El pasado martes 24 de octubre El País publicó la réplica de Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, a la reseña que con mi firma apareció unos días antes en Babelia. Mi reseña da credibilidad al libro de María Asunción Mateo, Mi vida con Alberti (Almuzara, 2023). La autora, viuda del poeta Rafael Alberti, denuncia al grupo de escritores, a la cabeza de los cuales señala a Luis García Montero y Benjamín Prado, que a lo largo de los años han vertido descalificaciones sobre ella, difamándola, poniendo en duda su honorabilidad y acusándola, sin pruebas, de malversar los fondos económicos y patrimoniales del poeta y de la Fundación que lleva su nombre.
Mateo recoge en su libro alguna de las declaraciones hechas por ambos varones en distintos medios de comunicación y yo apuntaba en mi reseña que el feminismo no fue tal vez lo suficientemente sensible con este tema. En pocas palabras: que no había apoyado a Mateo ante el hostigamiento que sufrió por parte de un grupo de poetas que se referían a ella como «la trincona». Yo misma me sentí culpable por haber dado crédito a las difamaciones que sobre la viuda de Alberti recorrieron el mundillo intelectual español antes y después de la muerte del poeta y de ahí mi referencia expresa al feminismo.
Para hacerse una idea del nivel de acoso al que me refiero, me remito a la novela titulada Impares, fila 13, publicada por Planeta en 1996, cuyos autores son Luis García Montero y Felipe Benítez Reyes. La novela es un divertimento cruel donde de forma apenas velada la protagonista es un trasunto de la viuda de Alberti. La describen como una mujer todavía joven, pareja de un anciano pintor de melena blanca y regresado del exilio unos años antes de que transcurra la historia. Una gloria local que en los años 20 y 30 hizo una obra surrealista con la que se abrió camino en el mundo del arte. A la mujer, a la que ni siquiera se da nombre, de negros cabellos, delgada y mirada turbia se la trata de «buscona», «lagarta», «pájara», «viciosa», «mamona», «guarra», «querendona», «lianta»… El narrador, en un momento de desesperación ante la falta de adjetivos disponibles en la lengua española afirma que es «la mujer que más odiaba, el único hueso duro que no había podido roer» (p.88). La abominable mujer, casada o pareja de Bertematti [trasunto de Alberti] anuncia en la prensa sus servicios y se ofrece a practicar felaciones gratuitamente en los cines de barrio de la ciudad. Siempre en los impares de la fila 13. A la protagonista de la supuesta novela se le atribuye además un crimen: en una de sus prácticas masturbatorias la mujer de Bertematti acaba matando al concejal de Cultura: «(A) Rogelio lo ha matado esa brasileña chupona, tan señora ella, siempre llevando al viejo de un lado para otro, que si te dejo los cuadros, que si no te los dejo, que si el prestigio de Bertematti, que si no le dan el trato y el dinero que se merece, y ella mientras tanto chupando gratis por los cines» (p. 93). No sólo se culpa a la protagonista de la muerte, incomprensible, del concejal, sino que se aventura el destino que cabe esperarle a Bertematti por su fatal decisión: al pintor no lo van a matar «ni las drogas, ni las putas de La Cabaña, ni las tramas políticas (…) sino la mujer que practica el sexo en los cines y de paso mata al concejal de Cultura». No sigo adelante con la novela porque no es cierto que el papel lo aguante todo, pero el texto no tiene desperdicio para comprender el feminismo del que ahora alardea su autor. Los firmantes de la novela no pueden disponer de mejor carta de presentación: Impares, fila 13. «En Cádiz todo el mundo estaba al cabo de la calle sobre a quién se refería el personaje».
En mi reseña aludía al daño de las murmuraciones difamatorias sobre el honor y la dignidad de una mujer y lo consideraba un penoso ejemplo del estereotipo que ha juzgado severamente la intención de las mujeres cuando contraen matrimonio con un hombre de edad. Sin embargo, una vez leída la novela citada -y no es la única en la bibliografía que podríamos reunir sobre el linchamiento– queda claro que la réplica de García Montero es una impostura y un intento fallido por borrar de la memoria colectiva lo que en 1995 firmó de su puño y letra.
