Ciencias

Una pesadilla real: breve introducción a la parálisis del sueño

La pesadilla, de Henry Fuseli. parálisis del sueño
La pesadilla, de Henry Fuseli. parálisis del sueño

Estás sumergido por completo en el mundo onírico, disfrutando de un sueño plácido, pero de pronto algo cambia. Las imágenes se evaporan y notas cómo tus sentidos han despertado, trayéndote de nuevo a la realidad. Sin agobios, sin tensión, pero de forma abrupta. Sin embargo, algo no va bien. Puedes ver tu habitación, acostumbrándote poco a poco a esa poca luz que entra por la ventana, definiendo cada rincón y cada detalle. Todo parece seguir en orden, pero al intentar alcanzar tu móvil para ver qué hora es, tu cuerpo no responde. Estás totalmente paralizado, y los mensajes que mandas a tus extremidades parecen perderse en el vacío. Empiezas a asustarte, porque pensabas haber despertado, pero si no puedes moverte… ¿sigues dentro del sueño? Todo lo que hay a tu alrededor es tan real… 

Tu cuerpo se ha convertido en una estatua y no hay forma de reaccionar. Solo puedes mover los ojos, de manera frenética, de un lado a otro de la habitación. Tus sentidos parecen estar a pleno rendimiento, porque empiezas a escuchar un leve ruido que poco a poco va creciendo desde algún rincón de la habitación. Susurros, golpes lejanos, pero que suenan demasiado cerca. De pronto, una terrorífica idea cruza por tu mente, que parece totalmente despejada. ¿Y si no estás solo en la habitación?

Recorres, con la mirada aterrorizada, cada rincón del cuarto, hasta pararte justo al lado de la puerta. Una sombra empieza a tomar forma, definiéndose como una figura humana, que además parece flotar en el aire. La lógica intenta abrirse paso en tu cabeza, a empujones contra el miedo y la ansiedad. Esto no puede ser real. Es imposible. Pero estás completamente seguro de estar despierto, porque captas los detalles de la habitación, el ruido alrededor que va creciendo, la sombra que va aproximándose, muy lentamente, hasta colocarse justo encima de ti. Ahora ya solo intentas gritar, pero ni siquiera consigues eso. Un alarido de puro terror muere en tu garganta, mientras sientes como el corazón se acelera dentro del pecho, oprimido por la tensión. Ya no solo puedes ver esa oscura figura. La puedes sentir sobre ti. Cierras los ojos y pides despertar, porque esto solo puede ser una pesadilla. 

Solo entonces, tu cuerpo empieza a reaccionar. Lentamente, tus dedos se mueven, conservando el característico cosquilleo de una zona que lleva demasiado tiempo dormida. Con tu primer movimiento, enciendes la luz. No hay nada en la habitación. La sombra, los murmullos, el ruido… todo ha desaparecido. ¿O tal vez nunca han estado ahí de verdad?

Los sentidos se despiertan primero

Tal vez hayas sufrido una experiencia como esta alguna vez. Se trata de la parálisis del sueño, una afección que se produce cuando nuestra conciencia sensitiva despierta de forma abrupta, mientras nuestro cuerpo sigue paralizado, sumido todavía en la fase REM del sueño. 

Cuando dormimos, nuestro cerebro no se apaga del todo. De hecho, tal y como han demostrado los estudios neurológicos, el sueño ayuda a reforzar los recuerdos, recolocando la memoria a corto plazo en el largo plazo. Dormir también nos permite resetear en cierta manera nuestro cerebro para estar mentalmente preparados para el día siguiente. Existen dos fases principales dentro del sueño. La primera de ellas es la fase no REM, que a su vez está compuesta por cuatro etapas (adormecimiento, sueño ligero, transición y sueño profundo). La segunda es la fase REM, que es la más interesante a nivel onírico.

Es durante esta fase cuando tenemos lo que conocemos comúnmente como ensoñaciones. Todavía, a día de hoy, no se ha logrado explicar claramente qué es un sueño, o por qué se producen estas experiencias oníricas a veces tan extrañas. Lo que sí parece claro es que todos soñamos cada noche, de manera invariable. Si despertamos de forma natural desde esa fase REM, es posible que recordemos el contenido de la ensoñación, o al menos una parte del mismo. Solo que a veces, ese despertar se produce de una manera más accidentada, por una disonancia dentro de los neurotransmisores de nuestro cerebro. 

