Hey mom, there’s something in the backroom
Hope it’s not the creature from above
(«Aliens Exist», Blink-182)
El 26 de julio de 2023, en el Congreso de los Estados Unidos se llevó a cabo una audiencia bastante peculiar. Basta conocer su título, Fenómenos Anómalos no identificados: Implicaciones sobre la seguridad nacional, la seguridad pública y la transparencia gubernamental, para entender que no era un día más en la Cámara Alta del país norteamericano. Las declaraciones de los tres invitados a la sesión provocaron un terremoto sin precedentes en los medios de comunicación. Altos cargos de las Fuerzas Armadas habían relatado, bajo juramento, que el gobierno estadounidense ocultaba no solo información sobre los ovnis —ahora denominados FANI, por Fenómenos Aéreos No Identificados—, sino también naves e incluso cuerpos de origen extraterrestre.
David Grusch, exoficial de Inteligencia de la Fuerza Aérea, se convirtió en el protagonista de la sesión al volcar toda una serie de acusaciones contra el gobierno de su país que harían dudar hasta el propio Fox Mulder. Sin embargo, no estuvo solo. Ryan Graves, expiloto de cazas, no dudó en afirmar que los avistamientos anómalos en los cielos eran muy habituales, más de lo que el gobierno quería reconocer. Y luego estaba David Fravor, también expiloto de la Armada, que estuvo presente en el llamado Incidente Nimitz, un encuentro cercano de un caza F18 con un objeto volador no identificado. El vídeo de aquel incidente fue publicado, junto a otras supuestas evidencias, por The New York Times, en el año 2017.
Ese mismo 26 de julio, Tom DeLonge publicaba en sus redes sociales una imagen que decía, sencillamente, Tom Was Right («Tom tenía razón»). Junto a ella, un texto en el que calificaba a Grusch, Graves y Fravor de «héroes», y agradecía la incalculable aportación que habían hecho con sus declaraciones ante el congreso. Cualquier fan despistado de Blink-182 ni siquiera sabría a qué venía todo aquello, pero si había seguido siquiera un poco la carrera de DeLonge en los últimos seis años, lo entendería perfectamente.
Del adolescente que se pasaba el día con su skate y su guitarra al adulto convertido en uno de los ufólogos más respetados del mundo, Tom DeLonge ha tenido una de las evoluciones más peculiares e inspiradoras de la industria creativa. Un tipo que, después de vender más de cincuenta millones de discos en todo el mundo, puede pasar a la historia por ayudarnos a descubrir que, efectivamente, no estamos solos en el universo.
Bajo el cielo estrellado de California
Thomas Matthew DeLonge Jr. nació en diciembre de 1975 en Poway, a las afueras de San Diego, California. Un buen sitio para crecer, según ha reconocido el propio músico, que disfrutó de una infancia relativamente feliz, siendo el típico hermano de en medio. El primer amor de Tom fue su tabla de skate, con la que pasaba las horas patinando por las calles de su barrio. La música llegaría a su vida a través de esa afición, ya que el movimiento punk rock estaba explotando en aquella época en California, con bandas como All o The Descendents, que utilizaban a los skaters profesionales para sus primeros videoclips.
DeLonge empezó a tocar la guitarra yendo a la iglesia, donde había varios instrumentos. Sus primeras canciones hablaban de la chica que le gustaba, pero también de traseros, chistes groseros y mucho humor escatológico. En su primer concierto de punk rock, Tom pudo ver en directo a la banda NOFX, que le calaría hasta lo más hondo en sus primeras influencias. No eran los mejores músicos del planeta, pero se lo pasaban en grande haciendo bromas infantiles y desagradables en el escenario. Por primera vez, DeLonge sentía que la música podía servirle de vehículo tanto emocional como divertido. Con el tiempo, Fat Mike y los demás miembros de NOFX han expresado en numerosas ocasiones que no ven a Blink-182 más que como una copia suya. Y no les falta razón.
Al cumplir los dieciséis años, DeLonge se encontraba en un momento vital efervescente, sabiendo que algo importante iba a pasar. Bebedor habitual, fue expulsado de su instituto por ir borracho a un partido de baloncesto, y estrelló el coche de su padre estando también en estado de embriaguez. Poco después, Thomas DeLonge senior abandonaría a la familia, provocando un auténtico seísmo en la vida de su hijo.
El suceso sirve no solo como punto de inflexión en la vida de DeLonge, sino también como piedra de toque para comprobar su propia evolución posterior como compositor. Tom habla explícitamente de aquel incidente de la expulsión en la canción «Dick Lips», del disco Dude Ranch, con una letra en la que trata de excusarse por ser «solo un chico sin nada que perder». Una década después, ya con Angels & Airwaves, lanza la canción «Rite of Spring» —¿un indisimulado homenaje a Stravinsky?— en la que hace un repaso por toda aquella época turbulenta. En medio, «Stay Together For The Kids», uno de los clásicos de Blink, fue también una de las primeras canciones en demostrar que DeLonge se tomaba la vida más en serio, entre tanta broma sobre pedos y sexo con las madres de sus compañeros.