Con todo, procederé a responder a su carta. Porque al pretender embarrar con la política y la ideología la réplica a mi reseña ha cometido una torpeza impropia de un alto cargo del gobierno de España. La política nada tiene que ver ahí y esgrimirla es solo querer ensuciar el gallinero más de lo que ya está y ensuciarme a mí de paso con atribuciones completamente infundadas y difamatorias.
En su réplica, titulada «Feminismo manipulado», tan falto de verdad, Luis García Montero intenta darle la vuelta al asunto y dice que en mi reseña me amparo en el movimiento feminista para criticarle, cuando quien le acusa es María Asunción Mateo, a quien no tengo el placer de conocer, y lo acusa precisamente de acosador. La réplica del director del Instituto Cervantes es argumentalmente tan desconcertante que procederé a responder por puntos, atendiendo a los palos de ciego que va dando para evitar el asunto central y único: su persistente y enconado hostigamiento a la viuda de Alberti.
Admito que en un primer momento pensé en no contestar su escrito, porque nada resuelve de la interpelación que le hace el libro -y no yo: no comprendo cómo un profesor de literatura no puede distinguir entre la autoría de un enunciado y su exégesis-. Pensé, como digo, no contestar porque hacerlo en público al administrador del poder cultural acumulado por Luis García Montero es enfrentarse a un comisario político y de ello no suele salir nada bueno. Sin embargo, las frases de su escrito son tan retadoras que me han impulsado a esto, a contestar al «intocable» poeta oficial de la izquierda española. Y que salga el sol por Antequera.
En las últimas frases de su réplica escribe: «Yo no sé si la profesora Caballé se ha ido a otra parte a la hora de plantearse la literatura de lo real». ¿Y a qué parte me puedo ir? La verdad es que no se me ocurre ni sé a qué puede referirse. Sin embargo, él sí que se fue a otra parte con Impares, fila 13. Prosigue aludiendo a las «muletillas» de mi artículo. Si quiere hablar de «muletillas» en su momento le podría recordar las que ahora no caben en este artículo.
Por último, «por el bien del feminismo -afirma García Montero- debería informarse mejor sobre lo que escribe. Y no ridiculizar una buena causa».
Muy bien, pues empecemos por la buena causa, por el bien del feminismo al que tanto dice proteger García Montero.
1.
El feminismo en el cual se ampara García Montero no es más que un argumento distorsionador de su evasiva réplica, una cortina de humo. En mi reseña lamentaba, como ya he dicho, que el feminismo no hubiera sido suficientemente sensible al estereotipo que han generado las viudas (jóvenes y díscolas) de escritores a las que se ha acusado fácilmente de interés espurio en sus matrimonios con hombres maduros o muy maduros. Lo escribí en mi Breve historia de la misoginia (Lumen, 2006; segunda edición revisada en Ariel, 2019): «ha sido tan fácil reducir a la mujer a una posición inferior, humillante y subalterna…». Ha bastado con tratarla de puta (como pone de manifiesto la novela Impares, fila 13).
¿Dónde está la manipulación de la que se me acusa? Porque yo no la veo: María Asunción Mateo es una mujer (sujeto principal de las reivindicaciones feministas) y ha sido víctima de graves acusaciones de un machismo intolerable a lo largo de los años. Eso es todo. Sin embargo, sin venir a cuento, en su réplica dice haber leído un libro Alt-right: la derecha alternativa. De 4chan a la Casa Blanca (Antonio Machado, 2023), que nada tiene que ver con el asunto, pero que le sirve para vincularme, nada sutilmente, por cierto, con la «extrema derecha»: mi nombre y las palabras «extrema derecha» aparecen casi seguidos. Su fijación por ver la «extrema derecha» donde no la hay ni puede haberla solo tiene una explicación: imagino que sabe de lo que habla. En todo caso, no conozco el libro y no puedo entender qué puede aportar su autor, el periodista de la BBC Mike Wendling, a la denuncia de Mateo. Pero leeré el libro en cuanto pueda, quién sabe si la BBC sabe más que nosotros sobre la cuestión que nos ocupa. Sí me gustaría saber en qué «pervierto los valores del feminismo» (son sus palabras) al hacerme eco del linchamiento sufrido por una mujer y del cual hay pruebas escritas de sobra, porque este es el problema: las huellas del oprobio a una mujer que no han podido ser borradas. Y de aquel linchamiento se vuelve a dar muestras muy claras en su reciente escrito. Los años transcurridos no parecen haber enseñado gran cosa al poeta García Montero -a veces el tiempo obra de este modo, en lugar de mejorar, aplasta con su peso-, de modo que encabeza su réplica descalificando a Mateo, tratándola de mentirosa compulsiva: ¿en base a qué lo dice, sr. García Montero? Cuando se trata a alguien de mentiroso compulsivo se está desautorizando su palabra de modo absoluto: cualquier cosa que diga será mentira pues esta es su naturaleza. Una posición muy cómoda cuando se pretende desacreditar a alguien. Sabemos por los relatos costumbristas el poder que tienen los rumores malintencionados: se quedan para destruir la reputación de las personas.