La parálisis del sueño tiene lugar cuando la conciencia despierta antes que el propio cuerpo. Durante el sueño REM, los neurotransmisores encargados de mandar los mensajes al resto del organismo para dar las órdenes de movimiento se bloquean. Si no lo hicieran, seguramente saldríamos corriendo en la vida real, como lo hacemos en la ensoñación que estamos teniendo. Esa atonía general solo tiene dos excepciones: el movimiento de los ojos (la fase REM se llama así por la expresión anglosajona Rapid Eye Movement) y el diafragma. Gracias a esta última excepción podemos respirar mientras el resto del cuerpo permanece paralizado. 

Lo habitual es que nuestro cuerpo, y nuestra consciencia, salgan de la fase REM al mismo tiempo, de una manera natural y gradual. Los episodios de parálisis del sueño se generan cuando hay un desacople en ese despertar. Somos conscientes de que ya no estamos soñando, vemos y escuchamos todo lo que hay alrededor. Sin embargo, somos incapaces de movernos, porque nuestros músculos siguen sumidos en esa atonía. Los neurotransmisores encargados del movimiento siguen creyendo que estamos dormidos, y por eso imposibilitan cualquier reacción. Si es la primera vez que sufres un episodio de parálisis y no tienes información acerca de este trastorno, la experiencia puede ser absolutamente terrorífica.

La parálisis del sueño es un fenómeno muy común, y la mayoría de personas han sufrido al menos un episodio durante su vida. Su origen es incierto, aunque se sabe que afecta más a personas con estrés, ansiedad o trastornos mentales severos. También se está estudiando la relación de la postura al dormir con la asiduidad de episodios de parálisis, resultando que las personas que duermen boca arriba son más propensas a este tipo de experiencias. 

Todo lo que sabemos sobre este trastorno, y sobre el sueño en general, viene de hace menos de un siglo. Antes de la década de los 30, las ensoñaciones y lo que ocurría en ellas eran todo un misterio. Experiencias que han dado lugar a multitud de leyendas que han llegado hasta hoy como parte de nuestro imaginario colectivo.

Los seres que traen las pesadillas

La palabra pesadilla tiene un curioso origen en nuestro idioma. Hoy la utilizamos para definir de manera general a ese mal sueño, normalmente ansioso o terrorífico, que nos hace despertarnos abruptamente. Sin embargo, hasta el siglo XIX también se conocía como pesadilla a la propia experiencia de la parálisis del sueño. De hecho, el vocablo en castellano deriva precisamente de esa sensación de pesadez sobre el pecho que uno siente cuando sufre un episodio de parálisis. 

No es un caso único. En inglés, la palabra nightmare es la conjunción de dos vocablos: night («noche») y mare («yegua»). Este último término también se utiliza para designar a ciertas criaturas que, según el folklore nórdico, se colaban en las alcobas y se subían sobre los cuerpos de los durmientes, oprimiéndoles el pecho y causándoles así mismo los sueños oscuros. La mara aparece no solo en el lore anglosajón, sino también en el del norte y centro de Europa, en donde probablemente tiene su origen. En alemán, sin embargo, la palabra pesadilla es Alptraum, y se relaciona con un pequeño monstruo al que se le conoce como Alp, una especie de duende travieso que cumple la misma función que la mara. 

Como vemos, hay una relación directa e inequívoca en la explicación de este tipo de fenómenos por parte de las culturas que nos han precedido. En todos los casos, los sueños oscuros eran provocados por seres sobrenaturales, bien físicos, como podían ser duendes o demonios, bien incorpóreos, como espíritus. La sensación de opresión sobre el pecho, típica de los episodios de parálisis, era explicada por la presencia de estos seres literalmente sobre nosotros. La obra La pesadilla, del pintor suizo Henry Fuseli, representa a la perfección dicha creencia, incluyendo, tal vez como un guiño literal al vocablo, una yegua oscura en el fondo del cuadro. 