Curiosamente, la expulsión sirvió para que Tom conociera, de manera casual, al que sería su gran camarada de batallas musicales. Al tener que acudir a otro instituto durante un semestre, DeLonge no tuvo más opción que hacer nuevos amigos en su nueva escuela. Allí hizo buenas migas con Anne Hoppus, que no tardaría en presentarle a su hermano Mark. Congeniaron al instante, y no tardaron en montar su propia banda de punk rock. Ficharon a Scott Raynor, un joven batería amigo de DeLonge, y comenzaron a ensayar como posesos.
Tom reconoce que en aquellos días su mayor sueño era tocar delante de sus vecinos en la puerta del garaje, tal vez en algún pequeño club para veinte personas. Las aspiraciones del joven músico fueron creciendo conforme Blink se hacía cada vez más y más popular. Cuando comenzaron a tocar en los clubs de San Diego, su mánager le preguntó cuáles eran sus metas. DeLonge respondió con una sinceridad brutal, reconociendo que si alguna vez tocaban para dos mil personas, aquello superaría cualquier sueño que pudiera tener. Mientras el grupo despegaba con su primer EP, Buddah, DeLonge se preparaba para ser bombero. Aquel era el plan A. Blink era solo una forma de expresión, para poder divertirse haciendo chistes groseros en el escenario. La música era la excusa. Pero dio la casualidad de que muchos encontraban simpático a aquel trío californiano y, sobre todo, disfrutaban mucho de sus canciones sencillas y pegadizas.
Travis Barker, la MTV y el éxito masivo
En apenas un parpadeo, Blink-182 pasó de tocar en tugurios de San Diego a estar en el Warped Tour tras vender más de un millón de copias de Dude Ranch. Aquello había pasado a ser un trabajo profesional a tiempo completo, aunque los tres seguían haciendo las mismas bromas para veinte que para quince mil personas. Scott Raynor, el batería original, fue expulsado de la banda tras algunas disputas internas. En 1999, a punto de estrenar su nuevo disco, los chicos ficharon a Travis Barker, un joven desgarbado con cresta punk y tatuajes por todo el cuerpo, para el puesto de batería. Aquello cambiaría por completo su sonido y les auparía al éxito comercial nada más ver la luz Enema of the State.
Los astros se alinearon en aquel disco. La producción de Jerry Finn, que había trabajado con Green Day en Dookie cinco años antes, la nueva vitalidad de Barker a la batería, las canciones hiperpegadizas como «All The Small Things o What My Age Again?», hicieron de este lanzamiento un éxito rotundo a nivel comercial y global. Los chicos aparecían haciendo cameos en American Pie y Los Simpson, eran reclamados por la MTV para sus premios más importantes, y realizaron su primera gira mundial. Eran la enseña del nuevo pop punk que se originó con Green Day y The Offspring, y se apuntalaría poco después con artistas tan variopintos como Avril Lavigne, My Chemical Romance o Sum 41.
La banda siguió girando, editó un nuevo disco que fue aún más exitoso que el anterior, y la situación les sobrepasó a todos. Tom, casado poco antes con su novia del instituto, se convirtió en padre en 2002. Y aquello le hizo cambiar la perspectiva. Tal vez no quería seguir haciendo canciones de dos minutos y medio sobre adolescentes toda la vida. Tal vez quería experimentar con nuevos sonidos y nuevas influencias. Montó, junto a Travis Barker, el proyecto Box Car Racer, que le permitiría salir un poco del corsé teenager de Blink. Aquello no gustó demasiado a Mark Hoppus, que empezó a alejarse de su amigo. La banda todavía tuvo tiempo de grabar otro disco, sin título, antes de separarse en 2005.
En los dos últimos trabajos de Blink-182, DeLonge ya había demostrado que quería expandir su música a nuevos horizontes. Ahora, liberado de la carga de su proyecto principal, el músico fundó la banda Angels & Airwaves, con la que aspiraba a crear algo más luminoso, inspirador y positivo. Este proyecto, que no ha llegado ni de lejos al nivel de popularidad de su anterior grupo, sí que ha permitido a DeLonge desprenderse de la etiqueta de eterno adolescente simplón que él mismo alimentaba en Blink, mostrando una madurez compositiva inaudita y sorprendente. Las letras de la banda son filosóficas, trascendentales, y en muchas de ellas DeLonge volcaba su gran obsesión a partir de los veinte años: la vida más allá de nuestro planeta.
Hacia las estrellas
Tras más de un año encerrado en el estudio y componiendo nuevas canciones, DeLonge salió a buscar a los músicos para grabar el primer disco de su nueva banda. Aquel álbum vino precedido por unas desmesuradas expectativas que no se cumplieron del todo. Los fans de Blink echaban de menos la parte gamberra de Tom y apenas le reconocían a las voces. Aquel camino, para bien y para mal, se convertiría en una vía sin retorno para el músico, que editaría poco después un nuevo álbum, como banda sonora de una película de ciencia ficción llamada Love, que él mismo produciría.