Dice García Montero: «Somos muchos, poetas, familiares, políticos, fotógrafos, periodistas, gestores, editores, los que conocemos a esta señora. Quien se la crea, con su pan se la coma». Yo, comiéndome mi pan y de acuerdo con sus consejos, he hecho el trabajo que el poeta me sugería al final de su réplica y también he preguntado a familiares, periodistas, gestores y editores (no he sabido localizar a ningún fotógrafo, bien que lo siento). Nadie me ha hablado mal de Mateo, muy al contrario, todos estaban al corriente del maltrato sufrido.
2.
Sigamos con el feminismo y la política. Dice Montero que yo pervierto al feminismo dando crédito a Mateo, y que si alguien critica al poeta en cuestión es que ataca a la izquierda y, por lo tanto, no es una persona de fiar ni a la que se le pueda dar crédito. Es el síndrome de la letra escarlata, del estigma social que sufre quien no se pliega a las consignas de ese sectarismo que no acepta ninguna verdad posible fuera de su propio marco ideológico. Un campo minado que imposibilita un debate leal sobre cualquier tema o problema. Para justificar el supuesto deterioro cognitivo de Alberti (más allá del lógico de la edad) y por tanto la supuesta manipulación ejercida por Mateo, el poeta pone un ejemplo: la visita de José María Aznar a Rafael Alberti: este último estaba tan mal que, manipulado por Mateo, se le dijo que se trataba de un poeta de Valladolid para aliviar el mal trago de tener que recibirlo. Aznar se fotografía con Alberti en su casa del Puerto de Santa María el 16 de febrero de 1996, un día antes de que se inicie la campaña electoral y… el rostro de Alberti no es el de un viejo que no sabe con quién está. Según las crónicas, a continuación Mateo le enseñó la Fundación y gracias a la información proporcionada por el periodista Manuel Francisco Reina sabemos que el propio García Montero se ofreció al matrimonio Aznar como guía para visitar la casa de Lorca en Granada. Hay material gráfico de aquella visita:
https://www.elplural.com/opinion/garcia-montero-contra-feministas_319162102.
¿Era de derechas García Montero cuando se ofreció como guía turístico de Aznar en Granada? Pregunto.
El texto de portada de ABC al día siguiente, en lo que interesa, decía: «El líder del PP dejó constancia con esta visita de la que será su política cultural: reconocer el mérito allí donde se encuentre, al margen de posiciones ideológicas». Ojalá los políticos fueran a visitar a un poeta, a un músico, a un científico antes de iniciar su campaña electoral. Yo, desde luego, no tengo nada que objetar y no creo que sea un hecho que pueda avergonzar a nadie. Pero es más, Alberti llegó a España enarbolando la bandera de la reconciliación («salí de España con el puño en alto y vuelvo con la mano tendida»). En función de ese espíritu forjó una buena amistad con Luis María Anson, entonces director de ABC. Este último le abrió desde su llegada las puertas del periódico (Alberti era firma habitual de las Terceras de ABC). Cuando el autor de Marinero en tierra murió, Anson encargó a su viuda una serie de entrevistas largas que coordinaba el periodista y escritor Manuel Calderón: «Durante un tiempo la traté semanalmente. Me pareció una mujer educada, comprensiva, en el sentido de que aceptaba las sugerencias que se le hacían, y trabajadora. También traté a su hija Marta y entendí la tristeza con la que vivieron ella y su hermano, unos adolescentes, la sombra de la corte que perseguía a su madre. Alberti que quería mucho a Marta le regaló los derechos de Sobre los ángeles».
3.
