de la sugerencia, gracias. La «medicina» alternativa no es para tomársela a broma, y es intolerable que en las farmacias se vendan productos homeopáticos. En cuanto a la rebeldía, también el alcohol y otras drogas, o la delincuencia y el sexo de riesgo, son formas de desmarcarse de los padres y de rebelarse contra una sociedad mojigata y opresiva. Pero aunque la rebelión en sí siempre (o casi siempre) sea positiva, hay formas mejores y peores de encauzarla.

    • Freud es tan seudociencia como la homeopatía, y la etología va bien para los bichos pero no tan bien para el comportamiento humano. Los tacones son tan expresión de libertad de elección de las jóvenes como lo fueron el corsé en el XIX o los pies vendados en la Antigua China.

    • Freud es tan seudociencia como lo es la homeopatía o la medicina alternativa. Y la etología va bien para conocer el comportamiento de los bichos, en cuanto a los humanos deja bastantes flecos. Los tacones no sólo los utilizan las jóvenes, y son tanta manifestación de rebeldía o de libertad femenina como lo fueron los corsés en el XIX o los pies vendados de la Antigua China.

      • Dumnorix

        Aunque Freud era médico, el psicoanálisis no es una ciencia. Ahora bien, antes de Freud no recuerdo a nadie que señalara la relevancia, cuando no tiranía absoluta, del sexo en las sociedades occidentales.
        Que la psicología sea una pseudo-ciencia, no es algo que vaya a discutir. Posiblemente. Ahora bien la etología es uno de sus enfoques. Si niegas la mayor, deberás negar la menor, incluso en lo relativo al comportamiento animal.
        A las mujeres adultas, al menos en mi región, las llaman “tacones bajos”, porque no están en edad de merecer y el tacón cansa. Acerca de si una chica es sexualmente más atractiva con o sin tacones, basta con hacer la prueba. Los tacones te levantan el culo y hacen tu contoneo más pronunciado. No creo que ninguna emplee tacones para ir a hacer deporte. Ahora bien, al salir de fiesta es un “must”. Los etólogos lo llaman “disponibilidad”. En algunas tribus oeste-africanas donde los tacones no existen, las muchachas núbiles son más explícitas, se agachan y muestran sus culos cada vez que pasan los jóvenes deseables. En Europa esto es reprobable. Las cosas se hacen siempre de manera más sutil. Hasta Freud hablar del sexo estuvo prohibido.
        ¿Por qué una mujer lleva tacones? Porque le da la gana. Hay que tener cuidado con la monjas de izquierda. Recuerdo una grabación “off the record” de Sor Irene Montero, la razón principal del colapso de su partido, en el que dijo textualmente: “Algunas te dicen ‘hay que asesinar a todos los hombres’ y tú piensas ’tienes toda la razón’. Pero claro, eso no se puede decir en público. Al menos, no por ahora. El plan sí que es matar a todos los hombres más adelante, pero no estamos en ese momento. El feminismo tiene que aprender a tener paciencia. Hay mucha ilusión por ese planeta utópico en el que bailamos desnudas sobre los cadáveres de millones de hombres pero faltan aún un par de años para eso”. Es obvio que según este estilo de pensamiento (o más bien de la falta del mismo) los tacones sobran, porque se desea la solución final para aquellos cuya atención se reclama mediante los tacones.

        • No confundamos el señalamiento de los peligros del alcohol con el abolicionismo, que solo benefició a Al Capone. Ni las mujeres llevan tacones simplemente «porque les da la gana», ni nadie (yo no, al menos) les niega el derecho a hacerlo o las va a censurar por eso (como nunca he censurado a mis amigas/os fumadores y/o bebedores). Es un debate complejo y extensible a otros terrenos, y se falsea el problema planteándolo en términos binarios (bueno/malo, aceptación/condena, legalización/prohibición…). Cuidado con las monjas de izquierdas, de acuerdo (sería más exacto decir las izquierdistas monjiles); pero no olvidemos que la mayoría de las monjas, y las más peligrosas, son de extrema derecha.