Cuando una de estas criaturas se colaba en tu habitación y se subía sobre ti mientras dormías, automáticamente tu mundo onírico pasaba a ser oscuro. Las visiones macabras y angustiosas, provocadas por la propia acción del ser malévolo —llámese duende, espíritu, súcubo o cualquiera de las denominaciones que recibe en cada cultura— nos hacían despertarnos entre sudores y ansiedad. Si teníamos suerte, todo nuestro cuerpo salía del trance a la vez. En caso contrario, la parálisis del sueño convertía aquella pesadilla en algo mucho más real. 

Uno de los puntos en común de muchas personas que han sufrido episodios de parálisis es la sensación de estar acompañados en el cuarto. Sombras a su alrededor, ruidos, susurros o gritos que parecen llegar de ninguna parte para inundar sus oídos… ¿Es real todo lo que se escucha y se ve durante la parálisis del sueño? Estamos técnicamente despiertos, con nuestros sentidos en pleno funcionamiento, pero nuestro cerebro no ha salido del todo de ese estado de sueño, por lo que no podemos fiarnos de lo que vemos u oímos a nuestro alrededor. ¿Cómo explicar esas presencias? 

El neurólogo y divulgador Oliver Sacks arrojó más luz sobre este fenómeno en su imprescindible obra Alucinaciones. En ella se habla de alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas, que se dan en ocasiones cuando estamos en el tránsito entre la vigilia y el sueño. Para Sacks, estas alucinaciones son la causa de las visiones que tenemos durante los episodios de parálisis del sueño. Es como si nuestro cerebro siguiese en parte soñando, y esas imágenes oníricas se colaran por alguna rendija de nuestra consciencia, que al no entenderlas, por imposibles, las trata de explicar aludiendo a leyendas e historias sobrenaturales. Y es así como surgen los visitantes de dormitorio.

Demonios, aliens y otros visitantes de dormitorio

Cuando un pastor del siglo XV sufría una experiencia de parálisis del sueño y observaba una sombra en la esquina de su covacha, su primer impulso era pensar que había un espíritu o un demonio a su lado. Esa presencia oscura tomaría la forma de diferentes criaturas, según el contexto y el momento. Y es aquí donde la parálisis se convierte en una interesante chispa para la creación y consolidación de leyendas sobrenaturales. Un episodio que hoy por hoy está perfectamente explicado por la ciencia, pero que en su momento dio origen a ese universo oscuro que incluye a los visitantes de dormitorio. 

Y es que a lo largo de la historia, muchas personas han tenido experiencias sobrenaturales e inexplicables dentro de su propia alcoba, el lugar donde descansamos, donde todos debemos sentirnos seguros. Es allí, en la tranquilidad de la noche, cuando sentimos la presencia de estos extraños seres. A veces son solo una sombra que vemos por el rabillo del ojo, un murmullo que creemos escuchar en alguna esquina del cuarto. En otras ocasiones, la experiencia llega a ser mucho más horripilante, con la interacción por parte de estas criaturas. En la Edad Media, los protagonistas de estos dantescos episodios eran fantasmas, demonios y seres habituales en el folklore de cada zona. Pero los tiempos cambian, y las figuras que aparecen como visitantes de dormitorio también. 

Desde mediados del siglo XX, muchas de las víctimas de episodios de parálisis del sueño identifican a las figuras que ven en sus cuartos con pequeños seres llegados de otros mundos. Lo más curioso es que la descripción de dichas criaturas suele coincidir con el estereotipo que todos tenemos en mente al pensar en un alienígena: cuerpo pequeño, cabeza grande, ojos oscuros e inmensos, extremidades superiores anormalmente largas… Estos episodios son más habituales en Occidente, mientras que en los países orientales los visitantes de dormitorio más corrientes siguen siendo espíritus y fantasmas propios del folklore local. 

El ser humano siempre trata de buscar una explicación, lógica o no, a cualquier experiencia que tiene. Es algo inherente a nuestra propia capacidad de raciocinio. Cuando nos topamos con algo increíble, con una situación que resulta imposible de entender desde la razón, echamos mano a todas esas historias que hemos escuchado, leído y visto desde pequeños. Los cuentos sobre brujas, diablos y fantasmas que se aparecen en la quietud nocturna, y que se alimentan precisamente del miedo que ya ha germinado en nosotros. Es nuestra propia mente la que coloca la sombra en el rincón de la habitación. Entenderlo ahora es mucho más sencillo. Dominar ese poder, sin embargo, sigue siendo todo un reto para los que sufren episodios de parálisis del sueño.