Cuando Rafael Alberti reunió los cinco libros de La arboleda perdida en una edición definitiva en tres volúmenes (Anaya & Mario Muchnik, entre 1996 y 1997) el editor Mario Muchnik, hombre polémico donde los haya -su autobiografía titulada Lo peor no son los autores da idea de su beligerancia-, sostuvo que en la edición se habían suprimido los nombres (oh, el de García Montero incluido) de algunos amigos y conocidos por «una mano distinta» de la de Alberti. De nuevo, los poetas dolidos por no figurar en el parnaso albertiano, acusaron a Mateo de manipulación. No obstante, el hombre de confianza de Alberti en aquellos momentos en el Puerto, donde residía la pareja, era Carmelo Ciria (fallecido en 2016), quien advirtió al propio García Montero de la falsedad de la acusación, según testimonio de un periodista andaluz que prefiere no dar su nombre. Fue Alberti y nadie más que él quien iba decidiendo sobre la marcha de la lectura «a este quítalo, este no». La mano era la de Carmelo Ciria. Alberti fallecería en 1999 y su reacción de prescindir en la edición definitiva de sus memorias de amistades del pasado, aparte de ser algo muy habitual, parece muy lógica si tenemos en cuenta la hostilidad que captaba a su alrededor en relación a Mateo. ¿Le llegaron noticias de la novela Impares, fila 13? Porque eso bastaría para comprender su decisión de distanciarse de quienes maltrataban a su esposa con sus calumnias.
En el libro de María Asunción Mateo se reproduce la carta de disculpas que Muchnik dirigió al matrimonio tiempo después. Hubiera bastado con leerla.
4.
Pero vayamos al motivo de la indignación del club de los poetas muertos: la diferencia de edad entre los cónyuges. Coincido con García Montero: allá cada cual con su vida y sus decisiones. No obstante, parece que eso no fue así en relación a la decisión tomada por Alberti. Ese principio no se respetó. No hay más que reparar en la referencia al «viejo Alberti» que hace García Montero en su réplica para hacerse una idea del desprecio con que sigue considerando la decisión. Todos seremos viejos, estimado Luis García Montero y es de esperar de una sociedad democrática y tolerante con la vida de cada cual que se respeten nuestros deseos si podemos llegar a viejos y ejercer nuestra voluntad. Es probable que Mateo mostrara un deseo particular, incluso excesivo, de exhibir a un Alberti de aspecto lozano, cuando no podía estarlo. Eran tantas las presiones que recibía por haberse casado con un «pelele» (García Montero dixit) que imagino su preocupación por mostrar al mundo que no lo era. Ni entro ni salgo y creo que el director del Instituto Cervantes tampoco debería hacerlo. Que García Montero se eche una novia o deje de echársela cuando sea, a mí, sinceramente, me trae sin cuidado y me guardaré mucho de hacerle saber lo que pienso. Pero es que, además, al decir que «si me echase una novia de 23 años a estas alturas de mi existencia, ya con 65, me sentiría violento y culpable de abuso», en realidad está acusando a su admirado Alberti de abusador por haberse casado con una mujer mucho más joven. Y no solo a Alberti, está acusando a Saramago, a Carlos Castilla del Pino, a Edgar Morin, a Borges y a un larguísimo etcétera de conocidos hombres de la vida intelectual. No entiendo adónde quiere llegar con eso. ¿Dónde va a poner el límite de sus acusaciones nuestro puritano de las letras? Y… lo que es más grave ¿quién es él para juzgar las edades que deben tener los adultos en sus relaciones de pareja? Puede entrar en este jardín, si le place, pero, cuidado, yo no se lo aconsejo.
Termino mi carta con una frase extraída de Impares, fila trece, la premiada novela de Luis García Montero, cuando el narrador se pregunta: «Lo que yo no entiendo es cómo a gente así acaban dándole un cargo» (p.57).
Él se lo pregunta, y yo también.
Una réplica muy valiente y necesaria.
Gracias, Anna
Algo me dice que el rencor del poeta menor es grande y por ello trata de justificar su postura. Postura que, por lo que se lee, quedó escrita, muy escrita con un premio como guinda. Ay, los rencores de no estar en el parnaso. Ay.
Muy buena respuesta. La moral hoy es un arma de los trepas. La ideología crematística lo ha sido siempre.