        • Ahora me doy cuenta de que en realidad le contestas a Siso. No pretendía entrometerme en vuestro debate personal, ni tomar partido.

        • El último párrafo es una completa gilipollez. Mis disculpas. La cita es del «mundo today». Me la han colado pero bien:
          https://www.elmundotoday.com/2020/06/estas-son-las-frases-mas-significativas-del-off-the-record-que-se-ha-filtrado-de-irene-montero/

          • No eres el primero al que se la cuelan. La frontera entre realidad y sátira se ha difuminado tanto que es fácil confundirse, en un sentido y en otro, lo que puede plantear complejas cuestiones éticas e incluso legales. Parafraseando a Voltaire, parodia, que algo queda.

  11. Enhorabuena al autor por hacernos reflexionar sobre costumbres perniciosas y gilipollescas que arrostramos desde hace ya siglos como la de los tacones; una costumbre, como fueron el corsé o los pies de loto, mantenida para la desgracia, el dolor y la dependencia de las mujeres, obligándolas a sostenerse en el firme brazo del varón. Una tradición como tantas otras, que por ser tradicionales no dejan de ser porquerías, como ir a los toros o quemar herejes, y que son mantenidas por una mayoría social profundamente imbécil, que considera estas estupideces como razonables y que prescribe lo que debe hacer y parecer una moza atractiva y a la moda: sufrir, aparentar, encajar en la sociedad. Someterse.

    • Frabetti

      Gracias, SisoOubi. He hablado muchas veces de este asunto (también del otro) y, normalmente, me llaman puritano (por no querer que las chicas se vistan de forma sexi) o paranoico (por ver una amenaza en los elegantes tacones y las decorativas corbatas). Tu frase final es un excelente resumen: sufrir, aparentar, encajar, someterse.

  12. Sandro Fell

    «Así como el pobre de derechas es la gran baza del capitalismo neoliberal, la feminista con tacones es un as en la manga del heteropatriarcado.» ¿…? Felicidades, don Carlo. Si hubiera un premio a la frase más tonta, acomodaticia y sin sentido, usted se merecería el galardón.

    • Frabetti

      Si la frase no tiene sentido, no puede ser acomodaticia.

    • Uno de muchos

      A Frabetti le gustan más los pobres de izquierdas, de ahi que su ideologia (la más genocida del siglo XX) los fabricara por un tubo. Es la vieja estrategia comunista de toda la xojida vida: empobrezcamos a la clase media para someterla a subsidio. Como decía Chavez, el viejo golpista dictadorzuelo venezolano, si alguien depende de ti para no morirse de hambre se convierte en tu esclavo electoral.

  13. En primer lugar, declarar mi sincera admiración por sus artículos, señor Frabetti. En muchas ocasiones estoy en desacuerdo con sus afirmaciones y a veces me irritan ciertas muletillas reincidentes, pero tengo que reconocer que aplica una lógica solida en sus razonamientos que invitan a pensar y hacerse preguntas. Además sus artículos siempre provocan un buen número de comentarios donde se pueden leer discusiones muy interesantes (usted tiene el don de convocar buenos comentaristas). También es admirable su dedicación para leer y responder todos los comentarios.

    Este artículo me ha parecido especialmente desafortunado (luego leyendo los comentarios se redime un poco, porque expresa claramente que cada umo puede vestir lo que quiera, pero el artículo tiene un tono muy desagradable de policía del pensamiento, con listas, públicas o personales, de mujeres en el lado bueno y en el lado malo) y me ha irritado en muchos momentos. Pero voy a hacer un solo comentario: la palabra ‘patriarcado’ está muy gastada por el exceso de uso para defender o criticar cualquier cosa, por eso, si quiere que su discurso se diferencie de la morralla contemporánea, recomiendo usarla con mucho criterio y solo cuando es realmente necesaria. Dicho esto, la palabra ‘heteropatriarcado’ es una expresión redundante y de una pedantería insoportable. O acaso existe el ‘homopatriarcado’?