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6 Comentarios

  1. Ha quedado establecido que tenemos sueños en forma de una especie de guión, por lo que por precaución nuestra mente vive esos sueños pero se procura que nuestros músculos estén parados y no sigan ese guión.

  2. Pingback: Una pesadilla real: breve introducción a la parálisis del sueño - Multiplode6.com

  3. Creo que la percepción de la realidad es falsa en estos casos, que solo la parte consciente está despierta, pero no los sentidos, o que están muy alterados.

    Hubo una época en que tenía muchas parálisis del sueño, casi una por noche (tesis…) y las sensaciones no solían cuadrar con la realidad, aunque se le parecían. Recuerdo en particular un episodio que viví de día y acompañado: estaba estudiando con una compañera, los dos tendidos sobre su cama, nuestros cuerpos formaban una T. En algún momento me quedé dormido y desperté paralizado, veía una esquina del techo y en mi terror, pensé que mientras estuviera paralizado ella me mataría con un cuchillo. Lo peor era que en la posición que estaba no podría verla cuando se acercara a matarme. Yo intentaba decir su nombre y sentía que me salía un soplo de aire. Cuando me desperté ella me contó que me había escuchado hacer ruidos y que tenía los ojos cerrados. Por el ángulo en que estaba tendido, no podía ver la esquina del techo.

    En otras ocasiones suele haber otros detalles que creo que indican que 1) no veo de verdad 2) no percibo con el tacto. Por ejemplo, me despierto paralizado y entra claridad por la ventana, pero estoy durmiendo en un lugar sin ventanas. Mis manos están en contacto con el respaldo de la cama, en una cama sin respaldo. «Algo» me ataca mientras estoy tendido boca arriba en la oscuridad y no puedo defenderme, pero estaba durmiendo boca abajo. Etc.

    Mis formas de despertar en estos casos deben ser inútiles, pero siempre las intento. 1) Mover las puntas de los dedos para agarrar akgo. 2) Aguantar la respiración, ¿podría funcionar? 3) La más común: voluntad de despertar, «Esto está poniéndose raro, es una parálisis del sueño, ahora va a venir la presencia maligna, ¡¡DESPIERTA!!»

  4. La mía fue hace años, soñaba que alguien me ponía una mano encima, sobre el hombro, cuando desperté la sensación seguía ahí, había una mano sobre mi hombro, no podía moverme y sabía que estaba solo en la habitación, pero notaba la presión de los dedos y el calor del tacto, notaba además una atención sobre mi, como alguien sentado en mi cama que me agarraba. Al rato, cuando pude moverme se fue esa sensación, pero estuve asustado todo ese rato de vigilia.

    Teniendo en cuenta que no hay una diferenciación que nos permita saber si un cerebro percibe o está alucinando, que es un alucinación lo inferimos de nuestra experiencia diaria: no es congruente con lo que sabemos.
    A quien quiera indagar más en este asunto, desde una perspectiva más antropológica, The terror that comes in the night. An experience-centered study of supernatural assault traditions, David J Hufford, Universidad de Pennsylvania Press Philadelphia, 1982.

  5. Miguel A. Galan

    Pues aunque parezca increíble los casos mas extremos los produce algo externo a nosotros. Resulta que existe un fenómeno similar a los rayos bola que es el responsable de estos casos.
    Los rayos bola son luminosas bolas de plasma electrizado que se suelen formar en las tormentas en raras ocasiones y que a veces se los ha visto entrar en edificios y chocar con la gente. Pues bien, resulta que se ha encontrado que abundan aún mas otros invisibles (visibles con cámaras de infrarrojos) y que al parecer la influencia de la luna favorece que se formen mas de noche. Estas bolas de plasma son las responsables de muchos casos paranormales incluyendo parálisis del sueño extrema, poltergeist, espíritus , etc. Si son visibles en el cielo suelen ser identificados como ovnis.
    Está explicado aquí: https://electroballpage.wordpress.com/paranormal-phenomena-made-by-electroballs/

  6. AlarmaVerde

    En alemán también existe la palabra «Nachtmahr», donde Mahr equivale a Alb (o Alp, como se le llama aquí), para designar tanto al monstruito nocturno como a la pesadilla, aunque está ya en desuso. Y de hecho, este es el título del cuadro de Füssli que ilustra el artículo.

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