Gracias, Anna, por poner en el lugar que se merece a uno que ha mostrado su poqueza como hombre y que lo ha inevitablemente manchado como poeta. Cada vez que leeré su nombre o que tropezaré con uno de sus poemas pensaré que es exactamente igual a todos esos que cuando pueden denigran con su sucia terminología a las mujeres. Hombrecitos que demuestran que lo que dicen es el reflejo de lo que son. Una verdadera tragedia para uno que tiene por oficio la poesia. Por oficio, entonces. Y ante mis ojos ahora, por artificio. Qué decepción, repito, como hombre y como poeta.
Es necesario sacar a la luz los hechos verdaderos. Es imprescindible denunciar el totalitarismo cultural de este país actualmente : «el que no piense como yo es fascista».Qué fácil es borrar la historia y peor, tergiversarla según la conveniencia de la desmedida ambición política actual.
Los feministas de ahora qué mala memoria tienen. Hay que recordársela y hacerla conocer a todos.
Gracias .
Ya lo decía Rafael Chirbes: escritores polanquistas. Una pena.
El sujeto no deja de ser el clásico trepa mediocre, con puesto a cargo del presupuesto, ejerciendo de comisario político y cultural. Su caradura moral queda perfectamente reflejada tanto en la novelita de marras, como en el disparatado argumentario que esgrime a modo de defensa, que igual traslucen machismo irredento y sectarismo ideológico. Feminista de boquilla, de los que ahora se llevan. A la postre, queda el retrato del presuntuoso amigo del poder y las prebendas, del poeta cortesano, aquejado de mezquindad -ruindad incluso-, rancio puritanismo, paternalismo, misoginia, envidia y rencor; allí donde él pretendía pasar por justiciero rescatador de la figura del poeta eximio, secuestrada por una supuesta aventurera sin escrúpulos.
Y para terminar, y en respuesta a esta cuestión planteada por la autora del artículo: «Cómo se pudo llegar tan lejos y darle a cambio un premio literario es cosa que ignoro», basta recordar cómo funciona la industria cultural en este país desilustrado, y en manos de quiénes se encuentra (favores se pagan con favores, adulación y sometimiento. De todo lo cual, el poetastro anda sobrado). Y en ese sentido, sería ingenuo pensar que los poetas son mejores que el resto.
Una réplica necesaria y de peso, y arriesgada: se hace contra el poder. Por tanto una réplica valiente.
Se agradece que la mafia política recubierta con un guardapolvos cultural, aquella que maneja las riendas y cajas de caudales y premios y jurados y lo que te rondaré morena, decía que se agradece que alguna vez los pongan en su sitio. Por cierto, Montero como poeta es nefasto. El problema es que como trepa es notable. Las malas lenguas hablan que es buen cliente del D’Angelo. Será buscando inspiración?
Anna Caballé no responde a la izquierda, sino al poder. Al jefe de la norma, que protege desde una relación recurrente con el poder. Es el mismo poeta, de la experiencia, que le leía poemas a Aznar en su bodeguilla presidencial, según cuenta este en sus memorias.
La lengua suelta de García Montero él sabe que se debe a su posición como «jefe de la policía del pensamiento» al servicio de la ideología de los resentidos. Jamás alcanzará gloria en vida y menos en la muerte. Pero a su paso acumula ya un reguero de cadáveres que fueron puestos en la diana por su irresistible pulsión a matar a todo aquel que no se deje pisar por sus sucios pies. Está bien que cada vez sean más las personas que no se achantan y lo ponen en su lugar.
Tanto monta, monta tanto. Poeta (sic) menor, que defiende a poeta miserable. Allá se lo coman ambos. La izquierda caníbal.
¿García Montero el del taxi?
Es un artículo muy valiente. Mi enhorabuena. Últimamente quiere mostrarse como uno más, un chico de barrio como todos. Entonces los militares no ganaban mucho pero tenían muchos privilegios; podían ir a la hípica, montar a caballo y bañarse en la piscina o disfrutar de una vivienda del patronato militar muy hermosa en el Paseo del Salón a precio de saldo, como cualquier chico de barrio, claro. Se me olvidada mentar las condiciones laborales que sufren los docentes del Instituto que él dirige. Quien dude, pregunte.
Hay mucho cinismo de quita y pon en la etiqueta feminista . Tambièn se echa en falta una actitud más crítica por parte de la élite cultural del politburó estos útltimos tiempos, desde cuestiones sobre el español a independentismos radicales , entre otros temas. Personalmente García Montero me parece un poeta más que aceptable . Benjamín Prado es un chiste que va de poeta
Una vez mas se confunden los debates, críticas a alguien y te metes con el colectivo que te ampara y con el que te escudas.