    • Frabetti

      Gracias, Ulises. Tienes razón, tiendo a utilizar ciertas muletillas reincidentes; en parte porque algunas cuestiones me preocupan especialmente, en parte porque los temas sobre los que poseo abundante información y a los que he dedicado mucho tiempo de reflexión son limitados, y en parte porque doy por supuesto que mis lectoras/es habituales son una exigua minoría y solo ellas/os tendrán la sensación de déjà vu -dedéjà lu- que lleva a exclamar: ¿Otra vez, pelmazo?
      En cuanto al tono irritante, supongo que se debe, paradójicamente, a que he intentado darle al artículo un tono humorístico en consonancia con la película que da pie a la reflexión, y el humor, sobre todo por escrito, puede parecer condescendiente o agresivo.
      En cuanto a la palabra «patriarcado», es cierto, se abusa de ella; pero creo que este exceso se debe, al menos en parte, a que hasta hace bien poco, en términos históricos, no se usaba nada, cuando es, junto a «capitalismo» y unas cuantas más, una de las que mejor define nuestra sociedad. Y heteropatriarcado es un pleonasmo que hace hincapié en que nuestra sociedad está dominada por los hombres y por el modelo heterosexual. En la antigua Grecia, por ejemplo, al menos en algunos momentos y sectores sociales, sí se podría haber hablado de homopatriarcado. Un buen título para un artículo, por cierto.

  14. Mr Fusta

    Me gustan los tacones para las mujeres, me gustan el componente de dominación que se señala en el articulo.
    ¿Que hace una mujer, en realidad, cuando se pinta los labios de rojo? Ya sea Irene Montero o Cicciolina..
    ¿Quien es el público de los culebrones turcos? Masivamente mujeres y hombres gays. No veras a hombres hetero muriendose de aburrimiento delante de esos culebrones que son la maxima expresion del patriarcado segun se dice sin parar en todos los medios.
    ¿Quien lee las revistas femeninas, de belleza, del corazon etc? Solo mujeres y gays una vez mas. Y se supone que son otra vez patriarcado bla bla bla… Adelgaza porque estas gorda, operate porque estas vieja, cambia de ropa o se ira con otra blabla ¿Quien se traga voluntariamente todo eso en las revistas que lee? Mujeres y gays one more time.
    Pues si me gustan con tacones y me gusta atar .. y muchas otras cosas y por lo que se ve, a ellas tambien.

    • Frabetti

      Nadie cuestiona tu derecho a atar… y a muchas otras cosas. Yo, al menos, no lo hago, como no cuestiono el derecho a fumar o a beber si señalo los peligros del tabaco o el alcohol. En cuanto a que «a ellas también les gusta», seguro que a algunas sí; pero, a no ser que superen el 90 % de la población femenina, lo cual no parece probable, esas algunas no justifican el término genérico «ellas».

  15. El Sr Frabetti se sube a los tacones (para incitar a que las mujeres se bajen de ese artilugio-rémora) y la lía parda again. No digo que ello no esté bien, pero, mientras tanto, uno considera el espectáculo reciente de esa chica con las extremidades partidas, muerta y en traje de Eva, cuyo cadaver un grupo de héroes religiosos y patrióticos habían desnudado para incrementar el éxtasis necrófilo – Guerrero mediante su exhibición, y se pregunta si el Sr. Frabetti estará jerarquizando bien los problemas. Me temo que malgasta usted, por alguna razón, para mí inimaginable, sus amplios recursos culturales e intelectuales.

    • Creo que sobrevaloras mis recursos, TXH. Hay gente mejor informada que yo ocupándose de temas mucho más serios que los tacones y las corbatas, y por eso me centro a menudo en cosas que, precisamente por considerarse secundarias o anecdóticas, creo que merecen más atención. Durante muchos años el activismo político fue mi prioridad, y por eso sé que hay que estar «al pie del cañón» -y yo ya no lo estoy- para poder analizar ciertas cuestiones muy complejas con un mínimo de propiedad.

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