Como si quisiera anticiparse al Nolan de Interestellar, DeLonge basaba sus nuevas letras en viajes espaciales, combinándolos con emociones primarias como el amor, el perdón y la pérdida, siempre con un prisma luminoso y esperanzador. Era la música que quería hacer en ese momento, y lo demostró cuando volvió con Blink-182 en 2009, para grabar un nuevo disco y salir de gira. Las nuevas canciones con Hoppus y Barker poseían un sonido más parecido al de Angels & Airwaves que al de aquellos éxitos de principios de siglo. El sintetizador y el delay lo inundaban todo, pero aun así, Neighboorhoods fue un disco razonablemente bueno, mejor que su sucesor, el EP Dog Eating Dogs. DeLonge no dejó de trabajar con su otra banda, convertida más en un proyecto artístico transmedia que en un simple grupo de rock. Con Angels & Airwaves podía tocar todos los temas conspiranoicos y filosóficos que le rondaban por la cabeza. Aquello, por supuesto, no terminó bien para Blink, y en 2015, DeLonge volvió a abandonar el grupo, poco antes de una gira mundial.
En aquel momento, incluso sus propios compañeros llegaron a temer por su salud mental. DeLonge se había obsesionado demasiado con las conspiraciones ocultas del gobierno, especialmente con la ufología. Tanto es así que, tras marcharse de Blink-182, se dedicó a buscar ovnis por todo el país. Mientras tanto, iba pergeñando su proyecto más ambicioso: To The Stars, una empresa que englobaría no solo un apartado de producción audiovisual y creativa, sino también un departamento de ciencia dedicado por completo a estudiar los fenómenos anómalos que se daban en los cielos.
Presentada oficialmente en 2017, To The Stars Academy of Science and Arts dio que hablar desde el primer momento gracias a las eminentes personalidades que se daban cita en su cúpula. DeLonge aprovechó su fama para llamar a la puerta de expertos en aviación, antiguos jefes de la CIA y exmilitares, en su búsqueda de la verdad en los cielos. La estrella del rock se convirtió en una figura imprescindible dentro de la corriente más realista del sector ufológico, recibiendo el premio a Investigador del Año por la organización Open Minds. Mientras algunos seguían riéndose de él o despreciando su trabajo por considerarle un chalado en busca de sombras, Tom DeLonge publicaba con su compañía numerosos informes, libros e incluso material videográfico que mostraba supuestas pruebas de objetos extraños en los cielos estadounidenses.
Tres de esos vídeos pertenecen, de hecho, al famoso Incidente Nimitz, y fueron publicados en exclusiva por The New York Times en 2017, desatando una tormenta mediática que ha llegado hasta nuestros días. Instigador de buena parte de esa conversación ufológica pretendidamente seria y científica, Tom DeLonge saludaba las noticias que llegaban desde el Congreso. Ahora el mundo sabía que tenía razón.
Una vez más
Pocos días después de las declaraciones sobre vida alienígena en el Congreso de Estados Unidos, Amazon publicitaba su asistente de voz Alexa con un divertido guiño al guitarrista, tomando prestada la frase de su publicación, Tom Was Right, y pidiendo reproducir la canción de Blink, «Alient Exist». Un desvergonzado tema de pop punk en el que Tom afirmaba ser visitado por las noches por entidades extrañas en su propio dormitorio. La prueba de que aquella obsesión por buscar vida más allá de este planeta venía de lejos.
DeLonge vuelve a estar de gira con Blink-182 en estos días, pasando por España a principios del mes de octubre. Su regreso como hijo pródigo a la banda que le hizo triunfar se ha dado después de que su colega, Mark Hoppus, superara un cáncer en el sistema linfático. La anterior reunión del grupo, en 2009, llegó tras un terrible accidente aéreo en el que Travis Barker casi pierde la vida. La tragedia ha vuelto a reunir a Tom, Travis y Mark para que sigan haciendo las mismas bromas soeces en el escenario, para regocijo de sus fans. El grupo editará su nuevo disco, One More Time («una vez más») en el mes de octubre, con un sonido más maduro y unas letras que ya parecen quedar muy lejos de aquellos chistes sobre un chico con disentería de finales de los 90.
Con Barker en el centro del foco mediático por su relación con Kourtney Kardashian y Hoppus volviendo a tomar el papel de chico tranquilo del grupo, DeLonge se puede explayar un poco más en sus comentarios en escena. Sobre la nostalgia y cualquier tiempo pasado, que siempre parece mejor. Sobre lo mucho que se masturbaba de joven. Sobre si estamos o no solos en el Universo. Tom DeLonge ya ha marcado el camino hacia las estrellas, y parece imposible hacerle parar a estas alturas.
Genial artículo para entrar en ambiente antes del conciertazo de Blink!
Super curiosa la cara menos conocida de DeLonge. Me he quedado muy loca!
Da gusto leer este tipo de historias. Enhorabuena!
A pesar de que se han generalizado las camaras de video y de fotos (todo el mundo tiene un movil), la realidad esque 20 años despues del uso masivo e los moviles, sigue sin haber una grabacion clara que digas.. eso es!
No…..hay……NADA!
Si acaso las mismas grabaciones de cuando no habia camaras ni moviles, pero nada nuevo bajo el sol.