Miserias de la vida contemporánea. Si te metes con el miserable Netanyahu y su pandilla te estás metiendo con el pueblo judío y no con su sionismo imperialista. Si crees que las reacciones y el castigo al famoso beso fueron exageradas y extemporáneas es que no eres defensor de las mujeres futbolistas y un largo etcétera de estupideces.
El rebaño te ampara y tener opinión propia no amedrentada por él te excluye del burdo consenso.
Ni Luis García Montero ni esta articulista merecen salirse de él ya que representan los mismos puntos de vista
Esta articulista y
Me limitaré a hacer una observación: qué pena que esta discusión haya llevado a un enfrentamiento en el que se ventilen el «feminismo» y la «izquierda». Qué triste que no se pueda intentar dilucidar, sin más, si esta mujer —no una mujer abstracta , no todas las mujeres en general— era o no merecedora de las acusaciones vertidas contra ella, preferiblemente en el juzgado y, su contrapartida, si este hombre —no un poeta, no la izquierda, no el poder— tenía razón o no al usar los epítetos con que la caracterizó. Bien consciente soy, con Adorno, de que lo social es la sustancia de lo individual, pero, ¿acaso tenemos que llevar todo enfrentamiento sobre unos hechos al terreno de los principios? Creo que se puede ser feminista y considerar que una mujer concreta es una miserable y se puede ser de izquierdas y considerar que un izquierdista concreto es un miserable. ¿Por qué narices embarrar todo en el lodo de los conceptos cuando no estamos hablando más que de una mezquina querella personalista de los adláteres de un genio? No juzgo los hechos porque los desconozco de cabo a rabo, pero me entristece que el marco de la polémica rebase a sus protagonistas.
Totalmente de acuerdo con lo que dices
Sin el marco de la polémico no habría polémica.
Por fin una opinión en la que puedo reconocerme Es de agradecer que haya gente como tú a lis que aún interesa la verdad del caso y no la adhesión inquebrantable a uno u otro colectivo
Bien hablado.
Valiente y necesaria respuesta, Anna. Ojalá vayan saliendo a la luz los desmanes de este señor, los premios a los amiguetes, los viajes con los amiguetes a costa del erario público, sus mentiras y su ensañamiento con todos los que no le hacen la ola. Está tardando en dimitir. El Instituto Cervantes es una institución muy seria y no se debería dejar en manos de una persona con tan escasa ética.
Ánimo señora Caballe, ya puestas a ello para el próximo artículo haga una exégesis de Marina Castaño.
Yo estoy de acuerdo con Luis García Montero
¿En qué, exactamente?
Como no contesta imagino que estará de acuerdo en sus mafiosas formas de conceder premios literarios (acaso se postularía a alguno?) o es amiga y espera un carguito, quién sabe si todo un Cervantes, por ejemplo, en El Cairo.
Sin tener ni la más mínima idea de los hechos que se narran, yo sí me voy a meter de lleno en el jardín que la autora aconseja no pisar al Sr. Montero: casarse con una persona 44 años más joven (o más vieja) es un absoluto dislate. Confundir admiración por la obra de una persona con el supuesto amor que motiva un enlace oficial (u oficioso) confiere información clarificadora sobre los interfectos (y aquí me veo obligado a ser condescendiente para no caer en la maledicencia).
Y como vacuna ante santurron@s y mercaderes de la moral y de la libertad, un simple ejercicio mental cuya única condición es la honestidad: «imagine que es su padre o su madre, con 88 años y viud@, quien se casa con alguien 44 años menor» y usted se entera a posteriori, por la prensa».
¿Y desde cuándo un padre tiene la obligación de pedir el consentimiento a sus hijos para casarse con quién le dé la gana? Y a mayores, ¿desde cuándo García Montero y adláteres tenían la potestad de tutelar a Rafael Alberti; sus afectos, deseos o ganas de casarse con quien le diera la gana? Y termino, ¿desde qué ética superior se atreve usted a sembrar la duda canalla al respecto de una boda entre personas adultas, pero no se atreve a poner freno a quien ni le iba ni le venía en el asunto, pero que no cesa en su empeño de poner de chupa de dómine a uno de los cónyuges sin que muestre prueba alguna de que haya habido qué reprochar al respecto? ¿Acaso Alberti le debía a Montero y cía explicación alguna de lo que hacer con su vida, o vasallaje para rendirle cuentas? Pues eso.
Entiendo que no me ha leído usted, o que ha entrado a escribir de «su libro» y lo demás, zarandajas.
Empecé mi comentario reconociendo mi desconocimiento sobre el tema, y procuro por higiene mental, no pronunciarme sobre aquello de lo que carezco de información: de la que carece, por otro lado, la mayor parte de los comentadores a este respecto, pues nos faltan datos y sobre todo, nos falta haber vivido de cerca los episodios que originan el texto (la Sra. Caballé, en su replica, omite algunos puntos importantes de la carta del Sr. Montero en El País) por lo que, me temo, aquí volvemos a practicar ese deporte tan castizo de hablar por las tripas.
Por tanto solo puedo contestar a la única parte de su comentario que me interpela: «¿Y desde cuándo un padre tiene la obligación de pedir el consentimiento a sus hijos para casarse con quién le dé la gana?» … pues ninguna obligación Sr. Rey, yo tampoco he reclamado tanto, cada cual haga lo que crea conveniente, pero si a usted como hijo no le parece adecuado que le anuncien el enlace antes de enterarse por la prensa (tampoco para asistir, que igual no es pertinente, simplemente para creer que formas parte de la familia), es entonces usted una persona muy despegada. Me va a permitir que dude de su bonhomía, de encontrarse en una situación parecida a los hijos del Sr. Alberti, no apostaría a que no supusiera ningún tipo de reparo para usted (por más que no tenga «vela en ese entierro»).
Ciertos intelectuales se aferran al poder para medrar. La respuesta de Anna Caballé es valiente y necesaria. Durante décadas Maria Asunción Mateo recibio la difamación de un grupo de escritores y artistas presididos por García Montero. Marina Castaño fue otra periodista que se casó con Camilo José Cela mayor. La novela «Impares, fila 13» firmada por el y su compinche Benitez Reyes (que se creen los gurús de la poesía en España) es la prueba patente de su infamia.
Me ha parecido un artículo interesante, con información y argumentos. (De los que carecía totalmente el de Montero)
Ahora me apetece leer el libro de Mateo!
Un ejemplo muy ilustrativo de cuando uno va a por lana y sale trasquilado. Bravo Anna Caballé!
Tambien parece ser que hubo sus mas y sus menos en el asunto de la fundacion fallida del legado de Angel Gonzalez en la que se pretendio desprestigiar a su viuda Susana por parte de los » patronos «….
El artículo de Anna es digno de estudiarse en facultades. Una exposición razonada perfectamente ordenada, clara y de una contundencia abrumadora. Todo con elegancia, pero de forma directa; sin exabruptos, pero con precisión. Leo esto justo cuando se ha producido la trifulca entre Pérez Reverte y Pablo Iglesias y qué diferencia. Estas son las dos Españas.
Jajaja, Monterito, te han dado donde te duele, menos mal que con el carguito (comisario político), estás bien arropado. Sslud
https://www.facebook.com/photo?fbid=10160047047014480&set=a.216529729479
Una escritora de derechas poco conocida se mete en un debate con un poeta consagrado de izquierdas, aprovechando el zeigeist anticomunista que, confía, le dará réditos.
Para eso usa el feminismo, dado que ella es mujer y la polémica gira en torno a otra mujer, viuda de un poeta consagrado comunista, y aprovechando de nuevo el zeitgeist.
Realmente no hay mucho de donde sacar y la escritora, como en general las perdonas de derechas, no tiene mucha idea de lo que es el feminismo, aunque sí lo que es el anticomunismo. Tampoco tiene mucha capacidad argumentativa que digamos, la verdad.
El comentario mas lúcido de todos hasta ahora.
No conozco los términos de la polémica, pero sí me ha llamado la atención en algunos comentarios leer «feminismo de pacotilla» o «totalitarismo cultural » . Hum, cuando leo cosas como éstas, me pongo en guardia.
Hace tiempo tuve una polémica, en un blog similar a éste, con alguien que me «acusaba » de no ser la auténtica izquierda. Yo estaba muy intrigado, caramba, qué será eso de la auténtica izquierda. Al final resultó que la auténtica izquierda eran… los partidarios de Aznar.
Moraleja, cuando leais la auténtica ___________ ( rellénese al gusto de cada cual ), desconfiad.
Pero, hombre, qué ad hominem más pobre.
Si la cosa es que damos la razón a X sobre Y porque son de izquierdas o derechas, pregunten en Granada cómo se llevaban García M. y Juan Carlos Rodríguez. Y de paso a ver quién era comunista y quién no.
Sobre que esta señora sepa o no lo que es el feminismo y sea desconocida no sé en qué podrá ayudar que sea premio nacional de historia por una obra sobre Concepción Arenal. Ah, pero como escribe en el ABC Cultural la despachamos como escritora de derechas y desconocida.
Resumiendo, este comentario de rubenrotten le ha quedado petulante, pobretón y fallido.
Yo no he dicho que tenga razón uno u otra por ser de izquierdas o derechas. Sólo que en su argumentaciòn, la autora utiliza la ideología de García Montero como crítica contra él, en lo que se muestra anticomunista.
Es en sus argumentos donde demuestra ser de derechas, no donde escriba. Lo que no es nada malo en sí mismo, sólo que su manera de entender el feminismo es incompleta, más centrada en los techos de cristal que en el patriarcado y los suelos pegajosos, como las personas de derechas. Escribir una biografía sobre Concepción Arenal no te hace feminista, lo mismo que dedicarse a recopilar biografías de mujeres.
Y es poco conocida, lo que no significa desconocida. Desde luego menos que García Montero. El Premio es eso, un premio. ¿Me podría decir sin consultar internet quién lo ganó este año? ¿Y el pasado?
Creo que la autora tenía alguna rencilla personal o algunas ganas ganar notoriedad y aprovechó las memorias de la viuda para, en una crítica literaria, criticar a García Montero.
Pobre es mi respuesta por breve, fallido es la respuesta de la autora por la pobreza de los argumentos (basados en cotilleos, estereotipos y aforismos). Y sí, me ha pillado, petulante, pues escribir un comentario denota afán de notoriedad.
¡Agradezco a luchino su reconocimiento de lucidez! Amigo, es más lúcido el que ve la lucidez que el que supuestamente la posee.
Sólo hay que ver lo mal argumentado que está la vinculación al feminismo del caso. Ahí demuestra la autora que no tiene mucha idea.
Recuerdo que algo muy similar pasó con Susana Rivera, la viuda de Ángel González, donde la terna (Montero, Prados y Sabina) estaban implicados.
https://www.diariodelaire.com/2018/01/por-que-susana-rivera-viudad-de-angel.html
Nunca ni en tiempos bíblicos u homericos una pareja con 44 años de diferencia es………………
Si en tu vida ya madura consigues ser amado por una persona que sea la mitad de tu edad, es ser afortunado pues hará sentir mucho más joven y te ayudará a vivir con lucidez y pasión muchos más años.
Gracias por este artículo no solo en defensa suya, sino, lo que es más importante lo hace en defensa de la horribilidad de Maria Asunción Mateo aportando pruebas verificables. García Montero, que se gana parte de la audiencia con los consabido argumentes de estar en posesión de la verdad y ser faro único de la moral, lo hace como alguien que sólo se mira así mismo que en su vida nunca se ha cuestionado las mismas sandeces que nos hace creer como verdades absolutas,
Creo que los casos citados de escritores famosos casados con mujeres mucho más jóvenes no están bien enfocados. Dado que ellos son importantes y con dinero, la palabra » amor» sobra en estas uniones. Y no digamos nada de una muerte probablemente cercana y unos pingües derechos de autor.
Y qué pocos hombres de 40 años se casan con mujeres de 84. Por qué será?
A ver si me he enterado:
A.C. dice no conocer a M.A.M. sin embargo cree lo que dicen sus memorias, así sin más, quizá por ser mujer.
L.G.M. ha criticado y critica a M.A.M., a quien sí conoce, y A.C. opina que criticar a una mujer lo convierte en machista.
Aprovechando el caldo gordo, L.G.M. es criticado por ser de izquierdas, lo que en opinión de algunos lo convierte en un mal poeta.
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Brava la autora del artículo
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Les voy a recetar: Cómo dejar de hacerse pajas mentales. Giulio C. Giaccobe.
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